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John Reed

Diez días que estremecieron al mundo

 

 

CAPITULO XII
EL CONGRESO CAMPESINO

El 18 de noviembre la nieve comenzó a caer. Cuando nos despertamos, vimos que una capa blanca recubría los alféizares de las ventanas, y los copos de nieve caían en remolinos tan espesos, que no se veía a tres metros. El lodo había desaparecido; en un abrir y cerrar de ojos la ciudad antes triste y sombría adquirió una blancura deslumbrante.  Los viejos coches, con sus cocheros bien arropados, se habían convertido en rápidos trineos, que saltaban sobre las asperezas de las calles, mientras las barbas de los conductores se endurecían, congelabas por el hielo... A pesar de la revolución, a pesar del salto vertiginoso y terrible en el vacio que había dado toda Rusia, la alegría se adueñó de la ciudad con la llegada de la nieve. Todo el mundo sonreía; las gentes salían a las calles y tendían las manos para atrapar los copos de nieve, suaves como plumón. El tono gris había desaparecido, y solamente el oro y los colores vivos de las espiras resaltaban sobre la blancura de la nieve, lo que realzaba más todavía su esplendor oriental.

Hacia el mediodía, apareció el sol, un sol pálido y deslavazado. Se habían acabado los catarros y los reumatismos de los meses lluviosos. La vida de la ciudad se animó y la misma revolución aceleró su paso...

Un atardecer, me hallaba yo sentado en un traktir, una pequeña taberna, frente a la entrada del Smolny; era un lugar ruidoso, de techo bajo, que se llamaba "La Cabana del Tío Tom" y que frecuentaban muchos guardias rojos. Se amontonaban en torno a mesitas cubiertas de manteles manchados, ante teteras enormes de barro, llenando la sala con el humo acre de sus cigarrillos, mientras los camareros corrían de un lado a otro gritando: Seichas! Seichas! (¡En seguida! ¡En seguida!)

Sentado en un rincón, un hombre que vestía el uniforme de capitán se esforzaba por hablar a los concurrentes, quienes constantemente le interrumpían.

- ¡Sois unos asesinos! -les gritaba-. ¡Disparáis en las calles contra vuestros hermanos!

-¿Cuándo fue eso? ¿Dónde? -preguntó un obrero.

-El domingo último, cuando los junkers...

-¿Y ellos, acaso no dispararon contra nosotros? -Uno de los hombres mostró su brazo en cabestrillo-. ¡Yo tengo un recuerdo de esos bandidos!

Entonces, el capitán, con toda la fuerza de sus pulmones, gritó:

-¡Deberíais manteneros neutrales! ¡Deberíais manteneros neutrales! ¿Con qué derecho destruís el gobierno legal? ¿Quién es ese Lenin? Un alemán...

-Y tú, un contrarrevolucionario, un provocador -le vociferaron.

Cuando pudo hacerse oír de nuevo, el capitán se puso en pie:

-Está bien -dijo-. Pretendéis ser el pueblo ruso. Pero el pueblo ruso no sois vosotros, son los campesinos. Esperad a que los campesinos...

-Sí, sí -asintieron los otros-, ¡espera a que hablen los campesinos! Nosotros sabemos lo que dirán. ¿Acaso no son trabajadores como nosotros?

Todo, en efecto, dependía en última instancia de los campesinos. A pesar de ser gentes políticamente atrasadas, no dejaban de tener sus ideas propias, y formaban el ochenta por ciento de la población. Los bolcheviques contaban relativamente con pocos partidarios entre ellos, y una dictadura permanente de los obreros industriales sin los campesinos era sencillamente imposible... El partido tradicional de los campesinos era el partido socialrevolucionario; de cuantos partidos apoyaban al Gobierno soviético, la izquierda socialrevolucionaria era la heredera lógica del papel de guía de los campesinos y la que, por hallarse a merced del proletariado organizado de las ciudades, más necesitaba del apoyo de los campesinos.

El Smolny, por su parte, no los había descuidado. Después del decreto sobre la tierra, uno de los primeros actos del nuevo Tsik había consistido en convocar un congreso de campesinos. Días más tarde, apareció el reglamento referente a los comités agrarios cantonales (volott) seguido del llamamiento de Lenin a los campesinos, que explicaba en términos sencillos lo que eran la revolución bolchevique y el nuevo gobierno.[1] El 16 de noviembre, Lenin y Miliutin publicaron las "Instrucciones a los emisarios provinciales", enviadas por millares de ejemplares a las aldeas:

1º A su llegada a la provincia a que haya sido destinado, el emisario reunirá al Comité ejecutivo de los Soviets de Diputados obreros, soldados y campesinos, explicará la legislación agraria y pedirá que se convoque una asamblea plenaria de los Soviets de los distritos (uiezd) y de la provincia (gubernaia).

2º Se informará sobre el estado de la cuestión agraria en la provincia:

a) Si han sido confiscadas las tierras señoriales y dónde y en qué distritos.

b) Quién administra las tierras confiscadas, si los comités agrarios o los antiguos propietarios.

c) Qué se ha hecho de la maquinaria agrícola y del ganado.

3º Si ha aumentado la superficie de tierras cultivadas por los campesinos.

4º Qué proporción de rendimiento total previsto alcanza la provincia.

5º El comisario hará comprender, ahora que los campesinos poseen la tierra, la necesidad de intensificar, en la medida de lo posible, el rendimiento y de acelerar el aprovisionamiento en trigo de las ciudades, único medio de conjurar la amenaza del hambre.

6º Qué medidas han sido ya tomadas o se proyectan para llevar a cabo la entrega de las tierras a los comités agrarios de cantones y distritos y a los Soviets de Diputados obreros, soldados y campesinos.

7º Se recomienda poner las propiedades, bien conservadas y equiparadas, a disposición de los Soviets de obreros agrícolas, bajo la dirección de agrónomos competentes.

Por todas partes se hallaban las aldeas en conmoción, como resultado no sólo de la acción galvanizadora del decreto sobre la tierra, sino también del retorno de miles de campesinos soldados que volvían del frente contaminados del espíritu revolucionario... Fueron ellos quienes saludaron con particular entusiasmo la convocatoria del congreso campesino.

Procediendo como lo había hecho el antiguo Tsik con respecto del segundo Congreso de los Soviets de obreros y soldados, el Comité ejecutivo délos Soviets campesinos trató de impedir la reunión del congreso campesino convocado en el Smolny, y cuando se convenció -como se había convencido el antiguo Tsik- de que su tentativa estaba condenada al fracaso, envió a todas partes telegramas furiosos ordenando la elección de delegados de tendencias conservadoras. Entre los campesinos llegó incluso a extenderse el rumor de que la sede del congreso sería Moguilev, lugar al que llegaron a dirigirse efectivamente algunos delegados. De todos modos, para el 23 de noviembre habían llegado a Petrogrado 400 delegados aproximadamente y se habían iniciado las runiones preliminares de los partidos...

La primera sesión se celebró en la sala Alejandro de la Duma. La primera votación producida reveló que más de la mitad de los delegados pertenecía a la izquierda socialrevolucionaria, que la proporción de los bolcheviques era escasamente de una quinta parte, y la de la derecha socialrevolucionaria de una cuarta parte; el resto sólo se hallaba unido por una hostilidad común contra el antiguo Comité Ejecutivo dominado por Avxentiev, Tchaikovski y Piechejonov.

El gran salón aparecía rebosante y vibraba con incesantes clamores. Una rabia profunda y tenaz dividía a los delegados en grupos hostiles. A la derecha brillaban las charreteras de los oficiales y se veían las barbas de los patriarcas cómodados; en el centro había algunos campesinos, suboficiales y algunos soldados; a la izquierda, casi todos los delegados vestían el uniforme de simples soldados; era la joven generación que había servido en el ejército... Las tribunas estaban replefas de obreros, que en Rusia recuerdan siempre su origen campesino...

A diferencia del antiguo Tsik, el nuevo Comité Ejecutivo no-reconoció al congreso, al abrir la sesión, un carácter oficial; eí congreso oficial se abriría el 13 de diciembre. En medio de una tempestad de aplausos y furiosas protestas, el orador del Ejecutivo declaró que aquella asamblea no era más que una "conferencia extraordinaria". Pero la "conferencia extraordinaria" no tardó en hacer gala de los sentimientos que abrigaba con respecto al Comité Ejecutivo al elegir como presidente a María Spiridonova, jefe de los socialrevolucionarios de izquierda.

La primera jornada fue absorbida casi enteramente por un violento debate en torno a la cuestión de si se reconocerían los mandatos de los delegados de distrito (Wolost) o solamente a los de las provincias. Como había ocurrido ya en el congreso de obreros y soldados, unaraplastante mayoría se pronunció en favor de otorgar la representación más amplia posible. Ello trajo como consecuencia que el antiguo comité abandonase la sala...

Casi desde el comienzo se hizo patente que la mayor parte de los delegados era hostil al Gobierno de Comisarios del Pueblo, Zinoviev, que trató de hablar en nombre de los bolcheviques, fue abucheado, y cuando bajaba de la tribuna, en medio de las risas, se oyó que alguien comentaba en voz alta: ¡Ahí tenéis a un comisario del pueblo metido en el charco!

-Nosotros, socialrevolucionarios de izquierda -declaró Nasariev, delegado de provincia-, nos negamos a reconocer a ese pretendido gobierno de obreros y campesinos. En el momento actual gobierna solamente la dictadura de los obreros... Insistimos en la formación de un nuevo gobierno, que represente a toda la democracia.

Los delegados reaccionarios se aprovecharon hábilmente de estos sentimientos para declarar, en medio de las protestas de los bolcheviques, que el Consejo de Comisarios del Pueblo se proponía imponer su voluntad al congreso o disolverlo por la fuerza. Esta declaración fue acogida con alaridos de furia.

El tercer día se presentó inesperadamente en la tribuna Lenin; durante diez minutos un soplo de locura parecía haberse apoderado de la asamblea: "¡Que lo echen! -gritaban-. ¡No escucharemos a tus comisarios del pueblo! ¡No reconocemos a tu gobierno!"

Lenin estaba de pie, absolutamente tranquilo, fuertemente agarrado con ambas manos a los bordes de la tribuna, observando atentamente el tumulto con sus ojillos. Al cabo de algún rato, comenzó a apaciguarse la agitación, salvo en la derecha de la sala.

"Yo no vengo aquí como miembro del Consejo de Comisarios del Pueblo -declaró Lenin, haciendo una pausa para dejar que se hiciera el silencio-, sino como miembro del partido bolchevique, delegado de manera regular a este congreso."

Y presentó su mandato, de forma que todos lo pudiesen ver.

"Pero -continuó en el mismo tono firme de voz- nadie negará que el actual Gobierno ruso ha sido constituido por el partido bolchevique -de nuevo tuvo que hacer una pausa- de suerte que, desde el punto de vista práctico, es exactamente lo mismo."

Estas palabras desencadenaron un clamor ensordecedor en los bancos de la derecha, pero el centro y la izquierda, cuya curiosidad se había despertado, impusieron silencio.

La argumentación de Lenin fue sencilla.

"Decidme francamente, vosotros, campesinos a quienes nosotros hemos entregado las tierras de los pomiechichiks (terratenientes), si ahora queréis impedir que los obreros ejerzan el control de la industria. Se trata de una guerra de clases. Los terratenientes, como es natural, ofrecen resistencia a los campesinos, y los industriales hacen frente a los obreros. ¿Vais a dejar que se dividan las filas del proletariado? ¿En qué bando vais a estar?

"Nosotros, los bolcheviques, somos el partido del proletariado, del proletariado campesino lo mismo que del proletariado industrial.

Nosotros, los bolcheviques, somos defensores de los Soviets, lo mismo de los Soviets campesinos que de los de obreros y soldados. El actual gobierno es un gobierno de los Soviets. No invitamos a participar en el gobierno solamente a los Soviets campesinos; también hemos invitado a los representantes de la izquierda socialrevolucio-naria a entrar en el Consejo de Comisarios del Pueblo.

"Los Soviets son la representación más perfecta del pueblo, de los obreros de las fábricas y las minas, de los trabajadores del campo. Quienquiera que trate de aniquilar a los Soviets comete un acto antidemocrático y contrarrevolucionario, y yo os advierto, camaradas socialrevolucionarios de derecha, y a vosotros, señores kadetes, que si la Asamblea Constituyente tratara de acabar con los Soviets, nosotros no se lo permitiríamos."

La tarde del 25 de noviembre, Tchernov llegó apresuradamente de Moguifev, enviado por el Comité ejecutivo. Considerado dos meses antes como revolucionario extremista y muy popular entre los campesinos, se le encomendaba ahora la misión de contener el peligroso deslizamiento del congreso hacia la izquierda. A su llegada, Tchernov fue detenido y conducido al Smolny, donde, después de una breve conversación, se le dejó en libertad.

Sus primeras palabras fueron para reprochar vivamente a los miembros del Comité Ejecutivo que hubiesen abandonado el congreso. Accedieron a reintegrarse a la sala con él y Tchernov hizo su entrada en el salón de sesiones acogido por los aplausos de la mayoría y-los abucheos y la rechifla de los bolcheviques.

-Camaradas, estaba ausente de Petrogrado. Me hallaba participando en la Conferencia del 12º ejército para la convocatoria de un congreso de todos los delegados campesinos de los ejércitos del frente Oeste. Estoy, por lo tanto, poco al corriente de la insurrección que aquí se ha producido.

Zinoviev, poniéndose en pie de un salto, le espetó:

-Sí, has estado ausente... ¡durante algunos minutos! (Violento tumulto. Gritos de ¡Abajo los bolcheviques!) Tchernov reanudó su discurso:

-La acusación de haber conducido un ejército contra Petrogrado carece de fundamento: es totalmente falsa. ¿De dónde parte esta acusación? ¡Dame tus fuentes de información!

Zinoviev:

-Son la Izvestia y el Dielo Naroda, tu propio periódico; ahí tienes las fuentes de información que me pides.

El rostro alargado de Tchernov, con sus ojillos pequeños, su cabellera flotante y su barba entrecana, se tino de púrpura, pero se dominó y siguió adelante:

-Repito que no ser casi nada de lo que ha pasado y que no he conducido más ejército que éste (señalando con un gesto a los delegados campesinos), cuya presencia aquí se me puede atribuir en gran parte. (Risas y gritos: ¡Bravo!) A mi regreso visité el Smolny; allí no me hicieron acusación alguna de tal género... Después de celebrar una breve entrevista, salí de allí, y no hubo más. ¡Que venga alguien ahora a repetirme esa acusación!

Se desencadenó un tumulto desenfrenado. Los bolcheviques y algunos socialrevolucionarios de izquierda, de pie, vociferaban y amenazaban con el puño, mientras el resto de la asamblea se esforzaba por acallar a gritos a los otros.

-¡Esto es un escándalo, no es una sesión! -exclamó Tchernov al tiempo que salía del salón. La reunión fue aplazada, a causa del estrépito y el desorden.

Mientras taníb, la cuestión de la situación legal del Comité Ejecutivo agitaba los ánimos. Al declarar al congreso "conferencia extraordinaria", se trataba de impedir la reelección del Comité Ejecutivo, pero esto era un arma de dos filos. La izquierda socialrevo-lucionaria declaró, en efecto, que si el congreso no tenía poderes sobre el Comité Ejecutivo, tampoco éste podía tenerlos sobre el congreso. El 25 de noviembre la asamblea decidió que los poderes del Comité Ejecutivo serían asumidos por la conferencia extraordinaria y que sólo-tomarían parte en la votación los miembros del ejecutivo elegidos regularmente como delegados.

Al día siguiente, a pesar de la violenta oposición de los bolcheviques, se hizo una enmienda a esta resolución, en virtud de la cual todos los miembros del Comité Ejecutivo, delegados o no, votarían en la asamblea.

El 27 se sostuvo el debate sobre la cuestión agraria, en el cual se revelaron las diferencias existentes entre el programa bolchevique y el de los sociayfevolucionarios de izquierda.

Katchinski esbozó, en nombre de esta fracción, la historia del problema agrario a lo largo de la revolución. El primer Congreso de los Soviets campesinos, dijo, había votado una resolución escueta en pro de la entrega inmediata de las grandes propiedades a los comités agrarios. Pero los jefes de la revolución y los burgueses del gobierno se habían opuesto a que el problema quedara resxielto antes de la reunión de la Asamblea Constituyente... El segundo período de la revolución, "el período de las componendas", se había caracterizado, según él, por la entrada de Tchernov en el gabinete. Los campesinos creyeron firmemente que se acercaba la solución práctica del problema de la tierra; pero, a pesar del mandato imperativo del primer congreso campesino, los reaccionarios y los "conciliadores" del Comité Ejecutivo habían impedido toda acción. Esta política provocó una serie de desórdenes en el campo, que fueron la expresión natural de la impaciencia y las aspiraciones reprimidas de los campesinos. Estos, comprendiendo el sentido exacto de la revolución, querían pasar de las palabras a los hechos...

"Los recientes acontecimientos -dijo el orador- no son un simple motín, una "aventura" bolchevique, sino un verdadero levantamiento popular que todo el país ve con simpatía...

"Los bolcheviques, de una manera general, han adoptado la única actitud posible en el problema de la tierra; pero, al recomendar a los campesinos que se incauten de las tierras por la fuerza, han cometido un grave error... Han declarado desde los primeros días que los campesinos debían apoderarse de las tierras por "la acción revolucionaria de masas". Eso es la anarquía; el traspaso de la tierra puede llevarse a cabo con orden... Para los bolcheviques, lo importante era que los problemas de la revolución se resolvieran lo antes posible, pero sin conceder ninguna importancia al modo de resolverlos...

"E1 decreto sobre la tierra del Congreso de los Soviets es idéntico, en el fondo, a las decisiones del primer congreso campesino. ¿Por qué, entonces, no ha seguido el nuevo gobierno la táctica trazada por dicho congreso? Porque el Consejo de Comisarios del Pueblo quiso acelerar la solución del problema a fin de que la Asamblea Constituyente no tuviese ya nada que hacer...

"E1 gobierno comprendió, sin duda, que había que tomar medidas prácticas. Pero, sin reflexionar más, adoptó la reglamentación de los comités agrarios, creando así una situación extraña, pues el Consejo de Comisarios del Pueblo abolió la propiedad privada, siendo así que las mermas establecidas por los comités agrarios se basaban precisamente en la propiedad privada... Sin embargo, esto no ha ocasionado daño alguno, ya que los comités agrarios no hacen el menor caso de los decretos soviéticos y sólo aplican sus propias medidas, las cuales descansan en la voluntad de la gran mayoría de los campesinos...

"Estos comités agrarios no tratan de dar al problema ninguna solución legislativa; eso es misión de la Asamblea Constituyente... ¿Pero la Asamblea Constituyente estará animada del deseo de satisfacer la voluntad de los campesinos rusos? No lo podemos afirmar... De lo único que estamos seguros es de que la decisión revolucionaria anima ahora a los campesinos y que la Asamblea Constituyente se verá obligada a resolver el problema de la tierra ajustándose a los deseos de los campesinos... La Asamblea Constituyente no se atreverá a dar de lado a la voluntad del pueblo..."

Después de Katchinski tomó la palabra Lenin, a quien ahora escuchó el auditorio con ávida atención:

"En este momento, tratamos de resolver no solamente el problema de la tierra, sino todo el problema de la revolución social, y no solamente para Rusia, sino para el mundo entero.

"El problema agrario no puede resolverse al margen de los otros problemas de la revolución social. Por ejemplo, la confiscación de las tierras provoca la resistencia, no sólo de los terratenientes rusos, sino también la def capital extranjero, al que se halla vinculada la gran propiedad de la tierra por medio de los bancos...

"La gran propiedad de la tierra, en Rusia, determina la más espantosa opresión y explotación, y la confiscación de la tierra por los campesinos es uno de los pasos más importantes de nuestra revolución. Pero este paso no puede desligarse de otros actos revolucionarios, como lo revelan bien a las claras las etapas que la revolución ha tenido que recorrer. La primera etapa fue la del aplastamiento de la autocracia y el poder de los capitalistas industriales y los terratenientes, cuyos intereses se hallaban estrechamente vinculados. La segunda etapa condujo al fortalecimiento de los Soviets y a un arreglo político con la burguesía. El error de los socialrevolucionarios de izquierda fue el no haberse opuesto entonces a la política de componendas bajo el pretexto de que consideraban que el desarrollo de la conciencia de las masas no se hallaba aún maduro.

"Si el socialismo no pudiera implantarse hasta que todo el mundo sin excepción haya alcanzado el desarrollo intelectual suficiente, no veriamos el socialismo, probablemente, antes de quinientos años. El partido político de la clase obrera es la vanguardia de esta clase; no debe dejarse detener en su marcha por el bajo nivel de educación de las masas, sino que debe ponerse al frente de ellas, valiéndose de los Soviets como instrumentos de su iniciativa revolucionaria... Pero para ponerse a la cabeza de los vacilantes es preciso que los cama-radas socialrevolucionarios de izquierda dejen ellos mismos de vacilar.

"Desde el mes de julio último ha comenzado a producirse una ruptura abierta en las relaciones entre las masas populares y los "conciliadores"; y sin embargo, hoy, en noviembre, la izquierda socialrevolucionaria sigue tendiendo la mano a Avxentiev, quien trata de dar largas al pueblo. Si continúan las componendas, se acabará la revolución. Con la burguesía no hay transacción posible; su poder tiene que ser definitivamente aplastado.

"Los bolcheviques no hemos modificado nuestro programa agrario. No hemos renunciado a abolir la propiedad privada sobre la tierra, ni pensamos hacerlo. Hemos aceptado la reglamentación de los comités agrarios, que no se basa en modo alguno en la propiedad privada, porque nos esforzamos por cumplir la voluntad popular, fieles a los deseos y mandatos del pueblo, con el fin de estrechar más todavía la coalición de todos los elementos que luchan por la revolución socialista.

"Invitamos a los socialrevolucionarios de izquierda a formar parte de esta coalición, pero insistiendo en que dejen de mirar hacia atrás y rompan con los 'conciliadores' de su propio partido.

"En lo que se refiere a la Asamblea Constituyente, es cierto, como decía el orador anterior, que el resultado de sus trabajos dependerá de la presión revolucionaria ejercida por las masas. A esto yo añado: ¡tened confianza en esta presión revolucionaria, pero no olvidéis vuestro fusil!"

A continuación, Lenin dio lectura al proyecto de resolución de los bolcheviques:

El Congreso campesino aprueba por unanimidad e íntegramente el decreto sobre la tierra de 8 de noviembre de 1917, votado por el Congreso de Diputados obreros y soldados de toda Rusia, y promulgado por el Consejo de Comisarios del Pueblo, como Gobierno provisional obrero y campesino de la República rusa.

El Congreso campesino expresa su firme e inquebrantable decisión de apoyar con todas sus fuerzas la aplicación de este decreto; exhorta a los campesinos a que le presten su apoyo unánime y a que ellos mismos lo pongan en ejecución sin demora; los exhorta, asimismo, a elegir para todos los puestos importantes solamente a quienes hayan demostrado con hechos, y no simplemente con palabras, su absoluta fidelidad a \es intereses de los trabajadores campesinos explotados y su volifntad y capacidad para defender estos intereses contra toda resistencia por parte de los grandes propietarios, de los capitalistas y de todos sus secuaces y cómplices.

El Congreso campesino se declara, al mismo tiempo, convencido de que la total ejecución de las medidas previstas en el decreto sobre la tierra sólo será posible mediante el triunfo de la Revolución socialista obrera iniciada el 7 de noviembre; de que sólo la Revolución socialista podrá asegurar: 1º la entrega definitiva de la tierra a los campesinos trabajadores (excluyendo toda posibilidad de retorno al orden anterior); 2º la confiscación de las fíncas-modelo y su entrega a las comunidades de campesinos; 3º , la confiscación de la maquinaria agrícola perteneciente a los grandes terratenientes; 4º , la defensa de los intereses de los obreros agrícolas mediante la abolición total de^la esclavitud asalariada; 5º , la distribución regular y sistemática de los productos de la agricultura y de la industria entre todas las regiones de Rusia; 6º , la incautación de los bancos (sin la cual sería imposible, después de abolida la propiedad privada, el paso de las tierras a la propiedad de todo el pueblo); 7º , las demás clases de ayuda a los obreros por parte del Estado. . . Por todas estas razones, el Congreso campesino, que apoya sin reservas la Revolución socialista del 7 de noviembre, expresa su resolución inquebrantable de llevar a cabo, progresivamente pero sin vacilación alguna, las medidas conducentes a la transformación socialista de la República rusa.

Condición indispensable para el triunfo de la Revolución socialista, la única que puede asegurar el éxito perdurable y la total ejecución del decreto sobre la tierra, es la unión estrecha de los trabajadores explotados de los campos con la clase obrera y el proletariado de todos los países avanzados. De ahora en adelante, en la República rusa, toda la organización del Estado, de arriba abajo, deberá descansar sobre esta unión. Sólo ella, aniquilando toda tentativa directa o indirecta, abierta o encubierta, para volver a una política de componendas con la burguesía y con sus dirigentes -política condenada por las experiencias hechas con los ejecutores de la política burguesa-, podrá asegurar el triunfo del socialismo en el mundo.

Los elementos reaccionarios enquistados en el Comité Ejecutivo no se atrevieron ya a manifestarse abiertamente. Chernov, sin embargo, habló varias veces con una imparcialidad revestida de modestia y que ganaba las simpatías. Se le invitó, incluso, a que ocupara un puesto en el presidium... La segunda noche del congreso, el presidente recibió una nota anónima que solicitaba para Chernov la presidencia de honor del congreso. Ustinov leyó la nota en voz alta, pero Zinoviev se puso de pie inmediatamente, gritando que se trataba de un ardid del antiguo Comité Ejecutivo para apoderarse de la dirección del congreso; en un instante la sala, en ambos bandos, se convirtió en un mar encrespado de brazos gesticulantes y de rostros enfurecidos-No obstante, Chernov siguió conservando su popularidad. Durante los turbulentos debates en torno al problema agrario y 2 la resolución de Lenin, los bolcheviques estuvieron a punto de abandonar a la asamblea en dos ocasiones, pero en ambas fueron contenidos por sus jefes... Yo llegué a tener la impresión de que el congreso se encontraba en una callejón sin salida.

Ninguno de nosotros sabía que en el Smolny estaban celebrándose ya, en aquellos momentos, conversaciones secretas entre la izquierda socialrevolucionaria y los bolcheviques. Al principio, los social-revolucionarios de izquierda exigían un gobierno que incluyese a todos los partidos socialistas, representados o no en los Soviets, y responsable ante un congreso del pueblo, formado por un número igual de delegados de las organizaciones de obreros y soldados y de las organizaciones campesinas, y completado por delegados de las Dumas municipales y los zemstvos. Lenin y Trotzki serían eliminados, y se procedería a la disolución del Comité Militar Revolucionario y de los otros órganos de represión.

En la mañana del miércoles, 28 de noviembre, después de una lucha enconada que se había prolongado toda la noche, se concertó un acuerdo. El Tsitk, compuesto por 108 miembros, debería ampliarse, incluyendo: 108 miembros elegidos por el congreso campesino a base del sistemare representación proporcional, 100 delegados elegidos por sufragio directo entre el ejército y la marina, y 10 representantes de los sindicatos (35 de los sindicatos de toda Rusia, 10 de los Ferroviarios y 5 de Correos y Telégrafos). Se prescindía de las Dumas y los zemstvos. Lenin y Trotzki continuarían en el gobierno y seguiría funcionando el Comité Militar Revolucionario.

Las sesiones del congreso, entre tanto, se trasladaron a la antigua escuela Imperial de Derecho, en el número 6 de la Fontanka, sede del Comité Ejecutivo de los Soviets campesinos. En la tarde del miércoles, los delegados se reunieron en el amplio anfiteatro. El antiguo Comité Ejecutivo se habla retirado y en aquellos mismos momentos deliberaba oficiosamente en otra sala; en la reunión tomaban parte los delegados descontentos y los representantes de los comités del ejército.

Chernov iba de una a otra asamblea, observando atentamente la marcha de los -debates. Sabía que se estaba negociando un acuerdo con los bolcheviques, pero ignoraba que el acuerdo había sido concertado.

Dirigiéndose a la asamblea oficiosa, declaró:

-Ahora quertodo el mundo se muestra en favor de un gobierno integrado por todos los socialistas, muchos olvidan al primer ministerio, que no era un gobierno de coalición y que no tenía más que un solo socialista, Kerenski; ese gobierno fue muy popular en sus días. Hoy, se acusa a Kerenski; se olvida que fue llevado al poder, no sólo por los Soviets, sino también por las masas populares.

¿Por qué ha cambiado la opinión pública con relación a Kerenski? Los salvajes adoran a dioses a los que dirigen sus plegarias y a los que castigan cuándo " alguno de sus ruegos no es" escuchado... Eso es, exactamente, lo que ocurre en este momento... Ayer, Kerenski; hoy, Lenin y Trotzki; mañana, algún otro.

"Nosotros habíamos propuesto a ambos, a Kerenski y a los bolcheviques, que abandonaran el poder. Kerenski ha aceptado: hoy, han hecho saber desde su retiro que presentaba su dimisión como primer ministro. Los bolcheviques se obstinan en conservar el poder, a pesar de que no saben cómo ejercerlo...

"Lo mismo si los bolcheviques triunfan que si fracasan, la suerte de Rusia no cambiará. Los pueblos rusos saben perfectamente lo que quieren; ellos mismos están aplicando sus propias medidas... Es el campo el que, a la postre nos salvará..."

Entre tanto, Ustinov había anunciado en el gran salón el acuerdo concertado entre el congreso campesino y el Smolny, y, al conocerlo, una alegría indsscriptible se adueñó de los delegados. De pronto, apareció Chernov y pidió la palabra.

"Tengo entendido -comenzó a decir- que se va a concertar un acuerdo entie el congreso campesino y el Smolny. Semejante acuerdo sería ilegal, ya que el verdadero Congreso de los Soviets campesinos no se reúne sino hasta la próxima semana...

"Por otra parte, quiero advertiros que los bolcheviques no aceptarán jamás vuestras exigencias..."

Una inmensa carcajada de mil gargantas lo interrumpió. Dándose cuenta de la situación, abandonó la tribuna y la sala, llevándose con él su popularidad...

Ya avanzada la tarde del jueves 29 de noviembre, el congreso se reunió en sesión extraordinaria. Reinaba un ambiente de fiesta, en todos los rostros se dibujaba una sonrisa... Se liquidaron rápidamente los asuntos que estaban en trámite, y después el viejo Natanson, el decano de barba'blanca de la izquierda socialrevolucionaria, con voz trémula y lágrimas en los ojos, dio lectura al "acta de matrimonio" de los Soviets campesinos con los Soviets de obreros y soldados. Cada vez que se repetir la palabra "unión" estallaban frenéticos aplausos... Al final, Ustinov anunció la llegada de una delegación del Smolny, acompañada de representantes del ejército rojo. Se le tributó una ovación entusiasta. Uno tras otro subieron a la tribuna para saludar al congreso, un obrero, un soldado y un marino.

En seguida, Boris Reinstein, delegado del partido obrero socialista norteamericano, tomó la palabra, para decir:

"El día de la unión del congreso de los campesinos con los Sóviets de los Diputados obreros y soldados es uno de los más grandes de la revolución. Él eco de esta victoria resonará éri ef mundo entero, en París, en Londres y al otro lado del océano, en Nueva York. Esta unión llevará la alegría a los corazones de todos los trabajadores.

"Ha triunfado una gran idea. El Occidente y América esperaban de Rusia, del proletariado ruso, algo grandioso... El proletariado del mundo vuelve sus ojos hacia la Revolución rusa, esperando la gran obra que está llevando a cabo..."

Sverdlov, presidente del Tsik, acudió también para saludar al congreso. Luego, a los gritos de "¡Hurra! ¡La guerra civil ha terminado! ¡Viva la democracia unida!", los campesinos fueron saliendo lentamente del edificio.

Había caído la noche y sobre la nieve helada resplandecía la blanca claridad de la luna y las estrellas. Al borde del canal, el regimiento Pablo estaba alineado en uniforme de campaña, con su banda de música, que rompió a tocar "La Marsellesa". Entre las aclamaciones clamorosas de los soldados, los campesinos se formaron en comitiva y desplegaron la gran bandera roja del Comité Ejecutivo del Soviet campesino de toda Rusia, en la que campeaba, recién bordada en letras de oro, la inscripción: "¡Viva la alianza de las masas trabajadoras revolucionarias!" Seguían muchas otras banderas; entre ellas, la de los Soviets de barriada y la de las fábricas Putilov con esta leyenda: "¡Nos inclinamos ante esta bandera; nuestra meta es la fraternidad de todos los pueblos!

Se encendieron antorchas que taladrando la noche con luces anaranjadas, reflejadas por miríadas en los cristales de hielo, desplegaron sus caudas humeantes sobre el cortejo, que avanzaba cantando a lo largo de la Fontanka, entre multitudes asombradas y mudas.

"¡Viva el ejército revolucionario!" "¡Viva la Guardia Roja!" "¡Vivan los campesinos!"

La formidable manifestación recorrió la ciudad, engrosando sobre la marcha y desplegando constantemente nuevas banderas rojas con letras de oro. Dos viejos campesinos, encorvados por el trabajo, marchaban del brazo, con el rostro iluminado por una felicidad infantil.

-Oye -dijo uno de ellos-, ¡quisiera yo ver si nos quitan la tierra ahora!

Cerca del Smolny, los guardias rojos estaban alineados a los lados de la calle, locos de alegría. El otro viejo campesino le dijo a su ca-marada:

-No me siento cansado; parece como si hubiese hecho todo el camino por el aire.

En la escalinata del Smolny, un centenar de diputados obreros y soldados, con sus banderas, se destacaba formando una masa sombría contra la luz que brotaba del interior entre las arcadas. Como un alud se precipitaron hacia los campesinos, estrechándolos contra sus pechos y abrazándolos; después, la comitiva, tras de haber franqueado la amplia entrada, subió pesadamente las escaleras, con un ruido de trueno.

En el gran salón blanco aguardaban el Tsik, el Soviet de Petrogrado en pleno y un contingente de espectadores que llegaría al millar, con esa solemnidad que acompaña a los grandes momentos de la historia.

Zinoviev, en medio de la ruidosa aprobación de los asistentes, que se convirtió en tempestad cuando los acordes de la música resonaron en el pasillo y la cabeza de la comitiva penetró en la sala, anunció el acuerdo concertado con el congreso campesino. El presidium se puso en pie para'dejar sitio en el estrado al del congreso campesino y se cambiaron abrazos. Detrás de ellos, las dos banderas fueron enlazadas sobre el muro blanco, encima del marco vacío del que se había arrancado el retrato del zar...

Después, se abrió la sesión triunfal. Tras algunas palabras de bienvenida pronunciadas por Sverdlov, subió a la tribuna María Spi-ridonova, delgada, pálida, con sus gafas y su cabellera lisa, con el aire de una institutriz puritana; era, en aquellos días, la mujer más querida y más poderosa de Rusia.

-Ante los obreros de Rusia se abren ahora horizontes que la historia jamás ha conocido... Todos los movimientos obreros del pasado acabaron con una derrota. El movimiento presente es un movimiento internacional, y por tanto invencible. No hay fuerza en el mundo que pueda extinguir la llama de la revolución. El viejo mundo se hunde, el nuevo comienza a alborear...

Después de ella habló Trotzki, lleno de fuego:

-¡Os doy la bienvenida, camaradas campesinos! Estáis aquí no como invitados, sino como dueños de esta casa en la que late el corazón de la revolución. La voluntad de millones de obreros está concentrada en esta sala. De ahora en adelante, la tierra de Rxisia no conoce más qxie un dueño, la gran alianza de los obreros, soldados y campesinos...

Luego, en tono mordaz y sarcástico, habló de los diplomáticos aliados, que hasta entonces mantenían una actitud desdeñosa hacia u proposición rusa de armisticio, aceptada por las potencias centrales.

-Hoy nace una nueva humanidad. Desde esta sala, juramos a los trabajadores de todos los países mantenernos sin desfallecimiento en nuestro puesto revolucionario. Si sucumbimos, será en defensa de nuestra bandera...

Krylenko expuso la situación en el frente, donde Dujonin preparaba la resistencia contra el Consejo de Comisarios del Pueblo.

-Que Dujonin y sus cómplices sepan que trataremos implacablemente a quienes traten de cerrarnos el camino de la paz.

Dybenko saludó a la asamblea en nombre de la flota, y Kruschinski, miembro del Vikjel, declaró:

-Ahora que la unión de todos los verdaderos socialistas se ha realizado, todo el ejército de los ferroviarios se pone a las órdenes de la democracia revolucionaria.

Luego les tocó al turno a Lunacharski, que habló con lágrimas en los ojos; a Prochian, quien intervino en nombre de la izquierda socialrevolucionaria, y por último a Sajarasvili, que en nombre del grupo de los interjiacionalistas unificados, formado por miembros de los grupos Martov y Gorki, declaró:

-Habíamos abandonado el Tsik como protesta contra la política intransigente de los bolcheviques y para obligarlos a hacer las necesarias concesiones encaminadas a realizar la unión de toda la democracia revolucionaria. Ahora que esta unión se ha hecho, consideramos como un deber sagrado ocupar otra vez nuestros puestos en el Tsik... Declaramos que todos los que se han retirado del Tsik deben reintegrarse a él.

Staschkov, viejo campesino venerable, miembro del presidium del congreso campesino, haciendo una reverencia hacia los cuatro lados del salón, dijo:

-¡Os saludo, con mis mejores deseos, en ocasión del bautismo de la nueva vida y la nueva libertad rusas!

Desfilaron por la tribuna Gronski, en nombre de los socialdemó-cratas polacos; Skrypnik, en el de los comités de fábrica; Tifonov, en el de las trop'as rusas de Salónica, y muchos más, dejando hablar a sus corazones con la generosa elocuencia de los anhelos cumplidos...

A hora avanzada de la noche se votó por unanimidad la siguiente resolución:

El Comité Central de los Soviets de obreros y soldados de toda Rusia, el Soviets de Petrogrado y el congreso extraordinario de campesinos de toda Rusia ratifican los decretos sobre la tierra y la paz, votados por el segundo Congreso de los Soviets de los Diputados obreros y soldados, y el decreto sobre el control obrero, votado por el Comité Central Ejecutivo de toda Rusia.

Las asambleas conjuntas del Tsik y del congreso campesino panruso expresan su firme convicción de que la alianza de los obreros, soldados y campesinos, la unión fraternal de todos los trabajadores y de todos los explotados, consolidará el poder por ella conquistado y tomará todas las medidas revolucionarias necesarias para acelerar el paso del poder a manos de los trabajadores en los demás países, asegurando así una victoria perdurable a la causa de la paz justa y del socialismo.[2]

 

Notas

1. Respuesta a las preguntas de los campesinos

En respuesta a numerosas preguntas formuladas por los campesinos se aclara que, de ahora en adelante, todo el Poder del Estado pasa íntegramente a manos de los Soviets de Diputados obreros, soldados y campesinos. Después de haber triunfado en Petrogrado y en Moscú, la revolución obrera va triunfando en los demás centros de Rusia. El Gobierno obrero y campesino asegura la alianza de la masa de los campesinos, de los campesinos más menesterosos, de la mayoría de los campesinos, con los obreros contra los terratenientes, contra los capitalistas.

En consecuencia, los Soviets de Diputados campesinos, en primer lugar los de los distritos y después de ellos los de las provincias, son a partir de ahora, y hasta la convocatoria de la Asamblea Constituyente, los órganos soberanos del Poder del Estado en las diversas localidades.. La propiedad de la tierra ha sido abolida por el Segundo Congreso di Soviets de toda Rusia. El actual Gobierno provisional obrero y campesino ha promulgado un decreto sobre la tierra. De acuerdo con este decreto, todas las tierras de los terratenientes pasan íntegramente a manos de los Soviets de Diputados campesinos. Los comités agrarios cantonales (de folost) deben tomar inmediatamente posesión de todas las tierras de los terratenientes, ejercer sobre ellas un control severo, velar y mantener un orden absoluto, preservar rigurosamente los bienes que antes pertenecieron a los terratenientes, convertidos desde ahora en bienes del pueblo y que, por tanto, deben ser protegidos por él.

Todas las disposícionesae ios comités agrarios cantonales tomadas con el asentimiento de los Soviets de Diputados campesinos de las provincias, en ejecución de los decretos del Poder revolucionario, son completamente legales y deben ser aplicadas inmediatamente y sin restricción.

El Gobierno obrero y campesino, nombrado por el Segundo Congreso de los Soviets de toda Rusia, se denomina Consejo de Comisarios del Pueblo.

El Consejo de Comisarios del Pueblo invita a los campesinos a tomar en sus manos todo el poder en sus localidades.

Los obreros prestarán a los campesinos el apoyo más completo en todos los sentidos, organizarán la producción de máquinas y aperos y pedirán a los campesinos, a cambio de ello, que les ayuden mediante suministros de trigo.

El presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo,

VLADIMIR ULIANOV (LENIN)

Petrogrado, 18 de noviembre de 1917.

 

2.  El Congreso de los Soviets campesinos, dotado de plenos poderes, se constituyó una semana nías tarde, aproximadamente, y estuvo reunido por espacio de varias semanas. Su historia no es más que una repetición, en escala más amplia, de la historia de la "Conferencia extraordinaria". Primero, la gran mayoría de los delegados se mostró hostil al Gobierno de los Soviets y sostuvo el ala reaccionaria. Algunos días después, la asamblea apoyaba con sus votos a Chernov y los moderados. Días más tarde, la inmensa mayoría del Congreso se unía al grupo de María Spiridonova, enviando sus delegados al Tsik, que funcionaba en el Smolny... El ala derecha se retiró, para celebrar aparte su propio Congreso, cuyos efectos se fueron diluyendo día tras día, hasta que, por último, se esfumaron sin dejar rastro...