J. B. MARKS

 

Discurso en la Conferencia Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros

(Moscú, junio de 1969)

 

 


Pronunciado: Discurso pronunciado ante la Conferencia Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros, celebrada en Moscú, del 5 al 17 de junio de 1969.
Traducción al castellano: La traducción se publica tal como apareció en Conferencia Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros, Moscú 1969, Editorial Paz y Socialismo, Praga, 1967; págs. 722-729.
Esta edición: Marxists Internet Archive, abril 2019. 


 

 

Queridos camaradas:

Hemos traído a los partidos hermanos que asisten a esta magna e histórica Conferencia saludos de todos los comunistas del Sur de Africa y de todos los revolucionarios de nuestro país que sufren en las tenebrosas mazmorras del régimen fascista de Vorster, trabajan en las duras y peligrosas condiciones de la clandestinidad y participan en la lucha armada que se está desplegando actualmente en Africa del Sur.

Como se indica en el proyecto de Documento fundamental de la presente Conferencia, la lucha por la liberación de nuestra zona tiene “gran importancia para el porvenir de Africa y de la paz”.

Todo el mundo sabe que los líderes racistas de la llamada minoría blanca de Sudafrica han convertido nuestro hermoso y rico país en un infierno para la inmensa mayoría de nuestro pueblo, sobre todo para los africanos autóctonos, que constituyen la masa fundamental de la población. Nos han arrebatado nuestros campos, y nuestro pueblo ha sido convertido en proletariado sin tierra y sin derechos, en objeto de implacables e ilimitadas explotación y opresión.

Por lo visto, aún no se reconoce del todo el hecho de que la República Sudafricana de hoy es un Estado imperialista. Se ha adueñado del ex territorio en fideicomiso del Africa Sudoccidental (hoy Namibia) y lo explota como si fuera una colonia, suya. Es el consocio principal de la impura alianza con Rodesia y Portugal, manteniendo juntamente con estos países uno de los últimos albergues del colonialismo manifiesto y descarado en una vasta zona de nuestro continente. Amenaza abiertamente a la soberanía y la independencia de Zambia y Tanzania y, en última instancia, de todos los Estados africanos.

Por la amarga experiencia de numerosos años de lucha contra los regímenes racistas de terror, las masas populares de nuestros países han comprendido que no tienen otro camino a la libertad que la lucha revolucionaria armada. No nos han-llevado a esta conclusión conceptos preconcebidos sobre los métodos de lucha ni “dogmas universales” algunos. Convenimos totalmente en que los propios revolucionarios deben elaborar en cada país, partiendo de las condiciones concretas, sus propios métodos para alcanzar nuestro objetivo común, a saber: la conquista del poder por las masas trabajadoras. Pero en nuestras condiciones, cuando el pueblo está privado de todos sus derechos legítimos, se aplican continuamente el terror y la violencia contra las masas y han hecho habituales los encarcelamientos y el exterminio de los patriotas, cuando la gran mayoría del lucha con denuedo contra la esclavitud y los insoportables agravios a la dignidad, no puede haber otro camino de avance que la lucha armada.

Camaradas: La guerra por la liberación de Africa del Sur ha comenzado ya y se va extendiendo más y más. Se combate en Mozambique, en Angola, en Guinea-Bissau, en Namibia y hasta en la misma República Sudafricana. Los valientes guerrilleros africanos asestan rudos golpes a los regímenes fascistas y racistas. Tras la línea de fuego, los trabajadores de la ciudad y del campo desafían con mayor frecuencia cada día al terror fascista y enarbolan más en alto la bandera de la resistencia. Esta lucha se acrecentará y convertirá ineludiblemente en una guerra del pueblo que acabará derrocando al gobierno de la minoría blanca e implantando el poder del pueblo. ¡Venceremos!

Desde agosto de 1967 vienen produciéndose en Zimbabwe (Rodesia) numerosos choques armados entre las “fuerzas de seguridad” del tristemente famoso régimen de Smith y los destacamentos de guerrilleros, integrados por representantes de las fuerzas unificadas de la Liga del Pueblo Africano de Zimbabwe y del Congreso Nacional Africano -masivo movimiento emancipador de nuestro país- de la República Sudafricana. Estas dos organizaciones han concertado una alianza militar que constituye un alentador ejemplo de genuina unidad fraternal de acción.

No es ningún secreto que el régimen Smith se apoya ampliamente en la considerable ayuda militar y económica del Estado fascista sudafricano. Con la connivencia efectiva de Gran Bretaña y su gobierno laborista, la República Sudafricana viene enviando a Rodesia nutridos contingentes de tropas desde el momento en que empezaron allí las acciones de las guerrillas. Recientemente, Muller, ministro sudafricano de la policía, ha confesado en el Parlamento, integrado exclusivamente por representantes blancos, que la Republica Sudafricana ha enviado más refuerzos, incluidas fuerzas especialmente preparadas de la policía, a Zimbabwe, al territorio próximo a la frontera de la libre Zambia. No cabe duda de que, sin esta ayuda, el régimen de Smith habría sido derrocado ya, ni de que este régimen se encuentra en la misma situación respecto a la fascista República Sudafricana que el régimen fantoche de Vietnam del Sur respecto a los Estados Unidos.

Esa lucha armada cuenta con todo el apoyo de nuestro Partido. Quisiera informaros en esta magna Conferencia de que los comunistas sudafricanos están en la avanzada de esta lucha codo a codo con los camaradas sin partido.

Su intrepidez y lealtad hacen honor a las mejores tradiciones de nuestro movimiento; algunos han caído en la lucha por la emancipación de nuestro país.

Camaradas: Los revolucionarios sudafricanos comprendemos perfectamente el alcance internacional de nuestra lucha.

Los ignominiosos regímenes de Vorster, Smith y Caetano están respaldados por las tétricas fuerzas de la OTAN y el Japón, por el imperialismo mundial. Puede decirse sin temor a exagerar que si el imperialismo no apoyara en los dominios financiero, militar y político a estos regímenes, nuestro pueblo habría conquistado hace ya mucho la libertad.

Sudafrica es para los imperialista un fondo de oro del que ganancias explotando las copiosas riquezas minerales y de otro tipo del país y sometiendo a inhumana explotación a los trabajadores africanos.

La República Sudafricana es un baluarte de la reacción y el colonialismo en Africa y un punto fuerte de la estrategia global de los imperialistas. Es un plantel de repulsivas teorías racistas y neonazis. Bajo la gobernación de los primeros ministros Verwoed y Vorster, individuos que durante la guerra apoyaron las ideas de Hitler, la República Sudafricana se ha convertido en cobijo de los criminales de guerra nazis y lugar de inversión de sus capitales, amenazados tras la bancarrota del “tercer Reich”. Cada día son más estrechas las relaciones económicas y políticas con los neonazis de Bonn. El imperialismo germanoccidental está creando para sí en nuestro país una sólida plaza de armas en rivalidad con los capitalistas de Gran Bretaña, EEUU y otros países que se afincaron en él antes en busca de ganancias máximas. Concluye tétricos convenios secretos para producir uranio fisible, gases tóxicos y otros pewrtrechos.

Los racistas sudafricanos se presentan por doquier como los auxiliares mis inveterados de la reacción y el imperialismo mundial. Como consecuencia de la agresión de Israel en junio de 1967, la República Sudafricana comenzó a obtener fabulosas ganancias, pues el canal de Suez está cerrado y los barcos pasan por El Cabo y otros puertos. La República Sudafricana presto, a su vez, gran ayuda práctica a los agresores sionistas.

Por otra parte, apreciamos en mucho el valioso apoyo que los numerosos amigos de la libertad prestan en todo el mundo a la lucha de nuestro pueblo. Los infames racistas sudafricanos son expulsados de todas las esferas de las relaciones internacionales, desde las del comercio y la diplomacia hasta las de la cultura y el deporte.

Los Estados independientes de Africa, la Unión Soviética, otros países socialistas y el movimiento obrero y democrático de los países capitalistas condenan enérgicamente el apartheid. Reclaman el respeto a los derechos dcl individuo y a la dignidad humana en Sudafrica. Exigen la libertad de Mándela, Sisulu, Kathrada, Mbeki, Fisher y muchos héroes más de nuestro pueblo, condenados a cadena perpetua o a largos años de reclusión en las infrahumanas condiciones de las cárceles fascistas.

Esos Estados y esas fuerzas antiimperialistas han prestado y siguen prestando a nuestros combatientes por la libertad valiosa ayuda práctica en forma de dinero, comestibles, ropa, medicinas, preparación de cuadros militares y, lo que es más importante, armas. Camaradas, aprovechamos la oportunidad para declarar, en presencia de los dirigentes de la Unión Soviética, de la República Democrática Alemana, Bulgaria, Polonia, Hungría, Mongolia, Cuba y otros países socialistas, que nuestro pueblo jamás olvidará la ardiente solidaridad propia de camaradas que nos han mostrado al suministrarnos los medios de lucha para nuestra liberación.

Muchos de los fraternos partidos aquí representados han mostrado reiteradas veces su solidaridad con nuestro pueblo y participado en sus países en amplios movimientos dirigidos contra el apartheid. Expresamos nuestra honda gratitud a todos estos partidos, a los partidos comunistas de Gran Bretaña y los otros países europeooccidentales y escandinavos, de la India y los demás países asiáticos, a los partidos comunistas- de América del Norte v del Sur. Estamos seguros de que redoblarán sus esfuerzos en el turbulento período en que entra nuestra lucha. Esperamos que todos los partidos aquí representados seguirán su ejemplo.

El propio carácter de nuestra lucha ha ayudado a nuestros revolucionarios -así comunistas como no comunistas a aprender los fundamentos del internacionalismo. Sabemos perfectamente que nuestra lucha contra el imperialismo se funde con la de todos los hermanos que peleancontra el mismo enemigo en muchos países.

Nos identificamos con el combatiente pueblo de Vietnam. Su victoriosa lucha sin cuartel contra la mayor de las potencias imperialistas es un brillante ejemplo y una gloriosa fuente de inspiración para todos los oprimidos y explotados de la Tierra.

Nos identificamos con los fraternos pueblos árabes, que viven al norte de nosotros, en su denodada resistencia a la agresión sionita, respaldada por el imperialismo, en su pugna por recuperar sus territorios y reafirmar los derechos a la autodeterminación.

Nos alegramos de cada éxito de nuestros camaradas en todos los países. Aplaudimos el gran paso dado hacia el establecimiento del poder del pueblo, en el que ha desempeñado importante papel el Partido Comunista Sudanés, vanguardia marxista-leninista. Aplaudimos cada paso que dan los dirigentes y pueblos de la comunidad socialista, hermanos de clase y aliados próximos y fieles nuestros, por el camino del afianzamiento social, económico e ideológico, por el camino del progreso.

Peleamos no sólo por nuestra emancipación. Nuestro batallar es a la vez una aportación a la lucha común, es cumplir con nuestro deber internacional.

Por eso el Partido Comunista Sudafricano viene llamando consecuente y enérgicamente durante varios años a la unidad de las filas del movimiento comunista internacional, sector avanzado de las fuerzas antiimperialistas del mundo entero. La unidad de nuestro movimiento es la clave para la cohesión de cuantos se baten contra el imperialismo, la guerra, el colonialismo y laexplotación. Nuestro Partido aplaudió con entusiasmo la convocación de la presente Conferencia y hemos hecho cuanto hemos podido para contribuir con nuestro aporte a su preparación.

Pocas conferencias internacionales se prepararon con tanto esmero y cadencia como la magna e histórica Conferencia que estamos celebrando.

Quisiéramos expresar ahora nuestro sincero reconocimiento al Partido Comunista de la Unión Soviética y al Partido Comunista Húngaro por sus constantes esfuerzos. Estamos asimismo agradecidos a todos los que, con su trabajo a lo largo de los últimos quince meses, han desbrozado el camino a la admirable unión de casi todos los destacamentos fundamentales de nuestro gran movimiento.

Hemos de confesar, camaradas, que la tarea no ha sido fácil. Todos nos damos perfecta cuenta de que han surgido discrepancias entre los distintos partidos respecto al enjuiciamiento de la situación y las perspectivas. Confiamos en que, con el tiempo, a lo largo de discusiones mantenidas en el ambiente que debe reinar entre camaradas y ante todo en el curso de la lucha práctica, estas discrepancias serán superadas. Tal es la tarea que tenemos planteada.

Mas durante la intensa preparación de esta Conferencia, muchos de nosotros hemos comprendido que este prolongado proceso no ha podido impedirnos, ni debía impedírnoslo, que cumplamos la tarea más inaplazable e imperiosa que la historia nos ha planteado. Esta tarea estriba en no centrar, en la etapa actual, la atención en nuestras discrepancias temporales, sino en otra cuestión, mucho más importante, en que hay acuerdo: en la impostergable necesidad de actuar en frente único contra el enemigo común.

Tenemos delante a un enemigo cruel, pérfido y peligroso: el imperialismo. Este enemigo, tan exacta y claramente caracterizado en el Documento fundamental que ha presentado la Comisión Preparatoria, trama incesantes confabulaciones para intervenir en los países socialistas y otros Estados no imperialistas y desplegar labor subversiva en ellos, emprende provocaciones y perpetra agresiones descaradas. El imperialismo somete en todas partes a los patriotas, revolucionarios y activistas obreros a feroces persecuciones y los asesina. Amenaza constantemente al mundo con los horrores de la guerra termonuclear, química y bacteriológica, que no puede desencadenar gracias únicamente a nuestras acciones aunadas y a nuestra vigilancia.

El enemigo nos ataca sin cesar a nosotros y a nuestros aliados, y entretanto gastamos las energías en largos debates.

Por eso es de imperiosa necesidad que cerremos filas y nos pongamos de acuerdo en cómo agrupar a todas las fuerzas antiimperialistas. Debemos dejar de momento a un lado las cuestiones que nos separan. La historia nos exige que centremos la atención en el extenso grupo de cuestiones que nos unen. Debemos exponer de nuevo nuestros fines comunes como corresponde a la situación actual, de manera que nos ayude a movilizar las fuerzas de todo nuestro movimiento y de sus aliados.

Nuestra Comisión Preparatoria ha cumplido lúcidamente esta tarea en los documentos que ha presentado a nuestra Conferencia.

Camaradas, nuestro Comité Central apoya sin reservas estos documentos. Nuestra delegación ha recibido plenos poderes e instrucciones para firmarlos en nombre de nuestro Partido y asegurar que orientará todas sus fuerzas a movilizar a los trabajadores de Sudafrica para ponerlos en práctica.

Estamos completamente de acuerdo con las intervenciones constructivas, como las de los camaradas Brézhnev, Gomulka y Hall, en las que se ha explicado y desarrollado el contenido de estos, documentos. Explicar por qué precisamente estamos de acuerdo con el contenido del Documento fundamental, del Llamamiento en defensa de la paz y de los otros sobre la preparación del centenario del nacimiento de Lenin y el cese de la agresión imperialista en Vietnam sería repetir aquí lo que ya han dicho tan bien otros.

Hemos escuchado asimismo con atención los discursos de los camaradas que han manifestado su desacuerdo con los documentos, sobre todo con el Documento fundamental.

Camaradas, a decir verdad, nos cuesta bastante trabajo entender algunos de sus argumentos. Por ejemplo, varios oradores han empleado mucho tiempo en criticar el Documento fundamental por lo que omite, y no por lo que se expone. Razonando con lógica, se podría esperar que propusieran algunas adiciones. Mas, para asombro nuestro, recomiendan excluir apartados enteros, a veces hasta las tres cuartas partes del Documento.

Nos extraña también lo que, a juicio de ciertos oradores, es una laguna en el texto. Más de una delegación ha llamdo aquí la atención sobre los acontecimientos de Checoslovaquia, si bien los camaradas checoslovacos, por razones de buen peso, han rogado que, en el actual momento complicado, no se haga de los problemas de su país objeto de discusión internacional.

Esos oradores deben saber que su punto de vista particular y bastante extraño sobre esa cuestión no cuenta, ni mucho menos, con el apoyo general de nuestro movimiento. Otro tanto podría decirse de casi todos los problemas restantes que, como declaran con insistencia varios partidos, son tan sustanciales para el Documento que, de no recogerlos, este no puede aceptarse; y eso que en el fondo el Documento no contiene nada que nos impida a todos nosotros firmarlo. Pero estos camaradas saben que su singular punto de vista sobre estas cuestiones no puede ser admitido, ni lo será, por la Conferencia. En todas sus En todas las fases preparatorias de ésta han aprovechado varias veces, para defender sus opiniones, las posibilidades que se les han brindado. Las enmiendas que ellos han propuesto y que han recibido el apoyo general han sido aprobadas e incluidas en el proyecto. Otras han sido rechazadas, por lo demás con toda razón.

Así precisamente nos proponíamos obrar cuando empezamos la preparación de nuestra Conferencia y sus documentos. Para todos nosotros claro que hay algunas cuestiones sobre las que no podemos ponernos de acuerdo en el presente. Por eso decidimos tratar los problemas de primer orden, o sea, convenir en los problemas más apremiantes de la etapa actual de la lucha antiimperialista. La confección de un documento marxista-leninista tan amplio como el que tenéis ahora delante, que define, sobre la base del análisis de la situación de hoy, nuestras tareas primordiales es precisamente la medida del éxito que hemos alcanzado.

Es claro que cada partido enjuicia por sí mismo los acontecimientos de su país y del extranjero. Nunca hemos creído que podríamos preparar un documento unánime que agrupase los puntos de vista de todos los partidos. Por ejemplo, a los problemas de Europa se ha dedicado, a juicio nuestro, desproporcionada atención. Nosotros y otros participantes directos en la lucha contra el colonialismo seguramente tendríamos por una manifestación de superoptimismo la idea de que los socialdemócratas puedan ser aliados nuestros en el frente antiimperialista; aún tenemos reciente en la memoria la traición del Partido Socialista Francés respecto a Argelia, la infame transacción del Partido Laborista Inglés a costa del pueblo de Zimbabwe y, por último, el papel que , la socialdemocracia germanooccidental desempeña en la política imperialista bonniana de alianza con la Sudafrica fascista.

Pero comprendemos que se trata de un documento colectivo de todo nuestro movimiento y lo admitimos y aprobamos totalmente tal y como es. Estamos rotundamente en contra de cualquier procedimiento de lo que se ha dado en llamar “mejora” del Documento, amputándolo y castrándolo.

Camaradas, nuestra delegación quisiera detenerse brevemente aquí en el denominado principio de la unanimidad. Es cierto que la unanimidad es una meta a la que debemos aspirar siempre. Pero sería absurdo erigir este principio en categoría absoluta. Podrá no agradarnos que se hable de “mayoría” y “minoría” en una Conferencia como ésta. Pero ni nosotros somos abogados, ni esto es un club de discusión; somos una conferencia de revolucionarios prácticos que sostienen una lucha a vida o muerte, una lucha de cuyo desenlace depende el porvenir de la humanidad no podemos permitirnos entrar en una situación en la que varios partidos, o siquiera un solo partido, obtenga el derecho de veto, derecho que condenaría realmente a nuestro movimiento a la pasividad. Exhortamos a todos los camaradas aquí reunidos y a sus comités centrales a que aprueben este Documento llamado a garantizar la unidad. Si no lo hacen ahora, en el acto, confiamos en que tan pronto como acabemos nuestras labores, estudiarán su posición y se adherirán al Documento. Pero si casi todos nuestros partidos desean firmar ya este Documento, son libres para hacerlo.

Queridos camaradas, sabemos de sobra que no nos hemos reunidos aquí para impugnar las tesis “ideológicas”, bastante hueras, del grupo de Mao, No tenemos el menor propósito de hacerlo. Pero cuando se llega a los actos exteriores del Gobierno chino, que entorpecen nuestra lucha contra el imperialismo y, lejos de impulsar nuestra batalla, la obstaculizan, ayudando y estimulando al adversario en la práctica, no podemos permitirnos callar. Nuestro Partido condena enérgicamente las provocaciones fronterizas contra la Unión Soviética, ciudadela del socialismo y pilar fundamental de todas las fuerzas antiimperialistas. Nos ha producido honda impresión el discurso del delegado del Partido Comunista de Alemania, que ha aducido pruebas palmarias de la confabulación entre los maoístas y los imperialistas bonnianos.

Llevamos ya varios años observando los intentos de las delegaciones chinas de desviar a diversas organizaciones internacionales de solidaridad y dividirlas. Los delegados chinos se empeñan en incorporar las organizaciones no comunistas a sus decantadas campañas “ideológicas” dirigidas contra el PCUS y el movimiento comunista mundial. Hubo un tiempo en que la República Popular China prestó valioso apoyo al Congreso Nacional Africano, al combativo movimiento de emancipación nacional de nuestro país. Pero hace ya varios años que cesó esta ayuda, además, sin el menor motivo y sin explicaciones; en lugar de eso, vemos que los maoístas subsidian y protegen del desmoronamiento completo al grupo de apóstatas derechistas que- se apartaron de nuestra lucha y que -en nuestro poder obran documentos que lo prueban- han empezado a actuar a instancias y bajo los auspicios de la CIA.

Nuestro movimiento no ha cerrado ni debe cerrar las puertas a ningún partido comunista. Hemos invitado al Partido Comunista de China a participar en todos los encuentros y en todas las fases de la preparación de esta Conferencia. Y se ha negado a aceptar hasta nuestras invitaciones; ha acusado de “revisionismo” y “apostasía” a los comunistas del mundo entero. La opinión mundial decidirá a quién sientan mejor esos sambenitos.

Camaradas, está muy bien que nuestra notable Conferencia se celebre en vísperas del centenario del nacimiento de Lenin el Liberador, gran genio de nuestro movimiento, fundador del Estado soviético y guía de los pueblos oprimidos y de los trabajadores de todo el mundo. Debemos felicitar a los que han propuesto confeccionar y han confeccionado este admirable documento.

Creemos que nuestra Conferencia será digna de este magno evento y entrará en la historia como un momento de viraje, desde el que avanzaremos unidos más estrechamente que nunca, cohesionando nuestras fuerzas y las de dos los combatientes contra el imperialismo en aras de nuevas conquistas y victorias en la causa de la emancipación de la humanidad.

Camaradas, estamos encuadrados en el gran ejército de los comunistas, mayor ejército de la libertad que ha existido en el globo. Defendemos una hermosa y noble causa, cuya victoria definitiva y universal está asegurada. Entre los partidos aquí representados no hay ninguno que no tenga héroes y mártires que entregaran la vida por la causa de la clase obrera. En nombre de nuestros camaradas caídos, en nombre de todo lo que constituye el objeto de nuestra lucha, tan prolongada y tenaz, ¡declaremos una vez más aquí, en esta ciudad, cuyo solo nombre es un venero de inspiración para todo revolucionario, que seremos fieles a nuestra histórica misión de poner fin al imperialismo, a las guerras, a la opresión y a la explotación del hombre por el hombre, de garantizar la victoria de la paz, de la libertad nacional, de la democracia y el socialismo en todo el mundo!