Guillermo Lora

 

V. I. Lenin y el Gobierno Provisional

 


Redactado: La Paz, 5 de abril de 1949.
Publicado por vez primera: Se trata de apuntes de archivo de Guillermo Lora.  Apareció en "Lenin, 96 Aniversario", en http://www.masas.nu.
Fuente de la versión digital: Partido Obrero Revolucionario, Sección Boliviana del CERCI, http://www.masas.nu.
Esta edición: Marxists Internet Archive, febrero de 2011.  


 

 

Glosemos los primeros escritos de Lenin que siguieron a la revolución de febrero de 1917, para comprender por qué su actitud frente al gobierno provisional se mantuvo invariable: absoluta desconfianza y necesidad de organizar y armar al proletariado.

Tales escritos se conocen bajo el título genérico de "Cartas desde Lejos" -así aparecen en sus "Obras Completas"- que en número de cinco escribió su autor desde Suiza en el mes de marzo de 1917.

En Bolivia, el Partido Obrero Revolucionario llamó a la victoria de Abril de 1952, el febrero boliviano. El análisis autocrítico de que todo lo que ha sucedido después nos enseñará que hemos cometido muchos errores.

 

I. Las etapas de la revolución

En su primera carta -titulada "Primera etapa de la primera revolución"-, Lenin nos habla de las dos etapas de la revolución. No faltarán los que sostengan que constituye un antecedente que puede justificar la "teoría de la revolución etapas".

Lenin sostiene que la primera etapa -acabada en ocho días- comprende el derrocamiento de la monarquía zarista, "debido a una situación histórica original en extremo", que permitió se soldaran, "con unanimidad" notable; corrientes diferentes por múltiples razones, intereses clasistas heterogéneos en extremo, aspiraciones políticas y sociales totalmente opuestas. Citamos: la conjuración de los imperialistas anglosajones, que Lenin y el gobierno provisional empujaron a Miliukov, Guchkov y a sus seguidores a adueñarse del poder, todo para proseguir la guerra imperialista, para continuarla con más encarnizamiento y tenacidad... Esto de una parte. Y de otra, un poderoso movimiento proletario y de las masas del pueblo -los sectores pobres y vastos de la población de la ciudad y del campo-, su rasgo diferencial consiste en ser un movimiento de carácter revolucionario, por el pan, la paz y la verdadera libertad".

La segunda etapa de la revolución se hace presente como la lucha del proletariado contra los partidos burgueses y pequeñoburgueses interesados en servir al imperialismo. Se trata del paso de la primera a la segunda etapas: "La lucha de estas tres fuerzas determina la situación de este momento y es el paso de la primera a la segunda etapa de la revolución".

 

II. La burguesía y la revolución proletaria

Lenin enseñó acertadamente, desde el primer día de la revolución -y nosotros no debemos olvidar esta lección-, que el proletariado no puede apoyar a un gobierno ajeno a su clase.

Dijo: "Quién pretenda que los obreros deben apoyar al nuevo gobierno -al provisional- en nombre de la lucha contra la reacción del zarismo, traiciona a la causa del proletariado, a la causa de la paz y de la libertad."

En ese entonces, la única forma de luchar contra la monarquía y de defender la libertad y los intereses de los explotados, consistía en alentar la política independiente de clase del proletariado -fundamento de su política revolucionaria- y en armarlo. "Porque -escribe Lenin- la única garantía de la libertad y de la destrucción completa del zarismo es armar al proletariado, consolidar, extender, desarrollar el papel, la importancia y la fuerza del Soviet de Diputados Obreros" (es decir, de los órganos de poder).

La posición leninista partía del convencimiento de que la burguesía ya no podía jugar ningún papel revolucionaria en una transformación radical de la sociedad, llamada a cumplir las tareas democrático-burguesas: "Nuestra revolución es burguesa -decimos nosotros, los marxistas- y por eso los obreros deben abrir los ojos al pueblo para que vea la mentira de los politiqueros burgueses y enseñarles a no creer en las palabras, a confiar únicamente en sus propias fuerzas, en su propia organización, en su unión propia, en su propio armamento". Esta conclusión tiene total validez entre nosotros.

Lenin subraya que los aliados del proletariado en la revolución burguesa son los campesinos y no la burguesía, siendo esta última una postulación menchevique. Hay que advertir que los bolcheviques y también Trotsky, calificaban a la revolución rusa como "burguesa" por las tareas que debían cumplir, es decir, por las tareas democrático-burguesas; pero, al mismo tiempo, sostenían que sería proletaria por su dirección política.

 

III. La crítica al apoyo al gobierno provisional

El primero de marzo de 1917 -es decir, en la llamada "revolución de Febrero"- nació el llamado gobierno provisional, como resultado del acuerdo entre el Comité Provisional de la Duma del Estado y la dirección del Comité Ejecutivo de los Soviets, conformada por social-revolucionarios y mencheviques.

Los dirigentes bolcheviques que se encontraban en Petrogrado se apresuraron en apoyar a ese gobierno, por considerar que se trataba de un paso obligado dentro del proceso revolucionario. La posición adoptada por Stalin fue la misma. Lenin, en su segunda carta -"El nuevo gobierno y el proletariado"-, criticó ese acuerdo con dureza:

"El llamamiento del Soviet de Diputados Obreros -si el texto no ha sido falseado por los imperialistas franceses- es un documento notable, ilustrativo de que el proletariado de Petersburgo se encontraba... influido en gran manera por los políticos pequeñoburgueses.

"El llamamiento declara que todos los demócratas deben 'apoyar' al nuevo gobierno y que el Soviet de Diputados Obreros ruega a Kerensky que participe en el Gobierno Provisional y le faculta para ello.

"Puede decirse que el nombramiento de un Luis Blanc ruso, Kerensky, y el llamamiento invitando a apoyar al nuevo gobierno constituyen un ejemplo clásico de traición a la revolución y a la clase obrera, traición semejante a las que dieron al traste con muchas revoluciones durante el siglo XIX. "El proletariado no puede y no debe apoyar al gobierno de la guerra, al gobierno de la restauración. Lo que hace falta para combatir a la reacción, para rechazar las tentativas posibles y probables de los Romanov y de sus amigos con vista a la restauración de la monarquía y la constitución de un ejército contrarrevolucionario no es apoyar a Guchkov y compañía, sino organizar, engrandecer y consolidar las milicias proletarias, armar al pueblo bajo la dirección de los obreros".

 

IV. La participación de los obreros en el gobierno provisional

Se tiene que subrayar que la política leninista tenía como uno de sus ejes fundamentales el rechazo a toda participación de los obreros en el gobierno provisional:

Exigir la 'participación' de los obreros en el gobierno Guchkov-Miliukov es un absurdo principista y político. Participar en minoría, equivaldría a ser un simple peón; participar en 'condiciones de igualdad', resulta imposible, porque no se puede conciliar la exigencia de continuar la guerra con la de concertar un armisticio y entablar negociaciones de paz. 'Participar' siendo mayoría sería posible si se contase con la fuerza suficiente para derrocar al gobierno Guchkov-Miliukov. "En la práctica, exigir la 'participación' es caer en el peor de los luisblanquismos, es decir, olvidar la lucha de clases".

El resumen anterior puede servirnos de gran marco para la actuación en un proceso revolucionario.

La Paz, 5 de abril (1949)

(Se trata de apuntes de archivo).