Salvador Allende

Palabras en conferencia de prensa, en el Hotel “Camino Real” de la ciudad de Guadalajara


Pronunciado: El 3 de diciembre de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 5 de febrero de 2016.


Señores, reitero mi saludo para ustedes y comprendan el esfuerzo que hago, porque como han dicho que estoy con un pie en la tumba, calculen ustedes el homenaje que les rindo. Espero que si hay alguien que no entienda bien el castellano, alguien se lo traduzca.

 

Pregunta: ¿Nos podría usted hacer un comentario acerca de la información que se ha dado de que México fundiría el cobre chileno?

 

Presidente: Nunca se ha conversado sobre esta materia.

 

Pregunta (“El Mexicano”, de Torreón): ¿Cuál es su opinión acerca de la Reforma Agraria que siguió el Presidente General Lázaro Cárdenas en la comarca lagunera?

 

Presidente.- Yo he destacado siempre la significación que tiene, no solo para México, sino para América Latina, la egregia figura del General Lázaro Cárdenas, iniciador de una profunda Reforma Agraria y el hombre que nacionalizó el petróleo en México.

Ayer tuve la oportunidad, gracias a la deferente actitud del Presidente Luis Echeverría, de estar tres horas o más en el ejido El Arenal y pude conocer de cerca el nivel de progreso técnico alcanzado por los campesinos, en un centro de inseminación artificial, un establecimiento modelo de una lechería extraordinariamente bien equipada, con un ganado que tiene una producción bastante elevada de leche.

Conocí cómo los campesinos discuten los planes de producción, cómo se responsabilizan cada uno de su trabajo.

Además pude darme cuenta de las condiciones sociales, del diálogo que existe entre ellos, de su conciencia de hombres que tienen responsabilidad profunda, en el proceso del desarrollo de México, y una gran conciencia política.

Es decir, ha sido para mí la demostración más clara de lo que representa un proceso de Reforma Agraria consolidado, en donde el campesino es consciente de su gran tarea nacional.

 

Pregunta (Unidad Popular): Inmediatamente después de haber subido a la Presidencia de su país ¿ha cambiado su opinión de los Estados Unidos?

 

Presidente: De los Estados Unidos, no. No ha cambiado mi opinión jamás sobre Estados Unidos. Tengo por Estados Unidos, a su pueblo, un gran afecto. Conozco de cerca algunos pensadores. Sé lo que representa Washington y Lincoln y separo al pueblo norteamericano de las empresas imperialistas.

 

Pregunta (El Universal): ¿Quiere Usted ser tan amable de decirme que espera de su viaje a Naciones Unidas, a Rusia y a Cuba?

 

Presidente: ¿Qué espero de mi viaje a Naciones Unidas? Aprovechar el más amplio y prestigioso foro internacional para plantear la realidad de Chile frente a la agresión sufrida por empresas imperialistas y transnacionales, como la ITT y la Kennecott. Pero no solo esto: sino tomar una actitud de liderazgo, seré también en parte, un hombre que siendo chileno se siente latinoamericano, que tiene conciencia de que Latinoamérica está integrada al Tercer Mundo y, por lo tanto, poder hablar sobre las realidades que confrontan los países en vías de desarrollo, los países dependientes.

De la Unión Soviética, ir a intensificar la amistad que desde hace tiempo el pueblo de Chile tiene con el Gobierno y los trabajadores soviéticos. Pienso ampliar los planteamientos nuestros en relación con un convenio muy importante firmado ya, entre la Unión Soviética y Chile, para intensificar el intercambio cultural, técnico, científico, para obtener créditos para bienes de capital. En resumen, quiero también expresar mi reconocimiento a la actitud comprensiva y solidaria del pueblo y el Gobierno soviéticos.

Voy a Cuba a devolver la visita que hiciera a mi Patria, el Primer Ministro de la Revolución Cubana, Fidel Castro. Destaco que soy amigo personal del Comandante Castro, como lo fuera del Comandante “Che” Guevara, y ayer en la Universidad hice presente el espíritu amplio del Comandante Guevara cuando al dedicarme su libro “Guerra de Guerrillas”, pusiera “A Salvador Allende, que por otros medios busca lo mismo”. Él estaba señalando que comprendía que no hay recetas para hacer revoluciones y que cada país tiene su propia realidad, su historia y su idiosincrasia. Que frente a esa realidad, los dirigentes políticos deben tornar las medidas tácticas y estratégicas.

Voy a Cuba, repito, a devolver esa visita y a expresarle al pueblo cubano el afecto que nuestro pueblo tiene por la Patria de Martí y, al mismo tiempo, a intensificar los vínculos culturales.

También a establecer nexos más profundos en cuanto a información, cooperación técnica, científica y revisar algunos aspectos de nuestro intercambio comercial.

Quiero señalar, por ejemplo, que en el Gobierno del Señor Alessandri, estando yo en Cuba, obtuvo un crédito para el pueblo de Chile en tan buenas condiciones que el propio señor Alessandri tuvo que aceptarlo, ya que significaba comerciar mil toneladas de azúcar por productos chilenos. Este intercambio duró dos años. Si esto fue posible en un Gobierno, repito, que presidía un liberal como el señor Alessandri, con mayor razón tendremos que intensificar nosotros nuestro comercio con Cuba, sobre todo en algunos aspectos que son complementarios en nuestras economías.

 

Pregunta (Siempre): Un cable de hoy fechado en París, dice que existe cierta preocupación en el mundo por la política del Presidente Echeverría como consecuencia de una cierta inclinación de coincidencia, con la política que Ud. y de su Gobierno ¿Cree usted que esto represente realmente un peligro para alguien?

 

Presidente: En primer lugar, y esa es la primera pregunta que se me hace en relación con México -y no porque esté aquí el estimado amigo, el Canciller Rabasa- quiero decirles a todos ustedes, cuan profundamente agradecido y emocionado estoy, como chileno, y lo están los miembros de la delegación, por la forma como el pueblo y el gobierno mexicano nos han recibido. Quiero reiterar que si nunca dudé -ya que México ha vivido etapas tan duras como la nuestra y más quizás, en relación con la nacionalización de su petróleo- se han superado todas las expectativas.

Cuando hemos sido recibidos por el Gobierno, con la calidad del pensamiento del Presidente Echeverría y su Canciller; cuando hemos dialogado como gobernantes de pueblos que tienen una historia común y un futuro común, al margen de las concepciones filosóficas de sus gobernantes es una gran tarea, y una gran tarea común, luchar por la integración latinoamericana. Cuando hemos visto al pueblo desbordarse en las calles de México y lo hemos visto desbordarse proporcionalmente mayor aquí en Guadalajara; cuando hemos tenido la oportunidad honrosa de hablar en el Congreso de México y recibir la adhesión de los congresales; cuando en la universidad se nos han abierto las puertas en forma cariñosa y humana para dialogar con los jóvenes; cuando los campesinos, como lo recordara, con una elevada conciencia política han reafirmado su sentimiento de unidad a nuestro pueblo, yo tengo el derecho, la obligación de señalar como estarle reconocido Chile, su pueblo, por esta fraterna actitud del pueblo y el Gobierno Mexicanos En cuanto a su planteamiento, estimado compañero y amigo, debo decirle que es, como siempre, una interpretación antojadiza.

El Presidente Echeverría, antes de ir a Chile, ya había expuesto sus puntos de vista sobre política internacional y nacional. El Presidente Echeverría en la III UNCTAD, en una tribuna importantísima como es la reunión en que concurren 140 países para revisar el comercio y el desarrollo, también no solo expuso su pensamiento, sino que hizo una proposición de importancia extraordinaria: La creación de la carta de los deberes y derechos económicos de los Estados.

Cuando el Señor Presidente Echeverría, en el Congreso de Estados Unidos ha hecho los mismos planteamientos ¿Cómo puede interpretarse o decirse que porque hay una coincidencia con lo que Chile, con lo que la mayoría de los pueblos latinoamericanos, con lo que Perú ha demostrado a través de las reiteradas declaraciones del Presidente Velazco Alvarado, puede haber un peligro puede haber el asomo de una inclinación de última hora? No. El valor de la actitud de México, de su Presidente, de su Cancillería, ha sido la continuidad de una política que tenía que ser como es: dentro de las características propias de su Gobierno; ser México un país pionero en la defensa de los derechos de los países en vías de desarrollo.

 

Pregunta (Novedades): Solamente quisiera yo saber, porque usted señaló una cantidad tremenda del volumen del desempleo en América Latina, cuál es el problema de Chile en este caso y, eventualmente, en que forma está participando la empresa nacional chilena en la solución del problema.

 

Presidente: En primer lugar, como en el fondo de su pregunta hay una justificada inquietud, aunque no se traduce muy claramente, quiero decirle que en Chile hay 35 mil empresas y que nosotros tan solo hemos nacionalizado algunas de los grandes monopolios. Todavía no alcanzamos a 110; por lo tanto, aquí hay un margen extraordinariamente amplio para la iniciativa justa, que respetamos, de la actividad privada.

Claro está que el problema de la cesantía -quiero que usted no lo olvide- es un problemas consubstancial fundamentalmente al régimen capitalista; y el emporio de las empresas privadas que es Estados Unidos, tiene un porcentaje de cesantía bastante alta. Y el gran problema que tiene precisamente es la reconversión de su economía de guerra a su economía de paz, por el temor de que aumente la cesantía. Pero en Estados Unidos, habitualmente, endémicamente hay 5 millones o 7 millones de parados. En los países dependientes es mucho mayor, indiscutiblemente.

En el caso concreto de Chile, el gran empeño de su Gobierno ha sido precisamente disminuir la cesantía, dar trabajo.

Que cosa más dolorosa y dramática puede significar que un joven, un hombre o una mujer que necesita trabajar, no tenga como hacerlo, yo creo que no hay gente en el mundo que le guste vivir como mendicante. Pero la realidad dramática nuestra es una cosa que les caracteriza a los países en vías de desarrollo; son precisamente sus altos niveles de cesantía, de desempleo.

Es el caso de los jóvenes, que con mucha frecuencia, después de estudiar egresan de la Universidad y resulta que hay cesantes ilustrados que han puesto empeño, esfuerzo y sacrificio, y no encuentran como utilizar su capacidad técnica. Es un problema ligado a todos, un proceso económico.

Usted me excusará que no lo desarrolle, porque me ocuparía bastante tiempo. Pero quiero señalarle algo: en nuestro país hemos disminuido ostensiblemente los Índices de cesantía: los bajamos de 11% a 3.2%, que es el índice más bajo en los últimos 20 años. Y quiero manifestarle honestamente que esto significó incorporar a 220 mil chilenos - que no tenían- al mercado de trabajo, a la producción. Abrió también el mercado interno de consumo, porque 220 mil jefes de familia significan emplear a 600 mil o 700 mil personas en el mercado. Y esa ha traído dificultades, porque eran gentes que tenían un consumo mínimo, y trabajando el jefe de hogar han podido, entonces, alcanzar a los niveles humanos de un consumo, mínimo si usted quiere; pero en un país, donde la producción estaba destinada fundamentalmente a satisfacer una minoría, y se encuentra un mercado ampliado, lógicamente se produce, a pesar de que echamos a andar la capacidad ociosa de las industrias, una mayor demanda que la oferta que podemos entregar de bienes.

 

Pregunta (La Prensa): Tanto ayer como hace unos minutos, usted ha insistido sobre el hecho de sentirse cansado, viejo, con un pie en la tumba.

 

Presidente: No, no he insistido; al contrario. Yo he dicho que un hombre que entendiera el castellano, como usted, comprendiera mi fina ironía.

 

Pregunta: Quizá usted lo ha hecho para alentar a sus adversarios.

 

Presidente: No. Además, lo he dicho para tranquilizarlo a Usted.

 

Pregunta: Bien, señor. Nosotros que lo hemos seguido con tanto cariño y tanta admiración en los últimos años, y el que habla hace muchos años, quiero preguntarle, aunque mi pregunta pueda parecer frívola, señor, de la misma manera que nosotros en su bello país tuvimos el privilegio de admirar la belleza de la mujer chilena, ha tenido usted, señor Presidente, y esta es mi pregunta, oportunidad de apreciar la belleza de la mujer mexicana, y esta vez de la mujer Tapatía de las cuales miles lo han ovacionado a usted a su paso por esta hermosa ciudad?.

 

Presidente: Pero, hombre, si no estoy ciego; tengo vista normal y hábitos normales.

 

Pregunta (Revista América): quiera preguntarle: ¿Cómo definiría usted al socialismo Latinoamericano? ¿Cuál es la diferencia general del socialismo hablado y del socialismo que se hace?

 

Presidente: En realidad, su pregunta no es muy concreta. Yo creo que no hay un socialismo Latinoamericano ni hay un socialismo que se habla o se hace. Usted comprende que en América Latina hay un país que ha avanzado de manera que puede estimarse que es un país socialista, que es Cuba. La revolución cubana se ha hecho de acuerdo con la realidad cubana.

En Chile hay un proceso revolucionario destinado a abrir el camino al socialismo, en una realidad totalmente distinta y diferente.

Además, yo siempre lo dije, y lo dije en las campañas del 64; dije que la revolución cubana, para que la gente entendiera, tenía sabor a ron y gusto a azúcar; que la revolución chilena tenía sabor a vino tinto y gusto a empanadas, con lo cual estaba señalando costumbres distintas y hábitos diferentes de los pueblos.

El proceso revolucionario chileno ha significado la incorporación de los trabajadores al Gobierno, después de un acto revolucionario. Previamente el país con nuestro progreso, lo difundimos en la forma más amplia. Nadie, en Chile, dejó de saber lo que pensábamos y lo que nos proponíamos hacer. Claro que algunos no creían que lo íbamos hacer, pero eso es culpa de ellos, no nuestra. Pero nuestros adversarios y nuestros partidarios supieron lo que pensábamos y, además, porque pensábamos así.

Realizar los cambios dentro de los marcos de una democracia burguesa, manteniéndose las instituciones que caracterizan el desarrollo democrático burgués, es bastante serio y difícil; hacerlo, manteniendo el pluralismo de la democracia y libertad, es muy difícil. Pero quiero decirle que en los otros países donde no se ha hecho así, no es porque el pueblo busque la violencia. Desde luego, desde el ángulo en que yo me ubico, puedo señalar que el régimen capitalista en sí mismo tiene la violencia institucionalizada. En muchos aspectos de la vida que la gente no analiza.

Hay violencia institucionalizada, por ejemplo, cuando, una madre tiene un hijo que se muere en sus brazos y no tiene atención médica, o cuando los campesinos no pueden enseñarles, o hacer que se les enseñe a leer a sus hijos, o cuando el anciano no tiene pensión que le garantice las últimas horas de su vida.

Los pueblos, en sí mismos, no buscan la violencia. Los que defienden sus privilegios y tienen el poder económico que han obtenido el poder político y defienden sus ventajas. Sí que usan la violencia. Y cuando los procesos revolucionarios avanzan, se produce la contrarrevolución, y en ésa sí que cabe la respuesta. En nuestro país lo hemos dicho nosotros en forma muy clara y, además, lo hemos demostrado. En nuestro país ha habido un paro que yo califiqué de paralitico, porque no fue un paro nacional, pero fue un paro importante, una tentativa de paro nacional, patronal, empresarial.

Caso único, quizás. Y la respuesta de los trabajadores. ¿Dónde? en sus faenas y en sus empresas, en sus industrias.

Mientras que los empresarios publican avisos -siendo chilenos- hasta en diarios de las capitales latinoamericanas, señalando cosas que no ocurren. Entre los empresarios se decía que se iba a detener el país, y la respuesta de los trabajadores, ¿Cuál fue? producir más, trabajar más.

Y cuando durante estos veinte y tantos días de tentativa de paro nacional, hubo tres días en que no tuvimos movilización colectiva, la enseñanza que dio mi pueblo me permite destacarla con orgullo: los trabajadores caminaron kilómetros a pie para llegar a sus sitios de trabajo, a sus faenas, y cuando algunos de los malos patrones pretendieron mantener cerradas sus industrias, los trabajadores abrieron las industrias y las hicieron producir.

Después, nosotros las hemos requisado, y estudiaremos cada caso para devolverlas; todo esto dentro de los marcos legales, o sencillamente para expropiarlas. Sobre todo las industrias estratégicas que podrían haber significado un daño extraordinario para la vida económica del país.

Así es que en respuesta a su pregunta, no hay un socialismo latinoamericano.

 

Pregunta: Usted hablaba de un socialismo falto de violencia, pero actualmente el socialismo ha sido relacionado con la violencia en muchos países, ¿a qué se debe?

 

Presidente: Yo le he explicado a usted, señorita, que en realidad los pueblos no aman la violencia; que la violencia, fundamentalmente, nace de aquellos que pretenden mantener el estatus; impedir las transformaciones y los cambios. Usted comprenda que el latifundista al que le expropian su latifundio, no reacciona muchas veces en forma pacífica. Usted comprenda que la empresa imperialista, acostumbrada a succionar las riquezas de nuestros países; usted comprenda que la Kennecott, que obtuvo en Chile utilidades de un 202 por ciento, y un promedio de 57 por ciento, mientras en escala internacional esas empresas no tienen ni un 7 por ciento, lógicamente cuando un país las nacionaliza, reacciona como han reaccionado.

Por último el derecho de 10 millones de chilenos está por encima de los intereses de pequeños grupos monopolistas, cuya característica es ser comerciantes mundiales al margen de las necesidades de los pueblos y solamente para satisfacer sus intereses.

 

Pregunta: Ahí está la diferencia.

 

Presidente: Hay una cosa de más profundidad que usted debería meditar.

 

Pregunta: Si me recuerdo bien, usted dijo ayer que es uno de los hombres que tienen apellido socialista. ¿Cuáles son las perspectivas y posibilidades de que su país pudiera tener ese mismo apellido socialista?

 

Presidente: Yo le dije categóricamente que somos un Gobierno Popular, Nacional, Democrático, Revolucionario, que abre el camino al Socialismo. El Socialismo -lo he reiterado- no se impone por decretos. Tenemos dificultades; he manifestado que es muy difícil, más difícil que en otras partes o en otros países, caminar al Socialismo porque indiscutiblemente tenemos intereses, y en mi Patria existe una democracia que se vive con sectores de oposición que tienen mayoría en el Congreso, con un Poder Judicial Autónomo.

Por la tanto, nosotros tenemos el Gobierno, el poder político. No hemos conquistado ampliamente, todavía, el poder económico, pero caminamos a él; las perspectivas son llegar sin premura, caminando en la realidad nuestra hacia el socialismo, pero ya hemos dado pasos categóricos, recuperando las riquezas básicas en manos del capital foráneo, nacionalizando los Bancos, los monopolios, haciendo la Reforma Agraria, estableciendo un control en el comercio de importación y exportación.

Pero más que nada, y eso es lo importante, en definitiva, la incorporación de los trabajadores, su toma de conciencia, su presencia activa, no en los niveles tan solo del Gobierno. Me refiero al Consejo de Economía, al Ministerio, sino en toda la gama de las actividades nacionales, y esencialmente en el manejo de las industrias, a través de la elección de los trabajadores, en la asamblea de trabajadores, los que serán sus representantes; a través, de la elección del Gobierno, del número similar, pero de los trabajadores de la misma industria; en la organización de los Comités de Producción; en la organización del pueblo, más allá, por cierto, de los partidos o base política de la Unidad Popular. En los Comités Vecinales, en las Juntas de Abastecimientos y Precios.

En resumen, en todo lo que implique que el pueblo cree, frente a nuevas condiciones, sus propios instrumentos que podrán ser transitorios, pero que expresan la presencia del pueblo.

Por eso, a pesar de las dificultades que tenemos, a pesar de los poderosos enemigos que son las empresas transnacionales, a pesar de las resistencias internas, lógicamente, seguimos adelante. ¿Qué país que ha hecho Reforma Agraria no ha tenido resistencias? Vamos a recordarlo en México; no sabemos lo que ha sido la Revolución Agraria en este país. Un país que nacionalizó una riqueza que estaba en manos del capital imperialista. ¿No ha tenido dificultades?

¿No ocurrió esto aquí en México, en el pasado?

Sin embargo, los pueblos avanzan, y nosotros pensamos categóricamente que por sobre las dificultades, la voluntad, la conciencia de un pueblo organizado, disciplinado y consciente, nos irá acercando al Socialismo.

 

Pregunta (El Nacional): Se ha hablado mucho de que es necesario concientizar a nuestros pueblos. Se ha insistido demasiado, pero no se ha dicho como concientizar a nuestros pueblos ¿nos podría decir cómo hacerlo?

 

Presidente: La pregunta es difícil de responder porque todo un sistema está organizado sobre bases internas para crear la imagen de que el mundo en que vivimos, y las estructuras económicas y sociales vigentes, son las que garantizan el desarrollo de los pueblos, y, consecuentemente, con ellos, los individuos.

Esto se manifiesta a través de las agencias informativas, muchas veces de la prensa, no siempre de la radio, pero indiscutiblemente los medios de información están, en su mayoría, en manos de aquellos que son partidarios del Estatus Social.

Cuando nosotros hablamos de concientización y elevar el nivel político de la gente, es cuando pretendemos que la gente tome conciencia. El cesante de Chile y de México, que se pregunta por qué está cesante, el que no pudo aprender a leer, que se pregunta por qué no lo pudo hacer. El que construye casas, siendo albañil, que se pregunta por qué el, que ha pasado a veces 30 años construyendo casas para empresas o industrias particulares, no tiene casa. Para que los pueblos entiendan, por qué, siendo potencialmente ricos, son pobres. La mayoría de nuestros países son potencialmente ricos, y, sin embargo, hay grandes masas que carecen de lo esencial.

¿Por qué no va a entender el chileno que siendo Chile el segundo país productor de cobre en el mundo, tiene, como consecuencia de que las grandes empresas fueran las que explotaran nuestra riqueza, el que durante 44 años, más o menos, después, da una inversión que no alcanza a 30 millones, de dólares, se hayan sacado del país 3.500 millones de dólares por utilidades?

Imagínese usted, debíamos tomar conciencia cuando los pueblos se preguntan por qué y para que se desaten algunas guerras.

¿Usted cree que no es útil que los pueblos entiendan después, de diez años de guerra en Vietnam, cuál es el balance para los pueblos? ¿Por qué se hizo esa guerra? ¿Para qué se hizo esa guerra? ¿Por qué viene la paz? Y la paz puede provocar el drama de ese pueblo; el sufrimiento de ese pueblo, la destrucción la guerra ecológica ahí desatada. Y ¿Puede el pueblo norteamericano, dejar de pensar en los hijos del propio pueblo norteamericano, heridos, inválidos o muertos en Vietnam?

¿Para qué? eso tiene mucho más valor porque se trata de vidas humanas. Pero también preguntas en el sentido de que con lo que se gastó en dos meses en la guerra de Vietnam, se pueden solucionar muchos de los problemas agobiantes de nuestros pueblos Con un día de lo que se ha gastado en la Guerra de Vietnam, se pueden solucionar problemas durísimos en nuestros pueblos. Con lo que se ha gastado uno o dos años en la guerra de Vietnam, se podría haber, indiscutiblemente, asegurado -y para siempre- la educación de la inmensa mayoría de los hombres de América Latina.

Entonces, a eso llamo yo tomar conciencia y elevar el nivel político de las gentes para que entiendan el problema; para que se den cuenta, para que racionalmente se ubique en una posición de lucha sobre todo cuando, en el caso nuestro, somos países exportadores de materias primas e importadores de artículos manufacturados.

Tenemos grandes riquezas; esas grandes riquezas satisfacen a una minoría internacional, mientras las grandes mayorías no tienen acceso ni a la educación, ni a la salud, ni a la vivienda, ni a la cultura, ni al deporte. Ni a la recreación, ni a los descansos.

Señores, muchas gracias. Siento mucho tener que despedirme de ustedes.