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Pedro Kropotkin

Carta a Vladimir Illich Lenin

(21 de diciembre de 1920)


Escrito: 21 de diciembre de 1920
Primera edición: En ruso, en Zvezda n. 6, 1930.
Edición electrónica: Marxists Internet Archive, 1999. (Revisada, octubre 2017)
Digitalización y HTML:
Juan R. Fajardo, en base a: Pedro Kropotkin, Entrevista con Lenin y Algunas opiniones sobre la revolucion rusa, Ediciones Antorcha.


Dmitrov

21 de diciembre de 1920

Respetable Vladimir Illich:*

Ha aparecido la noticia, en los diarios Izvestia y Pravda que da a conocer la decisión del gobierno soviético de tomar como rehenes a algunos miembros de los grupos de Savinkov y Cherkov del partido socialdemócrata, del centro táctico nacionalista de los guardias blancos, y a oficiales de Wrangel, para que, en caso de que sea cometido un intento de asesinato contra 108 líderes de los soviets, sean "exterminados sin piedad" tales rehenes.

¿Es que realmente no hay nadie cerca de usted que recuerde a sus camaradas y les persuada de que tales medidas representan un retorno al peor perfodo de la Edad Media y de las guerras religiosas, y es totalmente decepcionante de gente que se ha echado a cuestas la creación de la sociedad en consonancia con los principios comunistas? Cualquier persona que ame el futuro del comunismo no puede lanzarse a lograrlo con tales medidas.

¿Es posible que nadie le haya explicado lo que realmente es un rehén? Un rehén es aprisionado no por castigo a algún crimen. Es detenido para chantajear al enemigo con su muerte. "Si ustedes matan a uno de los nuestros, nosotros mataremos a uno de los suyos". Pero, ¿no es ésto la misma cosa que conducir al prisionero cada mañana hasta el cadalso y regresarlo a la celda, diciéndole: "Espera un poco más, todavía no"?

¿Y no comprenden sus camaradas que ésto es equiva- lente a una restauración de la tortura para los rehenes y sus familias?

Espero que nadie me diga que la gente en el poder se interesa tan poco por las vidas. Hoy en cita aún entre los reyes hay algunas personas que contemplan la posibilidad del asesinato como una "ocupación azarosa". Y los revolucionarios, por su lado, asumen la responsabilidad de defenderse a sí mismos ante las Cortes que atentan contra su vida. Luisa Michel eligió este camino. O rechazan el juicio y son perseguídos, como Malatesta y Voltairine de Cleyre.

Aún los reyes y los papas han rechazado tan bárbaro método de autodefensa como lo es el de tomar rehe- nes. ¡Cómo pueden los apóstoles de una nueva vida, y los arquitectos de un nuevo orden social dotarse de tales medios de defensa contra sus enemigos! ¿Tendrá que considerarse ésto como un signo de que ustedes consideran su experimento comunista fallido y que no están salvando tanto a ese sistema tan querido para ustedes, sino salvándose ustedes mismos?

¿No se dan cuenta sus camaradas de que ustedes, comunistas, a pesar de los errores que hayan cometido están trabajando para el futuro, y que por lo mismo, no deblan realizar su trabajo en forma tan cercana a lo que fue el terror primitivo? Ustedes deberfan saber que precisamente estos actos, realizados por revolucionarios en el pasado, han hecho de las nuevas realizaciones comunistas algo tan difícil de lograr.

Pienso que deben tomar en cuenta que el futuro del comunismo es más precioso que sus propias vidas. Y me alegrarla que con sus reflexiones renuncien a este tipo de medidas.

Con todo y estas muy serias deficiencias, la revolu- ción de Octubre ha traldo un enorme progreso. Ha demostrado que la revolución social no es imposible, cosa que la gente de Europa Occidental ya habla empezado a pensar. y que, a pesar de sus defectos está trayendo algún progreso en dirección a la igualdad.

Por qué entonces golpear a la revolución empujándola a un camino que la lleva a su destrucción, sobre todo por defectos que no son inherentes al socialismo o al comunismo, sino que representa la sobrevivencia del viejo orden y de los antIguos efectos destructivos de la omnívora autoridad ilimitada?

Con camaradería y afecto.

 

Pedro Kropotkin

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* Esta correspondencia resultó de una entrevista realizada en 1919 entre Kropotkin y Lenin en Moscú en el curso de la cual este instó a Kroptkin an escribirle en cualquier momento. A saber, esta carta no obtuvo respuesta. (N. de Ed. Antorcha)