Salvador Allende

Discurso en el acto inaugural del VI Congreso de la Central Única de Trabajadores, CUT 


Pronunciado: El 8 de enero de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 3 de febrero de 2016.


Queridas compañeras y estimados compañeros:

Esta noche me golpea el recuerdo, y me parece que estuviera hablando el 5 de septiembre del año pasado, cuando el pueblo alcanzó su victoria y después de tantos años y tan largas y penosas horas se juntó con serenidad, con firmeza, con alegría.

Esta noche, una vez más, yo he aprendido otra lección. Largas horas de espera, densas columnas de mujeres, jóvenes, hombres y ancianos, estuvieron junto al Congreso y tal como dijera: no penetraron violando el recinto parlamentario, estuvieron levantado su voz para expresar su protesta, su legítima protesta, frente a lo que estiman un atropello a la Constitución.

Y miles y miles de chilenos, sin saberlo, quizás, están viviendo horas parecidas a las que la Patria viviera hace 80 años cuando Balmaceda, con hondo, profundo y heroico sentido patriótico, reclamara para Chile el salitre, y quisiera para Chile la dignidad de ser un país dueño de sus riquezas.

Balmaceda, acorralado y perseguido por los grupos oligárquicos, vio al país sumergido en una guerra fratricida, y puso fin a su existencia legando a los chilenos un ejemplo profundo y hondo de sentido nacional y de responsabilidad. Recogemos esa herencia, pero decimos que los tiempos han cambiado. Ochenta años no pasan en vano en ningún país. No se va a repetir lo de ayer. No habrá aquí una guerra fratricida, porque la vamos a impedir, y no habrá un Presidente que tenga que suicidarse porque no lo haré.

No habrá un Presidente arrastrado al suicidio, porque el pueblo sabrá responder y tampoco habrá una guerra fratricida porque el Gobierno y el pueblo lo impedirán.

No queremos una Patria ensangrentada, no queremos víctimas inocentes. No deseamos e impediremos todo lo que signifique que la injusticia y la violencia innecesaria golpeen duramente a nuestro país. Ello no significa de ninguna manera ni claudicación ni doblegar nuestra entereza, frente a los adversarios internos, a los enemigos externos. Ello no significa que estemos dispuestos a claudicar, a comerciar el programa y el mandato que nos dio el pueblo. No habrá un Presidente que se suicide, porque tiene la obligación emanada de la voluntad revolucionaria del pueblo de hacer posible el cumplimiento integral del programa de la Unidad Popular.

Hoy, y eso deben entender los compañeros, y nunca me cansaré de decirles que es fundamental que eleven su conciencia y su nivel político. Hoy, ustedes han dado una lección más, al expresar su protesta sin que haya habido un acto que puedan reprocharles. Y eso tiene significación nacional e internacional. De la misma manera quiero insistir que en este instante, y es conveniente que cada uno de Uds. lo entienda y lo aprenda, en este instante es el Gobierno y es el Presidente que les habla el que está defendiendo la ley y la Constitución, y por eso es que existe la fortaleza de nuestra actitud porque… compañeros, es muy fácil lanzar una frase o repetir una consigna que no tiene una base real.

…Compañeros, compañeros, yo exijo. Qué fácil, compañeros, es que demos el espectáculo de una inmadurez política que en una noche como ésta nos lleve a estar gritando posiciones diferentes. Qué dramático es oír gritar aquí en Chile, como un ejemplo, Bolivia. La irresponsabilidad de los que no supieron darle un contenido a la Asamblea Popular en Bolivia hizo posible que el imperialismo y la reacción derrumbaran al Gobierno de Torres.

Son latitudes geográficas y políticas distintas, y yo no necesito consejos de última hora para dirigir políticamente a este país.

Qué fácil y sencillo sería dejarse arrastrar por la pasión y decir cosas que no tuvieran el fundamento de una responsabilidad y el respaldo auténtico de una fuerza política. He dicho que en este instante, este Gobierno que es revolucionario, está frente a Chile y al mundo señalando que nosotros -y eso es muy importante- estamos actuando dentro de la propia Constitución. Son otros los que se han salido; son otros los que en la Ley del Presupuesto lo han hecho; son otros los que han hecho un juicio político que la propia Constitución lo impide y por lo tanto, es importante señalarlo, porque siempre lo dije: dentro de la propia Constitución vamos a dictar la nueva Constitución Revolucionaria y por eso, en este instante, el título moral que tiene el Gobierno lo vamos a defender, porque ello es la principal garantía y la fortaleza de su estabilidad.

Y por eso es que finalmente quiero decirles: que dentro de esta propia Constitución -y óiganlo bien he resuelto y lo voy a cumplir mañana- será de nuevo, no en la cartera del Interior, en otra cartera importante, Ministro de Estado, el compañero y amigo José Tohá.

Esto que acabo de decir tiene un contenido que ustedes deben pensar. ¿Qué vale más? Gritar algo que no tiene asidero, lanzar una consigna que no se puede cumplir, o hacer que sea Ministro otra vez, en el Gabinete Popular de un Gobierno del pueblo, el Ministro a quien la Cámara, a nuestro juicio, sin base jurídica, ha suspendido de sus funciones de Ministro del Interior. Yo creo que no hay nadie en Chile que no esté afiebrado que no entienda lo que eso significa y la proyección que eso tiene.

Compañeros, qué fácil es gritar, qué sencillo es decir “hay que armar el pueblo”. Qué me costaría a mí decirlo, si acaso me dejara arrastrar. Pero, compañeros, piensen ustedes, mediten la historia, vean los ejemplos, piensen y piensen que las revoluciones no se hacen en función de un verbalismo que no tenga como arraigo la fuerza consciente, la voluntad disciplinada.

Cuántos años y en todas las latitudes, los pueblos han luchado y cuántos son los miles y miles de hombres y mujeres sacrificados. Cuánta fuerza tiene la reacción y qué poderoso es el imperialismo; como se los he dicho, que no es un tigre de papel. Tigre de papel, podrá apreciarlo un país continente con 900 millones de habitantes y a miles y miles de millas de distancia, pero nosotros sabemos perfectamente bien la fuerza poderosa de los enemigos populares y sabemos, y la historia nos enseña, que las revoluciones no se hacen en función de los gritos pasionales de las multitudes o de determinados sectores.

Nosotros tenemos un instrumento, que debemos usarlo hasta que ese instrumento, que es la Carta Fundamental, nos dé la validez que nos permita decir: mañana será Tohá ministro de nuevo, y mañana lograremos de nuevo derrotar a los que quisieron paralizar económicamente al país y mañana el Tribunal Constitucional tendrá que pronunciarse sobre la dictación de una Ley de Presupuesto que barrena la economía nacional. Y mañana los vetos impondrán la voluntad del Gobierno, para restaurar la posibilidad de echar a andar el país por el progreso económico.

…Es esto lo que debe entender el pueblo. Es esto lo que deben entender, compañeros, a quienes yo respeto, por su honradez revolucionaria, pero a quienes yo les digo que se empinen para mirar más allá de las fronteras, las lecciones de la historia. Que miren con serenidad, que miren con fervor revolucionario la experiencia de otros pueblos, y que piensen que no hay recetas de tipo internacional para hacer posible la revolución y los cambios. Cada país tiene su historia, su idiosincrasia: cada país tiene su propia realidad y frente a esta realidad hay que actuar, aprovechando la experiencia venga de donde venga, pero adecuándola a nuestras propias características. Esta noche es una noche trascendente, en la larga y dura lucha combatiente, en la voluntad revolucionaria del pueblo. De aquí debemos sacar una lección.

Ustedes al oír al Compañero Presidente hablarles sin buscar el aplauso barato y sin disminuirse frente al silbido injusto, porque yo tengo la obligación, y para eso estoy aquí, de señalar la política que ha de resguardar los derechos del pueblo y la decisión revolucionaria de hacer posible un Chile independiente y dueño de su propio destino.

Por eso tenemos que entendernos, y entendernos bien. Hay muchas maneras, nuevas maneras, como demostrar la fortaleza, la firmeza, la fuerza del pueblo. Se lo decía hoy día a algunos compañeros: no caigan en la provocación. No pretendan meterse en los jardines del Congreso. No rompan unos cuantos vidrios. Vale más que mañana frente a otra amenaza, o frente a una medida injusta, se pare Chile en la usina, en la escuela, en el taller, en la fábrica, en el campo; se pare media hora, se pare una hora; en un día, para demostrar la fortaleza del pueblo y su decisión de combate. Y nos paremos una hora y la pagaremos trabajando al día siguiente. Eso sí que tiene una fuerza moral que arrasa con las murallas de la reacción y del oportunismo de los contubernios. Eso sí que tiene fuerza, cuando un pueblo es capaz de detener la vida económica del país y enseguida darle voluntariamente el oxígeno para que siga caminando, sin tener que demostrar la fuerza física, sino la fuerza de su organización.

Yo les he dicho como candidato, y no es fácil que lo diga un hombre como Presidente: No queremos la violencia; rechazamos la violencia, pero si otros usan la violencia, a la violencia contrarrevolucionaria utilizaremos la fuerza de la ley, y si a la fuerza de la ley lo impide la tentativa subversiva óiganlo bien, usaremos la violencia revolucionaria.

Yo he dicho y debemos repetirlo, el Gobierno, y el pueblo, saben muy bien distinguir entre la oposición y la sedición, y entre la sedición disfrazada de oposición. Y eso es lo que debemos aprender una vez más. Por eso, con tranquilidad, sin amargura, estamos aquí juntos una vez más en este balcón, mi compañero y amigo de siempre, José Tohá, víctima de una injusticia, y a quien y sobre quien se ha querido hacer recaer un juicio político destinado a enjuiciar al Gobierno. Palabras atrevidas e insólitas de un parlamentario nacional decían que si el Gobierno no cambia, será el Presidente el acusado. Que pierda ese diputado esa esperanza; no voy a cambiar ni frente a la amenaza ni frente al halago, ni frente a la zancadilla política, ni frente a la injuria, ni frente a la calumnia, ni frente a la presión externa ni frente a la tentativa subversiva interna; estoy aquí para cumplir la voluntad revolucionaria del pueblo de Chile y a la lealtad del pueblo responderé con la lealtad del Compañero Presidente”.