LOS ESPECIALISTAS MILITARES Y EL
EJÉRCITO ROJO

ACLARACIONES INDISPENSABLES
(ACERCA DE LOS SPETZ)

23 de abril de 1918

Algunos especialistas militares se han dirigido a mí para hablarme de los términos injuriosos que, según los periódicos burgueses, parece emplear el presidente del soviet de Petrogrado cuando se trata de la participación de los antiguos generales en el trabajo de creación del ejército obrero y campesino. No he encontrado tales expresiones en los informes oficiales de la prensa soviética y considero más verosímil que el fondo del incidente sea una intriga periodística premeditada con el objeto de minar el trabajo del poder soviético, que quiere asegurar la capacidad defensiva del país.
En todo caso creo indispensable fijar las siguientes medidas, que han tenido toda la aprobación del Comité Ejecutivo Central, es decir, la del más alto órgano de poder en el país.

1. Necesitamos una forma armada efectiva construida sobre la base de la ciencia militar. La participación activa y sistemática, de especialistas militares en todo nuestro trabajo es por esa razón una necesidad vital. Se debe garantizar a los especialistas militares la posibilidad de unir honestamente sus fuerzas a la obra de creación del ejército.

2. Necesitamos un ejército soviético, es decir, un organismo militar que responda a la índole del poder obrero y campesino. Garantizar esta conformidad es la misión esencial del Instituto de los Comisarios para la Guerra.

3. Las clases trabajadoras, a las que pertenece el poder en la República Soviética, tienen el derecho de exigir de los especialistas militares, cualquiera que sea su convicción política, una colaboración leal con el régimen, dentro de los marcos en que cumplen sus funciones. Todo abuso de confianza para con el poder soviético debe ser severamente castigado. Al mismo tiempo los obreros y campesinos deben y pueden referirse a esos especialistas, militares y demás, que unen sus esfuerzos para la elevación de la potencia económica y militar de nuestro país agotado y momentáneamente debilitado, con un aprecio total.
Por mi parte, considero necesario añadir que los antiguos generales, aunque de espíritu conservador, que trabajan conscientemente en las actuales condiciones, difíciles y desfavorables, merecen de parte de los trabajadores un aprecio infinitamente mayor que esos seudos socialistas que intrigan en diferentes refugios y que con una impotente animosidad esperan la caída del poder de los obreros y campesinos.


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