F. ENGELS

CARTA A MARX



Primera edición: La colección de la correspondencia de Marx y Engels se publicó por vez primera en alemán en 1934 a cargo del Instituto Marx-Engels-Lenin de Leningrado. La segunda edición, ampliada, se realizó en inglés en 1936.
Fuente  de la versión castellana de la presente carta: C. Marx & F. Engels, Correspondencia, Ediciones Política, La Habana, s.f.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2011.


 

 

[Manchester], 23 de mayo de 1851

CUANTO más pienso sobre el asunto, tanto más claramente se me aparece que los polacos como nación están acabados y sólo pueden ser empleados como instrumentos hasta que la propia Rusia sea arrastrada a la revolución agraria. A partir de ese momento, Polonia no tendrá en absoluto razón de existir. Los polacos nunca han hecho en la historia otra cosa que jugar a la estupidez fanfarrona y camorrera. Y no se puede señalar un solo ejemplo de que Polonia haya representado exitosamente el progreso, siquiera en relación con Rusia, y que haya hecho cosa alguna de importancia histórica. En cambio, Rusia es realmente progresista en relación con el Oriente. A pesar de su bajeza y de la roña eslava, la dominación rusa es un elemento civilizador en el Mar Negro, en el Caspio y en Asia Central y entre los bashkires y tártaros, y Rusia ha absorbido muchos más elementos civilizadores, y especialmente industriales, que los polacos, cuya naturaleza entera es la del ocioso caballero. El sólo hecho de que la aristocracia rusa —desde el Zar y el Príncipe Demidov hasta el más piojoso boyardo de la clase decimocuarta, que sólo es blahorodno (bien nacido)—, fabrica, trafica, entrampa, se permite ser corrupta y hacer toda clase posible de negocios, cristianos o judíos, es ya una ventaja. Polonia nunca ha sido capaz de nacionalizar elementos extranjeros. Los alemanes de las ciudades son y siguen siendo alemanes. Todo germano-ruso de la segunda generación es un ejemplo viviente de la facultad rusa de rusificar alemanes y judíos. Incluso los judíos adquieren ahí pómulos eslavos.

Las guerras napoleónicas de 1807 y 1812 ofrecen notables ejemplos de la “inmortalidad” de Polonia. Lo único inmortal de Polonia fue su hábito de recoger camorras infundadas. A esto se agrega que la mayor parte de Polonia, la llamada Rusia Blanca —es decir, Byelostok, Grodno, Vilna, Smolensk, Minsk, Moghilev, Volhynia y Podolia— se han dejado gobernar por los ruso,; tranquilamente, con pocas excepciones, desde 1772; a excepción de unos pocos ciudadanos y nobles aquí y allá, nunca se han agitado. Una cuarta parte de Polonia habla el lituano, otra cuarta parte el ruteno y una pequeña parte semirruso, mientras que de la zona polaca propiamente dicha, una tercera parte está germanizada.

Afortunadamente, en la Neue Rheinische Zeitung, nunca contrajimos ninguna obligación positiva para los polacos, excepto la inevitable de su restauración con fronteras adecuadas; y aun esto sólo a condición de una revolución agraria. Estoy seguro de que esta revolución se llevará completamente a cabo antes en Rusia que en Polonia, debido al carácter nacional y a que los elementos burgueses están más desarrollados en Rusia. ¿Qué son Varsovia y Cracovia comparadas con Petersburgo, Moscú, Odesa, etcétera?

Conclusión: quitar todo lo posible de la Polonia occidental, ocupar con alemanes sus fortalezas, especialmente Posen, so pretexto de la defensa, dejarlos que se hagan un lío, conducirlos al fuego, comerles su país, alimentarlos con esperanzas acerca de Riga y Odesa, y, si puede lograrse que se muevan los rusos, contraer con ellos una alianza y obligar a los polacos a irse. Cada pulgada del límite desde Memel a Cracovia que se les conceda a los polacos, arruina por completo a esta frontera ya miserablemente débil desde el punto de vista militar, y expone toda la costa báltica hasta Stettin.

Más aún: estoy convencido de que cuando ocurra la próxima pendencia, toda la insurrección polaca se limitará a los nobles de Posen y Galitzia con unos pocos adherentes del reino, pues el país está tan espantosamente exhausto que no puede hacer nada más; y las pretensiones de esos caballeros, a menos que sean apoyadas por franceses, escandinavos, etc., y fortalecidas por una trifulca en Checoslovaquia, se desplomarán a consecuencia de su miserable ejecución. Una nación que a lo sumo puede poner en pie de guerra veinte a treinta mil hombres, no cuenta. Y Polonia no puede ciertamente hacer mucho más que eso.