OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

JOSE CARLOS MARIATEGUI

 

VIII

"LABOR"

VIGILADO por la policía, amenazado por la enfermedad Mariátegui no desmaya. Seguirá ha­ciendo su obra y, a la par que Amauta, publicará una revista dedicada únicamente a la defensa y a los intereses del proletariado —¿no es él un trabajador que, desde niño, conoce la ruda tarea del taller y lucha por ganarse su pan?—, al mo­vimiento obrero y a las organizaciones gremia­les. Amauta es el mensuario con acento artístico y literario, además de su orientación doctrinaria; Labor —que así se llamará la nueva publicación dirigida por Mariátegui— será el periódico del proletariado peruano. En Noviembre de 1928 sale el primer número de Labor.

Mariátegui no es el intelectual que adopta la postura novedosa de incorporarse a las filas del proletariado. Es hondamente sincero y el dolor y la tragedia del trabajador son suyos. Labor lle­gará al pueblo, para quien es escrito y tiene una fuerte repercusión en el elemento obrero. En el escritor que es José Carlos Mariátegui, en el pen­sador que en los Siete Ensayos ha penetrado en lo más profundo y viviente de la realidad perua­na, los trabajadores ven al amigo más leal, al ca­marada más fraternal, al guía y maestro más seguro y firme. Y el proletariado de Morococha le dirige con fecha 14 de Enero de 1929, una carta de reconocimiento y de adhesión por la defensa emprendida en Labor a favor suyo. Este docu­mento testimonia —más que cualquier otro co­mentario— el fervor de Mariátegui, la pureza de su doctrina y la fuerza con que había llegado su mensaje a las filas del proletariado.

Mas la zozobra y el temor del régimen leguiís­ta seguían intensificándose. Consideraba este ré­gimen verdaderamente peligroso al quincenario Labor. Amauta, mensuario de arte, literatura, po­lémica y doctrina, se salvaba de la interdicción gubernativa, porque se ocupaba de aquella divi­na cosa inútil, que se llama el arte. Con Labor, grito de combate, voz de alerta y de defensa, las medidas habían de ser más radicales. Se le clausura, se prohíbe a su director publicar el quincenario dedicado al elemento obrero. La prohibición será acompañada de una visita policíaca a la casa del escritor. Los agentes registran los papeles y la correspondencia de Mariátegui. Nadie puede entrar a la casa de la calle Wáshington, sin que se le aprese. Se pierden autógrafos valiosos, documentos personales —la rapacidad de los agentes de policía es ilimitada— y la casa es invadida por la turba, sin consideración por la mujer y los pequeños hijos del escritor.

Mariátegui dirige al entonces Ministro de Gobierno, doctor Benjamín Huamán de los Heros, una nota de protesta por la interdicción de Labor. Pero los ministros no acostumbran contestar las notas de los escritores poco gratos al gobierno. Los términos empleados por "Mariátegui en su nota, cuán extraños debieron parecer al funcionario encargado de la cartera de Gobierno.

"Doctrina, ideología, gamonalismo, latifundista": ¿qué significaban todos éstos vocablos para el funcionario de un gobierno, que sólo gustaba de los epítetos laudatorios prodigados por unos periodistas sin moral?

Mariátegui también se dirigió al Presidente de la Asociación de Periodistas, protestando de la violación de la libertad de prensa y de pensamiento. Mas ¿qué podía hacer el "compañero Presidente", cuando los intereses de los capitalistas exigían la supresión de un periódico que defendía al proletariado del Perú?

Mientras tanto en Morococha los trabajadores de los centros mineros habían logrado constituir la "Federación de Obreros y Empleados de Morococha" e imponer a la Empresa un pliego de reclamaciones para mejorar sus condiciones de vida.

Labor había llegado hasta su décimo número. Sobre Amauta comenzaba, otra vez a extenderse la sombra de la persecución. Mariátegui, entonces, al comprender que se acercaba la supresión de aquella revista —una de las obras más queridas de su espíritu— piensa en irse con los suyos a Buenos Aires. Amauta, conocida y admirada en toda América, Amauta que llegaba a París, Moscú y Roma, saldría de Buenos Aires. En Buenos Aires trabajaría Mariátegui por la causa socialista. La gran ciudad cosmopolita se ofrecía —como un corazón— al escritor perseguido, amenazado e incomprendido en su país natal.