Pepita Gherra

 

Luchemos

 


Publicado: En La Voz de la Mujer Nº 2, 31 de enero de 1896, Buenos Aires.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, febrero 2020.
Fuente de la edición: Pepita Gherra, "Luchemos...", en La Voz de la Mujer Nº 2, 31 de enero de 1896; facsímil en nuestros archivos.
Transcripción y HTML: Por Juan Fajardo, para marxists.org, febrero 2020.


 

 

 

Sí, compañeros, ¡luchemos!, tal es la palabra que nuestros labios secos y contraídos pronuncian cada vez que con la mente medimos el camino que por andar nos falta. ¡Luchemos! ¡Luchemos! repetimos, cada vez que fatigadas, pero no abatidas, nos detenemos un instante para recobrar aliento y nuevos bríos.

Y ¡luchemos! tomamos a repetir a cada vez que un nuevo obstáculo se nos presenta, pretendiendo interrumpir nuestra marcha. Sí, ¡luchemos! repetimos con la serena convicción del que no duda del triunfo.

Hemos principiado a respirar algo de eso que se llama libertad cuando desechando torpes y viejas preocupaciones nos lanzamos a la lucha; lucha terrible y formidable como los son todas las de la libertad, contra la opresión, la de la víctima contra sus verdugos, la de la razón contra la fuerza, las de la civilización contra el obscurantismo (léase religión, pues ésta, el germen es de tal).

Tal vez esta lucha sea superior a nuestras fuerzas, pero ¿qué da? ¿qué nos importa eso? ¡nada! Si caemos será defendiéndonos y con la dulce seguridad del triunfo, pues otras ocuparán nuestros puestos y la de la venganza.

Mujeres de decisión y habituadas a la jamás interrumpida lucha contra el hambre, que negra, cruel y vengativa desde la cuna nos persigue con ensaña-miento feroz, ¿qué nos puede importar la cárcel? ¿qué las denigrantes palabras de nuestros enemigos? como de enemigos, el más imponderable desprecio, como de hombres ¡asco! nos inspiran.

¡Luchemos! sí, exclamamos con rencor fiero cuando oímos el grito monótono (a fuerza de oírlo) ¡pan! ¡mamá, pan!

¡Luchemos! exclamamos cuando vemos caer empapado en sangre y el cuerpo acribillado de heridas a uno de nuestros compañeros, ¡luchemos!, sí, ¡que hay un crimen más que vengar!

¡Luchemos! repetimos satisfechas cuando vemos rodar ensangrentado el cuerpo de uno de nuestros enemigos.

¿Qué nos importa morir, si en nuestros pechos vive la seguridad del triunfo? ¿qué importa caer?

¡Ah, burgueses, enemigos del bienestar del pueblo, construid cárceles, alzad guillotinas, fusilad y agarrotad!

¿Qué importa? ¿no saben que de lo más hondo de vuestros calabozos, de lo más alto de vuestras horcas, de lo ensangrentado de vuestras guillotinas, y de los negros y humeantes fusiles sale la fuerza que nos alienta?

Caeremos tal vez, pero el día de la formidable revancha veréis, si alguno de vosotros queda, bajar con raudo giro espesa nube de polvo que con imponderable gozo vendrá a empaparse en vuestra sangre.

¡Serán nuestros átomos los de vuestras víctimas!

Entretanto, anarquistas de ambos sexos: ¡Luchemos!

 

PEPITA GUERRA