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Schafik Jorge Handal

Partido Comunista y guerra revolucionaria

 

 

VI.

LO MILITAR Y EL TRABAJO POLÍTICO URBANO

 

1. LA EXPERIENCIA DE LAS COLUMNAS COMO FORMA DE CONCENTRAR A LOS CUADROS MÁS CAPACES.

Eso motivó que en el 79 introdujésemos una serie de nuevas medidas orgánicas. Una, quizás la más importante de todas, que no era exclusivamente orgánica: la disolución de la Juventud Comunista y su integración al Partido, tema sobre el cual ya te hablé ampliamente. Otra medida adoptada fue la de eliminar una serie de comisiones y poner el énfasis en concentrar los cuadros más capaces de la dirección en cada frente de trabajo. Volvimos a la idea de las columnas surgidas durante la época del FUAR, esta vez aplicadas a la guerra. Siguiendo esa experiencia, empezamos a reagrupar las células del Partido de acuerdo a su frente de trabajo: la columna obrera, la columna comunal, agrupando a las células en los barrios, colonias, etc., columna rural, columna estudiantil, columna magisterial, etc.. Y desplazamos a los cuadros que estaban en las comisiones a la dirección de esas columnas. Es decir, a esos cuadros que eran los mejores, que hasta entonces teníamos concentrados en distintas comisiones, y que en ellas eran como generales sin ejército, porque las comisiones dentro del esquema orgánico del Partido son órganos auxiliares del Comité Central o de la Comisión Política, no tienen autoridad por sí mismos, no dirigen directamente. Por estas fallas en la estructura orgánica del Partido se llegó al absurdo de que los cuadros que dirigían directamente no eran los cuadros con mej ores cualidades.

En el Departamento de San Salvador —el más densamente poblado y el más desarrollado del país en todo sentido— había un comité departamental, pero la calidad de los cuadros no era la mejor ya que éstos estaban concentrados en las comisiones del Comité Central. Además les pedíamos demasiado: debían dirigir la lucha en la universidad, la de los sindicatos, de los maestros, de los profesionales, de la juventud, de todo. Era demasiado pedir. Resolvimos este problema agrupando las células en columnas y llevando a los cuadros de las comisiones a convertirse en las cabezas de las columnas y entre los miembros de cada cabeza de columna escogimos a los mejores, es decir, a los más capaces, dinámicos y experimentados y con ellos formamos un comité metropolitano, al cual se integró el jefe de las milicias, las milicias fueron un desarrollo de los GAR. Este comité tiene como tarea dirigir al Partido en San Salvador y una serie de municipios integrados a la ciudad capital económica y socialmente, muchos de ellos, incluso urbanísticamente. Este comité metropolitano sustituyó al comité departamental que desapareció.

Estas medidas buscaban simplificar las estructuras partidarias, acercar orgánicamente la dirección a la base, avanzar en la integración de la conducción política y militar, elevar el dinamismo, acelerar la ejecución del viraje.

La formación de estas columnas celulares y el comité metropolitano nos ayudaron, pero años después, en las condiciones de un mayor desarrollo del trabajo de inteligencia del enemigo y de su desarrollo en la represión selectiva, nosotros tuvimos que introducir nuevos cambios orgánicos, simplificando aún más, pero de esto no puedo hablar públicamente por obvias razones de seguridad.

—¿Qué comisiones había?

—La comisión de educación, sindical, de finanzas, de mujeres, de propaganda y así. ¡Una lista de comisiones!

—¿Esos fueron los cuadros que se fueron a dirigir las columnas...?

—Sí, aunque no desaparecieron todas las comisiones, sino que se reorganizaron, manteniéndose lo necesario. Fundimos varios tipos de comisiones en una sola. En el caso, por ejemplo, de la comisión de masas para conducir la lucha y la dirección en San Salvador, se creó un solo organismo de dirección en que se integraban las cabezas de todas esas columnas y así mejoró mucho la conducción.

—¿Eso fue antes del 81?

—Antes, en la segunda mitad del 79, cuando estaba en auge la lucha de masas en El Salvador...

—En cuanto a esta idea de que las células de un frente deben estar unidas en una sola estructura, la vida ha confirmado que fue correcta. Y seguimos manteniéndola y reforzándola. Antes no era así, había un comité departamental, un comité municipal allí donde el trabajo del Partido estuviera muy desarrollado y más hacia abajo estaban las células del Partido de distinto origen: sindical, estudiantil, comunal, dirigidas por el comité departamental.

—¿Y ahora?

—Ahora no. Hay, por ejemplo, una columna de células que trabajan en lo comunal, en el trabajo de barrio y todo eso, agrupadas bajo una dirección especializada; hay una columna obrera, que más bien no es obrera sino sindical, que se especializa en la conducción de las organizaciones sindicales; hay una columna estudiantil, una columna de profesionales.

En este momento, todas las células, a partir del viraje que el Partido realizó en el congreso, tienen la obligación de formar Grupos de Acción Revolucionaria (GAR), reclutando más allá de los militantes comunistas. Estos GAR son compartimentados. El ideal es que cada miembro de célula del Partido organice y dirija un GAR. La célula dirige, por lo tanto, no sólo políticamente, sino militarmente. Estos GAR reciben un adiestramiento militar inicial. Son, sobre todo en la ciudad, grupos de autodefensa de las organizaciones de masas.

 

2. ¿OLVIDO DEL EJÉRCITO POLÍTICO?

—Sabemos que a medida que avanza el proceso revolucionario más y más sectores de la población tienden a integrarse activamente a este proceso de una u otra forma ¿De qué manera se han organizado ustedes para hacer frente a esta situación? ¿No se ha puesto un excesivo acento en la creación del ejército de combatientes, olvidando el ejército político de la revolución?

—Yo creo que hay que distinguir varios momentos. En relación a la primera parte de tu pregunta: “a medida que avanza el proceso revolucionario más y más sectores de la población tienden a integrarse al proceso de una u otra forma”, esto en la experiencia nuestra no ha resultado exactamente así. Entre enero del 81 y la primera mitad del 83, el proceso revolucionario avanza en nuestro país, pero el flujo de incorporación de las masas al proceso revolucionario no avanzó de la misma manera, y esto tiene que ver con las condiciones concretas en que se desarrolló la lucha en el país...

—¿Te refieres al traslado de la lucha armada al campo?

—Sí, y sobre todo, a lo que estaba ocurriendo en las ciudades: a la represión masiva que allí se ejerció sobre el movimiento de masas. Ahora, los avances del FMLN, que fueron durante todo ese tiempo casi sólo en el terreno militar, estimula de tal manera a las masas que ya en la segunda mitad del 83, empieza un nuevo flujo de la lucha huelguística.

En realidad, el reflujo de 1981-1983, no estuvo determinado por una bonanza económica —la crisis económica no ha dejado de agravarse—, ni nada de eso, sino por la más salvaje y masiva represión sangrienta, que segó decenas de miles de vidas y que luego continuó con el asesinato selectivo y declarado, a través de sus escuadrones de la muerte. Además, la tendencia al reflujo del movimiento de masas en la ciudad se vio reforzada por la política de las organizaciones del FMLN. Estas decidieron trasladar la mayoría de sus cuadros al campo, para fortalecer la estructura militar y acelerar la construcción y el desarrollo del ejército revolucionario y, en numerosos casos, para salvarlos de una muerte segura en la ciudad.

En 1983 las masas urbanas empiezan a darse cuenta de que realmente no sólo no nos han derrotado, sino que estamos avanzando. Hay que recordar que en septiembre del 83 se inició una gran ofensiva militar exitosa del FMLN que extendió el teatro de operaciones a diversos zonas del país, logrando asestarle al enemigo derrotas estratégicas. Esto hizo nacer en las masas nuevas expectativas de victoria. En ese marco es que se reactiva el movimiento de masas.

Durante ese período de reflujo, debemos reconocer que, aunque no dejó nunca de estar presente en nosotros la preocupación, hubo una cierta desatención del trabajo por construir el ejército político de la revolución y una cierta absolutización de la lucha militar. Claro, eso tenía una base objetiva, no era solamente una invención subjetiva. Se acumularon una serie de factores que deprimieron el movimiento de masas en la ciudad. Eso fue real.

Sin embargo, para entender que pese a esto pudimos salir rápidamente al encuentro del nuevo flujo, hay que tener en cuenta que todas nuestras organizaciones, unas más, otras menos, habíamos surgido del movimiento de masas y habíamos desarrollado un movimiento de masas extraordinariamente grande en el país. Ninguna partió de una concepción foquista.

Cuando a finales del 83, empezó a resurgir el movimiento huelguístico, los cuadros que teníamos en la ciudad resultaron ser muy escasos. La Comandancia General del FMLN reunida en Chalatenango en junio del 84, asumió este problema.

Entonces, repito, a pesar de que había un fundamento objetivo, no de concepción, para ese desfase entre lo militar y lo político, también se creó un rezago subjetivo y pudo haber terminado en una falla de concepción. Afortunadamente nosotros veníamos de un gran movimiento de masas y nunca nos falló la confianza en las masas, por eso reaccionamos rápidamente.

¿Cómo se han organizado para hacer frente a la creciente incorporación de los nuevos sectores de la población a la lucha?

—Toda esta idea de la desconcentración está íntimamente ligada al trabajo de masas. El esfuerzo de trasladar cuadros a la ciudad, el esfuerzo por trabajar el cinturón de la periferia de la ciudad para desde allí conducir el movimiento, frustrando así las posibilidades de la represión para pararlo, todo eso está íntimamente relacionado con la respuesta a esta nueva situación. Y el desarrollo de la nueva etapa de la guerra de guerrillas también está relacionado con esto. Se trata de llevar el trabajo de masas no sólo a la capital, sino a todo el país, convirtiendo a las fuerzas militares populares en un ejército de alta calidad combativa y, al mismo tiempo, en ejército de organizadores y propagandistas. Esa es la idea.

Se trata de un viraje de nuevas elaboraciones estratégicas y tácticas, con las cuales nosotros hemos podido responder a esta nueva realidad.

 

3. LUCHA ARMADA Y APROVECHAMIENTO DE LOS ESPACIOS LEGALES.

—Ahora, relacionado con lo anterior, ¿es posible combinar la lucha armada con el aprovechamiento de los espacios políticos legales, o semilegales, que suelen abrirse en determinadas circunstancias? Hay quienes afirman que participar en actividades políticas implica un desplazamiento de cuadros que debilita los frentes de guerra, que en estos momentos constituyen el eje central de la revolución ¿es así?

—Primero, a la pregunta de si es posible combinar la lucha armada con el aprovechamiento de los espacios políticos legales, o semilegales que suelen abrirse, la respuesta es afirmativa. Ahora bien, esta respuesta tiene otro aspecto que no se incluye en la pregunta. No se trata sólo de los espacios que suelen abrirse, sino de que este mismo trabajo abre espacios. Para conducir bien este trabajo y hacerlo compatible con la lucha revolucionaria armada, la realización de las formas no armadas de lucha, debe basarse principalmente en la idea de abrir los espacios por el propio esfuerzo y no como resultado de una componenda con el enemigo.

Esto se expresa en la idea de lo que llamamos la defensa de la legalidad de las masas, de las masas que actúan no sólo en las ciudades, sino en las zonas donde el enemigo controla o adonde el enemigo llega con frecuencia. En estos lugares, las masas no pueden organizarse confrontando al enemigo, de alguna manera tienen que aparecer como inscribiéndose en la legalidad que el enemigo domina. Legalidad en este caso no quiere decir juridicidad, no quiere decir reconocimiento de tal o cual organización en algún registro legal. Esta es la esencia de este asunto y esto va abriendo espacios.

—¿Tú podrías poner un ejemplo?

—Un ejemplo de ello es toda esa lucha contra los bombardeos que realiza la población. Es una forma de lucha legal. Han logrado hacerse respetar en algunas zonas por el enemigo. Otro ejemplo es la lucha por la reapertura de las escuelas, de las unidades de salud, exigiendo al gobierno el nombramiento y pago de personal, el abastecimiento de medicinas, etc., aun en las zonas controladas por el FMLN. Es una lucha semilegal. Si el enemigo tratara de suprimir esto se auto-asfixiaría. No se debe olvidar que el enemigo también trata de ganarse a las masas como parte de su concepción contrainsurgente de “guerra de baja intensidad”, usando su método de “garrote y zanahoria”: reprime, asesina, pero también necesita atraer y ganar.

Si el enemigo en las épocas de mayor represión no ilegaliza formalmente a los sindicatos —excepto en un caso, el de la industria eléctrica—, es precisamente por la propia concepción de contrainsurgencia que aplica, aunque de hecho trata de impedir que funcionen los sindicatos que se mantienen fuera de su control, aplicándoles el terror, asesinando a sus dirigentes, apresando a sus cuadros. Cuando resurgió el movimiento huelguístico, resurgió a su vez la defensa de los cuadros y de las organizaciones.

Los trabajadores impusieron al gobierno incluso las huelgas en los ministerios y las instituciones estatales autónomas, que estaban prohibidas. Las huelgas en general estuvieron prohibidas formalmente en el país. Hubo decretos que congelaron los salarios, pero el movimiento huelguístico ha sido más fuerte justamente entre los trabaj adores del estado y ha ganado espacios.

En cuanto a la afirmación de que participar en actividades políticas implica un desplazamiento de cuadros que debilita los frentes de guerra, te digo que eso no es así. Se parte de un supuesto que es equivocado: que para desarrollar todas estas actividades hay que desplazar una gran cantidad de cuadros. Eso no es cierto. Se necesitan relativamente pocos cuadros en relación con lo que se hace, porque la formación de activistas y cuadros se realiza a partir del desarrollo del movimiento mismo. El fenómeno del nacimiento del movimiento revolucionario se repite todos los días. ¿Qué es el movimiento revolucionario en sus inicios, sino un pequeño grupo de compañeros? Sin embargo, se transforman en un gran movimiento a partir del momento en que se pone en marcha a las masas y las masas paren activistas, paren cuadros, etc. Los cuadros que van a hacer ese trabajo deben estar claros en eso y desarrollar una política de formación y de desarrollo de nuevos cuadros.

Lo que ocurre es a la inversa: poniendo en marcha a las masas surgen los activistas y los cuadros, no sólo para el movimiento político mismo, sino también para ensanchar el ejército revolucionario y la lucha armada.