OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL II

  

LA CAMPAÑA ELECTORAL EN LOS ESTADOS UNIDOS*

 

En el actual instante de la historia mundial, la elección de presidente de la república norte-americana es un acontecimiento de un interés internacional como nunca lo ha sido, ni aún cuando, —pendiente de este pacto la entrada de Estados Unidos en la Sociedad de las Naciones—, tocó al electorado yanqui elegir al sucesor de Mr. Wilson. Era entonces demasiado evidente el descenso de Wilson para que se abrigase excesivas esperanzas respecto a la suerte del Partido De­mócrata en los escrutinios. La elección de 1924 halló a los Estados Unidos en un grado más de su crecimiento como imperio y potencia mun­dial. Pero en esta elección las fuerzas electoras se dividieron no en dos, sino en tres grandes co­rrientes, con ostensible beneficio para el partido de la gran burguesía. El Partido Demócrata con­currió a la elección con una candidatura de dé­bil ascendiente personal. Y la aparición de un tercer partido, con el senador La Follette a la ca­beza, no podía ir más allá de una imponente mo­vilización de fuerzas. 

Esta vez, el. electorado se concentra de nue­vo en dos grandes corrientes. La política elec­toral norteamericana recobra su antiguo ritmo bipartito. La candidatura demócrata dispone de considerable y excepcional influjo popular; y su programa se diferencia del programa republica­no con más vivacidad que en anteriores oportu­nidades. Otros factores singulares, además de la personalidad del candidato, juegan esta vez en la elección: la religión de Al Smith, cuya victoria significaría la ascensión de un católico por primera vez a la presidencia de los Estados Unidos; y su posición anti-prohibicionista que agita un ardoroso contraste de opiniones y aún de intereses. La actitud de los republicanos frente a los desiderata de los agricultores, a pesar de los esfuerzos del partido de Herbert Hoover por atenuar los efectos de su política económica en el electorado rural, aparece como otro agente de orientación eleccionaria que complica la situación. 

La candidatura del Partido Republicano es característica del actual sentido de su misión. La designación de Herbert Hoover es debida, en gran parte, a su condición específica de hombre de negocios. La burguesía yanqui colocó siempre en la presidencia de la república a un estadista o un magistrado, a una figura que no significase una ruptura de la más encumbrada tradición de Washington y Lincoln. A un tipo de capitalista puro, se prefirió siempre un tipo burocrático o intermediario. Para esta elección, el partido republicano ha buscado un jefe en el mundo de los negocios. En un artículo del "Magazin of Wall Street" enjuiciando las cualidades de los principales candidatos como hombres de negocios, se consigna la siguiente apreciación sobre Hoover, oportunamente remarcada por Bukharin en un discurso en la III Internacional: "No es exagerado decir que él (Hoover) se considera y es realmente dirigente del mundo de negocios americanos. No hubo nunca en ninguna parte una institución tan estrechamente ligada al mundo de los negocios como el departamento de Hoover. El respeta al gran capital y admira a los grandes capitalistas. Tiene la opinión de que una sola persona que hace una gran cosa es mejor que una docena de sabios soñadores que hablan de lo que no han intentado nunca hacer y que nunca sabrán hacer. Es incontestable que Hoover presidente, no se seme­jará a ninguno de sus predecesores. Será un business-president dinámico, en tanto que Coolidge era un business-president estático. Será el pri­mer business-president en oposición a los presi­dentes políticos que hemos tenido hasta ahora". 

Smith representa la 'tradición demócrata. Es el tipo de estadista, formado en la práctica de la administración, más magistrado que caudillo. Poco propenso a la filosofía política, se mantie­ne casi a igual distancia de Bryan que de Wilson. Su carácter, su figura, hablan al electorado de­mócrata mejor que su ideología. En su nomina­ción, el Partido Demócrata se ha mostrado más conservador que el Republicano, desde el pun­to de vista de la fidelidad a la tradición política norteamericana. Smith corresponde al tipo de presidente, configurado según el principio yan­qui de que cualquier ciudadano puede elevarse a la presidencia de la república, mucho más que Hoover. La elección de Hoover, del gran hombre de negocios, con cierta prescindencia de invete­rados miramientos democráticos —y demagógi­cos— sería, bajo este aspecto, un acto más atre­vido que la elección de Al Smith, antiprohibi­cionista y católico. 

¿Cuál de estos dos candidatos conviene más a los intereses del imperio norteamericano? He aquí la cuestión que el instinto histórico de su media y pequeña burguesía tiene que resolver, pronunciándose en su mayoría por Al Smith o por Herbert Hoover. 

El resultado de los escrutinios no depende automáticamente de las estrictas tuerzas electorales de cada partido. Un cálculo, basado rí­gidamente en los porcentajes de las últimas vo­taciones, resulta, como es natural, desfavorable para los demócratas. En la elección, pueden influir en mayor o menor grado los factores espe­ciales ya anotados, la personalidad del candida­to demócrata, popularísima en el Estado de New York, el sentimiento público sobre la debatida cuestión del prohibicionismo, la influencia de los intereses agrícolas, la repercusión del programa de Al Smith en las masas populares, etc. Según un sistema de cálculo electoral, que Bru­ce Bliven llama una diversión inocente, los ele­mentos que en esta oportunidad decidirán el vo­to de un elector son los siguientes: hábito (leal­tad, partidista), "prohibicionismo", religión, per­sonalidad del candidato. A estos factores se les asigna sobre una escala de 100, los siguientes puntos respectivamente: 60, 50, 55, 25. Según su prevalecimiento particular en cada estado, se predice el probable orientamiento de los estados cuyo resultado es dudoso. Pero más seguro es atenerse al estudio concreto de cada electo­rado. Y a este trabajo andan entregados en Es­tados Unidos los expertos. 

La chance de Smith se basa en sus proba­bilidades de una gran victoria en los estados del Sur. Estos Estados pueden dar 114 votos elec­torales. A estos votos se agregarán los de los Es­tados demócratas de Kentúcky, Tennessee y Oklahoma. La decisión del resultado global la darán los escrutinios de Massachusetts, Connec­ticut, Rhode Island, New York, New Jersey, Ma­ryland, Illinois, Missouri, Wisconsin y Montana. Después de un atento examen de los coeficientes electorales de estos Estados, Bruce Bliven opina que Smith puede vencer en Rhode Island, New York, Maryland; Missouri, Wisconsin y Montana, mientras Hoover cuenta con mayores elementos de triunfo en los otros Estados mencionados. Del éxito con que maniobren los demócratas pa­ra atraerse los millones de votos que le favore­cieron al senador La Follette, dependerá en gran parte la suerte de su candidato.

  


NOTA: 

* Publicado en Variedades, Lima, 29 de Setiembre de 1928.