Redactado: En Moscu, en julio de 1924.
Fuente del texto: Haya de la Torre, V. R., "La devocion por
Lenin", en Claridad [Órgano de la Federación Obrera Local y de la Juventud
Libre del Perú], Año 2, Núm. 7, págs. 5-6.
Edición: Marxists Internet Archive, octubre 2025.
(De un libro en preparación sobre Rusia)
Para “CLARIDAD’
Si aquel constante peregrinar de obreros y campesinos de toda Rusia hacia la tumba de Lenin, es significativamente revelador del hondo arraigo que tiene en las masas el recuerdo del líder bolchevique, no lo es menos la profunda emoción con que en los teatros ven los mítines, las multitudes electrizadas por la mención de su nombre se levantan para vitorearlo frenéticamente. Invita a reflexionar esta devoción casi fanática de todo un pueblo por la memoria del hombre a quien los imperativos de una revolución tan duramente combatida no le permitieron contemporizaciones ni piedad. Pero inquiriendo en los sectores no comunistas, en los burgueses arruinados, en los social reformistas tan duramente combatidos por Lenin, o en los anarquistas mismos, se escucha siempre la misma declaración mesurada y respetuosa: “fué un gran hombre”.
En las calles, en los escaparates de todas las tiendas. en el pecho de hombres y mujeres, el retrato de Lenin, es el mejor adorno. Los pintores y los escultores, sin exceptuar a los cubistas, - que en Rusia constituyen la vanguardia triunfadora del arte- obtienen con el retrato de Illitch sus mejores éxitos.
Bien sabido es que el Partido Comunista ruso ha sido y es aún una minoría. La concepción del Partido no tuvo nunca en cuenta la cantidad de adeptos. Exige una condición de calidad estricta y total. El comunista entrega su personalidad sin restricciones al Partido. Tiene, más que derechos, deberes. El concepto de la disciplina en el Partido comunista ruso no tiene un sentido formal. Es la disciplina consciente de la cooperación integral a un propósito común.
Cada hombre ocupa su puesto con idéntica resolución, porque sabe que si hay gerarquías, estas son las del mayor trabajo y las del mayor sacrificio. Un jefe, un líder, es en Rusia el que más contingente de sacrificios aporta al esfuerzo de la colectividad. Y esta estructura realmente original del Partido Comunista, de la que he de hablar con más extensión, ha llegado progresivamente a la comprensión de las masas. La muerte de Lenin ha servido para revelar rotundamente el valor de la gerarquía dentro del Partido Comunista: Lenin ha muerto por agotamiento. Son muy numerosos los testigos de su última aparición en público durante el IV Congreso mundial de la Internacional Comunista. Lenin pronunció uno de sus más grandes discursos sobre táctica. Polemizó con Bordiga el líder izquierdista italiano y dicen los que le oyeron que nunca fué más vibrante su dicción, más aguda su ironía, ni más profundo su pensamiento. Al bajar de la tribuna estaba envejecido. Salió solo de la sala y al descender las escaleras del Palacio del Congreso, le ayudó un obrero. Desde entonces, Lenin en la soledad de su pequeña habitación del Kremlin trabajaba luchando con la crisis de su definitiva consumación física. Lenin murió en su lecho pero en la lucha. Por eso su apoteosis, y por eso millares de obreros de toda Rusia pidieron a su muerte ingresar a las filas del Partido “para ocupar el puesto de Illitch”. Abierta la inscripción extraordinaria, 260 mil inscritos obligaron a no permitir mayor numero. Y es curioso saber que los de “la inscripción Lenin” como aquí se les llama, tienen el orgullo de ser los más resueltos en hacerse dignos de reemplazar al jefe muerto.
En un discurso de Zinoviev, pronunciado en la semana pasada, la declaración sobre la muerte de Lenin fué terminante. Copio estas palabras textuales: “A la muerte del maestro no ha habido entre nosotros un solo hombre que pueda recojer su labor: hemos tenido que repartírnosla y aun así estamos lejos de realizar entre todos lo que él solo puede hacer”.
Y esto lo sabe el pueblo. Cuando yo he dicho que aquí en occidente se cuentan leyendas infinitas sobre el “zar rojo” y sobre “la buena vida” de Lenin, he oido risas sonoras. Y ya aquella mujer, hija del ex secretario de la Embajada de Rusia en España durante el imperio, me dijo con sinceridad de anti-bolchevique resuelta: “A Ese no! Caminaba solo. Vivía pobremente. Trabajaba como nadie ha trabajado hasta hoy. Esta gente tiene razón: Ulianov fué un extraviado pero un sincero y un apóstol de su pueblo. ¡Si nosotros hubieramos tenido uno así!”
Solo después de algunas semanas de vida en Rusia se comprende porqué el nombre de Lenin provoca tan fuertes demostraciones públicas. Porqué su tumba está siempre rodeada de grupos de gente extática. y porqué los lideres que quedan, Trozky, Zinoviev, Kalinin, o Ricov despiertan a su paso clamores tan unánimes.
Moscú, julio de 1924.