M. N. Roy

 

Nacionalismo Burgués

 


Redactado: Fechado el 15 de agosto de 1923.
Publicado por vez primera: En ingles, como editorial en Vanguard, Vol.3. No.1.
Traducción al castellano: Por Rodrigo M, para marxists.org, abril de 2013, en base a la edición publicada en inglés en marxists.org.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2013.


 

 

Fuimos informados por un amigo de que nuestra crítica del nacionalismo burgués es atacada por muchos revolucionarios nacionalistas sinceros por la creencia posterior de que esta crítica refleja sobre su honradez. Permita ser dicho que al primer comienzo de nuestro deber no nos es permitido perdonar los sentimientos de ningún sector particular que, directa o indirectamente, actúe contrario a los intereses de las masas indias. Creemos que los nacionalistas revolucionarios, que están inspirados por el noble ideal de la liberación nacional, y quienes durante las últimas dos décadas han venido demostrando ampliamente que están preparados para sufrir por este ideal, comparten también con nosotros el deseo de proteger los intereses, y garantizar la felicidad y la prosperidad de las masas. Correctamente entendida, nuestra crítica, por tanto, no debiera ofender a estos honrados idealistas; al contrario, el objeto de nuestra crítica ha sido siempre señalar, por encima de ellos, el motivo tras los aparentemente plausibles actos de las clases dominantes.

Parece que el malentendido surge del término burguesía. La correcta definición socioeconómica de este término no ha sido evidentemente solicitada. Es observada como una comodidad occidental que no tiene lugar en India. En pocas palabras, este término despierta en el indio medio bastante prejuicio, que es mantenido vivo por la sutil propaganda de las clases dominantes. En vez de buscar la clase dentro de nuestra sociedad que corresponda con lo que es llamado burguesía en Occidente, el término común “bhadralok” es tomado como sinónimo. Por tanto surge el malentendido. Evidentemente, el término “bhadralok” es esencialmente aplicable a las clases dominantes, y en este sentido corresponde a la burguesía de Occidente. Pero el término “bhadralok” abarca ahora tal variedad de elementos sociales que es incorrecto su uso como sinónimo de la palabra “burguesía”, que tiene un significado muy concreto.

El término “bhadralok” designa literalmente a una persona culta -en ocasiones como el inglés “gentlemen”. Ciertamente tiene una base económica indirecta, dado que la cultura ha sido disponible solamente por las personas que disfrutaban de ciertos privilegios económicos. El término indio, sin embargo, no es tan claramente económico como lo es “burguesía”. La segunda es una palabra francesa que era originalmente aplicada a los afincados hombres de ciudad, y conlleva consigo todos los poderes y privilegios que fue el monopolio de los afincados hombres de ciudad en el siglo XVIII. Por tanto, aunque esencialmente no hay mucha diferencia entre el significado de ambos términos, comúnmente no es lo mismo lo que es entendido de ellos en los lugares en que son usados respectivamente.

El inconveniente al término “burguesía” y particularmente la crítica levantada contra la filosofía y políticas de esta clase está basado en la diferencia entre el significado superficial de ambos términos. Es tal vez el pensamiento de que a las clases dominantes indias no les interesan las cosas materiales: su superioridad es cultural, ellos son aristócratas intelectuales. Esta es precisamente la doctrina cuya hipocresía venimos a exponer. Es inútil discutir sobre términos. Importa muy poco si el término “bhadralok” significa exactamente “burguesía” o no. Lo que importa es si existe una clase en la que por todo propósito ocupa el mismo lugar en la sociedad india que la burguesía en los países occidentales. Todos los elementos incluidos en el término general “bhadralok” tal vez no pertenezcan, y de hecho no pertenecen, completamente a esta clase. Es cierto que nuestra relación entre esta rama particular de los “bhadralok” y las masas no es la misma a la relación entre las masas y otros que también son llamados “bhadralok”. Aún más, la relación entre esta sección particular de los “bhadralok” (que precisamente corresponde a la burguesía) y otras secciones que también suelen ser llamadas “bhadralok” es difícil de ser distinguida de la relación existente entre la clase dominante y las masas. Por tanto lo que debe ser observado no es el uso suelto de un término particular, un uso que tiene que ser construido para la claridad y en la ausencia de un término que mejor se adapte, sino la composición social de la clase a la que se refiere este término. Si así se hace, nuestros amigos los revolucionarios nacionalistas no tendrán ninguna razón para ofenderse por nuestra crítica de la filosofía y políticas burguesas. Ya que están molestos porque piensan que nuestra crítica es contra ellos, y puesto que ellos no poseen los atributos que son el objeto de nuestra crítica, es lógica que se ofendan por nuestra actitud. De hecho, lo que constantemente señalamos es cómo la clase, de la que los revolucionarios nacionalistas son naturales, no disfrutan de ninguno de los derechos y privilegios que supuestamente pertenecen al “bhadralok”, y cómo la posesión intelectual de la que están tan orgullosos no son sino la comodidad que es vendida a las puertas de la posesión de propiedades de las clases altas a cambio de unos medios insuficientes de sustento. Por tanto, nuestra crítica debiera ayudar a los revolucionarios nacionalistas a ver las cosas como son, en vez de herir su orgullo.

La razón de este resentimiento por parte de los revolucionarios, si realmente existe tal resentimiento, es que ellos se consideran a ellos mismos miembros de la clase que llamamos la burguesía. Ahora, a la luz de los nobles sentimientos que mueven a estos nacionalistas, no es posible contarlos entre aquellos cuyo patriotismo es manifiestamente aquel de la propiedad privada, y cuya teoría del nacionalismo, como mostraremos a continuación, no corresponde con el bienestar de la mayoría de las personas que constituyen una nación. Decimos, a riesgo de incurrir en su disgusto del principio, a aquellos que con el tiempo deberán estar con nosotros: “No os sintáis tan orgullosos de vuestra ascendencia “bhadralok”, observad vuestra verdadera posición cercanamente, con una mirada realista, y veréis que no pertenecéis a la burguesía, la actual “bhadralok” que venimos diciendo”. En el lenguaje científico social, decimos a los patriotas revolucionarios que quieren la libertad, no de un cierto sector, sino de las masas de pueblo indio: “Sois unos desclasados: económicamente no tenéis lugar en el rango de la burguesía, pertenecéis a la clase obrera explotada: es únicamente el prejuicio del nacimiento, de la tradición el que no os permite tener este punto de vista realista sobre vuestra propia posición, materialmente sois un trabajador explotado, puro y sencillo; espiritualmente tenéis vuestras manos y pies encadenados por la sutil propaganda de las clases altas, quienes están muy interesadas en mantener vivos vuestros prejuicios contra la “multitud analfabeta”, para que la unión entre el trabajador intelectual y el trabajador manual sea aplazada cuanto sea posible. Siendo tal el caso, ¿por qué debería la clase que no disfruta de ninguno de los derechos y privilegios que conlleva la propiedad, ser defensores activos o pasivos de las políticas del nacionalismo burgués?”. Los patriotas revolucionarios no tienen sino un prejuicio que perder. Si pueden hacerlo, ellos apreciarán nuestra crítica de la burguesía, y verán que tal crítica no hace el menor ataque sobre su honradez.

¿No recordamos los sentimientos que, hace dos décadas, hicieron brotar de los estrechos círculos de aquellos insertos en prósperas profesiones liberal o que ocupaban confortables puestos en el gobierno? ¿Cuál fue el ideal de aquellos pioneros del nuevo nacionalismo que desafiaron el derecho del por entonces Congreso de hablar en nombre de la nación? El sentimiento era el de rebelión contra las condiciones miserables a las que las masas habían sido reducidas por los mandatarios extranjeros. El ideal fue el de alimental el hambre, el de ilustrar a los analfabetos. No fueron los altos obispos ingleses del constitucionalismo, sino rebeldes nativos u otros, como Bankim Chatterji, los genios inspiradores. La visión del pueblo hambriento, ignorante y oprimido fue la fuerza motora. Por tanto, la historia de Ananda Math exaltó la imaginación de nuestros patriotas revolucionarios. El aullido fue, robar a los ricos para dárselo a los pobres. En otra parte del país, la visión de Sivaji liderando a sus montañeros exaltó la imaginación popular. Ésta es la base del nacionalismo revolucionario, que atañe al destino de las amplias masas del pueblo. Hasta este momento ningún partido político, que se han apropiado en un momento u otro de la lucha por el interés nacional, se ha levantado sobre esta base. La razón de esta desviación ha sido constantemente señalada por nosotros. No ha sido una desviación involuntaria. Las exigencias del interés de clase lo demandan. Y aquí llega la diferencia entre el nacionalismo burgués calculado para hacer avanzar los intereses de las clases altas (especialmente capitalistas), y el patriotismo revolucionario basado en el noble ideal de asegurar la felicidad y la prosperidad a la mayoría de la población.

Cuando la burguesía, impulsada por el deseo de avanzar sus propios intereses de clase, traiciona la causa del patriotismo honesto, llega a ser imperativo que todo patriota sincero se recobre del prejuicio de ser “bhadralok” y tome su postura en el camino de la clara lucha revolucionaria, que guiará la realización del ideal que arde en él. Si fracasa, él naturalmente se identificará con la burguesía, y por tanto merece ser llamado hipócrita.

Ahora vamos a ver qué camino siguen varias escuelas del nacionalismo burgués, para así juzgar si ese camino conforma el ideal del patriotismo sincero. En un artículo reciente titulado “La amenaza bolchevique”, el Bengalí levantaba nuestro programa como absolutamente dañino a los intereses de la nación. Tras citar la cláusula particular que llamaba a dar la tierra a quien la cultiva, este órgano de príncipes del mercado y barones afincados escribe:

“Esto, por tanto, incumbe a todos los poseedores de propiedades y riqueza, a todos los hombres profesionales, a todos los patriotas sensatos y serios, a todos los apóstoles de la educación y la cultura que se reúnen y guardan contra este peligro incipiente que amenaza con minar los mismos cimientos de la estructura social, y paralizar las actividades de una joven y emergiente nación”.

El artículo entero está lleno de tales sentimientos escogidos que pueden encontrarse expresados con abundancia en la prensa de la gran burguesía. Cualquier programa que propone restringir al mínimo los intereses disfrazados de las clases altas es condenado en nombre de la nación, y el patriotismo de las clases medio bajas nacionalistas en invocado para apresurarse a la defensa de los derechos de propiedad contra las masas explotadas y expropiadas. ¿No merece idea del honesto patriotismo denunciar incondicionalmente esta rama del nacionalismo? ¿Estamos equivocados convocando a los nacionalistas revolucionarios a romper toda conexión con estos patriotas de la propiedad, y a olvidar su ilusión de superioridad intelectual, una ilusión que solamente les proporciona a los involuntarios defensores de esta rama del nacionalismo?

Un ejemplo más. El Partido Swaraj está encabezado por hombres cuyos patriotismo se supone por encima de cualquier sospecha. Aquí, de nuevo, no es el idealismo individual sino el interés de clase que manda por encima de lo demás: y la situación ha de ser conocida como una clase. El Partido Swaraj propone inscribirse en los Consejos y establecer una demanda por un gobierno con mayor autonomía, en nombre de la nación. Para hacerlo, deben poseer el mandato del electorado, que apenas supone la mitad de la población. ¿Y quién constituye este electorado? Arrolladoramente son clases altas pudientes. Por tanto, es posible saber cuál será la naturaleza del gobierno autonómico demandado por el Partido Swaraj. Aquí está lo que la Tribuna (un órgano del Partido Swaraj) dice: “Obligando al gobierno a convertirse en verdaderamente constitucional, en otras palabras, a aceptar al pueblo, el electorado, como su único dirigente verdadero”. Ésta es la filosofía política del partido, que cabe en una cáscara de nuez. Los intereses del electorado, ésta minoría infinitesimal, son tomados como intereses nacionales, y tan pronto como el gobierno tome esos intereses en consideración se convertirá en realmente constitucional. ¡Sobre esta realización del nacional gobierno autonómico, los representantes de esta minoría gobernarán sobre el país en el nombre del bienestar nacional y la democracia! ¿No es una monstruosa mentira el decir que cualquiera de los partidos de encima o algunos otros de naturaleza similar pueden recibir la leal adhesión de quienes honestamente desean el bienestar de las masas? ¿No es un error deplorable para los patriotas revolucionarios que se consideran a sí mismos aliados en cualquier modo con las clases que engañan a la nación por sus propios intereses? Esto es lo que nosotros entendemos por el nacionalismo de la burguesía.