OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

TEMAS DE NUESTRA AMERICA

 

LA LUCHA ELECCIONARIA EN MÉXICO* 

 

No hay que sorprenderse de la violencia actual de la lucha eleccionaria en México. Esta lucha empezó con la tentativa desgraciada de los generales Gómez y Serrano, hace dos años, frente a la candidatura de Obregón. El asesinato de Obregón, victorioso en las ánforas, después de la radical eliminación de sus competidores, reabrió con sangriento furor esta batalla que debía haber concluido entonces con el escrutinio. La insurrección de Escobar, Aguirre y otros, el fusilamiento de Guadalupe Rodríguez y Salvador Gómez, la persecución de comunistas y agraristas, etc, no han sido mas que etapas. de una batalla, en la que el gobierno interino de Portes Gil, surgido de la fractura del frente revolucio­nario, no ha sido ni habría podido ser árbitro. Los sucesos de Torreón, Jalapa, Orzaba, Córdoba y Ciudad de México corresponden a esta atmósfera de extremo y acérrimo conflicto,

Presentada por el Partido Anti-reeleccionísta la candidatura, de José Vasconcelos; representaba originariamente el sentimiento conservador, la disidencia intelectual. El partido obregonista detentaba aun, indeciso entre las candidaturas de Aarón Sáenz y el ingeniero Ortiz Rubio, el título de Partido Revolucionario. Había aparecido ya la candidatura del bloque obrero y campesino, en oposición, cerrada a todos los postulantes de la burguesía; pero este mismo Movimiento, que reivindicaba la autonomía del proletariado en la lucha política, indicaba que la Revolución Mexicana seguía adelante y que la extensión de su frente resistía la separación clarificadora de fuerzas que, hasta entonces, habían combatido juntas. Rehecho el frente único obregonista, ante la insurrección militar de Escobar y sus colegas, Portes Gil y el Partido Nacional Revolucionario, que ya había elegido como su candidato al ingeniero Ortiz Rubio, hicieron lar­go uso de un lenguaje de agitación popular contra-revolucionario que les restituía su anti­guo rol.

Pero desde que, debelada la insurrección militar, el gobierno interino de Portes Gil ha vira­do rápidamente a la derecha, se ha producido un desplazamiento de fuerzas. Puestos casi fuera de la ley los comunistas, el bloque obrero y campesino no ha podido continuar activamente su campaña. Las masas han reconocido en Portes Gil, y por consiguiente, en su candidato, a los representantes de intereses políticos cada vez más distintos y extraños a la Revolución Mexicana. Vasconcelos, en el poder, no haría más concesiones que Portes Gil al capitalismo y al clero. Hombre civil, ofrece mayores garantías que su contendor del Partido Nacional Revolucionario de actuar dentro de la legalidad, con sentido de político liberal. Puesto que la Revolución Mexicana se encuentra en su estadio de revolución democrático-burguesa, Vasconcelos puede significar, contra la tendencia fascista que se acentúa en el Partido Nacional Revolucionario, un período de estabilización liberal. Vasconcelos, por otra parte, se ha apropiado del sentimiento anti-imperialista, reavivado en el pueblo mexicano por la abdicación creciente del gobierno ante el capitalismo yanqui. Gradualmente la candidatura de Vasconcelos, que apareció como un movimiento de impulso derechista, se ha convertido en una bandera de liberalismo y anti-imperialismo.

El programa de Vasconcelos carece de todo significado revolucionario. El ideal político nacional del autor de La Raza Cósmica parece ser de un administrador moderado. Ideal de pacificador que aspira a la estabilización y al orden. Los intereses capitalistas y conservadores sedimentados y sólidos están prontos a suscribir, en todos los países, este programa. Económica, social, políticamente, es un programa capitalista. Pero desde que la pequeña burguesía y la nueva burguesía tienden al fascismo y reprimen violentamente el movimiento proletario, las masas revolucionarias no tienen por qué preferir su permanencia en el poder. Tienen, más bien, que —sin hacerse ninguna ilusión respecto de un cambio del cual ellas mismas no sean autoras— contribuir a la liquidación de un régimen que ha abandonado sus principios y faltado a sus compromisos.

Portes Gil y Ortiz Rubio no acaudillan, por otra parte, una fuerza muy compacta. Dentro del partido obregonista se manifiestan incesantemente grietas profundas. No hace mucho, se descubrió, según parece, señales de conspiración dentro del mismo frente gubernamental. Morones y los laboristas no perdonan a los obregonistas el encarnizamiento de su ataque, en las postrimerías del gobierno de Calles, su licenciamiento del poder, el aniquilamiento de la CROM. Ursulo Galván, expulsado del partido comunista, busca sin duda una bandera al servicio de la cual poner la influencia que aún conserve entre los agraristas.

 

El panorama político de México se presenta, pues, singularmente agitado e incierto. La gue­rra civil puede volver a encender en cualquier momento sus hogueras en la fragosa y ardiente tierra mexicana. 

 

 


 

NOTA:

 

* Publicado en Mundial: Lima, 27 de Setiembre de 1929.