Salvador Allende

Discurso en el 40 aniversario del Partido Socialista


Pronunciado: El 19 de abril de 1973.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 9 de febrero de 2016.


Compañeras socialistas de Santiago:

Compañeros socialistas de Chile:

Ustedes comprenderán la profunda y justificada emoción que tengo, al levantar mi voz en este cuadragésimo aniversario de nuestro combatiente Partido Socialista.

Yo quisiera que cada uno de ustedes se pusiera en mi lugar, para entender por qué es tan honda esta emoción. Yo también fui joven y puse mi fe y mi entusiasmo hace muchos años en el Partido Socialista. Fui fundador de él. (Aplausos). Por la voluntad, la decisión, el empuje del Partido Socialista, de la Unidad Popular, del pueblo de Chile, hablo aquí como fundador del partido y como Compañero Presidente de la República. (Aplausos).

Y yo tengo la obligación y el derecho de pedirle a esta masa que llena el estadio, que oiga mis palabras, porque creo que esta es la oportunidad en que el pueblo debe meditar, y el partido fundamentalmente, la grande y dura tarea que tiene, y la gran responsabilidad que ha asumido ante su conciencia revolucionaria, ante la historia y los revolucionarios del mundo.

Nace el partido hace 40 años, cuando en el mundo se sentía todavía con fuerza, y más en los países en vías de desarrollo, la crisis financiera de 1929 y 1930. Nace el partido cuando ya se avizoraba la amenaza del nazifascismo, y en nuestro país los grupos oligárquicos habían recuperado el poder y habían, como siempre, utilizado la represión frente a la justa demanda de los trabajadores. Ahí está Ranquil: represión a campesinos en la hora en que el partido empezaba a caminar por la senda revolucionaria.

Nace como una realidad; no nace para competir con un partido hermano que ya había escrito páginas de lucha y que era el heredero de la noble tradición de Luis Emilio Recabarren. (Aplausos).

Teníamos una doctrina: éramos y somos un partido de trabajadores, fundamentalmente de la clase obrera. Un partido definido como antiimperialista y anticapitalista; un partido con una gran vocación nacional y patriótica, pero que ha mirado y mira fundamentalmente más allá de la clase obrera, para hacer realidad la tradición, como dijera Altamirano, de una América Latina independiente y unida, que levante su voz de continente frente al mundo.

Un partido que contribuye, junto con otros, a una etapa del proceso chileno que hizo posible la victoria de Pedro Aguirre Cerda en 1938. Muchos no han comprendido la etapa de este proceso y yo quiero señalar, desde luego, que siendo un avance extraordinario, la clase obrera, los trabajadores, no tenían la presencia que tiene hoy día la Unidad Popular. El Frente Popular representó la lucha de los sectores de izquierda para hacer en ese entonces la izquierda del capitalismo.

Hoy día la Unidad Popular ha llegado al poder para construir la nueva sociedad. Son los trabajadores los que tienen la hegemonía, y nuestra estrategia es construir el socialismo. (Aplausos).

Somos un partido que ha tenido una vida muy intensa; hemos aplicado tácticas, desafiadas a veces por la realidad; hemos sabido de las victorias y de las derrotas. De ambas hemos aprendido, y hoy, en estos 40 años, el partido está más aferrado, tiene más experiencia, está fundido en la historia de la lucha social de Chile. El Partido Socialista tiene conciencia de lo que es la Unidad Popular. ¡Hoy el partido es y será un pilar fundamental de la revolución chilena, antiimperialista, antioligárquica y antifeudal! (Aplausos).

Compañeros: 40 años de vida, 40 años de militancia. Ante ustedes lo he dicho, y debo repetirlo una vez más: todo lo que he sido y lo que soy se lo debo al partido, al pueblo, a la Unidad Popular. Y por eso es que como Compañero Presidente, en este aniversario vienen a mi mente los recorridos por la Patria y mi contacto con los trabajadores socialistas, con los compañeros de base del partido.

¡Cómo no recordar al minero o al pampino, al ovejero de las estancias magallánicas, al maestro primario, al obrero industrial, al hombre del carbón! ¡Cómo no recordar a aquellos que nunca pidieron nada, que no tuvieron jamás un puesto, que no reclamaron ninguna prebenda, que son y han sido la más esencial y granítica fuerza en que se levanta la moral y la voluntad revolucionaria del Partido Socialista! (Aplausos). ¡Cómo no recordar a nuestras compañeras, que luciendo sus blusas blancas y sus rojas corbatas, empezaron a organizar la Federación de Mujeres Socialistas, en horas tan duras para el pueblo y más duras para ellas! ¡Cómo yo, viejo militante, no he de rendir homenaje a los cuadros juveniles, a los muchachos del partido, aquellos que a veces le dan vida y calor por su voluntad de protesta, por su fe y su anhelo revolucionario! ¡Cómo no recordar a los militantes anónimos, y cómo no rendir homenaje a los mártires del partido, fundamentalmente a la juventud que escribió los nombres de Llanos, Bastías y Barreto, nombres incorporados a la historia de la lucha social, ejemplo de heroísmo y sacrificio! (Aplausos).

A los 40 años, el Partido Socialista forma parte del Gobierno de los trabajadores, y es el partido mayoritario de la Unidad Popular. Tiene características muy singulares y es difícil que haya, como lo dijera Carlos Altamirano, otro Partido Socialista, excepto en Norvietnam, que tenga las características y el ideal que tiene el nuestro.

Y en estos 40 años, tenemos el orgullo y la satisfacción revolucionaria de que hombres representando a pueblos, a gobiernos y a movimientos populares, han venido de los cinco continentes para estar junto a nosotros.

Yo saludo en nombre del pueblo de Chile, yo saludo en nombre del Gobierno Popular, a los camaradas y amigos que alzan la palabra solidaria y fraterna de los cinco continentes del mundo. (Aplausos).

Ha avanzado el Gobierno Popular hasta conquistar el Gobierno. En el mundo la fuerza socialista se ha vigorizado extraordinariamente, y por ello podemos decir también que tenemos confianza en las fuerzas populares revolucionarias; por eso, la más grande derrota del imperialismo la hemos podido vivir; y por ello, yo rindo también el homenaje al pueblo de Vietnam y saludo con especial calor a los compañeros vietnamitas que están aquí. (Aplausos).

Y en nuestro continente los pueblos van teniendo cada vez más conciencia; la lucha por la liberación en cada país es de acuerdo con su propia realidad y va tomando contornos más definitivos. Y hoy podemos ver, es el caso de Panamá, cómo alzan la voz reclamando su independencia económica, y el pleno goce de sus riquezas. Y aquí, en América Latina, nosotros, en este aniversario, podemos decir que allá en el norte, que allá en la isla caribeña, se hizo posible la esperanza revolucionaria de Martí. ¡Saludamos a Cuba socialista de Fidel Castro! (Aplausos).

En América Latina las grandes masas comprenden la etapa histórica que viven; toman conciencia del drama de los países en vías de desarrollo y saben perfectamente bien que el gran enemigo de ayer, de hoy, de mañana, aliado de las reacciones internas, es el imperialismo.

Chile, y el pueblo debe entenderlo bien, en esta etapa en que vivimos ha marcado una actitud señera contra las plataformas del imperialismo, expresadas en la actitud de las grandes empresas transnacionales.

La voz de la Unidad Popular, la voz del pueblo de Chile, la voz del Gobierno de los trabajadores, se ha levantado en la Organización de los Estados Americanos, en el Consejo Económico y Social. Se ha levantado en la III UNCTAD, se ha levantado en el más importante foro internacional, que son las Naciones Unidas. Pero la voz de Chile ha encontrado eco y acaba de terminar el evento más importante, la Conferencia Mundial Sindical, donde los trabajadores del mundo, junto con traernos su palabra fraterna y revolucionaria, han levantado su decisión implacable de luchar contra la plataforma imperialista que representan las empresas transnacionales. (Aplausos).

Por eso, compañeros socialistas de Chile, militantes socialistas de Santiago, al cumplir 40 años de vida nuestra colectividad, y siendo hilar del Gobierno, y siendo militante del partido de ustedes el Compañero Presidente de la República, se acrecienta la responsabilidad del partido.

Se hace más grande esta responsabilidad; hay que desatar la conciencia revolucionaria y hay que entender claramente que hoy es el partido del Gobierno Popular, del Gobierno de los trabajadores. (Aplausos).

La Unidad Popular logra su victoria sobre la base de actuar frente a la realidad concreta de nuestra Patria. Esa ha sido la clave del éxito que nos ha llevado hasta el Gobierno. Es conveniente que el pueblo lo entienda: el camino de Chile es un camino distinto al que han tenido otras fuerzas que han alcanzado el poder y que han construido el socialismo.

Nosotros hemos caminado de acuerdo a nuestra tradición y a nuestra historia; estamos forjando el mañana dentro de los difíciles marcos de una democracia burguesa, y lo hacemos en pluralismo y libertad. Podemos hacerlo así, por las características de nuestro país y por hechos que tienen una connotación que el pueblo debe entender. Por ejemplo, las iglesias chilenas y la Iglesia Católica, no es una iglesia reaccionaria que no se abra a las grandes necesidades del pueblo. Las Fuerzas Armadas de Chile, son Fuerzas Armadas democráticas, es el pueblo con uniforme y lo demostraron claramente en octubre del año pasado. (Aplausos).

La clase obrera chilena tiene su propia y dura experiencia y una fuerte conciencia revolucionaria; dentro de esta realidad nace, para hacer victoriosa la Unidad Popular. Nuestra estrategia es construir el socialismo; nuestras tácticas, de acuerdo a las realidades que vamos confrontando. No se abate el capitalismo en una sola gran jornada apocalíptica; es como si estuviéramos frente a un campo de batalla; hay trincheras y trincheras donde el capitalismo va defendiendo sus ventajas y privilegios y nosotros hemos ido tomando esas trincheras.

Lo hicimos cuando recuperamos para Chile las riquezas básicas en manos del capital foráneo.

Tomamos otra trinchera de la reacción cuando terminamos con el latifundio. Avanzamos otra trinchera, cuando nacionalizamos el cobre. Hemos alcanzado trincheras cuando las industrias estratégicas y los monopolios han pasado al área estatizada de la economía nuestra.

Y esto tiene que apreciarlo el pueblo, y esto tienen que entenderlo bien, mis queridos compañeros del partido. Por eso hemos seguido una ruta justa y seguiremos avanzando. Lo haremos sobre la base de nuestra decisión irrevocable de cumplir el programa de la Unidad Popular.

Yo lo he dicho y lo sostengo: todo lo que el pueblo me ha enseñado está en la lealtad de hoy a la lucha por la independencia de nuestra Patria, y por la conquista de días mejores para las grandes masas preteridas: a la lealtad del pueblo responderé con la lealtad de un militante socialista, y como Presidente de Chile cumpliré implacablemente el programa de la Unidad Popular. (Aplausos).

Por eso, el pueblo y los socialistas deben ir valorizando cada paso, cada conquista, cada dificultad, cada derrota que las hemos tenido y el pueblo debe sacar experiencia de los hechos que son extraordinariamente trascendentes: el paro patronal sedicioso de octubre del año pasado y el resultado de las elecciones del 4 de marzo. Yo tengo la certeza absoluta de que nunca aprendió tanto el pueblo como en octubre del año pasado; aprendió lo que es la subversión patronal; aprendió cuáles partidos estaban con él y cuáles no; supo del desprecio de esa fuerza por el propio régimen democrático, que dicen defender; se dio cuenta de cómo se fabrica un clima falso en el campo nacional e internacional, cuando se trata de combatir un Gobierno de los trabajadores; distinguió claramente la mentira y la verdad, expresada en la prensa, en las radios, en los medios informativos.

Nunca el pueblo aprendió tanto, fundamentalmente de economía política. El pueblo supo de la importancia de los transportes, de las dificultades de nuestra infraestructura, de los puertos atochados; supo el pueblo que tenía que organizarse, entendió el pueblo que su gran barricada estaba en hacer que las fábricas no se detuvieran. Y el pueblo aprendió cuán fuerte es, y por lo tanto no se dejó provocar, cuando quisieron que el pueblo saliera a las calles para utilizar contra ellos la violencia que habría llevado a un enfrentamiento; el pueblo aprendió que si un empresario cerraba la fábrica, los trabajadores, los empleados y los técnicos leales a Chile y a la Patria, tenían que trabajar; el pueblo aprendió que industria que se cerraba, si el pueblo la tomaba para hacerla producir, era la industria incorporada al patrimonio de todos los chilenos. (Aplausos).

El pueblo supo medir su poder. La importancia que tiene la clase obrera, la conciencia de los trabajadores, el trabajo voluntario de la juventud, fue un factor decisivo en la historia. Los profesionales que organizaron el Frente Patriótico 4 contribuyeron a dar los servicios que el pueblo necesita. Por ello, una vez más, el pueblo supo quiénes eran esencialmente partidarios de la libertad y quiénes eran adversarios de ella; quiénes auténticamente quieren profundizar y ampliar la democracia y quiénes usan esa palabra para defender sus privilegios cuando son Gobierno y abominan de ella cuando han sido derrotados, aun electoralmente.

Es la gran lección que nos deja octubre: la victoria popular, la derrota del paro subversivo en octubre, aplastando las fuerzas pro fascistas y reaccionarias. En octubre impedimos el caos económico haciendo producir la Patria; en octubre atajamos el enfrentamiento y la guerra civil. En octubre el Gobierno con las Fuerzas Armadas y de Orden y con los trabajadores, defendió a Chile y su futuro; en octubre demostramos nuestra fortaleza.

¡Vencimos en octubre y por eso también vencimos el 4 de marzo de este año! (Aplausos).

Por eso el pueblo debe meditar que fue justa la salida de un gabinete integrado por las Fuerzas Armadas, los partidos populares y representantes de los trabajadores. Ello permitió dar un plazo de 48 horas para empezar a normalizar el país; es una experiencia que ustedes no pueden olvidar y por ello es que se proyecta también por la extraordinaria importancia el 4 de marzo de este año.

¿Qué dijeron? Que iban a obtener los dos tercios. Querían, por la vía institucional, arrebatarles a los trabajadores su Gobierno, derrocar institucionalmente al Gobierno Popular, al Gobierno de ustedes. Fracasaron y seguirán fracasando.

Dialécticamente se entiende qué fue el 4 de marzo; porque ello es la respuesta de las conquistas alcanzadas; de la conciencia política de la mayoría de los trabajadores de nuestra Patria. El 4 de marzo, porcentualmente representa un avance extraordinario, pero cualitativamente es la expresión más fuerte del poderío de los trabajadores y de la firmeza granítica del Gobierno Popular.

Por eso, ellos también, los enemigos de Chile y de ustedes, trabajadores, se pusieron en distintas y diferentes actitudes antes de la elección. Primero, acusarnos constitucionalmente, después de una aplastante derrota; pero también dijeron que si sacábamos más del 42 por 100 -y lo dijo en un documento la Sociedad de Fomento Fabril- no cabía otra salida en Chile que la guerra civil.

Por eso es que yo tengo la obligación de hacer meditar a los trabajadores de Chile que me escuchan, y señalar los peligros que nos amenazan y las horas difíciles que tendremos que pasar; peligros y amenazas que nacen de la desesperación de la reacción nacional e internacional, de los grupos oligárquicos que han perdido el Gobierno y perderán totalmente el poder; ellos pretenden provocar el caos económico y buscan el bloqueo institucional del Gobierno. Ya lo ha dicho el compañero Altamirano: proyectos fundamentales como el de Delito Económico, estancado en el Congreso; presupuestos despachados sin financiamiento; reajuste de la misma manera, lo cual constituye una palanca inflacionista que pesa extraordinariamente sobre los que viven de un sueldo y un salario.

De allí entonces, que los trabajadores, y sobre todo los socialistas, tienen que darse cuenta de que los que propiciaron el paro patronal de octubre pasado, han cambiado sus tácticas y sus métodos. Y eso quiero advertirlo claramente frente a ustedes. Se trata ahora de estimular el economicismo de los trabajadores; se trata ahora de empujar sus reivindicaciones más allá de lo posible y de lo justo. Nosotros presentamos un proyecto de anticipo de reajuste que significa el 100 por 100 hasta los 5 sueldos vitales; ellos lo plantean para todos los sueldos.

Saben perfectamente bien, que ese es un factor inflacionista extraordinario, sobre todo si no dan los recursos; y sin embargo, levantan esta bandera porque pretenden crear más y más dificultades económicas al Gobierno Popular.

Hoy mido con inquietud las horas que podían haber significado un paro de los panificadores.

He sabido de cerca lo que representaba la tentativa de hacer una huelga indefinida en la CAP.

Lo que han hecho ayer tan sólo en Chuquicamata; lo que quieren que se haga en El Teniente.

Es decir, están buscando la manera de hacer posible que aquellos trabajadores que tienen menos conciencia política, menos conciencia de clase, puedan favorecer sus intenciones.

Nosotros tenemos la certeza, la seguridad, de que el pueblo va a entender que la lucha que hoy día enfrentamos, es la lucha contra la inflación; que el pueblo sabe que para atajar o apañar la inflación, hay que producir, hay que trabajar más. Por eso también, desde aquí yo digo que esta es una guerra contra el ausentismo, contra la falta de responsabilidad, contra la despreocupación, contra el alcoholismo, contra las lacras que han heredado del régimen capitalista, que sólo una moral revolucionaria podrá superar. (Aplausos).

Por eso, a raíz del proyecto del Gobierno, importantísimo frente a la crisis educacional, de crear la Escuela Nacional Unificada, se levanta un torbellino que deforma las ideas. Se crea un clima de temor en aquellos que no tienen la cultura para entender el contenido justo de una iniciativa al servicio de Chile, y que pretenden movilizar a la Iglesia Católica contra el Gobierno de los trabajadores. Y cuando no lo consiguen, lanzan sus críticas y sus dardos contra el propio jefe de la Iglesia chilena, cardenal Silva Henríquez.

Y más que eso, buscan crear la posibilidad de inmiscuirse en la disciplina de nuestras Fuerzas Armadas. Comentan deformando los hechos; mienten a través de la prensa y dan sus ataques más cobardes y envenenados contra un general de la República, que fue un gran ministro del Interior y vicepresidente, y que como comandante en jefe del Ejército, el general Prats ha actuado dentro de la doctrina institucional de nuestras Fuerzas Armadas. (Aplausos).

Pretenden movilizar a los estudiantes y buscan la violencia. Anda por ahí, golpeando las puertas de la reacción internacional, un conspirador, el señor Marshall que quiere todavía, desde fuera, buscar la posibilidad de lograr sus sueños subversivos, aliado con un hombre que debe estar años en la cárcel, por su complicidad con el asesinato del comandante en jefe del Ejército.

Todo esto constituye lo que el pueblo debe apreciar para reaccionar frente a estas cosas, y saber en definitiva cuál es el camino que tiene que recorrer para seguir avanzando con firmeza, con responsabilidad, sin premura y sin claudicaciones, sin afiebramiento y sin vacilaciones, camaradas. (Aplausos).

Necesitamos una mayor conciencia política para entender lo que está pasando en nuestra realidad y cuáles son los poderosos intereses en pugna. Necesitamos una menor rutina economicista; hay que entender que ha aumentado la demanda de bienes frente a una economía que no permite entregar la relación de producción con esa demanda.

Debe entender el pueblo, que necesitamos una mayor organización, y menos paros ocasionales. Debe entender el pueblo y esto no es transar que los problemas no se solucionan tomando las viviendas de otros trabajadores, ocupando los caminos o las oficinas públicas.

Yo sé lo que es la movilización de las masas; yo sé lo que es un Gobierno Revolucionario, y la base fundamental la constituye el pueblo. Pero yo sé también lo que es la demagogia y la irresponsabilidad. Y los trabajadores de mi Patria tienen que tener conciencia de que estamos escribiendo un pedazo de la historia revolucionaria. (Aplausos).

Por eso es indispensable que entendamos que es necesaria la mayor eficacia en la conducción de las empresas del Área Social y más vigilancia en el funcionamiento de las empresas que no pertenecen a este sector. La tierra tiene que producir más; el sector reformado tiene que entregarnos más alimentos. Este es el año del trigo, porque todavía importamos 1.200.000 toneladas. A los campesinos de mi Patria, a los campesinos socialistas, yo les digo que este año tenemos que hacer que la tierra produzca más trigo, porque el trigo es el pan; el pueblo de Chile debe comer el pan de su propia tierra, con el sudor de sus propios compañeros campesinos. (Aplausos).

Tenemos que producir más hierro, más cobre; tenemos que producir oro, ya que este metal ha alcanzado gran valor; necesitamos un mayor control en la distribución de los productos.

A veces vacilo: hay que fortalecer el poder popular, los Centros de Madres, las juntas de Vecinos, las JAP, los Comandos Comunales; hay que fortalecerlos. Hay que fortalecer los cordones industriales, pero no como fuerza paralela al Gobierno sino como fuerza popular junto a las fuerzas del Gobierno de ustedes, del Gobierno Popular. (Aplausos).

Yo les digo a los trabajadores y a los militantes de los partidos, a cada hombre del pueblo que tiene un domicilio político, que junto con ser un defensor de la revolución y del Gobierno, debe ser un militante de las fuerzas del poder popular, que el pueblo ha ido creando como consecuencia de su propia experiencia.

Pero separar al militante del Gobierno y del partido popular, del compañero que forma parte de los poderes populares creados por ellos mismos, es enfrentar a trabajadores contra trabajadores; y eso es quitar la fuerza del pueblo. Necesitamos más unidad dentro de la Unidad Popular; necesitamos más unidad para usar un lenguaje revolucionario que sea entendido y necesitamos llamar a la fuerza revolucionaria que no está en la Unidad Popular, para que junto con nosotros avancen con la responsabilidad histórica para hacer la revolución socialista, camaradas. (Aplausos).

Pero entendiendo honestamente que el instrumento político de los trabajadores chilenos es la Unidad Popular. La experiencia enseña que tenemos que tener un comando homogéneo, que necesitamos una convicción política única, que necesitamos una conducción económica también única, camaradas.

Por eso yo le doy extraordinaria importancia al Congreso de la Unidad Popular, que creo debe realizarse en 30 o 40 días más. Cada militante del partido, cada núcleo del partido, cada seccional del partido, cada hombre de la Unidad Popular, cada mujer de la Unidad Popular, cada muchacho de la Unidad Popular, debe entender que en este Congreso debe salir el Comando único, político y económico y la decisión de trabajar por el programa de la Unidad Popular, del pueblo, compañeros. (Aplausos).

Por eso, en este aniversario, reitero mi fe en el partido, fuerza fundamental e irremplazable, como integrante de la Unidad Popular.

Necesitamos un partido cada vez más endurecido, con una unidad orgánica monolítica y con una unidad ideológica también monolítica; con la más amplia democracia interna una vez trazada la línea del partido; con la más absoluta lealtad al camino que voluntariamente el partido, a través de sus congresos, de sus directivas, ha trazado.

Necesitamos un Partido Socialista que sea un ejemplo de unidad para el resto de las fuerzas populares. Hemos conquistado el Gobierno. No sólo los socialistas; lo hemos conquistado con la fuerza de los otros partidos, y la Unidad Popular debe ser fortalecida en entender definitivamente, que respetando, apreciando y sabiendo perfectamente bien el aporte de las otras fuerzas no marxistas, la revolución chilena se consolida, se profundiza, avanza, para que construyamos el socialismo.

¡Necesitamos que sea cada vez más sólida, más fraterna, más justa y profunda, la unidad socialista-comunista, trabajadores chilenos! (Aplausos).

Por eso afirmo, compañeros, mi fe en ustedes, como el viejo combatiente que en las horas de cansancio recibió la savia joven que entra al partido y que trae la fuerza incansable de los muchachos socialistas. Reafirmo como Compañero Presidente mi fe en mi partido y en la Unidad Popular.

¡Con la Unidad Popular vencimos, con la Unidad Popular, venceremos, camaradas! (Aplausos).