Salvador Allende

No hay prensa libre. Discurso pronunciado en el Día Nacional de la Prensa


Pronunciado: El 12 de febrero de 1973.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 5 de febrero de 2016.


Señor José Luis Nicolás, Presidente del Círculo de la Prensa de Valparaíso.

Estimado compañero Manuel Lagunas, Presidente del Consejo Regional Valparaíso-Aconcagua del Colegio de Periodistas.

Periodistas, autoridades administrativas, judiciales, militares y de Carabineros.

Compañeras y compañeros:

He llegado hasta aquí en compañía del ministro de Salud Pública, doctor Arturo Jirón; del intendente de la Provincia, de los alcaldes de Valparaíso y Viña del Mar; me acompañan también los diputados populares, con los cuales hemos estado recorriendo esta tarde algunos sectores de Valparaíso y Viña del Mar.

Y desde luego, quiero excusarme de mi retraso, pero me detuve inaugurando uno de los teléfonos que se han puesto en los campamentos y poblaciones.

Los llamé desde el Campamento Camilo Torres, para advertirles que llegaría más tarde. Y estoy aquí gratamente con ustedes.

Y la verdad es que el estar con ustedes en esta Casa, es para mí un fuerte impacto emocional.

Aquí hay viejos periodistas, a quienes conozco hace largos años. Y en ellos saludo a todos los periodistas porteños de todas las tiendas, de todas las ideas, de todas las corrientes. Quiero hacerlo especialmente en Luis Fuentes Maturana, en Segundo Lúpez y en Jorge Parraguez, aguerridos veteranos de la lucha periodística que han entregado lo mejor de sus vidas en el duro campo y el quehacer de la prensa de la información y del comentario.

Y si acaso siento un impacto emocional al estar con ustedes, es porque no me olvido de que hace dos años, el Colegio Regional Valparaíso-Aconcagua me otorgó una alta distinción. Me obsequió una medalla por Servicios Distinguidos; yo recogí, agradecido, ese homenaje, pensando que a lo largo de mi vida política he mantenido siempre una actitud de respeto hacia la función del trabajador de la prensa.

Y además, por algo que me toca más íntimamente. La casa de ustedes fue mi casa durante largos años. Aquí viví como estudiante del último año de Medicina. Me cobijaron en el estudio de los hermanos Grove, dos médicos y un dentista. Hugo, Eduardo y Jorge. Mi familia vivía en Valparaíso.

Esta casa era el estudio de esos profesionales, uno de ellos Eduardo, cuñado mío. Como tenía que trabajar en el hospital y, por cierto, la locomoción en esa época era tan deficiente -deficiente como ahora- y no tenía coche ni esperanza de tenerlo, viví en esta casa. Aquí se editaba el Boletín Médico de Chile, y a poco andar fui designado secretario del Boletín Médico de Chile, así que hice periodismo gremial.

Antes - no digo cuántos ni cuántos años- me gané unos pesillos que en esa época eran gordos y grandes, cuando era estudiante de V y VI Humanidades como cronista adjunto y comentarista deportivo del Correo de Valdivia.

El Correo de Valdivia, en mis campañas posteriores, a veces no publicaba ni mi nombre olvidándose que había sido de la familia.

En todo caso, también aquí en Valparaíso, y en esta misma casa, dimos nacimiento a una revista médica, idea de un hombre, de un profesional, de un médico de gran visión en lo social.

Con él hicimos la primera revista de medicina social que se editara en Chile.

Por eso, repito, estar con ustedes, recordar los vínculos de amistad, recordar que soy porteño por adopción, que empecé mi carrera política aquí en Valparaíso, que viví en esta misma casa, y que de aquí salí para ser diputado y después ministro, e iniciar mi carrera pública, es algo que me vincula más afectivamente todavía, teniendo lazos muy duraderos con la inmensa mayoría de los periodistas porteños. (Aplausos).

Desde aquí, desde Valparaíso, y desde este recinto, agradezco las palabras del Presidente del Círculo de la Prensa y las del Presidente del Colegio Regional de Valparaíso-Aconcagua, sin olvidar a todos los periodistas, a todos los trabajadores de la prensa, en este día, que como muy bien se ha dicho, es el Día Nacional de los que laboran en la información, en el artículo de los que escriben, de los que son periodistas y trabajadores.

 

Importancia de la prensa

Un saludo a todos ellos. Como Presidente de Chile yo puedo, con satisfacción decir, que a pesar de la educación tan clara, que ideológicamente tienen a lo largo de su vida, han destacado siempre la importancia que tiene y que debe tener la prensa, como factor de progreso y de cultura en los pueblos.

Decía Manuel Lagunas que hace 161 años el Fraile de la Buena Muerte, Camilo Henríquez, fundó La Aurora de Chile, el primer periódico de nuestro país, y uno seguramente de los primeros -no me atrevería a decir que el primero, pero sí con seguridad no el último- que se fundara en este continente latinoamericano.

La recia personalidad de Camilo Henríquez rompió por cierto muy fuertemente con los límites que era usual que tuvieran los hombres que, como él, ejercían un mandato espiritual y profesaba una convicción religiosa. Fray Camilo Henríquez, a juicio de su biógrafo Miguel Luis Amunátegui, no era un poeta visionario, sino un político positivo.

Es decir, desde que nació La Aurora de Chile, bajo la dirección y orientación de Camilo Henríquez, estuvo ubicada esta publicación en la más noble trinchera en que podía estar. Fue un factor fundamental para crear una conciencia nacional y de contribución poderosa a la lucha de liberación política de nuestro país.

Camilo Henríquez fue amigo de O’Higgins, el Padre de la Patria.

Y además de dar vida a La Aurora de Chile, también impulsó la primera revista, que se llamó El Mercurio de Chile.

Ustedes comprenden lo que significaría en esa época, en ese medio, el que Camilo Henríquez se convirtiera en un paladín de un proceso que era revolucionario y que dio posibilidades de perfil a nuestro país, y contenido a nuestra nacionalidad.

Por ello, bastaría tan sólo recordar este hecho, para poder afirmar la importancia trascendente que la prensa, que el diario tiene, ha tenido y tendrá en la formación de las corrientes de opinión pública, en la dilucidación de los grandes problemas, en los planteamientos que interesan a toda una comunidad.

Y lógico es imaginarse también, que en el proceso del desarrollo de nuestra vida ciudadana, en la evolución política de Chile, ha habido etapas en que indiscutiblemente la prensa ha sido un factor extraordinario.

Y hemos tenido diarios de avanzada, de combate, diarios informativos, diarios sarcásticos e irónicos, capaces de hundir a un hombre o de exaltarlo, sobre la base de publicar su nombre, dándole importante relieve o denostándolo.

El hecho es que Chile se ha caracterizado por una prensa de este tipo, con una libertad amplia, pero también como consecuencia del sistema con una libertad de información, de comentario, de análisis, de crítica, que esencialmente representaba a un sector de la ciudadanía.

Pero, como es lógico imaginarse, en nuestro país, durante muchos años, el amplio sector de los trabajadores no tuvo los medios para expresarse, para exponer sus inquietudes, para luchar por sus reivindicaciones, para defender su condición de oprimidos. Y hay que destacar, entre los grandes méritos del organizador de los obreros chilenos, Luis Emilio Recabarren, el hecho de que fuera también, el que le diera vida a la prensa obrera.

También es bueno recordar que antes y después la posibilidad de ese sector para expresarse no sólo encontró dificultades sino que la libertad de pensar -no sólo de escribir- también fue duramente combatida.

¿Por qué hemos de extrañarnos de que Luis Emilio Recabarren dijera en la Cámara de Diputados en 1921: “Porque en Chile, hasta ahora ha sido un delito leer, tal como suena. En la región salitrera se han mandado presos a obreros que leían El Socialista. Y si bien es cierto que la justicia los ha puesto en libertad después de cuatro o seis días, también es cierto que ya la autoridad había ordenado este abuso, que sus agentes habían cometido, al cumplir la orden”?

Es decir, que en 1921, después de que en este país se habían dado grandes batallas, Luis Emilio Recabarren denunciaba en el Congreso Nacional que los obreros del salitre en esa época, y hoy también aguerridos trabajadores, estaban al margen de poder leer la prensa, el diario, la publicación creada por Recabarren y que se llamaba El Socialista.

 

Libertad de información

Esto mismo, indiscutiblemente, con variantes y modalidades diferentes ha ido señalando etapas. Hay que dejar constancia, evidentemente, de que en nuestro país seguramente mucho más que en otros ha habido una amplia posibilidad de ejercicio del periodismo en empresas o diarios, algunos comprometidos ideológicamente, y otros comprometidos en empresas netamente comerciales.

Y los periodistas también tienen un mártir que hay que recordar. Un hombre que por defender sus convicciones y exponer sus ideas fue asesinado: el periodista Luis Meza Mela.

Lamentablemente yo no he sentido que los periodistas profundizaran el sacrificio de uno de ustedes que muere en función de sus convicciones y por el delito de defenderlas.

Creo que es conveniente que la memoria de Luis Meza Melo esté presente en este día de los trabajadores de la prensa chilena. Por ello lo he recordado. Me parece que no abro discusiones que pudieran estimarse de un contenido político-partidista, cuando recuerdo que en nuestro país en épocas distintas y bajo gobiernos diferentes la libertad de prensa ha sufrido duros embates.

Todos sabemos que en una oportunidad a una revista satírica se le evitó en circulación por la voluntad expresa de un gobernante.

No podemos olvidar el asalto al Diario La Opinión, y la destrucción parcial de esa imprenta. Yo fui testigo casi presencial. Digo casi presencial, porque estaba en la Imprenta Horizonte la mañana aquella en que fuera destruida esa imprenta y me retiré tan sólo horas antes diría minutos antes, después de haber recibido la seguridad y la garantía de que fuerzas de orden custodiarían esa imprenta.

Lamentablemente fueron los pertenecientes a una institución del Estado los que participaron en el asalto y destrucción de una imprenta, por el tremendo delito de pertenecer a un partido, al Partido Comunista.

Era senador en esa época y denuncié en el Congreso Nacional lo que eso significaba. Y manifesté mi protesta por el silencio de los demás diarios y demás publicaciones, que no condenaron la actitud de las autoridades que permitieron o estimularon la destrucción de una imprenta, porque pertenecía a determinada colectividad política.

Por ello es que he recordado estos hechos, porque también me tocó ser uno de los parlamentarios que luchara más duramente por derogar una ley que fue motejada como la “ley mordaza”. Por ello, entonces, mis palabras de hoy como Presidente de la República y periodista aficionado en mi juventud, están avaladas por una actitud mantenida a lo largo de mi vida pública y mantenida como gobernante, como Presidente de la República.

Pienso y creo que puedo aquí, sin preocuparme de que haya una cadena nacional en voz alta, manifestar con honestidad frente a ustedes, mis convicciones. Yo creo que en el mundo contemporáneo no hay una prensa libre, una prensa independiente. No la hay.

 

Carácter de los diarios

Hay diarios que pertenecen -y yo respeto el pluralismo-, a partidos, a corrientes ideológicas, a pensamientos que están impregnados de un contenido doctrinario, o de principios.

Los hay, algunos de los sectores de derecha, de centro y de izquierda. Y hay otros, que aparentemente no pertenecen a una colectividad que tenga un pensamiento doctrinario pero que representan los intereses de los sectores vinculados a las grandes empresas, a las grandes industrias, algunas de ellas monopólicas.

Quiero decir que en el capitalismo por cierto y a medida que la técnica aumenta y la posibilidad de utilizar medios de impresión que han llegado, ya al nivel electrónico es difícil imaginarse que estos medios de vinculación, de información y culturales, puedan ser adquiridos por los sectores de trabajadores, por los sectores populares.

En el régimen capitalista que hablamos, la tendencia es precisamente, a la concentración de la información en grandes empresas, en periódicos o diarios que tienen el respaldo de las organizaciones políticas. Y eso ocurre en el campo nacional y en el campo internacional. La comercialización de la noticia es un factor de utilidad para estas grandes empresas y para estas grandes agencias informativas.

Hay países como el nuestro, en que durante muchos y muchos años, hemos tenido como información internacional, la que proviene y en número muy restringido de agencias internacionales que tienen su propio sello, defienden sus propias convicciones, e informan de acuerdo a los intereses de los sectores que los financian y a los que pertenecen.

El poder de información tiene hoy día una magnitud tan extraordinaria, y es tan importante, que prácticamente no hay sector del mundo donde no llegue la noticia con una rapidez increíble. Y esta, puede y tiene, casi siempre, no la base ética de exponer la verdad, sino que tiene la intención de una información o la deformación de la verdad. No diré que esto es ocurrencia diaria y permanente, pero sí con bastante y demasiada frecuencia.

 

Desinformación tendenciosa

Y qué difícil es deshacer una información que da una agencia informativa, y que se publica, a veces en las capitales de todos los países y en distintos continentes. Y me parece a mí que en los procesos de lucha de los pueblos y en el caso concreto de nuestro país esto es muy grave.

Nosotros estamos bregando por los cambios estructurales en pluralismo, democracia y libertad, y sabemos perfectamente bien, cómo y de qué manera, desde, o para el campo internacional, salen informaciones destinadas a crear una imagen, un clima muy diferente a la realidad que vivimos.

Como Presidente -y antes como senador, como político- yo podría estar aquí largos minutos, diciéndoles a ustedes, cómo uno ve el contenido y alcance de informaciones, que indiscutiblemente obedecen a un propósito.

Pero me bastará recordar para ustedes, la conversación que sostuviera hace cerca de tres meses, con un enviado especial de su Santidad el Papa, que recorría los países de Latinoamérica. Fue a visitarme y tuve el agrado de recibirlo. Hablaba perfectamente bien el castellano, y pude conversar durante un largo rato con él. Sonriente me dijo: “le voy a decir algo, Presidente. Yo me informaba sobre Chile y leía muchas cosas sobre este país y tenía una imagen de lo que aquí pasaba. Y cuando venía aterrizando el avión, yo miraba por la ventanilla y me preguntaba ¿y los tanques? ¿dónde estarán? Cuando aterrizamos no vi tanques, no vi policías con ametralladoras, no vi Fuerzas Armadas con fusiles automáticos”.

“Tuve una impresión extraña. Después en el recorrido al centro de la ciudad hasta la casa donde estoy alojado, me extrañó mucho ver un número muy reducido de policías. Estoy hace 48 horas en Chile y me he venido a pie, desde la casa en que vivo hasta La Moneda, y la ausencia de policías fue casi causa de que me atropellara un auto. Pero la verdad, es que todo lo que yo había leído de Chile me daba una imagen tan errada, que tengo la obligación de decírselo. Y además cumpliré con la obligación de decir, que lo que se publica sobre Chile, es absolutamente falso”.

Es decir, que un hombre de la jerarquía del que les hablo a ustedes, tenía la impresión de que este país vivía oprimido por una dictadura implacable, donde las fuerzas policiales, las fuerzas represivas, prácticamente hacían imposible el ejercicio de la convivencia democrática, el ejercicio de la libertad.

 

La verdadera democracia

Si hay algo que golpeó muy fuertemente a los representantes que vinieron a la Tercera UNCTAD, con los cuales conversé tanto en conjunto, como con cada delegación en particular, fue el ver que en nuestro país existía una auténtica democracia, y una excesiva libertad. Sobre todo, libertad de prensa, que a juicio de un ministro de Relaciones de un país Latinoamericano, llega hasta la licencia increíble.

Sin embargo, en este país y en este gobierno, y lo puedo decir con satisfacción, hemos hecho intentos por democratizar los medios de información y por abrir posibilidades para que los trabajadores tengan un medio de expresión propio.

Por primera vez en la historia de este país, un canal de radio ha sido entregado a la Central Única de Trabajadores.

¿Cómo no va a ser lógico, que un organismo que agrupa y concentra a los trabajadores organizados, que quiera como se quiera, suman más de un millón 200 mil puede tener -como no había tenido hasta ahora- un medio propio de expresión?

¿Por qué pueden tenerlo las colectividades políticas?

¿Por qué pueden tenerlo los que disponen de los medios materiales, y el dinero suficiente? ¿Y por qué no tenerlo aquellos otros, que tienen la fuerza creadora del trabajo y que representan, sin discusión, mayoritariamente, un vasto, amplio e importante sector de nuestro país?

Este es un aspecto que indiscutiblemente crea interrogantes que van señalando hechos que en este día hay que recordar.

Hay que recordar, indiscutiblemente, junto con la lucha de los trabajadores -que naciera con Recabarren-, la lucha que han dado los propios trabajadores de la prensa, no sólo para ir conquistando derechos limitados en el campo jurídico, sino también para ir alcanzando el nivel que su profesión merece en función de lo que ella representa, como factor y generador de ideas, y palanca cultural en cualquier comunidad.

 

Dignidad profesional

De la misma manera que la preparación del hombre de la prensa, que antes actuaba por vocación e indiscutiblemente muchos que así lo hicieron, han tenido y tienen condiciones de periodista no alcanza a otros, que han pasado por la Universidad. Pero indiscutiblemente, el hecho de que exista una carrera, el hecho de que haya que estudiar algunas disciplinas científicas y humanísticas le va dando al trabajador de la prensa una dimensión diferente, y por lo tanto una mayor posibilidad para poder analizar los grandes problemas que hoy día son comunes a todos los hombres del mundo, cualquiera que sea la latitud donde viva.

¿Cómo no va a ser importante que un hombre que va a ejercer una carrera trascendente como la de ustedes, tenga los conocimientos sociológicos y los básicos de orden económico, para comprender las relaciones que existen entre los países, la desigualdad en que se encuentran los países pequeños y dependientes como el nuestro?

¿Cómo, por ejemplo, uno no va a sentir inquietud, cuando en el caso concreto que les estoy narrando -por así decirlo en voz alta- he leído hace tres días, noticias sobre la devaluación del dólar, la repercusión que ha traído en Europa, las iniciativas tornadas por el canciller de Alemania Federal, Willy Brandt, la suspensión de la comercialización de divisas, para evitar un pánico mayor, por una devaluación de esa moneda que pesa tan fuertemente en el intercambio del mundo?

Y sin embargo, yo no he leído en ningún diario, ni de derecha, ni de centro; ni de izquierda, con la profundidad necesaria, -y menos en un diario que pudiera llamarse libre-, un estudio sobre lo que representa para Chile la devaluación del dólar, y también, para los países dependientes.

La economía no, pero sí la moneda de los países del capitalismo industrial, sufren el embate duro, cuando el dólar fluctúa o se deprecia, ¿cuánta mayor repercusión alcanzará eso en nuestros países, cuya economía es dependiente?

¿Cómo no va ser importante, el que sobre la base de conocimientos más profundos, los periodistas puedan hacer comprender la importancia que alcanza y tiene por ejemplo, la paz alcanzada en Vietnam?

¿Cómo no divulgar lo que representó el gasto bélico, que allí durante nueve años se hizo, cuando se dan cifras que ocasionalmente uno ve, que indican y señalan que, con un año de lo gastado en Vietnam, se habrían podido solucionar definitivamente, álgidos y dramáticos problemas de América Latina? Escuelas, por ejemplo, viviendas, para no citar sino dos aspectos fundamentales en las necesidades de este pueblo-continente que es Latinoamérica.

 

Responsabilidad de los trabajadores

De allí entonces, que uno piense -y que en voz alta pueda expresar su pensamiento- que así como es inquietante el hecho de que pueda deformarse el contenido, el perfil de la vida de un país, en función de las informaciones, que desde dentro de este país, en menor escala, pero que desde fuera de este país y en mayor escala se fabrican para crear un clima que no representa la realidad de un pueblo -como en el caso de Chile- por el delito increíble de luchar por su independencia económica y por una auténtica democracia.

¿Cómo no sentirse uno inquieto, no ya por lo que decía Manuel Lagunas, que es cuando se va más allá del razonamiento, de la defensa de ideas, de la defensa de principios, sino que se cae en el encono, en la diatriba, en el ataque implacable en que hemos caído todos, y toda la prensa chilena? Pero es muy importante, a mi juicio, razonar, sobre todo, en los procesos como el que estamos viviendo, más que nunca, se requiere un nivel superior, para mirar con responsabilidad lo que sucede en nuestro país. Y más que eso lo que está sucediendo en escala mundial.

Porque como lo he dicho -y cabe aquí gran responsabilidad a los trabajadores de la prensa- yo creo que no existe una prensa libre. Y lo digo con profunda y sólida convicción. Por cierto, que en el ángulo en que lo digo, yo respeto el pluralismo. El pueblo está acostumbrado a ello, y la prensa, los diarios que tienen sello de una convicción ideológica, a mi juicio, son mucho más respetables que aquellas empresas que tienen un fin y una actividad netamente comercial.

Y eso es un problema que se hace más evidente cuando un proceso como el nuestro es consecuencia y expresión de un gran proceso, que está viviendo fundamentalmente América Latina, que están viviendo los distintos países dependientes en los diversos continentes.

¿Cómo no va a comprender el trabajador de prensa que tiene que forzarse en utilizar la fuerza de su organización y la autoridad moral que emana de una organización auténticamente profesional y técnica para que sean dilucidados en el nivel superior de una expresión, técnica o científica, los problemas que más rudamente golpean a la humanidad contemporánea.

¿Cómo no sentir inquietud, frente a los planteamientos en que fundamentalmente el problema coyuntural caracteriza la gran preocupación, el hecho cotidiano y permanente con la pérdida de la visión de los grandes y permanentes problemas, que no tiene apellido político, y que no depende del gobierno que transitoriamente esté ejerciendo el poder?

¿Cómo en nuestro país y en determinadas circunstancias, la prensa contribuye a crear un clima sicológico que puede ser peligrosísimo, y en una etapa como la nuestra, en que hay una fuerte lucha de antagonismos que se expresan, e intereses sociales diferentes?

¿Cómo no tener zozobra y duda respecto a lo que pueda ocurrir en este país, si acaso se continúa en esto, que es, indiscutiblemente, un tobogán que puede llevarnos a un enfrentamiento?

 

Etapa de cambios profundos

¿Cómo no pensar que la etapa que vive la humanidad está marcada por los cambios profundos, y que los países no comprometidos, que son un número extraordinariamente alto en todos los foros internacionales plantean la imposibilidad de la coexistencia frente a la hegemonía de los países económicamente poderosos, en detrimento de los países económicamente débiles?

¿Cuándo y de qué manera hemos visto en nuestro país una campaña que marque la realidad que indiscutiblemente vamos a vivir, que será la imposibilidad de los países en vías de desarrollo de pagar sus compromisos en escala internacional cuando sube de 85 mil millones de dólares la deuda conjunta de esos países?

¿Cómo no destacar que es imposible que pueda haber desarrollo económico, progreso material, elevar las condiciones de vida y de existencia, cuando países, que son potencialmente ricos, como el nuestro, son países pobres? ¿Cuándo países que viven, con la inquietud de estar solicitando créditos, a veces casi humillantemente somos países exportadores de capital?

¿Cómo no crear una conciencia, que vaya abarcando lo que el mundo contemporáneo vive -y que nosotros hemos vivido- que es la influencia de las empresas trasnacionales, sin bandera, sin Patria, sin Dios y sin ley; con la única ley de obtener utilidades, que incluyen más allá de los propios gobiernos donde ejercen su influencia económica y que pesan sobre el destino de millones y millones de seres humanos?

¿Es que acaso Chile es el primer país que sufre el embate de una de estas empresas? ¿Es que la ITT, en su acción, sólo tomaba a Chile como un campo experimental?

¿Y cómo no comprender que un sentido nacional superior obliga a una denuncia que está mucho más allá de la ubicación ideológica? Y no digo del interés material, porque por desgracia, los intereses nacionales de los grupos oligárquicos, a veces -y con frecuencia- están vinculados a los intereses poderosos del capital foráneo, a las empresas trasnacionales y del imperialismo.

¿Pero cómo en los periódicos o en los diarios, en donde hay una corriente ideológica que se expresa, no va a primar el sentido nacional para crear también la conciencia nacional, que esté alerta frente a las amenazas que han vivido otros pueblos, y que nosotros también hemos vivido, y que puede llevarnos a desencadenar la guerra civil?

¿Cómo no va a ser importante, entonces, que un instrumento como es el Colegio de Periodistas, tenga en su función rectora la posibilidad de trazar los grandes rubros de una acción común, si nos preocupa, y con razón, el que termine la etapa que estamos viviendo, en donde todos somos culpables, cuál más, cuál menos, y que este gobierno trata de impedir que se acentúe cada día más, esto que puede llevamos a un caos moral mucho más profundo y desquiciador?

De allí la actitud del Ministro del Interior, como vocero en la responsabilidad de su cartera del gobierno de la República.

 

Aplacar los ánimos

Por eso, repito, que si acaso preocupa y con razón, y se moviliza el Colegio de Periodistas, a través de su directiva nacional para arbitrar las medidas de sugerencia ética que lleva hasta aplacar las ánimos, desbordados, por el enfrentamiento de intereses, y por una lucha electoral tan pronta.

¿Cómo no va a ser posible, necesario o indispensable, considerar aquellos aspectos donde sólo una minoría ínfima, inconcebiblemente, está en contra de los grandes y permanentes intereses nacionales?

¿Cómo no contribuir, presionando desde afuera y desde dentro, para que tengan cabida en los diarios, la dilucidación de los problemas que nos golpean a nosotros como país, como nación y como pueblo, a todos sin distinción de la ubicación partidista o del ideario político que tengamos?

Esas son interrogantes que en un día como hoy yo puedo plantearme, sobre todo cuando viene desde el ayer -en los albores de nuestra vida- el acento del primer diario o periódico publicado, cuya característica esencial era ser el vocero de una gran inspiración por la independencia política de Chile.

Por ello, yo pienso que ha llegado el instante en que en voz alta los periodistas, los trabajadores de la prensa, hagan también como debemos hacerlo gobernantes, gobernados y políticos, un análisis profundo para converger en un esfuerzo que implique llegar a conjugar sin claudicaciones, un lenguaje superior de discusión ideológica o doctrinaria con la acelerada convicción de cada cual, pero en función de principios, sabiendo que existe una tierra que es de todos ¡La defensa del interés nacional, la defensa de Chile, la defensa de la dignidad de nuestro país, que no ha tenido nunca, ni podrá tener jamás, apellido político!

Por ello, yo pienso que es indispensable una mayor participación, una mayor preocupación, una mayor injerencia de los trabajadores de la prensa en los medios informativos, de los profesionales como tales.

Hay países del capitalismo, en que los trabajadores de determinados periódicos tienen en la objetividad de sus informaciones, una gran responsabilidad.

Hay cooperativas en diarios de extraordinaria importancia y circulación en Europa.

Hay diarios en que la dirección no es unipersonal ni representa tan sólo la opinión del directorio del diario, que generalmente obedece a la orientación de los propietarios del diario, sino que tienen acceso y posibilidades de influir en la entrega de la noticia, aquéllos que hacen la noticia, y que informan la noticia.

¿Por qué no luchar, entonces, por dar a la carrera de ustedes el nivel superior que debe tener, y que ha alcanzado en gran medida? ¿Por qué no darle el contenido de su responsabilidad, un camino para ejercer esa responsabilidad, cuando está de por medio nada menos -en el caso nuestro- que las perspectivas de una transformación social, que puede y debe hacerse sin costo, pero que puede transformarse en una lucha en donde la violencia -que este gobierno no desea- pueda precipitarse?

 

Preocupación de gobernante

De allí, entonces que yo me atreva -pidiendo excusas por esta divagación en voz alta, olvidándome de la responsabilidad que implica estar hablando frente a un micrófono, en una sala reducida, pero con la proyección de una cadena nacional- a señalar mi preocupación de chileno y mi preocupación de gobernante.

¿Cómo negar, cómo se hace, que este país vive un momento de su historia que concita el interés de millones de seres humanos?

Yo les puedo decir a ustedes, periodistas porteños, y a los que me escuchan a lo largo del país, que el perfil de Chile tiene hoy día una talla histórica mucho más profunda y más honda, para desgracia de los mercenarios de la prensa, con intereses antichilenos.

Al margen de la vanidad -que en este caso no puedo tener- sé más que otros, que el gran actor del proceso revolucionario de Chile es el pueblo. Yo puedo decirles que intervenciones, discursos, mensajes, han sido traducidos a todos los idiomas y que hay más de 20 o 30 publicidades en diversos países, estudiando el proceso chileno, sus características, destacando lo que representa: querer abrir un camino hacia el socialismo, por una vía que otro país antes no ha recorrido.

¿Cómo no va a ser obligación de todos nosotros que obcecación o la pasión convertida en obcecación pueda romper los moldes de una violencia y precipitarnos a la violencia, cuyas consecuencias y proyecciones nadie puede prevenir?

Yo tengo la certeza y la seguridad de que el pueblo es fuerte ¡Sumamente fuerte!

Sobre todo en nuestro país, en donde la Fuerzas Armadas y las fuerzas de orden son respetuosas del poder civil, de la Constitución y de la ley.

Pero cualquier hecho de violencia, siembra en lo humano, para el futuro, hechos que ni el largo tiempo borra, y que repercuten en lo económico brutalmente.

¿Cuántos y cuántos años han tenido que pasar, para que pueblos, sacudidos internamente, hayan podido restañar sus heridas?

Estamos ante hechos que nadie puede negar, y no hay que creer a los que dicen que en este país no hay libertad y no hay democracia.

¿Cómo puede olvidarse lo que representa el que un pueblo haya demostrado una conciencia y un nivel político de tal contenido y profundidad?

¿Cómo puede olvidarse que nuestro proceso se ha llevado adelante, con un mínimo costo social?

 

Situación de los periodistas

Por eso, en este día de la Prensa, cuando aquí se ha planteado la defensa de los intereses que representan legítimas aspiraciones, yo, Presidente de la República, quiero decir que será una obligación del gobierno preocuparse porque los periodistas puedan vivir con tranquilidad en los últimos años de su vida. Para ello he nombrado una comisión que estudie su situación, sobre todo de los viejos periodistas que han quedado un poco retrasados en la percepción de emolumentos de jubilación.

Al llegar aquí, fui requerido por el Presidente del Círculo, y por el presidente del Consejo Regional, para que mirara la maqueta del edificio que albergará al Círculo de Periodistas y al Consejo Regional de Periodistas, y que esperan tenerlo para el sesquicentenario, en noviembre.

Yo quiero decirles compañeros, que más que esto que es justo, me ha interesado el que se proyecte en función de una necesidad nacional, el hecho de que los trabajadores de la prensa, puedan y deban participar con un sentido ético en la gran tarea de defender a Chile más allá de una tienda partidaria, o de un gobierno.

Hay hechos históricos que pueden tener el valor de una etapa vivida y conquistada, sin que ello signifique la violencia o la pérdida de vidas.

 

Homenaje al primer diario

Por ello -como homenaje al que hiciera posible el primer diario o periódico de Chile- yo insto a los trabajadores de la prensa a asumir más profundamente la función que tienen, para reclamar una intervención que no puede negarse, y contribuir a dar en los Diarios una orientación superior al servicio, fundamentalmente, de Chile y de todos los chilenos.

Hay un denominador común, que está mucho más allá del apellido político de un gobernante, de un movimiento o de cualquier partido.

Hay un pueblo, un país, hay una historia. Ya vimos la etapa de La Aurora de Chile, que reclamaba la independencia política.

Los trabajadores de la prensa deben entender, que no sólo Chile, sino que la inmensa mayoría de los pueblos dependientes, viven la hora de la independencia económica, el justo derecho de hacer oír su voz, de hablar con un lenguaje de pueblo-continente mirando la humanidad como la base de la convivencia, en donde el hombre no es enemigo del hombre y donde el diálogo y la paz marquen el destino futuro a que tiene derecho el hombre sobre la tierra.