Salvador Allende

Mensaje al pueblo de Chile desde la ciudad de Guadalajara


Pronunciado: El 3 de diciembre de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 5 de febrero de 2016.


Muy estimados compatriotas:

Antes, de dejar México, para volar desde aquí, de la ciudad de Guadalajara, a la ciudad de Nueva York quiero dirigirme a ustedes; saludar a todos los chilenos en la forma más cordial y sincera, y expresarles que Chile puede estar reconocido de la actitud del Gobierno y del pueblo del Perú.

Pase una hora y minutos, con el Presidente Juan Velasco Alvarado. Él, su Gobierno y su pueblo, reafirmaron la solidaridad con nuestra Patria.

Cambiamos impresiones sobre la intervención del Ministro de Minería, Carburantes y Petróleos del Perú, General Fernández, y estuvimos de acuerdo en que había sido un documento muy claro, muy preciso, que fija la posición de los países en vías de desarrollo, frente a las agresiones de las empresas transnacionales.

Enseguida, hemos llegado a México. Y puedo decirles, con profunda emoción, que nunca me imaginé que el Gobierno y el pueblo mexicano demostraran, como lo han hecho, un afecto tan profundo, tan hondo, tan sincero para Chile.

Yo tenía la convicción de que en México comprendían nuestra situación. Ellos, en 1938, pasaron por horas tan duras como las nuestras cuando Lázaro Cárdenas nacionalizó el petróleo.

Pero jamás, ni aun en los momentos más optimistas, pensé que el pueblo mexicano se iba a volcar a las calles, en una proporción que, según los propios mexicanos, no ha sido superada; sólo puede compararse con la visita del recordado Presidente De Gaulle.

Enseguida, el Congreso de México. Además, las declaraciones de los trabajadores, de los sindicatos, de los campesinos…

He estado en Jalisco, en la ciudad de Guadalajara. Puedo decir que, proporcionalmente superó el recibimiento de la propia Ciudad de México.

Nuestra presencia en la Universidad permitió reafirmar conceptos que los jóvenes estudiantes compartieron plenamente.

Allí reafirmé lo que dijera en el Foro del Pueblo Mexicano, que es el Congreso; pero sobre todo en esta oportunidad me dirigí a los jóvenes, sobre su responsabilidad frente a la hora que viven los pueblos que luchan por su independencia económica.

Después de visitar una fábrica, y de algunos minutos de descanso, tuve la oportunidad de estar más de 3 horas y media en un ejido: El Arenal. Allí, los campesinos, junto con mostrarme lo que habían logrado, lo que habían alcanzado: la inseminación artificial, la cría de cerdos, un establo modelo de vacas; junto con señalarme como estaba su organización, quiénes la dirigían, cómo discutían los planes de producción y de trabajo, los campesinos se reunieron y mostraron su alegría, sus cantos, sus bailes.

Además, tuve la oportunidad de presenciar, un trozo de teatro, dado por un grupo que recorre los Estados mexicanos, para demostrar que la expresión artística es también un arma al servicio de la revolución.

Y después, los oradores que intervinieron, reafirmaron su convicción de que la Reforma Agraria en Chile, tendría que producir beneficios, que los momentos iniciales eran duros, pero que más tarde el campesino comprendía su gran tarea; que él y solo él, era capaz de responder a la demanda del país.

He dejado para el final la actitud del Presidente de la República Licenciado Luis Echeverría; lo mismo la de su señora esposa, señora María Esther Zuño de Echeverría.

Ella ha tenido como la tuviera en Chile, una actitud de afecto y de cariño para nosotros que debo destacar. Por ello, ha colmado de atenciones y delicadezas a Tencha, a las señoras de los Edecanes, grupo reducido que integra la delegación.

Pero el Presidente Echeverría, en sus palabras, en sus discursos, ha demostrado la firmeza de sus convicciones; ha señalado que es el mismo hombre que hablara en Santiago, que lo hiciera en el Parlamento y en su propio Congreso.

El Presidente Echeverría define muy claramente la posición de México y expresa la solidaridad más amplia con nuestro pueblo.

Estamos de acuerdo. Países que pueden tener -a través de sus Gobernantes- concepciones ideológicas distintas, tienen que unirse para defender su futuro y sus destinos.

Tenemos los pueblos -como lo he dicho y lo he sostenido- de América Latina, que aunar nuestros esfuerzos, para hacer posible una conciencia, vigorosa y firme en Latinoamérica. La actitud del Presidente Echeverría la destaco como ejemplar, en este aspecto.

Por ello, estimados compatriotas, yo creo que ustedes pueden estar satisfechos.

Esta no es una gira del Presidente de la República. Es la gira de Chile.

Yo he planteado los problemas de mi Patria, y creo encontrar respuesta en todos los chilenos.