Salvador Allende

Palabras pronunciadas en el acto de celebración del Día del Trabajo


Pronunciado: El 1 de mayo de 1973.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 9 de febrero de 2016.


Compañeras y compañeros:

Este día es un día de recordación para todos los trabajadores del mundo, aun para aquellos en donde son gobierno y en donde una nueva sociedad señala posibilidades al hombre y la mujer.

Es un día en que la clase obrera y los trabajadores fortalecen sus convicciones, en el recuerdo agradecido de aquellos que se sacrificaron por hacer posible la victoria, expresada en la conquista de un camino de justicia de trabajo, de vida justa y humana.

En el día de hoy en nuestro país, éste, como los 1 de mayo de los años 1971 y 1972 debió tener un contenido diferente al de los años anteriores. Sin embargo, estamos nosotros con congoja y amargura, porque a pocas horas de este día, la clase obrera chilena tiene un mártir más: el querido compañero José Ricardo Ahumada. No voy a pedir un minuto de silencio para él, porque sé que en la intimidad de cada conciencia proletaria, de cada corazón de trabajador, está el homenaje que se merece el compañero caído; homenaje no sólo porque fue ultimado, sino porque su existencia, a pesar de ser tan joven, señaló extraordinarias convicciones. Fue Dirigente de su Gremio; nominado el mejor compañero; distinguido en trabajos voluntarios; participante en la Conferencia Mundial Sindical; trabajador, militante de la Juventud Comunista; compañero de la Unidad Popular. Para siempre presente.

Es para nosotros, compañero caído, un ejemplo. Para el podemos decir, que fue un legítimo heredero de Luis Emilio Recabarren. Por eso ‐y hay que destacarlo‐ sus funerales, en el día de ayer, han significado la demostración más extraordinaria que Santiago ha visto. Quizás puede recordarse a los funerales de Pedro Aguirre Cerda, del Cardenal Caro, o del General Schneider.

Nunca antes se había visto una multitud más compacta expresando su dolor y su decisión de lucha, en recuerdo de él; pero al mismo tiempo, su gran sentido de responsabilidad. Una vez más, sobrepasando la justa reacción que pudo haber provocado el hecho delictuoso, censurable, increíble, el pueblo de Santiago, los trabajadores, han señalado su sentido superior de la lucha y su decisión de no retroceder.

Por eso es que quiero, destacar las cuatro marchas con que ustedes quisieron dar solidez y firmeza a este acto extraordinario e increíble. Porque si ayer se movilizaron 200 mil trabajadores, desde aquí no sólo veo esta plaza repleta, apretujada, sino que mi vista logra ver cuadras y cuadras por Moneda; hacia el Este y el Oeste también se ven densas multitudes.

Es porque el pueblo comprende que este 1 de mayo tiene extraordinaria importancia. Por ello, yo quiero dialogar con Uds. y quiero que cada uno de Uds. pese mis palabras. Deseo sí, destacar una vez más, que la sola nominación de las cuatro columnas, representa, un alto nivel político, y saludo a los que formaron en ella: campesinos, obreros, estudiantes, maestros, técnicos y profesionales; saludo fundamentalmente a las mujeres que están aquí, y que caminaron cuadras y cuadras, a la juventud; saludo a esas cuatro columnas que son fortaleza y la fuerza combatiente de los trabajadores de Santiago, y en ellos saludo, a todos los trabajadores de Chile y a todos los trabajadores del mundo que bregan por una vida justa y mejor. (Aplausos).

Saludo con especial deferencia a los representantes de los países amigos a los diplomáticos de los países socialistas y de países hermanos que están en la Tribuna de Honor de la Central Única de Trabajadores de Chile. (Aplausos).

Saludo a una delegación de los países nórdicos, que nos trae desde el clima frío de sus Patrias, el calor de sus pueblos, para entregárselo a Chile en el momento de su lucha emancipadora. (Aplausos).

Este 1 de mayo encuentra al pueblo y a los trabajadores consolidando sus conquistas y profundizando el proceso transformador de nuestra Patria. Es por eso que este es un 1 de mayo de combate, de dureza, de confianza en la fuerza del pueblo, de voluntad revolucionaria, de decisión implacable, de convertir a Chile en un país independiente en lo económico y dueño absoluto de su destino. Este es un día para reafirmar la revolución chilena antiimperialista, anti oligárquica y antifeudal. (Aplausos).

Frente al avance de los sectores populares, la reacción internacional y nacional busca desesperadamente provocar el caos político y económico.

Es conveniente recordar no solo las experiencias internacionales que tanto enseñan, como también las propias experiencias que nosotros hemos vivido.

En 1970, antes de victoria, la campaña del terror, la insidia, la mentira, la calumnia. Después de la victoria, la maquinación para robar el triunfo a los sectores populares, la tentativa de provocar el caos económico y la cobardía que llevó al asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, General Rene Schneider.

El año 1971 ‐la puesta en marcha, la tentativa de hacerlo-, los planes tenebrosos de la ITT, que patrocinara en el desvarío de pretender que el Gobierno Popular no alcanzara 6 meses en ese año. Enseguida, patrocinó impúdicamente la desobediencia civil, la resistencia civil.

El año 1972, la expresión más alta fue el paro sedicioso subversivo patronal de octubre. Paro derrotado por la conciencia de clase de los trabajadores, porque no sólo los trabajadores de la Unidad Popular mantuvieron su decisión de aplastar a los que querían derrocar al Gobierno y precipitar al país en una crisis económica sin precedentes, sino que también fueron trabajadores que no militan en la Unidad Popular, y hay que reconocerlo, los que tuvieron una justa posición de clase y comprendieron que la tenebrosa maniobra iba también ‐por cierto- contra ellos, como trabajadores, como chilenos y por eso, con ese apoyo y con la lealtad de las Fuerzas de Orden y con la extraordinaria lealtad y decisión de las Fuerzas Armadas, el Gobierno derrotó la sedición y ‐caminamos normalmente a un proceso electoral que se realizara el 4 de marzo.

Pero el pueblo no debe olvidar que desde sectores patronales, desde la sociedad de Fomento Fabril, salió un documento que analizaba las perspectivas y los resultados del 4 de marzo, y ese documento decía que si acaso los sectores populares alcanzaban una votación superior al 42%, no quedaba otro camino, otra expectativa, por cierto para ellos, que provocar la guerra civil.

Con frialdad increíble, con un sentido antinacional, con una mentalidad de corsarios antipatriotas, hablaron y hablan de guerra civil, yo lo he dicho y lo repito y me satisface destacar las palabras responsables de la clase obrera, expresada en el denso y serio discurso, que a nombre del Comité Directivo de la Central Única de Trabajadores ha pronunciado el compañero Jorge Godoy, que los trabajadores, el pueblo de Chile, los obreros, no quieren la guerra civil. La guerra civil significa quebrar la Patria en su economía, en sus relaciones humanas; es un drama colectivo. No le tememos; sabemos que las fuerzas del pueblo y la lealtad de las Fuerzas Armadas y de Orden, nos permiten mirar con tranquilidad. Pero si ocurriera, sería un drama tenemos que destacarlo y señalarlo, que pesaría durante muchos y muchos años sobre Chile.

Por lo tanto la primera tarea está destinada a impedir la guerra civil y la amenaza fascista, y eso se adquiere con la fortaleza de la Unidad Popular, de los trabajadores, en sus organizaciones sindicales, los partidos populares y los partidos revolucionarios de Chile. (Aplausos).

El resultado del 4 de marzo ha llevado a la desesperación a un sector que habla de democracia pero no cree en ella; que habla de libertad y pretende suprimirla, que habla de libertad y democracia, y se propone, sobre la base, de una dictadura, arrancar las conquistas y el derecho que los hombres de Chile, que las mujeres de la Patria han conquistado en tan largos años de lucha sacrificada.

Por eso, pasado el espejismo electoral, aquellos que creyeron que podían destituirme constitucionalmente, que iban a sacar los dos tercios, que después hablaron de una equivocada votación nuestra después de la victoria popular, ‐porque nunca un Gobierno, después de 30 o 36 meses había superado la votación que alcanzara el candidato‐ buscan la manera de crear nuevas dificultades a la marcha constructiva del Gobierno Popular.

Ahora, un sector pretende que el Congreso declare la guerra definitiva al Gobierno y, más que eso, pretenden destituir a todos los Ministros por haber firmado un decreto de insistencia destinado a solucionar jurídica y legalmente la situación creada en industrias intervenidas y requisadas, decreto de insistencia que por voluntad del que habla, tuvo que formarse a fin de afianzar el Área Social de la Economía, que la vamos a construir, camaradas, cueste lo que cueste. (Aplausos).

Pretenden que el Parlamento rechace cualquiera proposición del Ejecutivo. Quieren dejar al Ejecutivo sin armas legales, y lo que es peor, pretenden negarle las propias facultades que la Constitución le otorga y ahí está el intento de decir que en las Reformas Constitucionales, basta la simple mayoría para rechazar las observaciones que haga el Presidente de la República.

Pero han ido, más allá en una campaña persistente tratan de barrenar la disciplina de las Fuerzas de Orden, Carabineros e Investigaciones. Aquí tengo algo más de 40 días de publicaciones en contra del Cuerpo de Carabineros. Pero hay más; han desatado desde octubre, primero una campaña de halagos. Primero una campaña tendenciosa de halagos a favor de las Fuerzas Armadas, y después, una crítica con distintos diapasones alcanzando -después del retiro de las Fuerzas Armadas del Gobierno, por decisión del Presidente de la República, de acuerdo con sus atribuciones constitucionales-, un implacable, insidioso y permanente ataque, que se ha expresado en contra del Comandante en Jefe del Ejército, que fuera Ministro del Interior y Vicepresidente de la República, General Carlos Prats.

Y ahora se han lanzado en contra del General de la Fuerza Aérea, que tiene a su cargo la Secretaría de Abastecimiento: el General Bachelet. Lo que pretenden es negar que pueda haber colaboración técnica de las Fuerzas Armadas con el Gobierno. Lo que pretenden es impedir que pueda el Gobierno Popular, utilizar la capacidad, la decisión patriótica, la voluntad de sacrificio, que han puesto y pondrán siempre las Fuerzas Armadas de Chile, cuando se trata de grandes problemas nacionales, mucho más allá de las fronteras partidarias, cuando se trata de Chile y cuando se trata del destino de su pueblo. (Aplausos).

Hay que observar que los que han actuado en concomitancia con las maniobras tenebrosas de la ITT, con insidia increíble levantan su voz; y en las columnas de determinados diarios, y en la radio, se habla sin recato de la necesidad de que un hombre marcado por la historia, ‐por ser responsable directo o indirecto de la muerte del General Schneider, está detenido y que deberá ser sancionado drásticamente por la justicia‐, debe salir en libertad e incorporarse a la vida ciudadana: el señor Viaux.

Todo esto está señalando una descomposición moral que el pueblo debe advertir y que es un peligro que el pueblo no puede ignorar. Ese el esquema reducido que he querido hacerles, sobre lo que ha sido nuestro país y el itinerario de las tentativas subversivas. A ello se agrega la intención de provocar un caos económico y eso el pueblo debe entenderlo.

Chile, al igual que todos los países en vías de desarrollo, de economía dependiente, ha tenido y tendrá que pasar por horas muy densas para romper precisamente esa dependencia económica, y conquistar plenamente su derecho a la independencia económica y política.

Si en el mundo los países del capitalismo industrial, y el país más poderoso del capitalismo, sufre un proceso inflacionista y se ve obligado a tomar, como es el caso de los EE.UU., medidas que significan devaluar su moneda, lo que repercute mundialmente, los países dependientes sufrimos las consecuencias de esa política que se expresa en el comercio, que se expresa en los fletes, que se manifiesta en el bajo precio de las materias primas, en las dificultades que tenemos al exportar nuestros productos a los mercados industriales y al país más poderoso del capitalismo.

Por eso hay que comprender que con la herencia, que recibiéramos, con las fallas de infraestructura, Chile ha tenido y tiene que pasar por esas horas, azotados por una inflación cuyas raíces vienen desde fuera y también se afianzan acá dentro. Un país que producía para una minoría que nunca le faltó nada mientras las grandes masas carecían de lo esencial; un país donde 700 mil o más personas, porque no trabajaban los jefes de hogar, carecían de lo elemental. Un país donde los niveles de sueldo y de salarios establecían brutales injusticias; un país que hizo necesaria una redistribución del ingreso, que amplió su mercado interno, que ha encontrado dificultades extraordinarias como consecuencia de la acción imperialista, tiene, indiscutiblemente, que sufrir las consecuencias.

En un proceso como el que estamos viviendo, el pueblo debe entender que no pueden alcanzarse los niveles que quisieran los que buscan precisamente el caos económico, el resquebrajamiento de la Unidad de los Trabajadores y la potencial quiebra de las bases políticas y sociales de sustentación del Gobierno Popular.

Es por lo tanto importante que el pueblo entienda que los sectores patronales que propiciaron el paro subversivo de octubre; que aquellos que no han reinvertido sus utilidades; que aquellos que no invirtieron los excedentes que le producen sus empresas, los han destinado al mercado negro, creándose en Chile un capital especulativo, saben perfectamente bien lo que representa en un país como el nuestro, precisamente no invertir, precisamente alimentar desde el mercado negro la inflación y hacer subir, como consecuencia de la incapacidad que tenemos de entregar lo que la demanda requiere los precios permanentemente.

Esa es la actitud del sector que patrocina la lucha económica en contra nuestra y que encuentra, lamentablemente, eco en un vasto sector del Congreso: Presupuestos desfinanciados, reajustes sin recursos reales y rechazo de la ley que sanciona el delito económico.

Es decir, hechos que van señalándole al Gobierno la dificultad de su camino. Si no hay financiamiento real en los reajustes y se imponen obligaciones, no queda otra cosa que emitir y por lo tanto acentuar el proceso inflacionista. Y eso, el pueblo no debe desconocerlo. Por eso, cuando vemos nosotros que una de las columnas, tiene como denominación y nombre: “La lucha antiimperialista y el reclamo de un reajuste auténticamente financiado”, estamos viendo la conciencia política de los trabajadores, que no quieren vivir con más billetes cuando hay menos productos; que no quieren tener los bolsillos con papel, cuando falta lo que tenemos que entregar. Es por eso que hace bien el pueblo y ha hecho muy bien la Central Única de Trabajadores, al plantear la necesidad de un financiamiento real al proyecto de anticipo de reajuste que ha entregado el Gobierno del pueblo. (Aplausos).

A lo que estoy señalando, se agrega el bloqueo financiero, la mano tenebrosa del imperialismo. Ello genera embargos o tentativa de ellos en contra de nuestro producto básico de exportación; el cobre. Y ello trae como consecuencia dificultades en su comercialización; falta de anticipo ante los contratos de venta de nuestro metal rojo. Tenemos dificultades para obtener créditos, deficiencia en nuestro presupuesto de divisas, sobre todo, tomando en cuenta el alto costo que han alcanzado materias primas, repuestos y fundamentalmente alimentos. Solo quiero recordarles a ustedes que la carne, la leche y el trigo, fundamentalmente, han alcanzado niveles que nunca antes obtuvieron. El trigo ha aumentado un 40% de su precio en el mercado internacional, y Chile tiene que importar 1 millón 200 mil toneladas de trigo, para darle pan y los alimentos derivados del trigo a nuestro pueblo. Es por eso, que hay que entender, que si tenemos dificultades en la importación de materias primas; de repuestos, tendremos dificultades para aumentar los niveles de producción que son tan necesarios para combatir eficazmente el proceso inflacionista.

Y es por eso, que el pueblo debe recordar que la lucha antiimperialista está colocada en primer plano, en la primera trinchera, y que ella significa un hecho extraordinariamente decisivo para alcanzar la independencia. Pero que esta lucha trae, indiscutiblemente, la amenaza, el peligro de aquellos que defienden sus intereses, que usan la fuerza económica y financiera de la grandes empresas transnacionales; de aquellos que tienen a su servicio politicastros y se olvidan del destino de sus pueblos, para defender bastardos intereses por años.

Es por eso que una vez más tenemos que recordar aquí lo que ha significado la acción de la Kennecott y las tentativas frustradas de la ITT.

Cuando hicieron esas denuncias, los pocos de la barricada opositora dijeron que de aquí habían partido las informaciones; que por control remoto nosotros habíamos manejado a los periodistas americanos para que hicieran denuncias. Y en el fondo ellos no creían que existían, frente a las maniobras económicas y políticas de la ITT.

Tengo en mi despacho siete tomos; los vamos a traducir, porque es un documento que la historia debe recoger. ¡Siete tomos! Más de mil quinientas páginas de los debates, de las interrogaciones y de las respuestas de todo lo sucedido en la Subcomisión del Senado Norteamericano. Y el pueblo de Chile y los trabajadores no pueden desconocer que la investigación de la ITT también tiene raíces por la acción de esta empresa en su propio país y está vinculado a la investigación frente al contrabando y al espionaje político ocurrido en Estados Unidos cuando se iba a realizar la Convención Demócrata, o cuando se pretendió tener acceso arbitrario y torvo a las deliberaciones de la directiva de ese partido. Para que vean ustedes la magnitud de lo ocurrido, lo leerán mañana en los diarios. Anoche ya llegaron las informaciones, el Presidente de los Estados Unidos se ha visto obligado a decir que sus colaboradores más directos lo engañaron. Se ha producido una crisis del Gabinete en Estados Unidos. Ha renunciado el Ministro de Justicia y sus asesores y antes había presentado su renuncia el Jefe del FBI Kellussy y otros dos asesores y el ex Ministro de Justicia.

Eso está señalando la magnitud, la profundidad, la raíz internacional de estas empresas, que en sus propias Patrias pretenden influir con su dinero, con su complicidad en los hechos políticos y que expresan su desprecio frente a los países pequeños como el nuestro. Pero la dignidad de Chile, la fortaleza de los trabajadores, la conciencia revolucionaria del pueblo y la voluntad del Gobierno Popular han derrotado y derrotarán a las empresas transnacionales y han derrotado y derrotarán al imperialismo norteamericano. (Aplausos).

Por eso, es conveniente que el pueblo, ‐repito‐ medite en lo que está sucediendo en escala nacional y más allá de nuestras fronteras. Si hay condiciones políticas de desintegración y se pretende hacer creer que el Gobierno no gobierna y se busca el caos político y a ello se agregan las dificultades económicas que pretenden también convertir en caos, lógicamente el caldo de cultivo del fascismo está preparado y eso lo estamos viendo en nuestro país.

Ya lo dije. La Sociedad de Fomento Fabril señaló el camino para defender sus privilegios.

Sembradores del máximo odio, no trepidan en hacerlo cuando hablan sin intranquilizarse de la guerra civil como única salida. Pues bien, después del 4 de marzo, Chile ha vivido horas que yo quiero que el pueblo medite, porque son anticipo de otras horas que van a venir y es por ello que he pedido que ustedes me oigan sin interrumpirme, ni con aplausos, ni con consignas.

Como consecuencia de haber planteado uno de los aspectos fundamentales de la Reforma Educacional, ‐Reforma que no tiene un apellido político partidario, y Reforma que no puede tener tampoco el apellido de la Unidad Popular‐, que interesa a todos los chilenos, como anticipo a la reforma educacional, planteamos a través del Ministerio de Educación la Escuela Nacional Unificada. Deformaron su contenido y sobre la base de uno de los planteamientos, ‐lo que podríamos llamar su concepción filosófica‐ que creó interrogantes justos en algunos sectores cristianos, por ejemplo, que creyeron que querrían negar valores tan claros para ellos y que nosotros jamás hemos negado ni negaremos, se produjo un clima artificial, que es el que ha desatado un hecho de extraordinaria e incalculable gravedad.

Organizadamente, con una organización cronológica y simultánea, los estudiantes secundarios de los grupos opositores al Gobierno se han movilizado a lo largo de Chile. En Puente Alto, Melipilla, Linares, Cauquenes, Concepción, Temuco, Valparaíso, Rancagua, Talca, San Javier y Santiago. Y esta movilización para combatir contra un fantasma, cuando el Gobierno había señalado que daría el más amplio plazo para que el pueblo analizara, discutiera y profundizara lo que representaba la Escuela Nacional Unificada; cuando el Gobierno a través del Ministro de Educación, había reiteradamente insistido este hecho, cuando se había conversado con las Fuerzas Armadas, para informarles estas materias; cuando habíamos dialogado con el Cardenal, Señor Silva Henríquez, cuando en resumen, teniendo conciencia de la importancia de esta iniciativa, queríamos y queremos que Chile entero se dé el tiempo suficiente para comprenderla, apreciarla y meditarla, se lanza a los niños, a las muchachitas, a los jóvenes a la calle, para enfrentarlos a las Fuerzas de Orden y empieza lo que a mi juicio, es el hecho más grave que ha vivido Chile en los últimos años y que espero no vuelva a vivir.

Piensen ustedes, compañeros, la preocupación que representa para un Gobierno el hecho de que miles de estudiantes, muchachitas y muchachitos enardecidos, estimulados por la prensa y por la radio, salgan a la calle, no a vocear sus convicciones, sino a actuar directamente, apedreando edificios públicos, atentando contra diarios, como ha ocurrido en el caso del diario La Ultima Hora, de Puro Chile y del Diario Color en Concepción.

Piensen lo que significa que muchachitos y muchachitas haya participado quemando un bus y quemando un trolley, cuando necesitamos movilización y más movilización, precisamente para el pueblo. Hay que ver lo que significa el que los cristales de un banco, aquí, hayan sido hechos añicos, como lo fueron, los de otros edificios. Intentaron penetrar al propio Ministerio de Educación.

Piensen lo que representa el que hayan apedreado aquí la Casa del Pueblo, que es el Palacio Presidencial, destruyendo los vidrios y, como lo denunciara el compañero Godoy, lanzando una bomba incendiaria. Alguien se preguntará ¿Y qué hace el Gobierno? Y ellos responden con la intención dolosa y tenebrosa de lo que quieren. Ahí está el rotulo de uno de los diarios de Santiago que dice: “Los niños se portaron como hombres”.

Hay una cobardía increíble en utilizarlos. Esos son niños y niñas que las fuerzas policiales no pueden reprimir ni con la violencia, ni pueden reprimir golpeándolos; saben perfectamente bien que antes se usaran otras medidas y otros métodos con los trabajadores. Nosotras no las empleamos ni con los trabajadores, ni mucho menos con los niños de la Patria. Por eso es una gran cobardía moral la actitud de ellos. (Aplausos).

Quiero que sepan que de 120 estudiantes o manifestantes detenidos en Valparaíso, 80 eran menores de edad y no olviden que aquí de los ciento y tanto, un porcentaje cercano al 35% eran también menores de edad.

Pero aquí, como en Valparaíso, delincuentes comunes, lumpen, mercenarios del crimen, estaban metidos con los muchachos para provocar a las fuerzas del orden, para dar la impresión y la imagen de que hay desgobierno en el país.

Estos son hechos que el pueblo, tiene que meditar, que entender, y sobre todo no olvidar.

Pero hay más: los diarios de ellos, fundamentalmente un diario que forma parte de una empresa que antes era bancaria, comercial e industrial y que solo es industrial ahora y periodística, no ha tenido empacho en tergiversar, como siempre, la verdad y ha llegado a imputarle, sobre la base de una información falsa, al Presidente de la República, propósitos destinados a quebrar la convivencia democrática. Tengo aquí los titulares que es conveniente repasar para que entiendan los trabajadores, para que el pueblo no lo olvide.

Y para que ellos, que suponen que nosotros somos los sembradores de odio, se den cuenta de una vez por todas, quiénes siembran el odio, quiénes quieren la violencia, quienes buscan la guerra civil.

¿Qué dice uno de los subproductos de “El Mercurio” y el propio “Mercurio”? “Llamado de su Excelencia para destruir “El Mercurio” y al Congreso de la República de Chile: Incitación a aniquilar la prensa independiente”. “Allende llamó a destruir “El Mercurio” y el Congreso” y así sucesivamente, estuvieron afirmando durante 48 horas: “Llamado del Presidente provoca escándalo nacional”. Unánime condena a violentismo presidencial y no podía faltar: “El GAP trató de asesinar a uno de nuestros reporteros”.

Pues bien, tuvieron que publicar un desmentido. Y los hechos señalaron que los propios dirigentes demócrata cristianos del Ministerio de Obras Públicas, dos de ellos que estuvieron en la reunión que yo tuviera con los trabajadores de ese Ministerio, y fundamentalmente con sus dirigentes, reconocieron que jamás yo había dicho que había que suprimir el Congreso y silenciar “El Mercurio”.

Al contrario, había dicho que las leyes consagraban el derecho a libertad de expresión, que el Parlamento era un Poder del Estado, y que el pueblo de Chile y yo nos habíamos comprometido a hacer las transformaciones dentro de los cauces legales y respetando el marco constitucional. Pero el pueblo debe meditar. Lo que aquí se publicó, se transmitió al extranjero, se publicó en la mayoría de las capitales del mundo, y aparecía el Presidente de Chile, él, propiciando la clausura del Congreso, y él, propiciando al asalto a uno de los diarios de nuestro país.

Yo lo he dicho y lo repito; quiero que cada hombre y cada mujer de Chile que me escucha lo entienda: defenderé el camino democrático, pluralista y libertario del proceso revolucionario de Chile. Me mantendré dentro del compromiso que he contraído frente a la historia, frente al pueblo y frente a mi propia conciencia. Pero de la misma manera, cuando veo que se van acumulando los antecedentes, los hechos, cuando veo aparecer la imagen tenebrosa del fascismo; cuando veo que la mentira y la calumnia son el pasto diario que se lanza contra el Gobierno; cuando contemplo que ya no los detienen ni el nombre ni la honra de cada hombre del Gobierno o del propio Presidente de la República; cuando constato el odio lanzado a caudales contra la clase obrera, los trabajadores de Chile; cuando veo la insidia lanzada contra las Fuerzas Armadas de mi Patria y las Fuerzas de Orden, comprendo que en el consciente de algunos conspiradores y en el Subconsciente de algunos malos demócratas, apunta la intención de destruir el Gobierno del pueblo.

Cuando se reunieron los trabajadores 24 horas después de que se provocaron los hechos que en Santiago convirtieron a la ciudad, prácticamente en una ciudad acribillada per la violencia, cuando estaban aún humeantes las barricadas en Providencia, ‐que es una especie de gueto- donde se reúnen para demostrar su odio al pueblo, a los trabajadores; cuando esto ocurría, la Central Única llamó a cientos de trabajadores, que espontáneamente, con tranquilidad, con responsabilidad vinieron a congregarse a La Moneda y que pagaron su lealtad a su principios y al pueblo con la muerte del querido compañero Ahumada. Cuando llegaron hasta aquí, yo les hable, y les repito lo que dije para que lo entiendan de una vez por todas. Detendremos el fascismo, detendremos las tentativas subversivas. Lo haremos con las leyes, con las Fuerzas de Orden; recurriremos a las Fuerzas Armadas, pero si ellos utilizan la violencia contrarrevolucionaria, si ellos intentan derrocar este Gobierno con la violencia, también nosotros, si ellos salen a las calles impúdicamente, tenemos el derecho a que salgan los trabajadores a defender a Chile y al pueblo. (Aplausos).

Eso fue lo que dije. Y por cierto que ayer, en un diario mercurial, en esas editoriales de siempre, pretende tergiversar mis palabras. Que lo sepan. Y les digo con mucha tranquilidad y pesando profundamente lo que ello significa: recurriré a todos los caminos, recurriré a la fuerza moral, no solo de los trabajadores de la Unidad Popular, sino a los trabajadores de Chile; recurriré a la conciencia de clase de los que están dentro de la Central Única o fuera de ella; recurriré, en suma, al pueblo, para que con una fuerza renovadora, con la conciencia del patriotismo hecho realidad, se levante como una barrera inatacable para detener la amenaza fascista trabajando más, produciendo más, esforzándose más. Pero si acaso ellos logran, por desgracia, consolidar o materializar sus intenciones, ya lo saben: la ley, las Fuerzas de Orden, las Fuerzas armadas, y también si es necesario las fuerzas organizadas del pueblo estarán listas para defender a Chile del fascismo. (Aplausos).

Por eso necesitamos, compañeros, que cada uno de ustedes comprendan hasta dónde esta gente está actuando.

Sabemos perfectamente bien que además de lo que hicieren los muchachos y muchachas, que además del incendio del bus o del trolebús y además de apedrear los diarios, los edificios públicos y la propia Moneda; además de hacerlo en cuanto a diarios, edificios a lo largo del país, también ellos quieren por ejemplo, crear dificultades en la gente que está en las colas, amedrentando a las mujeres, difamando la acción y el esfuerzo del Gobierno por hacer más democrática y justa la distribución de los alimentos.

También pretenden ‐y lo han conseguido en más de una vez‐ amedrentar a los comerciantes honestos que quieren trabajar con las JAP. Pero hay más que eso; nada los detiene y es por eso que han lanzado sus ataques frente al propio Cardenal de la Iglesia chilena, señor Silva Henríquez. Más que eso, no se han detenido ni ante la palabra, serena del Rector de la Universidad Católica, Fernando Castillo, y han reiterado insistentemente sus ataques contra el General Carlos Prats. Ellos no pueden tolerar que alguien no se someta a sus intenciones.

Fracasarán también.

Es por eso que ahora es fundamental que el pueblo entienda ‐y sobre todo la clase obrera y los trabajadores‐ cuál debe ser su respuesta. Debemos derrotar la amenaza contra la democracia y defender las conquistas alcanzadas. Hay que darse cuenta de que nuestra revolución es auténticamente chilena y se hace de acuerdo con nuestra historia, a nuestra tradición, a nuestra realidad. Esta revolución está siendo implacablemente atacada desde fuera, y desde dentro. Y por eso, en la defensa de Chile, no podemos ser sectarios y encerrarnos en estrechos límites partidarios u organizaciones sindicales. La clase trabajadora rechaza la violencia, rechaza el terrorismo; la clase trabajadora rechaza la guerra civil; la clase trabajadora sabe también que su Gobierno, que su Compañero Presidente, no va a tolerar impasiblemente las acciones terroristas de los violentistas o de los conspiradores y le opondremos camaradas, la fuerza de la Ley y la fuerza del pueblo, defendiendo nuestra convivencia social. (Aplausos).

Debemos derrotar a los que buscan el caos político y económico, y para ello debe existir claridad, absoluta claridad.

Debemos convocar a todos los trabajadores para defender la convivencia social en Chile, lo que no significa transar ni retroceder; debemos convocar a un diálogo, a una discusión ideológica; debemos convertir a Chile en un gran crisol para discutir cuáles son las soluciones que la realidad de nuestra Patria reclama, y qué exige de los trabajadores, que son Gobierno, el Gobierno de los trabajadores.

Es por eso, que una vez más hay que insistir para que lo entiendan bien: en esta etapa es el pueblo el que debe movilizarse organizado consciente y disciplinadamente. Y que cuando yo hablo del pueblo hablo más allá de los marcos de la propia Unidad Popular.

Los trabajadores de la Unidad Popular deben dar el ejemplo con su falta de sectarismo y dogmatismo; los trabajadores de la Unidad Popular deben ser la columna granítica de la lucha anti partidista, pero entiendo también el aporte que pueden hacer miles y miles de trabajadores, que no estando en nuestra fila, son trabajadores, tienen conciencia de clase y están en lucha frontal contra el capitalismo y contra el imperialismo. (Aplausos).

Para evitar que caigamos en el caos económico tenemos que tener una dirección más eficaz y organizada de nuestra economía, tenemos que planificarla y tenemos que organizaría, y para ello debemos dar forma al Área Social dando un estatuto, una directiva; reclamando más responsabilidad de los interventores, y una acción mucho más consecuente de los trabajadores que están en los Comités de Administración o que forman parte de los Comités de Producción.

Tenemos que hacer real y eficaz la participación de los trabajadores en la conducción de las empresas. Dos años de pacto CUT‐Gobierno ya nos han entregado una experiencia que tenemos que aprovechar, para, sobre la base de esta experiencia, modificar este convenio y hacer cada vez más activa, más directa, más responsable la acción de los trabajadores en la conducción de las empresas estatizadas. Pero los trabajadores tienen que estar presentes también en los niveles de nuestra administración pública y en el organismo vital y central de la dirección económica del país. Y los trabajadores deben saber que su respuesta debe ser muy clara, frente a la tentativa demagógica de convertir a trabajadores en accionistas de las empresas o un capitalismo obrero, que en esencia viene a escamotear el auténtico proceso revolucionario.

De allí entonces, que nosotros también sostengamos que los trabajadores deben tener presencia en las empresas privadas, con acceso a sus planes de expansión y desarrollo de sus inversiones, con conocimiento de su contabilidad, de los empleados que se toman, o de aquellos que cesan en sus trabajos. Pero quiero ‐y que me escuchen los trabajadores- insistir en algo que es fundamental: la disciplina social, la disciplina del trabajo. No puede haber revolución sin disciplina, sin responsabilidad. Y eso tienen que entenderlo fundamentalmente los trabajadores; este es su Gobierno. Ya terminó la lucha contra un Gobierno opositor, con un Gobierno de una minoría contra la clase obrera -este es el Gobierno de ustedes, yo soy el Compañero de ustedes-. La actitud de ustedes tiene que ser muy diferente frente a las empresas estatizadas, y por cierto, frente a los empresarios, mucho de los cuales han entendido este proceso.

La pequeña y mediana industria, agricultura y comercio, están colaborando y colaborarán cada día más con el Gobierno Popular. Mientras más claridad haya en la actitud de los trabajadores, ‐lo que significa más disciplina y más responsabilidad laboral, más eficiencia‐ cada trabajador debe empeñarse‐ en capacitarse más para contribuir más al proceso productivo. Tienen que tener honradez en el cumplimiento de sus obligaciones; no podrá haber trabajadores que se den el lujo de llegar con 20 minutos, 30 o más de retraso a sus faenas; no podrá haber un ausentismo deliberado como lo hemos constatado en algunas empresas o en algunos servicios; no pueden pretender los trabajadores que se les disminuya la carga de trapajo. Y hay que entender definitivamente, que no se puede lanzar una consigna de establecer el poder obrero en las empresas, porque esa es una etapa afiebrada y anticipada al proceso de Chile. Tenemos que levantar la voz y señalar el camino para que los trabajadores manejen las empresas; pero trabajadores son los obreros, los empleados, los técnicos, los profesionales con conciencia social. Hablar sólo del poder obrero es pretender crear una barrera entre empleados, técnicos y obreros, y eso es un claro error. Eso es un grave error político, camaradas. (Aplausos).

Los trabajadores de Chile, los trabajadores revolucionarios tienen que comprender que los ingresos, el sueldo y el salario, tienen que estar en directa relación con la producción y la productividad; por lo tanto no puede haber igualitarismo salarial.

No puede haber un salario garantizado y en niveles extraordinariamente altos como algunos exigen. Tenemos que terminar con la lucha economicista. No podemos seguir dándole paso a los pliegos por secciones, por turnos. Eso rómpela estructura sindical, rompe la unidad gremial, rompe la unidad de fábrica. Y rompe la unidad de los sindicatos. Y se ha caído en esos vicios. Y los que ayer patrocinaron el paro patronal, pretenden hoy día, propiciando reivindicaciones economicistas, empujar a algunos sectores que le son adeptos y arrastrar a sectores políticos con menos conciencia.

Pretenden, y lo han logrado a veces, aliarse con propios sectores de la Unidad Popular o con sectores ultra, creando una imagen irreal que no corresponde a la realidad. Ningún país puede aceptar que impunemente se lance un proceso inflacionista que va a pesar brutalmente sobre la propia estabilidad del gobierno. Por eso, yo les digo desde aquí a los trabajadores del Ministerio de Obras Públicas que mediten en su actitud, que pesen lo que han pretendido obtener como reivindicaciones, que desataría igual derecho en todos los trabajadores de la construcción.

Me dirijo desde aquí, y yo sé que me estarán oyendo algunos de mis viejos compañeros, los trabajadores del cobre. El Teniente está en huelga; vinieron sus dirigentes, converse con ellos.

Cerré las puertas del Salón de la Presidencia y les hablé como puede hablarles un hermano mayor, un compañero. Les hice ver la gravedad que entrañaba el que pararan la producción del cobre cuando necesitamos divisas; cuando no tenemos el financiamiento necesario; cuando estamos amenazados de no poder cumplir algunos compromisos esenciales. En ese instante, sobre todo ahora, cuando el precio del cobre ha alcanzado niveles satisfactorios en ese momento se paraliza El Teniente, que había llegado a niveles extraordinarios de superación. Les hablé a mis compañeros con cariño, con respeto y con afecto.

Sin embargo, pudo más el criterio economicista y ahí está parado El Teniente. Y eso significa millones de dólares para el país. Pudo haberse dado una solución que seguramente costará menos que un día de producción.

Quieren sentar un precedente funesto, un reajuste sobre el reajuste; consagrar ventajas, y por eso dimos una explicación.

Yo les digo a mis compañeros de El Teniente, a los obreros con los cuales tantas veces dialogué y conversé; con aquellos qué estuve en los momentos duros de la represión y de la huelga; yo les pido a ello que entiendan que ser trabajador del cobre en este país es un privilegio, desde el punto de vista patriótico y revolucionario.

Ellos son los trabajadores de la empresa vital y esencial de la Patria. ¡Del cobre depende que podamos comprar repuestos, materias primas, insumos, alimentos y medicamentos! Yo les pido desde aquí, como compañero revolucionario, que revisen su actitud; que nosotros propondremos soluciones que signifiquen más ingresos, sobre la base de producir más cobre y una mayor productividad.

Yo golpeo su conciencia revolucionaria y les digo que tengo fe en el trabajador chileno, que no puede olvidar la agresión imperialista y conspiración interna.

El trabajador del cobre, como el campesino de la Patria, tienen que unirse para defender el futuro de Chile, amenazado desde fuera y soterrado desde dentro, camaradas. (Aplausos).

Por eso tenemos que cuidar y desarrollar la tecnología; dar paso a la imaginación creadora, a la inventiva de los trabajadores, reemplazando máquinas y repuestos, ahorrando en luz, en envases, en agua, en todo, camaradas. Y cuidando las máquinas, que ahora, en las empresas estatizadas, en las grandes empresas mineras, pertenecen a todos los trabajadores.

Necesitamos aumentar el control popular en la distribución, no pondremos término a las colas, mientras el pueblo no se organice, mientras el pueblo no sancione a una profesión, que también se ha creado, el que ocupa un puesto en la cola y lo vende, cuando está en los primeros lugares, y a aquellos que estando primero, compran mucho más de lo que necesitan, sin pensar que más atrás viene una madre o una hija, que se va a quedar sin el alimento que los suyos necesitan.

Necesitamos una moral qué debe expresarse en que no podemos acaparar el pan para nosotros y otro compañero de la Unidad Popular, porque yo no me imagino que un obrero o un trabajador de la Unidad Popular, que una madre de la Unidad Popular, pueda pretender que el Gobierno haga una política distributiva solo para militantes de ella. No solo sería un error político, sino que sería una actitud antihumana y antisocial.

La Unidad Popular, los trabajadores organizados sindicalmente, los compañeros de las empresas, los compañeros de las industrias, los empleados públicos nuestros, deben ser los primeros en organizar las JAP, en darles su verdadero contenido y contribuir a que haya una distribución democrática y justa que permita satisfacer las necesidades esenciales de todos los chilenos frente a los déficits de producción, compañeros. (Aplausos).

Finalmente, los trabajadores mineros y los campesinos, deben saber que ellos son los pilares de la victoria, o serán los responsables del fracaso. Chile necesita exportar más y más, más hierro, más salitre, y sobre todo, más cobre compañeros.

Necesitamos más divisas, necesitamos traer desde fuera 445 millones de dólares en alimentos, que no producimos, además de maquinarias, petróleo, materias primas, repuestos, etc.

Sólo aumentando la producción exportable, podemos equilibrar las necesidades internas de Chile, con los ingresos que nos debe dar una producción que podemos colocar en muchos mercados del mundo.

Y si acaso yo reclamo ‐de los trabajadores en general, del grupo textil, de cualquier industria- una mayor producción, con mayor fe en su respuesta lo reclamo de los trabajadores de las minas chilenas.

De la misma manera le hablo desde aquí al campesino, al trabajador de la tierra, aquel que durante tantos y tantos años sólo supo sudar en el surco del patrón, careciendo de lo esencial, con salarios miserables, al margen de derechos ciudadanos en la práctica, sin que jamás la educación o la salud llegaran a su casa o a su choza. Yo llamo a los campesinos de Chile para que siembren más. Este año tiene que ser el año del trigo, no podemos seguir importando 1 millón 200 mil toneladas de trigo. No podemos seguir importando alimentos por cantidades, que hacen casi el 50% del Presupuesto nacional.

La tierra chilena, tiene que darnos lo fundamental para el alimento del pueblo, y el campesino tiene que entender qué ahora la tierra es suya, colectivamente hablando, y hacer entender que este Gobierno quiere ayudar al pequeño o mediarlo productor, pero que debe producir más. La tierra chilena hay que trabajarla centímetro a centímetro. Hay que hacerla producir; necesitamos entregarle al pueblo los alimentos esenciales que el pueblo legítimamente reclama y necesita.

Chile puede alimentar a 20 millones de personas. El campesino revolucionario, el de la zona reformada, el pequeño y mediano agricultor patriota debe oír el llamado del Gobierno a trabajar las minas y a trabajar la tierra, el pan para Chile y el sueldo de los chilenos, son el trigo y las minas. A conquistar con ellos el derecho a decir que somos auténticos revolucionarios, que queremos construir el socialismo. (Aplausos).

Camaradas, por eso les he hablado con pasión que no niego, al llamarlos a la responsabilidad, a la disciplina, a derrotar el oportunismo, la improvisación, al voluntarismo, a demostrar la conciencia organizada de los trabajadores que es lo único que puede ser una barrera de contención para la amenaza fascista.

De la misma manera los partidos de la Unidad Popular, tienen ‐en la Convención que va a realizarse en pocos días más que dar la expresión al Programa, la conducción unitaria y el ejemplo de unidad, para tener unidad política y unidad también en la conducción económica.

A crear los órganos de poder del pueblo, en las Juntas de Vecinos, en las JAP, en los Comités Comunales. A vitalizar los cordones industriales con la organización de la CUT en ellos; a no creer que el poder popular puede ser un poder paralelo al poder organizado de los trabajadores en la CUT, o al poder organizado de los trabajadores en el Gobierno. El poder popular tiene que ser el engranaje que una al pueblo todo y a su propio Gobierno.

Por eso compañeros, finalmente un último llamado frente a la amenaza fascista, al peligro que encierra; lo que hemos visto y vivido en los últimos días, es la insolencia imperialista y a la antipatria que conspira contra Chile y contra su Pueblo. Yo los llamo a fortalecer la unidad; unidad para derrotar al fascismo, unidad para derrotar al imperialismo, unidad para realizar la revolución, y unidad para hacer posible la victoria.

¡Venceremos camaradas! (Aplausos).