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J. Dimitrov


La Revolución de Octubre y los Balcanes



Escrito: 1927
Primera Edición: "Internationale Presse-Korrespondenz" Núm 114, 18 de noviembre de 1927
Digitalización: Aritz
Fuente: J. Dimitrov, Obras Completas, Ed. del PCB, Sofía, 1953
Esta Edición: Marxists Internet Archive, año 2001




La repercusión de la Revolución de Octubre en los Balcanes fue extraordinaria. Cual un poderoso reflector rompió la espesa obscuridad de la guerra en los frentes balcánicos. Cual una estrella indicó a los pueblos balcánicos y a los millones de obreros y campesinos el camino a seguir para alcanzar la paz y la libertad. Su vecindad con la Rusia Soviética, el carácter agrario de los Balcanes y su estructura económica y social, muy parecida a la de Rusia, hicieron que las masas balcánicas sintieran como algo particularmente suyo la Revolución de Octubre y facilitaron con ello su completa comprensión. Fue desbordante el entusiasmo que provocó la victoria del proletariado ruso y la creación del primer Estado obrero y campesino soviético.

Tanto entre la población de los países balcánicos, como entre las masas de los soldados en los frentes balcánicos surgió un potente movimiento contra la guerra, en defensa de la paz inmediata, sin anexiones, ni contribuciones de guerra. Las consignas de la Revolución de Octubre ganaban a diario nuevas masas de obreros y campesinos en los frentes de combate, en las ciudades y aldeas. Una tras otra se producían manifestaciones de mujeres, mientras que los obreros que trabajaban en las empresas protestaban cada vez con mayor energía contra la prolongación de la guerra. En el frente de Drobudsha, la confraternización entre los soldados rusos, alemanes y búlgaros se convirtió en una manifestación constante, a pesar de las severas persecuciones ejercidas por parte del mando militar. En el frente de Salónica (frente balcánico central), entre los soldados búlgaros se originó un potente movimiento por el cese inmediato de la guerra, se desplegó una gran propaganda pro paz, fueron divulgadas octavillas de contenido revolucionario y se crearon comités y células clandestinas de soldados. A pesar de los arrestos en masa y hasta de fusilamientos de miles de soldados, el movimiento ganaba cada vez mayor terreno y encontró su suprema y elocuente expresión en las sublevaciones de soldados de 1918 en Dobro-pole y ante las mismas puertas de Sofía. Estas sublevaciones de soldados fueron precisamente uno de los factores que aceleraron el fin de la guerra en los frentes balcánicos.

La Revolución de Octubre infundó ánimo a las masas obreras y campesinas de los Balcanes en su lucha contra la monarquía, la burguesía y los causantes de la catastrófica y sangrienta guerra.

El movimiento obrero y campesino en los Balcanes adquirió un potente auge, nunca visto. Las poblaciones de las nacionalidades oprimidas (macedonios, dobrudshanos, tracios y albaneses), bajo la influencia de la Revolución de Octubre, emprendieron el justo camino de la lucha nacional-revolucionaria, que condujo a los múltiples pueblos oprimidos por la Rusia zarista a una total liberación nacional. Fue enorme la influencia del bolchevismo entre los obreros, campesinos, la pequeña burguesía y la población nacionalmente oprimida.

La agrupación de los obreros en organizaciones sindicales, clasistas, y los campesinos en partidos agrarios de izquierda se desarrollaba a grandes ritmos. El movimiento cooperativista obrero y campesino crecía en proporciones desconocidas antes de la guerra. Los partidos socialdemócratas revolucionarios de Bulgaria, Yugoeslavia, Rumania y Grecia se declararon en pro del bolchevismo, convirtiéndose en partidos comunistas y desarrollándose como partidos de masas. El Partido Comunista Búlgaro obtuvo una cuarta parte de todos los sufragios, conquistó los consejos municipales de casi todas las ciudades y de muchas aldeas. El Partido Comunista Yugoeslavo obtuvo en las elecciones 200.000 votos. Y todo esto fue conquistado bajo consignas revolucionarias, bolcheviques. Los Partidos Comunistas de Rumania y Grecia hicieron también grandes progresos. Huelgas y demostraciones en masa se desencadenaron en todos los Balcanes. Las masas obreras y campesinas se encontraban en amplia ofensiva contra el régimen monárquico burgúes.

Gracias a las hondas conmociones económicas, sociales y políticas, que originó la guerra, y bajo la poderosa influencia de la Revolución de Octubre, las posiciones de la monarquía y de la burguesía fueron seriamente debilitadas. En Bulgaria, el viejo rey Fernando tuvo que abdicar. El rey griego Constantino fue destronado. Las dinastías de Belgrado y Bucarest, a pesar de la "victoria" en la guerra, se sentían inseguras. La creciente ola huelguística internacional debilitó en sumo grado la influencia y la presión que ejercía el imperialismo en los Balcanes. En aquel momento, la burguesía balcánica y las monarquías no podían contar ya con el apoyo de sus anteriores sostenedores del exterior (la Rusia zarista y la vieja monarquía austro-húngara habían desaparecido y los mismos Estados imperialistas vencedores estaban amenazados por el peligro revolucionario).

La impotente y atemorizada burguesía balcánica hizo no pocas concesiones a las masas con el fin de salvar su dominación de clase. Casi en todas partes fue implantada la jornada de ocho horas. Prometióse solemnemente mejorar la legislación obrera. En Rumania y Yugoeslavia se inició la reforma agraria. Fue tan grande el entusiasmo entre las masas campesinas que, especialmente en Bulgaria, trajo como resultado el gobierno agrario que duró tres años.

Saltaba a la vista que existía una situación revolucionaria. Los Balcanes se hallaban en vísperas de la revolución obrero-campesina. Y ésta hubiera estallado infaliblemente y hubiera triunfado, si la socialdemocracia internacional no hubiese cometido su segunda traición (la primera la había hecho el 4 de agosto de 1914), si no hubiera obstaculizado la revolución en Alemania y Austria que adquirió un carácter plenamente proletario, si no hubiera abandonado el levantamiento obrero italiano y la ocupación de las fábricas, si no hubiera facilitado la caída de las Repúblicas Soviéticas de Baviera y Hungría. Una revolución victoriosa en aquella situación hubiera creado no sólo una Federación Soviética Balcánica, sino que hubiera facilitado también la revolución proletaria en Europa Central, hubiera asegurado en sumo grado la retaguardia de la Unión Soviética y estimulado la revolución en el Cercano Oriente.

Los socialdemócratas balcánicos, junto con sus hermanos de la Europa Central, se colocaron al lado de la burguesía, contra el movimiento revolucionario del proletariado, el campesinado y las nacionalidades de los Balcanes.

Debido a esta traición de la socialdemocracia, la burguesía internacional pudo reagrupar sus fuerzas, elevar la confianza en sí misma, mantener hasta cierto grado sus posiciones, encontrar el camino hacia la estabilización relativa del capitalismo y, finalmente, pasar al ataque sistemático contra el proletariado y campesinado revolucionarios.

Los derramamientos de sangre de Noske en Alemania, el triunfo de Horty en Hungría, la victoria del fascismo en Italia- tal es el comienzo del constante crecimiento de la reacción internacional y su paulatina propagación. La victoria de la contrarrevolución en Europa dio la posibilidad a que las fuerzas imperialistas de nuevo pusieran poderosamente sus garras sobre los Balcanes. La burguesía y las monarquías en esta zona, al precio de sacrificar la independencia económica y política de los países balcánicos, recibieron el potente apoyo del imperialismo inglés, francés e italiano e iniciaron una brutal y sangrienta ofensiva contra el movimiento revolucionario en los Balcanes. El sangriento sofocamiento de la huelga general en Rumania en 1920 fue el comienzo. Las leyes extraordinarias contra el movimiento revolucionario en Yugoeslavia en 1921 (la así denominada "obzana") representaban el segundo gran paso en este sentido. El golpe de Estado militar-fascista en Bulgaria de 1923 fue el tercer acto histórico de la reacción balcánica que, desde aquel momento hasta ahora, apoyada plenamente por el imperialismo extranjero, avanza furiosamente en los Balcanes. El derrocamiento del gobierno popular de Fan Noly en Albania, en 1924, por Ahmed Zog, con la ayuda directa de Italia y Yugoeslavia y el potente apoyo de Inglaterra, fue otro paso considerable de la reacción balcánica.

El Levantamiento de Septiembre de 1923 en Bulgaria contra la dictadura militar fascista y por un gobierno obrero y campesino fue la última tentativa heroica del proletariado durante dicho periodo de imponerse sobre la reacción, de conservar las posiciones proletarias conquistadas y de abrir el camino hacia la victoria de la revolución balcánica. El Levantamiento de Septiembre de los obreros y campesinos búlgaros estaba penetrado del espíritu bolchevique y fue llevado a cabo bajo la bandera de la Revolución de Octubre. A pesar de la derrota, el levantamiento para el proletariado búlgaro, así como para el proletariado de los Balcanes fue cual un punto luminoso en el camino de la lucha revolucionaria hacia la victoria definitiva.

Durante los años siguientes, en los países balcánicos reinó el más horrendo terror blanco y el fascismo siguió cometiendo desmanes. Las víctimas eran incontables. La burguesía logró disolver las organizaciones del proletariado y del campesinado, prohibió las actividades de los partidos comunistas de Bulgaria, Yugoeslavia y Rumania como organizaciones legales y los persiguió de la manera más brutal. Logró aniquilar o encarcelar a los cuadros proletarios más activos, anuló por completo los derechos políticos de las masas populares, llevó a cabo una ilimitada explotación del trabajo de los obreros y campesinos. La burguesía rechazó por cierto tiempo el movimiento revolucionario y eliminó al proletariado como gran factor político.

Pero la burguesía balcánica no podía aniquilar las ideas de la Revolución de Octubre, el espíritu del bolchevismo, no podía desarraigar el comunismo de las masas balcánicas, quitarles el cariño ilimitado por la Rusia Soviética.

Al contrario, el proceso de bolchevización del proletariado avanzaba cada vez más al precio de enormes sacrificios e indescriptibles sufrimientos. Las masas proletarias y una parte considerable del campesinado pobre permanecieron fieles al comunismo.

A pesar de todo, ningún grupo proletario había pasado a los socialdemócratas (esa agencia política de la burguesía y la contrarrevolución).

Los partidos comunistas de los Balcanes, terriblemente perseguidos, se repusieron de nuevo como organizaciones clandestinas (con excepción de Grecia donde el Partido está aún en la legalidad) y comienzan lenta pero seguramente a consolidarse y fortalecerse.

Los partidos comunistas de los Balcanes por medio de la lucha interna y de su bolchevización aprenden a extraer enseñanzas de sus propios errores y de las desviaciones socialdemócratas sobre la cuestión campesina y nacional, sobre la cuestión del papel hegemónico y diregente del proletariado, a corregir los errores, a deshacerse de las confusiones ideológicas y a elaborar los métodos justos para ganar ideológica y políticamente a las masas proletarias y campesinas y para organizarlas en gran escala.

Por el camino de su bolchevización los partidos comunistas apartaron de su seno a la intelectualidad liquidacionista pequeñoburguesa y los restos socialdemócratas (el grupo Sakarov-Manov en Bulgaria, el grupo Miloikovich en Yugoeslavia, Cristescu en Rumania y Puliopulos en Grecia). Una prueba del avance en la bolchevización de los partidos comunistas balcánicos, cuya importancia no se debe subestimar, la constituyó también el hecho de que todos ellos están al lado del Partido Comunista de la Unión Soviética, contra la oposición trotskista, contra la oposición menchevique y la actividad escisionista del grupo de Trostki-Zinoviev y que dicho grupo no tiene partidarios en los partidos balcánicos. Los partidos comunistas de los Balcanes están trabajando ahora más que nada por su consolidación y por fortalecer sus vínculos con las masas. El movimiento sindical clasista reagrupa sus fuerzas para poder surgir de nuevo como una organización de masas del proletariado, contra la ofensiva del capital.

El repliegue del proletariado y campesinado balcánicos, iniciado en 1923, ya ha cesado. El proletariado balcánico crea su alianza con el campesinado, lleva una activa lucha defensiva y se acerca de nuevo al momento de emprender la ofensiva contra la reacción burguesa-fascista en los Balcanes.

En los Balcanes se ha producido una estabilización relativa y temporal del capitalismo. Dicha estabilización, sin embargo, es más relativa y mucho más insegura que en el resto de Europa. Se apoya más bien sobre el imperialismo extranjero y la reacción mundial, que sobre las propias fuerzas internas del capitalismo balcánico. Las viejas contradicciones en los Balcanes no han sido superadas. Incluso más: surgieron otras.

Al mismo tiempo, la contradicciones de clase se van agudizando, las masas campesinas se orientan hacia la izquierda, la alianza entre los obreros y los campesinos se fortalece, el movimiento de liberación nacional crece cada vez más, el frente revolucionario general de los obreros, campesinos y naciones oprimidas en los Balcanes se está desplegando y se hace cada vez más resistente.

Mientras que la burguesía de los Balcanes, bajo la dirección de las fuerzas imperialistas (ante todo Inglaterra), trata de superar sus viejas y nuevas contradicciones y crear un bloque contrarrevolucionario balcánico, dirigido contra la Unión Soviética, las masas obreras y campesinas, bajo la dirección de los partidos comunistas y de la Federación Comunista Balcánica, están de manera resuelta e incondicional al lado de la Unión Soviética y consideran al primer Estado obrero como su verdadera Patria. Las clases dominantes de los Balcanes están subordinadas al mando de la Sociedad de las Naciones imperialistas, pero los pueblos balcánicos se declaran a favor de la Rusia Soviética, faro de la liberación mundial y enemigo mortal del imperialismo. Puede afirmarse con toda certeza de que una guerra contra la Rusia Soviética en los Balcanes se convertiría sin duda alguna en una guerra civil y se desencadenaría la revolución contra la propia burguesía y las monarquías, que las masas de soldados (obreros y campesinos movilizados) se pasarían con sus armas al lado del Ejército Rojo y sus fusiles serían dirigidos contra la burguesía balcánica y el imperialismo.

La Unión Soviética, como federación de todos los pueblos de la anterior Rusia zarista, es un brillante ejemplo para los pueblos balcánicos. En los Balcanes, al igual que en Rusia, sólo con la creación de una federación de los pueblos balcánicos liberados del capitalismo, puede ser solucionado el tan intrincado problema nacional, pueden ser eliminados los litigios territoriales, vencida la presión imperialista y asegurada una paz verdadera entre los pueblos balcánicos. Es por eso que el proletariado balcánico, en alianza con el campesinado y junto con las poblaciones nacionalmente oprimidas, lucha por una federación balcánica, por la unión de las repúblicas obreras y campesinas balcánicas. Y puesto que dicha federación balcánica es posible sólo eliminando el régimen burgués monárquico-fascista en los Balcanes mediante una decidida lucha contre el imperialismo, el único camino justo que queda para alcanzar este objetivo es el camino del bolchevismo, el camino de la Revolución de Octubre, el de la revolución obrera y campesina bajo la dirección del proletariado.



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