OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

EL ARTISTA Y LA EPOCA

 

  

EL GRUPO SUPRARREALISTA Y «CLARTE»1

 

La insurrección suprarrealista entra en una fase que prueba que este movimiento no es un simple fenómeno literario, sino un complejo fenómeno espiritual. No una moda artística sino una protesta del espíritu. Los suprarrealistas pasan del campo artístico al campo político. Denuncian y condenan no sólo las transacciones del arte con el decadente pensamiento burgués. Denuncian y condenan, en bloque, la civilización capitalista.

El suprarrealismo, como bien se sabe, tiene su origen en el dadaísmo. Este origen puede hacer sonreír, burguesamente, a cuantos pretendan juzgar el dadaísmo por su mercadería o sus productos literarios, y no por su contenido espiritual ni por su sentido histórico. Pero el hecho de que del movimiento dadaísta procedan —unos por haber participado en él, otros por haberle acordado su simpatía y su adhesión— los más interesantes escritores y poetas jóvenes de Francia, basta sin duda para exigir aun de esta gente una actitud más respetuosa o, mejor dicho, más prudente respecto a Dadá. ¿Hará falta recordar los nombres de Aragón, Bretón, Eluard, Soupault, Cendrars, Drieu La Rochelle, Delteil y Morand Por lo menos a los tres últimos, perfectamente adquiridos ya por la burguesía, la crítica no les regatea un puesto de primer rango en su generación. Y desde que Jacques Riviére escribió en La Nouvelle Revue Francaise su Reconocimiento a Dadá, la misma gente de letras, atacada y contrastada por el dadaísmo, ha modificado mucho su concepto sobre este episodio.

Dadá no fue una escuela ni una doctrina. Fue únicamente una protesta, un gesto, un arranque. Su reacción contra el intelectualismo del arte contemporáneo, contenía los gérmenes de una nueva teoría estética. Pero Dadá no quería ni debía ser una tesis, un credo. Su clownismo,2 su humorismo fundamentales se lo impedían. Y por esto los mejores milites de Dadá fueron los que primero sintieron la necesidad de desertar de sus cuadros para intentar un experimento mayor. El dadaísmo subsistió como un club de snobismo y extravagancias literarias, acaudillado por Tzara y Picabia; pero murió como movimiento. Su fuerza y su impulso vitales se desplazaron con Bretón, Aragón, Eluard y Soupault, quienes no renegaron del dadaísmo, sino lo superaron cuando concibieron el programa de la "revolución suprarrealista".

Y el suprarrealismo es lo que no puede ser el dadaísmo: un movimiento y una doctrina. Por su antirracionalismo se emparenta con la filosofía y psicología contemporáneas. Por su espíritu y por su acción, se presenta como un nuevo romanticismo. Por su repudio revolucionario del pensamiento y la sociedad capitalistas, coincide históricamente con el comunismo, en el plano político. André Breton, uno de sus líderes, define así al suprarrealismo: «Automatismo psíquico puro, por el cual nos proponemos ex­presar sea verbalmente, sea por escrito, sea de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Dictado del pensamiento, en ausen­cia de todo control ejercitado por la razón, fue­ra de toda preocupación estética o moral».

Lógicamente, el grupo suprarrealista francés —el suprarrealismo, como tendencia artística, es un fenómeno mundial, que se manifiesta en mu­chos escritores y poetas no calificados como su­prarrealistas— no podía eludir la política. For­muladas sus declaraciones estéticas y filosóficas, le tocaba también formular una declaración po­lítica. Estaban forzados a responder a la pregun­ta que cada vez más angustiadamente se hace la Francia: ¿Reacción, Democracia o Revolución?

La "revolución suprarrealista" se ha pronun­ciado franca y categóricamente por la revolución social. Antes de llegar a esta actitud ha sufrido la defección de algunos de sus antiguos adheren­tes. Delteil, desde la publicación resonante de su Jeanne d'Arc, está en flirt3 con la fauna conservadora y tradicionalista. Drieu La Rochelle, abandonando el rumbo que voluntariamente to­mó en sus libros Plainte contre inconnu y Mesure de la France, se enrola también en las filas de la reacción. En una interview4 de Frederic Le­fébre, Drieu La Rochelle llama a Bretón, Ara­gón, Eluard y sus amigos, "prodigiosa troupe de jóvenes y de poetas" y "el grupo más viviente del mundo actual". De Aragón y Bretón, dice, particularmente, que «son los hombres que es­criben mejor en francés desde que Barrés ha muerto, también como Claudel y Valery, mejor que Gide». Pero los declara "fuera del siglo".

El grupo suprarrealista no ha .hecho, sin em­bargo, otra cosa que aceptar las últimas conse­cuencias, las máximas responsabilidades de su actitud y de su pensamiento, al fusionarse con el grupo Clarté. El acercamiento de Clarté y el suprarrealismo empezó cuando simultáneamente denunciaron y repudiaron la obra de Anatole France, en dos documentos espiritualmente afines. Más tarde, la protesta contra la guerra de Marruecos, fue un nuevo motivo de aproximación. Cuatro grupos, —cuatro revistas: Clarté, Correspondance, Philosophies y La Revolucion Surréaliste—, suscribieron entonces un manifiesto propugnando la revolución. «Somos —decía este manifiesto— la revuelta del espíritu: consideramos la revolución sangrienta como la venganza ineluctable del espíritu humillado por vuestras obras. No somos utopistas: esta revolución no la concebimos sino bajo su forma social». Los redactores de Clarté —Marcel Fourrier, Jean Bernier, Victor Crastre, etc.— discutieron y acordaron entonces con los redactores de La Révolution Surréaliste una fórmula de acción mancomunada.

De esta deliberación debía haber nacido ya una revista nueva: La Guerre Civile. Pero la fusión no ha sido aún posible. Clarté representa una posición a la cual sus redactores y sus partidarios no pueden todavía renunciar. Ambos grupos mantienen, pues, por el momento, sus respectivas revistas. Pero en Clarté —sin Barbusse— colaboran desde hace varios números todos los líderes suprarrealistas. Y así André Bretón, el autor de las admirables páginas de Le pas perdus,5 como Louis Aragón, el poeta que André Gide admira tanto, suscriben la concepción marxista de la revolución. ¿Acaso no se han dicho muchas veces herederos de Rimbaud, el gran poeta, que después de haberse batido por la Comuna, dejó para siempre la literatura?

 


NOTAS:

1 Publicado en Variedades: Lima, 24 de Julio de 1926. Véase el ensayo sobre El Grupo Clarté en La Escena Contemporánea. Clarté significa Claridad.

2 De clown. Ver la explicación que sobre el significado de este término hace José Carlos Mariátegui en su "Esquema de una explicación de Chaplin", incluido en El Alma Matinal y Otras Estaciones del Hombre de Hoy.

3 Amor superficial, coqueteo.

4 Entrevista.

5 El paso perdido. (Trad. lit.).