OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL III

 

       

TARDIEU BATIDO*

 

Cuando un gabinete descansa en la estrecha mayoría de la combinación Tardieu-Briand, no es posible sorprenderse de que caiga de improviso, batido accidentalmente por un voto adverso del parlamento en una votación ordinaria. Se asignaba, prematuramente, a Tardieu la misión de inaugurar en Francia una política fuerte que significara, entre otras cosas, la liquidación del viejo parlamentarismo. Tardieu mismo declaró su confianza en la larga duración de su gobierno. Su programa reclamaba para su ejecución al menos cinco años.

Pero la composición de la cámara no autorizaba este optimismo. Tardieu, en realidad, no ha hecho con esta cámara sino una política poincarista. La Tercera República no ha salido todavía de una era que trascurre, gubernamentalmente, bajo el signo de Poincaré. El gabinete Tardieu estaba obligado a un difícil equilibrio, que no ha tardado en fallar al primer paso en falso del Ministro Cheron.

Sin duda, la repentina crisis no excluye la posibilidad de que Tardieu presida el nuevo gabinete. Pero es evidente, que no podrá asumir esta tarea sin compromisos que ensanchen la base parlamentaria del gobierno. La atenuación de la fisonomía fascista, derechista, de la fórmula Tardieu será la primera coalición de una tregua o un entendimiento con los radicales-socialistas. Tardieu no puede aspirar a más que a la sucesión de Poincaré, si quiere ganar la confianza de la pequeña burguesía francesa, rea­cia a la experimentación de cualquier mussoli­nismo altisonante y megalómano.

El hecho de que, apenas producida la crisis, reaparezca en la escena Poincaré, si no como or­ganizador del nuevo gobierno, como consejero principal y decisivo de la fórmula a que se ajus­tará, está adelantado el espíritu poincarista de la receta gubernamental y parlamentaria que se va a aplicar.

Tardieu representa, sobre todo, en el gobier­no, un método policial. Ha ascendido a la presi­dencia del Consejo por las gradas del Ministerio del Interior. Es el funcionario impávido que demanda en ese puesto la alarma de los Coty, la aprehensión de una burguesía exonerada de los principios de la gran Revolución, la algazara de todos los que especulan sobre el pánico de los rentistas y los tenderos, denunciando el peligro rojo y las maniobras de Moscú.

No es este método lo que ha desaproba­do, por pocos votos de mayoría, la Cámara de Diputados. Tardieu, como Ministro del Interior, como ejecutor de un plan policial, como jefe de una represión que no choque excesivamente a los gustos legales y jurídicos de una Francia poincarista y moderada, queda indemne. Si Tar­dieu reasume sus funciones en el nuevo minis­terio, aunque sea con el consenso y la colabora­ción de los radicales socialistas, continuará su obra policial. Sus amigos se han apresurado por esto a declarar que la Cámara ha censurado a Cheron, no a Tardieu.

Pero una cuestión hacendaria o financiera no es, políticamente, una cuestión de segundo or­den. El poincarismo se define, en su apogeo, co­mo la política de la estabilización del franco.

Poincaré es para la pequeña burguesía francesa el hombre que ha salvado el franco. La autori­dad de los hombres se asienta en los intereses económicos. Tardieu ha llegado al puesto de lí­der por haberse granjeado la confianza de la burguesía industrial, del capital financiero. Su orden policial, su maquinaria de represión no tiene otro objeto que asegurar el tranquilo de­senvolvimiento de un programa de racionaliza­ción capitalista. El proceso de la crisis ministe­rial promete ser interesante como ilustración de las fuerzas y los métodos realmente en conflic­to en el parlamento y en la política de Francia. La consulta al electorado puede aparecer indis­pensable antes de lo generalmente previsto.

 

 


 

NOTA:

 

* Publicado en Mundial, Lima, 22 de Febrero de 1930, en la sección "Lo que el cable no dice".