Por el apoyo a la revolución rusa

Karl Liebknecht

 


Escrito: 1 de noviembre de 1905.
Primera vez publicado:  En Die Neue Zeit, 24º año, 1er. Volumen, nº 6 - 1905 - 1906
Versión al castellano: Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones "Leon Trotsky", Buenos Aires - Argentina, en base a la versión publicada en Les Cahiers du C.E.R.M.T.R.I. N° 115, diciembre de 2004-enero de 2005, París, Francia, pág. 36, quien lo tomó de Militarisme, guerre, revolutión, F. Maspéro editor, 1970
Versión digital: Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones "Leon Trotsky", Buenos Aires - Argentina, 2006.
Esta edición: Marxists Internet Archive, agosto 2006.


Fragmento de Discurso al Congreso Socialdemócrata de Mannheim, 1906:

[...] En su informe, Bebel declaró: "Hay situaciones en la vida de los partidos como en la de los pueblos en donde les es necesario alentar el combate enérgicamente, incluso a riesgo de una derrota". ¿Cuál es ahora nuestra actitud con respecto a la revolución rusa, en un momento en que la contrarrevolución se libra a orgías de crueldad y de bajeza tales como la historia nunca ha conocido? La sangre que derraman nuestros hermanos allá, es por nosotros, por todo el proletariado del mundo entero (¡Bravo!), y todo lo que hemos hecho hasta ahora por ellos no es más que una limosna por los sacrificios que consintieron para nosotros en el Este. A pesar de todo lo que hemos hecho hasta aquí, tenemos una deuda enorme con nuestros hermanos y hermanas rusos. No cabe ninguna duda que a nosotros también, socialdemócratas alemanes, debe aplicarse la palabra: "Más vale ser colgados por los verdugos del zarismo y sus auxiliares que ser los auxiliares de los verdugos del zarismo" (¡Bravo!). Sobre esto no debe quedar ninguna duda, ni en Alemania ni en Rusia. Es esto lo que dirá Bebel también, cuyas declaraciones ayer eran más el efecto de la edad ya que no vienen de su corazón siempre joven, es lo que gritará con una claridad inequívoca a quienes deben escucharlo. No es solamente el gobierno alemán y el gobierno ruso, sino el conjunto del movimiento de liberación rusa quienes tienen la vista fija en la actitud del proletariado alemán en esta cuestión (Interrupciones). Bebel ha hablado ayer de la posibilidad de una intervención. Las declaraciones contra las que me levanto tratan precisamente de esta posibilidad, de cuya extrema improbabilidad no cabe ninguna duda, por otra parte. Por eso debemos destacar unánimemente que ningún sacrificio nos parecerá demasiado pesado a favor de nuestros amigos rusos. Si se quiere tratar de hacer del pueblo alemán el verdugo de la libertad rusa, lo que equivaldría a una autorreprobación, a una autodestrucción cultural del pueblo alemán, esto sería simplemente el fin de todo, y se daría una de esas situaciones de las que Bebel hablaba ayer en la frase citada más arriba. No se dirá que el movimiento de liberación rusa será aplastado por el pueblo alemán, que posee la más grande y la más fuerte organización del proletariado internacional. Debemos preservarnos de este pecado mortal. Seríamos pobres tipos, dignos de irnos al diablo, si no tratáramos de que toda tentativa en Alemania de golpear en el lomo a la revolución rusa termine en una derrota completa de la reacción germano-prusiana. (Grandes aplausos).