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V. I. Lenin


PROYECTO Y EXPLICACIÓN DEL PROGRAMA DEL PARTIDO SOCIALDEMÓCRATA[1]

 

 

 


Escrito: Escrito en la cárcel. El proyecto de programa después del 9 (21) de diciembre de 1895, y la Explicación del programa entre junio y julio de 1896.
Primera publicación:  Publicado por primera vez en 1924, en la revista Próletárskaia Revolutsia, núm. 3. El Proyecto de programa se publica de acuerdo con el manuscrito, escrito entre líneas con tinta simpática en Naúchnoie Obozreniye [2], núm. 5, correspondiente a 1900, cotejado con el texto hectografiado, y la Explicación del programa de acuerdo con el texto hectografiado.
Fuente del texto: V. I. Lenin,  Obras Completas, Tomo II, Editorial Akal, paginas 86 y siguientes.
Preparado para el MIA: Marxists Internet Archive.


 

 

 

 

PROYECTO DE PROGRAMA

A. 1. Las grandes fábricas y talleres se desarrollan en Rusia cada vez con mayor rapidez, arruinando a los pequeños artesanos y a los campesinos, convirtiéndolos en obreros sin recursos, concentrando un número cada vez mayor en ciudades, aldeas y poblados industriales y fabriles.

2. Este crecimiento del capitalismo significa un enorme incremento de la riqueza y del lujo entre un puñado de fabricantes, comerciantes y terratenientes, y un acrecentamiento aun más rápido de la miseria y de la opresión de los obreros. El perfeccionamiento de la producción y de la maquinaria que introducen las grandes fábricas contribuyen a elevar la productividad del trabajo social y fortalecer el poder de los capitalistas sobre los obreros, aumentan la desocupación y con ella el desamparo de los trabajadores.

3. Pero al elevar al grado máximo la opresión del capital sobre el trabajo, las grandes fábricas crean un tipo especial de obrero que adquiere la posibilidad de luchar contra el capital, pues las condiciones mismas de su existencia destruyen todos sus lazos con la economía individual y, al unir a los obreros por medio del trabajo en común, y trasladarlos de fábrica en fábrica, los cohesiona en una sola masa obrera. Los obreros inician la lucha contra los capitalistas y nace en ellos una acentuada tendencia hacia la unidad. De los levantamientos aislados va surgiendo la lucha de la clase obrera rusa.

4. Esta lucha de la clase obrera contra la de los capitalistas es la lucha contra todas las clases que viven del trabajo ajeno, contra toda explotación. Sólo podrá cesar con el paso del poder político a manos de la clase obrera, con la entrega de toda la tierra, los instrumentos, las fábricas, las máquinas y minas a la sociedad entera, para estructurar la producción socialista, en la que todo lo producido por los obreros y todas las mejoras en la producción deben beneficiar a los propios trabajadores.

5. Por su carácter y fines, el movimiento de la clase obrera rusa forma parte del movimiento internacional (socialdemócrata) de la clase obrera de todos los países.

6. El principal obstáculo en la lucha de la clase obrera rusa por su emancipación es el gobierno autocrático absoluto, con su burocracia irresponsable. Apoyándose en los privilegios de los terratenientes y de los capitalistas, y poniéndose al servicio de sus intereses, mantiene en total carencia de derechos a los estamentos inferiores, con lo cual frena el movimiento obrero y traba la evolución de todo el pueblo. Por eso, la lucha de la clase obrera rusa por su liberación presupone necesariamente la lucha contra el poder ilimitado del gobierno autocrático.

B. 1. El Partido Socialdemócrata de Rusia declara que su tarea es ayudar en esta lucha de la clase obrera rusa desarrollando la conciencia de clase de los obreros, contribuyendo a su organización y señalando las tareas y los objetivos de la lucha.

2. La lucha de la clase obrera rusa por su emancipación es una lucha política, y su primer objetivo es la conquista de las libertades políticas.

3. Por eso, el Partido Socialdemócrata de Rusia, sin apartarse del movimiento obrero, apoyará todo movimiento social dirigido contra el poder ilimitado del gobierno autocrático, contra la clase de los privilegiados terratenientes nobles y contra todos los resabios del régimen de servidumbre y de estamentos que estorban la libre competencia.

4. Y por el contrario, el Partido Socialdemócrata de Rusia combatirá cualquier tendencia que pretenda beneficiar a la clase trabajadora con la tutela del gobierno absolutista y de sus funcionarios, y contener el desarrollo del capitalismo y, por consiguiente, el de la clase obrera.

5. La emancipación de los obreros debe ser obra de los obreros mismos.

6. El pueblo ruso no necesita la ayuda del gobierno absolutista y sus funcionarios, sino emanciparse de su yugo.

C. Partiendo de estos puntos de vista, el Partido Socialdemócrata de Rusia reclama ante todo:

1. La convocatoria de un Zemski Sobar [3] [89o* integrado por representantes de todos los ciudadanos para elaborar una Constitución.

2. Derecho de sufragio universal y directo para todos los ciudadanos rusos que hayan alcanzado la edad de 21 años, sin distinción de religión o nacionalidad.

3. Libertad de reunión, de asociación y de huelga.

4. Libertad de prensa.

5. Eliminación de los estamentos y plena igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.

6. Libertad de culto e igualdad de derechos para todas las nacionalidades. Traspaso del registro de partidas de nacimiento, matrimonio o defunción a funcionarios civiles que no dependan de la policía.

7. Derecho de todo ciudadano de demandar a cualquier funcionario ante los tribunales, con prescindencia de la escala jerárquica.

8. Abolición de los pasaportes, plena libertad de tránsito y de radicación.

9. Libertad de oficios y de trabajo, y supresión de las corporaciones.

D. Para los obreros, el Partido Socialdemócrata de Rusia, reclama:

1. Institución de tribunales de trabajo en todas las ramas de la industria, con jueces elegidos entre los capitalistas y entre los obreros, en la misma proporción.

2. Limitación por ley de la jornada de trabajo a 8 horas diarias.

3. Prohibición por ley del trabajo nocturno y por turnos. Prohibición de trabajar a niños menores de 15 años de edad.

4. Institución por ley del descanso en los días feriados.

5. Extensión de las leyes y de la inspección del trabajo a la totalidad de las ramas industriales en toda Rusia, así como a las fábricas del Estado y a los kustares que trabajan a domicilio.

6. La Inspección del Trabajo debe gozar de autonomía y no depender del ministerio de Finanzas. Los miembros de los tribunales de trabajo deben tener los mismos derechos que la Inspección del Trabajo para controlar el cumplimiento de las leyes laborales.

7. Prohibición absoluta en todas partes, del pago de los salarios con mercaderías.

8. Control, por parte de delegados elegidos por los obreros, de la correcta fijación de escalas de pago, de la calidad de las mercancías elaboradas, del empleo del dinero proveniente de las multas, y de las viviendas obreras de la empresa.

Una lev por la que se establezca eme los descuentos en los salarios de los obreros, sea cual fuere el concepto (multas, mercancías de mala calidad, etc.), en total no deben superar los 10 kopeks por rublo.

9. Una ley sobre la responsabilidad de los fabricantes por los accidentes de trabajo, y que imponga a éstos la obligación de demostrarlo cuando imputan la culpa del accidente al obrero.

10. Una ley que obligue a los fabricantes a subvencionar escuelas v prestar atención médica a los obreros.

E. Para los campesinos, el Partido Socialdemócrata de Rusia reclama:

1. La abolición de los pagos de rescate [4]y la compensación por los ya efectuados. Devolución a los campesinos del dinero abonado de más al fisco.

2. Devolución a los campesinos de las tierras que les fueron "recortadas" en 1861.

3. Plena igualdad de impuestos y gravámenes sobre las tierras de los campesinos y las de los terratenientes.

4. Abolición de la caución solidaria[5] y de todas las leyes que traban a los campesinos la libre administración de sus tierras.

 

 

* * *

EXPLICACIÓN DEL PROGRAMA

El programa consta de tres partes principales. En la primera se exponen las concepciones de las cuales dimanan las partes restantes. En ella se señala la situación que ocupa la clase obrera dentro de la sociedad contemporánea, el sentido y la significación de su lucha contra los fabricantes, y cuál es la situación política de la clase obrera dentro del Estado ruso.

En la segunda parte se expone la tarea del partido, y se señala la situación de éste respecto de las demás tendencias políticas de Rusia. Se habla en ella acerca de cuál debe ser la actividad del partido y de todos los obreros concientes de sus intereses de clase, y de la actitud que éstos deben adoptar frente a los intereses y aspiraciones de las demás clases que integran la sociedad rusa.

La tercera parte se refiere a las reivindicaciones prácticas que plantea el partido. Se subdivide en tres secciones. La primera comprende las reformas institucionales generales. La segunda, las reivindicaciones y el programa de la clase obrera. La tercera, las reivindicaciones en beneficio de los campesinos. Más adelante, antes de pasar a la parte práctica del programa, se darán algunas explicaciones previas respecto de estas secciones.

A. 1. El programa habla, ante todo, del rápido crecimiento de las grandes fábricas y talleres, por ser éste el principal fenómeno de la Rusia actual, que modifica totalmente las viejas condiciones de vida, en especial de la clase trabajadora. Antes, casi toda la riqueza era producida por pequeños patronos, quienes constituían la inmensa mayoría de la población. Ésta llevaba una vida sedentaria en las aldeas, y la mayor parte de lo que producía se destinaba a su propio consumo o para el pequeño mercado de los poblados circundantes, poco vinculado con los demás mercados cercanos. Estos mismos pequeños patronos trabajaban para los terratenientes, quienes los obligaban a producir, sobre todo, para su consumo personal. Los productos caseros eran entregados para su elaboración a los artesanos, que vivían en las mismas aldeas o salían en busca de pedidos por los alrededores.

Pero, después de la emancipación de los campesinos, estas condiciones de vida de la gran masa del pueblo sufrieron un cambio total: en lugar de los pequeños talleres artesanales comenzaron a aparecer las grandes fábricas, que crecieron con extraordinaria rapidez, eliminando a los pequeños patronos, convirtiéndolos en obreros asalariados, y obligando a centenares, a millares de obreros, a trabajar juntos y producir la inmensa cantidad de mercancías que se vende por toda Rusia.

La emancipación de los campesinos puso término al estancamiento de la población y los colocó en condiciones tales, que ya no podían subsistir con la parcela de tierra que les quedaba. La masa del pueblo se lanzó a buscar un jornal, y fue a parar a las fábricas, a la construcción de los ferrocarriles que iban uniendo los extremos de Rusia y trasladaban y distribuían por todas partes las mercancías de las grandes fábricas. La masa del pueblo fue a las ciudades a buscar un jornal; se dedicó a la construcción de edificios fabriles y comerciales, al acarreo de combustible a las fábricas y a la preparación de materia prima para las mismas. Finalmente, multitud de gente se dedicó a realizar a domicilio el trabajo entregado por los comerciantes y fabricantes que no alcanzaban a ampliar sus establecimientos con suficiente rapidez. Idénticos cambios se operaron también en la agricultura. Los terratenientes comenzaron a producir cereales para la venta; ciertos campesinos y comerciantes sembraron grandes extensiones; centenares de millones de puds de cereales comenzaron a venderse en el extranjero. La producción empezó a reclamar obreros asalariados, y centenares de miles, millones de campesinos, abandonando sus minúsculas parcelas, se convirtieron en braceros y jornaleros de los nuevos patronos que cultivaban cereales para la venta. Al decir que las grandes fábricas causan la ruina de los pequeños artesanos y campesinos, convirtiéndolos en obreros asalariados, el programa está describiendo los cambios operados en las antiguas condiciones de vida. La pequeña producción es remplazada en todas partes por la grande; en ella los obreros ya no son más que simples asalariados que trabajan por un jornal para el capitalista, quien posee inmensos capitales, construye enormes talleres, compra grandes cantidades de materias primas y se embolsa toda la ganancia que reporta la producción en masa de los obreros concentrados. La producción se ha tornado capitalista y aplasta, despiadada e implacablemente, a todos los pequeños patronos, poniendo fin a su vida sedentaria en las aldeas, obligándolos a trasladarse, como simples jornaleros, de un punto a otro del país para vender su trabajo al capital. Una parte cada vez mayor de la población abandona definitivamente el campo y la explotación agrícola, y se congrega en las ciudades, poblados, y localidades industriales y fabriles, formando una clase especial de gente que no tiene ninguna propiedad: la clase de los obreros asalariados, proletarios que viven únicamente de la venta de su fuerza de trabajo.

He aquí en qué consisten los enormes cambios producidos en la vida del país por las grandes fábricas: la pequeña producción es remplazada por la grande, los pequeños patronos se trasforman en obreros asalariados. ¿Qué significa, pues, este cambio para todo el pueblo trabajador, y adonde conduce? De ello se habla más adelante en el programa.

A. 2. La sustitución de la pequeña por la gran producción va acompañada del remplazo de los pequeños recursos monetarios, en manos de un patrono aislado, por los inmensos capitales; del remplazo de las pequeñas e insigniFicantes ganancias por ganancias que se calculan en millones. Por eso, el crecimiento del capitalismo conduce en todas partes al aumento del lujo y de las riquezas. En Rusia se ha creado la clase de los grandes magnates financieros, fabricantes, empresarios ferroviarios, comerciantes y banqueros; ha aparecido toda una clase de gente que vive de los ingresos provenientes de los capitales prestados a interés a los industriales. Los grandes terratenientes se enriquecieron con los enormes ingresos que obtuvieron de los campesinos por el rescate de las tierras, aprovechándose de que éstos las necesitaban para aumentar los precios de las parcelas que les arrendaban, e instalando en sus fincas grandes fábricas para la producción de azúcar de remolacha y destilerías de aguardiente. El lujo y el derroche de todas estas clases de ricachones han alcanzado proporciones inusitadas, y las principales calles de las grandes ciudades se han cubierto de palacios principescos y suntuosas mansiones. Pero la situación del obrero, empeoraba a medida que crecía el capitalismo. El aumento de los salarios, si es que tuvo lugar en alguna parte después de la emancipación de los campesinos, fue muy pequeño y por poco tiempo, por cuanto las masas hambrientas del pueblo que afluían del campo, hacían bajar los jornales, mientras que los precios de los artículos alimenticios y de primera necesidad iban en aumento, de suerte que, aun con un salario más elevado, los obreros podían obtener menor cantidad de artículos; resultaba cada vez más difícil ganar un jornal, y al lado de los lujosos palacios de los potentados (o en los suburbios de las ciudades) brotaron las covachas de los obreros, obligados a vivir hacinados en sótanos y cuartuchos húmedos y fríos, cuando no directamente en chozas de barro, cerca de los nuevos establecimientos industríales. El capital, cada vez más poderoso, presionaba en forma creciente sobre los obreros, convirtiéndolos en indigentes forzados a dedicar todo su tiempo a la fábrica, empujando hacia ella a sus mujeres e hijos. He aquí, pues, dónde radica el primer cambio a que conduce el desarrollo del capitalismo: mientras en manos de un pequeño puñado de capitalistas se acumulan inmensas riquezas, la masa del pueblo se trasforma en indigente.

El segundo cambio consiste en que la sustitución de la pequeña por la gran producción condujo a muchas mejoras en la misma. Ante todo, en lugar del trabajo individual y aislado en un pequeño taller, de cada pequeño patrono por separado, apareció el trabajo en común de obreros reunidos en una sola fábrica, para un solo terrateniente, para un solo contratista. El trabajo en común es mucho más fecundo (más productivo) que el individual y permite producir mercancías con mayor facilidad y rapidez. Pero de todas estas mejoras se beneficia sólo el capitalista, quien remunera a sus obreros con el mismo mísero salario, en tanto él se apropia gratuitamente de los beneficios que reporta el trabajo en común de los obreros. El capitalista se torna más fuerte y el obrero más débil, por cuanto se habitúa a realizar un solo tipo de tarea y le es más difícil pasar a otro trabajo, cambiar de ocupación.

Otra mejora muchísimo más importante para la producción son las máquinas que el capitalista introduce. El rendimiento del trabajo aumenta muchas veces gracias al empleo de las máquinas; pero el capitalista hace que esta ventaja se vuelva contra los obreros: aprovecha el hecho de que las máquinas requieren menor esfuerzo físico, y emplea para trabajar en ellas a mujeres y niños, a quienes paga un salario menor. Debido a que con las máquinas se necesitan muchos menos obreros, los despide en masa de la fábrica y aprovecha el desempleo para sojuzgar aun más al obrero, para prolongar la jornada de trabajo, para despojarlo del descanso nocturno y convertirlo en un simple apéndice de la máquina. La desocupación, obra de la máquina, y su constante aumento, conduce ahora al completo desamparo del obrero. Su oficio pierde valor y es fácilmente remplazado por el obrero no calificado, que se habitúa en seguida a la máquina y que acepta trabajar de buen grado por una remuneración menor. Cualquier tentativa de defenderse contra la creciente presión del capital lleva al despido. Solo, el obrero se ve por completo impotente frente al capital; la máquina amenaza con aplastarlo.

A. 3. Hemos señalado, en la explicación del punto precedente, que el obrero aislado se ve impotente e indefenso ante el capitalista que introduce la maquinaria. Se encuentra obligado, pues, a buscar, a toda costa, los medios para ofrecer resistencia al capitalista, para defenderse. Y tal medio lo halla en la unión. Impotente por separado, el obrero llega a ser una fuerza unido a sus compañeros, tiene la posibilidad de luchar contra el capitalista y oponerle resistencia.

La unión se convierte en una necesidad para el obrero, que enfrenta ya al gran capital. ¿Pero es posible unir a esta masa heterogénea del nueblo, extraña entre sí, aunmie trabaje en una misma fábrica? El programa señala las condiciones que preparan a los obreros para unirse v desarrollan en ellos la capacidad v la habilidad rmra hacerlo. Esas condiciones son las siguientes: 1) la gran fábrica con producción mecanizada, que requiere trabaio permanente durante todo el año, provoca la total runtura del vínculo del obrero con la tierra y con la hacienda individual, y lo trasforma por comnleto en proletario. La hacienda individual en una oarcela de tierra mantenía desunidos a los obreros, hacía nue cada uno de ellos tuviese intereses particulares, diferentes de los del compañero, obstaculizando así su unificación. La separación del obrero de la tierra elimina estas trabas. 2) Luego, de ñor sí. el trabaio conjunto de centenares, de millares de obreros, los habitúa a deliberar sobre sus necesidades, a actuar en común, y les muestra con claridad la simiütnd de situación v de intereses de toda la masa de obreros 3) Por i'iltimo, los constantes traslados de los obreros de una fábrica a otra los acostumbran a confrontar las condiciones y costumbres en las diversas fábricas, a compararlas y convencerse de que la explotación es igual en todas partes, a recoger la experiencia de otros obreros en sus conflictos con los capitalistas, fortaleciendo así su cohesión y solidaridad. Todas estas condiciones, en su conjunto, han hecho que la aparición de las grandes fábricas diera origen a la unión de los obreros. Entre los obreros rusos, las huelgas son la expresión más frecuente y más poderosa de esta unión (más adelante señalaremos por qué nuestros obreros no pueden unirse para constituir sindicatos o mutualidades). Cuanto más poderoso es el desarrollo de las grandes fábricas, tanto más frecuentes, fuertes y tenaces se tornan las huelgas obreras, ya que cuanto más fuerte es el yugo del capitalismo, tanto más necesaria se hace la resistencia mancomunada de los obreros. Las huelgas y levantamientos aislados de éstos, tal como lo dice el programa, constituyen en la actualidad el fenómeno más extendido en las fábricas rusas. Pero, a medida que crece el capitalismo y las huelgas se hacen más frecuentes, éstas revelan su insuficiencia. Los fabricantes adoptan contra ellas medidas en común: conciertan alianzas entre sí, traen obreros de otros lugares, buscan el apoyo del poder de Estado, que los ayuda a aplastar la resistencia de los obreros. Ya no se alza ante ellos el dueño de cada fábrica aislada, sino toda la clase de los capitalistas y el gobierno con cuya ayuda cuentan. Toda la clase de los capitalistas entra en la lucha contra toda la clase de los obreros, emprendiendo medidas comunes contra las huelgas, recabando del gobierno leyes contra los obreros, trasladando las fábricas a localidades más alejadas, recurriendo al trabajo a domicilio y a miles de otras trampas y artimañas de todo tipo contra los obreros. La unión de éstos en una fábrica, o inclusive en una rama determinada de la industria, se vuelve ya insuficiente para poder resistir a toda la clase de los capitalistas. Se torna absolutamente necesaria la acción conjunta de toda la clase de los obreros. De manera, pues que de los alzamientos aislados de los obreros surge la lucha de toda la clase obrera. La lucha de los obreros contra los fabricantes se trasforma en lucha de clases. A todos los fabricantes los une un solo fin: mantener sumisos a los obreros y pagarles el salario más bajo posible. Y advierten que no podrán defender su causa sin la acción mancomunada de toda la clase de los fabricantes, sin adquirir influencia sobre el poder de Estado. También los obreros están ligados por un interés común: no dejarse aplastar por el capital, defender su derecho a la vida y a una existencia digna. Y se van convenciendo, asimismo, de que también ellos necesitan la unión, la acción mancomunada de toda la clase, la clase obrera, y que para ello es menester lograr influencia en el poder del Estado.

A. 4. Hemos explicado de qué manera y por qué la lucha de los obreros de las fábricas contra los fabricantes se trasforma en lucha de clases, en la luchad de la clase obrera, de los proletarios contra la clase de los capitalistas, contra la burguesía. Pero se preguntará: ¿qué importancia tiene esta lucha para todo el pueblo y para todos los trabajadores? En las condiciones actuales, de las que hemos hablado ya en el punto primero, la producción por medio de obreros asalariados va desplazando cada vez más a la pequeña economía. El número de personas que vive del trabajo asalariado aumenta rápidamente; crece la cantidad de los obreros fabriles permanentes, y en medida mayor aun, el de los campesinos que también se ven precisados a ir en busca de trabajo asalariado para poder subsistir. En la actualidad, el trabajo asalariado, el trabajo para el capitalista, ha llegado a ser ya la forma más difundida de trabajo. El dominio del capital sobre el trabajo abarca a la masa de la población, no sólo en la industria sino también en la agricultura. Esta explotación del trabajo asalariado, sobre la cual descansa la sociedad contemporánea, es la que las grandes fábricas desarrollan hasta su grado máximo. Todos los métodos de explotación que todos los capitalistas emplean en todas las ramas de la industria, y de los que es víctima la masa íntegra de la población obrera de Rusia, se concentran, se acentúan, se convierten en regla permanente en la fábrica, se hacen extensivos a todos los aspectos del trabajo y de la vida del obrero, dan origen a un verdadero régimen, a un sistema que permite al capitalista exprimir al obrero. Lo aclararemos con un ejemplo: siempre y en todas partes cualquiera se emplea por un salario, goza de descanso, deja de trabajar en días feriados, si tales feriados son observados en la zona. Otra cosa completamente distinta sucede en la fábrica: al emplear a un obrero, la fábrica dispone ya de él según le convenga, sin prestar atención alguna a las costumbres del obrero, a su tren de vida, a su situación familiar ni a sus necesidades espirituales. Lo hace trabajar cuando lo necesita, obligándolo a ajustar toda su vida a las demandas de la fábrica, a cortar su descanso y, en el trabajo por turnos, a trabajar de noche y en los días feriados. La fábrica pone en práctica todos los abusos imaginables con respecto a la jornada de trabajo, al tiempo que fija sus propias "reglas", su propio "régimen", obligatorios para cada obrero. ¡El régimen fabril es ajustado expresamente de modo que permita exprimir del obrero la máxima cantidad de trabajo, exprimirlo con la mayor rapidez posible y después arrojarlo a la calle! Otro ejemplo. Todo el que entra a trabajar por un salario se compromete, claro está, a subordinarse al patrono y ejecutar todo lo que se le ordena. Pero al comprometerse a ejecutar una labor temporaria, el asalariado no renuncia en modo alguno a su voluntad; si considera que las exigencias del patrono son injustas o excesivas, lo abandona. La fábrica, en cambio, exige que el obrero renuncie por completo a su voluntad; establece una disciplina que lo obliga, a toque de campana, a comenzar y a terminar el trabajo; se arroga el derecho de sancionar por su propia cuenta al obrero y, por cualquier trasgresión de las reglamentaciones que ella misma ha establecido, le impone multas o descuentos. El obrero se convierte en parte de una inmensa máquina: debe ser tan obediente, sumiso, sin voluntad propia como la misma máquina.

Un tercer ejemplo: todo el que se emplea por un salario, con frecuencia se siente desconforme con el patrono, y eleva su queja contra él a los tribunales o a las autoridades. Éstos resuelven el pleito, por lo general, en favor del patrono, se ponen de su lado, pero esta connivencia con los intereses patronales no se basa en un reglamento o en leyes generales, sino en el mayor o menor servilismo de los diversos funcionarios, que deciden el pleito las más de las veces, injustamente, en beneficio del patrono, ya sea por amistad, ya sea por desconocer las condiciones de trabajo o por su incapacidad para comprender al obrero. Cada caso particular de injusticia depende del choque particular entre el obrero y su patrono, de cada funcionario individualmente. La fábrica, por su parte, congrega a una masa tal de obreros, lleva los abusos a tal extremo, que se hace imposible analizar cada caso en especial. Se establece un reglamento general, y la ley, obligatoria para todos, regula las relaciones entre obreros y fabricantes. Y en esta ley el favoritismo en beneficio del patrono es, en adelante, consagrado por el poder del Estado. En lugar de la injusticia de funcionarios aislados, es ya la injusticia de la propia ley. Aparecen, por ejemplo, reglamentos según los cuales el obrero, cuando falta al trabajo, no sólo pierde el jornal sino que además tiene que pagar una multa, mientras que el patrono, sin pagarle nada, deja al obrero sin trabajo; el patrono puede despedir al obrero por alguna actitud grosera de éste; el obrero, en cambio, no puede dejar el trabajo por el rflismo motivo; el patrono tiene el derecho de imponer a su antojo multas y descuentos o exigir trabajo suplementario, etc.

Todos estos ejemplos muestran de qué manera la fábrica acrecienta la explotación de los obreros, convirtiéndola en un fenómeno general, haciendo de ella todo un "régimen". El obrero, quiéralo o no, enfrenta entonces, no a un patrono aislado, sus arbitrariedades y abusos; enfrenta la arbitrariedad y la opresión de toda la clase patronal. Ve que su opresor ya no es tal o cual capitalista, sino toda la clase de los capitalistas, por cuanto en todos los establecimientos rige el mismo régimen de explotación; ni siquiera a un capitalista aislado le es posible desviarse de ese régimen: por ejemplo, si se le ocurriera reducir la jornada de trabajo, sus mercancías le costarían más que al fabricante vecino, que obliga al obrero a trabajar una jornada mayor por el mismo salario. Para lograr u,a mejoramiento de su situación, el obrero tropieza ya con toda una estructura social orientada hacia la explotación del trabajo por el capital. Ya no se trata para el obrero de la injusticia de un funcionario cualquiera, sino de la injusticia del propio poder estatal, que toma bajo su protección a toda la clase de los capitalistas y promulga leyes obligatorias para todos, en favor de dicha clase. De esta manera, la lucha de los obreros fabriles contra los fabricantes se trasforma inevitablemente en una lucha contra toda la clase de los capitalistas, contra todo el régimen social basado en la explotación del trabajo por el capital. Por ello adquiere significación social, se convierte en la lucha que se desarrolla en nombre de todos los trabajadores, contra todas las clases que viven del trabajo ajeno. Por eso, la lucha de los obreros inaugura una nueva época en la historia rusa y constituye la aurora de la liberación de los obreros.

¿Pero en qué se apoya el dominio de la clase de los capitalistas sobre todo el conjunto de la masa obrera? En que en manos de los capitalistas, como propiedad privada de éstos se encuentran todas la fábricas, talleres, yacimientos, máquinas e instrumentos de trabajo; en que en sus manos están las inmensas extensiones de tierra (de toda la tierra de la Rusia europea, más de un tercio pertenece a los terratenientes, cuyo número no alcanza al medio millón). Por carecer de instrumentos de trabajo y materiales propios, los obreros se ven obligados a vender su fuerza de trabajo a los capitalistas, quienes les pagan únicamente lo necesario para mantenerse, embolsándose todo el excedente que el trabajo produce; de esta manera pagan sólo una parte del tiempo invertido en el trabajo; y se apropian del resto. Todo el aumento de la riqueza que resulta del trabajo en común de la masa de obreros, o de las mejoras introducidas en la producción, va a parar a manos de la clase de los capitalistas, en tanto que los obreros, que penan generación tras generación, son siempre los mismos, proletarios desposeídos. Por eso hay sólo un medio para poner fin a la explotación del trabajo por el capital, a saber: liquidar la propiedad privada sobre los instrumentos de trabajo, poner todas las fábricas, talleres, minas, como así también todas las grandes haciendas, etc., en manos de toda la sociedad y organizar la producción socialista general, dirigida por los propios obreros. Los productos obtenidos por el trabajo común serán aprovechados entonces por los propios trabajadores, y lo que ellos produzcan como excedente de lo que requiere su mantenimiento servirá para satisfacer sus necesidades, para desarrollar plenamente todas sus aptitudes y darles igualdad de derechos en el usufructo de todas las conquistas de la ciencia y del arte. Por eso en el programa se señala también que sólo así podrá darse fin a la lucha de la clase obrera contra los capitalistas. Para ello es menester que el poder político, es decir, la dirección del Estado, pase, de manos de un gobierno que se halla bajo la influencia de los capitalistas y terratenientes, o integrado directamente por representantes de los capitalistas, a las de la clase obrera.

Tal es el objetivo final de la lucha de la clase obrera, tal es la condición para su completa liberación. Hacia este objetivo final deben tender los obreros concientes y unidos; pero aquí, en Rusia, tropiezan aún con enormes obstáculos que traban la lucha por su emancipación.

A. 5. Los obreros de todos los países europeos están empeñados ya en esta lucha contra el dominio de la clase de los capitalistas, del mismo modo que los obreros de América y de Australia. La unión y cohesión de la clase obrera no se circunscribe a los límites de un solo país o de una sola nacionalidad; los partidos obreros de diversos países proclaman la plena identidad ( solidaridad) de intereses y objetivos de los obreros de todo el mundo. Se reúnen en congresos generales, plantean ante la clase de los capitalistas de todos los países sus reivindicaciones comunes, instituyen la jornada internacional de todo el proletariado unido que aspira a su liberación (el 1 de mayo), cohesionan a la clase obrera de todas las nacionalidades y países en un único y gran ejército obrero. Esta unión de los obreros de todos los países surge como una necesidad debido a que la clase de los capitalistas, que ejerce su poder sobre aquéllos, no limita ese dominio a los marcos de un solo país. Las relaciones comerciales entre los diversos Estados se tornan cada vez más estrechas y amplias; el capital pasa constantemente de un país a otro. Los bancos, esos inmensos depósitos de capitales, reciben dinero de todas partes y lo distribuyen en préstamo entre los capitalistas; de nacionales se convierten en internacionales, agrupan a los capitales de todos los países y los distribuyen entre los capitalistas de Europa y de América. Se constituyen grandes compañías por acciones para establecer empresas capitalistas, ya no en un solo país, sino en varios a la vez; aparecen las sociedades internacionales de capitalistas. El dominio del capital es internacional. Por eso, también la lucha de los obreros de todos los países por su emancipación tendrá éxito sólo si es una lucha mancomunada de los obreros contra el capital internacional. Por esa misma causa el obrero ruso que lucha contra la clase de los capitalistas tiene un camarada, tanto en el obrero alemán como en el polaco o en el francés, del mismo modo que son sus enemigos los capitalistas, tanto rusos como polacos o franceses. Es por ello que en los últimos tiempos los capitalistas extranjeros, de muy buen grado, trasfieren sus capitales a Rusia; construyen aquí sucursales de sus fábricas y forman compañías para instalar nuevas empresas en el país. Se abalanzan con avidez sobre un joven país, cuyo gobierno es benévolo y complaciente con el capital como en ninguna otra parte; donde encuentran obreros menos unidos, menos capacitados para ofrecerles resistencia que en Occidente; donde el nivel de vida de éstos, y por lo tanto sus salarios, son mucho más bajos, de modo que los capitalistas extranjeros pueden obtener beneficios inmensos, sin precedentes en sus países. El capital internacional ha extendido ya sus garras sobre Rusia. Los obreros rusos tienden su mano al movimiento obrero internacional.

A. 6. Ya hemos explicado cómo las grandes fábricas agudizan a un grado extremo la opresión del capital sobre el trabajo, cómo crean todo un sistema de métodos de explotación; cómo los obreros, al levantarse contra el capital, llegan inevitablemente a comprender la necesidad de unirse, de la lucha en común de toda la clase obrera. En esta lucha contra la clase de los capitalistas, se enfrentan con las leyes generales del Estado, que amparan a los capitalistas y protegen sus intereses.

Pero si los obreros uniéndose son suficientemente fuertes como para arrancar concesiones a los capitalistas, para ofrecerles resistencia, podrían igualmente, gracias a su unión, presionar sobre las leyes y el Estado y obtener su modificación. Así proceden, en efecto, los de los demás países, pero los obreros rusos no pueden influir directamente sobre el Estado. En Rusia se hallan en condiciones tales, que carecen de los derechos civiles más elementales. No se les permite reunirse, ni discutir en común sus propios problemas, ni organizar sindicatos, ni hacer públicas sus peticiones. En otras palabras, las leyes del Estado, además de favorecer a la clase de los capitalistas, privan a los obreros de toda posibilidad de influir sobre ellas y lograr su modificación. Esto pusa. porque en Rusia (entre todos los Estados europeos, sólo en Rusia) se conserva basta boy el poder ilimitado del gobierno autocrático, o sea, un régimen de Estado en el que las leyes, obligatorias para todos, son promulgadas por el zar según su propio criterio y ejecutadas por los funcionarios que él mismo designa. Los ciudadanos están privados de toda participación en la promulgación de las leyes, en su difusión, en la proposición de otras nuevas; tampoco pueden reclamar la derogación de las viejas. Se hallan privados del derecho de exigir responsabilidad a los funcionarios, de verificar los actos de éstos y de acusarlos ante la justicia. Cirecen inclusive del derecho a discutir los asuntos de Estado: ni les está permitido organizar asambleas ni asociaciones sin el permiso de esos mismos funcionarios. De tal manera, éstos se encuentran exentos de toda responsabilidad, en el cabal sentido de esta palabra: constituyen una especie de casta colocada por encima de los ciudadanos. La falta de responsabilidad y la arbitrariedad de los funcionarios, así como la absoluta imposibilidad para la población de hacer oír su voz, dan lugar a tan inauditos abusos de poder por parte de los funcionarios, a tales trasgresiones de los derechos de la gente sencilla, que resultan inimaginables en cualquier otro país europeo.

Así, pues, según la ley, las atribuciones del gobierno ruso son completamente ilimitadas; se considera independiente en absoluto con respecto al pueblo y por encima de todos los estamentos y clases. Pero si en realidad esto fuera así, ¿por qué tanto la ley como el gobierno, en todos los conflictos entre los obreros y los capitalistas, se coloca de parte de estos últimos? ¿Por qué los capitalistas tienen mayor apoyo a medida que aumentan su número y su riqueza, mientras que los obreros encuentran cada vez más oposición y más restricciones?

En realidad, el gobierno no está por encima de las clases, torna bajo su protección a una clase en detrimento de la otra, a la clase de los poseedores contra la de los desposeídos, de los capitalistas contra los obreros. Un gobierno absoluto no podría dirigir un Estado tan inmenso, si no concediera toda clase de prerrogativas y privilegios a las clases poseedoras.

Aun cuando, según la ley, el gobierno es un poder absoluto e independiente, en los hechos los capitalistas y terratenientes cuentan con miles de métodos para influir sobre él y sobre los asuntos de Estado. Tienen, reconocidas por la ley, sus propias instituciones estamentales, sociedades de nobles y de comerciantes, cámaras de comercio y de la manufactura, etc. Sus representantes llegan directamente a ser funcionarios y participan en la dirección del Estado (los mariscales de la nobleza, por ejemplo), o bien son invitados a participar como miembros de todas las instituciones oficiales: por ejemplo, de acuerdo con la ley, los fabricantes participan en los tribunales de trabajo (bajo cuya dirección se encuentra la Inspección del trabajo), y designan allí a sus representantes. Pero no se limitan a la participación directa en la conducción del Estado. En sus asociaciones discuten las leyes del Estado, elaboran proyectos, y, por cualquier motivo, el gobierno Acostumbra a solicitarles su opinión, les envía proyectos pidiéndoles las correspondientes observaciones.

Los capitalistas y terratenientes organizan congresos nacionales, en los cuales debaten sus asuntos, para lograr diversas medidas en favor de su clase; actúan en nombre de todos los terratenientesnobles, de "los comerciantes de toda Rusia" en procura de la promulgación de nuevas leves y de la modificación de Ins antiguas. Pueden discutir sus problemas en los periódicos, pues el gobierno, si bien limita la prensa por medio de la censura, no se atreve a pensar en despojar a las clases poseedoras del derecho de discutir sus asuntos. Disponen de todos los conductos para llegar a las instancias superiores del poder estatal y les resulta más fácil discutir los casos de arbitrariedad de funcionarios inferiores, a la vez que conseguir, sin mayores inconvenientes, la derogación de las leyes y reglamentaciones particularmente lesivas para sus intereses. Y así como no hay otro país en el mundo donde existan tantas leyes y reglamentaciones, y una tan inaudita tutela policíaca del gobierno, que prevé los menores detalles y quita vitalidad a cualquier obra, tampoco existe en el mundo un país donde con tanta facilidad se violen esas reglamentaciones burguesas, ni donde tan fácilmente se eludan esas leyes policiales con la sola benévola aprobación de las autoridades superiores. Y tal aprobación jamás es negada. [6]

B. 1. Este punto del programa es el más importante, el principal, pues muestra cuál debe ser la actividad del partido que defiende los intereses de la clase obrera y la de todos los obreros concientes. Señala cómo la aspiración al socialismo, la voluntad de eliminar la eterna explotación del hombre por el nombre, debe estar ligada al movimiento popular que engendran las condiciones de vida creadas por la aparición de las grandes fábricas.

Por su actividad, el partido debe contribuir a la lucha de clase de los obreros. La tarea del partido consiste, no en inventar procedimientos novedosos para ayudar a los obreros, sino en adherir a su movimiento y llevarle ideas esclarecedoras, en ayudar a los obreros en la lucha que han iniciado. El partido debe defender los intereses^ de los obreros, representar los de todo el movimiento obrero. ¿Cómo debe, pues, manifestarse la ayuda a los obreros en lucha?

El programa dice que esta ayuda debe consistir, en primer término, en desarrollar la conciencia de clase de los obreros. Ya hemos visto cómo la lucha de éstos contra los fabricantes se convierte en una lucha de clase del proletariado contra la burguesía.

De lo que hemos visto se desprende qué debe entenderse por conciencia de clase de los obreros. Esta conciencia de clase es la comprensión, por su parte, de que el único medio para mejorar su situación y lograr su liberación, es la lucha contra la clase de los capitalistas y fabricantes, clase que se origina con la aparición de las grandes fábricas. Luego, te er conciencia de clase significa comprender que los intereses de todos ellos, en un país determinado, son idénticos, solidarios; que todos ellos constituyen una sola clase, una clase aparte respecto de las demás de la sociedad. Conciencia de clase de los obreros quiere decir, por último, que éstos comprendan que para lograr sus objetivos les es indispensable influir en los asuntos de Estado, tal como lo han hecho y siguen haciéndolo los terratenientes y capitalistas.

¿Cómo llegan los obreros a la comprensión de todo esto? La adquieren constantemente a cada paso de la misma lucha que ya han iniciado contra los fabricantes y que se desarrolla cada vez más, se torna más áspera e incorpora a un número creciente de obreros, a medida que se desarrollan las grandes fábricas. Hubo un -tiempo en que la hostilidad de los obreros contra el capital se traducía solamente en un vago sentimiento de odio contra sus explotadores, en una noción confusa de la opresión de que eran objeto y de su esclavitud y en el deseo de vengarse de los capitalistas. La lucha se expresaba entonces en levantamientos aislados de los obreros, durante los cuales destruían los edificios, rompían las máquinas, apaleaban a los directores de las fábricas, etc. Esta fue la primera forma, la forma inicial del movimiento obrero, y fue necesaria por cuanto el odio al capitalista siempre y en todas partes, constituyó el primer impulso tendiente a despertar en los obreros la necesidad de defenderse. Pero el movimiento obrero ruso ha superado esta forma inicial. En lugar del odio confuso hacia el capitalista, los obreros han comenzado ya a comprender el antagonismo que existe entre la clase de los obreros y la de los capitalistas. En lugar del vago sentimiento de opresión han empezado ya a discernir sobre cómo y por qué medios, precisamente, los oprime el capital; y se alzan contra esta o aquella forma de sojuzgamiento, oponiendo una barrera a la presión del capital, defendiéndose de la codicia del capitalista. En lugar de la venganza contra los capitalistas, pasan ahora a la lucha por obtener concesiones: comienzan a plantear a la clase de los capitalistas una reivindicación tras otra y a reclamar para sí el mejoramiento de las condiciones de trabajo, el aumento de los salarios, la reducción de la jornada de trabajo. Cada huelga concentra toda la atención y todos los esfuerzos de los obreros, ya en una, ya en otra de las condiciones en que vive la clase obrera. Cada huelga suscita la discusión sobre esas condiciones, ayuda a los obreros a juzgarlas, a comprender cómo se traduce en esa oportunidad la presión del capital, cómo se puede luchar contra ella. Cada huelga enriquece con una nueva experiencia a toda la clase obrera. Si tiene éxito, sirve para mostrar la fuerza de la unión de los obreros y estimula a los demás a seguir el ejemplo de sus compañeros. Si fracasa, provoca la discusión de las causas de la derrota y la búsqueda de mejores métodos de lucha. Esta transición que se inicia ahora en toda Rusia, hacia la lucha indeclinable de los obreros por sus necesidades esenciales, hacia la lucha por arrancar concesiones, por obtener mejores condiciones de vida, de salario, y una reducción en la jornada de trabajo, marca el enorme paso adelante dado por los obreros rusos; y, por eso, a esta lucha y a cómo contribuir a la misma deben dedicar su atención principal el Partido Socialdemócrata y todos los obreros concientes. La ayuda a los obreros debe consistir en señalar las necesidades más apremiantes, por cuya satisfacción debe lucharse, analizar las causas que agravan la situación de tales o cuales obreros, explicar las leyes y reglamentaciones fabriles, cuya violación (y las tramoyas fraudulentas de los capitalistas) somete a los obreros tan a menudo, a un doble saqueo. Debe consistir en señalar con la mayor exactitud y precisión posibles las reivindicaciones de los obreros y hacerlas públicas, en escoger el mejor momento para resistir, elegir la mejor forma de lucha, estudiar la posición y las fuerzas de ambos bandos en lucha, analizar si no existe la posibilidad de una forma de lucha aun mejor (como ser, una carta al fabricante o una denuncia ante el inspector o el médico, según las circunstancias, si no conviene recurrir directamente a la huelga, etc.).

Hemos dicho que el paso de los obreros rusos a esta forma de lucha muestra que han dado un gran paso adelante. Esta lucha coloca (lleva) el movimiento obrero en el buen camino, y es garantía de futuros éxitos. En esta lucha, las masas obreras aprenden, en primer lugar, a reconocer y analizar, uno tras otro, los métodos de explotación capitalista, a comprenderlos, tanto en relación con la ley, como con sus propias condiciones de vida y con los intereses de la clase de los capitalistas. Al examinar las diversas formas y Casos de explotación, los obreros aprenden a entender el sentido y la esencia de la explotación en su conjunto, aprenden a entender el régimen social basado en la explotación del trabajo por el capital. En segundo lugar, en esta lucha, los obreros ponen a prueba sus fuerzas, aprenden a unirse, a entender la necesidad y el valor de dicha unión. La ampliación de la lucha y la frecuencia de los choques conducen inevitablemente a una extensión aun mayor de aquélla, al desarrollo del sentimiento de unidad, al espíritu de solidaridad, en primer término entre los obreros de una localidad determinada, después entre los .de todo el país, entre toda la clase obrera. En tercer lugar, esa lucha desarrolla la conciencia política de los obreros. La masa obrera se ve colocada, por sus propias condiciones de vida, en una situación tal, que (no puede) no tiene tiempo ni posibilidad para meditar acerca de cualquier clase de problemas de orden nacional. Pero la lucha de los obreros contra los fabricantes por sus necesidades cotidianas hace, por sí sola y en forma inevitable, que tropiecen con problemas nacionales y políticos, con problemas relativos a la forma en que se gobierna el Estado ruso, cómo se promulgan las leyes y reglamentaciones, y a qué intereses sirven. Cada conflicto en una fábrica lleva necesariamente a los obreros a enfrentarse con las leyes y con los representantes del poder estatal. Escuchan entonces por primera vez "discursos políticos". Para empezar, los obreros comprenden, aunque sólo sea por las explicaciones de los propios inspectores del trabajo, que la artimaña mediante la cual el patrono los oprime está basada en el exacto cumplimiento de las disposiciones aprobadas por las autoridades correspondientes, que conceden al fabricante libertad para explotar a los obreros a su arbitrio; o que la expoliación a que aquél los somete es perfectamente legal, y que, por lo tanto, no hace más que ejercer un derecho establecido en tal o cual ley sancionada y protegida por el poder estatal. A las explicaciones políticas de los señores inspectores se agregan, a veces, "explicaciones políticas" [7] [107o* , aun más útiles, del señor ministro quien recuerda a los obreros que deben sustentar sentimientos de "amor cristiano" para con los fabricantes, por los millones que éstos ganan a expensas del trabajo de los obreros. Después, a estas explicaciones de los representantes del poder estatal y a la forma directa en que los obreros conocen en beneficio de quiénes actúa este poder, se agregan aun los volantes u otra clase de explicaciones de los socialistas, de suerte que durante una huelga de este tipo, reciben una educación política completa. Aprenden a entender, no sólo cuáles son los intereses particulares de la clase obrera, sino también el lugar particular que ésta ocupa dentro del Estado. He aquí, pues, en qué debe consistir la ayuda que oí Partido Socialdemócrata puede prestar a la lucha de clase de los obreros: en desarrollar su conciencia de clase contribuyendo a la lucha que realizan por sus necesidades esenciales.

La segunda forma de ayuda debe consistir, como lo dice el programa, en contribuir a la organización de los obreros. La lucha que acabamos de describir exige que estén organizados. Esto es necesario tanto para una huelga, a fin de conducirla con mayor éxito, como para la recaudación de fondos en favor de los huelguistas, para la organización de cajas mutuales y para la propaganda entre los obreros; para la difusión entre los mismos de volantes, comunicados, llamamientos, etc. La organización es más necesaria aun para defenderse contra las persecuciones de la policía y de la gendarmería, para proteger de éstas todos los vínculos y contactos entre los obreros, para proporcionarles libros, folletos, periódicos, etc. La ayuda en todos estos aspectos: tal es la segunda tarea del partido.

La tercera consiste en señalar el verdadero objetivo de la lucha, o sea, esclarecer a los obreros en qué consiste la explotación del trabajo por el capital, sobre qué se mantiene, de qué modo la propiedad privada sobre la tierra y los instrumentos de trabajo cordena a las masas obreras a la miseria, las obliga a vender su trabajo a los capitalistas y a entregarles gratuitamente todo el excedente creado por su trabajo después de producir lo necesario para subsistir; en explicar, luego, cómo esta explotación conduce inevitablemente a la lucha de clase de los obreros contra los capitalistas, cuáles son las condiciones de dicha lucha y su objetivo final: en una palabra, en explicar todo lo que, en forma concisa, se señala en el programa.

B. 2. ¿Qué quiere decir que la lucha de la clase obrera es una lucha política? Quiere decir que la clase obrera no puede luchar por su emancipación sin tratar de influir en los asuntos de Estado, en la dirección del Estado y en la promulgación de las leyes. Hace tiempo que los capitalistas rusos hin comprendido la necesidad de esta influencia, y ya hemos mostrado de qué modo, pese a todas las prohibiciones de las leyes policíacas, supieron encontrar mil maneras para influir sobre el poder estatal, y cómo este poder sirve a los intereses de la clase de los capitalistas. De ello se desprende que si la clase obrera no ejerce influencia sobre el poder estatal, tampoco es posible su lucha, tampoco es posible para ella lograr siquiera un mejoramiento estable de su situación.

Ya hemos dicho que la lucha de los obreros contra los capitalistas los conduce inevitablemente a chocar con el gobierno, y éste hace todo lo posible para demostrarles que sólo mediante la lucha y la resistencia unida pueden ejercer influencia sobre el poder del Estado. Esto lo demuestran con particular evidencia las grandes huelgas que tuvieron lugar en Rusia durante los años 1885 y 1886. El gobierno comenzó en el acto a preocuparse por las reglamentaciones relativas a los obreros y sin tardanza promulgó nuevas leyes referentes al régimen fabril, cediendo ante el perentorio reclamo de los obreros (por ejemplo, las reglamentaciones para restringir la imposición de multas y para establecer escalas de salarios correctas) [8] ; del mismo modo, las huelgas actuales (1896) provocaron la inmediata intervención del gobierno, el cual comprendió ya que no le es posible limitarse a detenciones y deportaciones, que es absurdo obsequiar a los obreros ridículos sermones acerca de los nobles sentimientos de los fabricantes (véase la circular del ministro de Finanzas Witte, dirigida a los inspectores de fábricas. Primavera de 1896 [9]. El gobierno se ha dado cuenta de que "los obreros unidos representan una fuerza con la cual habrá que contar", y ya inició la revisión de las leyes fabriles, al tiempo que convoca en San Petersburgo un congreso de jefes de inspectores del trabajo para discutir el problema de la reducción de la jornada de trabajo y otras inevitables concesiones a los obreros.

Vemos, así, que la lucha de la clase obrera contra la de los capitalistas tiene eme ser, necesariamente, política. Esta lucha ejerce ya, en efecto, influencia sobre el poder estatal y adquiere importancia política. Pero cuanto más se desarrolla el movimiento obrero, tanto más clara y acentuadamente aparece y se deja sentir la completa falta de derechos políticos de los obreros, hecho del que hemos hablado antes; la completa imposibilidad de éstos de influir de modo abierto y directo sobre el poder de Estado. Por eso, la reivindicación más urgente de los obreros, y el primer objetivo para que la clase obrera ejerza influencia sobre el poder estatal debe ser la conquista de la libertad política, o sea, la participación, directa y asegurada por las leyes (por la Constitución), de todos los ciudadanos en la dirección del Estado, el derecho de todos los ciudadanos a reunirse libremente, discutir sus problemas y ejercer influencia en los asuntos de Estado por medio de asociaciones y de la prensa. La conquista de la libertad política se convierte en "una cuestión esencial para los obreros", porque sin ella no tienen ni pueden tener influencia alguna sobre los asuntos de Estado, porque sin ella nunca dejarán de ser una clase privada de derechos, humillada y sin voz. ¡Y si ya ahora, cuando la lucha de los obreros y su unificación apenas han comenzado, el gobierno se apresura a hacer concesiones a fin de paralizar el desarrollo del movimiento, no cabe duda de que cuando se unan y se cohesionen baja la dirección de un partido político sabrán obligar al gobierno a ceder, sabrán conquistar la libertad política para sí y para todo el pueblo ruso!

En las partes precedentes del programa ya se ha señalado el lugar que ocupa la clase obrera dentro de la sociedad y del Estado contemporáneos, el objetivo de su lucha y la tarea del partido que representa los intereses de los obreros. Con el poder absolutista del gobierno en Rusia no existe, ni puede existir legalmente, partido político alguno, pero sí corrientes políticas que traducen los intereses de las demás clases y que ejercen influencia sobre la opinión pública y sobre el gobierno. Por ello, para esclarecer la posición del Partido Socialdemócrata es menester ahora señalar su actitud frente a las restantes corrientes políticas de la sociedad rusa, a fin de que los obreros determinen quiénes pueden ser sus aliados, hasta qué límites, y quiénes son sus enemigos. Esto es lo que se indica en los dos puntos siguientes del programa.

B. 3. El programa declara que son aliados de los obreros en primer término, todos los sectores sociales que se manifiestan contra el poder absolutista del gobierno autocrático. Dado que este poder ilimitado constituye la traba principal en la lucha de los obreros por su liberación, se deduce que el interés inmediato de éstos requiere que presten apoyo a todo movimiento social enderezado contra el absolutismo (absoluto quiere decir ilimitado; absolutismo, poder estatal ilimitado). Cuanto más se desarrolla el capitalismo, tanto más profundas se tornan las contradicciones entre este gobierno burocrático y los intereses de las propias clases poseedoras, los de la burguesía. Y el Partido Socialdemócrata declara que apoyará a todos los sectores y capas de la burguesía que se manifiesten contra el gobierno absolutista.

Para los obreros es infinitamente más ventajosa la influencia directa de la burguesía en la conducción de los asuntos del Estado, que la que ejerce en la actualidad por intermedio de la cohorte de funcionarios venales y arbitrarios. Para los obreros es mucho más ventajosa la influencia abierta de la burguesía en la política que la actual influencia que se oculta tras un gobierno aparentemente omnipotente e "independiente", que obra por "voluntad divina" y otorga "sus favores" a los sufridos y laboriosos terratenientes, y a los infortunados y oprimidos fabricantes. Los obreros necesitan la lucha abierta contra la clase de los capitalistas para que todo el proletariado ruso pueda ver por cuáles intereses combaten los obreros y aprendan cómo hay que luchar para que las maquinaciones y los designios de la burguesía no queden ocultos en las antecámaras de los príncipes, en las salas de espera de los senadores y ministros o tras las puertas inaccesibles de los ministerios, y queden al descubierto a fin de que todos vean claramente quiénes son, en realidad, los que inspiran la política gubernamental y hacia qué tienden los capitalistas y los terratenientes. Por eso, [fuera todo lo que disimule la influencia actual de la clase de los capitalistas! Por eso, ¡apoyo a todos los representantes de la burguesía, sean quienes fueren, que se manifiestan contra la burocracia, contra el gobierno burocrático, contra el gobierno absolutista! Pero al proclamar su apoyo a todo movimiento social dirigido contra el absolutismo, el Partido Socialdemócrata declara que no se aparta del movimiento obrero, por cuanto la clase obrera tiene sus intereses especiales, opuestos a los de todas las demás clases. Al prestar apoyo a todos los representantes de la burguesía en la lucha por la libertad política, los obreros deben recordar que las clases poseedoras pueden ser sólo temporalmente sus aliados, que los intereses de los obreros y los de los capitalistas son inconciliables, que los obreros necesitan la eliminación del poder absolutista sólo para dar a la lucha que desarrollan contra la clase de los capitalistas un carácter abierto y amplio.

El Partido Socialdemócrata declara además, que prestará apoyo a todos los que se levanten contra la clase de los privilegiados aristócratas terratenientes. En Rusia el estamento de los aristócratas terratenientes está en primer plano dentro del Estado. Los resabios de su poder feudal sobre los campesinos siguen oprimiendo aun hoy a la masa del pueblo. Los campesinos continúan pagando rescate por su emancipación del poder de los terratenientes. Siguen estando sujetos a la tierra, para que los señores terratenientes no sufran debido a la escasez de obreros agrícolas baratos y sumisos. Los campesinos, hasta hoy día sin derechos, como si fueran incapaces o menores de edad, son entregados a la arbitrariedad de los funcionarios que no cuidan más que de sus bolsillos, que se inmiscuyen en la vida de los campesinos para que éstos paguen "puntualmente" el rescate o el tributo a los señores terratenientes feudales, no se atrevan a "eludir" la obligación de trabajar para ellos, no osen, por ejemplo, trasladarse a otros lugares y de ese modo obligar, tal vez, a los ten- atenientes a buscar obreros en otra parte, no tan baratos ni tan agobiados por la necesidad. Por la proeza de someter a millones, a decenas de millones de campesinos a su servicio, manteniendo su falta de derechos, los señores terratenientes se ven favorecidos por grandes privilegios que les otorga el Estado. Ocupan, principalmente, los altos cargos del Estado (pues, inclusive de acuerdo con la ley, el estamento de la nobleza goza del más alto derecho a los cargos públicos); los aristócratas terratenientes son los que están más cerca de la Corte, y en forma más directa y más fácil inclinan a su favor la política del gobierno. Se aprovechan de esa proximidad para saquear el tesoro público y recibir, gracias a los dineros del pueblo, prebendas y regalías por muchos millones de rublos, ora en forma de grandes haciendas, que se les entrega por servicios prestados, ora en forma de "concesiones" [10]. ●

 

 

 

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[1] Proyecto y explicación del programa del Partido Socialdemócrata: fue escrito por Lenin en la cárcel de Petersburgo: el Proyecto, después del 9 (21) de diciembre de 1895, y la Explicación, en junio-julio de 1896. Según las memorias de N. Krúpskaia y de A. Uliánova-Elizárova el texto había sido escrito con leche entrelineas en algún libro. Por consiguiente, primero fue descifrado y luego copiado.

En el archivo del Instituto de Marxismo-leninismo adjunto al CC del PCUS se guardan tres copias del Proyecto de programa. La primera encontrada en el archivo personal de Lenin del periodo 1900-1904, está escrita por mano desconocida con tinta simpática, entre las líneas del artículo de S. Chugnnov, tituladq "La vértebra cervical y la teoría de la evolución", en la revista Naúchnoie Obozrenie, núm. 5 del año 1900. Esta copia no lleva título. Sus páginas están numeradas con lápiz, con letra de Lenin, y guardadas en un sobre que tiene la siguiente inscripción Viejo (1895) proyecto de programa.

La segunda copia, encontrada igualmente en el archivo personal de Lenin de ese mismo período, está escrita a máquina en fino papel de seda, y lleva el encabezamiento: Viejo (1895) proyecto de programa del Partido socialdemócrata.

La tercera fue hallada en el archivo de Ginebra del POSDR; es una copia hectográfica de 39 páginas. 85.

[2] Naúchnoie Obozrenie "(Revista científica"): se publicó en S. Petersburgo desde 1894 hasta 1903, primero semanalmente y luego en forma mensual. No tenía tendencia definida, pero, "para estar a la moda" (expresión de Lenin), publicaba artículos de marxistas. Aparecieron en ella varias cartas y artículos de Marx y Engels, y tres de Lenin: "Observación sobre el problema de la teoría de los mercados" (véase V. I. Lenin, ob. cit., t. IV), "Algo más sobre el problema de la teoría de la realización" (Id., ibíd., t. IV) y "Una crítica no crítica" (id., ibíd., t. III). 85.

[3] Zemski Sobar: Asamblea de representantes de los estamentos campesinos. Tuvo su origen en los siglos xvi y xvn; era convocada generalmente por el zar para considerar problemas de Estado, y fue abolida por Pedro I. Por extensión se aplica ese nombre a la asamblea de campesinos. (Ed.)

[4] Pagos de rescate: fueron establecidos por el "Decreto" que fijaba ese gravamen a los "campesinos ^ue eran liberados de la servidumbre..." y que fue ratificado el 19 dt lebrero de 1861. El gobierno zarista obligaba a los campesinos a pagar a los terratenientes por las parcelas de tierra que les entregaba, u.i precio varias veces mayor que su valor real. Al firmar el contrato de rescate el gobierno abonó a los terratenientes la suma total del valor de las tierras, imputándola a los campesinos, que tenían que amortizarla en el término de 49 años en cuotas anuales onerosas y que, por esta razóa, provocaban la depauperación y la ruina en masa de los campesinos. Solamente los campesinos que fueron liberados de la servidumbre pagaron al gobierno la suma de 2.000 millones de rublos por tierras cuyo valor real no pasaba de 544 millones, y como no todos los pagos se hacían a partir de la misma fecha, ya que algunos sólo comenzaron a ser amortizados en 1883, la amortización terminaría sólo eri 1932. Durante la primera revolución de 1905-1907 el movimiento campesino obligó al gobierno a derogar la ley, que fue anulada en' 1907. 90.

[5] Caución solidaria. Responsabilidad colectiva obligatoria de los campesinos de cada comunidad rural por el cumplimiento oportuno y total de los pagos en dinero, y por toda clase de servicios en beneficio del Estado y de los terratenientes (impuestos, pagos de rescate, conscripción, etc.). Esta forma de sujeción de los campesinos, que se conservó inclusive después de la abolición del régimen feudal en Rusia, fue suprimida sólo en 1906. 90.

[6] Es evidente que el copista no pudo descifrar en el odgirial las palabras que siguen. En el texto hectografiado se lee aquí la advertencia "[omisión I]", y después continúa el fragmento siguiente: "el dominio de los funcionarios irrespons., más que cualquier intervención de la sociedad en los asuntos gubernam., es el que brinda más posibilidades "[omisión II]". (Ed.)

[7] Lenin se refiere a la circular enviada por el ministro de Finanzas, S. Witte, a los inspectores de fábrica, con motivo de las huelgas del verano y el otoño de 1895. Véase el comentario sobre el particular en la pág. 114 del presente tomo. (Ed.)

[8] Véase el presente tomo, págs. 29-34. (Ed.)

[9] Ídem, pág. 114. (Ed.)

[10] Aquí se interrumpe el texto hectografiado que se conserva en el Instituto de Marxismo Leninismo, adjunto al CC del PCUS. (Ed.)