Indice del libro

 

José Díaz Ramos

Tres años de lucha

 


Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha, Editions de la Librairie du Globe, París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov. 2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.


 

 

¡Alerta ante el complot de la reacción!

Discurso pronunciado en la sesión de la Diputación Permanente de las Cortes, el 15 de julio de 1936

 

 

Señores de la Diputación Permanente:

Yo creo que no es necesario hacer muchos esfuerzos para comprender la intención que encierra el discurso del señor Gil Robles. Decía el señor Gil Robles que no se fuera a considerar que se aprovechaba del caso del señor Calvo Sotelo, que todos lamentamos, con el fin de utilizarlo con móviles políticos, teniendo en cuenta la situación del momento que vivimos en España.

Las derechas han venido preparando paso a paso la guerra civil

Pero no hay que hacer, repito, grandes esfuerzos para comprender que es un discurso encaminado a agravar la situación en la calle, que tiende a intensificar la guerra civil, preparada paso a paso por las derechas.

De modo pacífico y legal, la mayoría del pueblo español reconquistó la República el 16 de febrero, y lo que resulta claro, y es un hecho incontrovertible es que, por parte de las derechas, no existe la resignación necesaria para acatar los resultados del triunfo que el pueblo español consiguió el 16 de febrero y que, desde el punto mismo de lograrse éste, han venido trabajando intensa y extensamente en toda España, produciendo perturbaciones, manifestándose de forma descarada contra el régimen que en la actualidad tenemos en nuestro país, y tratando de destruirlo.

No pueden protestar contra un asesinato los que están manchados de sangre de muchos otros

El discurso del señor Gil Robles reviste extraordinaria gravedad, como muy bien decía el señor ministro de Estado en su contestación, porque, cuando se viene aquí a protestar de un hecho como el que ha costado la vida al señor Calvo Sotelo, hay que tener en cuenta, como decía asimismo el señor ministro, si es que en España, antes de ahora, no se han dado nunca casos como éste, aparte de que no podemos separar ni un momento del caso que comentamos lo ocurrido con motivo del movimiento de octubre, cuya represión fue la más cruenta, que ha conocido la historia. En la ocasión mencionada, no se levantaron los elementos de derechas a condenar aquellos hechos verdaderamente monstruosos, que constituyen un baldón para España y una mancha para los españoles responsables de que sucediera. Y hoy, que se encuentra fresca todavía la sangre vertida en Asturias, olvidan que, para tener autoridad moral en la condenación de un hecho que es consecuencia de toda la política anterior, realizada por ellos, es preciso que al repasar la historia, sobre todo la de los últimos años, se condene, en primer lugar, con toda energía, a los que dieron origen a aquellos hechos tan monstruosos.

La represión de Asturias, en su conjunto, aparte de los múltiples martirios, por todos conocidos, ha sido algo que yo creo muy difícil tenga comparación en ningún otro país del mundo, ni siquiera en aquéllos dominados por gobiernos fascistas, como Alemania, Italia, etc. Entonces, con el consentimiento del Gobierno, se llevaron a aquella región tropas moras para que pasaran por el filo de sus gumías a los mineros españoles. Nosotros, de la misma manera que protestamos entonces, lo hacemos ahora, como españoles, sin tener en cuenta el partido político o la clase a que pertenecen las víctimas, porque éstos son hechos de tal monstruosidad que todos debemos condenar. Pero no podemos consentir que aquellos mismos hombres, que, con responsabilidad de gobierno, contemplaron y presidieron los terribles sucesos, quieran ahora aprovechar la muerte del señor Calvo Sotelo con móviles políticos, para empeorar la difícil situación que ellos han creado a España y a la República, llevando a la calle de la inmunidad parlamentaria, un discurso en el que, aun reconociendo su capacidad y habilidad parlamentaria, a mi juicio en este caso concreto, el señor Gil Robles, demuestra haber perdido la cabeza. Lo que le interesa, al parecer, no es presentar el hecho en sí para que todos lo puedan condenar, como nosotros somos los primeros en hacerlo -ya hemos dicho públicamente una y mil veces, y ahora lo repetimos, que condenamos todo atentado individual, todo lo que signifique una actuación terrorista-, sino para que en la calle, al leerse este discurso, presentando los hechos como él los presenta, las fuerzas que dicho señor acaudilla encuentren ambiente apropiado para continuar trabajando en esa actuación de complot contra el régimen, a que me refería.

El pueblo español vigila los pasos de la reacción

Porque, señor Gil Robles, no se puede negar que estáis organizando un complot en España. Recientemente, hace dos o tres días, en vista de ese peligro, se han reunido las fuerzas obreras; se han puesto de acuerdo en diez minutos y han acudido al Gobierno para ofrecerle toda su fuerza, a fin de defender la República. Y eso lo hacemos porque estamos completamente seguros de que en muchas provincias de España, en Navarra, en Burgos, en Galicia, en parte de Madrid y en otros puntos, se están haciendo preparativos para el golpe de Estado, que no dejáis de la mano un día tras otro. ¡Tened cuidado! Todos nos hallamos vigilantes, a fin de qué no podáis llevar a cabo vuestros intentos, porque, de hacerlo así, llevaréis a España por el camino por el que la habéis llevado en esos dos años de represión, de hambre y de descrédito para el país. Nosotros no queremos esa España, sino una España democrática, donde haya bienestar para los obreros y para las clases populares; lo que queremos es una España moderna, que se ponga a la altura de un país civilizado, y no una España al estilo de aquella España inquisitorial, que es lo que ha representado vuestra política en todo el período represivo que sucedió al movimiento de octubre.

No queréis acatar lo que ha representado el triunfo del 16 de febrero, y de ahí toda vuestra política y vuestra actuación en el sentido que he indicado. Es el noventa por ciento del pueblo español el que está de acuerdo con el régimen republicano, con un régimen democrático y es el diez por ciento, restante el que no pierde ocasión de buscar todos los procedimientos de provocación, de atentados personales contra el pueblo, porque no se trata solamente de los hechos represivos de Asturias, sino qué ayer mismo “Mundo Obrero” nos refrescaba un poco la memoria hablándonos de todos los atentados cometidos por fuerzas de derechas desde el 16 de febrero hasta la fecha. ¿Por qué no se levanta aquí el señor Gil Robles a decir con toda sinceridad que condena también a fondo el atentado contra el teniente Castillo? Eso hay que hacerlo aquí, en la Diputación Permanente, y hay que hacerlo en el salón de sesiones. (El señor Gil Robles: “Eso lo he hecho aquí y en todas partes; si Su Señoría no lo ha oído, yo no tengo la culpa.”) Cuando se habla de la responsabilidad del Gobierno en el hecho del señor Calvo Sotelo, ¿por qué no se trata, con el mismo calor el caso del señor Castillo? Hay que manifestarse por igual ante estos hechos de terror individual; pero, haciéndolo en las mismas condiciones siempre, porque si no, se carece de fuerza moral alguna para plantear el asunto en los términos en que se ha hecho.

Por lo que se refiere a los manejos de las derechas en contra del régimen, ¿es que lo ocurrido en Valencia no es un hecho ligado a toda esta actuación provocativa y de preparación del golpe de Estado? ¿Es que no son los elementos de derechas y los fascistas los culpables de toda esta lista de víctimas a que me he referido antes, causadas desde el 16 de febrero hasta la fecha? Todos conocéis los nombres, y nadie se ha levantado en el Parlamento a plantear esta cuestión, porque de lo que se trata, con esa actuación en la calle, es de pasar a la ofensiva aprovechando la reunión de la Diputación Permanente o de la Cámara para aparecer como salvadores de España, como hombres que están dentro de la democracia, que dentro de ella quieren convivir, mientras en la calle -repito- se preparan todos esos atentados y complots.

Decía el señor Gil Robles que todas o una gran parte de las fuerzas que controla se acercan al fascismo. ¿Pero es que el señor Gil Robles no ha hecho aquí un canto al fascismo? ¿Es que no lo hace también en el salón de sesiones? ¿Es que no actúa en la calle en este sentido? ¿Por qué no dice con claridad –ello sería más justo- que el señor Gil Robles, que es incompatible con el régimen republicano, con el régimen que representa la democracia y el desarrollo progresivo del país, procura descaradamente dar a conocer su actividad en pro de una dictadura absoluta, en la forma en que ya se practicaba, si no totalmente, en gran parte durante los dos años que ha participado en el Poder?

El camino para atajar la guerra civil

Todo esto es lo que deben conocer las fuerzas del Bloque Popular. Es necesario que se conozca en la calle cuáles son los propósitos de estos discursos del señor Gil Robles, cuáles son los propósitos de los elementos de derechas, que no quieren dejar tranquilo nada y que no quieren acatar lo que ha representado este triunfo de la gran mayoría del pueblo español. Aprovechan esta ocasión y todas las necesarias, para crear estas perturbaciones en la calle, que, entiéndalo bien el señor Gil Robles, nos encontrarán siempre alerta y en condiciones de impedir que puedan derrumbar de nuevo el régimen republicano, el régimen democrático, que en este momento comienza a desarrollarse, los elementos que no tienen derecho a participar de esta democracia. Son los periódicos de derechas -ya que a los periódicos aludía el señor Gil Robles- los que preparan este ambiente y esta situación. Yo creo que el Gobierno se ha quedado corto, al no meter mano a fondo a los elementos responsables de la guerra civil que hay en España, Por eso nosotros hemos presentado una proposición de ley para que el Gobierno pueda declarar ilegales todas las organizaciones que no acaten el régimen en que vivimos, entre ellas Acción Popular, que es una de las más responsables de la situación de guerra civil creada en el país, y los periódicos que la representan. Pedimos que se les aplique a ellos las mismas medidas que se aplicaron contra nosotros, que se suspendan sus periódicos, así como antes fueron declarados ilegales “Mundo Obrero” y “El Socialista” y nuestras organizaciones. No queremos venganza, pero sí justicia. Si se hace lo que pedimos -se lo aseguramos al Gobierno- no habrá guerra civil, porque los responsables de los atentados sois vosotros, los de la derecha, con vuestro dinero con vuestras organizaciones. Por tales actos vuestro puesto no debiera estar aquí; sino en la cárcel.

Detrás del Gobierno, en defensa, de la República, contra el complot de la reacción

Voy a terminar diciendo que más que nunca el Bloque Popular, las fuerzas obreras que lo integramos, haciéndonos cargo de cuanto se prepara y se realiza por los elementos de derecha, prestaremos nuestro apoyo al Gobierno, porque el Gobierno lo necesita y porque nosotros consideramos que el momento no puede ser más oportuno para aprovechar todas las fuerzas democráticas de España en la lucha que rechace definitivamente los intentos criminales y subversivos que preparáis. No tratéis de eludirlo. Lo preparáis, y su preparación la conocemos a ciencia cierta, y aquí estamos -repito- apoyando al Gobierno para contrarrestar vuestra obra. Haremos cuanto sea necesario para que la República no desaparezca de España. Queremos una República progresiva, donde haya bienestar y cultura para los obreros y para todas las fuerzas democráticas, en verdadero país democrático, y no consentiremos, de ninguna manera, que se pierda lo que ha costado mucha sangre y mucho trabajo conquistar. Por muchos discursos que se pronuncien en la Diputación Permanente y en el Parlamento, por muchos complots que se organicen en la calle, tengo la seguridad de que el noventa por ciento de los españoles arrollará cuanto intentéis hacer. Aquí estamos las fuerzas obreras, en primer término, para apoyar al Gobierno, y después para impedir que vuestros intentos de llevar España a la catástrofe sean logrados. (Aplausos.)