OBRAS COMPLETAS DE JOSÉ CARLOS MARIATEGUI

IDEOLOGÍA Y POLÍTICA

 

Capítulo VI

ENCUESTAS

 

RESPUESTA AL CUESTIONARIO

N° 4 DEL "S. de C. P."[1] 

-Mi respuesta a algunas de estas preguntas está en "7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana". Y trato las cuestiones netamente políticas en un libro, en el cual trabajo en la actualidad y que aparecerá, dentro de pocos meses, en las ediciones de "Historia Nueva” de Madrid. Creo que las encuestas de seminario no son realmente útiles sino cuando se propone investigaciones concretas precisas, de datos hechos. Los temas generales no pueden ser abordados eficazmente en unas pocas cuartillas, por grande que sea el poder de síntesis del estudio. Me voy a limitar, a algunas proposiciones esquemáticas, cuya ilustración encontrará el "Seminario de Cultura Peruana" en los estudios indicados.

-La supervivencia de la feudalidad no debe ser buscada, ciertamente, en la subsistencia de instituciones y formas políticas o Jurídicas del orden feudal. Formalmente el Perú es un estado republicano y demo-burgués. La feudalidad o semi-feudalidad supervive en la estructura de nuestra economía agraria. Y, por ser el Perú un país principalmente agrícola, las condiciones de su economía agraria, en las que aún es visible la herencia colonial, se reflejan de modo decisivo en su práctica e instituciones políticas. No ocurriría, por cierto, lo mismo, si la industria, el comercio, la urbe fueran más fuertes que la agricultura. El latifundismo no es la sola prueba de la feudalidad o semi-feudalidad agraria. En la Sierra, tenemos la prueba concluyente de su típica expresión económica la servidumbre. En las relaciones de la producción  y el trabajo, el salariado señala el tránsito al capitalismo. No hay régimen capitalista propiamente dicho allí donde no hay, en el trabajo, régimen de salario. La concentración capitalista crea también, con la absorción de la pequeña propiedad por las grandes empresas, su latifundismo. Pero en el latifundio capitalista, explotado conforme a un principio de productividad y no de rentabilidad, rige el salariado, hecho que lo diferencia fundamentalmente del latifundio feudal. El estudio y la clasificación de las formas, de las variaciones de servidumbre; he ahí, el tema de una encuesta posible y práctica. El valor de la hacienda de la sierra no depende de nada tanto como de su población, de sus fuerzas de trabajo propias. El latifundista dispone de las masas campesinas porque dispone de la tierra. El instrumento capital es ínfimo. El bracero que recibe un magro pedazo de tierra, con la obligación de trabajar en las tierras del señor, sin otra paga, no es otra cosa que un siervo. ¿Y no subsiste acaso la servidumbre en la cruda y característica forma del "pongazgo"? Ninguna ley autoriza, ciertamente, la servidumbre. Pero la servidumbre está ahí evidente, viva, casi intacta. Se ha abolido muchas veces los servicios gratuitos; pero los servicios gratuitos subsisten, porque no se ha abolido, económicamente, la feudalidad. El señor Luis Carranza, propugnaba una medida capitalista que, estrictamente aplicada, ha­bría arruinado el gamonalismo feudal: la fija­ción de un salario mínimo de un sol para las haciendas de la sierra. El latifundista no habría podido aceptar esta medida. Si el Estado se la hubiese impuesto, el latifundista se habría re­belado reivindicando su Derecho absoluto de propietario. Los indios sin tierras se habrían visto conminados por la amenaza del hambre, a ocupar por la fuerza los latifundios. Habríamos tenido nuestra revolución agraria. Todo esto en el plano de la hipótesis. Porque, en el de la historia, ¿cuál de los gobiernos que se han sucedido en este siglo de República, se habría sentido bastante fuerte para atacar tan resueltamente al gamonalismo?

En las haciendas de la costa, rige el salariado. Por la técnica de la producción y por el régimen de trabajo, nuestras haciendas de azúcar y algodón, son empresas capitalistas. Pero el hacendado no se siente menos absoluto en su dominio. Dentro de su feudo cobra arbitrios controla y regula el comercio, gobierna la vida colectiva. La población del latifundio carece de derechos civiles. No compone socialmente un pueblo, una comunidad, sino la peonada de la hacienda. La obediencia a las leyes y autoridades del Estado está subordinada totalmente a la voluntad del hacendado. Los trabajadores no tienen el derecho de organizarse como ciudadanos en comunas o municipios; menos aún tienen el derecho de organizarse como proletario en sindicatos de empresa o de valle. La autoridad estatal llega apenas al latifundio. El latifundista conserva el espíritu del "encomendero" Preservando a sus masas campesinas de toda contaminación de doctrinas y reivindicaciones proletarias, cuida a su modo de la salud de las almas; traficando con su abastecimiento por medio de tambos y contratistas, cuida a su modo de la salud de los cuerpos. El "yanaconazgo” y el "enganche" conservan también, en las haciendas de la costa, cierto carácter de rezagos feudales.

-Un formal capitalismo está ya establecido. Aunque no se ha logrado aún la liquidación de la feudalidad y nuestra incipiente y mediocre burguesía se muestra incapaz de realizarla, el Perú está en un período de crecimiento capitalista.

El Perú era, al emanciparse políticamente de España, un país de economía agraria feudal. Su minería, a la que debía su prestigio de riqueza fabulosa, se encontraba en crisis. Los españoles habían dedicado su mayor esfuerzo a la explotación de las minas; pero incapaces de organizarla técnica y financieramente en forma que asegurara su desarrollo, dejaron extinguirse los centros productores qué, por razones geográficas, cesaban de ser los más fácil y ventajosamente explotables. La enorme distancia que separaba al Perú de los mercados europeos, dificultaba la exportación de otros productos peruanos al viejo continente. Inglaterra, sin embargo, había tomado ya en el Perú sus primeras posiciones comerciales y financieras. En Londres había colocado la República sus primeros empréstitos. Los comienzos de la república trascurrieron en medio de la estrechez fiscal. La explotación de los yacimientos de guano y salitre del litoral sur, abrieron de pronto, a mediados del siglo, una era de abundancia, El Estado empezó a disponer de cuantiosos recursos. Pero no supo administrar su hacienda con prudencia: se sintió rico, comprometió su crédito, recurrió sin medida a dos empréstitos, vivió en el desorden y el derroche. La explotación del guano y del salitre enriquecía, en tanto, a un número de especuladores y contratistas, salidos en parte de la antigua casta colonial. Esta se transformaba, por la agregación de no pocos nuevos ricos, en burguesía capitalista. La guerra del Pacífico, en la que el Perú perdió los territorios del salitre, codiciados por Chile, sorprendió al país cuando, abrumada por el servicio de su deuda pública, que había intentado regularizar el contrato con Dreyffus entregando a una firma francesa la exportación de dichos preciados productos, la hacienda pública se encontraba en aguda crisis.

Con la guerra, la economía del Perú cayó en profunda postración. Los recursos fiscales quedaron reducidos al escaso rendimiento de las aduanas y de los impuestos al consumo. El servicio de la deuda pública, no podía ser atendido en lo absoluto; el crédito del Estado estaba anulado por las consecuencias de esta bancarrota. La deuda extranjera se encontraba en su mayor parte en poder de tenedores ingleses que entraron en negociaciones con el Gobierno, a fin de obtener un arreglo. Se llegó, después de estas negociaciones, al contrato Grace, que entregaba a una compañía constituida por los tenedores de la deuda peruana, la Peruvian Corporation, la explotación de los ferrocarriles del Estado y del guano de las islas. El fisco se comprometía así mismo a iniciar el servicio anual de la deuda en armadas que fueron fijadas en un arreglo posterior en 80.000 libras, esterlinas.

En este período, comenzó a adquirir importancia la producción de azúcar, en los valles cálidos de la costa, que desde antes de la guerra habíase mostrado susceptible de desenvolvimiento. El Perú tenía en Chile y Bolivia seguros mercados de su producción azucarera; y encontraba para el sobrante colocación ventajosa en Inglaterra.

La Peruvian Corporation, en cumplimiento de su contrato, concluyo las líneas del centro primero y del Sur después, favoreciendo la primera la explotación de las minas del departamento de Junín. La minería cobró de nuevo importancia. Se estableció en el Cerro de Pasco y Morococha, (los dos principales centros mineros del departamento de Junín) una compañía americana, la Cerro de Pasco Mining Company, convertida más tarde en Cerro de Pasco Copper Corporation. Con el establecimiento de esta compañía y el de la compañía petrolera, dependiente de la Standard, propietaria de los yacimientos de Negritos en el Norte, se inicia la penetración en gran escala del capitalismo yanqui, estrechamente vinculado en sus primeras etapas, a la actividad del capitalismo inglés, dominante en la economía del Perú, a través de la Peruvian Corporation y de las principales casas e exportación e importación.

En los primeros lustros del siglo actual, se clasifican como los principales productos de exportación del Perú: el azúcar, el algodón, (cuyo cultivo se extiende al estimulo de los buenos precios en las haciendas de la costa), el cobre y otros minerales, el petróleo, las lanas. El caucho tuvo su período de prosperidad a principios del siglo, antes de que los ingleses desarrollaran en sus colonias el cultivo de este árbol; pero, extraído de regiones boscosas difícilmente accesibles, el caucho peruano se vio pronto en la imposibilidad de competir con el caucho de las plantaciones coloniales inglesas. El petróleo, en cambio, siguió una línea ascendente, La International Petroleum Company, principal productora, filial de la Standard, tuvo un conflicto con el Estado, a consecuencia de la contribución pagada por los yacimientos de La Brea y Pariñas, irregularmente inscritos, desde remoto tiempo, con un número de "pertenencias” muy inferior al real. Esta empresa debía haber pagado al fisco una suma enormemente mayor a la que, gracias a esta irregularidad, satisfacía; pero, con la amenaza de suspender el trabajo y con la colaboración de gobernantes y legisladores, realizó una transación favorable sus intereses.

La guerra europea hizo pasar al capitalismo peruano de la moratoria y la emisión de billetes bancarios, recibida con alguna resistencia por el recuerdo poco grato del billete fiscal, la capitalización y las sobre-utilidades. Pero la burguesía nacional que, constituida a base una aristocracia inclinada al ocio y dominada por los prejuicios, ha carecido siempre de un verdadero espíritu capitalista, desperdició esta oportunidad de emplear inesperados recursos en asegurarse, frente a los prestamistas y habilitadores extranjeros, una situación más independiente, y frente a las eventuales depresiones de los precios de los productos de exportación, una posición más segura y estable. Se imaginó que las sobre-utilidades no se acabarían y que los precios del algodón y del azúcar se mantendrían indefinidamente altos. Las tierras de cultivo de la costa se cotizaban a altos precios; los hacendados extendían sin previsión sus cultivos; el lujo y el dispendio consumían una parte de las sobre-utilidades. Cuando los precios del algodón y el azúcar, después de la guerra, cayeron bruscamente, los hacendados de la costa se vieron en la imposibilidad de hacer frente a los créditos que habían contraído ensanchando incontroladamente sus cultivos y cuadruplicando sus gastos. Un gran número de ellos quedó desde entonces en manos de sus acreedores: las casas exportadoras que financian nuestra agricultura costeña y que le imprimen, regulando su producción según las necesidades de los mercados europeos y norteamericanos, una fisonomía característicamente colonial. Muchas haciendas de la costa han pasado a ser propiedad de las grandes firmas exportadoras: Grace, Duncan, Fox, etc.; no pocos latifundistas han quedado reducidos a la condición de administradores o fiduciario de éstas. En el valle de Chicama se ha producido un proceso de absorción de las negociaciones nacionales agrícolas -y aún del comercio de la ciudad de Trujillo-. por la poderosa empresa azucarera alemana, propietaria de las tierras y central de “Casa Grande". Esta empresa dispone de un puerto propio, Puerto Chicama, donde cargan y descargan los barcos destinados a sus importaciones y exportaciones.

La explotación de las minas de cobre y plata y otros minerales y de los yacimientos petrolíferos ha crecido enormemente. El petróleo se ha convertido en el principal producto de exporta­ción del Perú. Se anuncia el establecimiento en el departamento de Junín de una nueva gran em­presa norteamericana. La Cerro de Pasco Copper Corporation, propietaria de la central de La Oraya de las minas de Cerro de Pasco, Morococha y Goyllarisquisga, se encuentra en condición tan próspera por el alto precio del cobre, que ha acordado últimamente a sus obreros y emplea­dos un 1O,% de aumento de sus salarios y suel­dos, que durará mientras el cobre se mantenga en el mercado de New York en su actual coti­zación. Pero las utilidades del cobre y el petró­leo enriquecen a compañías extranjeras, no de­jándose en el país sino la parte correspondiente a los impuestos fiscales, En Talara, la Interna­tional Petroleum Company, dueña de puerto y barcos propios, importa de Norte-América lo ne­cesario para el consumo de la población que tra­baja en la región petrolera, sin exceptuar co­mestibles. Toda la vida económica de la región se encuentra en manos de la empresa y no im­pulsa, por tanto, el desenvolvimiento de las re­giones agrícolas vecinas.

La industria es todavía muy pequeña en el Perú. Sus posibilidades de desarrollo están limitadas por la situación, estructura y carácter de la economía nacional; pero las limita más aún la dependencia de la vida económica a los intereses del capitalismo extranjero. Las firmas importadoras son, en muchos casos, las propietarias o accionistas de las fábricas nacionales. Lógicamente, no les interesa sino la existencia de aquella industria que razones de arancel, ma­terias primas o mano de obra aconsejan; tien­den, en general, a conservar al Perú como, mer­cado consumidor de la manufactura extranjera y productor de materias brutas.

La política de empréstitos, permite al Esta­do atenuar los efectos de esta situación en la economía general. Los empréstitos se aplican a la ejecución de algunos trabajos público, que evitan un estado de sensible desocupación; al sostenimiento de una numerosa burocracia; al balanceamiento de presupuestos. Los contratos de obras públicas, enriquecen a una numerosa categoría de especuladores, que compensan a la burguesía nacional de la baja de los latifundistas algodoneros y azucareros. El eje de nuestro capitalismo comienza a ser, en virtud de este proceso, la burguesía mercantil. La aristocracia latifundista sufre un  visible desplazamiento.

La Peruvian Corporation obtuvo últimamente del gobierno un contrato que le entrega definitivamente los ferrocarriles que tenía en administración. El fisco ha quedado, en cambio, exonerado de las armadas de 80,000 esterlinas anuales que aún le falta cubrir, y ha recuperado el guano, (recibiendo además una pequeña indemnización por la diferencia); pero ha cedido la propiedad de los ferrocarriles apreciada en 18.000.000 de libras. Esta ha: sido una concesión importante al capitalismo inglés, en una época de crecientes relaciones y compromisos con el capitalismo norteamericano.

-En la medida en que es capitalista, la economía de la costa crea las condiciones de la producción socialista. Los latifundios azucareros y algodoneros no podrían ser parcelados para dar paso a la pequeña propiedad -solución liberal y capitalista del problema agrario- sin perjuicio de su rendimiento y de su mecanismo de empresas orgánicas, basadas en la industrialización de la agricultura. La gestión colectiva o estatal de esas empresas es, en cambio, perfectamente posible. No se objetará que se trata de una agricultura que prospera vigorosamente bajo la iniciativa y la administración privadas. Ha debido su efímera prosperidad a las vacas gordas de la guerra. La industria azucarera se confiesa casi en quiebra. No cree poder afrontar su crisis sin los subsidios del Estado. Hoy mismo, con caracteres de actualidad urgente y concreta se plantea, así, la cuestión de la nacionalización o socialización de esta rama de la agricultura. Los azucareros peruanos han fracasado lamentablemente en la gestión privada de la industria azucarera peruana. Las más grandes compañías azucareras no son ya nacionales.

-Estos problemas no se resuelven, en la teoría sino en la práctica. ¿Qué posible etapa liberal prevé la pregunta? Si como etapa liberal se entiende la etapa capitalista, estamos asistiendo ya a su desarrollo. No espera el acuerdo de los investigadores. Política capitalista es la política de irrigación, hasta por su conflicto con los intereses de los grandes terratenientes azucareros y civilistas. Sutton representa el avance capitalista, con su demagogia y sus arrestos. Es probable que en la historia del Perú, su significación llegue a ser análoga a la de Meigs. Si como política liberal se entiende una que asegurase la legalidad en las relaciones entre el capital y el trabajo y la autoridad del Estado en la campiña hoy feudalizada, garantizando a las masas trabajadoras sus derechos de asociación y cultura, es evidente que esa política conduciría, por vías normales, a la formación de un proletariado con orientación clasista. La formación de este proletariado; se producirá aún sin un capitalismo que importe, administrativa y políticamente, liberalismo. El proletariado urbano e industrial, el de los transportes, etc., no puede dejar de darse cuenta de sus deberes de solidaridad con el campesinado de las haciendas. La propaganda clasista penetrará en las haciendas, a pesar de todas las murallas, como ha penetrado hasta ahora. Más fácilmente de como ha penetrado hasta ahora, desde que el tráfico automovilista abre una vía al contacto entre la hacienda y la ciudad. ¿Y acaso el proletariado de las haciendas no ha luchado muchas veces por sus reivindicaciones económicas? Basta recordar las huelgas de Chicama, que se cuentan entre las más importantes manifestaciones de la lucha clasista en el Perú, para convencerse de que el proletariado campesino, si no organi­zación y orientación clasista, tiene antecedentes de combate.

-Las preguntas 5 y 6 están contestadas o des­cartadas por la anterior respuesta.

-El advenimiento político del socialismo no presupone el cumplimiento perfecto y exacto de la etapa económica liberal, según un itine­rario universal. Ya he dicho en otra parte que es muy posible que el destino del socialismo en el Perú sea en parte el de realizar, según el ritmo histórico a que se acompase, ciertas ta­reas teóricamente capitalistas.

JOSE CARLOS MARIATEGUI

 

NOTA.-La respuesta sobre la sierra, montaña y orien­tación política, de la encuesta se publicará en el número siguiente. - "S. de C. P.”

 

CUESTIONARIO Nº 4

 

COSTA:

I.-Cuáles son las manifestaciones de la supervivencia de la feudalidad?

II.-Históricamente, no es posible el establecimiento de un formal capitalismo?

III.-Permite la economía de la costa el establecimien­to de formas económicas socialistas?

IV.-No permitiendo la estructura económica de la costa la formación de un proletariado con orientación clasista, no es posible el resurgimiento de una etapa económica liberal?

V.-Sobre qué bases y con qué elementos sociales debe­ría implantarse el régimen capitalista?

VI.-Qué características distinguirían el movimiento ca­pitalista?

VII.-Cumplidas, históricamente, la etapa económica liberal, no adviene fatalmente el socialismo?

 

SIERRA:

I.-Cuáles son las manifestaciones de la supervivencia de la feudalidad?

II.-Qué factores pueden contribuir, o están contribuyendo, a la destrucción de la feudalidad?

III.-Advierte Ud. algunas manifestaciones precapitalistas?

IV.-Ha desaparecido históricamente la posibilidad de una etapa capitalista?

V.-En caso negativo, cuál será el porvenir económico-social de la "Comunidad Indígena"?

VI.-Pueden coexistir los regímenes económicos feudal ("hacienda etc.) comunario (Comunidades Indígenas) y liberal (iniciación de la democratización de las tierras: "pequeña propiedad indígena")?

VII.-Aplicación a la sierra peruana de has pregunto Nos. III, V, VI y VII del, cuestionario relativo a la costa.

 

REGION DE LOS BOSQUES: 

I.-Cuál es la contribución de esta región en la economía el Perú?

II.-Cuál es el porvenir económico de la región de los bosques?

 

ORIENTACIONES GENERALES 

I.-Cumplida la misión de la clase feudal, no debe la clase media asumir la dirección y manejo de los medios de producción del Perú?

II.-Cumplida la misión de la "clase media" y de acuerdo con la lógica de la historia, no asumirá el proletariado la dirección de los medios de producción del Perú?

III-Debe marchar el Perú hacia el liberalismo o hacia el socialismo?


NOTA:

1 Estas respuestas de José Carlos Mariátegui al Cuestionario Nº 4 del Seminario de Cultura Peruana aparecieron en el Nº 29 de la Revista "LA SIERRA" que dirigiera entre los años 1927 a 1930, con un total de 34 números, el señor J. Guillermo Guevara. Al final de las, respuestas, antes del texto del cuestionario, como observará el lector, se ha puesto una nota, firmada por el S. de C. P. en la que se da cuenta que las respuestas. "sobre la sierra, montaña y orientación política de la encuesta se publicará en el número siguiente". Hemos revisado cuidadosamente los números 30 al 34, que es el último que llegó publicarse, de esta Revista y no hemos hallado las anunciadas respuestas a estos temas. Esto nos hace pensar en dos posibilidades: La primera, que J.C.M. envió las respuestas completas, abarcando todo el cuestionario y que la Dirección del Seminario de Cultura Peruana o de "La Sierra" decidió publicarla en dos partes, sin lograr cumplir este propósito. La segunda, que J.C.M. contestó la primera parte del cuestionario, ofreciendo enviar para su publicación en números posteriores, las siguientes respuestas de la encuesta. En este segundo caso no encontramos congruente la redacción de la nota. En el primero habría que lamentar la irreparable pérdida de este original. (Nota de los Editores).