Charles Rappoport

Carlos Marx

 


Primera vez publicado: Le Socialiste, February 1-8, 1903;
Traducido por: José Carlos Rosario Sánchez. 2018.


 

El último 14 de marzo se cumplieron veinte años de la muerte de Carlos Marx, el más grande maestro del socialismo científico y revolucionario. Inclusive sus adversarios lo llamaron “el Darwin de las ciencias sociales”.

A propósito de esto, pensamos que sería útil citar diversos pasajes característicos de la carta de Federico Engels, el amigo más cercano de Marx y su compañero de armas, dirigida a un amigo de ambos, F. Sorge, quien vivía en Norteamérica. Esta letra fue escrita el 15 de marzo de 1883, el día siguiente a la muerte del más grande pensador de nuestro tiempo:

Todos los eventos que se dan debido a su naturalidad también traen consuelo consigo, a pesar de lo terrible que puedan ser. Como en este caso. La medicina actual pudo haber sido capaz de darle algunos años más de vegetativa existencia, haberlo hecho un ser indefenso, muriendo – gracias al avance de esta – lentamente, poco a poco. Pero nuestro Marx no hubiera podido soportar eso. El vivir teniendo ante él numerosos trabajos inacabados, devorado por el ansia de acabarlos y la imposibilidad de poder hacerlo —esto le hubiera sido mil veces más doloroso que la dulce muerte que se lo ha llevado. “La muerte no es un infortunio para el que fallece, sino para el que sobrevive” él decía, citando a Epicuro. Y tener que ver a ese asombroso genio aferrarse a la vida en un cuerpo desastroso mantenido por la gloriosa ciencia y escuchar las burlas de esos filisteos que Marx, cuando estaba en su toda su fuerza, hacía temblar – No, es mejor, mil veces mejor, que lo carguemos en dos días a la tumba para que descanse junto a su querida esposa…

Sea como fuere, la humanidad fue menos numerosa por una cabeza, la más grandiosa cabeza de nuestros tiempos. El movimiento proletario sigue, pero desaparecida se encuentra la figura central a la cual franceses, rusos, americanos y alemanes espontáneamente volteaban a ver en momentos críticos, siempre para recibir consejos incontestables de los cuales solamente genios y entendedores de la situación podían dar. Las mentes locales y los intelectos menores, también las chinches, ahora tienen una mano libre. La victoria final es segura, pero los errores locales y temporales – cosas que incluso ahora son tan inevitables –serán más comunes que nunca. Sin embargo, tenemos que seguir adelante. ¿Para qué otra cosa estamos aquí?

Y aún no estamos cerca de perder el coraje.

Con imperiosas pinceladas, Federico Engels ha pintado el retrato del hombre y ha explicado su rol histórico. Carlos Marx puso fin al confucianismo doctrinal y práctico. Le enseñó al proletariado el camino a seguir para poder logar la conquista de un mundo.

Su doctrina es un arma de incomparable precisión. Es imposible de reemplazar. Marx predijo y definió el papel que el proletariado socialista jugará en el mundo. Ni uno solo de los filósofos burgueses – tampoco sociólogos, ni moralistas – han dado su nombre a un moderno movimiento histórico. Marx individualmente dio las claves al movimiento social contemporáneo, el cual lo reconoce como su maestro. Marx mató el confucionismo que ahora buscan resucitar. Él sin piedad desenmascaró a los fabricadores de mezquinos proyectos reformistas. Él científicamente estableció la inevitable y fatal llegada de la revolución social que la sociedad capitalista alberga en su mismo vientre.

Cada día que pasa, la evolución social y política confirma la doctrina de Marx.

En el ámbito económico es la concentración capitalista en forma de trusts la que crea una nueva confianza en el socialismo en dos de las potencias más grandes del mundo. En el ámbito político podemos notar que aquellos que han renegado de la doctrina de Marx – los hombres del “Nuevo Método” – se encuentran en un campo enemigo, participando en la acumulación de poder de las clases dominantes y destinados a desaparecer junto con ellos cuando el momento llegue. Todos los críticos oportunistas de Marx han, más o menos, abandonado el socialismo mientras lo ordeñan lo más que se pueda.

Solamente han mantenido el nombre, el cual han comprometido seriamente. De esta manera, Carlos Marx sigue siendo el punto de partida para todos aquellos que siguen siendo fieles al socialismo y a la victoriosa y organizada revolución.

In hoc signo vinces