OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

PERUANICEMOS AL PERÚ

 

EL PROBLEMA DE LA ESTADISTICA*


I
 

Cuando se estudia cualesquiera de los problemas nacionales, se tropieza invariablemente con un obstáculo que tiene a su vez la categoría de un problema: la falta de estadística. En el Perú no sabemos, por ejemplo, cuántos somos. Es decir no sabemos lo más elemental para el conocimiento del propio país. A los que nos piden la cifra de la población actual del Perú tenemos que responderles con el censo del 76 ó con el cálculo de la Sociedad Geográfica del 96. La última cifra de que disponemos, además de ser sólo aproximada, tiene fecha de hace treinta años.

Esta cifra, por no constituir el resultado de un censo oficial, no es aceptada por nadie sin beneficio de inventario. Estudios de geografía del Perú aparecidos en los últimos veinte años fijan una cifra menor. Lo que no quiere decir que, a juicio de sus autores, la población del Perú ha decrecido sino que el cálculo de la Sociedad Geográfica les parece demasiado inseguro.

Un nuevo censo general está decretado desde hace algún tiempo. Estas líneas no se proponen absolutamente solicitarlo. Descuentan su realización dentro de un breve plazo. El tópico que enfocan no es el del censo sino, en general, el de la estadística.

El día, sin duda próximo, en que, después de una complicada movilización de hombres y de dinero, tengamos censo, no tendremos todavía estadística. En los países, donde existe estadística, no hay necesidad de empadronar a los habitantes para saber cuántos son. En el Perú, aún después de empadronarlos, no lo sabremos exactamente. Porque quedarán siempre fuera de todo padrón las tribus nómadas de la montaña, respecto a cuyo número los geógrafos no podrán, por mucho tiempo, informarnos verídicamente. 

II 

¿Hace falta remarcar, que un país que no conoce su demografía, tampoco conoce su economía? No se puede saber lo que un país produce, consume y ahorra si se ignora esta cosa fundamental: la población. Todos los estudios, todas las previsiones sobre países como Alemania, Francia, Italia, etc., antes de formular cualquiera teoría, antes de propugnar cualquiera orientación averigua el movimiento demográfico, su ritmo y su proceso.

En un país donde no se puede contar a los hombres, menos aún se puede contar la producción. Se desconoce el primero de sus factores: el factor humanó, el factor trabajo.

Desde hace algunos años tenemos en el Perú una Dirección General de Estadística que, claro está, funciona últimamente. Mer­ced a la labor de este departamento se pu­blica anualmente un "Extracto Estadístico del Perú". Pero para esta obra no se dispo­ne, materialmente, sino de los pocos datos que puede suministrarle el mecanismo de nuestra organización. A la Dirección de Es­tadística no es posible pedirle milagros. Se mueve dentro de un ámbito limitado. Y, so­bre todo, su objeto no es crear la estadísti­ca sino compilarla u ordenarla.

El "Extracto Estadístico" no nos dice en 1925, sobre la población del Perú, más de lo que nos dijo en 18% la Sociedad Geográfica. Es un conjunto de datos en su mayor, parte fragmentarios. Sus lagunas son inverosímiles.

Falta estadística del trabajo y de la producción industriales. La estadística agrícola es exigua. Se refiere casi exclusivamente a la producción de caña, algodón, arroz. No sólo la pequeña producción sino casi toda la producción de la sierra y la montaña escapa a todo control. No existe una estadística de la propiedad agraria que permita saber, aproximadamente al menos, la proporción de grandes, medios y pequeños propietarios. El "Extracto Estadístico" no nos dice nada de cosas elementales. No nos ofrece los números índices del costo de la vida. Y apenas si señala el movimiento de­mográfico de unas cuantas ciudades. 

III 

Esta falta de Estadística depende, sin duda, de que el Perú es aún, como escribió hace varios años Víctor Maúrtua, un "país inorgánico". La estadística requiere, preci­samente, lo que Maúrtua, en su juicio pre­ciso y exacto, echaba de menos en el Perú: organicidad. La estadística es un efecto, una consecuencia, un resultado. No puede ser elaborada artificialmente. Representa un signo de organicidad y de organización.

En un país organizado y orgánico, ca­da comuna funciona como una célula viva del Estado. No es posible, por consiguien­te, que el Estado ignore nada de la pobla­ción, del trabajo, de la producción, del consumo. Lo que se sustrae a su control es muy insignificante y adjetivo.

Pero en el Perú todos sabemos bien lo que son los municipios y hasta qué punto se puede hablar de municipios. El Estado no controla sino una parte de la población. Sobre la población indígena su autoridad pasa por intermedio y al arbitrio de la feudalidad o el gamonalismo. Y la propia feudalidad, si impone a los indios una servidumbre, no puede ni sabe imponerles ninguna organización. Si se explora la sierra, se descubre enseguida formas e instituciones supérstites de un régimen o de un orden que se considera absoluta y definitivamente cancelado desde la dominación española.

El problema de la estadística no presenta, por tanto, menos complejidad que los otros problemas nacionales. No se puede avanzar gran cosa en su solución mientras no se avance otro tanto en una solu­ción esencial de problemas más graves. Este problema, como todos, no se deja aislar, no se deja incomunicar. Cuando se resuel­van los problemas fundamentales de nuestra organización, se resolverá también éste de un modo integral. Antes no.

Es evidente, sin embargo que entre tanto, se podría hacer muchísimo más de lo que se hace. Lo que del Perú sé sabe estadísticamente está muy lejos de lo que es posible saber. Así como es factible, por ejemplo, el censo, son factibles muchas otras cosas. Nada excusa la falta de cuadros del movimiento demográfico de todas las ciudades. Nada excusa tampoco la falta de números índices del costo de la vida siquiera en las principales. Por lo menos, los mayores centros de producción, de trabajo y de comercio del Perú deberían tener ya una verdadera estadística.

 

 


NOTA:

* Publicado en Mundial, Lima. 11 de enero de 1926