Salvador Allende

Allende enjuicia a los partidos de la Unidad Popular. Entrevista con reporteros de la revista Chile Hoy


Pronunciado: El 6 de agosto de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 4 de febrero de 2016.


Desde que asumió la Presidencia de la República, Salvador Allende ha concedido innumerables entrevistas a corresponsales de diarios, revistas, radios y estaciones de televisión del mundo entero. Los periodistas chilenos tuvimos menos suerte. Aparte de las conferencias colectivas que Allende ofrece con bastante regularidad, no suele hacer declaraciones exclusivas a órganos de prensa nacionales.

El sábado pasado, el Presidente hizo una excepción y recibió a tres redactores de Chile Hoy en su residencia de Tomás Moro. La charla, que se extendió durante tres cuartos de hora, se convirtió a ratos en discusión, algo que está muy dentro del estilo de Salvador Allende para enfrentar a los periodistas. En su larga trayectoria de personaje público nunca se distinguió por ese afán de halagar a los reporteros que caracteriza a otros políticos, de izquierda y de derecha. Sus asesores más antiguos recuerdan que siempre tuvo cierto recelo ante el contacto con representantes de medios de comunicación, que en su mayoría le fueron generalmente hostiles. Le irritaba que cambiasen el sentido de sus expresiones en el Parlamento o que caricaturizasen la elegancia con que siempre ha vestido.

El diálogo con Chile Hoy mostró a ratos al político impaciente ante preguntas que manifiestamente le desagradan y por otra parte al dirigente ansioso de crear conciencia, explicar didácticamente su concepción del proceso que vive el país.

 

Chile Hoy: Una de las primeras preguntas que queríamos hacerle es si le gusta ser Presidente.

 

Salvador Allende: ¡Pero mucho, pues!

 

Chile Hoy: ¿Cuál es el aspecto que más le gusta?

 

Salvador Allende: Tengo que explicar un poco, porque si no, la respuesta parecería demasiado superficial. Cuando uno piensa lo difícil que es ser Presidente de un país en vías de desarrollo, que tiene que luchar por conquistar su independencia económica y al mismo tiempo terminar con el predominio de una minoría; si uno piensa en las grandes necesidades de las masas, entonces comprende la dificultad de cambiar la existencia de esas masas y al mismo tiempo lograr que el país llegue a ser auténticamente libre y soberano. Yo tomo la presidencia como una tarca revolucionaria, no como un fin, sino como un medio para hacer posibles las grandes transformaciones que Chile reclama y necesita.

 

Chile Hoy: Usted desde niño quería ser Presidente…

 

Salvador Allende: ¡No, hombre!…

 

Chile Hoy: Hay testimonios de sus compañeros de colegio, que recuerdan que ya entonces quería ser Presidente…

 

Salvador Allende: ¡Imagínese! Desde niño sabía que iba a serlo. Es muy distinto.

 

Chile Hoy: ¿Y corresponde la experiencia a la idea que entonces se hacía del cargo?

 

Salvador Allende: Yo creo que, por mucha imaginación que tuviera, aquella idea no corresponde a la experiencia que estoy teniendo. Lo dije siempre en mis discursos y es la verdad. Ocurre que yo no he querido ser un Presidente más, sino de un gobierno popular, nacional, democrático, revolucionario. Es sumamente difícil. Hay que agregar que la Unidad Popular es un grupo numeroso de partidos y movimientos; que muchas de nuestras gentes tenían una emoción y una conciencia revolucionarias y que nunca han entendido lo que siempre sostuve: que si era muy difícil ganar, llegar al gobierno, mucho más difícil era realizar el programa desde el gobierno. Se requiere un criterio distinto de la conducción política; una conducción absolutamente definida, clara, homogénea; se requiere una Unidad Popular mucho más unida; analizar los errores cometidos y no volver a cometerlos. Además, si no hay esa conducción política, tampoco hay una conducción económica uniforme.

 

Chile Hoy: Respecto a la cuestión de la unidad, ¿cree que el partido federado de la izquierda es una solución en este momento?

 

Salvador Allende: He sido categóricamente favorable al partido federado. Por dos razones: el Partido Socialista, el Partido Comunista y el que fue hasta ahora Partido Socialdemócrata vienen juntos hace muchos, pero muchos años, más de 15. Por otra parte, los que integraron la Unidad Popular, con excepción de la Izquierda Cristiana, están juntos hace tres años. Estos partidos tienen un programa común; son la base del gobierno. Entonces, cabe preguntarse: ¿no es más conveniente que la gente tenga la imagen real de que existe un comando que permite que se superen los problemas partidarios, en función de la gran tarea común? Desde el punto de vista electoral, ¿cómo no va a ser más conveniente hablar del partido federado? No es una táctica oportunista para presentarse a una elección, sino la consecuencia de un desarrollo político. Existe el derecho a crear un partido federado porque hay bases suficientemente sólidas de acción común, programáticas. En cambio, es muy difícil imaginarse que dieran una imagen real y no oportunista si se confederaran la Democracia Cristiana, los nacionales y los otros grupos radicales. Desde el punto de vista de la clarificación política, es un hecho importante. Desde el punto de vista del cálculo electoral, yo insisto: es muy respetable la posición de los partidos, pero hay algo que está por encima de ellos: la responsabilidad histórica que tenemos, el proceso revolucionario y la responsabilidad contraída ante el pueblo chileno. Yo mismo planteé siempre cuatro alternativas a la dirección política nacional de la Unidad Popular: 1) partido único: irreal, no hay condiciones objetivas; 2) partido federado: creo que hay condiciones; 3) los pactos, que obligaron a presentar un proyecto de ley que firmaron tanto parlamentarios democratacristianos como de la Unidad Popular, en una iniciativa anterior a las conversaciones sobre los vetos (esto demuestra que, cuando interesa a los diversos grupos se superan posiciones aparentemente irreconciliables), y 4) presentación independiente de cada uno de los actuales partidos, de acuerdo con la actual ley de

elecciones, que a mi juicio liquida a los chicos. Y no me parece justo que aquellos que han luchado durante tantos años junto a nosotros, e incluso han tenido dificultades internas por las posiciones que han defendido, como el Partido Radical, queden ahora librados a su suerte en un momento difícil para ellos. Además en esta etapa, al movimiento popular chileno le interesa que sectores de la pequeña burguesía estén junto a los partidos de clase obrera.

 

Chile Hoy: Volviendo atrás, en cuanto a su estilo, ¿diría usted que es el mejor Presidente tradicional que ha tenido Chile, o que tiene un estilo distinto…?

 

Salvador Allende: Pero, ¿por qué me lo pregunta a mí? Júzguelo usted…

 

Chile Hoy: Me gustaría conocer su punto de vista.

 

Salvador Allende: ¡Qué cosa más divertida! Desde luego, de las cosas grandes a las cosas pequeñas. ¿Cómo va a ser tradicional un Presidente que impulsa la nacionalización de las riquezas fundamentales, que lanza una lucha frontal contra el imperialismo? Por eso, la pregunta me parece un tantico extraña… Júzguelo usted. ¿Cómo va a ser tradicional un Presidente que impulsa el control del comercio de exportación e importación, que nacionaliza monopolios, que en 18 meses de gobierno, a través del Ministerio de Agricultura, expropia 3 millones 400 mil hectáreas y termina con el latifundio en Chile? ¡Si eso es ser tradicional!… No soy tradicional, porque soy representante de un movimiento revolucionario, de un proceso revolucionario. No estará viviendo Chile una revolución, pero sí un proceso revolucionario, que es muy distinto. No puede usted imaginar que somos un gobierno tradicional. De las cosas grandes a las medianas y pequeñas: desde el diálogo con el pueblo, desde llevar el gobierno a las provincias, y reunirme con los obreros, solucionar conflictos, ir a las fábricas, a las poblaciones, hasta dialogar con los estudiantes. Y por último, si todavía no lo he convencido, desde no ponerme frac.

 

Chile Hoy: ¿Le satisface el contacto que ya tiene con las masas o quisiera tener más?

 

Salvador Allende: Si de mí dependiera y el día tuviera 48 horas y yo tuviera aguante para 48 horas de trabajo, tendría mucho mayor contacto. Lo que yo he reclamado de los partidos es que deben ser el vehículo, el nexo entre el gobierno y las masas. No realizan la labor que deberían con la intensidad y la urgencia necesarias. Si se dan el trabajo de leer mis discursos, verán hay cuatro tomos, lo que quiere decir que he planteado, conversado, dialogado con los más amplios sectores. Además, a ustedes les consta: en todos los grandes actos públicos, soy el único orador, pero, en realidad, físicamente no puedo hacer más. De todas maneras, voy a cambiar algunos aspectos de mi trabajo, a suprimir muchas de las audiencias, porque también he adquirido una experiencia y es que, la verdad, en estos países, como me lo decía un ex Presidente colombiano, Carlos Lleras, todos los problemas llegan al Presidente. Es absurdo. Lo que hay que lograr es una mayor jerarquía para los funcionarios, un mayor poder de decisión; que los ministros asuman responsabilidades. Lo he dicho: yo prefiero que un jefe de servicio se equivoque, a que no actúe. Un error se puede disculpar o explicar. Es inoperancia, la tramitación, no. Es tanto más necesario ese contacto para explicar los problemas, porque sabemos muy bien que necesitamos elevar el nivel político de nuestra gente. Cuando yo paso en automóvil, por ejemplo, y veo la cola de gente esperando micro, comprendo que esa gente piense que éste es un mal gobierno, porque está esperando dos horas y el bus no pasa o pasa repleto. Pero tenemos que explicarle que nosotros hemos heredado una cosa que se llama ETCE, Empresa de Transportes Colectivos del Estado; que la hemos recibido en las peores condiciones. Enfrentamos problemas complejos, imposibles de solucionar de inmediato. Hay que explicar que ésta es una economía de transición. Esa no puede ser tarea exclusiva del Presidente de la República. He pronunciado tres, cuatro discursos. Pero es que eso deberla ser la tarea cotidiana de todos los partidos, de cada militante de los partidos. ¿Por qué Vuskovic es un ministro conocido? Porque tomó contacto con la gente, impulsó las JAP. Es la única forma de que la gente entienda y participe. Por lo menos, que sepa por qué pasan algunas cosas. No hay posibilidades de revolución si no participa el pueblo, organizadamente, conscientemente, con nivel político. Anoche, por ejemplo, fui al cine a ver la película “Los asesinos del orden”.

Fue una bonita experiencia porque es un poco extraño que un Presidente vaya al teatro. Pero vi un corto sobre la merluza. ¡Excepcional! Desde el punto de vista plástico, cinematográfico y del contenido. Terminó y hubo un aplauso y un silbido. En cambio, en el entreacto, cuando yo salí, la mayoría de la gente aplaudió. Esa gente, que vio ese corto, debe de haber pensado lo que significaba toda la lucha que hemos tenido y cómo hemos ganado la batalla de la merluza.

Y cómo esa batalla tiene importancia, no sólo en cuanto a la cantidad de proteínas, ya que la gente puede comprar pescado a 3.20 escudos, sino por toda la campaña que se hizo, para presentar la permanencia en Chile de los barcos soviéticos como espías, destinados a controlar nuestras riquezas pesqueras, el fondo de nuestro mar, conocer nuestras bahías y puertos ante eventuales conflictos bélicos. Toda la campaña, orquestada durante tres o cuatro meses, además de la cosa infame, increíble, de decir que la merluza era mala, que estaba podrida, que hacía daño y no se debía comer. Todo eso se vino al suelo. E inclusive nosotros, que creímos que los barcos soviéticos eran demasiado grandes, podemos decir hoy que todo lo que se pesca se consume. Pero, ¿cuál fue la gran falla? La infraestructura. ¿Dónde están los fríos, los refrigeradores? ¿Cómo llevamos la merluza a los barrios populares? ¿Dónde están los camiones frigorizados? Yo impulsé eso desde el comienzo. Han construido tres. Encargamos a Checoslovaquia 50, pero dificultades técnicas muy serias hicieron imposible esa negociación.

Creamos pequeños dispositivos para transformar las carnicerías también en pescaderías.

Hemos repartido 300 refrigeradores. Habrá que hacer mil, 2 mil. Y algún día llegaremos a lo que ocurre en los países socialistas y capitalistas desarrollados, en que yo pueda ir y pedir: deme ese pescado. ¡Cómo no va a ser lindo! Yo veo un pez colorado, me acuerdo del Colorado Silva Espejo. Deme éste. ¡Y me lo como al horno!

 

Chile Hoy: Presidente, usted habló del ministro Pedro Vuskovic. Antes de que pronuncie el discurso que ha anunciado, y después del cambio de gabinete, hay muchos comentarios sobre lo que significó la salida de Vuskovic.

 

Salvador Allende: ¿Qué tipo de comentarios?

 

Chile Hoy: Que ha sido un premio de consuelo, que no tiene reales posibilidades de formar un comité económico efectivo.

 

Salvador Allende: A mí me habría gustado mucho tener en mi vida premios de consuelo como ése. Ese es un comité que preside el Presidente de la República. En su ausencia lo preside Pedro Vuskovic, que es su vicepresidente. Lo integran el ministro de Economía y el de Hacienda y Pedro va a ser vicepresidente de la CORFO, que en sí misma, es más que un ministerio. Dependen de ese comité, el Banco Central, la Oficina de Presupuesto, ODEPLAN, la CORFO por cierto y la Secretaría de Comercio Exterior. ¡Si eso es no tener una mayor posibilidad para realizar una política de conjunto! Y si a través de ese instrumento no se puede realizar una política de guerra, no sé cómo podrá hacerse. ¿En dónde queda mermado lo que ustedes llaman el poder de Pedro Vuskovic?

 

Chile Hoy: La duda está en si conserva su capacidad ejecutiva o debe compartirla con otros ministros.

 

Salvador Allende: Debe compartirla, pero no sólo con los otros ministros, sino, en primer lugar, con el Presidente de la República. Vamos por partes. Pero piensen una cosa: ¿cuál es el poder de acción de Pedro Vuskovic? Se me dirá que a través de DIRINCO podría requisar o intervenir empresas. Bueno, pero ésa no es una política de Pedro Vuskovic, sino del gobierno. Jamás Pedro Vuskovic, pudo decir: “mire, yo voy a tomar tal empresa”. Es una política de gobierno y está relacionada con hechos: si una empresa disminuye su producción o no cumple las leyes sociales, los problemas se van a seguir produciendo con o sin Pedro Vuskovic. Con la diferencia de que, estando en el comité económico, va a poder mirar lo que pasa en Economía y en Hacienda. Y nosotros vamos a poder ver lo que pasa en la CORFO, que a mi juicio es el organismo económico más importante. ¿De quién dependen todas las empresas estatizadas?

De la CORFO, y lo más importante es que ellas aumenten su capacidad, produzcan para el pueblo, entreguen excedentes para todo el pueblo. ¿Así que por qué está ahí, Pedro no va a poder ir a las reuniones de las JAP? ¿Y cómo puedo ir yo? Depende de que él quiera.

 

Chile Hoy: Después de esta reorganización ministerial, ¿hay un viraje del gobierno en su línea económica?

 

Salvador Allende: Usted quiere que yo sea un Presidente tradicional y que además vire hacia atrás…

 

Chile Hoy: Todo lo contrario… En este momento hay conversaciones con la Democracia Cristiana, y la gente se pregunta, ¿qué razones han llevado a esas conversaciones en esta etapa del proceso?

 

Salvador Allende: Pero, compañeros, ¿qué suspicacias pueden caber? ¿En qué sentido vamos a retroceder? ¿Va a haber un cambio en la conducción económica? No, no puede haberlo.

Nosotros tenemos la obligación de cumplir nuestro programa, que establece muy claramente las áreas social, mixta y privada en la economía. Tenemos la obligación, porque somos gente racional de darnos cuenta de dos cosas: primero, queremos concretar realmente el área social de la economía y, logrado esto, que las empresas de esta área sean las que comanden el desarrollo económico y que, por lo tanto, sean eficientes y cumplan la tarea de producción que se les ha asignado. Nada obtenemos con tener un área social atiborrada, si las empresas que están en nuestro poder no actúan como empresas comerciales, en el sentido de ganancia y pérdida y no en el sentido de la producción; porque no vamos a producir para una élite, sino para el pueblo. Pero no podemos estar subvencionando a través del área fiscal a las empresas estatizadas. Si esas empresas no son autosuficientes en el sentido financiero, ¿dónde vamos a parar? Lo primero que tenemos que hacer es concretar esta área; segundo, que esta área produzca de acuerdo a lo que necesitan las masas y que se produzca a costos reales, y, enseguida, lo que no es tan fácil, que la gente que labore en esas empresas entienda que no son de ellos y no están destinadas a su beneficio. Tendrán que comprender lo que es y debe ser una política nacional de salarios y reajustes. No es posible que, mientras el resto del país tiene un reajuste del 22 por ciento, en una empresa haya una utilidad determinada y la gente piense que es posible obtener allí un reajuste del 70 por ciento. Llegar a que la gente entienda esto, en un país donde existió durante años una lucha economicista y donde además existe una oposición que en este instante se transforma en un motor para impulsar los reajustes, porque le interesa el proceso inflacionario. Donde además hay incluso partidos de la Unidad Popular que, para ganar clientela, empujan y empujan.

A mi juicio, un grave error de la Unidad Popular, fue no haber ido unida en la CUT. ¿Cuál es la imagen que existe en Chile y con mayor razón fuera de Chile? Que la Democracia Cristiana obtuvo una votación tan alta, que le robaron la elección. Y tiene, en el mejor de los casos, exagerando su posición, el 30 por ciento. Y mire que habría sido importante que desde el primer día se hubiera dicho: la Unidad Popular, 70 por ciento. Si se hubiese presentado unida, habría sacado el 72 o 73 por ciento. Además, han sido lo suficientemente inteligentes para no decir que detrás de la Democracia Cristiana está toda la oposición. Pero no sólo es problema de imagen, sino de responsabilidad. Porque, lo único que no puedo aceptar es que se establezca una lucha electorera en la clase trabajadora.

 

Chile Hoy: En tomo a esto, ¿qué le parece que los cuadros de la Unidad Popular que están trabajando en las industrias del área social, interventores y otros, que están ganando salarios altos, deberían hacer un esfuerzo por renunciar a un porcentaje de esos sueldos? ¿No cree que es difícil que los trabajadores del área social acepten aumentos de sólo un 30 por ciento, cuando saben que los interventores ganan alrededor de 15 mil escudos?

 

Salvador Allende: Pero lógico. Eso lo han apreciado muy claramente los trabajadores de algunos centros mineros y especialmente en Chuquicamata. En uno de los tantos viajes que he hecho allí -lo que les prueba que soy un Presidente distinto-, entre otras cosas les dije a los trabajadores: “no presenten ese pliego así”. Y sin embargo, después de dos horas y media de charla, con gráficos, demostrándoles la conveniencia de que tuvieran espíritu distinto, de que el pliego debería ser en función de la producción y la productividad, que así incluso iban a ganar más, fracasé. Presentaron el pliego con el tejo pasado. Menos mal que por lo menos no hubo huelga. ¿Qué les dije entonces? Los yanquis usaban automóviles blancos, los interventores usan automóviles blancos. Se acabaron, ahora se van a usar camionetas. Los interventores no pueden vivir en la casa de los gerentes, vamos a hacer allí una guardería infantil, la mejor de Chile.

Y en la casa de huéspedes vamos a hacer la casa de la cultura. Ese es un problema de los partidos, porque si los militantes del Comunista y del Socialista, que son partidos de clase, tuvieran conciencia de clase, se habrían ido a vivir a las casas de los empleados y los obreros.

Hay que crear esa conciencia. Y es mucho más difícil si se piensa en lo que ha hecho mucha gente: meter un sobre en la urna y punto. Cuando la gente ha estado luchando uno, dos, tres años, cuando ha arriesgado la vida, ha estado escondido o le han matado a un compañero o ha pasado hambre. Cuando ha tenido que luchar así, tiene una moral distinta. Cambiar la moral de la gente, cuando llega tan fácilmente, con mucho menos sacrificios, pese a que la lucha haya sido dura. Hay algunos sectores que no han tomado esa conciencia. Otros, sí. El Partido Comunista ha limitado los ingresos de sus funcionarios. Todos los diarios han publicado que todos los meses los comunistas entregan millones y millones de pesos al servicio de guarderías infantiles. Nosotros limitamos los sueldos en la administración pública, pusimos un tope, y me costó una pelea. Pero en la Cámara le metieron el articulito y ahora resulta que todos son especialistas, profesionales y nos vamos escapando: todos nos vamos escapando. Esta es la responsabilidad de los partidos. Si no hay un control, una actitud muy drástica, si los dirigentes se convierten en burócratas, ¿qué autoridad puede tener un comité central en que cuatro, cinco o diez de sus miembros son gente que ha entrado al gobierno? A mí me parece que debiera haber incompatibilidad. Así como creo, lo he dicho muchas veces y sé que no le gusta a la gente, que no pueda existir una carrera de dirigente sindical. Y en este país existe; hay gente que está 30 años como dirigente sindical, que no trabaja, no trabaja una hora a nadie.

Ellos dicen que trabajan como dirigentes sindicales. Conservan el mismo sueldo de sus cargos, van ascendiendo como si estuvieran trabajando, tienen automóvil, viático. No estoy criticando la labor, sino la deformación del dirigente sindical. Para todo esto, se necesita que la gente tome conciencia, tenga una posición de clase, porque no hay nada más dramático que el desclasado.

 

Chile Hoy: Si le preguntáramos qué error es el más grande de los cometidos en este periodo ¿qué respondería?

 

Salvador Allende: Elegirme a mí. Ya ve que todavía tengo sentido del humor… Yo creo que el grave error, y quizá no error, sino la gran falla, ha sido la falta de homogeneidad en la conducción y apreciación de lo que debe ser la táctica nuestra en la realidad chilena. Y por eso es que hay, dentro de los propios partidos de la Unidad Popular, esto que algunos llaman premura. Hay quienes quieren detener el movimiento, otros acelerarlo, otros piensan que hemos avanzado demasiado. Y además, los que están fuera de la Unidad Popular. Durante meses y meses, yo he sostenido: dialoguemos con el MIR, fijemos si existen o no posibilidades de acciones tácticas comunes. Si las hay, frente al país digamos, esto pasa. Nosotros tenemos este camino, los compañeros tienen otro. No se trata de desatar la represión sino de delimitar la responsabilidad…

 

Chile Hoy: Pero había conversaciones. ¿Qué ocurrió con ellas?

 

Salvador Allende: Durante meses es tuve insistiendo. Por último, me aburrí, los invité yo y los cité en mi casa. Se reunieron cinco, seis, ocho veces, luego ocurrieron los acontecimientos de Concepción y las conversaciones se interrumpieron.

 

Chile Hoy.: Viéndolo desde la base: hay tantas conversaciones arriba, o en su casa, pero la gente no está informada, no hay realmente información en la base…

 

Salvador Allende: Pero es que ése es un problema de los partidos. Yo informo. Por ejemplo, durante el cambio de los ministros, expliqué claramente qué era el consejo económico, dije quién iba a ser el vicepresidente, qué organismos iban a depender del consejo. El que quiere leer, lee, o el que quiere oír oye. Esa es una de las críticas que yo hago a los partidos. Hace meses, meses y meses que les he dicho a los dirigentes de la Unidad Popular: “compañeros, ¿por qué no hacen una gira nacional para explicar a la gente?” En Chile no debería haber un solo trabajador que no supiera cuáles son las dificultades que nos han traído la nacionalización del cobre y las que nos va a traer, porque es un problema que no está terminado. Chile no ha iniciado sus conversaciones bilaterales sobre renegociación de la deuda externa con Estados Unidos, que sin embargo tiene el 50 por ciento de la deuda nuestra; es el más alto acreedor.

 

Chile Hoy: Conocemos una encuesta que hizo en Chile un sociólogo francés, donde preguntaba a los trabajadores si pensaban que las grandes compañías extranjeras ayudaban al desarrollo, a lo que el 78 por ciento respondía que era positivo el capital extranjero. ¿Podemos crear conciencia antiimperialista, educar al pueblo si no somos agresivos con el imperialismo?

 

Salvador Allende: Nada se obtendrá con ser agresivo con el imperialismo si el pueblo no tiene conciencia. No tendríamos una respuesta solidaria. No, no sólo atacándolo. Pero además lo hemos atacado. ¿Usted cree que para el imperialismo puede haber mayor ataque que quitarle el cobre o nacionalizar la ITT y todas las empresas? ¿Qué empresa norteamericana poderosa queda en Chile? Y además, sentar un precedente. ¿Qué mayor ataque que sentar un precedente como el de las sobreutilidades? ¿Usted cree que en escala mundial les podría convenir que se generalizara ese concepto? ¿En qué país les han aplicado las sobreutilidades con efecto retroactivo, para calcular las indemnizaciones? No se trata de lanzar ataques verbales. Creo que sería una torpeza que yo, como Presidente, emitiera juicios sobre cualquier Presidente, o sobre Nixon. Yo creo que el pueblo entiende explicándole las cosas y sobre todo con un trabajo permanente, no con un discurso. Las medidas adoptadas por Chile son drásticas, pero su magnitud y significado no llegan a la conciencia del pueblo. Esa es la obligación de los partidos políticos. Y, sin embargo, ¿cuántos años llevan los partidos populares creando una conciencia antiimperialista? El Partido Comunista lleva 50 años y el Socialista 39, los que tienen de vida. Bueno, y no han podido crear esa conciencia. Y es dramático, porque yo también conozco una encuesta en que se pregunta, ¿cuál es la mejor medida del gobierno? Y el 82 por ciento dice que el medio litro de leche y el 16 por ciento, la nacionalización del cobre.