Indice del libro

 

José Díaz Ramos

Tres años de lucha

 


Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha, Editions de la Librairie du Globe, París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov. 2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.


 

La cena del miliciano

Artículo publicado en “Mundo Obrero” el 24 de diciembre de 1936

 

Desde nuestro Radio Sur de Madrid, fuente generosa de la iniciativa, hasta los más altos organismos de nuestro partido, todos hemos acogido con fervoroso entusiasmo la idea de obsequiar con una cena especial en esta noche a los heroicos defensores de la capital de España. Queremos que en la noche de hoy en las trincheras, en los parapetos, en las posiciones artilladas, nuestros soldados, cuantos defienden Madrid con un heroísmo sin par, sientan también la alegría, el abrazo fraternal de la retaguardia.

El pueblo íntegro de la España leal ha participado, igualmente emocionado en el homenaje. De todos los pueblos, de todas las ciudades libres de la barbarie fascista, han acudido centenares y miles de donantes a depositar su óbolo para la cena de nuestros combatientes. Los obreros, los campesinos, los pequeños comerciantes e industriales, los intelectuales, hombres y mujeres, cuantos siguen con ardoroso anhelo la lucha contra el fascismo, se han sumado al homenaje. Esta noche, los defensores de Madrid se sentirán una vez más alentados por el cariño de los pueblos, de las inmensas masas antifascistas de España. La cena de esta noche en los parapetos tendrá un emocionante valor simbólico. Ningún miliciano, ningún combatiente podrá sentirse lejos de su hogar y de las efusiones familiares. El presente de víveres que llegue hasta él será la expresión del cariño de los suyos, la remembranza afectuosa del hogar, la delicada expresión de la solidaridad de un pueblo con sus más abnegados defensores. Combatientes y pueblo, en los parapetos y en los hogares, se fundirán más aún en el propósito de lucha, de sostener la lucha, de no dominar el esfuerzo y apagar el heroísmo hasta que el fascismo quede completamente arrasado, hasta que hayamos destruido para siempre en las tierras de España la amenaza fascista, y el pueblo entero, los trabajadores de la retaguardia y los combatientes de los parapetos, sus mujeres y sus hijos, hayan conquistado y asegurado una vida feliz y un porvenir de paz, de trabajo y de libertad. La efusión del momento no debe hacemos perder de vista las necesidades de la lucha. La guerra es implacable. Desde hace cinco meses venimos dedicándole y sacrificándole todos nuestros sentimientos, todos nuestros esfuerzos y todas nuestras energías. Como siempre, queremos también permanecer en nuestro puesto. Que la cena no disminuya la vigilancia en nuestras líneas. El enemigo, rabioso por no haber podido romper en cuarenta días la resistencia en nuestras filas, puede intentar un golpe de audacia aprovechando la noche de Navidad. Cualquier coyuntura que se le ofreciera para obtener algún progreso sería inmediatamente aprovechada, aunque el hacerla, significara la más grosera e infame abjuración de sus pretendidas creencias religiosas.

El fascismo no cree en nada ni respeta nada. ¡Vigilancia, pues, camaradas! Ni una sola guardia, ni uno solo de nuestros centinelas debe apartar un instante los ojos de los puntos de observación. Todos los combatientes tienen que estar alerta, los aviadores, los artilleros, los infantes, cuantos han permanecido estos cuarenta días en la brecha gloriosa deben también estar apercibidos esta noche. Nuestras emociones y nuestros regocijos no deben mitigar la vigilancia ni debilitar nuestro brazo. No podemos tener confianza más que en nuestras armas y en los hombres que las manejan. Los heroicos combatientes de tierra, mar y aire deben corresponder a la Cena del Miliciano consolidando y conquistando nuevas posiciones.

¡Todos, camaradas, avisados para reprimir con mano dura e implacable cualquier felonía que intente el enemigo! ¡Vigilancia, camaradas, hoy más que nunca!