Salvador Allende

Enfrentamiento entre chilenos. Mensaje por Radio y Televisión Nacional


Pronunciado: El 8 de octubre de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 4 de febrero de 2016.


He estimado una obligación conversar una vez más con ustedes y, como siempre, dialogar así improvisadamente frente a los hechos trascendentales que a ustedes y a mí nos preocupan, y que interesan a Chile como pueblo y como nación.

Desde la primera vez que intervine a raíz de los acontecimientos sucedidos como consecuencia del paro de los transportistas, sostuve con tranquilidad, pero enfáticamente, que ese movimiento semigremial en esencia era un movimiento de contenido político, que los dirigentes de los transportistas habían cometido delitos sancionados por las leyes, y que las consecuencias de su paro pesaban extraordinariamente sobre la inmensa mayoría de los chilenos.

Los hechos me han dado absolutamente la razón. Han sido los Tribunales de Justicia, ha sido el señor Ministro Cepeda, destacado para este caso, quien ha declarado reos a los dirigentes de los transportistas.

Es cierto que ellos han salido bajo fianza. Pero es cierto que son reos.

Ello viene a confirmar, como sostuve, que su actitud y su acción estaban dentro de los marcos que sancionan expresamente las disposiciones de la Ley de Seguridad Interior del Estado.

No hubo, de esta manera, ninguna intención, ningún propósito del Gobierno de obstaculizar legítimos derechos sindicales o gremiales.

Hubo la obligación ineludible -a la que nunca renunciaré- de establecer el orden y la normalidad, afectados por paros que en el fondo han sido claramente sediciosos.

Lamentablemente, además de la actitud asumida por los integrantes del gremio del transporte de carga terrestre, otros sectores expresaron su solidaridad activa, o se pretendió que lo hicieran.

Pero lo que es mucho más grave es que en las últimas cuarenta y ocho horas se han llegado a ejecutar actos de sabotaje, directos, que han implicado extraordinaria gravedad.

Cuatro sabotajes contra las líneas férreas. Consecuencia de ello, un volcamiento en Valparaíso y otro -me parece- cerca de Melipilla. Destrucción, en los otros dos casos, de amplios tramos de la línea férrea.

Se voló anoche la copa de agua de la Comuna de Conchalí.

Se ha atentado en contra de los locales que han abierto.

Ha habido la intención, también, de impedir que los particulares que están trabajando con sus camiones y los camiones de las empresas estatales pudieran cumplir su cometido.

Se han colocado bombas en la casa de un dirigente político de San Miguel, Tito Palestra, y en la industria estatizada Quimantú.

El Presidente de la Federación Nacional de Profesionales, Miguel Jacobo Helo, lamentablemente, fue víctima de un atentado. El conversó conmigo anteayer. Me habló de las presiones que había recibido para que hubiera un pronunciamiento determinado frente a este paro. No soy hombre capaz de decir que la oposición es responsable de esto, pero sí sostengo que jamás los sectores populares habrían cometido el atentado de que se hizo victima a un hombre que, precisamente, no quería un pronunciamiento injusto de la organización que preside.

Entonces, nos vimos obligados a establecer el toque de queda, recurso al que acudieron gobiernos anteriores en circunstancias similares, para evitar la acción tenebrosa, irresponsable, artera, cobarde, de los que amparados por las sombras de la noche recurren a procedimientos antichilenos. Absolutamente antichilenos.

Ya Chile vivió, desde el 4 de septiembre hasta el 3 de noviembre de 1970, una serie de actos que culminaron lamentablemente, con el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, General René Schneider.

¡Hoy se vuelven a usar esos mismos procedimientos: la bomba, el sabotaje y el atentado!

El Gobierno no lo permitirá. Hemos recurrido al toque de queda, como recurrimos a la cadena nacional de emisoras, no para impedir la libre expresión de un pensamiento constructivo de una opinión política. Lo hicimos, primero, a través de una determinación del Jefe de la Zona de Emergencia. Levantada esta cadena obligatoria, las radios quedaron en su libre derecho con la notificación de que no podían impulsar el paro a través de una campaña destinada a ello.

Esta resolución del Jefe de Zona no fue cumplida y fue el propio Comandante en Jefe del Ejército de Chile, General Carlos Prats, quien solicitó del Gobierno se restableciera la cadena nacional. Y lo hemos hecho.

El General Bravo, Jefe de la Zona de Emergencia llamó a los diarios para pedirles y expresarles que como en Chite no estábamos acostumbrados a una censura previa, se dejaba bajo su propia responsabilidad el que no publicaran noticias alarmantes o alarmistas. Que no se creara mayor confusión o se diera una imagen distinta a la que estamos viviendo, Los diarios, ustedes los compran, los leen, y por lo tanto saben lo que han publicado. Nadie, absolutamente nadie podría osar decir que no hay la más amplia libertad, y además nadie podría decir que ciertos diarios se han atenido a una norma ética como les indicara el Jefe de la Zona de Emergencias.

La realidad es muy clara. Se quiso parar este país, y no se paralizó, ni se va a paralizar este país.

Se quiso impedir una vida normal de Chile. Herir a Chile en su economía y en los derechos de los habitantes. Han sido duras, muy duras estas horas. Cientos de chilenas han tenido dificultades para adquirir alimentos.

Hemos debido hacer un esfuerzo ímprobo para llevar el petróleo a las industrias y la bencina a las bombas, para satisfacer la demanda de los conductores de vehículos, de los microbuses y de los particulares.

Hemos tenido que realizar, sin cansancio, una faena increíble que ha contado con el apoyo voluntario de la juventud, para desatochar los puertos y las estaciones de ferrocarriles, cargadas de mercaderías, depositadas ahí porque no había en qué transportarlas.

Los artículos de consumo perecederos han sido traídos de cualquier manera. Un porcentaje no bajo de ellos no ha podido utilizarse, pero han llegado los alimentos mínimos, para las necesidades mínimas, aun con grandes dificultades.

Así, la vida de Chile ha continuado.

No ha habido una sola industria paralizada; ni el cobre ni el hierro ni el salitre ni el petróleo ni el carbón.

La inmensa mayoría de las industrias de este país camina.

Si un patrón -en mala hora- quiso agregar su granito de arena cerrando su fábrica, empleados y obreros fueron a trabajar y se sigue produciendo como siempre.

Contra los que quisieron paralizar a Chile está el esfuerzo de los que quieren que Chile siga caminando, en las faenas, en el servicio público, en la escuela, en el hospital.

A ustedes que me escuchan les puedo asegurar que no ha habido un servicio público detenido, ninguna oficina fiscal paralizada.

Los médicos de Santiago y de Valparaíso, lamentablemente, por antecedentes que no tuvieron o por pasión política en un sector determinado, declararon una huelga. Los hospitales han funcionado; con menos médicos, trabajando más y con el personal agregando su sacrificio con generosidad. Los enfermos, en los consultorios, han sido atendidos, y todos los que necesitaban hospitalización han llegado a los hospitales.

Es cierto que en algunos servicios ingenieros y técnicos han acatado órdenes de paro, pero es cierto que en esos servicios o actividades han habido ingenieros y técnicos que están haciendo su trabajo y el de otros.

No hay un solo servicio que se haya paralizado. Ni se va a paralizar. ¿Por qué? Porque ha quedado en claro, evidentemente en claro, que los que en un momento inicial creyeron que efectivamente este Gobierno había atropellado derechos sindicales o gremiales, han llegado a la evidencia de que nunca fue así. Nunca será así, agrego yo.

Mientras se pretendía obtener la solidaridad y el paro de distintas actividades, fundamentalmente profesionales, nosotros dialogábamos. Dialogábamos con los dirigentes de autobuses, de taxis y taxibuses.

Me enviaron una carta haciéndome preguntas, la que respondía con otra carta. En ella quedó en claro -frente a su preocupación si se iba a crear un complejo único de transporte en Aysén- que el Gobierno nada había decidido, y que ésta era sólo una opinión del Instituto de Fomento de Aysén.

Frente a la pregunta acerca de qué rol tendrían en el Gobierno las actividades de los transportistas, precisé con claridad nuestro pensamiento. Expresé nuestro criterio: no pensábamos, ¡ni nunca habíamos pensado!, estatizar el camión, los dos camiones, la pequeña o la mediana empresa, ya que en el ramo de transportes no hay grandes empresas.

Fui honesto al declarar que jamás diría que el Gobierno renunciaba -si mañana lo necesitaba- a crear una empresa de transportes, no nacional, sino para una actividad determinada, en determinada región.

Agregué que en este país había todavía posibilidades para ésa y muchas otras empresas particulares, porque necesitamos más camiones, más gente que trabaje. De esta manera, pues, quedó precisado nuestro criterio.

Se me preguntó si íbamos a intervenir más empresas. Respondí que ya se había decretado la devolución de las compañías interprovinciales Tas-Choapa y Chile-Bus. y los decretos con relación a Flecha, Verde, Galgo Azul y Asociación Melipilla. También se había dispuesto el cese de la intervención en lo concerniente al transporte, de la Empresa Miguel Calvo, de Concepción.

Me preguntaron si el Comité Nacional del Transporte, que preside el Almirante señor Huerta, sería el nexo entre el Gobierno y el transportista. Contesté categóricamente, que sí.

Se me preguntó si efectivamente se entregarían los camiones que construye o arma FIAT, en Casablanca. Reiteré que sí.

Se me dijo si estaba dispuesto a retirar las querellas contra los dirigentes de transportistas declarados reos. Dije que sí, siempre que se hubiera normalizado -y más que eso-, tan sólo que se diera la orden de volver al trabajo.

Cuando alguien pensó que, junto con los aspectos gremiales, había aspectos políticos que yo eludía, las resoluciones del Gobierno precisan que nunca quisimos ocultar nada.

Se ha dicho que nosotros queremos terminar con las transmisiones de Radio Minería. El Ministro del Interior, compañero Jaime Suárez, ha conversado con el senador demócrata cristiano Benjamín Prado, llegando a un acuerdo que deberé ratificar. Radio Minería de Viña del Mar seguirá funcionando.

Se ha dicho que, a través de un decreto, he caducado la concesión de Radio Agricultura de Los Ángeles. No es así. estimados compatriotas.

El Gobierno del señor Frei dictó un decreto para darle un plazo preciso, categórico, a Radio Agricultura de Los Ángeles, con el fin de que cumpliera determinadas exigencias. Pasó el plazo, no se cumplió con esas exigencias. Entonces nosotros hicimos efectivo el decreto que caducó la concesión. Si ellos quieren volver a tener su canal, que lo pidan, pero que se cumpla con la Ley.

Se ha dicho que nosotros queremos quebrar la Papelera de Puente Alto. Jamás ha sido ése nuestro propósito.

He firmado reiteradamente que nunca recurriré a caminos abiertos que signifiquen limitar la libertad de información y de prensa. En nuestro país se ha reunido un organismo como la SIP.

Es mundialmente conocido que representa intereses patronales empresariales.

Nosotros, como organización, no aceptamos, no acatamos sus resoluciones. Sin embargo, se reunieron en Chile y a pesar de los intereses que representa y de los vínculos que tiene, no se atrevió - por cierto- a decir que en este país no habla libertad de prensa y de información.

Allí no se habló tan sólo de los peligros y posibilidades que podía tener la Papelera, sino que también fijaban precio a los productos de esa empresa.

Pues bien, como ustedes deben saberlo, el Gobierno a comienzos de año aumentó en un 19 por ciento el precio de los productos de la Papelera. El Ministro de Economía, hace seis días

-no como consecuencia del paro, sino por convicción justa de los organismos técnicos del Estado-, dictó un nuevo aumento de 93 por ciento al que hay que sumar el 19 por ciento anterior. A ello hay que agregar un 18 por ciento más, porque se ha mantenido estable el precio de la energía; se ha mantenido fijo el precio del combustible, y se le ha dado un área preferencial de cambios para sus exportaciones.

Según los técnicos, la suma de 19, de 93 y de 18 por ciento que representarían las medidas a que he aludido, totalizan un 130 por ciento. Es el más alto reajuste de precios otorgado a una empresa.

A los transportistas se les dio un 120 por ciento; al resto del sector privado se le concedieron alzas que fluctúan entre un 70 y un 85 por ciento. ¡A la Papelera, un 130 por ciento!

Me reuní con 25 dirigentes sindicales de la Papelera, quienes me hicieron presente que, a su juicio, ellos partían de la base de un aumento de un 93 por ciento, lo que era suficiente.

Yo no tenía los datos exactos en ese momento, pero les aseveré que creía que el aumento alcanzaba a un 140 por ciento. Recibí sus estudios, y les dije que les iba a contestar. Lo haré; estudiaré sus antecedentes y sus consideraciones.

Los técnicos del Gobierno juzgarán los argumentos de los unos y los otros, pero les puedo asegurar que el Gobierno nunca recurrirá a arteros procedimientos para impedir que el papel llegue a los diarios, aunque sea destinado injustamente a denigrar al Gobierno y nuestra labor.

Cabe destacar con satisfacción que cientos y miles de chilenos -primitivamente impresionados por la propaganda- vieron que no había exactitud en la acusación de violación de derechos y normas constitucionales, ni violación a los principios de respeto a la actividad gremial.

Lamentablemente, el comercio ha mantenido su paro. Hoy el Ministro ha declarado reos a dirigentes del comercio.

Nosotros invocamos la Ley, no la aplicamos. Nosotros decimos que se cometen delitos. Pues bien, un poder independiente, el Judicial, que juzga y determina, determinó que estos comerciantes deben ser sancionados. Han sido declarados reos, al igual que un periodista y regidor por Santiago.

Si no hubiéramos tenido razón, si la Ley no nos amparara, no habría ocurrido lo que ha ocurrido.

Pero a un Gobierno nadie lo puede censurar si recurre, precisamente, a la Ley, para impedir que se quiebre la democracia, para impedir que se camine por el desnivel que puede conducirnos al fascismo, para impedir ese enfrentamiento que se pretende.

Lo he dicho, lo sostengo: agotaré mis energías, mi decisión, mi voluntad, para impedir un enfrentamiento entre chilenos.

Para defender el Estado, la democracia chilena y el orden, he recurrido y recurriré a las atribuciones que la Ley entrega al gobernante, y a sus instituciones: Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones.

Llevamos ya cerca de siete días de este hecho -el más grave que ha ocurrido en los últimos años en nuestro país-. Las Fuerzas Armadas y Carabineros han tenido una ímproba labor.

Todos los días, los Carabineros han debido gastar sus energías para impedir los desmanes contra taxis, contra microbuses, contra los locales comerciales que han abierto, o han tenido que acompañar a funcionarios de DIRINCO para que se abran los locales. Los grupos provocadores, creando dificultades, sobre todo en el centro de Santiago, han obligado a actuar a la fuerza policial. Ha habido gases lacrimógenos, lo que ha implicado cerrar los locales que han abierto; pero no hay un herido grave y por cierto -con qué satisfacción lo digo-, no hay un muerto por la acción de Carabineros. En otros gobiernos -enfrentados no a una huelga sediciosa ni a un paro tan amplio- hubo la movilización de las fuerzas, cuyas consecuencias conoce el país: en El Salvador, en la José María Caro, en Pampa Irigoin de Puerto Montt y en las calles de Santiago.

Nosotros hemos tratado -y lo hemos conseguido- de impedir el enfrentamiento. Hemos dicho a los trabajadores -que con una abnegación increíble han estado trabajando y produciendo más en sus fábricas y en sus industrias- que no vayan al centro de Santiago, que no vayan al centro de las capitales de provincia. Hemos dicho a los campesinos que se queden en sus tierras; que trabajen, que siembren más en la siembra de primavera. Nuestra voluntad ha sido respetada, y nuestra petición -no nuestra orden- ha sido cumplida.

A la juventud, en lugar de decirle que salga con sus cantos y sus gritos a enfrentarse a otras juventudes que no piensan como ella, le hemos dicho que vaya -y ha ido- a las descargas en las estaciones, a cargar en los laboratorios para llevar los medicamentos. Con qué satisfacción yo puedo decir que se han movilizado más de dos mil quinientos jóvenes de Santiago, diariamente, viernes, sábado, domingo; hoy día un número menor, por sus obligaciones de estudios, pero también numeroso.

Trabajos voluntarios de obreros, empleados, técnicos, señalan una gran conciencia y una gran voluntad. Ello ha permitido que las medidas esenciales del Gobierno, destinadas a abastecer a la población de alimentos, materias primas básicas, combustibles y productos farmacéuticos, hayan podido cumplirse.

Frente a los hechos ocurridos, el Ministerio de Economía ha determinado la protección policial para los locales abiertos, sanción pecuniaria para los que no abran, reparto directo de alimentos a las poblaciones si es necesario; aunque esto no lo creo, porque hemos mejorado bastante en la distribución y porque los comerciantes detallistas han encontrado en las JAP y en las poblaciones la ayuda, la comprensión y el apoyo para su tarea. Allí donde sea necesario se organizarán los economatos en las empresas, pero no como una política permanente, porque no pensamos sustituir al comercio detallista. Tampoco hemos pensado jamás estatizar las actividades de los transportistas. Se da bueno que no se especule innoblemente con iniciativas que nunca el Gobierno ha querido tomar.

Somos claros. Ahí está nuestro Programa. Lo que dijimos que íbamos a hacer, lo hemos hecho; recuperar para Chile sus riquezas fundamentales. Profundizar la Reforma Agraria. Estatizar los monopolios de las industrias estratégicas y fundamentales para el país, controlar -en función de un presupuesto de divisas- el comercio de exportación, e importación. Nacionalizar la Banca.

Dijimos que haríamos un Área Social de la Economía, con empresas estatizadas y empresas mixtas, y un amplísimo campo para la actividad privada. Así ha sido.

En Chile hay treinta y cinco mil empresas. No creo que se hayan paralizado diez. Grandes empresas de la construcción quisieron paralizar las faenas; los obreros están trabajando, y hemos tomado medidas para intervenir esas empresas. No se va a paralizar la construcción ni la actividad que tienen esos empresarios. Pienso que también ellos deben meditar.

No ha habido un paro, ni lo habrá. Algunos gremios que no tuvieron la información oportuna, ya la han recibido y han visto que nosotros estamos proclives al diálogo. Así lo muestra nuestro empeño en no perseguir a la gente, sino en hacerle entender el camino equivocado que siguieron, y que en este país hay quienes quieren quebrantar el régimen institucional.

Hoy hemos dialogado con cinco mil mujeres, en el salón más grande del edificio de la UNCTAD.

En el Teatro Municipal, repleto de profesionales, dijimos nuestro pensamiento a los técnicos y profesionales, no sólo de izquierda sino también independientes. Les manifestamos que para nosotros era una gran preocupación que se pudiera crear entre los médicos una distancia en el seno de un mismo equipo quirúrgico, un mismo equipo de atención, de medicina interna, que siempre deben trabajar en el diálogo. Que no queríamos tampoco que entre los ingenieros y los técnicos, y los obreros, o entre ingenieros de ideas “A” e ingenieros de ideas “B” se crearan distancias.

Pensamos que una información justa haría meditar a muchos que el país estaba por sobre errores o intenciones. Que aquí hay una gran conciencia democrática; que esta gran conciencia democrática estaba incrustada en la tradición de Chile y en la decisión de la inmensa mayoría de los chilenos de defender esta democracia.

He actuado para impedir que se rompa el régimen constitucional, para impedir que se barrene la democracia, para impedir que de hecho se aplaste la libertad de pensar, sobre la imagen que ésta podría suprimirse porque no va a haber papel.

¿Qué Gobierno podría reemplazar al nuestro? ¿Podría haber un Gobierno más amplio, más democrático? ¿O tendría que haber una dictadura implacable?

¿Qué partido político democrático puede imaginarse que, si resquebrajaran las bases de sustentación de este Gobierno, podría sustituirse sin elección?

Aquí en Chile se ha creado una amplia conciencia sobre la necesidad de cambios, de transformaciones. Aquí está presente una voluntad distinta, en millones de chilenos, que no se pueden aplastar.

Aquí están las Fuerzas Armadas con su conciencia profesional, con su espíritu de sacrificio, con su lealtad a la Constitución y a la Ley, así como Carabineros e Investigaciones.

Me inquieta profundamente que todavía algunos no entiendan lo que está pasando.

Tengo aquí en mi mano este fierrito doblado que llaman “miguelito”. En La Moneda, en Carabineros e Investigaciones hay no menos de 1500 “miguelitos” -que forman la gran familia de los “miguelitos”- y que demuestra que alguien o muchos los financiaran, los mandaron a hacer y los usan. Con ellos anoche paralizaron un convoy que llevaba petróleo, como consecuencia de lo cual se rompió un neumático del camión, que pudo volcarse. El camión que iba atrás llevaba bencina. Ante esta situación los conscriptos y el suboficial de la Marinería, tuvieron que actuar.

Al no detenerse dos vehículos, hubo un serio accidente que costó la vida a un mecánico. No obedecieron a la autoridad. Primero habían pasado, lanzaron estos “miguelitos” se produjo el accidente y después pasaron autos que lanzaron improperios contra las Fuerzas Armadas. Así sucedió esto.

Desde Aysén hasta Arica, en los puentes y en los caminos, donde pasan los convoyes que llevan alimentos, petróleo, bencina, están los tenebrosos “miguelitos”, que otros más tenebrosos que ellos los pagan y los usan.

Tengo aquí en mi mano otro hecho que quiero denunciar. Sin pie de imprenta, se ha hecho una lista que dice: “Ojo chilenos, éstos son los conspiradores”, y sigue una lista con los nombres de políticos conocidos.

¿Por qué no hay pie de imprenta? ¿Por qué no hay firmas? ¿Acaso no se hicieron una serie de volantes, sin pie de imprenta, o con siglas que no obedecían a nada orgánico, entre el 4 de septiembre y el 3 de noviembre de 1970?

Ello, seguramente, estará destinado a decir que alguien, o algunos partidos, o el propio Gobierno ha querido denunciarlo ante la opinión pública. El Gobierno no usa estos procedimientos, y pienso que los partidos de izquierda tampoco.

Pero hay algo mucho más grave todavía. Coincidiendo con esta etapa de convulsión artificial, creada con esta preparación sediciosa, con esta preinsurgencia que va decayendo, hay algo grave que viene del extranjero. No ha habido paro porque la movilización ha vuelto a su cauce normal, a pesar de todas las presiones. Seguramente mañana el comercio pensará que no puede continuar en esa labor que implica lesionar a miles de chilenos que necesitan comprar determinadas artículos. Además, significa un drama para los empleados de comercio, que tienen un porcentaje de las ventas y que han declarado que quieren trabajar.

En mi primera o segunda intervención dije que serían sancionados los extranjeros que actuaran deliberadamente incitando a la huelga y al paro. Esto lo mantengo.

No he dicho que vayamos a echar a los extranjeros que tienen un local y no lo abran por temor. He dicho que hay extranjeros, cuyos antecedentes conocemos, que han actuado.

Además tienen antes, en Investigaciones, pruebas de que son o han sido gentes de actividades comerciales no muy lícitas.

Se ha publicado una lista que no obedece a una determinación. Si Investigaciones entregó antecedentes para decir que algunas personas estaban en una actividad sediciosa, de esta lista todos fueron llamados al Ministerio del Interior. El Subsecretario del Interior les dijo: “Estos cargos hay contra ustedes. ¿Cuáles son sus descargos?” Yo conoceré los cargos y los descargos.

Si los cargos son graves, será la justicia la que determine las sanciones. Si no hay necesidad de la justicia, si son muy claros y no hay necesidad de descargos convincentes, haré llamar a mi presencia a esos extranjeros y les diré la solución que tome.

No se pretenda, entonces, especular con que aquí habrá una persecución indiscriminada. Los que viven en Chile, al amparo de nuestras leyes, que tienen la comodidad que les da su trabajo por el hecho de estar en esta tierra, deben respetar las leyes y la convivencia pacífica de los chilenos.

Pero hay algo mucho más grave, gravísimo, que señala hasta dónde, desde afuera y desde adentro, crean un clima que da la sensación de que lo que acontece en Chile tiene caracteres de caótico.

Tengo a mi mano una comunicación despachada por la Agencia DPA, que la vaya leer y que ha sido publicada en diarios de Venezuela y en diarios de las capitales de diversos países latinoamericanos. Dice así: “Militares y civiles luchan cuerpo a cuerpo en las calles de Santiago”.

No ha habido ninguna lucha, ni a la distancia ni cuerpo a cuerpo, entre militares y civiles.

Desde luego, los militares no están en las calles de Santiago y tan poco ha habido enfrentamiento con Carabineros, porque no hay ningún herido ni ningún muerto.

“Dinamitados y totalmente destruidos cuatro supermercados en Santiago”.

Ningún supermercado, ninguna tienda, ninguna boutique, ninguna tiendecilla, ningún quiosco ha sido destruido.

“Votadas tres vías férreas en Chile”.

Es cierto. Ya están reparadas. Los trenes corren.

“Once muertos, en violentos incidentes en Chile”.

Once muertos, fíjense ustedes. Once muertos.

¿Qué pensarán los que lean en el extranjero esta noticia?

Pero hay algo más: el cable que transmitió una emisora venezolana informó, citando a la Radio Belgrano de Buenos Aires -agregando que deja sujeto a confirmaciones posteriores-, que la Base Naval de Talcahuano, situada a unos 500 kilómetros al sur de Santiago, se había alzado, colocándose aliado de los civiles, que están luchando en las calles en defensa de la democracia.

Vean ustedes. Piensen, mediten ustedes. Desde Santiago se envía esta información que se reproduce en el extranjero. Y en el extranjero se dice que son noticias que envía Radio Belgrano de Buenos Aires.

Una Base Naval sublevada. Prácticamente una guerra civil. Y aquí no ha ocurrido ni remotamente nada de lo que con insidia malévola, con torpeza infinita y con maldad incalculable aseveran los que quisieran que esto ocurriera: enfrentamiento entre civiles que defienden la democracia y las Fuerzas Armadas que imponen la violencia.

Las Fuerzas Armadas y Carabineros, instituciones de que dispone el Estado, están actuando con un tino tal que no ha habido ni una sola víctima. Lo único que quiere el Gobierno es que se imponga el orden y la tranquilidad, para que la gente trabaje en este orden y en esta tranquilidad, respetando los legítimos derechos ciudadanos, respetando la libertad. Basta leer la prensa para darse cuenta de que es cierto lo que sostengo.

Basta ver la vida del país. Aquí funciona un Poder Judicial independiente, funciona un Congreso donde el Gobierno es minoría, y funcionan todas las actividades ciudadanas.

Sin embargo, se miente de esta manera, lesionando fuertemente a Chile, frente a aquellos que no nos conocen y no saben cuál es nuestra tradición.

Pienso que hemos superado la tentativa fascista. Pienso que mucha gente engañada ya sabe lo que se pretendió y que no se alcanzará.

Tengo la certeza de que algunos gremios que pudieran haber tomado determinaciones -como es el caso de los pilotos de LAN- para un paro solidario del viernes, comprenderán su error.

Ciento veinte pilotos no pueden dar la imagen de un país cuya línea aérea se paraliza por problemas que no ocurren aquí.

Que estos 120 pilotos piensen que aquí, en este momento, hay tres millones seiscientos mil chilenos trabajando en las minas, en las industrias, en las escuelas, en las universidades, en el campo, en el comercio, en el transporte colectivo y marítimo, en los puertos.

Piensen que estas grandes empresas estratégicas del petróleo, de electricidad, están funcionando.

Aquí nada ha ocurrido que pueda justificar, entonces, que se lesione a Chile con una imagen que sé que estos pilotos no quieren dar.

Por ello, como tengo la convicción de que se va quebrando lo que arteramente algunos -una minoría ínfima- quisieron, vuelvo a llamar, con una palabra serena y tranquila, a organismos e instituciones, para que entiendan qué es lo que se quiso hacer y cuál ha sido la actitud del Gobierno, de las Fuerzas Armadas y de Carabineros.

Para que se den cuenta cómo ha procedido Investigaciones. Para que no olviden que han sido los trabajadores, los técnicos, los profesionales, con sentido patriótico y nacional, los que han trabajado y seguirán trabajando. Para que tengan presente la actitud generosa de la juventud en su trabajo voluntario.

Llamo, inclusive, públicamente -en mi llamado no hay sino un sentido patriótico- a la propia Democracia Cristiana. Sé, que la inmensa mayoría de ellos no quiere la alteración del régimen.

Quiero que sepan que mientras yo sea Presidente de Chile la democracia permitirá el juego legítimo de las mayorías y las minorías nacionales.

Mientras yo sea Presidente, en este país habrá elecciones, como siempre las hubo: correctas y limpias, como las hubo cuando otros hombres sustentaron el cargo que hoy tengo.

Llamó entonces al país a comprender que hay que superar esta hora dura y mirar que, desde afuera, la agresión contra Chile aumenta. Lo vemos no sólo en estos cables, sino en la demanda de las empresas trasnacionales, que ayer lo hicieron en Francia, lo están haciendo en Holanda y querrán, posiblemente, hacerlo en Suecia.

Pero, junto a esa agresión, el hombre de Chile debe sentir la solidaridad -podría decir, sin exagerar- de muchos gobiernos y de millones y millones de seres humanos. El ejemplo de los obreros portuarios de Le Havre se reproduce en Holanda, y seguramente mañana en Suecia o en otra parte.

Son los trabajadores, que dicen que entienden la lucha de Chile por su independencia económica y su dignidad, frente a la agresión imperialista.

Es la hora de Chile. Es la hora dura. Es la hora de que los chilenos miren a la Patria y pesen su responsabilidad. Sigo con la confianza infinita, creyendo en el destino que todos juntos podemos elaborar y crear para nuestro país. Buenas noches.