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Jorge del Prado

 

Discurso en la Conferencia Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros

Moscú, 1969

 

 


Pronunciado: En sesión de ala Conferencia Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros celebrada en Moscú del 5 al 17 de junio de 1969.
Fuente para la presente edición: Conferencia Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros, Moscú, 1969.  Praga: Editorial Paz y Socialismo, 1969.
Esta edición: Marxists Internet Archive, setiembre de 2012.  Digitalizado por Juan R. Fajardo.


 

 

Queridos camaradas:

Como representantes del Partido Comunista Perúano, llegamos a este magno certamen desde uno de los frentes más importantes en la actual lucha antimperialista de América Latina. Esta circunstancia reafirma profundamente nuestra convicción de que hoy es más apremiante que nunca la necesidad de coordinar fuerzas comenzando por la cohesión activa del movimiento comunista internacional. Saludamos por ello con fervor revolucionario el éxito de la Conferencia. Saludamos y agradecemos a quienes trabajaron tan eficazmente en la Comisión Preparatoria y de manera especial al Partido Obrero Socialista Húngaro y al Partido Comunista de la Unión Soviética, partido del inmortal Lenin, por tan valioso aporte y las excelentes condiciones de trabajo que nos proporcionan. Saludamos igualmente a todos los partidos hermanos y valoramos en alto grado las expresiones de solidaridad de varios delegados, traducidas en hechos concretos de sus partidos. Estimamos y agradecemos profundamente el orientador discurso del camarada Brezhnev.

El Perú, a partir del golpe militar de octubre último, vive una situación peculiar, crucial y compleja, cuyo rasgo más notable es el enfrentamiento contra el imperialismo norteamericano, resistencia que comprende no solo a nuestro pueblo sino también, por primera vez, al gobierno.

La nacionalización del petróleo, principal fuente energética del Perú, la expropiación de todos los bienes y acciones, incluyendo la refinería, el complejo industrial y la red de comercialización de la IPC, filial de la Standard Oil, el cobro de los 690 millones de dólares que dicha empresa monopolista adeuda al Estado Perúano, ha significado la liquidación de un monopolio imperialista y su transformación en monopolio estatal. A ese paso siguió el establecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales con la URSS y otros países socialistas, una resuelta defensa de nuestra soberanía maritima contra los piratas pesqueros imperialistas y, recientemente, dos trascendentales actitudes políticas: a) la negativa oficial a recibir al emisario de Nixon, Nelson Rockefeller, lo que contribuyó poderosamente al desastre continental de tán provocadora jira, y b) la expulsión de las misiones militares yanquis, eslabón directo entre la fuerza armada Perúana y el Pentagono y virtual cabecera del intervencionismo armado imperialista, contra las luchas liberadoras de los Perúanos. ¿Cómo se explica tal conducta en un gobierno militar, tomando en cuenta los ante-cedentes en el Perú y la gorilizacion relativamente proxima de otros gobiernos latinoamericanos? ¿Cómo se explica que esto ocurra cuando impera el complejo financiero-militar en Washington?

Se trata indudablemente de un fenómeno inusitado, un síntoma más de la época de transición en que vivimos, y tal vez del comienzo de una nueva fase, más elevada y amplia, en la lucha antimperialista latinoamericana.

Las raíces de este fenómeno se encuentran en la crisis de estructura que padece el Perú al igual que otros países del continente. Es decir, a la situación dependiente y a la subsistencia de relaciones precapitalistas obstaculizadoras del avance de las fuerzas productivas.

Durante las dos últimas decadas se operó en el país un extraordinario crecimiento económico basado en la multiple production exportable, a la vez que un cuantioso crecimiento industrial, originando apreciables modificaciones en la correlación de clases: aumento númerico y organizativo de los trabajadores, creciente despoblación del campo, desarrollo de la burguesía nacional y formación de una nueva oligarquía. Crecimiento que por ser deforme y dependiente, agravó nuestra condición de país sometido, ahondo la crisis agraria crónica y el empobrecimiento insoportable de las grandes masas, con todas sus horrorosas implicancias.

No es posible en este informe anotar cifras. Fracasó la Alianza para el Progreso como alternativa imperialista al camino abierto por la revolución cubana. Y con ello fracasó también la nueva oligarquía alimentada por gigantescos prestamos e inversiones norteamericanas, a cuyos dictados se sometió el depuesto presidente Belaúnde Terry, en contubernio con el partido aprista, descarado agente del imperialismo, y con la vieja oligarquía. Así, pese a que nuestro territorio es inmensamente rico, sobre todo en minería y recursos ictiológicos, el auge de las exportaciones y de los negocios beneficio solo a los consorcios extranjeros, a los latifundistas y grandes capitalistas. En tales circunstancias, cuando la fuga de divisas y la especulación monstruosa había llegado a su climax y la capacidad de endeudamiento estaba colmada, se produjo una fuerte restricción crediticia que precipitó el deficit de la balanza de pagos y el desequilibrio fiscal. El gobierno descargó entonces todo el peso de la crisis sobre el pueblo con mayores imposiciones tributarias y una violenta devaluación monetaria, al mismo tiempo que redobló su entreguismo, prorrogando en peores condiciones la usurpación petrolera. La crisis económica y la corrupción administrativa culminaron en una crisis política, el total aislamiento del gobierno y su inevitable caída.

Pero la gestación de este proceso fue acompañada ineludiblemente por un acrecentamiento generalizado de la conciencia y voluntad de cambios, traducida en grandes combates reivindicativos y antimperialistas de las masas y en un nuevo impulso nacionalista, que ganó hacia sus filas a vastas capas de la pequeña burguesía y de la burguesía nacional, a las más representativas instituciones profesionales y a importantes sectores del clero y de la fuerza armada.

Esto último explica parcialmente el fenómeno peruano. Pero una explicación cabal debe tomar en cuenta dos factores relacionados de modo directo con el contenido del Documento fundamental que estamos debatiendo. Nos referimos a la concatenación internacional de los procesos políticos de cada país y a la necesidad de conocerlos, analizarlos y caracterizarlos globalmente en sus rasgos comunes. Nos referimos al papel de la vanguardia revolucionaria, los partidos comunistas y obreros, y a la importancia capital de su unidad y cohesión tanto respecto a las tareas específicas nacionales como en escala mundial, cumpliendo nuestros deberes frente a la clase obrera y la humanidad progresista.

No podemos desconocer, camaradas, que los actuales acontecimientos del Perú reflejan muy claramente el carácter, el contenido y las tendencias principales de nuestra época, época de transición del capitalismo al socialismo, en la que la fuerza rectora es el sistema socialista mundial. En la base de esos acontecimientos se encuentra de un lado la descomposición del sistema imperialista, causante de su desesperada agresividad, y de otro lado la influencia creciente del campo socialista, en primer término y en el puesto más avanzado la Unión Soviética y como su ejemplo más reciente y próximo la Revolución Cubana. Nadie podrá negar que nuestro caso es parte de un mismo proceso continental que se inicia con el triunfo de la Revolución Cubana y su resistencia victoriosa al asedio imperialista, que ese ejemplo elevó en amplios sectores nacionales la conciencia de que es posible ahora en Latinoamérica derrotar al enemigo común. Y cabe aquí un parentesis: la delegación peruana saluda también con profunda alegria la presencia de la delegación del PC de Cuba en este certamen. De otro lado, nadie podrá negar tampoco que esa revolución, obra de su pueblo, de su Partido y su Gobierno, tiene su raíz histórica en la gloriosa Revolución de Octubre y su más firme respaldo internacional en la existencia y el fortalecimiento del campo socialista, principalmente en el espíritu internacionalista proletario, en la firmeza doctrinaria y en el poderio de la Unión Soviética.

El avance que hoy estamos logrando los peruanos por romper uno de los eslabones de la cadena imperialista es influido también poderosamente por las victorias del heroico pueblo vietnamita, hoy a punto de infligir derrota total a sus adversarios; por los vigorosos combates antimperialistas de la clase obrera, los estudiantes y los más vastos sectores de América Latina; por el incontenible aumento de la lucha clasista, sindical y política, del proletariado en Europa capitalista; por la resistencia de los países árabes contra la invasión anexionista del sionismo israelí coludido con los guerreristas yanquis y el revanchismo germanooccidental. Por el incontenible movimiento de liberación de Asia y Africa e incluso por los significativos combates del pueblo norteamericano en pro de los derechos de la clase obrera y de la juventud, contra la segregación racial y contra la suicida guerra de Vietnam.

"La situación actual -apunta el Documento fundamental- brinda la posibilidad de asestar nuevos golpes al imperialismo." Y lo que ocurre en el Perú confirma de igual modo aquella verdad proclamada aquí por el camarada Brezhnev: "Bajo la presión de las fuerzas del socialismo y de la democracia, siguen debilitandose las posiciones mundiales del imperialismo." Es indudable entonces que para arrebatarle totalmente estas posiciones, para derrotarlo en cada una de ellas, hace falta una estrategia común, basada en el enfoque marxista-leninista del panorama integral. Estamos de acuerdo, consecuentemente, en que el Documento sea aprobado en su integridad, sin mutilaciones. No concordamos con los camaradas partidarios de concertar la unidad de acción en base a una plataforma no fundamentada, de caracter meramente táctico. Tanto más si se considera que en los ultimos 9 años han ocurrido sustanciales cambios frente a los que el imperialismo desarrolla ya una estrategia global.

La evolución económico-social del país y la situación internacional no se han operado, sin embargo, espontaneamente. En el desarrollo de las fuerzas antimperialistas nacionalistas y democráticas, nuestro Partido desempeñó y desempeña papel honroso como elemento organizador y orientador. Nos corresponde no solamente haber iniciado la lucha por la nationalización de la IPC y de otras importantes empresas norteamericanas, fundamentales en nuestra economía, desde el momento mismo de nuestra fundación, sino también el haber sido los primeros en levantar al tope esas banderas dentro de la etapa que se inicia con la Revolución Cubana. Pero, más importante aún que haberlas levantado, es el haberles dado contenido de masas. Organizamos, en efecto, junto con otras fuerzas antimperialistas, democráticas y progresistas, el Frente Nacional de Defensa del Petróleo, que más tarde derivó en el Frente de Liberación Nacional, movimientos unitarios que impactarían vigorosamente en la opinion y movilización popular durante los primeros años de esta década. Y, luego de superar una violenta contraofensiva reaccionaria desde fuera y dentro del Partido, reconstruimos y reanudamos sobre nuevas bases y más acertada conducción este movimiento a través de dos canales fundamentales: unidad clasista de la clase obrera, liberandola del amarillaje sindical aprista, y unidad de las fuerzas políticas revolucionarias a través de "Unidad de Izquierda". Ambos pivotes, sustentados en un reajuste leninista de la línea y organización partidarias, de nuestra actividad de prensa, de nuestro crecimiento númerico y de una actividad multifacetica, hizo que en el curso de los combates desplegados en los últimos años contra la política entreguista del gobierno anterior y por la expulsión de la Internacional Petroleum Company, nos convirtieramos en la fuerza civil aglutinante y más influyente. A través del último proceso electoral y en visperas del golpe militar, "Unidad de Izquierda" amplió sus posibilidades concertando un movimiento de coordinación trás los mismos fines con la Democracia Cristiana y Acción Popular, que para entonces había repudiado al Presidente Belaúnde y al sector derechista.

Pero el trabajo de acumulación de fuerzas no fue nada fácil. Enfrentado el Partido durante toda su larga trayectoria a la ferocidad represiva de sucesivas dictaduras militares y oligárquicas, en este decenio fuimos también objeto de varias brutales redadas policiales e infames juicios político-militares. Pero lo que más afectó nuestra capacidad de acción, retardó el proceso y lo alejó de su verdadero cauce fue la labor de zapa del enemigo a traves del escisionismo oportunista de izquierda instigado, organizado y dirigido por el maoísmo chino.

En pleno avance de la reorganización clasista de los trabajadores, de grandes acciones campesinas por la tierra, del movimiento estudiantíl por afirmar y ampliar la reforma universitaria, de la lucha popular por el petróleo, en su primera fase, surgió precisamente ese grupo dándose como exclusiva tarea la división del Partido y la destrucción de los destacamentos llamados a confluir en el gran frente antimperialista, nacionalista y democrático. Y eso en virtual contubernio con la policia, ya que la coyuntura utilizada por ese grupo para comenzar su labor fue la gran redada policial de miles de dirigentes y militantes comunistas y de otros sectores de izquierda bajo la dictadura militar de 1963. Ellos fueron puestos en libertad para que cumplieran tal objeto mientras nosotros permanecimos por largo tiempo presos. Y hay aún otro hecho: frente a las operaciones guerrilleras de 1965, nuestro Partido, que no participó en ellas por considerarlas prematuras, no rehuyó, sin embargo, su enfrentamiento al enemigo común y procuró respaldar a los combatientes y sus familiares en todo lo posible. Ellos en cambio no pensaron sino en salvar el pellejo condenando a todo grito, públicamente, esas acciones. O sea: ultrarrevolucionarios en las palabras, viles reaccionarios en los hechos. De igual modo que sus taumatúrgicos mentores proceden en su política internacional.

Y esto no tiene nada que ver con las peculiaridades de cada país, así con los cambios ocurridos a través del tlempo. Para reajustar nuestras filas y emprender paralelamente una éxitosa política de alianzas y de masas, fue en consecuencia requisito previo unificar solida, principistamente, al Partido, depurandolo de semejante carroña. Es únicamente desde entonces que se forma un fuerte núcleo de dirección, se perfecciona la línea, mejora y crece nuestra organización, y se extiende nuestra influencia, no obstante las corrientes oportunistas de derecha e izquierda que procuraron persistentemente obstruirnos el camino. El maoísmo se encuentra ahora en el Perú atomizado y políticamente aplastado.

Encontramos que esta experiencia, similar a la de muchos destacamentos del movimiento obrero y comunista internacional, es suficiente argumento demostrativo de que, como recomendara Lenin, para ejecutar una eficiente y duradera labor de frente único y de coordinación con otras fuerzas, primero y por sobre todo, debemos unificarnos ideológica y políticamente nosotros mismos. Demuestra además que para lograr lo primero y lo segundo no es correcto ni factible eludir la lucha ideológica.

En torno a ello, y sin pretender que el Documento fundamental incorpore necesariamente estos conceptos, pero sin excluirlos tampoco de la lucha general contra el imperialismo, insistimos en la caracterización del maoísmo como neotrotskismo, incrementado por el nacionalismo burgués en la dirección de un partido gobernante, de un país socialista muy grande y a la vez atrasado y autoaislado. Su antisovietismo obsesivo, su sistemática acción fraccionalista y diversionista, su concepcion burocrático-militar de la estructura del Estado y del Partido, su tendencia belicista, su virtual contubernio con el imperialismo. Todo esto, en fin, reafirmado e institucionalizado en su seudonoveno congreso lo identifican con esa corriente, actualizandola. A lo que se suma la tendencia a absolutizar su propia experiencia.

Y conste que el neotrotskismo viene a ser más peligroso que el antiguo, primero, porque opera internacionalmente utilizando el prestigio de una revolución socialista victoriosa e imbuyendo de supersticioso fanatismo a un inmenso pueblo frustrado en sus esperanzas de mejoramiento; y segundo, porque ya ha pasado de las concepciones teóricas antileninistas a las acciones bélicas antisoviéticas. Insistamos, sí, indesmayablemente, en invocar el espíritu internacionalista del sector sano del PC chino y de su pueblo para que impongan una rectificación de rumbos. Pero eso es una cosa y otra muy distinta el permitir que el maoísmo torpedee también el éxito de esta Conferencia en la vana espera de su rectificación.

Y ahora, volvamos al fenómeno peruano para enfocar a grandes rasgos la situación actual y sus perspéctivas.

Lo dicho al comienzo no significa que la Junta Militar sea ya o pueda ser por sí sola un gobierno revolucionario, es decir, consecuentemente antimperialista y democrático. Por su composición social, por su programa máximo y la influencia predominante en ella, nuestro Partido en su V Congreso Nacional la ha caracterizado como un gobierno burgués, nacional reformista, el que no obstante ser exclusivamente militar no es homogéneo. Comparten el poder elementos definidamente nacionalistas y avanzados y otros conservadores o vacilantes, fuertemente imbuídos del autoritarismo castrense. Ello se traduce en resistencias a emprender una reforma agraria radical, a modificar aspectos capitales de la política económica del anterior gobierno, en seguir una política laboral y educacional antiobrera y antiestudiantíl. Es decir, una conducta que, quierase o no, cae indirectamente en contradicción con el rumbo y los alcances nacionalistas vigorosamente iniciados, restando a esa política el indispensable apoyo entusiasta de las masas. En tales condiciones, no ha podido ser conjurada la crisis económica en constante agravación. Utilizando el descontento popular que ella genera, la reacción interna y el imperialismo norteamericano complotan con diligencia por derrocar al régimen o por modificar radicalmente su actual orientación nacionalista.

Nuestro Partido, por supuesto, lucha desde posiciones firmemente clasistas contra los aspectos antipopulares del gobierno, fortaleciendo a través de acciones masivas lo que tiene históricamente de más importante: su enfrentamiento resuelto a la agresión imperialista. Esto, considerandolo estrechamente unido al logro de la rectificación de su política laboral y antiestudiantíl y a la profundización de las medidas antilatifundistas y antioligárquicas. El programa inmediato de lucha, aprobado en el V Congreso, contiene demandas correspondientes al grado de maduración alcanzado en las tareas nacionalistas, las que, al mismo tiempo, tienden a superar la crisis económica y a elevar las condiciones de vida del pueblo. Esas demandas son: reforma agraria radical, explotación estatal del cobre, limitación de las remesas de utilidades de las empresas norteamericanas a sus matríces, control de cambios, moratoria indefinida de la deuda externa, concertación de contratos crediticios y asistencia técnica con los países socialistas para promover el desarrollo estatal e independiente de la economía, aumento general de sueldos y salarios. Todo esto orientado hacia la conquista de un gobierno auténticamente popular que se encamine al socialismo y el comunismo, por la vía que las circunstancias nos impongan.

La dinamica de los acontecimientos trabaja de otro lado en favor de estos objetivos, haciendolos cada vez más comprensibles y urgentes entre las grandes masas, inclusive en el criterio de los más avanzados hombres del gobierno y de la fuerza armada. Así como frente a la represalia yanqui consistente en suprimir la "asistencia militar", el gobierno respondió con la expulsión de las misiones militares norteamericanas, no se descarta la posibilidad de que, frente a la aplicación de las enmiendas Hickenlooper, Holland, Pely, etc., y la indefinida suspensión de créditos e inversiones, se responda con la nacionalización del cobre y otras medidas similares.

Rechazamos, sin embargo, totalmente el criterio espontaneista y seguidista de que eso sucederá sólo por decisión de la Junta Militar. Nunca hemos alimentado ilusiones ni perdido nuestra independencia de clase. Mantenemos en pie y en creciente actividad combativa a la Confederación General de Trabajadores, que en un ano de vida se ha convertido ya en la central que agrupa a la mayoría del proletariado organizado porque en ningún instante deja de luchar por las reivindicaciones económicas y políticas de la clase obrera y del campesinado. El frente único antimperialista en el terreno político se eleva y amplía a partir de "Unidad de Izquierda" hacia la formación de un vasto frente nacionalista y democrático. Avanzamos igualmente en la organización de las grandes masas campesinas y en la recuperación del papel dirigente y unitario en las federaciones estudiantíles. Todo cimentado en el esfuerzo por convertirnos a corto plazo en un partido cada vez mejor organizado, numeroso y arraigado en las masas.

Reiteramos una vez más nuestra apelación internacionalista. Combatimos en un determinado frente mundial de la lucha por el socialismo y el comunismo, Nos encontramos combatiendo frontalmente al imperialismo. Necesitamos vuestra solidaridad. Necesitamos por ello y en interés de todo el movimiento, más que nunca, cohesión y unidad en nuestro gran destacamento mundial. Este es nuestro aporte y al mismo tiempo nuestro pedido.

Y antes de terminar, permitidnos las siguientes puntualizaciones:

1. Nuestro Comité Central aprueba íntegramente el Documento fundamental con las enmiendas que lo han enriquecido en contenido y forma.

2. Consideramos que las condiciones para suscribirlo están maduras, en primer lugar porque la situación actual del mundo así lo demanda y, en segundo lugar, porque es producto de una elaboración democrática sin precedentes, con el aporte largamente debatido en cada uno de nuestros partidos y el concurso aquí de la inmensa mayoría de ellos.

3. Estimamos que es el máximo logro obtenido en las actuales circunstancias a través de esta acuciosa elaboración y que servirá como efectivo instrumento de cohesión del movimiento comunista mundial. La intervención del camarada Brezhnev ha enriquecido brillantemente su contenido ideológico.

4. No creemos por eso conveniente que se introduzcan salvedades de ningún genero y menos si ellas tienden a remarcar, aunque fuese en forma imprecisa, la subsistencia de algunos desacuerdos que la práctica viene superando.

5. Rechazamos como antileninista aquel concepto que confunde en una misma categoría a los países capitalistas desarrollados y los países socialistas, afirmando que el mundo se divide en países pobres y países ricos o que existe un "tercer mundo" compuesto por los países subdesarrollados. Ese no es un criterio de clase, ya que si con la palabra "mundo" se alude a los sistemas, la sociedad de nuestro tiempo se divide realmente solo en dos sistemas antagónicos: el sistema socialista y el sistema capitalista, dominado éste por el imperialismo y que incluye a los países coloniales, semicoloniales y dependientes.

6. Consecuentemente, rechazamos en la misma medida toda enmienda que insinue la existencia en el sistema socialista de aberraciones y lacras tales como el racismo, el antisemitismo o cualquier tipo de discriminación, propias solo de las sociedades divididas en clases.

7. Nos congratulamos sobremanera de que esta Conferencia, llamada a marcar una etapa superior de vigorizamiento de nuestro torrente mundial, se realice en vísperas del centenario del gran Lenin, en su patria natal y bajo la hospitalidad del Partido que el fundara.

8. Estamos de acuerdo con las propuestas del camarada Brezhnev de realizar periódicas conferencias teóricas y encuentros bilaterales para consolidar aún más nuestra unidad.

Muchas gracias, camaradas, por vuestra paciente atención.