Indice del libro

 

José Díaz Ramos

Tres años de lucha

 


Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha, Editions de la Librairie du Globe, París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov. 2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.


 

 

Con toda la claridad posible

Carta a la redacción de “Mundo Obrero”. Publicada en “Frente Rojo” el 30 de marzo de 1938

 

Queridos camaradas:

En el número del 23 de marzo de “Mundo Obrero” aparece un artículo sobre el cual es necesario llamar vivamente vuestra atención y la de todo el partido. Empieza el artículo diciendo que “todo lo que pueda desorientara las masas debe ser aclarado con el mayor cuidado”. La justeza de esta afirmación nadie puede ponerla en duda, y por esto precisamente creo que es necesario os dirija ésta carta, ya que a continuación se encuentra en vuestro artículo la afirmación siguiente:

“...No se puede, como hace un periódico, decir que la única solución para nuestra guerra es que España no sea fascista ni comunista, porque Francia lo quiere así.”

No conozco el periódico contra el cual está dirigida vuestra polémica. Es posible que ese periódico esté escrito por gentes que, no quieren a nuestro Partido, ni comprenden bien los problemas de nuestra guerra. Pero la afirmación de que “la única solución para nuestra guerra es que España no sea fascista ni comunista”, es plenamente correcta y corresponde exactamente a la posición de nuestro partido.

Es necesario repetirlo una vez más, para que sobre ello no quede la menor duda. El pueblo de España combate, en esta guerra, por su independencia nacional y por la defensa de la República democrática. Combate para echar del suelo de nuestra patria a los bárbaros invasores alemanes e italianos, combate porque no quiere que España sea transformada en una colonia del fascismo, combate para que España no sea fascista. Combate por la libertad, en defensa del régimen democrático y republicano, que es el régimen legal de nuestro país y que permite los progresos sociales más amplios.

El Partido Comunista, que es, junto con el Socialista, el partido de la clase obrera de España, no tiene ni puede tener intereses u objetivos diferentes de los del pueblo entero. Nuestro Partido no ha pensado nunca que la solución de esta guerra pueda ser la instauración de un régimen comunista. Si las masas obreras, los campesinos y la pequeña burguesía urbana, nos siguen y nos quieren, es porque saben que nosotros somos los defensores más firmes de la independencia nacional, de la libertad y de la Constitución republicana. Esta defensa es la base, es el contenido mismo de toda nuestra política de unidad y de Frente Popular. Y sería muy grave, sería inadmisible, que en las filas de nuestro Partido pudiera producirse, no digo una vacilación, sino una simple falta de claridad sobre esta cuestión, precisamente en el momento actual, en que es necesario el máximo de unidad del pueblo para hacer frente a los ataques furibundos de los invasores extranjeros. En nuestro país, existen hoy condiciones objetivas que hacen imprescindible, en interés de todo el pueblo, la existencia y el fortalecimiento de un régimen democrático, no existen condiciones que permitan pensar en la instauración de un régimen comunista. Plantear la cuestión de la instauración de un régimen comunista significaría dividir al pueblo, porque un régimen comunista no podría ser aceptado por todos los españoles, ni mucho menos, y nuestro Partido nunca hará nada que pueda dividir al pueblo, sino que lucha con todas sus fuerzas, desde el principio de la guerra, para unirlo, para unir a todos los españoles en el combate por la libertad y la independencia nacional. Quiero decir más. Quiero decir que en el momento actual, cuando la tarea es movilizar hasta el último hombre en una resistencia suprema a la ofensiva del invasor, resistencia que es la condición para nuestras contraofensivas y para la victoria final; en este momento, si se pudiera pensar en una modificación de la táctica de nuestro Partido, esto debería ser, no con medidas que puedan restringir la base de la unidad del pueblo, sino con medidas que puedan hacerla más amplia. Esta unidad debe comprender importantes capas de la población, que en la zona facciosa están bajo el yugo y quizá bajo la influencia de la propaganda fascista; debe comprender todos los españoles que no quieren ser los esclavos de una bárbara dictadura extranjera.

Éste es el primer punto que era necesario esclarecer, porque de la manera como planteamos esta cuestión, todas las organizaciones del Partido deben sacar las consecuencias en lo que se refiere a su política de unidad, a las relaciones con los republicanos, socialistas y demás fuerzas populares antifascistas.

Pero hay, además, en vuestro artículo un punto que es preciso poner en claro, y es el que se refiere a las relaciones de los países democráticos de Europa y de América con el pueblo español y con nuestra lucha. Vosotros afirmáis que “el pueblo español vencerá con la oposición del capitalismo”. Se puede interpretar esta afirmación como una declaración de fe en la energía inagotable de nuestro pueblo; pero, políticamente, tampoco corresponde ni a la situación ni a la política de nuestro Partido y de la Internacional Comunista. En mi informe al pleno de noviembre del Comité Central, afirmábamos:

“Hay un terreno sobre el cual todos los Estados democráticos pueden unirse y actuar juntos. Es el terreno de la defensa de su propia existencia contra el agresor de todos: el fascismo; es el terreno de la defensa contra la guerra que nos amenaza a todos.”

Cuando hablábamos aquí de “todos los Estados democráticos”, no pensábamos solamente en la Unión Soviética, donde existe una democracia socialista, sino que pensábamos también en Francia, Inglaterra, Checoslovaquia, en los Estados Unidos, etc., que son países democráticos, pero capitalistas. Nosotros queremos que estos Estados nos ayuden; pensamos que defienden su propio interés al ayudamos; nos esforzamos en hacérselo comprender y solicitamos su ayuda. La posición que adoptáis en vuestro artículo es muy diferente y no es justa. El error consiste en olvidar el carácter internacional de nuestra lucha, que es una lucha contra el fascismo, es decir, contra la parte más reaccionaria del capitalismo, contra los provocadores de una nueva terrible guerra mundial, contra los enemigos de la paz, contra los enemigos de la libertad de los pueblos. Sabemos muy bien que los agresores fascistas encuentran en cada país grupos de burguesía que los apoyan, como hacen los conservadores ingleses y los derechistas en Francia; pero la agresión del fascismo se desarrolla de tal manera, que el interés nacional mismo, en un país como Francia, por ejemplo, debe convencer a todos los hombres que quieren la libertad y la independencia de su país de la necesidad de oponerse a esta agresión, y no existe hoy otra manera más eficaz de oponerse a ella que la de ayudar concretamente al pueblo de España. Todo francés honrado puede y debe comprender hoy que en España se lucha también por la independencia de Francia, y que quizá se decide la suerte de Francia en los campos de Aragón.

La manera en que vosotros planteáis el problema nos llevaría inevitablemente, una vez más, a restringir el frente de nuestra lucha, en el momento en que es preciso ampliarlo. La tarea de organizar la ayuda internacional a España en este instante trágico de su historia, incumbe principalmente a la clase obrera internacional y a sus organizaciones, pero las medidas que se puedan tomar para convencer de la necesidad de esta ayuda a otras fuerzas, no obreras, sino de la pequeña burguesía y de la burguesía democrática y liberal, no pueden tener más que nuestra aprobación.

¿Por qué se le ha ocurrido a “Mundo Obrero” adoptar una posición falsa sobre dos cuestiones de tanta importancia? Esto puede ser la consecuencia de una interpretación equivocada de la justa posición adoptada por nuestro partido en estas últimas semanas, movilizando todas sus fuerzas para denunciar y cortar de raíz todo intento de capitulación o compromiso, y para exigir una política de guerra enérgica, correspondiente a la gravedad de la situación. Esta lucha debe continuar y continuará. Pero esta posición de nuestro partido no significa ni puede significar de ninguna manera un cambio de nuestra actitud en lo que se refiere a la apreciación del carácter de nuestra revolución, a la apreciación de la situación internacional y a nuestra política dé unidad. Al contrario. Todo lo que nosotros pedimos es en interés del pueblo y de la guerra. Por esto, pueden y deben estar de acuerdo con nosotros todos los antifascistas; más aún, todos los españoles que quieren que esta guerra se termine con la victoria de nuestra patria y con la derrota de los invasores fascistas. La tarea del partido consiste, basándose en esta condición, en estrechar los lazos de unidad entre todos los sectores antifascistas. Hoy más que nunca, nada contra la unidad, todo para lograr la unidad del pueblo, la más amplia y firme que sea posible.

Por eso hay que evitar, queridos amigos de la Redacción de “Mundo Obrero”, plantear de manera falsa o confusa problemas que para todos nosotros deberían estar claros desde hace mucho tiempo.