Salvador Allende

Salvador Allende Proceso de cambio factible dentro de cauces legales. Entrevista del periodista y diplomático boliviano Mario Guzmán Galarza 


Pronunciado: El 18 de junio de 1971.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2 de febrero de 2016.


El año 1962 fue la penúltima vez que estuve en La Moneda, con motivo de una recepción ofrecida en honor de los ministros de Educación de las naciones latinoamericanas. Eran los tiempos del Presidente Jorge Alessandri, el hijo del León de Tarapacá, un cachorro entrado en años que gustaba del protocolo y de la solemnidad. Los aristócratas del cobre, del guano y del salitre se exhibían en palacio, en los salones a los que nunca tuvieron acceso los obreros y campesinos de Chile. La oligarquía era, por aquel entonces, la dueña de casa.

Durante mi reciente visita a Chile pude comprobar que se ha producido un cambio con el triunfo de la Unidad Popular. La Moneda es del pueblo. Y los trabajadores tienen libre acceso al histórico palacio de gobierno. Hace unas semanas pude asistir a una audiencia concedida por el Presidente de la República, doctor Salvador Allende, a los dirigentes nacionales y provinciales de las organizaciones campesinas así como a los representantes de las cooperativas agrarias.

Acompañado por el ministro de Agricultura, Jacques Chonchol, el primer mandatario dialogó cordialmente con los campesinos y aludió con franqueza a los problemas de su gobierno. Al manifestar que la línea política la dirige el Presidente definió el principio de autoridad y advirtió que el primer deber es trabajar y hacer producir la tierra, porque si no se cumplen los niveles de producción todo se vendría abajo. En una sola frase reveló el contenido profundamente humano y el carácter democrático de su gobierno, cuando dijo a los campesinos: “Ustedes no sólo tienen el derecho sino la obligación de decirme lo que piensan”.

No había visto al doctor Allende en muchos años y deseaba saludarle personalmente.

Recordaba las veces que nos reunimos en el Senado, en otros tiempos, para tomar el “once”, o sea el té, con los amigos socialistas. Ahora era distinto, se trataba del Presidente de la República, del hombre abrumado por el trabajo y las responsabilidades dc una gran empresa política; la construcción del socialismo en Chile. Afortunadamente, una oportuna intervención de la compañera Lydia Gueiler, exiliada en Santiago y ex presidenta de la Unión de Mujeres de Bolivia, le hizo saber al Presidente Allende que deseaba entrevistarle. Y poco tiempo después recibía una amable invitación para visitarle en La Moneda.

En palacio fui recibido por el edecán de servicio, comandante Araya, quien me introdujo a la sala de recibo y luego me abrió las puertas del despacho presidencial. El Presidente Allende me recibe con un cordial abrazo. Conversamos un poco y luego le pedí permiso para formularle algunas preguntas de interés periodístico. Accedió de inmediato y respondió, sin cuestionario alguno, con la franqueza y la seguridad del hombre que conoce su destino.

La entrevista se desarrolló de la siguiente manera:

 

Mario Guzmán Galarza: -Señor Presidente, ¿cómo…?

 

Salvador Allende: -¡Compañero Presidente!

 

Mario Guzmán Galarza: -Con mucho gusto y muy honrado en poder llamarle así: Compañero Presidente, ¿cómo se puede definir el actual proceso político de Chile?

 

Salvador Allende: -En realidad, es difícil definir. Es mejor decir, que es la culminación de una etapa política que tiene muchos años de maduración. Usted sabe perfectamente bien, que Chile fue uno de los tres países del mundo que tuvo un gobierno de frente popular en 1938. Con esto le quiero señalar que ya en esa época hubo un entendimiento entre los partidos de la clase obrera, socialista y comunista, y los partidos de la mediana burguesía: el Partido Radical y el Partido llamado, Democrático. En esa época, hasta ahora, pasando por distintas alternativas, Chile, sobre todo, permitió el entendimiento desde hace 15 años de los dos partidos de la clase obrera: comunista y socialista. Con ello se obtuvo una vasta zona de influencia; sobre todo en el campo sindical se fortaleció la Central Única de Trabajadores, y al mismo tiempo se fue decantando el proceso político. La Democracia Cristiana triunfó por el apoyo de la derecha y como una etapa ulterior de defensa del régimen capitalista, a pesar de que el programa de la Democracia Cristiana se decía revolucionario. El Frente de Acción Popular que levantó mi candidatura los años 1958 y 1964 no era lo que fue el frente popular en 1938, sino sencillamente un movimiento mucho más definido y mucho más claro. Frente al fracaso del régimen capitalista, al fracaso del reformismo y de la Democracia Cristiana, se abría el campo a un movimiento revolucionario que, dentro de los cauces legales, hiciera posible las transformaciones que Chile necesita. Y de allí que naciera la Unidad Popular. La diferencia está que en el año 1938 había un partido hegemónico de la mediana burguesía: el Partido Radical.

Ahora no hay ningún partido hegemónico y con una definición muy clara en el programa, el año 1938 éramos la izquierda del régimen; hoy día queremos cambiar el régimen del sistema.

Entonces para definir podría decirle que la Unidad Popular y el gobierno popular son un proceso de culminación política, de acuerdo a la idiosincrasia del pueblo chileno, con nuestras tradiciones y nuestra historia. Nosotros buscamos el camino hacia el socialismo con una vía auténticamente chilena. Creímos que era posible y factible, dentro de los cauces legales de la propia democracia burguesa, hacer las transformaciones y dictar una nueva Constitución. Lo permite la propia Constitución actual. Eso sería en el fondo, más que una definición, una explicación.

 

Mario Guzmán Galarza: -Compañero Presidente, Régis Debray dice en el prólogo del libro que recoge las conversaciones que sostuvo con usted, que la palabra clave en el debate político de Chile es la legalidad. Si esto es así y usted lo acaba de repetir, ¿cómo se hará la revolución dentro de una legalidad que no es nada más que un orden jurídico impuesto por las antiguas clases dominantes?

 

Salvador Allende: -Esto es lo que llamamos el camino de Chile. Estamos contra lo tradicional, contra lo que habitualmente ha ocurrido. Estamos innovando. Y le he dicho que dentro del régimen democrático burgués nosotros vamos a transformar este régimen para dar paso al socialismo.

Por eso hemos dicho que en esta etapa somos la expresión de un pueblo que ha elegido un gobierno democrático, popular, nacional y revolucionario. Y que dentro del pluralismo de la democracia y de la libertad, vamos a hacer los cambios y las transformaciones. Ahora bien, para ello se necesitan, seguramente, algunas disposiciones legales, pero también se pueden utilizar algunas facilidades emanadas de nuestra propia estructura jurídica. Y con medidas de tipo administrativo podemos alcanzar determinadas disposiciones que nos permitan acentuar las transformaciones y el cambio; por ejemplo, utilizamos la Ley de Reforma Agraria dictada por el gobierno de Frei, pero intensificándola, haciéndola más drástica, más amplia, sobre todo, por zonas y por regiones. Hemos organizado a los campesinos a través de los consejos nacionales, provinciales, zonales y departamentales. De tal manera que sea un proceso que esté basado en la raíz misma de los trabajadores de la tierra. He puesto ese ejemplo. En seguida, la ley establece que se da una cabida hasta de 80 hectáreas, lo cual nos permite a nosotros dejarle al propietario dos, tres, 10, 40 hasta 80 hectáreas. Esto en relación digamos, con una zona que es medida y que, por cierto, en otras regiones del país equivale a estas 80 hectáreas una proporción mucho mayor. De todas maneras nosotros nos hemos trazado un programa para esta etapa y la etapa consiste en terminar con el latifundio y con el minifundio.

Nosotros en tres y medio meses de gobierno, porque el primer tiempo prácticamente ha sido de preparación, hemos expropiado un número de hectáreas equivalente al tercio de lo que expropió Frei en seis años. Y este año vamos a expropiar una cantidad similar a la que expropió Freí. El próximo año seguiremos adelante. Ahora, si es necesario modificar la ley presentaremos un proyecto de ley. De la misma manera, por ejemplo, nosotros no hemos presentado un proyecto de ley para estatizar el crédito y hemos creado una manera de comprar las acciones a través de la Corporación de Fomento y del Banco Central. Eso nos ha permitido controlar a los bancos que ayer eran particulares y que ahora son del Estado, más el Banco del Estado, prácticamente tenemos en nuestras manos el control del crédito. A través de las disposiciones del Banco Central nosotros controlamos totalmente el proceso monetario y también el proceso de importación y exportación, que requieren Reforma Agraria, crédito, exportación o importación y vamos a través de las reformas constitucionales ya aprobadas en segundo trámite en el Congreso casi sin modificaciones, a la posibilidad de expropiar no solamente las minas de cobre sino también, en general, las minas de Chile. Habremos dado el paso para la recuperación de nuestras materias primas. Y si a ello se agrega el que vamos a expropiar una serie de monopolios nacionales, yo creo que hemos abierto muy claramente el camino hacia el socialismo, sobre todo, cuando la clase obrera y los trabajadores cuando digo trabajadores no digo son obreros, campesinos, -no digo son empleados y técnicos- son los que están manejando a través de sus partidos populares el gobierno del país. Y los obreros y empleados son los que están manejando las empresas del área estatal y serán los campesinos los que intervengan directamente en el proceso de la producción y de la comercialización de los productos agrícolas. Yo le pregunto a usted, ¿estamos caminando o no estamos caminando al socialismo? Lo que nos estamos evitando es una etapa sangrienta que además no corresponde a la realidad chilena. Claro está, que este camino también tiene que hacerse en un país, en donde las Fuerzas Armadas tienen una tradición profesional y por lo tanto tienen que adecuarse y ser adecuados a lo que es ser un factor de defensa del status quo, como son tradicionalmente todas las fueras que tienen que apoyar otro régimen, otro sistema, pero como son fuerzas profesionales, en Chile, respetuosas de la Constitución, y de la ley y nosotros estamos haciendo las cosas dentro de la Constitución y la ley, seguiremos nuestro camino. Y por eso le llamamos que esta es la vía de Chile.

 

Mario Guzmán Galarza: -¿Dentro de esta vía de Chile considera usted posible un enfrentamiento violento entre los partidarios de una antigua legalidad y los partidarios del socialismo?

 

Salvador Allende: -No creo. Cuando empezamos a caminar se nos decía que teníamos un futuro precario y que habíamos sacado el 32 por ciento de los votos. Hoy día hemos obtenido más del 50 por ciento de votos. Así que nuestros títulos no pueden ser más legítimos. Ahora, nosotros no buscamos el enfrentamiento, pero si los sectores reaccionarios no se avienen a aceptar lo que la voluntad mayoritaria del país quiere, se encontrarán con que nosotros aplicaremos la ley. Y si ellos se salen de la ley, nosotros siempre les aplicaremos la ley, pero si actúan directamente la respuesta del pueblo va a ser muy dura. Es decir, a la contrarrevolución contestaremos con la fuerza revolucionaria del pueblo.

 

Mario Guzmán Galarza: -¿Cuál es el principal problema que actualmente encara su gobierno?

 

Salvador Allende: -Lo que tienen casi todos los países subdesarrollados: la inflación y la cesantía.

 

Mario Guzmán Galarza: -¿Y el balance de las últimas elecciones?

 

Salvador Allende: -Yo creo que es bastante positivo. Así ha sido reconocido en el país e internacionalmente.

Primero dijeron que no iba a haber elecciones, después trataron de decir que nosotros no dábamos libertad; pues bien, usted que estuvo aquí habrá visto que pocos países del mundo han tenido unas elecciones más amplias, limpias, claras y más libertad.

 

Mario Guzmán Galarza: -Compañero Presidente, siendo la lucha por la independencia económica inseparable de la lucha contra la dominación extranjera, ¿puede hablarse de un nacionalismo revolucionario en la línea de su gobierno?

 

Salvador Allende: -Nosotros nos hemos puesto como punto fundamental y básico la recuperación de nuestras materias primas, ello implica la independencia económica y señala, entonces, la plena independencia política.

 

Mario Guzmán Galarza: -¿Se puede luchar por el socialismo y ser nacionalista?

 

Salvador Allende: -Depende. Yo creo que una de las más bellas páginas escritas sobre el nacionalismo está en los libros de Lenin. Y Lenin era socialista. Una cosa es el chauvinismo nacionalista y otra cosa es el verdadero nacionalismo. Creo que todo socialista es nacionalista porque exalta sus propios valores y porque quiere para su Patria la recuperación de las riquezas esenciales; y porque quiere que el hombre y su pueblo desarrollen íntegramente su personalidad, pero sin olvidar el internacionalismo proletario y la seguridad de los pueblos.

 

Mario Guzmán Galarza: -Su partido, Compañero Presidente, y otros que forman la Unidad Popular son marxistas, ¿pero cómo ha logrado usted movilizar a los que no lo son para que apoyen el programa político de cambios?

 

Salvador Allende: -Ya le he dicho. Este no es un proceso incoado en una etapa electoral. Es un proceso de maduración política del pueblo de Chile. Ya le he explicado que desde hace 15 años, los socialistas y los comunistas caminamos juntos. Ya le dije que el año 1938 aquí había un Frente Popular. El problema es que, aquí en Chile ha habido una auténtica difusión de las ideas, discusión de los programas; aquí se han ensayado todos los caminos, el trillado camino del capitalismo tradicional, el reformismo; bueno, no cabían para las gentes expectativas de transformación porque no había cambios. Y para eso estamos aquí.

 

Mario Guzmán Galarza: -Se ha podido observar una campaña internacional contra su gobierno. ¿A qué lo atribuye usted?

 

Salvador Allende: -¡A que herimos intereses internacionales y nacionales, ya que somos sin quererlo y no lo deseamos, un ejemplo! Y este ejemplo puede ser imitado, pero no porque nosotros vayamos a sembrarlo, sino porque sencillamente las ideas o las experiencias no las pueden detener ni las cordilleras ni los mares.

 

Mario Guzmán Galarza: -Los pueblos revolucionarios de América Latina han celebrado su triunfo como un paso adelante en la lucha por la revolución latinoamericana, ¿cómo ve usted la perspectiva de esa insurgencia revolucionaria continental?

 

Salvador Allende: -La realidad, sobre esta materia no quisiera dar una opinión dada mi condición de Presidente de Chile, pero indiscutiblemente yo pienso que los pueblos luchan, por lo menos, por su derecho a la vida. Y que en este continente la existencia de millones de seres humanos marca su sufrimiento, porque ellos son gentes azotadas por las enfermedades, desquiciadas moralmente, sin trabajo, sin vivienda, sin alimentarse. Todo esto en un continente potencialmente riquísimo, hoy día pobre. Y nosotros somos países que vivimos pidiendo prestado unos cuantos millones de dólares a los mercados de capital. Sin embargo, cada día se hace más amplia la distancia que hay entre los países altamente industrializados y los países dependientes. Por lo tanto, los pueblos tienen que luchar para vivir.

 

Mario Guzmán Galarza: -¿Cuál es su opinión…?

 

Salvador Allende: -Pero antes déjeme decirle, que cada país luchará de acuerdo a sus métodos, a su historia, a su

tradición.

 

Mario Guzmán Galarza: -Y sobre la lucha armada, ¿qué opina usted?

 

Salvador Allende: -Yo siempre dije como candidato y lo sostengo, que en algunas partes no cabe otra cosa que la lucha revolucionaria armada. Y esta es una forma revolucionaria como puede ser el ejército popular, como puede ser la insurgencia o las elecciones. Y las elecciones, si usted quiere. Eso es, cada país tiene su propia realidad, por eso que le decía hace un instante. Nosotros no damos recetas. Y tampoco aceptamos recetas. Por eso yo sostuve durante mucho tiempo en Chile una frase, para explicarle esto al pueblo: la Revolución Cubana se hizo con gusto a ron y azúcar y la Revolución Chilena se hará con gusto a empanada y vino tinto. Porque la historia de Cuba, el proceso político de Cuba es muy diferente a la historia y el proceso político chileno. Y lo mismo ocurre con otros pueblos.

 

Mario Guzmán Galarza: -Compañero Presidente, ¿cuál es su opinión sobre el ideal bolivariano de la unidad latinoamericana?

 

Salvador Allende: -Eso sí que lo hemos reiterado. Yo creo que los pueblos latinoamericanos van indiscutiblemente tomando conciencia de que era justo el anhelo de los padres de nuestras Patrias comunes, que creyeron en la posibilidad de un continente con voz propia. Nosotros lucharemos indiscutiblemente por la integración latinoamericana y porque Latinoamérica sea lo que debe ser y tenga la presencia que debe tener en la historia. Pero eso sólo pueden hacerlo los pueblos conscientes de esta gran tarea y pueblos que hayan alcanzado en sus propias Patrias el derecho a sentirse como pueblos independientes y pueblos libres, dueños de su propio destino.

 

Mario Guzmán Galarza: -En el pasado nos parcelaron para explotarnos mejor. ¿Qué podemos hacer ahora para lograr una verdadera integración económica y política que supere la balcanización de América Latina?

 

Salvador Allende: -Ya le he dicho, primero que los pueblos dentro del marco de sus propias fronteras alcancen las posibilidades de hacer gobierno o sea, que las mayorías y en función del interés de esas mayorías, se desarrolle una política y después que sin egoísmos se comprenda que la posibilidad no es estar, precisamente, en la integración política, cultural, porque al mismo tiempo hay que entender que todo eso se hará al servicio de los pueblos y no de las minorías.

 

Mario Guzmán Galarza: -¿Cuál sería el papel de los movimientos populares y revolucionarios en esta tarea?

 

Salvador Allende: -Ya le he dicho. Yo creo que si los movimientos revolucionarios, entendiendo por tales no sólo a los que tienen armas en la mano, deben entender que es una tarea de dimensión histórica insoslayable y por lo demás, está en la tradición, el de las luchas centenarias de este continente y en nuestras Patrias.

 

Mario Guzmán Galarza: -En el presente siglo, desde la Revolución Mexicana de 1910 hasta nuestros días, la lucha de nuestros pueblos se mantiene en pie. ¿Qué es lo que nos espera luego de la coyuntura democrática que vivimos en algunos pocos pueblos de América Latina?

 

Salvador Allende: -Yo no sé, pero pienso que lo que nos espera es el derecho a la vida del hombre genéricamente hablando. Eso implica que haya una auténtica democracia. No se puede hablar de una auténtica democracia cuando el hombre vive, repito, azotado por las enfermedades, por la incultura, la falta de trabajo, de vivienda y de salud. O sea, yo pienso que sólo cuando termine la alineación del hombre, se tendrá la plena libertad. Y para eso hay que cambiar el régimen del sistema y dejar de ser países dependientes, países políticamente oprimidos y económicamente explotados.

 

Mario Guzmán Galarza: -¿Qué opina usted sobre la reanudación de relaciones con Bolivia?

 

Salvador Allende: -He dicho siempre que somos partidarios fervorosos de ella. Y daremos todos los pasos necesarios para que esto sea una realidad.

 

Mario Guzmán Galarza: -¿Considera usted que hay problemas insuperables que pueden impedir el fortalecimiento de la amistad entre nuestros pueblos?

 

Salvador Allende: -Creo que no. Yo diría que entre los pueblos no hay distancias. A veces algunos políticos buscan acentuar dificultades internacionales, a manera de afianzar sus posiciones internas, pero nuestros pueblos, los pueblos latinoamericanos nacidos de un mismo combate, que tienen una historia similar y que afrontan la dura realidad de nuestro tiempo, no tienen antagonismos ni problemas insuperables.

 

Mario Guzmán Galarza: -Para terminar, ¿cuál sería su mensaje a la juventud de América Latina?

 

Salvador Allende: -El que ella es la que puede hacer su futuro con el esfuerzo, la abnegación y el sacrificio que sólo la juventud puede tener. La juventud es lo más sano que tienen los países. Es el sector no comprometido. Es el sector cuyo horizonte es mucho más amplio. El problema es que la juventud también tiene que entender, que ser joven implica una gran responsabilidad, que ser joven implica la obligación de luchar.

 

Mario Guzmán Galarza: -Muchas gracias, Compañero Presidente.

 

La entrevista había concluido. Y me despedí del Presidente de Chile, del gran luchador socialista y del amigo.

La dura jornada del día, empero, no había terminado para el primer mandatario. En la antesala esperaban el secretario privado, Oswaldo Puccio, y el edecán de servicio, comandante Araya.

Los Carabineros abrieron los gruesos portones del palacio y salí a la Plaza de la Constitución, cuando ya era bien entrada la noche. Las gentes se dirigían presurosas a descansar en el hogar, pero había un hombre en La Moneda, Salvador Allende, que seguía trabajando por el pueblo de Chile.