OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL III

 

       

OCCIDENTE Y EL PROBLEMA DE LOS NEGROS*

 

La moda de los motivos negros en la literatura y la música corresponde, en el plano político, a un período de creciente interés del Occidente por las reivindicaciones de los negros. Pero, mientras el auge del folklore negro en la música y en la literatura, se nutre, en la sociedad burguesa, de un sentimiento de colonizadores amalgamado con la afición exotista de una cultura decadente, la atención que encuentra en los sectores revolucionarios y anti-imperialistas de Europa y América la cuestión de la raza negra obedece a una verdadera corriente internacionalista. Porque, como lo observa Stefan Zweig, no hay que confundir cosmopolitismo e internacionalismo. El cosmopolitismo no excluye mínimamente los odios de pueblos y razas. Es, simplemente, el rasgo de un orden imperialista que ha acercado las distancias y multiplicado las comunicaciones, sin acercar ni coordinar íntimamente a las naciones. Paul Morand es un literato cosmopolita. A nadie se le ocurriría clasificarlo como internacionalista. Nada, en el fondo, es tan parisién como su arte.

El Occidente blanco y capitalista perfecciona e intensifica la explotación tradicional de los negros. En la gran guerra, las potencias imperialistas de la Entente emplearon en gran escala el material humano que podían suministrarle sus colonias negras. Y hoy, desarrollada técnicamente a un grado inverosímil la explotación del trabajo, el consumo y la producción de los negros, nada más natural que la explotación de su arte. El negro continúa proveyendo de material a la civilización blanca. Disminuida, empobrecida, la fantasía artística de los europeos busca en los negros un rico filón para la industria literaria y artística.

El Segundo Congreso Anti-Imperialista Mun­dial en el que los pueblos negros estuvieron conspicuamente representados, ha consagrado gran parte de su tiempo al estudio del problema de esta raza. Las conclusiones votadas por este Congreso, constituyen, sin duda, el más avanzado y completo planteamiento político de la cuestión. Se sabe bien que los propios partidos socialis­tas de Europa, en la época de la Segunda Inter­nacional, no llegaron a incorporar seriamente en sus preocupaciones este problema. La Segunda Internacional no representó, prácticamente, sino un movimiento blanco. La solidarización del mo­vimiento socialista de Occidente empieza sólo con la historia da la Tercera Internacional, cu­ya mancomunidad con las reivindicaciones de los pueblos coloniales no es uno de los menores pretextos de la burguesía occidental para acu­sar a la U.R.S.S. de asiatismo y de barbarie.

Entre los votos del Congreso de Francfort que normarán las actividades de las secciones nacio­nales de la Liga Antiimperialista, se cuenta el que repudia la utopía del "retorno al Africa". Este movimiento es caracterizado por las con­clusiones respectivas del Congreso en los siguien­tes términos: "El Garveyismo es un movimiento nacional semejante al sionismo. Su tendencia es la de reunir a todos los negros en una sola nación que ocupe el continente negro, planteando esta reivindicación un prejuicio en el movimiento general de las masas negras. Arranca esta tendencia del sentimiento de comunidad que nace y renace sin cesar entre los negros, provocado por una parte por la opresión general que sufren los negros a través de todo el mundo, y por otra del propósito de las clases negras po­sesoras de utilizar este sentimiento a beneficio de sus fines económicos en su concurrencia co­mercial con los imperialismos".

 


NOTA:

* Publicado en Mundial, Lima. 6 de Diciembre de 1929, en la sección "Lo que el cable no dice".