Liu Shaoqi

 

¿Cómo tratar correctamente las contradicciones en el seno del pueblo?
 

 


Redactado:  Discurso pronunciado en una reunión de cuadros militantes del Partido Comunista de China celebrada por el Comité Municipal del partido en Shanghái el 27 de abril de 1957.
Fuente de la traducción al castellano: Obras escogidas de Liu Shaoqi. Tomo II. Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing, 1991. 
Transcripción/HTML: Juan Fajardo, febrero 2024.
Esta Edición digital: Sección en Español del Marxists Internet Archive, febrero 2024.


 

 

 

Recientemente, en un recorrida que hice por ciertos lugares de las provincias de Hebei, Henan, Hubei, Hunan y Guangdong, hablé con los camaradas dirigentes de estas cinco provincias a propósito de algunos problemas y sostuve coloquios con cierto número de representantes de obreros y estudiantes, así como con algunas personalidades democráticas. El problema que enfrentamos hoy es el de cómo tratar correctamente las contradicciones en el seno del pueblo, problema sobre el cual ya hizo un informe"[2] el camarada Mao Zedong y que ustedes. por su parte, están en vías de discutir. A continuación, quisiera referirme a ciertos problemas que he encontrado o que me ban planteado nuestros camaradas.

 

I

Muchos camaradas discuten sobre este particular: ¿Cual es, en fin de cuentas. la actual contradicción principal en el interior del país: la que existe entre nosotros y el enemigo o la que existe en el seno del pueblo?

¿Es cierto que la principal contradicción dentro del país es la que existe entre nosotros y el enemigo? No, no es correcta semejante afirmación. En todo el país, excepto en Taiwán, la clase terrateniente fue aniquilada hace tiempo, lo fue también la burguesía burocrática, y en lo fundamental han sido eliminados los contrarrevolucionarios, quedando de todos ellos un reducido número, unos pocos remanentes, razón por la cual ahora no se puede considerar que la contradicción entre nosotros y el enemigo siga siendo la principal dentro del país. Todavía subsiste, desde luego, un minúsculo número de contrarrevolucionarios, y ante ellos hay que agudizar la vigilancia, pues aún pueden armar alborotos y perpetrar actividades de sabotaje; en el campo, aún existen remanentes de la clase terrateniente, entre los cuales no faltarán quienes sigan realizando labor de zapa, de ahí que sea un error pasar por alto este hecho, aflojar la vigilancia o actuar con descuido y negligencia ante estos elementos. Pero. han sido liquidados como clase o lo han sido en lo fundamental. Lo que es más, a través de la transformación socialista, también ha sido liquidada en lo fundamental la burguesía como clase, aunque un pequeño número de gente de dicha clase aún no se resigna a ello. Así, pues, consideramos que la principal lucha de clases dentro del país ya ha tocado a su fin, o sea, ha sido solucionada en lo fundamental.

Antes de la fundación de la República Popular China, la contradicción entre el pueblo chino, por una parte, y el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, por la otra, era la contradicción principal en el país. Después de la fundación de la República Popular, en particular después de la Reforma Agraria, se opera un cambio a propósito de la contradicción principal, ya que fueron expulsados los imperialistas, fue aniquilada a través de la Reforma Agraria la clase terrateniente y también fue eliminada la burguesía burocrática. De ahí que la contradicción entre el proletariado y la burguesía pasara a ser la contradicción principal en el país. Tras la transformación de las empresas privadas en mixtas de propiedad estatal-privada, también se solucionó en lo fundamental la contradicción entre el proletariado y la burguesía. Este hecho ya fue abordado en el VIII Congreso Nacional del Partido. Ahora bien, solucionadas en lo fundamental estas contradicciones, ¿cuál es la contradicción principal ahora? Es comprensible que se plantee este problema. Hay que afirmar que actualmente la contradicción en el seno del pueblo se ha erigido en la contradicción principal.

Algunos dicen que la contradicción principal en nuestro país es la que existe entre la ideología proletaria y las ideas no proletarias. Pero, ¿qué es la ideología proletaria y dónde anidan las ideas no proletarias? Quizá haya quienes crean que los dirigentes somos los exponentes de la ideología proletaria y que es entre las masas donde anidan las ideas no proletarias. Si así lo creen, estimo que están equivocados. La contradicción entre la ideología proletaria y las ideas no proletarias se deja sentir sobre todo en el seno de nuestro Partido, donde pululan efectivamente muchos problemas. ¿Acaso son propios de la ideología proletaria el subjetivismo, el burocratismo y el sectarismo? ¿Acaso también lo es la pelea por la fama y el provecho personales? ¿Qué tiene que ver con la ideología proletaria eso de quedarse tendido en la cama rehusando todo trabajo incluso después de haber obtenido dos escalones de ascenso en la recategorización de los cuadros? Por lo tanto, si se afirma que la contradicción entre la ideología proletaria y las ideas no proletarias constituye un problema muy agudo en la actualidad y que todos debemos estudiar y solucionar, es menester comenzar por solucionarlo en el seno del Partido, ante todo entre los cuadros militantes. Debemos tratar, entre estos últimos, de ir quitando terreno, hasta donde sea posible, al subjetivismo, al burocratismo, al sectarismo, al seccionalismo y al individualismo. Así, pues, en las actuales circunstancias que prevalecen en el país, es decir, cuando ya ha sido expulsado el imperialismo, aniquilada la clase terrateniente y eliminada en lo fundamental la burguesía, la contradicción entre la ideología proletaria y las ideas no proletarias tiende a manifestarse en el seno del pueblo, asi como en el seno del Partido y entre los cuadros militantes del mismo. Por consiguiente, se trata también de una contradicción en el seno del pueblo. Ahora bien, ¿tiene esta contradicción carácter de clase? Desde luego que sí. En las ideas no proletarias entran las de los campesinos, de la pequeña burguesía, de la burguesía y de la clase terrateniente. No obstante ello, se trata de las ideas de esas clases tales y como eran en otros tiempos, y no tales y como son ahora, por lo menos no así en la mayoría de los casos. Ahora, se han renovado el campesinado y la pequeña burguesía urbana, pues han experimentado la cooperativización, y los capitalistas son también de tipo nuevo, por sus empresas convertidas en mixtas de propiedad estatal-privada. Cuando hablamos de ideas no proletarias, de ideas del campesinado y la pequeña burguesía, de ideas de la burguesía y de la clase terrateniente, nos referimos a las ideas de estas clases tales y como eran en otros tiempos. Por lo tanto, si bien aquí, como es natural, no está ausente el problema del carácter de clase, esas ideas se manifiestan principalmente en el seno del pueblo.

Hay quienes dicen que hoy la contradicción principal es la existente entre la clase obrera y el campesinado. Si es que existe, no deja de

ser una contradicción en el seno del pueblo, ya quo son sectores del pueblo tanto la clase obrera como el campesinado. Además, los campesinos de hoy, como acabo de decir, ya no son lo que fueron en el pasado, se han transformado, y esto en lo esencial, y con la cooperativización ahora son campesinos de nuevo tipo, razón por la cual afirmamos que la contradicción entre los obreros y los campesinos es también una contradicción en el seno del pueblo.

Hay también quienes consideran la contradicción entre la clase obrera y la burguesía como la principal en el país. He dicho más arriba que durante un periodo. o sea. desde que se proclamó la República Popular China hasta cuando las empresas privadas se convirtieron en empresas mixtas de propiedad estatal-privada, la contradicción entre el proletariado y la burguesía fue la principal en el país. Sin embargo, esta contradicción ya se ha solucionado en lo fundamental. Con la transformación de las empresas privadas en empresas mixtas estatal-privadas, los capitalistas entregaron sus fábricas, y, excepto un minúsculo número de ellos, no opusieron resistencia al socialismo©, siendo muchos los que llegaron a aceptarlo. La contradicción entre la clase obrera y la burguesía es de suyo antagónica, pero puede convertirse en una contradicción no antagónica, una contradicción en el seno del pueblo.

Aún hay otros que consideran como contradicción principal la existente entre la superestructura y la base económica, entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas, o bien entre lo avanzado y lo atrasado. ¿De qué tipo, empero, son estas contradicciones? Son también contradicciones en el seno del pueblo. En la actualidad, ¿qué es superestructura? Es el Estado bajo la dirección del Partido Comunista, que abarca entre otros los terrenos político, jurídico y cultural. La contradicción entre estos aspectos de la superestructura, por una parte, y la base económica, por la otra, ¿acaso puede calificarse de contradicción entre nosotros y el enemigo? ¿Qué son las actuales relaciones de producción? Estas relaciones comprenden el sistema de propiedad y las relaciones de distribución. El sistema de propiedad vigente lo componen principalmente la propiedad de todo el pueblo y la colectiva. Estos dos tipos de propiedad determinan las actuales relaciones de distribución. Ahora es en el terreno de las relaciones de distribución donde mayor cantidad de contradicciones se manifiestan. Pues bien, ¿es o no una contradicción en el seno del pueblo la que existe entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas? Como una contradicción dentro del sistema de propiedad socialista, dentro de la propiedad de todo el pueblo y dentro de la colectiva, es desde luego una contradicción en el seno del pueblo. En lo tocante a la contradicción entre lo avanzado y lo atrasado, ésta se enmarca también en el seno del pueblo. En el pasado, la superestructura era reaccionaria, como lo eran las relaciones de producción. Entonces las clases reaccionarias representaban lo atrasado y las clases revolucionarias, lo avanzado. Por todo ello, las contradicciones existentes entre la superestructura y la base económica, entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas, y entre lo avanzado y lo atrasado, se manifestaban como contradicciones entre nosotros y el enemigo. Ahora bien, las condiciones han cambiado, la situación interna del país ha experimentado un cambio radical; las clases dominantes reaccionarias han sido ya liquidadas y la burguesía lo ha sido también en lo fundamental. En el presente, las contradicciones entre la superestructura y la base económica, entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas y entre lo avanzado y lo atrasado no se manifiestan entre reaccionarios y revolucionarios, sino en el seno del pueblo. Por consiguiente, esas contradicciones han pasado a ser contradicciones en el seno del pueblo. Otros más sostienen que la contradicción principal es la existente entre las masas populares y los dirigentes, entre aquellas y quienes se comportan de manera burocrática, o que, la contradicción se manifiesta de modo abundante o concentrado entre las masas y los dirigentes, entre las masas y quienes se comportan de manera burocrática. Así y todo, ¿es la contradicción existente entre las masas populares y los dirigentes una contradicción en el seno del pueblo o una entre nosotros y el enemigo? Supongamos que sea una contradicción entre nosotros y el enemigo, y entonces surgirá el problema de quién es el enemigo: ¿el pueblo o los dirigentes de las masas? Es obvio que se trata de una contradicción en el seno del pueblo. En cuanto a la contradicción entre las masas populares y quienes en nuestros organismos dirigentes se comportan en forma burocrática, vamos a ver si esto se puede explicar de la siguiente manera: en términos generales, es en esencia una contradicción en el seno del pueblo. Al decir "en esencia" y "en términos generales", queremos decir que los errores corrientes de burocratismo pueden ser considerados, con todo, como propios de una contradicción en el seno del pueblo, a excepción de los casos especiales de un pequeño número de gentes que practican el burocratismo de un modo particularmente perverso, recalcitrante y antipopular. Para con los camaradas que hayan incurrido en tales errores corrientes, aun es válido el principio de partir del deseo de unidad para llegar a una nueva unidad a través de la crítica. De otra manera, será muy difícil arreglar el asunto. Vale la pena que cada uno de los cuadros de nuestro Partido proceda a realizar un autoexamen a fin de averiguar hasta qué grado, en resumidas cuentas, ha incurrido en el burocratismo. Al que proclama: "Yo estoy libre de todo burocratismo", no hay que darle crédito alguno, pues los que así lo aseveran probablemente están más contagiados de burocratismo que los demás. Claro que quienes practican burocratismo de un modo perverso, recalcitrante y totalmente contrario a las masas populares só1o constituyen una minoría. Sin embargo, seguramente no son muy pocos, sino bastante numerosos los casos más o menos graves de burocratismo, que ban suscitado la oposición del pueblo, casos que se presentan en todos los sectores.

Además, hay otros que se preguntan: ¿Qué tipo de contradicción es la que existe entre el materialismo y el idealismo? ¿Esta contradicción es o no de carácter antagónico? Desde el punto de vista ideológico, la contradicción entre el materialismo y el idealismo reviste un carácter antagónico, y estos dos "ismos" corresponden a sendos sistemas irreconciliables entre sí. Uno representa la verdad, y el otro la falsedad; uno lo correcto, y el otro lo erróneo. Es por eso que abogamos por distinguir lo correcto de lo erróneo, en vez de confundir lo uno con lo otro, y por buscar la verdad. descartando lo falso. El materialismo y el idealismo. la verdad y la falsedad, lo correcto y lo erróneo, son contrarios ideológicamente irreconciliables, antagónicos. En el pasado, estas contradicciones solían presentarse entre una y otra clase, entre nosotros y el enemigo. Pero, ahora, con el imperialismo expulsado, la clase terrateniente aniquilada y el problema de la burguesía resuelto, ¿entre quienes se presentan las contradicciones entre el materialismo y el idealismo, entre la verdad y la falsedad, entre lo correcto y lo erróneo? No es entre nosotros y el enemigo, ni entre clases antagónicas, sino en el seno del pueblo. Dentro de este último existen dos ideologías, la materialista y la idealista, existen la verdad y la falsedad, así como lo correcto y lo erróneo. De ahí que esas contradicciones, al presentarse en el seno del pueblo, no sean antagónicas, sino contradicciones en el seno del pueblo.

Cuando estas contradicciones se presentaban entre clases enemigas unas de otras, adoptábamos medidas antagónicas, derribando al adversario y "acabando con é1 de un garrotazo". Pero, ahora, cuando estas contradicciones se presentan en el seno del pueblo, debemos adoptar medidas tan leves como la brisa o la llovizna, minidemocráticas o minidemocráticas al mínimo. Es erróneo tomar una actitud brutal para resolver problemas ideológicos en el seno del pueblo y del Partido. Semejante error cometió nuestro Partido en el pasado. En otros tiempos, cuando predominaba el dogmatismo, se adoptó la medida de "acabar de un garrotazo" con la otra parte en la lucha interna del Partido. Y ahora, ciertos camaradas aún pretenden erigir, de todos modos, la contradicción entre nosotros y el enemigo en la contradicción principal, a fin de "acabar de un garrotazo" con la otra parte. Pero, ¿acaso tienen ustedes la cabeza libre de todo idealismo? Y ¿qué es subjetivismo? ¿Qué es dogmatismo? Los dos ni más ni menos son idealismo. Si basta que usted adolezca de dogmatismo para que "acabemos de un garrotazo" con usted, o si basta que usted incurra en empirismo para que le hagamos otro tanto, ¿estará usted de acuerdo con esto? Si, cuando en su mente hay ideas idealistas, usted no quiere que nadie lo trate con rudeza, entonces, cuando igual ocurre con otra gente, usted tampoco deberá tratarla con semejante actitud. Hay que ponerse en el lugar del prójimo, y creo que esto vale mucho. Si tratamos de "acabar de un garrotazo" con el otro para solucionar los problemas ideológicos, terminaremos por dar garrotazos acá y allí, causando confusión y caos, sin llegar a ninguna parte.

De esto se desprende que las contradicciones se pueden clasificar en dos tipos: antagónicas y no antagónicas. Por consiguiente, hay dos métodos distintos para tratar estas contradicciones: uno para las contradicciones antagónicas y el otro para las no antagónicas. Es erróneo tratar las contradicciones antagónicas como no antagónicas, y vice-versa.

Por lo tanto, es necesario conocer, antes que nada, las contradicciones, conocer a fondo su naturaleza, y estudiarlas, examinarlas y analizarlas concretamente. Cuando surge un problema, hay que ver si implica una contradicción antagónica o no antagónica. Si se confirma su carácter antagónico, hay que tratarla con el método que le corresponde; si no se confirma tal carácter, el método debe ser otro. Hay que conocer primero la naturaleza de las contradicciones en cuestión para determinar luego la orientación y el método para tratarlas. Se adoptar^ una orientación errónea si no se conoce con claridad la naturaleza de la contradicción o si uno se equivoca al determinar su naturaleza. Si se parte de una orientación errónea, se incurrirá en errores en toda la serie de soluciones concretas que se den.

Por lo común, las contradicciones en el seno del pueblo son, en esencia, no antagónicas; por consiguiente, al tratarlas, no se deben adoptar aquellos métodos propios para las contradicciones antagónicas. De otra manera, se incurrirá en error en materia de orientación fundamental. Desde luego, las cosas del mundo son complicadas, y esos dos tipos de contradicciones pueden transformarse uno en otro. Las contradicciones antagónicas, bajo determinadas condiciones, pueden transformarse en no antagónicas, y viceversa. Una vez transformada la naturaleza de una contradicción, deberá cambiar la orientación para tratarla. Por ejemplo, las contradicciones entre Chen Duxiu, oportunista de derecha, y nuestro Partido, fueron en un tiempo no antagónicas, lo que se hubiera podido solucionar en el seno del Partido. En efecto, muchos camaradas de nuestro Partido que habían cometido errores oportunistas de derecha tipo Chen Duxiu, lograron rectificarse más tarde. Sin embargo, también hubo cierto número de personas con tales errores que se resistieron testarudamente a corregirse y, aun mis, realizaron actividades escisionistas en el Partido y organizaron una fracción especial, de modo que sus contradicciones con el Partido se volvieran antagónicas. Los errores de Zhang Guotao fueron en un tiempo de carácter no antagónico en el seno del Partido, y fue después, cuando Zhang se pasó al campo enemigo, que adquirieron carácter antagónico. Estos son ejemplos de cómo contradicciones no antagónicas pueden transformarse en antagónicas. Pero, asimismo, contradicciones en un principio antagónicas pueden, a su vez, transformarse en no antagónicas. Por ejemplo, en China las contradicciones entre la clase obrera y la burguesía son en esencia antagónicas; pero, bajo determinadas condiciones, pueden convertirse en no antagónicas.

Cuando una contradicción se manifiesta en forma antagónica, es preciso acentuar la lucha con miras a solucionar dicha contradicción. Cuando, en cambio, una contradicción se expresa en forma no antagónica, debemos adoptar, en lugar del método de lucha, el de "unidad-critica-unidad" para resolverla. Los comunistas no somos aficionados a la lucha, y en términos de deseo subjetivo no tenemos por qué enconar e intensificar intencional o artificialmente la lucha, como si esto fuese lo único que nos pudiera dar deleite y satisfacción. Pero tampoco tememos la lucha, y siempre que sea necesario solucionar una contradicción con medidas duras como la lucha, no hesitaremos en emprenderlas. La orientación y el método que adoptamos para solucionar una contradicción no depende de nuestro deseo subjetivo, sino de la naturaleza de esa contradicción objetiva. Solamente en caso de necesidad, recurriremos a la mano dura y a la coacción. Siempre que sea posible, no dejaremos de emplear los métodos de persuasión, educación y unidad para solucionar cada problema. Por eso, hay quienes se preguntan si no implica algún peligro plantear ahora que las contradicciones en el seno del pueblo ocupan el lugar principal en el país y si esto no dará origen a una lucha caótica, cosa que no creo que pueda suceder, porque las contradicciones en el seno del pueblo no son antagónicas, y porque, para tratarlas, abogamos por métodos tan suaves como la brisa o la llovizna, o sea, por métodos de minidemocracia.

 

II[1]

Las contradicciones en el seno del pueblo hallan ahora su expresión compacta en contradicciones entre las masas populares y los dirigentes, o para hablar con mayor exactitud, en contradicciones entre el burocratismo de algunos dirigentes, por una parte, y las masas populares, por la otra. Es cierto que de algunas de las contradicciones no podemos responsabilizamos los dirigentes; sin embargo, como ocupamos posiciones de dirección y llevamos los asuntos estatales, debemos asumir la responsabilidad por todo lo que haya de irracional en el ámbito social y por todo lo que no se haya hecho satisfactoriamente. El pueblo exigirá responsabilidades a los dirigentes de nuestros organismos estatales, partidarios, gubernamentales y económicos, y por otra parte es deber nuestro responder de esas cuestiones. De ahí el relieve que ahora adquieren las contradicciones entre las masas populares y los organismos dirigentes, contradicciones que en el fondo tienen su origen en el burocratismo de los organismos dirigentes. Si estos últimos se guardan del burocratismo, será fácil solucionar los problemas y aliviar las contradicciones. Incluso cuando las masas planteen demandas excesivas, irrazonables o se dejen llevar por ideas erróneas, si la dirección está libre del burocratismo, se podrá y deberá esclarecer el asunto, sin que llegue a intensificarse la contradicción.

Las contradicciones en el seno del pueblo se dejan sentir especialmente en el problema de la distribución. ¿No suele hablarse de las contradicciones entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas? y ¿dónde se manifiestan estas contradicciones? A mi juicio, se manifiestan en gran medida en el problema de la distribución. Los campesinos dicen que los obreros están ganando demasiado, los maestros de primaria opinan que a los jóvenes obreros les va a parar más de lo que les corresponde. Que si usted dispone de una vivienda espaciosa, mientras que yo no tengo donde vivir. Que si usted ha obtenido un escalón de ascenso en la recategorización, pero yo ninguno. Todo esto está inscrito en el problema de la distribución. Propongo que nuestros camaradas estudien concienzudamente este problema, averiguando, por ejemplo, la siguiente cuestión: en la totalidad de la distribución del país, ¿qué porcentajes van a parar a la acumulación, al consume y a los gastos militares. administrativos, culturales y educacionales, así como a los gastos en tal o cual departamento industrial? y ¿qué cantidad va a parar al personal dedicado a las actividades productivas y al dedicado a las no productivas, a los maestros de primaria, a los obreros jóvenes y a los cuadros, etc.? En fin, todo esto está encuadrado en el problema de la distribución, problema que se refiere a las relaciones de producción. Estas relaciones deben corresponder al nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Hoy día, el nuestro es un país socialista, y el principio que rige la distribución es el de "a cada uno según su trabajo". un principio de justicia y de razón. Si no se procede según este principio, el desarrollo de las fuerzas productivas será obstaculizado. Si se logra aplicar relativamente bien el principio de "a cada uno según su trabajo" y efectuar de manera justa y razonable la distribución. todos quedarán satisfechos, y se impulsará el desarrollo de las fuerzas productivas.

Mucha gente quiere obtener una parte mayor en la propiedad de todo el pueblo. Sin embargo, si usted se apropia más de lo que le corresponde, todo el que lo sepa estará en contra. ¿Por qué? Porque nuestro sistema es el de propiedad de todo el pueblo, donde los bienes pertenecen a todos, de ahí que las masas se atrevan a hablar y tengan el derecho a hablar y a opinar sobre la distribución, y esto constituye precisamente la base material para la democracia socialista. Por eso, las masas populares se interesan en la democracia socialista no sólo en lo político, sino también en lo tocante a la vida económica y a la producción, pues aquí está en juego su nivel de vida cotidiana y su propio destine, de lo cual no pueden desentenderse.

A este propósito, las masas populares sí que sienten cierto descontento con algunos cuadros dirigentes de nuestros organismos de dirección, ya que ellos se apropian probablemente más de lo que les corresponde. gozan de muy buenas condiciones de vida y disponen de vivienda de altísima calidad. Se dan, en efecto, casos semejantes. Puede ocurrir que, en una aldea, el jefe de la cooperativa se apunte mis jornadas de trabajo o hasta haga extensiva esta ventaja a sus parientes o amigos que de suyo no merecerían tales jornadas. En una fábrica, el director, el secretario del comité del Partido y el secretario de célula de la Liga de la Juventud obtienen mis de lo debido en el otorgamiento de primas, o admiten a parientes o amigos en la fábrica. De esta manera, las masas mostraron su descontento con tales relaciones de distribución y se pronunciaron en su contra, hasta llegar a provocar disturbios. En muchos casos, son los propios dirigentes de nuestros organismos de dirección quienes han sentado los cimientos para los disturbios. En mis visitas a algunas fábricas, he visto que sus directores, sus ingenieros jefe o los secretarios de sus comités del Partido viven en mansiones nuevas; que un edificio es exclusivo para los jefes de sección, otro para los jefes de oficina, otro mis para el común de los cuadros y otro para los obreros, en fin, todo está distribuido con estricta jerarquización. Hasta en los despachos y en las viviendas de los directores, jefes de sección y oficina, el número de mesas, sillones y sillas también depende de la jerarquía de la persona en cuestión. Creo que aquí ya empieza a salir a flor un sistema de jerarquías, de jerarquías bajo el socialismo. El sistema de jerarquías es feudal. Hay gente entre nosotros que ha optado por copiar tal sistema feudal. Si de verdad surgen brotes de un sistema así, veo que hay necesidad de suprimirlo. A mi juicio, se hallan en peligro los que exigen mucho en cuanto a las condiciones de vida, pues, tarde o temprano, se encontrarán con tropiezos. A este respecto, creo que debe haber un cambio.

Las contradicciones en el seno del pueblo, una vez agudizadas, pueden desembocar en disturbios. He estudiado los casos de ciertos lugares, y he visto que casi todos los disturbios fueron provocados por problemas vitales de orden económico. Rara vez y muy difícilmente se producen huelgas obreras o estudiantiles, manifestaciones y desfiles de carácter político. Sin embargo, a las masas populares las inquietan no pocos problemas políticos e ideológicos. Si logramos solucionar oportunamente esos problemas reforzando la educación política e ideológica, no llegarán a producirse desórdenes. Ahora se trata de cómo reforzar la educación política e ideológica, que, si bien en algunos lugares ha sido fortalecida, no lo ha sido adecuadamente en otros, y esto suscita gran antipatía entre las masas. Hay gente que, al hablar de la necesidad de educar a las masas, trata en realidad de imponerles un correctivo; no hace más que criticarlas, y no se hace autocritica alguna. De ahí la seria necesidad de mejorar el método para reforzar la educación política e ideológica.

En los disturbios de las masas, es posible que se infiltren algunos contrarrevolucionarios; pero, en las actuales condiciones, estos solamente pueden aprovechar problemas económicos vitales o de orden político e ideológico existentes entre las masas para incitarlas a armar alborotos, mas no pueden hacerlo bajo programas o consignas contrarrevolucionarias. Por lo tanto, cuando surjan disturbios entre las masas, aunque en ellos participen elementos contrarrevolucionarios. no dejará de ser necesario que el caso sea tratado como una contradicción en el seno del pueblo. Primero hay que solucionar las cuestiones de las masas, tranquilizando sus ánimos, para pasar luego a tratar el problema de los elementos contrarrevolucionarios. Sin haber solucionado el problema de las masas, no se podrá eliminar a la contrarrevolución.

He estudiado algunas de las demandas planteadas por las masas durante los disturbios y he visto que, en su mayoría, son demandas razonables y atendibles, o sea, sólo una pequeña parte es irrazonable o inatendible. Y aun de estas pocas demandas podrán las masas desistir si es que entre ellas hacemos una explicación concienzuda y un claro razonamiento. Por eso, afirmamos que las masas tienen una conciencia política bastante elevada. Claro está que entre ellas también habrá personas que tengan una conciencia política poco elevada; pero, a través de una explicación, podremos persuadirlas.

Los disturbios surgidos entre las masas siguen, por lo general, este proceso: Primero, plantean sus opiniones y demandas, y luego envían representantes para que las presenten y exijan su aceptación; si esta gestión no suite efecto, celebran reuniones, van a Beijing a pedir justicia o publican periódicos murales y escriben cartas a Renmin Ribao; si con esto no logran resultado alguno, presentan peticiones directamente a la autoridad pertinente o arman disturbios. Por regia general, los disturbios no surgen de repente, sino que suelen ser precedidos de un proceso de fermentación de varios meses o medio año, proceso en el cual las masas han adoptado diversos métodos sin haber logrado llamar la atención a los burócratas ni haber solucionado problema alguno, lo que termina por presentar sus peticiones directamente a la autoridad pertinente, armar disturbios o declararse en huelga. La inmensa mayoría de los disturbios empiezan por algunas murmuraciones entre las masas. Por eso. aconsejo a nuestros camaradas que tengan buena disposición para escuchar lo que murmuran las masas, cosa que de ninguna manera se puede pasar por alto. Si usted alcanza a oír murmuraciones que apenas comienzan a correr, percibiendo que algo no anda bien, y procede a solucionar los problemas, el resultado será relativamente bueno, pues resolviéndolos, se evitaran los disturbios. Por lo tanto, hay que permitir a las masas exponer sus opiniones, presentar sus demandas, enviar representantes a negociar, celebrar reuniones, ir a Beijing a pedir justicia, publicar periódicos murales, escribir cartas a Renmin Ribao. Hay que permitir todo esto, poniendo oído a las murmuraciones, es decir, hay que permitir la mini-democracia. De no conceder esta a las masas, será inevitable que estas recurran a la democracia masiva.

Las causas de los disturbios, según los obreros, pueden resumirse en las siguientes: Primera, faltar a la palabra y no cumplir los contratos; dejar sin cumplir lo que se ha prometido al reclutar obreros. Segunda, no explicar bien la razón de un traslado de trabajo o despedir intempestivamente a un trabajador cuando ya no hace falta. Tal método de trabajo adoptan efectivamente algunos organismos de coordinación laboral o de personal. Tercera, favorecer a unos en detrimento de otros, dando un trato desigual. Es decir, como en el caso que acabamos de mencionar, dar trato preferencial a los cuadros en detrimento de los obreros; favorecer a algunas personas en detrimento de otras; favorecer a parientes o amigos íntimos en detrimento de quienes no lo son. A más de esto, es también causa de los disturbios el hecho de que algunas demandas razonables de los obreros permanezcan por largo tiempo sin ser atendidas por los organismos dirigentes. Es por todo ello que decimos que, en general, el burocratismo de los organismos dirigentes es la causa de los desórdenes.

De los males de burocratismo deben responder tanto los de arriba como los de abajo. La dirección a nivel central, ministerial o departamental debe asumir toda la responsabilidad que le corresponda. Pero, hay muchas otras cosas cuya responsabilidad no le incumbe ni al nivel ministerial ni central, sino a los niveles inferiores. En tal caso, las fábricas y otras instituciones de base tendrán que tomar sobre si la responsabilidad correspondiente.

Frente a los disturbios, es preciso tomar medidas correctas. Algunos de nuestros cuadros dirigentes suelen permanecer tranquilos mientras no se llegue a perfilar un disturbio, pero se quedan desconcertados al verlo surgir, para luego ponerse a tomar medidas coercitivas. Esta manera de conducta no sirve para solucionar problema alguno.

Ciertos camaradas, al tratar problemas relacionados con las contradicciones en el seno del pueblo, sostienen algunos puntos de vista erróneos.

Primero, el punto de vista propio de quien se coloca por encima del pueblo. Tenemos entre los dirigentes a personas que miran como vasallos a su disposición a las masas de las instituciones a su cargo. He aquí sus palabras: "Yo soy quien los mando, y ustedes están bajo mi mando; ustedes deben obedecerme, mientras que yo puedo desobedecerlos; yo tengo poder para darles órdenes, mientras que ustedes no lo tienen para ordenarme a mí." ¿Qué actitud es esta? Creo que es una actitud burocrática, actitud radicalmente errónea. Quien así se comporta ya no se considera integrante del pueblo, si no que se ha colocado en una posición contraria a éste, a las masas populares. Tal punto de vista no es del proletariado, no es de las masas, sino de las clases explotadoras y de quienes practican el burocratismo. Engels se refirió en una ocasión a la necesidad de prevenir la transformación del Estado y de los organismos del Estado de servidores de la sociedad en señores de ella[3]. Los dirigentes de nuestros organismos partidarios, gubernamentales, estatales y económicos, son de suyo servidores de las masas populares y de la sociedad. Pero, ahora, entre nuestros camaradas, hay quienes se han convertido en unos señores que tratan al pueblo como servidor suyo, si bien inconscientemente. Esto es un error. Todos nuestros dirigentes deben trabajar para servir al pueblo, pues son servidores u ordenanzas de este último, y no tienen derecho alguno para conducirse como señores. De otra manera, no estarán tratando a las masas en pie de igualdad ni mirando a los obreros, campesinos y estudiantes corrientes como iguales a nuestros militantes y cuadros. Debemos confiar en las masas, pues solo así ganaremos su confianza: de lo contrario, ellas desconfiarán de nosotros.

Segundo, el punto de vista de quien se limita a distinguir lo correcto de lo erróneo entre las masas y no entre los dirigentes mismos. ¿No es cierto que afirmamos que los problemas surgidos en el seno del pueblo son problemas relativos a lo correcto y lo erróneo? Ahora bien, al decir que hay que distinguir entre lo correcto y lo erróneo, ¿a quién nos referimos en esta distinción? Hay dirigentes que se limitan a distinguir lo correcto de lo erróneo entre los demás y no entre ellos mismos. No só1o evitan distinguir lo que ellos mismos tienen de correcto o de erróneo, sino que prohíben quo los demás lo hagan con ellos. Además, cuando esos dirigentes proceden a distinguir lo correcto de lo erróneo entre las masas. só1o hablan de lo erróneo, achacándolo a las masas, y callan y borran lo que tienen ellas de correcto. En cambio, cuando hablan de sí mismos, de su propia dirección, se limitan enumerar los éxitos y cuánto hay de correcto, callando los defectos y lo que hay de erróneo. Como resultado de todo ello, lo erróneo es por culpa de las masas, y lo correcto es atribuido a "esta su señoría". Semejante actitud es muy unilateral y esta reñida con la realidad. Lo primero que deben hacer es esclarecer lo que hay de correcto o de erróneo en los propios dirigentes, averiguar cuáles son los errores de la dirección. para pasar luego a esclarecer lo que hay de correcto o de erróneo en las masas. Al hacer esto último, no hay que fijarse solo en lo malo que tienen las masas, sino también en lo bueno. De esta manera, la evaluación será cabal y convincente.

Tercero, el punto de vista de quien prefiere recurrir a la fuerza, y no a la razón, para "convencer" a la gente. Algunos dirigentes, al tratar los problemas de las masas, recurren a la fuerza para someterlas, en vez de persuadirlas con razón. Cuando surgen disturbios entre las masas, no tratan por todos los medios de disipar las complicaciones y atenuar las contradicciones; no enfatizan la cohesión y la unidad, sino que destacan la lucha y, mostrándose impermeables a la razón, agudizan las contradicciones, todo lo cual va en contra de la orientación indicada para tratar las contradicciones en el seno del pueblo. Los asuntos internos del pueblo aconsejan la distensión y la solución conciliatoria.

Cuarto, el punto de vista por el cual se tratan las contradicciones en el seno del pueblo como si fueran contradicciones entre nosotros y el enemigo. Algunos dirigentes, frente a todo disturbio entre las masas, proceden a deslindar los campus entre las masas, averiguar el motivo de la acción y examinar los antecedentes de las personas implicadas, tratando el caso como si fuese una intentona contrarrevolucionaria. Se equivoca de medio a medio quien toma por enemigo a las masas populares, pues en realidad quien así precede se convierte a si mismo en un enemigo del pueblo. Es cierto que entre las masas hay quienes se portan de manera excesiva al oponerse a los que incurren en errores de burocratismo; a esas personas es preciso también educarlas debidamente. A todos los que cometen errores corrientes de burocratismo, a excepción de quienes practican el burocratismo de un modo particularmente perverso y testarudo, debemos tratarlos partiendo del deseo de unidad para llegar a una nueva unidad mediante la crítica.

Ahora tengo la impresión de que se han acumulado muchos problemas en las diversas zonas, fábricas y centros docentes, lo mismo que aquí entre ustedes. Estos problemas acumulados deben solucionarse de manera conjunta, y vamos a ver si conviene que, de aquí en adelante, las cuestiones acumuladas se solucionen de manera conjunta una o dos veces al año, exhortando a las masas a que expongan sus opiniones, o sea, celebrando pequeñas reuniones de obreros, estudiantes y empleados públicos y pidiéndoles que presenten exhaustivamente sus opiniones y demandas, para luego proceder a sintetizar y solucionar las cuestiones de manera conjunta. Hay que llevar a la práctica todo cuanto sea susceptible para ello, y explicar a las masas los porqués si algo resulta imposible de realizar. En cuanto a cómo explicar, esto lo deben discutir detenidamente los comités del Partido a nivel municipal y distrital. Procediendo así, no pasará mucho tiempo antes de que logremos resolver por nuestra iniciativa todos los problemas acumulados entre las masas populares, evitando que los disturbios se produzcan.

 

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NOTAS

[1] La segunda parte del texto se presenta aquí abreviada. [Anotación en la edición de Ediciones en Lenguas Extranjeras]

[2] Se refiere al discurso pronunciado el 27 de febrero de 1957 por Mao Zedong en la XI Sesión (Ampliada) del Consejo Supremo de Estado. El discurso fue difundido de inmediato y discutido ampliamente entre los cuadros y las masas dentro y fuera del Partido. Más tarde fue publicado, bajo el título de "Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo", en Renmin Ribao el 19 de junio de 1957, después que el autor revisó el texto transcrito de las actas e introdujo algunas adiciones. [Nota de Ediciones en Lenguas Extranjeras]

[3] Véase C. Max y F. Engels, "Introducción a ‘La guerra civil en Francia’".