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Inti Peredo

Mi campaña junto al Che

(1970)

 

 

XII.

 El foco: esperanza de liberación


Desde su aparición, la guerrilla boliviana despertó las esperanzas de América Latina y de otros continentes y se convirtió en el centro de polémicas que aún no se acallan. Se puede decir, sin temor a equivocaciones, que durante más de un año catalizó la política internacional directa o indirectamente. Si en el plano externo obtuvo tal gravitación es obvio que los sucesos nacionales aun giran en torno al foco, a los acontecimientos guerreros, que conmovieron al mundo por la participación del Ché y las proyecciones continentales que tuvo esta gesta. Hoy, con más madurez y con una impresión más exacta de lo que sucedió, el pueblo espera anhelante el resurgimiento de un "foco" que sea la continuación del que nació en Ñancahuazu. Su reaparición provocará nuevos fenómenos políticos y remecerá la conciencia de las masas adormecidas de este continente.

A poco más de un año de la muerte del Ché en la quebrada del Yuro es necesario realizar un balance sereno que permita al pueblo conocer "desde dentro" las verdaderas perspectivas de la lucha armada

-¿Murieron con el Ché la teoría del foco y las perspectivas de liberación continental? La respuesta debe ser honrada. Para los críticos interesados, para los que deseaban el fracaso de esta empresa heroica, en el Yuro quedó sepultaba toda perspectiva de hacer triunfar en América un movimiento armado de liberación. Incluso algunos sectores que impúdicamente se autodenominan "vanguardia del pueblo" han calificado la primera etapa de la lucha guerrillera en Bolivia como un "Waterloo". Es innecesario recalcar lo que se demuestra en uno de los capítulos de este libro: su traición fue un eficaz instrumento de ayuda al imperialismo. No es por casualidad que el general norteamericano Westmoreland, el fracasado estratega de la guerra del Vietnam, los haya ungido en la reunión de la Junta Interamericana de Defensa en Brasil, como una fuerza "colaboracionista" del imperialismo

Estos sectores son los que se han empeñado con más obstinación en divulgar que la teoría del foco guerrillero no es más que un aventurerismo de izquierda. Lo cierto es que en este continente, un solo país se ha liberado realmente y marcha hacia la construcción del socialismo. Y su independencia la logró mediante la lucha armada y el desarrollo de un foco guerrillero. Por el contrario nadie puede demostrar todavía que mediante otras formas de lucha, conciliaciones con una burguesía inservible y lacaya del imperialismo, el pueblo haya podido conquistar el poder

¿Es el foco guerrillero un concepto estratégico y táctico equivocado?

¿Qué significación tuvo en Bolivia y qué puede esperarse de él?

Más que conceptos teóricos preferimos mostrar ejemplos y sintetizar la historia de esta experiencia, que influirá hondamente en América Latina. Una revolución necesita irradiarse y catalizar al pueblo. Nosotros consideramos nuestro pueblo a toda la población de este continente. Por esta razón, para irradiarse la revolución necesita de un centro de operaciones político-militar, de un foco que permita extender la lucha armada a las más vastas latitudes. Aspirar a la liberación de una pequeña zona, conformarse con ella y defenderla, pensando que el enemigo actuará débilmente es caricaturizar la lucha armada.

El foco necesita apoyo universal, aunque es evidente que en la primera etapa de la lucha sólo participa la vanguardia. De un lado está la guerrilla y del otro el ejército lacayo con un extraordinario apoyo externo, con la intervención grosera y descarada del imperialismo. La masa se mantiene en el medio expectante, obligada a veces a colaborar con el enemigo mediante el terror planificado que generalmente termina en masacre. Es necesario que la guerrilla crezca y se desarrolle, que imponga respeto para que la masa se decida a volcarse detrás de esa vanguardia. Pero en el primer momento es imperioso que la guerrilla sobreviva. En el caso del foco boliviano, las fuerzas guerrilleras no lograron superar la primera etapa por razones distintas a las que se han divulgado distorsionadamente.

En primer lugar hubo factores ajenos a nuestra voluntad, pero que posteriormente fueron cargados a nuestra larga lista de "errores". Tal es el caso de la ciudad. El foco necesita base de apoyo para solucionar diversos problemas logísticos. En estas circunstancias la ciudad Juega un papel interesante, aunque no decisivo porque su trabajo, de todas maneras, no determina la suerte de la guerra. Sin embargo es imprescindible contar con el apoyo de la ciudad, no sólo para la logística y la información sino, y como tarea importantísima, desarrollar la agitación entre las masas urbanas en torno al “foco" y sus acciones, llevar la guerra a todos los confines del país, y que ésta no sólo se desarrolle allí donde se encuentra el "foco", borrar el concepto de retaguardia del enemigo, y convertir el suelo que pisa en arena movediza. Una guerra sin frentes, En el caso de nuestro "foco" todo este aparato no pudo ser estructurado por las limitaciones de tiempo después que el PC negó este aporte. Era difícil montar un aparato eficiente en vísperas de los primeros combates. Cometimos el error, es cierto, de confiar en quienes se proclamaban revolucionarios pero que, en la practica, dieron la espalda a la revolución. Esta lección la hemos aprendido y no se repetirá. Hubo también presiones inherentes a nuestra columna que son de nuestra exclusiva responsabilidad. Es justo reconocer que la necesidad de sacar de la zona de operaciones a Debray y Bustos limitó nuestras posibilidades de acción, así como la posterior búsqueda permanente y absolutamente necesaria de Joaquín y la retaguardia nos restó libertad de maniobra.
Pero ¿puede considerarse esta circunstancia un error táctico o estratégico del "foco"?

A pesar de estos factores adversos la guerrilla ejerció una acción catalizadora, puesto que provocó inseguridad en el gobierno, obligó a los partidos de izquierda a solidarizarse con la guerrilla para evitar el desbande de su militancia, y se notó una gran efervescencia en el proletariado minero y justas demandas de mejoramiento económico-social, las que fueron ahogadas en sangre.

Desde marzo de 1967 hasta el presente, toda la política boliviana se desarrolla necesariamente, en torno de las actividades del "foco"; las guerrillas se han convertido en una pesadilla constante que provoca el insomnio de los gorilas de esta parte del continente. Para todos está claro que la interrupción de la lucha es simplemente una tregua que será rota en poco tiempo más.

Por otra parte se ha tejido una verdadera mitología en relación con la falta de apoyo campesino. Por las presiones descritas, nuestro paso por las poblaciones campesinas fue fugaz. Prácticamente no tuvimos contacto con ellos, de manera que mal podíamos persuadirlos si no existía convivencia. A pesar de ello, en algunos capítulos de este libro se puede apreciar claramente que cada vez que tuvimos oportunidad de permanecer un tiempo relativamente más largo con los campesinos logramos, por lo menos, interesarlos o neutralizarlos y, en casos notables, su valiosa colaboración. Ejemplo elocuente es la actitud que observaron en Moroco y posteriormente en el transcurso de Pujío a La Higuera.

No podemos caer en el error de magnanimizar esta conducta, pero tampoco debemos despreciarla.

Por otra parte nosotros no nos hicimos jamás la ilusión de que el apoyo campesino sería instantáneo. Estábamos conscientes de que en un principio el campesinado sería en su mayoría una fuerza expectante e incluso, obligado por eI terror, a ser colaborador del ejército. Con la acción permanente, la capacidad de vencer que se le muestra al campesino, y la convivencia con él lo neutralizarán primero, y lo convertirán en la base fundamental del ejército guerrillero después.

Estamos convencidos de que el campesinado es una fuerza potencialmente revolucionaria, y que de allí saldrán cuadros valiosos que nutrirán nuestro Ejército de Liberación.

Por otra parte el campesino fue totalmente impermeable a la calificación de "extranjeros" que el gobierno aplicó despectivamente a combatientes heroicos de Latinoamérica, que llegaron a luchar por la liberación de Bolivia. Si en algo influyó esta propaganda en la ciudad -efecto que no está absolutamente medido ni probado- en el campo su acción fue muy pobre.

A poco más de dos años desde la aparición de la guerrilla, consideramos que el pueblo ha avanzado notablemente en su grado de madurez, y su sentimiento de simpatía para los combatientes de otras latitudes, se ha acrecentado. Ésta es también una actitud positiva del "foco"', pues ha contribuido a erradicar sentimientos chauvinistas.

Pero eso no es todo. Nuestra guerrilla fue una fuerza agresiva que se hizo respetar en un lapso relativamente breve. Aunque estratégicamente estuvo a la defensiva, tácticamente estuvo a la ofensiva, siempre observando rigurosamente la máxima del Ché de que "los combates se ganan o se pierden pero se dan".

Estuvo "estratégicamente a la defensiva” porque no siempre escogimos el terreno que nos convenía, por circunstancias transitorias. Hemos explicado suficientemente la situación de la retaguardia dirigida por Joaquín, lo que nos obligó a buscarlo incesantemente. A ello se agrega el problema de los enfermos y la falta de apoyo de la ciudad, que, en muchas oportunidades, nos obligó a caminar por lugares desprovistos de vegetación, inexplorados, donde el ejército podía emboscarnos con relativa facilidad. Siempre estuvimos conscientes de este factor pero ello no nos acobardó. Como fuerza ofensiva ha llamado inclusive la atención de los estrategas del imperialismo, porque con una fuerza numéricamente escasa, el Ché pudo desmoralizar durante largo tiempo al ejército regular, y lo derrotó en sucesivas oportunidades. Su ofensiva táctica consiste en que siempre tuvo la iniciativa en los combates.

A nuestro juicio, el "foco” guerrillero sigue teniendo vigencia. Su derrota transitoria no significó su desaparición. En tal caso boliviano cumplió un papel fundamental, enriqueciendo las condiciones subjetivas, mostrando universalmente las condiciones miserables de vida de la población y desarrollando vertiginosamente la conciencia de una masa que espera ansiosa la hora de combatir. Aún hoy, sin acción armada, el foco sigue teniendo una gravitación fuerte.