Indice del libro

 

José Díaz Ramos

Tres años de lucha

 


Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha, Editions de la Librairie du Globe, París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov. 2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.


 

 

A los voluntarios de Andalucía

Discurso pronunciado en el Cuartel de la Montaña de Madrid, el 2 de septiembre de 1936, en el acto de despedida de la columna de voluntarios de Andalucía.

 

Camaradas, amigos y paisanos:

Más que un mitin, yo quisiera que esto fuese una conversación entre hermanos que han luchado juntos en Sevilla, en Andalucía, nuestra Andalucía, en buena parte hoy en poder de los traidores.

Ellos creían que se apoderarían rápidamente de España. Contaban con la casi totalidad de los jefes del Ejército y con elementos y complicidades formidables. Pensaban que sería fácil instaurar un régimen de crueldad, ese régimen de matanzas que han instaurado en los pueblos en que ahora están. No contaban, camaradas, con el proletariado, con las fuerzas populares de España. Y les ha contestado, en gesto apretado y único, todo un pueblo dispuesto a empuñar el fusil y liquidar al fascismo.

Tengo una inmensa alegría al hablaros a vosotros, hermanos andaluces. Me recordáis mi infancia, mi juventud de lucha. Cuando antes os veía jugar, reír alegremente en este patio, pensaba que vuestra agilidad, que vuestra alegría es fácilmente transformable en un heroísmo inigualable tan pronto como tengáis todos los elementos guerreros para salir a los campos de batalla.

Yo sé que ni un momento dudaréis. ¡Recordad lo que está ocurriendo con vuestros padres, con vuestros hijos, con vuestros hermanos! Es cuestión de honor arrancarlos de las garras negras. Si alguno de vosotros vacila, sé que se alzarán ciento para decirle: “Compañero, no olvides lo que tenemos que salvar.”

Hace días, un compañero que venía de Sevilla me explicaba cómo habían entrado los regulares en su casa y habían injuriado gravemente a sus familiares, especialmente a una sobrina de veinte años. Allí tengo yo dos hermanos y cinco niños pequeños de mis hermanos. He podido deducir, aunque no me lo han dicho, que todos ellos se hallan en grave peligro.

Pues bien, compañeros: ¡no importa! ¡no importa! Tenemos que salvar a una gran familia, a nuestra gran familia del pueblo. En esta hora todos, todos somos hermanos. Que nadie llore cuando sepa la suerte de los suyos. Que sienta, por el contrario, coraje para vengarlos. No es que no sintamos dolor, dolor enorme, ante tanta barbarie. Es que la lucha está planteada así, y nosotros la aceptamos con todas sus consecuencias. Tener más que salvar esta situación, y la salvaremos.

Todos estamos en pie. Los milicianos han conquistado las armas y han conquistado su organización y su práctica militar. El proletariado de España es de muy dura madera.

Peleamos por la libertad, por que los obreros tengan buenos salarios, para dar la tierra a los campesinos, por la protección de las mujeres trabajadoras, por la educación de nuestros hijos, por la libertad y bienestar, por el triunfo de la República democrática contra el fascismo.

Todo lo conquistaremos porque el pueblo español ni quiere ni sabe retroceder. Los que de vosotros caigan, bien sé que en el último minuto sentirán el orgullo de haber dado la vida por la salvación de sus hermanos.

Nosotros, la dirección del Partido Comunista, estamos a vuestro lado. Camaradas responsables irán con vosotros, y se pondrán a la cabeza en los instantes de mayor peligro. Porque si así no lo hicieran no tendrían cabida en nuestro partido.

Nada más, compañeros. Pensad que esta lucha es por salvar a la República democrática, por salvar a España; por el pan, la paz y la libertad.