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A. Gramsci


Enseñanzas



Escrito:1922
Primera Edición:En L'Ordine Nuovo, 5 de Mayo de 1922
Digitalización:Aritz
Esta Edición: Marxists Internet Archive, año 2000




Las conclusions que pueden sacarse del desarrollo de esta manifestación del 1º de mayo son reconfortantes.

La manifestación ha sido un éxito como intervención de masas, como extensión de solidaridad. Ha demostrado cómo el proletariado italiano a pesar de la reacción es rojo. Y ha sido también lograda como prueba del espíritu de combatividad que se despierta en las filas de los trabajadores.

Los fascistas se han preocupado de demostrar con su comportamiento y con sus mismas declaraciones que se trataba de una manifestación antifascista. Y tal ha sido el significado de la abstención en el trabajo y de la intervención en las demostraciones de amplísimas masas, de una punta a otra de Italia, y sin excluir las zonas más influenciadas por el fascismo. Si no se han realizado los cortejos se debe a la imposición del gobierno; si se hubiera realizado, hoy tendríamos un mayor número de obreros muertos, pero también un mayor número de fascistas muertos.

Pero junto a la reconfortante comprobación de la amplitud y grandiosidad de la manifestación y de la elevada moral de la masa, debemos destacar la de que la organización ha dejado en general mucho que desear.

No ha sucedido sin razones: la táctica de la unidad del frente adoptada en este 1º de Mayo por todos los organismos proletarios, experiencia de la Alianza del Trabajo Italiana, ha traído este beneficio y esta ventaja, que serán consideradas atentamente por los comunistas. Nos limitamos a señalar brevemente el asunto, en presencia del comunicado hecho por el Comité de la Alianza del Trabajo después del 1º de Mayo.

Con la táctica de la unidad del frente se han podido unir en los comicios del 1º de Mayo grandes multitudes obreras aunque estaba bien claro en la conciencia del último que intervenía que no se trataba de la acostumbrada y tradicional coreografía, sino de una jornada de lucha. Pero esta demostración de la aversión del proletariado a la reacción y al fascismo, del espíritu de clase que siempre anima a las grandes multitudes de trabajadores, no es bastante para poder contener al fascismo y la reacción. El fascismo no será sofocado por la unanimidad platónica: el revólver y los puños no se volverán impotentes arrojándolos sobre un colchón. El fascismo no tiene el número, pero tiene la organización, unitaria y centralizada, y esa es su fuerza, integrada en la centralización del poder oficial burgués.

La Alianza del Trabajo[1], que hoy ha permitido reagrupar masas imponentes, debe hacerse capaz de encuadrarlas con disciplina unitaria. Esta es la tarea de los comunistas: conseguir este resultado, hacia el que solamente se ha dado el primer paso. Cuando sea posible que las grandes reuniones puedan contar con el concurso proletario y al mismo tiempo con una racional preparación de nuestra fuerza, entonces el proletariado podrá dominar a su enemigo. En este 1º de Mayo se ha podido notar que los comicios y los movimientos preparados por las organizaciones aliadas adolecían de escasa preparación organizativa incluso al modesto resultado de su protección frente a los ataques adversarios, y esto dependía del hecho de que estaba claro quién había organizado los comicios y dispuesto el plan de su desarrollo en todos los aspectos. Los comités locales de la Alianza son de reciente formación y no tienen clara consistencia organizativa y suficiente poder.

No obstante, es ya una gran ventaja el haber podido tener reuniones comunes de masas, porque eso eleva la moral proletaria y permite a los comunistas llevar a todo el proletariado su palabra clara. Todo un ulterior desarrollo del interesante experimento italiano de la táctica del frente único conducirá a integrar con ventaja innegable la efectiva e íntima unidad de organización.

El argumento se presta a imprtantísimas consideraciones: queremos ahora solamente señalar que el terreno sindical sobre el que la Alianza se ha constituido, permita a los comunistas impulsar para que se haga cada vez más estrecha organizativamente, uniéndose también a la unidad sindical proletaria que siempre hemos alentado y que el programa del Partido Comunista sólo podrá y deberá llenar de contenido revolucionario.

Por ahora debemos reaccionar contra el carácter pigre e incierto que tiene hasta hoy la dirección de la Alianza del Trabajo. Los comunistas han formulado ya de manera precisa y concreta su propuesta para el desarrollo, la reanimación, el potenciamiento de la Alianza, que podróa, si el cambio no fuera enérgicamente impulsado hacia delante, degenerar en una burucrática y obstruyente diplomacia de jefes vacilantes y oportunistas. Que las propuestas comunistas son urgentes lo demuestra el comportamiento pasivo de la Alianza ante las gravísimas provocaciones que han sufrido el 1º de Mayo los obreros y, no obstante los llamamientos a la acción llegados de tantas partes, lo demuestra su insensibilidad a la presión que viene hoy del proletariado italiano dispuesto a proceder rápidamente por el camino de la contraofensiva. Y lo demuestra, elocuentísimo documento, el comunicado hecho por el Comité Nacional, que con sus frases anodinas y banales declina la sugestión que viene de la masa anhelante de lucha: comunicado al que no queremos añadir otro comentario, seguros de que, como la cuestión está irrevocablemente puesta ante las masas, no dejarán éstas de comentarlo y juzgarlo, para sacar de esta contrariedad nuevos motivos para proseguir en la áspera pero segura vía de su insurrección.

[1] La Alianza del Trabajo fue constituida el 20 de febrero de 1922 por los dirigentes de la Confederación General del Trabajo, la Unión Sindical Italiana, la Unión Italiana del Trabajo, el Sindicato Ferroviario y la Federación Nacional de los Trabajadores de los Puertos.



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