Salvador Sánchez Cerén

 

 

La guerra revolucionaria: Un largo camino a la victoria

 


Fecha: Entrevista de Marta Harnecker realizada en Cuba en julio de 1989.
Fuente: Tomado de: Marta Harnecker, La guerra revolucionaria: Un largo camino a la victoria. Entrevista a Leonel González de la Comandancia General del FMLN, a Facundo Guardado y Valentín miembros de la Comisión Política de las FPL. www.rebelion.org, 13 de octubre de 2009, págs. 3-30.  Publicado originalmente en Cuba, por Biblioteca Popular, 1990.
Esta edición: Marxists Internet Archive, diciembre de 2010.  Al citar or reproducir el documenteo favor de citar a www.rebelion.org como la fuente original de la versión digital.


 

 

INTRODUCCIÓN

El 10 de enero de 1981 -con la ofensiva del FMLN contra el ejército salvadoreño- se inicia una larga guerra revolucionaria que llega hasta hoy. A pesar de los más sofisticados medios que ha usado el enemigo para liquidar a los guerrilleros, su lucha perdura y avanza porque está sustentada en un mar de pueblo que la ha hecho suya y la apoya de mil maneras.

Sobre las diferentes etapas de esta guerra y las enseñanzas que de ella se desprenden para el movimiento revolucionario, entrevisto en julio de 1989 al máximo responsable de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), Leonel González. [...]

 

I.

ENERO DE 1981: COMIENZO DE LA GUERRA POPULAR Y READECUACIÓN DEL FUNCIONAMIENTO PARTIDARIO

-Para algunos, la ofensiva de enero del 81 era un intento insurreccional, se llegó hasta a hablar de ofensiva final; para ustedes, dirigentes de una organización que defendía la tesis de la guerra popular prolongada, ¿qué fue? He oído decir que las FPL no se jugaron el todo por el todo en el aspecto urbano de dicha ofensiva, debido a que ella se contraponía a la concepción estratégica de la organización... ¿Cuál fue el plan de la ofensiva que ustedes elaboraron?

Partiendo de que existía una coyuntura favorable para la posibilidad de la toma del poder, o para dar un salto, que fue lo que en realidad se dio, un salto estratégico en la lucha revolucionaria en El Salvador, nos propusimos golpear militarmente sobre la base de los comandos urbanos y de las unidades guerrilleras suburbanas, que ya existían, y que debían pasar a conducir entonces a una gran cantidad de gente armada que se había ido incorporando. Todo esto con el fin de definir militarmente algunos puntos a nuestro favor, de tal modo de posibilitar el insurreccionamiento y el levantamiento de las masas. Nos preparáramos con acciones militares grandes, como fueron el ataque a San Vicente, a Chalatenango y al propio San Salvador; al mismo tiempo que se organizaban huelgas y la incorporación a la lucha de los barrios.

El plan estratégico de la ofensiva del 81 estaba basado en tres componentes fundamentales: el insurreccionamiento de las masas y la huelga general, el ejército insurreccional formado por los núcleos aunados de guerrilla urbana, suburbana, rural y milicia, que atacarían los principales cuarteles, y la sublevación de los militares progresistas que apoyarían la insurrección.

En todas las acciones se precisaba la participación de las masas, y como éstas eran campesinas en su mayoría, se trataba de hacer incursiones con masas semidesarmadas.

-¿Qué hicieron ustedes concretamente?

En Chalatenango, formamos un mando insurreccional de masas y milicias que aglutinó 300 gentes y empezó a infiltrarse en la ciudad unos días antes, aparte de la tropa, que constaba más o menos de otros 200 hombres. No fue sólo un ataque militar, fue la combinación de golpe de mano, con asedio, fijación de las fuerzas enemigas, toma de barrios.

En Ciudad Arce, se tomó el pueblo y se levantaron las masas. En San Salvador se combatió en los barrios obreros, también en Ciudad Delgado, Mejicanos, Cuscatacingo y se logró el control de ellos.

En Santa Ana la acción de las masas se combinó con la sublevación de los oficiales y tropa, que se tomaron el cuartel, destruyeron el polvorín y pasaron a apoyar la insurrección.

Hay que tener en cuenta que la experiencia que se tenía era, sobre todo, en relación con la dinámica de la lucha de calles, de la lucha de masas. La lucha armada se expresaba aún fundamentalmente a través de los comandos urbanos y de las unidades guerrilleras suburbanas que, aunque eran unidades pequeñas, se habían desarrollado bastante en Chalatenango, San Vicente, San Miguel, Usulután y en Morazán.

- O sea, que el plazo en el que ustedes debían hacer el viraje era demasiado corto como para ser eficaces, para poder poner todas sus fuerzas en función de la insurrección...

Te puedo asegurar que en esa ofensiva nosotros nos jugamos el todo por el todo y participamos en las acciones insurreccionales con una incidencia considerable. Basta recordar el aporte del Bloque Popular Revolucionario y los comités populares de barrios[1]. A fin de apoyar la ofensiva, le dimos a nuestro contingente guerrillero una forma de ejército insurreccional para atacar los cuarteles en Metapán, San Salvador, Chalatenango, Cabañas, San Vicente, Zacatecoluca y Usulután. Puedes estar segura de que empleamos a fondo nuestras fuerzas, con la convicción de que era un esfuerzo estratégico que significaría un salto, el inicio de la ofensiva revolucionaria. Por primera vez teníamos tantos hombres armados, el germen del ejército con que habíamos soñado.

La realidad fue ésa, lo demás era pura discusión teórica entre lo que se entendía por guerra popular prolongada y por insurrección; al final, aspectos de ambas tesis se confirmaron en la práctica como partes de la verdad.

- ¿Cómo definirías las características de esa ofensiva?

Yo diría que en aquel momento, el FMLN todavía no tenía una concepción única y por eso pasamos a una ofensiva generalizada, que combinó la acción militar con la acción insurreccional. Las unidades militares no estaban consolidadas todavía, eran masas armadas recién encuadradas, sin ningún fogueo. Por lo tanto, lo que se hizo fueron acciones de asalto a los cuarteles con masas que ya se habían alzado. No fue una clásica insurrección. Pero esto significó también un tensionamiento general de todas nuestras fuerzas.

-¿Pero qué es lo que permite, a tu juicio, hablar de insurrección?

El hecho de que este intento de ofensiva militar lo hacemos sobre la base de una gran cantidad de masas dispuestas a alzarse.

Lo importante y determinante de la decisión que tomamos, fue la situación de las masas, su conciencia y estado de ánimo. Muchas de ellas se alzaron y pasaron a engrosar las unidades de guerrilla. Había una disposición generalizada a alzarse; tan es así, que fue en las iglesias, en las escuelas, en la universidad, en los caseríos donde se realizó la instrucción de los miles de reclutas incorporados.

Pero también hay otros elementos que incidieron en la toma de la decisión: el triunfo de la revolución sandinista, la situación que se presentaba en los Estados Unidos con la salida del presidente Carter y la crisis interna producida por el golpe de estado de 1979.

- Me decía también JoaquínVillalobos que esas masas organizadas se levantaron en el campo, pero que, en cambio, en la ciudad las masas no se levantaron como ustedes esperaban...

Así es. Lo que sucede es que en San Salvador lo que se planteó fue la idea de desencadenar una huelga. Ahí el esfuerzo principal no estuvo en lo militar, sino en acompañar toda la acción con la movilización de masas. Hay que tomar en cuenta también que la gente más activa, más combativa, ya se había retirado de las ciudades para comenzar a estructurar las unidades guerrilleras en el campo. Lo que desarrollamos entonces para apoyar la insurrección fueron incursiones armadas a Ciudad Delgado, Soyapango, Mejicanos, Ayutuxtepeque.

- ¿Y no contaban con un sector del ejército para la insurrección?

Como ya te decía, un componente de nuestro plan del 81 era la sublevación de algunos cuarteles. Esta línea se concretó en la segunda brigada de infantería con sede en Santa Ana.

Antes del golpe de estado de 1979, las organizaciones del FMLN mantenían relaciones con militares, como producto de la crisis del gobierno del general Romero, en la búsqueda de encontrar fórmulas de salida a la crisis. Al producirse el golpe, estos contactos y relaciones se estrecharon, permitiendo en algunos cuarteles el contacto con la tropa. La mayoría de estos militares habían suscrito en 1979 una proclama de contenido progresista y patriótico. Al ser traicionada la proclama, parte de ellos decidieron apoyar los planes insurreccionales del FMLN.

- ¿No crees tú que el FMLN hizo entonces un mal cálculo de la situación en la que se encontraba el movimiento de masas después del genocidio que había sufrido?

No fue mal cálculo, lo que sucedió es que el plan se vino retrasando. Pero era correcto lanzar esa ofensiva, lo contrario hubiera sido la derrota.

Pese a lo anterior, hay que reconocer que no se insurreccionó todo el pueblo. Con el genocidio y la represión se había producido lo que luego llamamos un fenómeno de bloqueo de esas masas. Estas entraron en una situación de reflujo y comenzaron, presas del miedo y del terror, a buscar maneras de subsistir. Al mismo tiempo, grandes contingentes habían pasado a conformar las unidades en el campo; sus jefes, pudiéramos decir, se habían educado en la escuela de la lucha de calles y en una fuerte confrontación ideológica. Fue con esas unidades que realizamos la ofensiva.

Pienso que el momento para haberse lanzado debió haber sido en enero o febrero del 80, cuando las masas estaban volcadas en la calle con una elevada voluntad insurreccional y de combate, pero el grado de unidad del FMLN, que estaba recién formado y en niveles incipientes de coordinación, y nuestra posición todavía muy aferrada al concepto de guerra popular prolongada, no permitió aprovechar correctamente esa coyuntura, nos impidió elaborar una respuesta adecuada a esa coyuntura específica.

Para sintetizar nuestra participación como FPL en la ofensiva del 81, te diría que nosotros hicimos un esfuerzo fundamentalmente militar, es decir, tratar de asediar ciudades y tratar de incidir militarmente. En el caso de Chalatenango, estuvimos a punto de definir la situación; fue la inexperiencia en la estrategia militar lo que nos impidió tomar ese cuartel. En el caso de Santa Ana, también se dio un golpe eminentemente militar. Si bien la acción del 81 tiene una expresión insurreccional, lo que se da en la práctica es una combinación de esos dos componentes.

- ¿Qué balance hace el FMLN de la ofensiva del 81?

La ofensiva del 10 de enero del 81 fue la primera respuesta ofensiva de carácter estratégico. Aquella vez, el FMLN tensionó a todas sus fuerzas y conmovió a todo el sistema. Por primera vez, el pueblo armado se atrevió a atacar varios cuarteles. Desde 1932 no entraba a cabeceras departamentales a cuestionar militarmente el poder oligarca y de la dictadura.

Esta ofensiva provocó grandes modificaciones en la lucha revolucionaria en El Salvador, porque significó para el FMLN poder comenzar a construir un ejército revolucionario. Sin un ejército no se puede llevar adelante una guerra y construir un ejército significa armarlo, dominar la táctica militar,

conocer el terreno, tener áreas de movimiento. Y aunque en la ofensiva el esfuerzo central, desde el punto de vista militar, estuvo dirigido a conseguir la insurrección del pueblo y esto no se logró, significó, sin embargo, un gran salto en la lucha armada, porque permitió que una parte importante de ese pueblo que se levantó, que se insurreccionó, quedara armado y con esas fuerzas fuimos construyendo las primeras unidades de ejército. Pero no sólo eso, sino que nos permitió organizar mejor lo que nosotros llamamos la retaguardia de la revolución salvadoreña.

Fue, además, la primera prueba de fuego para el FMLN, que se había conformado a inicios de 1980, pasándose de un esfuerzo disperso de cinco organizaciones a un esfuerzo de unificación. A partir de allí, comenzamos a construir la unidad de la vanguardia salvadoreña, proceso con altibajos, pero ascendente. La práctica se ha constituido en el purificador de las tesis y de las teorías, discusiones y debates políticos internos por construir la línea política en una estrategia de toma de poder. Eso es lo que realmente ha permitido consolidar al FMLN y adquirir la experiencia revolucionaria en el proceso de construcción de la vanguardia.

Por último, la guerra iniciada en enero de 1981 es el elemento que impidió al bloque dominante poder articular un planteamiento de salida a la crisis.

- Tú te has referido a una retaguardia interna, ¿no es así? ¿Podrías desarrollar más este concepto?

Consideramos retaguardia interna a toda una zona de control político-militar donde el poder local enemigo ha sido expulsado; donde estaban asentadas nuestras tropas, instalaciones, talleres, hospitales, escuelas de instrucción, mando. En ese tiempo, 1981-1983, estamos en medio de masas insurreccionadas que organizan sus propias formas de autogestión.

Estas retaguardias se construyeron sobre la base de zonas altamente organizadas y radicalizadas en que prácticamente toda la población se levantó y rompió con el régimen. Inicialmente el control era político, en muchos de esos cantones se tenía prácticamente todo el caserío organizado y se expulsaba a los que eran reaccionarios. Los apedreos a casas de orejas fue una forma de presión contra los colaboradores de la guardia nacional o del régimen.

Fueron creándose zonas en las que varios cantones y hasta municipios estaban bajo el control político de las organizaciones campesinas, es decir, que era parte del Bloque Popular Revolucionario. Los problemas se consultaban ante el secretario general y la asamblea de la FTC. Se rompió con la legalidad y la autoridad del gobierno y se fue creando otra, entre 1979 y 1980. En estas zonas se formaron los primeros campamentos, gérmenes de las zonas de control o retaguardia interna.

Lo que nos ayudó fue el hecho de que todas esas áreas en que se desarrollan y se construyen las unidades guerrilleras, eran zonas altamente organizadas, sobre todo a nivel de organizaciones campesinas, donde las masas veían claramente que el único camino para cambiar la situación en El Salvador era incorporarse bajo cualquier forma a la lucha armada.

En todo ese lapso del 81 al 82, comenzamos a construir la base social de apoyo a la guerrilla; una base que la avituallara, que le diera información y con la cual, además, se convivía.

- Antes de seguir, ¿por qué no nos explicas cómo estaba organizada la gente en el campo y qué hizo posible su paso a conformar esa retaguardia? Tengo entendido que eran las FPL las que más trabajo campesino tenían en ese entonces ¿es así?

Para ser exactos, lo que existía antes de la ofensiva en el campo eran las organizaciones populares campesinas, que habían construido unidades de autodefensa, unidades milicianas, como te mencionaba anteriormente.

En El Salvador, el problema de la tierra para el campesino es su problema principal, con el agravante de la pequeñez de nuestro territorio ?21 mil kilómetros cuadrados y una población que anda por los seis millones de habitantes?. Esto en el campo adquiere condiciones sociales inhumanas.

Por ello, la organización campesina que levanta esta bandera y además es competente con su lucha, aglutina a la mayoría del campesinado. Ese es el fenómeno de El Salvador. A partir de la década del 70, surgió ?como se dice en un capítulo anterior de esta entrevista? la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños inspirada por el movimiento cristiano y la Unión de Trabajadores del Campo (UTC). Las dos constituyeron la Federación de Trabajadores del Campo (FTC) que se incorporó al Bloque Popular Revolucionario.

Esta organización construyó bases a nivel nacional en Santa Ana, Ahuachapán, La Libertad, Cuscutlán, San Salvador, Chalatenango, Cabañas, San Vicente, La Paz, Usulután, San Miguel; fue un movimiento campesino poderoso. Su presencia estaba en los cantones, caseríos y pueblos.

- ¿Se puede afirmar que esto era generalizado para todo el país o se trataba de zonas muy determinadas?

Era generalizado. Sin embargo, hay zonas con gran tradición organizativa como en Cuscutlán, Chalatenango, San Vicente, San Salvador, Usulután, Morazán.

 

II.

CONTRAOFENSIVA DEL EJÉRCITO: UNA DURA Y HEROICA RESISTENCIA (1981-1982)

- ¿Qué ocurre después de la ofensiva?

Con esa gran cantidad de pueblo nos alzamos en armas. Todas las organizaciones comienzan a construir bases de apoyo y unidades de ejército para la defensa del terreno en áreas como Santa Ana, Chalatenango, San Vicente y Morazán.

A partir de la ofensiva del 81 se da un viraje en la correlación de fuerzas. Se inicia la construcción del ejército guerrillero sobre la base del pueblo insurreccionado. En extensas zonas se debilita el poder local enemigo militarmente, lo que en el año 83 posibilita expulsarlo de las zonas. El ejército se ve obligado a depuraciones internas y el modelo político-económico y social entra en una situación de deterioro permanente.

El problema militar se generaliza, deja de ser sólo el problema del comando urbano y ya comienzan a aparecer en el campo las unidades de ejército con base social y operando en áreas determinadas.

- ¿Cuál fue la respuesta del ejército ante este intento insurreccional?

En un primer momento el ejército no reacciona. En ese instante está debilitado por las contradicciones generadas por el proceso de autodepuración que sufrió después del golpe de estado de octubre de 1979, pero luego empieza a operar buscando derrotar al FMLN. El general García, que era el ministro de Defensa en esa época, anunció su decisión de aniquilar, en un plazo de 6 meses, a los guerrilleros que se habían replegado al campo. En ese marco lanza contra nosotros los famosos operativos, que ya tienen la modalidad de operativos de guerra regular con la táctica de yunque y martillo, por los medios que emplean: fuego de artillería, bombardeos y el uso de la infantería para reducir y aniquilar nuestras posiciones. La dinámica cambia y el enfrentamiento adquirirá cada vez más el carácter de enfrentamiento militar. La modalidad empleada era más bien de tipo regular sobre la base de lanzar grandes contingentes de fuerza con gran poder de fuego. Ellos trataban de saturar las áreas a base de fuego artillero, además de los bombardeos aéreos; te estoy hablando del año 82. Los combates comenzaban antes de las 7 de la mañana y ya a las 4 de la tarde eran suspendidos.

- ¿Cómo fue posible que ustedes pudieran defender posiciones frente a un ejército que se lanza con operativos inmensos a tratar de destruirlos? ¿Cómo se explica ese paso?

Lo hicimos, en primer lugar, por la necesidad de estar ligados a la base social, porque nuestras unidades guerrilleras estaban inmersas dentro de esa organización que todavía quedó ahí, subsistiendo en el campo. Defender posiciones, defender el terreno, significaba entonces defender a toda esa población que se había alzado y que no toda estaba armada, sino que mucha se había quedado ahí, en sus casitas, viviendo, pues, muy ligada al poder nuevo que había surgido, es decir, a esa base social natural de las unidades guerrilleras. Esta es la razón por la que en muchos cantones y localidades, nuestras unidades se aferraban al criterio de defender la posición, y muchas veces terminaron en fuertes combates que duraron hasta 15 días.

Así, en la práctica, se fue creando la idea de ir consolidando esas áreas nuestras como zonas de retaguardia, donde pudiéramos entrenar esa fuerza, donde pudiéramos resolver las cuestiones de construcción del poder popular, de montar los hospitales, la preparación de compañeras para las comunicaciones. En una palabra, estábamos pensando en defender la base social y que esas áreas sirvieran para la construcción de nuestra retaguardia.

Además, en las zonas controladas funcionaba el poder popular local, la autogestión, la autodefensa, sobre la base que el enemigo iba perdiendo el poder político militar.

Comenzamos a defender posiciones sobre la idea de líneas de defensa con una modalidad eminentemente guerrillera. Esta situación desconcertó al ejército enemigo, que estaba preparado y entrenado para una guerra regular contra otro país. No pudo responder a la guerra popular revolucionaria, donde se defendían posiciones, pero donde, a la vez, los golpeábamos de noche, los emboscábamos y los desgastábamos cuando entraban a nuestras zonas.

Aprendimos a conocer el terreno y a lograr un gran dominio de la guerra de guerrillas. Poco a poco fuimos despejando posiciones pequeñas y obligando al enemigo a encerrarse en sus cuarteles. La divisa “resistir, avanzar y desarrollarnos” fue válida para esa etapa.

Fuimos también aprendiendo a construir nuestro ejército; íbamos ganando experiencia en el arte militar, en el arte de combatir, de ir conociendo más el terreno, de ir desarrollando especialidades en lo referente a las comunicaciones, a la sanidad militar. Ya para el 82-83 habíamos logrado consolidar aquella masa que se insurreccionó y a estructurarla como unidades guerrilleras de ejército.

Al mismo tiempo, la población se fue organizando y desarrollando ciertas formas autogestionarias. En algunos lugares, incluso, se dieron experiencias de poder popular en las que la misma población elegía a sus propios dirigentes. Todo eso contribuyó a consolidar esa base social que nos apoyaba y nos permitió diseñar una estratesgia cuyo componente esencial era derrotar militarmente al ejército, porque el factor masas, hasta ese momento, no había podido desplegarse.

 

III.

CONTRAOFENSIVA DEL FMLN (1982-1983)

- ¿Eso quiere decir que a partir del 82 ustedes empiezan a tener iniciativa militar?

Comenzamos primero a construir unidades grandes, pasamos de los simples pelotones a conformar unidades de batallón[2] y hasta de brigada[3].

Podríamos decir que a partir de enero y febrero del 82, pasamos a una situación de más iniciativa, sobre la base de un conocimiento mayor del terreno y sobre la base de unidades guerrilleras armadas más consolidadas.

Eso es lo que nos permite cambiar la correlación militar de fuerzas en ciertas áreas de Chalatenango, de Morazán, de San Vicente, de Cabañas, de Usulután, en donde, al estructurarnos con unidades mayores sobre la base de una superioridad de fuerza, pudimos comenzar a golpearlos, a aniquilar puestos pequeños y recuperamos así gran cantidad de armamento, al mismo tiempo, hicimos gran cantidad de prisioneros y esto fue golpeando la moral del ejército.

- ¿El ejército abandona el terreno?

Sí, producto de que golpeamos todas las posiciones menores, ellos tuvieron que abandonarlas, replegarse lejos. En ese momento comenzamos también a golpearlo con grandes unidades, no solo companias[4], sino batallones, y hasta brigadas. Y por eso es que podríamos estimar que nosotros ganamos esa guerra en 1983. En aquella ocasión, los obligamos a concentrarse y así pierden terreno.

- Pero si logran golpear militarmente al ejército con tanta fuerza, ¿por qué no hay un intento de toma del poder?

Porque en ese momento nosotros no contamos con el factor masas, que estaba en una situación de reflujo. Necesitábamos pasar al asedio de los cuarteles, pero sin la participación de las masas eso no era posible.

- ¿Cómo lograron ustedes reclutar a la gran cantidad de gente que se necesitaba para unidades de esa envergadura?

En ese entonces, como nosotros buscábamos el aniquilamiento total, eso significaba la necesidad de crecer en gran cantidad de tropas, cosa que nos condujo al reclutamiento masivo que trajo algunas consecuencias negativas, porque se dieron fenómenos de descomposición y deserción en algunas unidades nuestras.

- ¿Se trató de un reclutamiento masivo o de un reclutamiento forzado?

Puede considerarse que fue un reclutamiento masivo y forzado.

- ¿Cómo efectuaban ese reclutamiento?

Realizábamos acciones tales como bajar a muchachos de los buses, o llegábamos a un poblado y sacábamos a los jóvenes; en muchos lugares se nos escondían o se corrían -aunque muchos entendían que nuestra causa era justa-. De esta forma, los métodos que usamos en el reclutamiento se ponían en contradicción con ese pueblo que buscamos liberar.

- ¿Cómo es posible que el FMLN haya caído en esto? ¿Acaso la voluntariedad no es esencial en un ejército popular en que el factor moral es una de sus herramientas más poderosas?

Lo que nos llevó al reclutamiento masivo en las áreas donde nos movíamos y en algunas áreas bastante urbanas, fue la imperiosa necesidad de tener más fuerza para golpear a un enemigo que estaba a punto de colapsar. El error fue que vimos la problemática desde el punto de vista militar y descuidamos el factor político.

-¿Este fenómeno ocurrió en todo el FMLN?

Sí, era la línea del FMLN.

- ¿Podrías explicarnos con más detalle qué consecuencias tuvo este reclutamiento forzoso?

Sin duda que nos afectó políticamente. La gente después se regresó a sus casas. Se nos dio el fenómeno de deserción o bandolerismo, que, afortunadamente, fue atajado a tiempo por las readecuaciones que hizo el FMLN en 1984.

- En esta etapa de pasar a tomar la iniciativa y golpear al ejército, ¿qué táctica siguieron?, porque, según entiendo, en un momento quisieron golpear al ejército en los cuarteles y después habría habido un viraje en el sentido de tratar de golpear al enemigo en movimiento...

Mira, eso tiene mucho que ver con la experiencia y desarrollo de cada organización. Cada una de ellas puso en ejecución su propia modalidad táctica. Por ejemplo, en oriente se desarrolla bastante la táctica de golpear al enemigo en movimiento. En el área central: Chalatenango, Cabañas, San Vicente, se dio más la táctica del asalto y del aniquilamento contundente, combinado con el asalto a posiciones.

Podríamos decir que lo que en realidad se da es una combinación de dos tácticas: la táctica del asalto con la táctica del asedio y la búsqueda del aniquilamiento. En la medida en que el ejército se fue replegando a sus posiciones más fuertes, lo que intentamos fue más bien golpear al enemigo en movimiento: engañarlo, atraerlo y tratar de emboscarlo y aniquilarlo. Todo eso estuvo también en función de las características de cada área geográfica.

-¿Existe similitud geográfica entre Chalatenango y Morazán?

Tanto Chalatenango como Morazán están ubicados en la parte norte de El Salvador, fronterizos con Honduras. Hay zonas en estos departamentos que pasan de los 1600 metros de altura; hay otras áreas bajas con menos altura, menos de mil metros; pero todo es quebrado, con áreas densamente cubiertas de vegetación, pero también hay zonas de escasa vegetación, que es lo dominante. Ambos departamentos estaban muy poblados. Actualmente la población ha disminuido o ha sido desalojada totalmente de algunos lugares. Son zonas cruzadas por carreteras importantes, veredas y caminos vecinales.

- ¿Y ustedes con qué tipo de unidades operaban?

En este período del 82 al 83, todo se hizo sobre la base de grandes unidades; lo que se movía eran batallones. Los destacamentos, a los que también se les llamaba columnas, tenían alrededor de 125 hombres. Un batallón oscilaba entre los 300 hombres operativos, pero ya con todas las fuerzas de aseguramiento andaban por los 350 a 400 hombres. Toda esa fuerza era la que se movía en el terreno. La brigada tenía tres batallones, unos 1200 hombres, más unos 100 hombres de fuerza especial.

- ¿Qué hizo posible que ustedes se pudieran mover con tal cantidad de gente en un país tan pequeño como es El Salvador?

Lo que sucede es que el enemigo, al perder mucha tropa, se vio obligado a replegarse, abandona el terreno y se encierra en sus cuarteles. No salía a atacarnos.

- ¿Ustedes como FPL se concentraron más en el asalto a posiciones?

Combinábamos, dependiendo también de la zona, pero buscábamos el aniquilamiento. Por ejemplo, en el frente central, Chalatenango, Aguazapán, San Salvador, la modalidad fue intentar aniquilarlos con un golpe contundente, sorpresivo y esperar los refuerzos, para tratar de golpearlos en movimiento. En oriente, en cambio, la modalidad fue más el asedio y esperar para golpear los refuerzos que enviaban.

En síntesis, utilizamos tanto tácticas altamente irregulares con unidades guerrilleras, como semirregulares, combinando dispersión y concentración; tácticas regulares con grandes concentraciones y armas pesadas de artillería; y, por último, también utilizamos las operaciones especiales.

Pero cuando el ejército empieza a encerrarse en los cuarteles, con el fin de no perder más hombres y más armas, comenzamos a emplear más la modalidad de ataque a las fuerzas enemigas en movimiento en todo el país. El enemigo desde sus cuarteles lanzaba sus operativos, enviando simultáneamente 3, 4, 5 batallones grandes contra alguna de nuestras zonas.

- ¿En ese momento es cuando surgen las tropas élites?

Eso tiene que ver con toda la cuestión del asesoramiento gringo, que incidió en las modificaciones estratégicas, pero producto del fracaso de los planes del ministro de Defensa, García, que había planteado aniquilarnos en 6 meses. Ello les hizo ver primero la necesidad de incrementar y de mejorar el armamento de la tropa y, en segundo lugar, preparar tropas más cualificadas y más tecnificadas. En ese momento convierten en arma de plantilla los M-16[5], las ametralladoras 50[6], los morteros 60[7], y 81[8], y los cañones 90[9]. En síntesis, le dieron un poder superior de fuego a la unidad y le dieron más hombres.

Pero además de hacer eso con el ejército, también comenzaron a preparar una modalidad de tropas ya más capacitada para enfrentar una lucha contraguerrillera, las tropas élites que tú señalas. Y como el ejército salvadoreño no tenía experiencia en este tipo de guerra, lo que hacen los gringos es llevar a todos los soldados y oficiales que conformaron el primer batallón élite batallón Atlacatl a los Estados Unidos para preparar allá esa fuerza. Tan es así que cuando el batallón llegó a El Salvador se lanzó toda una operación sicológica: hicieron una gran fiesta, los fueron a recibir al aeropuerto como a los grandes salvadores que venían con toda la preparación yanqui para eliminarnos.

De inmediato los meten a operar directamente en Morazán y Chalatenango. Pero como en esa época nosotros ya contábamos con unidades mayores, pudimos, por consiguiente, comenzar a golpear esa fuerza. Apenas había entrado el batallón, cuando comenzaron a perder secciones, compañías, comenzamos a capturarles armas, prisioneros, algunos de ellos incluso se incorporaron después a la guerrilla.

- ¿La captura de prisioneros obedece a una política deliberada?

Así es. Nosotros veníamos de una experiencia negativa como FPL: cuando se daba un enfrentamiento entre unidades militares, los matábamos a todos y, a veces, con algunas señales de violencia, nos sobrepasábamos. Pero comenzamos a revisar esa experiencia y consideramos que era más correcta la política de capturar a esos soldados, hacer labor con ellos con el fin de persuadirlos a que se quedaran y entregar a la Cruz Roja a los que querían irse. Pero, ¿qué pasó? Nosotros los regresábamos a la Cruz Roja, pero la Cruz Roja los devolvía a la guarnición, donde los dejaban presos, y una vez que los liberaban los mantenían bajo vigilancia, porque les tenían una gran desconfianza ya que creían que volvían para infiltrarse. Hubo casos en que se rindieron hasta 100 soldados de una sola vez, ¡compañías completas!

Ya la moral estaba sumamente baja por todas las derrotas que habían tenido, por el armamento que habían perdido. No soportaban un combate concentrado por mucho tiempo. Cuando veían que ya la situación estaba perdida, que estaban cercados y que no tenían posibilidades de sobrevivir, entonces se entregaban. Ahora en todo esto, sin lugar a dudas, jugó un papel decisivo la política que el FMLN empleó hacia los prisioneros de guerra.

- Pensando en el movimiento revolucionario, ¿qué reflexión harías acerca de los métodos a emplear en el tratamiento del enemigo? ¿Qué errores, a juicio tuyo, con la experiencia que tienen ahora, no se deberían volver a cometer en este sentido?

Una de las cosas más importantes que hemos aprendido de nuestros propios errores, de nuestra experiencia, es a saber diferenciar bien al enemigo, a estar claros de que el enemigo no tiene la capacidad de ganar a toda la gente, ni siquiera a toda su tropa.

Por ejemplo, en la época de ORDEN nosotros, a mi modo de ver, cometimos errores en lo que dice relación con el tratamiento dado a los miembros de las bandas paramilitares. Esto tuvo repercusiones negativas más tarde. En ese tiempo, los compañeros organizados llegaban a los cantones, sacaban a los hombres detectados como pertenecientes a ORDEN y frente a su familia los ajusticiaban. A causa de esto, en muchas zonas la población nos empezó a ver como enemigos. Pero esa experiencia nos hizo reflexionar y nos dimos cuenta que mucha de esa gente estaba ahí por miedo, reclutada a la fuerza y que no estaba ganada totalmente para la causa de la oligarquía. Según mi criterio, todo eso se explica, precisamente, porque no habíamos estudiado a fondo el fenómeno, porque desconocíamos al enemigo.

La otra experiencia que tuvimos tiene que ver con el trabajo de descomposición, de inteligencia, que emprendió el enemigo y que es uno de los ejes principales de la estrategia norteamericana. Cuando comenzamos a detectar trabajo enemigo en unas bases nuestras, no fuimos capaces de distinguir quién era el hombre profesional ganado por el enemigo y quién era simplemente el que colaboraba. Generalmente éste último era un familiar, que lo hacía porque tenía una relación de parentesco o simplemente porque no le quedaba otra alternativa, tenía que comer, y para poder seguir subsistiendo se veía obligado a colaborar. Nuestro error fue aplicar la misma medida para ambos casos, que son de naturaleza diferente. Eso también lo corregimos. Sin embargo, también ello causó, en algunos sectores de la población, algo de resentimiento.

Yo insisto que para resolver ese problema no hay más camino que estudiar muy a fondo al enemigo, conocerlo bien, y estar convencidos de que éste no puede ganar a todo el mundo para su causa.

- ¿Tu piensas entonces que incluso en sus propias filas hay gente que está ahí, porque no le queda otra alternativa y que si se le ofrece una salida por parte del movimiento revolucionario sería posible ganarla?

Mira, te voy a decir algo que te puede sorprender, nosotros encontramos en la mayoría de los soldados que capturamos una gran simpatía por el FMLN. Aunque muchos de ellos no se quedaban, porque eso significaba un cambio abrupto y no estaban preparados para dar ese salto, por su familia, sus hijos, había una forma de comprensión y de simpatía hacia nosotros.

Con ello quiero decirte que aun en las filas del ejército hay mucha gente que simpatiza con el FMLN, pero que está allí, en cierta manera obligado por sus propios problemas, por sus familia, o como una forma de subsistir, presionados por alguna amenaza. Está ahí, pero la oligarquía no tiene capacidad de ganarlo ideológicamente para ese ejército.

Nosotros hemos aprendido una lección importante y pensamos que, por principio, los revolucionarios deben dar un buen trato y respetar a los prisioneros de guerra y que, además de diferenciarnos del enemigo, esto también ayuda a quebrar su moral de combate.

 

IV.

READECUACIÓN DE LA ESTRATEGIA CONTRAINSURGENTE Y SU APROVECHAMIENTO POR EL FMLN (1983-1984)

Los norteamericanos comienzan a hacer toda una valoración de las razones que a su juicio llevaron a esa situación de colapso, de la que hablábamos, y lo atribuyen al hecho de que el ejército salvadoreño tenía una mentalidad de guerra regular, es decir, a que estaba preparado para luchar contra otro ejército, pero no para una guerra irregular, para una guerra contra un movimiento guerrillero. A partir de este análisis en el 83-84 se da toda una readecuación de la estrategia enemiga. Deciden entonces su readecuamiento a esas condiciones de la guerra y se adopta una estrategia más integral. Bajo esta observación, consideran que hay que quebrar la base social del movimiento guerrillero y que para lograrlo deben quitarle todas las banderas reformistas, las banderas de la tierra, y hacer que el gobierno las levante como suyas. De este modo pensaban restarnos la base de apoyo campesino.

Entonces, los principales componentes de la estrategia enemiga se traducen en un gran crecimiento de tropa, se pasa de 30 mil a 45 mil hombres; la utilización de tropas móviles o defensa móvil, la escalada aérea y la acción cívica.

Es en ese momento cuando en el terreno político surge la figura de José Napoleón Duarte y su partido, la Democracia Cristiana, y en el terreno militar, además de elevar el poder de fuego del ejército, se pasan a formar las unidades élites con una modalidad de lucha más irregular. Sobre esas unidades los gringos comienzan a desarrollar todo el nuevo esquema militar: la movilidad permanente, las pequeñas unidades. Ya no estarán asentados en los cuarteles, sino que se convertirán en fuerzas móviles. Asientan dos compañías y se va una a tratar de buscarnos. Emplean así un esquema más flexible.

Los gringos buscan introducir en todo el ejército ese pensamiento irregular, incluso en las tropas élites, pero el problema es que estas fuerzas élites están bajo el mando del estado mayor y éste todavía tiene una mentalidad de ejército regular. Los gringos utilizarán este hecho como uno de los principales pretextos para meterse, a través de sus asesores, en la conducción estratégica de la guerra. Sostendrán insistentemente que la guerra se les había empantanado y que estuvieron a punto de perderla, precisamente por un problema de conducción. Se dan a la tarea de mentalizar con esa nueva estrategia la conducción de la guerra. Realizan una serie de movimientos y comienzan a meter cuadros ya más ligados a este pensamiento de guerra contrainsurgente.

Por último, además de esta readecuación militar, el ejército inicia un trabajo civil con la población tendiente a neutralizar la base social, implementando los planes de acción cívica ya diseñados.

- ¿Cuál fue el impacto de esos planes de acción cívica?

En San Vicente hicieron en el 83 un proyecto modelo que llamaron Plan CONARA, que fue una típica operación de pacificación al estilo de la que los gringos realizaron en Vietnam. Allí concentraron toda su fuerza élite y sus fuerzas regionales contra las unidades militares que teníamos en esas áreas. Paralelamente a eso, ocupaban las áreas de población civil para llevar a cabo su plan de acción cívica que consistía en llevarles profesores, abrir las escuelas, realizar algunas obras de infraestructura, instalar chorros, letrinas, llevar diversión a los barrios, a los cantones, asistencia médica, donación de ropas y víveres. Todo eso se llevó a cabo mientras lanzaban la operación de exterminio contra las zonas guerrilleras. Y esto se iba complementando con todo un trabajo de inteligencia, que en aquella época no descubrimos, sino sólo mucho después.

- ¿Y en qué consistía ese trabajo de inteligencia?

Lo que sucede es que, como el poder local que representaba al gobierno había sido destruido, había desaparecido, ellos tuvieron que comenzar a construir una nueva forma de control, sobre la base de crear redes clandestinas de información. Una vez terminada la acción cívica, estas redes quedaban en contacto con la fuerza aérea y con la brigada. Sin embargo, no lograron su objetivo, porque la población no se volteó contra nosotros, sino que, a pesar de toda esa ofensiva, siguió colaborando con nosotros.

- ¿Cuánto tiempo duraban esas operaciones?

Duraban meses, pero después quedaba el trabajo de acción cívica con el fin de darle mantenimiento a los proyectos que habían impulsado. Pero la población, aun a pesar de esos proyectos, no se nos volteó en contra, sino que siguió colaborando, dándonos información, avituallándonos. Nosotros les dijimos que sacaran provecho de toda esa maniobra: si había escuela, que ésta funcionara; si había necesidad de maestros, que los pidieran, que formaran una directiva y alrededor de esa directiva fueran al ministerio de Educación a exigirle más maestros. Fue así como alrededor de eso se fue levantando también una lucha reivindicativa. Nosotros les orientamos que se organizaran alrededor de esas demandas y exigieran cada vez más: mejor asistencia sanitaria, más maestros. Y en el caso de la reforma agraria hicimos lo mismo.

- ¿Eso quiere decir que ustedes intentaron revertir a su favor la nueva modalidad de la estrategia de guerra de baja intensidad empleada por Duarte?

Nosotros teníamos claro que ése era un intento de contención únicamente, que no se trataba de un proyecto para resolver realmente las necesidades de nuestro pueblo, consideramos un absurdo decirle a la gente que no aceptara lo que le estaban dando. Además, aunque se lo hubiésemos dicho no nos hubieran hecho caso, porque ellos estaban ahí imponiendo el terror. Nosotros les decíamos: aprovechen ese espacio que se les abre, organícense, pero implementen la lucha por las reivindicaciones concretas en cada caso, porque estábamos convencidos de que eso iba a llevar en la práctica a debilitar y dejar en evidencia al gobierno de Duarte.

Este mismo esquema aplicamos en todos estos proyectos de pacificación y alrededor de eso comienza a surgir todo ese fenómeno organizativo que se da a partir del 84. Las masas pudieron rápidamente desenmascarar la esencia demagógica del proyecto de contrainsurgencia.

- ¿Esas masas que se organizan en este momento, se organizan con banderas radicales o con banderas meramente reivindicativas?

Yo te diría que ahí también se da una readecuación en toda la línea de las organizaciones populares y de la lucha de masas. Se crean nuevos instrumentos y las organizaciones tradicionales, históricas, del pueblo, como ANDES y otros sindicatos, se reactivan. La nueva organización que va surgiendo se da en el marco de aprovechar el espacio que le abrieron estos planes de acción cívica: meterse ahí, organizarse ahí y sobre esa base librar su lucha. Eso fue lo que permitió reactivar todo el movimiento de masas.

Ese movimiento se da, por lo tanto, dentro de la dinámica de la lucha reivindicativa, tanto comunal, como sectorial; pero en franco enfrentamiento con el proyecto contrainsurgente. Todas sus demandas terminan denunciando a la burocracia estatal y eso los lleva rápidamente a la acción. Y como el gobierno tenía que presentar una cara democrática dentro del nuevo esquema contrainsurgente, no tenía más remedio que permitir esos espacios. Aplicamos así la lucha legal usando instrumentos gremiales y combinado esto con enfrentamientos con el gobierno.

- Este fracaso de la política de acción cívica ¿a qué se debe más, a la conciencia de esas masas o a la incapacidad de hacer reformas profundas? Algunos piensan que si se hubiesen implementado realmente las reformas, ustedes hubieran perdido base de apoyo, ¿qué crees tú?

Yo te diría que los procesos no son tan lineales. A mi modo de ver, la reforma fracasa esencialmente por su carácter contrainsurgente, porque no busca realmente resolver problemas, ése es el factor principal. Y eso es lo que permite que nosotros podamos vincularnos a esa gente y lanzarlas a la lucha, porque la gente quiere tierra, quiere agua potable y ellos ofrecen mucho, pero no dan nada.

Otro elemento a considerar es que el presupuesto de la guerra limitó las posibilidades de utilizar los fondos para esa parte del proyecto. Con esto no quiero decir que no se hayan dado algunas modificaciones en la estructura de tenencia de la tierra, pero eso no ocultó que los cambios que hicieron están lejos de resolver el problema de fondo.

- Lo que tú estás explicando, ¿tiene algo que ver con el desarrollo del poder popular?

No, el poder popular es otra cosa. Cuando el ejército empieza a implementar la modalidad de tierra arrasada para arremeter contra la base social de la guerrilla...

- ¿Aquélla que se expresa como solidaria con la guerrilla...?

Yo diría que es aquélla que había venido del 81-82 con nosotros y que se había organizado bajo formas autogestionarias ante la necesidad imperiosa de sobrevivir. Estos campesinos estructuran toda su producción en función de las necesidades de la comunidad en apoyo a la guerrilla. El ejército los consideró como el agua para el pez y decidió arremeter contra la población civil. Muchos de los grandes operativos iban dirigidos fundamentalmente contra esta gente. Esto hizo que, en un primer momento, las masas tuvieran que trasladarse a zonas de refugio en la frontera con Honduras, pero luego que pasaban meses en el refugio, volvían a cultivar sus tierras, sacaban las cosechas, las compartían, regresaban... En esa situación se mantenían.

- ¿En qué año se dio la política de tierra arrasada?

Comienza en el 82, 83, pero ya a partir del 84, 85 se impone la modalidad de los bombardeos saturadores[10] en algunas áreas pobladas. No se trata ya de una política de barrer en forma indiscriminada, sino más bien de limpiar determinadas zonas, poniendo el énfasis de la acción en el resto del territorio.

- ¿Qué hicieron ustedes frente a la política de tierra arrasada?

Esos años del 81-82 fueron años bastante difíciles, porque no había qué comer. Lo que hacían nuestras unidades, como eran móviles, era andar comiendo papayas, raíces, frutas. No había posibilidades de sembrar. Las zonas estaban prácticamente cercadas por los anillos de defensa del ejército, que hacían con las unidades pequeñas que éste tendía alrededor de las áreas donde estaban nuestras unidades guerrilleras. A los pueblos no podíamos ir, porque allí había también pequeños puestos. Son años bastante difíciles, no sólo para la guerrilla, sino también para las masas, porque en todos esos movimientos, en esas travesías mueren muchos niños, porque a veces pasaban dos, tres o más días sin comer. Aun en esa situación de inestabilidad, fue importante el apoyo de los poderes populares locales, que daban parte de sus cosechas para abastecer a la guerrilla. Esto fue fundamental.

Ya en el 83-84, se amplían las posibilidades de un mayor abastecimiento, cuando obtuvimos una mayor expansión en el terreno y tenemos más capacidad de llegar a los pueblos; así el problema de los aseguramientos se va resolviendo. La gente, al ver que ya no está el enemigo, se lanza al saqueo. En Chalatenango, la mayoría de los pueblos que nos tomamos en el 82 fueron saqueados por las masas que se llevaban todo.

Pero ya a partir del 85, cuando se empiezan a dar los espacios de los que te hablaba, se produce un cambio. Esas masas se organizan como poder popular, luchando por su derecho a vivir en las zonas de origen. Y lo que hacen es comenzar a hacer proyectos de legalización. La primera experiencia en este terreno la realiza un grupo de pobladores desplazados que se organizan, se van a su pueblo y comienzan a reconstruirlo.

- ¿Estaba abandonado...?

Sí, estaba abandonado. Y ellos empiezan a repoblarlo. Toda aquella población civil que había logrado organizar alguna forma de poder popular, lo que hace es tratar de legalizarse, aprovechando el marco de apertura que da el proyecto contrainsurgente.

- ¿A partir de cuándo se empieza a dar este proceso de repoblación?

A partir del 85, y se va desarrollando hasta llegar a los grandes movimientos de refugiados desde Honduras hacia las zonas nuevas de retaguardia. Todo esto se hace ya sobre la base de una legalización de hecho en las zonas de control, ayudados de manera decisiva por el gran apoyo material y solidario que tienen de la comunidad internacional y de todas las organizaciones humanitarias de Europa y los Estados Unidos, en particular de la iglesia. Fue masivo en el 86 y el 87, en el marco de Esquipulas II. Las masas se ganaron este derecho mediante la lucha política.

Este proceso se vuelve, además, un factor de lucha en las zonas de control. Y esto es así porque ya el ejército no sólo se enfrenta a nuestras unidades guerrilleras, sino que está enfrentado también con esa población que para él es un estorbo. Saben que no la controlan y que una parte importante de lo que producen es para los guerrilleros.

Es en ese marco del repoblamiento, de la legalización, que comienzan a surgir estructuras abiertas con las que el régimen tiene que convivir. Se forman directivas de repobladores y toda una serie de nuevas estructuras que no están directamente ligadas al FMLN.

- Pero ¿ahí hay también gente que no es partidaria del FMLN?

Claro, por supuesto, aunque, de hecho, los que se fueron no eran todos del FMLN, sino que también estaban los confundidos, y gente que no tenía que ver con nada; simplemente porque vivían allí en las zonas conflictivas, ya que la política de tierra arrasada es eso, arrasar con todo lo que exista, sea o no simpatizante del FMLN. Incluso gente que había sido de ORDEN tuvo que irse, porque los bombardeos y las persecuciones eran indiscriminadas para toda la población.

 

V.

DESGASTAR AL ENEMIGO COMO REACCIÓN A LA ESTRATEGIA CONTRAINSURGENTE (1984-1988)

Pero nosotros terminamos también por readecuarnos frente a la estrategia contrainsurgente gringa, partiendo de dos ejes centrales: desgaste de sus tropas y expansión de nuestro trabajo hacia los centros urbanos, es decir, volcando nuestro esfuerzo al sur, ya que ellos trataban de presionarnos hacia el norte, a la zona fronteriza con Honduras.

El trabajo hacia la capital fue un esfuerzo fundamental, para ello también readecuamos parte de nuestra fuerza para lanzarlas a la expansión, al trabajo de organización de la población.

El otro elemento importante fue organizar nuestra fuerza para desarrollar la táctica de combate a los medios aéreos a baja altura.

El enemigo partía del hecho de que teníamos grandes concentraciones, su objetivo era golpear y derrotarnos. Para lograrlo realiza los cambios que ya te señalaba, más poder de fuego, más movilidad, más tropas, pero además dicen: mejoremos todo nuestro sistema de detección de la actividad insurgente. Meten toda la tecnología que tienen a través de aviones, de radares, en Honduras, en Panamá, en el comando sur y comienzan a realizar operaciones directas para detectar nuestros movimientos.

Elevan también la técnica en lo que se refiere a los medios aéreos. Pasan al A-37[11], aumentan el número de helicópteros, y comienzan a preparar ya las unidades élites para desarrollar a plenitud esa guerra de pequeñas unidades articuladas con el objetivo de destruirnos. A nuestras concentraciones les aplicarán gran cantidad de fuerzas. En el 82 tenían unos 12 mil hombres, ya para el 84 comienzan a subir hasta llegar a los 45 mil efectivos, o sea, cuadruplican la plantilla. En un área donde antes metían dos batallones, ahora meten 3 batallones concentrados, y se combina con el uso de los bombardeos.

- ¿Cuál fue la estrategia que ustedes diseñaron para hacer frente a esa estrategia enemiga?

No caímos en la trampa que nos quiso tender el general Vides Casanova, retándonos a desafiarlos en ese mismo terreno. Decidimos, por el contrario, no enfrentar al enemigo concentrado, sino dispersarnos en el terreno en unidades guerrilleras pequeñas, haciendo un uso más intensivo del armamento popular. Es ahí, en la práctica, donde nosotros vamos haciendo un readecuamiento, y como no logramos colapsar militarmente al ejército, entramos a una etapa que intentaba hacer más desgaste en el enemigo.

Los componentes de nuestra estrategia de desgaste y acumulación de fuerzas fueron: llevar a cabo una guerra altamente irregular con pequeñas unidades para desgastar las fuerzas enemigas y causarles el mayor número de bajas; una alta movilidad de nuestras tropas bajo el principio de dispersión y concentración, desarrollado el trabajo político en la población para ganar apoyo y crecer; fabricación de armamento popular, todo tipo de minas; cualificación de nuestras fuerzas en el terreno político-ideológico y técnico, con la formación de francotiradores, zapadores, unidades antiaéreas, comandos; llevar la guerra a la ciudad, principalmente a la capital.

- El hecho de que ustedes no hayan aceptado el desafío de Vides Casanova fue interpretado por el ejército y por una parte de la opinión pública mundial, como que el ejército había dado un paso adelante, modificando la correlación de fuerzas a su favor, lo que habría obligado a ustedes a replegarse, a dispersarse, ¿qué opinas tú de esto?

Lo que sucede en verdad es que, a partir del 84-85, con todo ese readecuamiento, el ejército toma la iniciativa en el terreno táctico, porque hasta el 83 estaba en una defensiva estratégica, respondiendo a la situación que le habíamos creado y, al mismo tiempo, pasa a la ofensiva en el terreno político. Esto sin duda influye en la percepción que se tiene en aquel momento de la situación salvadoreña a nivel internacional.

En las nuevas condiciones, donde el enemigo tenía una correlación militar de fuerzas muy superior, pasamos, desde el punto de vista militar, a una etapa de desgaste. Al mismo tiempo, buscamos la forma de vincularnos a las masas para activar y desarrollar todo el movimiento de masas, porque sabíamos que el proyecto contrainsurgente en marcha adolecía de muchos vacíos que podíamos aprovechar para acelerar su descomposición y para quitarle toda esa base social que había logrado engañar.

Lo que nosotros hacemos, en la práctica, es un readecuamiento estratégico con el objetivo de responder a la nueva estrategia enemiga; volver a retomar la iniciativa y pasar nuevamente a la ofensiva.

El enemigo, a su vez, pasa a un escalamiento mayor de la guerra en El Salvador. Lanza grandes operativos en nuestras zonas, sobre la base de infantería combinadas ya con la modalidad táctica de helitransportadas. Nos quiere llevar a una situación en donde ellos tienen la correlación a su favor. Nosotros dejamos de hacer operaciones con grandes concentraciones y decidimos dispersarnos en todo el territorio en pequeñas unidades, buscando plantear el combate en terreno ventajoso para nosotros: ponemos énfasis en las acciones operativas, es decir, golpeando con pequeñas unidades por todos lados, con francotiradores, minas, emboscadas.

- Si ustedes se vieron obligados a dispersar sus fuerzas después de haber tenido grandes concentraciones con las que dieron duros golpes al enemigo, ¿cómo entender que afirmen que con esta táctica pasaron a una etapa superior de la guerra?

Se trata de un escalón superior en el enfrentamiento, porque logramos empantanar al enemigo y obligamos a los Estados Unidos a profundizar su ayuda.

Nuestro enfrentamiento pasó a ser un enfrentamiento con los yanquis, aunque de forma indirecta, ya que éstos tomaron la conducción estratégica de la guerra. Abastecían en grandes cantidades a ese ejército, dirigían la conducción política, Duarte y el alto mando parecían sus títeres. El financiamiento se elevó a más de un millón y medio de dólares diarios y debimos enfrentarnos también a su más alta tecnología y al escalamiento de la guerra aérea de baja altura con el uso de helicópteros.

Pero además del enfrentamiento militar, fue dándose un enfrentamiento político. Se nos hizo necesario demostrar la inviabilidad del proyecto contrainsurgente en El Salvador y convencer a las masas de esto para poder derrotarlo y luchar por el cambio revolucionario.

Partíamos de la necesidad de derrotar la estrategia de guerra de baja intensidad y retomar la iniciativa táctica, y eso suponía una adaptación en la concepción, en la práctica misma, en el armamento adecuado para esa táctica. En el caso nuestro, ese readecuamiento se fue dando en el combate, es decir, en caliente, en la acción, y eso es lo que permite, en primer lugar, pasar a desarrollar toda la capacidad del armamento popular. A partir de ese momento, los combatientes comienzan a desplegar todas las iniciativas y a idear todas las modalidades posibles para infringirle bajas al enemigo de la forma más creativa que te puedas imaginar. Eso definitivamente logra impactar.

- ¿Cómo se desarrolló concretamente el manejo flexible de la táctica de concentración y dislocación de fuerzas?

Adoptamos la modalidad de dislocar nuestras fuerzas con dos criterios: primero, el de pegarlas a las zonas de expansión, es decir, a las áreas donde nos propusimos realizar un trabajo de organización de masas y guerrilla, fundamentalmente, las cabeceras de departamentos o aquellas zonas que militarmente eran importantes para generalizar la guerra de guerrillas en el país, para ganar a las masas y acumular en organización; segundo, el de dislocar a las fuerzas en el terreno para desgastar al enemigo, pero de tal forma que en una sola noche pudiéramos concentrarla para cumplir los objetivos estratégicos. En esta etapa golpeamos instalaciones de brigadas como la cuarta, la sexta, la octava y destacamentos militares.

- ¿Lograron el objetivo que se proponían con las masas?

Logramos generalizar la guerra en todo el país, esto no hubiera sido posible sin contar con el apoyo de las masas. Estimulamos la organización y la decisión de lucha contra el proyecto contrainsurgente del gobierno de Duarte.

- ¿Y cómo respondió el ejército ante este cambio del FMLN?

Comenzaron a tener dificultades, porque el accionar guerrillero les fue afectando la moral en el terreno del combate. Comenzaron a tener dificultades para moverse en las veredas, porque habíamos minado la mayoría de ellas; avanzaban y, en cada avance, tenían dos o tres bajas. Tanto es así que muchas unidades no avanzaban si no iba el oficial delante. Y tuvieron que obligarlos a avanzar de esa manera.

Todo eso les hizo más lento los movimientos, porque tuvieron que comenzar a utilizar medios para detectar minas, que son equipos bastante pesados, para ir abriendo la brecha. Y aun para dormir tenían dificultades, porque, como los compañeros se conocen bien el terreno, detectaban donde esas compañías iban a dormir y les minaban el lugar. En la noche, mientras dormían, tenían bajas y sorpresas producto de las minas. Se les comenzó a minar también los depósitos de agua, y como en el campo no hay muchos, el pánico cundió porque en la mañana, cuando bajaban a tomar agua, comenzaban también a tener bajas. A veces se quedaban en las casas y ahí se les dejaba una propaganda pegada a la pared, ellos llegaban, la arrancaban y se encontraban una mina. Se dieron una serie de innovaciones, pero la mina se fue convirtiendo en un factor decisivo para golpear la moral del enemigo.

También realizamos ataques nocturnos a los puestos de mandos en pequeñas unidades y golpes estratégicos con fuerzas concentradas.

- ¿Se puede decir que el uso de las minas fue una de las principales armas que empleó el FMLN en esta nueva etapa?

Así es, y fue lo que los empantanó, porque al golpear la moral generó una situación de verdadera desesperación en las unidades enemigas. En muchos operativos, cuando ya una unidad tenía más de 15 días de estar en combate, se comenzaban a desesperar, porque cuando menos se lo esperaban, por la noche o de día, cuando iban caminando por la vereda, tenían una baja por mina, o una emboscada, o de repente un francotirador. Cuando llegaban a evacuarlos se dieron muchos casos en que se peleaban por subirse al helicóptero, por salirse del terreno de combate, hasta llegar al extremo de darse casos en que simplemente no cumplían la misión, si veían que allí estaba minado o que se darían posibles emboscadas. Respondían por el radio a sus superiores que iban avanzando, que iban a tomar posiciones, pero, en realidad, no se movían. El armamento popular comenzó también a enfrentar los medios aéreos. A los helicópteros se les prepararon emboscadas, derribándose así a una gran cantidad de medios.

- ¿Qué nuevos tipos de armamentos inventaron ustedes?

Comenzamos a fabricar la mina saltarina[12] para combatir el desembarco de los helicópteros. Otras minas son la vuela pata o quita pie[13], mina de abanico[14], granada antiaérea, granada de fusil antipersonal, morteros caseros, rampas, lanza molotovs. En el 87 se fabricó la granada antiaérea, que es una granada disparada por un fusil, muy efectiva contra los helicópteros. Se desarrollaron muchas iniciativas, que nos permitieron enfrentar el escalonamiento que ellos hicieron al pasar a la guerra de baja altura. Ante el fracaso de las grandes concentraciones comenzaron con la última modalidad, la de las unidades de comandos.

- ¿Cuándo comenzaron con esta modalidad?

A partir de que ellos se empantanaron en esa estrategia de grandes concentraciones, comenzaron a combinarlas con el desembarco de tropas helitransportadas y con las operaciones de pequeñas patrullas. Esta modalidad consiste en fijar una unidad grande en el terreno y de allí la dislocan y la desplazan en cantidad de 5 ó 6, por grupos. Últimamente, como ellos no tienen capacidad para estar en todo el país con gran cantidad de fuerzas, algunas áreas las controlan sobre la base de bombardeos y de desembarco, pero con la modalidad de pequeñas unidades. Estas tratan de infiltrarse en el terreno para buscar los campamentos y tratar de golpear nuestras jefaturas, apoyándose en las redes de informantes que crearon en las periferias.

Pero esto no les resultó totalmente efectivo. Aunque golpearon algunas instalaciones de campamentos, hospitales, no lograron su objetivo: golpear a los mandos de los frentes. No lograron modificar la situación militar a su favor, fundamentalmente por la movilidad de nuestras unidades.

- ¿Cómo enfrentó el FMLN la nueva concepción del ejército salvadoreño de abandonar las grandes concentraciones y usar tropas móviles en operativos y patrullajes permanentes?

Para combatir esa nueva estrategia nosotros hemos desarrollado una gran movilidad; no permanecemos mucho tiempo en ciertas áreas, porque ellos tienen capacidad, por los medios técnicos con que cuentan, gonometría, exploración aérea diurna y nocturna, y alguna información que obtienen de esas redes que tienen en la periferia, para detectar nuestras posiciones. Además, hemos logrado encontrar la forma para golpear esas unidades con unidades comandos especializadas, golpearles sus asentamientos de noche y aprovechando maniobras de oportunidad. Pero lo principal es que les trasladamos la guerra a las ciudades y a su periferia.

Cuando pudimos profundizar el desgaste y expandirnos, al ejército se le plantearon problemas nuevos con una guerra generalizada en 12 de los 10 departamentos; la tropa ya no le era suficiente. Al mismo tiempo, al desarrollarse la guerra en la capital, se le abrió un nuevo escenario.

- ¿Qué importancia atribuyen al manejo flexible de la táctica de concentración y dispersión de fuerzas?

Esta táctica nos permitió desgastar al enemigo, preservar nuestras fuerzas, pero además no perdimos capacidad de golpear estratégicamente, aunque esto lo realizamos en forma más espaciada.

Nuestra experiencia muestra que así como es necesario la flexibilidad en la política, también es necesario tener una gran flexibilidad en el terreno militar; no cerrarse a esquemas tácticos, sino ir innovando en el terreno mismo. Nosotros no nos hemos aferrado nunca a una sola táctica, hemos utilizado la táctica del asalto, la emboscada, el golpe a tropas en movimiento; en una palabra, las hemos usado todas.

Actualmente en la ofensiva militar que estamos desarrollando, tampoco nos aferramos a una sola táctica. En este momento, el esfuerzo mayor está dirigido hacia las grandes ciudades para potenciar todo el insurreccionamiento del pueblo. Pero eso no quiere decir que no sigamos aplicando la emboscada, las maniobras en movimiento, dando golpes concentrados, o que dejemos de operar con pequeñas unidades. Por ejemplo, las operaciones que hemos hecho en la ciudad han sido con pequeñas unidades y hemos atacado cuarteles importantes.

- ¿Allí usan grupos especiales?

Tenemos fuerzas especiales y comandos, unidades de infiltración y ataque con alto poder de fuego, principalmente explosivos. Trabajan con el principio de atacar lo mucho con lo poco, por ejemplo, con tres hombres atacan una compañía enemiga que está en una barraca.

Todo esto no significa que no haya principios en la guerra, sí los hay, y nosotros los hemos aplicado, porque son válidos, como el de mantener la fuerza en ofensiva permanente; para ello hay que utilizar todas las formas de organización militar que existan. Nosotros hemos logrado desarrollar unidades milicianas, destacamentos guerrilleros, fuerzas especiales y ahora estamos construyendo lo que llamamos los destacamentos insurreccionales, que responden al creciente deseo del pueblo de incorporarse a la lucha armada, a la guerrilla.

Hay zonas en donde hay una gran cantidad de población que de día está trabajando normalmente, y por la noche agarra el arma y se incorpora a operaciones menores. Entonces, como tú ves, de lo que se trata es de utilizar toda la capacidad del pueblo, de las masas, tratando de que todo el mundo esté en combate, de que todo el mundo participe.

La gran flexibilidad que hemos tenido en el terreno militar es lo que ha permitido que sean más de 8 años que estamos en combate, y que hayamos podido ir derrotando cada uno de los escalonamientos a que los yanquis han llevado la guerra en El Salvador.

Actualmente tenemos neutralizada la guerra a baja altura.

- ¿En qué sentido neutralizada? He sabido que ustedes pueden derribar helicópteros hasta unos 400 ó 500 metros, pero ¿qué pasa con los bombardeos a mayor altura?

Estos bombardeos pueden desorganizar momentáneamente, pero son menos precisos y, como nuestro combate es pegado al enemigo, deben tener esto en cuenta antes de lanzarlos, razón por la que nos causan menos bajas.

Uno de los elementos que moraliza a la tropa enemiga es que cuando son atacados o para tomar una posición, cuentan con el apoyo inmediato de los helicópteros. Actualmente hemos logrado romper la efectividad de ese apoyo, por lo cual ellos están pasando a concentrar más aviones A-37 hasta 3 ó 4 en el punto donde son atacados.

A pesar del uso que ellos han hecho de helicópteros artillados, esto no ha impedido que nosotros hayamos tomado nuevamente la iniciativa táctica en el terreno militar. Como lo demuestra toda esta ofensiva que iniciamos en septiembre, en la que otorgamos una gran significación a la organización de las masas.

- Antes de que te refieras a esta ofensiva ¿qué pasa con los combatientes que se integran a una guerra que estiman de corta duración y ven que ésta se prolonga?, ¿Qué pasa con los combatientes, con su familia, con el problema humano de esta gente que está integrada a la guerra?

La experiencia que nosotros tenemos es que es muy difícil asimilar a todos los compañeros que se alzan en los momentos de auge del movimiento de masas a las fuerzas permanentes. Lo que sucede es que cuando hay un auge, una gran cantidad de gente llega con la idea de que ya se está en la etapa de definición de la lucha. Por ejemplo, después de nuestra ofensiva del 81 la guerra se prolongó y mucha gente regresó a la ciudad; ésa fue la que asesinó despiadadamente el enemigo, porque éste ya sabía que se había alzado en armas.

Creemos que esos momentos de auge deben ir acompañados de un profundo proceso de trabajo político-ideológico, que permita reafirmar la decisión de incorporación de toda esa gente y ganarla plenamente para los objetivos de la revolución.

Ahora bien, no es un secreto que la guerra afecta la vida del combatiente, que tiene sus implicaciones sociales. Pero también no es menos cierto que se desarrollan nuevos valores, porque

la convivencia en las unidades, en los campamentos, desarrolla nuevos valores fraternales, valores colectivos. Sin embargo, hay problemas que se le deben ir resolviendo a los combatientes, uno de ellos es el que tú mencionabas, el problema del contacto con su familia. En un primer momento, en nuestros frentes, como la mayoría de compañeros estaban incorporados a las fuerzas permanentes, el problema no era tan agudo, porque la familia estaba cerca, estaba en el refugio y, en muchos casos, toda la familia estaba incorporada.

Además, la misma relación que el combatiente establece con la población fortalece su sentimiento de que vale la pena luchar por ellos. Cuando llega un combatiente, la gente lo trata como a uno de sus hijos; ellos sienten ese calor de la población y es eso lo que los fortalece afectivamente.

No se puede negar que a medida en que se ha ido alargando la guerra, han ido surgiendo otros problemas. Muchos combatientes entran en la fase de querer tener hijos, y si no ven que hay una situación de definición rápida, sus necesidades se acrecientan. Precisamente por el 84, 85 se dio un fenómeno interesante: la natalidad aumentó en nuestras filas. Lo que hicimos nosotros fue llevar a las compañeras a esas áreas de repoblación, donde teníamos la base social para que tuvieran sus hijos o para que se los cuidaran. A algunas la maternidad las absorbe y se quedan, pero la mayoría regresa.

- ¿Hay muchas combatientes mujeres?

Sí.

- ¿Qué porcentaje, más o menos?

Un aproximado de 25 a 30%. Para darte un ejemplo, en un campamento donde hay un pelotón de unos 30 compañeros, 5 ó 10, son mujeres. Ellas están en tareas de cocina, de comunicación, pero también en tareas de combate. Y poco a poco han comenzado a llegar a los niveles de dirección, sobre todo a nivel de conducción, en las tareas de mando.

- Y siendo un ejército de composición esencialmente campesina, ¿cómo soluciona el campesino el problema de la sobrevivencia de su finca?

Ese problema se ha resuelto, en la mayor parte de los casos, por la vía de la comunidad. Esta asume esas cuestiones. Pero también se dan casos de combatientes que durante ciertos períodos del año van a trabajar en sus cultivos y después regresan con nosotros.

- ¿Qué papel le atribuyes a las operaciones de inteligencia del FMLN en el desarrollo de la guerra?

Ese es uno de nuestros pilares más importantes en nuestro trabajo, porque es fundamental conocer a fondo al enemigo; tenemos que saber cómo piensa, cómo actúa, cuáles son sus planes, y tenemos que buscar todos los mecanismos para obtener esa información. Quizás lo que más hemos desarrollado nosotros es la idea de incorporar al pueblo a todas las tareas de información. Ese trabajo juega un papel determinante para golpear al enemigo.

Una de las preocupaciones de las unidades guerrilleras en su vinculación con el pueblo, porque se trata de lograr, a partir de las masas, un trabajo de inteligencia para intentar conocer el movimiento del enemigo y poder, de este modo, golpearlo de manera certera.

- ¿Y no realizan un trabajo con el ejército enemigo?

Sí, también la labor hacia los soldados es otra de nuestras tareas, porque ?como hablábamos al principio?, nosotros partimos del supuesto que la mayoría de los soldados es gente que, de hecho, está con la causa revolucionaria y que está en el ejército debido a que ha sido reclutada a la fuerza. El soldado se encuentra ahí por disciplina, pero no porque está ganado y convencido para la causa del enemigo.

Nosotros buscamos levantar sus reivindicaciones y hacer que ellos las adopten. Uno de los principales problemas que tiene la tropa es el problema del trato; el otro, es que ha tenido últimamente dificultades para sacar a los heridos de las zonas de guerra. A partir de esas demandas, les demostramos el derecho que tienen a la insubordinación. Esta ha sido una labor permanente dirigida a través de la propaganda, a través del contacto que tenemos con la población, a través del trabajo con los familiares de los soldados.

- ¿La tropa del ejército es fundamentalmente de origen campesino?

Sí, el grueso es de origen campesino, aunque también reclutan en las áreas urbanas y suburbanas.

- ¿Y cómo hace el ejército ese reclutamiento?

Se trata de un reclutamiento forzado. Para estos efectos, el ejército lanza sus operativos en los pueblos, a la gente las sacan a veces hasta de las casas. Eso ha provocado bastante descontento. Hay ciudades donde los padres se han movilizado y han ido al cuartel a exigir que les regresen a sus hijos; algunos logran evadir el reclutamiento a través del soborno. En este último tiempo, hemos constatado que muchos de estos reclutas aprovechan los ataques para desertar.

- Este fenómeno de la deserción y de la baja moral de la tropa enemiga, ¿a qué lo atribuyen?

Esto se puede atribuir a varios factores. Uno de ellos tiene que ver con el hecho de que han visto que nuestra causa es la causa del pueblo, y que la población está con nosotros. Incluso estas giras que hizo la comandancia por América Latina tuvieron un impacto fuerte en la tropa. Al ver que los presidentes y dirigentes a nivel mundial nos reciben, se les rompe el esquema ideológico que les han metido acerca de que somos comunistas, terroristas, de que estamos aislados.

Todo esto, más la prolongación de la guerra sin ver triunfos militares, contribuye a minar la moral de esa gente. Lógicamente, hay niveles y el nivel de la tropa es distinto al de la oficialidad y al del alto mando.

- La propuesta de las elecciones tiene que haber causado conmoción dentro del ejército...

Ha causado una conmoción tal que hasta han andado haciendo labor en los cuarteles para que no se discuta. Y uno de los grandes problemas que ellos le ven a la cuestión electoral es esa descomposición que produce en la tropa y en la oficialidad. Estas han visto que la posición del alto mando es una posición cerrada, y dicen: “hay una propuesta de paz y nosotros aquí peleando, de pronto se llega a la paz y yo vine a morir aquí, hay que esperar a ver”. Y eso aumenta la desmoralización y descomposición. Todo ese discurso de que el FMLN es terrorista va perdiendo credibilidad con esta propuesta y con el creciente reconocimiento que el FMLN tiene a nivel mundial.

- ¿No crees que ellos puedan estar pensando que ustedes están haciendo un doble juego?

Algunos pueden creer eso, pero lo que se siente ahora es que todo lo que estamos desarrollando, tanto en el campo político, como en el militar y de masas, va creando una situación cada vez más favorable para nosotros en el terreno enemigo, porque lo empieza a dividir y a descomponer.

Todo el mundo se ha identificado con esta propuesta, ya que consideran que puede posibilitar el alcance de la paz. Pero, además, con ella hemos resuelto, en cierta medida, uno de los grandes problemas que señalaban nuestros compañeros de la ciudad. Ellos nos decían: bueno, todo el mundo está hablando allí de las elecciones y el FMLN está en la guerra; los partidos están debatiendo acerca de los distintos hechos políticos, y el FMLN es el gran ausente; políticamente no se le ve como una fuerza real; es una fuerza que está con el pueblo, pero que no se ve. Hoy esos compañeros de la ciudad pueden ver que sí hemos logrado constituirnos en el centro de la discusión política, que tenemos la iniciativa y el enemigo está desconcertado.

Nuestra propuesta obligó a la Democracia Cristiana ha salirse del centro y en el centro del debate está nuestra iniciativa. Por consiguiente, ya los gringos no pueden manejar lo de las extremas, extrema derecha y extrema izquierda, porque son ellos mismos los que se han puesto a la extrema con no querer la paz.

La iniciativa no prosperó, esto confirma que ARENA, el alto mando y los gringos no quieren una negociación real. Pero las masas identificaron al FMLN como a la única fuerza capaz de presentar planteamientos realistas, creíbles, de solución. Esto se evidenció en el llamado a la abstención que hizo el FMLN. El pueblo respondió absteniéndose de votar, anulando la papeleta o votando por la Convergencia Democrática. Los resultados expresaron un respaldo al FMLN y un repudio a la DC. El Partido ARENA ganó con los votos duros[15] más la votación tradicional, pero con un porcentaje mínimo de la población apta para votar. Sacó el 20%, con la población que sacó el carnet se elevó al 31%.

A partir de que ARENA toma el poder, su gobierno, el gobierno de Cristiani, mantiene una tendencia acelerada al desgaste, aumentan las divisiones internas, cada vez se aísla más y es claro y evidente el surgimiento de un amplio movimiento opositor.

- Ustedes le han hecho una enorme cantidad de bajas al ejército. ¿Tienes un balance aproximado del número de bajas?

Nosotros calculamos que hasta junio de 1989 les habíamos aniquilado dos ejércitos de acuerdo a los efectivos que ellos tenían al comienzo de la guerra.

- ¿Cuáles eran los efectivos al comienzo de la guerra?

Unos 12 mil efectivos, después pasaron a 30 mil y hoy llegan a 45 mil. Para un territorio de 21 mil kilómetros cuadrados es un ejército enorme; creció tres veces a partir de entonces. El esquema gringo descansa en lograr armar una fuerza con alto poder de fuego.

- ¿Cómo se pueden comprobar estas cifras que tú señalas? He oído decir que por lado y lado las cifras se han abultado...

Cada año el Ministerio de Defensa presenta unas cifras de bajas bastantes conservadoras, pero lo que sí éstas evidencian es un desgaste importante en el ejército que se ha venido acumulando desde 1984, lo que ha llevado a realizar reclutamiento forzoso entre la población y que ha provocado un creciente malestar.

El fenómeno más destacado es el abultamiento que el Comité de Prensa de la Fuerza Armada, COPREFA, hace de nuestras bajas.

Nuestra propaganda trabaja con los partes de nuestros mandos, que, a veces, inevitablemente, tienen algunas imprecisiones, principalmente en las emboscadas con minas, en los golpes nocturnos; pero siempre se tratan de precisar a través del rastreo de las comunicaciones enemigas.

Te voy a contar una anécdota. En el informe que presentó a la asamblea legislativa el ministro de Defensa, Larios Guerra, habló de alrededor de 3 mil bajas guerrilleras de mayo del 88 a junio del 89. Luego, en una conferencia de prensa, un periodista le preguntó que cómo se explica que si Vides Casanova había declarado anteriormente que los guerrilleros eran menos de cuatro mil, para este reducido número de guerrilleros que quedarían vivos se estuviera pidiendo al congreso de Estados Unidos una ayuda de 1 millón y medio de dólares.

- ¿Qué posibilidades tiene el ejército de resolver la necesidad de reemplazar y de aumentar los efectivos?

Todavía tienen mecanismos para poder mantener y reponer, pero sobre la base del reclutamiento forzoso que se eleva al 80%, el restante 20% es voluntario o por supervivencia. El producto de esto es una tropa que va acosada, que en un momento de crisis puede desertar, puede resquebrajarse. El ejército tiene dificultades objetivas para su crecimiento, por eso están tratando de meter una ley de servicio militar obligatorio.

- ¿Antes no era obligatorio?

No era obligatorio, pero era forzado y es forzado. Ahora lo que quieren es ampararse en las leyes para poder reclutar a sectores de capas medias, de estudiantes, ya que en el campo se les ha agotado toda su fuente de reclutamiento. Pero justamente es en ese sector de capas medias donde se da más el soborno para evitar ser enrolado. Incluso están tratando de implementar una ley para reclutar en el exterior, en los campamentos de refugiados.

- Pero eso se les puede volver un arma de doble filo, ¿no crees?

Pero claro que se les puede revertir. Ellos están buscando hacerlo en algunos lugares como Costa Rica, donde hay un número considerable de refugiados salvadoreños. Lo que sucede es que cada vez se les van agotando más las fuentes de reclutamiento por todo este desarrollo de la lucha de masas.

 

VI.

NUEVA OFENSIVA DEL FMLN (FINES DEL 88 COMIENZOS DEL 89)

- A tu juicio, ¿quién tiene hoy la estratégica, el ejército o ustedes?

Hay que partir que estamos en un proceso de superar la fase del desgaste, pasando a la ofensiva continua y sostenida, con el objetivo de golpear militarmente al enemigo e incidir políticamente en las masas. Hemos lanzado ofensivamente todo lo acumulado a partir del 84.

En el terreno militar, nosotros tenemos actualmente la iniciativa. Y podemos decirlo porque hemos mantenido un esfuerzo ofensivo sostenido, combinando todas las fuerzas e incorporando fuerzas nuevas. No sólo hemos empleado a las fuerzas permanentes y a las fuerzas altamente tecnificadas, sino también a las fuerzas recién incorporadas. Eso nos ha dado mayor capacidad para mantener un ritmo sostenido y a nivel nacional.

A partir de septiembre de 1988, lanzamos una campaña que nos ha permitido llevar la guerra a la ciudad. Esto ha hecho que el enemigo ahora intente lanzar operativos a nuestras zonas de control para desarticularnos e impedir nuestra ofensiva, pero nosotros estamos en todos lados. Hemos pasado de maniobras regionales, en donde tensionábamos todas las fuerzas de un frente, a maniobras más nacionales en donde estamos tensionando de manera simultánea a todas nuestras fuerzas. Eso nos da más capacidad operativa.

La guerra urbana, principalmente en la capital, ha dado un salto cualitativo. De la etapa de desestabilización estamos desarrollando la etapa de concentración de comandos urbanos, lo que permite atacar cuarteles estratégicos, la base de la fuerza aérea, golpear a las cabezas político-militares enemigas y desarrollando, al mismo tiempo, toda la acción de armada y agitación en los barrios.

-¿Qué salto cualitativo, si se puede llamar salto cualitativo, han dado ustedes desde 1985 hasta ahora que les ha permitido hacer todo esto?

A partir de lo acumulado desde el 84, desde el punto de vista militar, logramos un proceso de crecimiento, concentración de fuerzas, guerra urbana, maniobras regionales y nacionales, gran simultaneidad en los golpes pequeños, medianos y grandes y el embate de incursiones en las ciudades. Pero esto se explica fundamentalmente por nuestra ligazón con las masas. Eso es lo que nos ha permitido llevar la guerra a la ciudad, concretamente llevar la guerra a la capital, en donde han crecido nuestras unidades, y donde, además del crecimiento de nuestras unidades, hemos logrado desarrollar una acción permanente con los comandos urbanos. Y el otro salto es la incorporación de nuevos contingentes de tropas, a los que hemos llamado “destacamentos insurreccionales para la acción armada”.

- ¿Qué diferencia existe entre estos destacamentos insurreccionales y las milicias a las que te referías con anterioridad?

Los destacamentos insurreccionales son masas combativas semiarmadas, ligadas a las masas en su lugar de vivienda o trabajo, que apoyan las acciones de diversión, como el bloqueo de carreteras o el traslado de materiales explosivos y armamento casero.

Esto es lo que nos ha permitido mayor simultaneidad, mayor capacidad operativa e ir adecuando el esfuerzo militar a toda la acción política. En ese sentido estamos ahora desenvolviendo la acción militar con un gran contenido político. La acción en las ciudades lo que busca es reactivar la capacidad insurreccional de las masas.

Este salto cualitativo se ha dado combinando la guerra campo-ciudad. Y estamos comenzando a dominar, como ya te señalé, la guerra a baja altura, en la medida en que hemos logrado desarrollar el armamento popular adecuado para combatir contra los helicópteros. Este logro nos permitirá realizar acciones más contundentes en el campo. Hasta ahora los medios aéreos, y fundamentalmente los helicópteros, habían sido un factor moralizador para la tropa enemiga. Cuando una de sus unidades estaba en dificultades, ellos sabían que podían resistir horas, y que llegaría el refuerzo, principalmente aéreo. Eso los moralizaba y los hacía mantenerse en combate.

Otro aspecto a tomar en cuenta es la situación sicológica en que están los pilotos, que es crítica. Entre ellos hay muchos casos de psicosis en el Hospital Militar. Como medida preventiva los obligan a volar a mayor altura, sobre los 800 metros.

Todos esos son elementos nuevos, que pueden ir generando nuevos factores de crisis en el ejército. Nuestra acción militar ligada a las masas es un elemento que los militares consideran altamente peligroso.

- ¿Cómo logran ustedes llevar la guerra a las ciudades? Ese es el gran dilema por el que atraviesan otros movimientos revolucionarios que cuentan con una fuerza construida en el campo y no logran acercarse a las ciudades...

Cuando decimos que hemos llegado a la ciudad no nos referimos a un fenómeno de traslación, es decir, a que hemos trasladado la guerra del campo a la ciudad, sino que, en la ciudad, producto de toda esta reanimación de la lucha agitativa de las masas, de la lucha política, hemos logrado crear unidades armadas que van desde la autodefensa hasta la unidad de comando. Eso solamente lo hemos podido desarrollar a partir del 87-88 por el incremento de la acción de las masas. Eso es lo que nos da capacidad para operar en la ciudad con pequeñas unidades de combate y con armamento popular. Así hemos atacado, por ejemplo, a la fuerza aérea. Se trata de rampas a través de las cuales impulsamos a distancia gran cantidad de explosivos.

Eso ha implicado también llevar algún armamento a la ciudad, pero, fundamentalmente, es un fenómeno surgido en el seno mismo de las ciudades. La experiencia de traslado de fuerzas del campo a la ciudad ha tenido resultados negativos. Después del 81, hemos hecho esfuerzos en ese sentido, pero eso no nos resultó, ni nos permitió desarrollarnos...

- ¿Por qué no resultó?

La experiencia de trasplantar fuerza del campo a la ciudad creo que a ninguna organización le funcionó, porque lo que determina el surgimiento de una fuerza es la base social, conocer el terreno, en este caso el de la ciudad, conocer la sicología del enemigo.

El fracaso de esas organizaciones se debió a que no tenían base social, no se contaba con un amplio movimiento de masas que fuera sensible a su acción militar

Pero en la medida en que nosotros comenzamos a rehacer nuestro trabajo con las masas de la ciudad, estas mismas masas fueron desarrollando estos instrumentos de lucha, y eso fue generando condiciones para construir unidades. Con esas unidades actuando hemos podido tener un accionar permanente en una capital como San Salvador; fenómeno que también se está desarrollando en otras ciudades como San Miguel, Santa Ana y Usulután.

- He oído muchas críticas a los coches bombas, ¿qué objetivos buscaban con su uso? ¿No crees que a pesar de que se lograba atacar objetivos militares, de hecho su uso perjudicó políticamente al FMLN?

Primero quiero decirte que la posibilidad de asociarlos a los coches bombas usados en el Medio Oriente, permitió al enemigo usarlos como pretexto para vincularnos con el terrorismo.

La experiencia nuestra es que trasladamos las rampas caseras o catapultas a las ciudades, las montamos sobre vehículos, principalmente de transporte de carga y allí las accionábamos; realmente eran unas katiuskas caseras. Pero esto tuvo una falla técnica, la carga impulsora producía una onda expansiva, que dañaba a unos tres metros a la redonda y otro aspecto negativo era su falta de precisión.

¿Tú te imaginas eso aplicado a una capital, tan densamente poblada como la nuestra? Al final dañamos a la población civil, por lo cual suspendimos su uso.

Nuestra intención nunca ha sido afectar a la población civil. En San Salvador sólo hubo una operación con coches bombas y tuvo efectos negativos, por errores técnicos fundamentalmente, porque ese explosivo tenía que haber sido colocado en otro lugar y lo colocaron en un área comercial muy frecuentada por la población. Eso le ha dado posibilidades al ejército para manejarse y asociar el terrorismo con esas acciones. En general hemos constatado que la población civil no ve bien esas operaciones.

El problema es que en El Salvador los cuarteles están ubicados en el centro de la ciudad, rodeados de población civil y, por lo tanto, las rampas, como son rampas artilladas, cuando explotan tiran una onda expansiva que afecta, aunque no sea ése el objetivo, a todos los que están alrededor del blanco. Esa situación la estamos estudiando para hacer los ajustes necesarios, sobre todo a nivel político.

El FMLN ha sacado una declaración en la que anunciamos la suspensión del uso de estas modalidades, aunque mantenemos de manera firme que los cuarteles siguen siendo nuestros objetivos militares en las ciudades principales, y que, en virtud de ese hecho, los seguiremos atacando, buscando que las operaciones no afecten a la población civil.

- Y sobre los sabotajes, ¿qué balance han hecho?

El sabotaje económico ha sido una de nuestras líneas de operaciones a partir del apoyo gringo al escalonamiento de la guerra. Inicialmente fue dirigido contra los principales rubros de exportación: café, algodón, caña de azúcar. Lo que se pretendía era bloquear la economía para abortar el proyecto contrainsurgente. Con ese mismo fin comenzamos a hacer los cortes de la energía eléctrica, los que, desde el punto de vista militar, han obligado al ejército a dispersar sus fuerzas para proteger las torres y repararlas.

También se ha realizado el sabotaje al transporte. En un primer momento, lo hicimos en respuesta a los operativos saturadores que lanzó el ejército contra nuestras zonas. Progresivamente hemos venido utilizándolo en apoyo a las demandas populares o en defensa de las mismas.

Evidentemente, el sabotaje tiene efectos negativos sobre determinados sectores de la población civil, es difícil que acciones de este tipo no la tengan, me refiero en particular a los sectores medios, por el daño que estos cortes de energía causan muchas veces a los aparatos electrodomésticos. También nos damos cuenta de las incomodidades que puede generar un paro del transporte. En un primer momento, el ejército intentó revertir esa situación a su favor mediante la guerra sicológica, pero a medida que la población fue comprobando que esos golpes contundentes afectaban fundamentalmente a la oligarquía, la campaña no les dio el fruto esperado, más bien se han visto obligados a cambiar los planes y destinar fuerzas para defender las cosechas.

- De todo lo que tú me dices, ¿crees que puede deducirse que la estrategia contrainsurgente ha fracasado?

No me cabe duda que la política reaganiana para Centroamérica ha fracasado y eso está obligando a Bush a buscar otra fórmula, impulsando las negociaciones. En 1988 la contra fue derrotada militarmente por el Frente Sandinista y en El Salvador fracasó el gobierno demócratacristiano de José Napoleón Duarte y con él, el proyecto contrainsurgente de fachada DC. No ganaron ni la mente ni el corazón del pueblo con la acción cívica y fracasaron en la estrategia militar. Por el contrario, nosotros somos más fuertes, hemos crecido, estamos en las ciudades, tenemos la iniciativa táctica y estratégica.

Yo considero que el proyecto está fracasando, en primer lugar, porque la base social que ellos creyeron haber formado se les dividió, el Partido Demócrata Cristiano se les dividió y la población ha podido comprobar que no han podido derrotarnos militarmente, muy por el contrario, ven que vamos creciendo. Ahora bien, si nosotros hemos podido derrotar el proyecto contrainsurgente es porque hemos combinado siempre la acción política con la acción militar.

- Respecto a la ayuda norteamericana al régimen salvadoreño, ¿crees que ella tiene un tope o puede aumentarse indefinidamente?

La ayuda económica se ha venido incrementando desde la llegada de Reagan al poder. En estos 8 años son más de 3 mil millones de dólares los que se han invertido en El Salvador para el escalonamiento de la guerra. Pero, a pesar de ello, en la reunión de comandantes de ejércitos americanos el comandante de las fuerzas armadas salvadoreñas afirmó que esa ayuda era insuficiente, que era una miseria por el hecho de ser Estados Unidos una potencia. Y esta afirmación surge del convencimiento que tiene el ejército de que es un error considerar la guerra en El Salvador como una guerra de baja intensidad. Ellos sostienen que lo que hay en realidad es una guerra total, que debe ser exterminada de raíz e, incluso, se discute que lo que se necesita en El Salvador son otros 250 mil muertos.

Yo considero que el límite está dado por el fracaso de la administración Reagan no sólo en El Salvador, sino en la región, que ha cambiado la situación del imperialismo. La ayuda continúa, pero bajo nuevas modalidades, intentando revertir la situación política que les es desfavorable.

- Hay quienes sostienen que ustedes han sido los que han dado el salto militar más importante dentro del FMLN, ¿cómo se explica este hecho?

Lo que pasó es que hicimos dislocación organizada, prestamos atención a preparar oficiales, a especialidades como zapadores, francotiradores, comunicaciones, administración, trabajo político, fogueo combativo de tropas, combinando los combatientes viejos con los nuevos en el combate.

Realizamos un reclutamiento selectivo en las zonas de expansión, en los refugios y en la repoblación; preservamos los ejes fundamentales, jefaturas y combatientes fogueados. Esto permitió construir fuerzas de unidades guerrilleras permanentes de ejército, agrupaciones, fuerzas especiales, columnas guerrilleras, milicias rurales, comandos urbanos, milicias urbanas, destacamentos insurreccionales y tropas de aseguramiento.

Yo creo que el salto militar ha sido posible, porque nosotros hemos logrado mantener unidades militares que han permitido preservar la acumulación. Hoy podemos contar con una unidad de fuerza bastante cualificada, y es esa fuerza especial la que se ha utilizado en operaciones concentradas, ya que tiene la capacidad de infiltrar cualquier objetivo militar, posibilitando que las acciones sean contundentes. Además, nosotros le hemos prestado bastante atención al desarrollo de la fuerza permanente, es decir, a las unidades guerrilleras que vienen desde el 81 en adelante. Alrededor de esos jefes más experimentados hemos mantenido siempre una fuerza permanente.

- ¿Entonces ustedes no se dispersaron?

Lo que realizamos fue una dislocación organizada en un mismo teatro de operaciones, ejemplo, un destacamento se dislocó en pelotones. Un pelotón por escuadras en un área geográfica próxima, manteniendo el nivel de jefatura y mando dislocador y luego reagrupador. Se mantuvo la columna vertebral de nuestro ejército con fuerza permanente.

- ¿No fue eso mismo lo que hicieron otras fuerzas?

No, lo que ellos hicieron fue dislocar de una zona a otra y de un frente a otro y por eso perdieron capacidad para golpear objetivos más contundentes. Lo que nosotros hicimos, en cambio, fue ir fortaleciendo y manteniendo esa unidad, y eso es lo que nos permite dar golpes de aniquilamiento.

Por eso pudimos realizar la operación contra las instalaciones militares en Entre Ríos, La Paz, que consistió en incursionar y aniquilar. Allí había una base militar con dos compañías y un batallón de milicos. Nuestra fuerza especial que opera en base a explosivos, penetró en las instalaciones y lanzó 700 cargas explosivas arrasando por completo con esa base. Ganamos capacidad de aniquilamiento no sólo en Chalatenango, sino también en San Vicente.

- ¿Qué balance hace el FMLN de las operaciones diurnas y simultáneas que comenzaron a realizar en el 89?

Llegar al grado de simultaneidad operativa alcanzada, ya sea en operaciones pequeñas de apoyo a una operación estratégica, o en el caso de simultanear varias operaciones estratégicas, significa ser capaces de mantener un proceso ofensivo continuo. Pasamos de la maniobra zonal o regional, que equivale a simultanear varias operaciones en un frente, a una a nivel nacional. Ya para el 19 de marzo de 1989, atacamos alrededor de una treintena de posiciones, obligando al enemigo a actuar a la defensiva y con bastante precaución. Tiene dificultad para reforzar a sus tropas atacadas, para usar el apoyo aéreo de helicópteros y los desembarcos helitransportados.

Esto ha permitido ganar experiencia en prolongar los combates por más tiempo, va a ir posibilitando el aniquilamiento, lo que permite recuperar armamento, hacer prisioneros. Ganar más horas de día, o prolongar el combate por un día, crea condiciones para maniobrar en el terreno, ya sea para cercar, rendir o aniquilar fuerzas.

Se vuelve a la vez un factor de acumulación de disposición combativa en las masas, que en un primer momento miraba por las hendiduras de las puertas a los guerrilleros, pero que, poco a poco, ha comenzado a brindar su apoyo a nuestros combatientes y en algunos casos a participar en tareas, ya sea evacuando o sirviendo de guía.

Combatir de día, sobre la base de una dispersión del enemigo, permite que nuestras unidades puedan permanecer más tiempo emboscadas en las carreteras y maniobrar contra los refuerzos.

 

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[1] Estos comités surgieron en 1978 debido a la necesidad de darle una mayor coordinación a la lucha reivindicativa del barrio y a las tareas de defensa y vigilancia debido al incremento de la represión.

[2] 300 hombres operativos.

[3] Cuando se concentraron tres batallones, 1200 hombres, se logró formar como FMLN, la brigada Rafael Arce Zablah, la agrupación de batallones Felipe Peña Mendoza, el destacamento Luis Alberto Díaz, la brigada Rafael Aguiñada Carraza y los batallones Carlos Arias.

[4] Unidad militar del ejército enemigo de 180 hombres.

[5] Fusiles automáticos empleados por el ejército yanqui.

[6] Ametralladoras calibre 50, que utilizaban las tropas de infantería.

[7] Mortero 60, también utilizado como pieza para desorganizar la tropa.

[8] Mortero 81 de fabricación norteamericana para apoyar a las unidades de infantería.

[9] Pieza norteamericana de artillería utilizada para el asalto de posiciones.

[10] Este alto mando señaló las zonas de control como áreas libres de tiro, por lo que eran barridas con ataques constantes en los cuales participaron 3 A-37, lanzando bombas de 250 kilos a 500 kilos. Estas áreas eran permanentemente cañoneadas o mortereadas.

[11]. Avión de combate empleado contra la guerrilla. Fue utilizado en Vietnam.

[12] Caja con varias minas o granadas que al ser activadas estallan a una altura de 10 a 15 metros, lo que permite derribar helicópteros.

[13] Mina que se pone en las veredas y se activa al pisarla.

[14] Se emplea en las emboscadas de las carreteras o calles contra los transportes militares.

[15] Los votos de la gente ideologizada, que ARENA logró movilizar y unir de toda la derecha.