Joe Slovo

 

Discurso en ocasión del 60 Aniversario del Partido Comunista Sudafricano

 


Pronunciado: En acto conmemorativo del 60 aniversario del Partido Comunista Sudafricano celebrado en Maputo, Mozambique, el 30 de julio de 1981.
Traducción al castellano: Juan Fajardo, abril de 2019; la traducción de realizó desde la versión digital de la transcripción del discurso, alojada en South African History Online. El documento original reside en la colección de los papeles de Jack Simons & Rachael ("Ray") Alexander Simons (BC1081) en la biblioteca de la Universidad de Ciudad del Cabo.
Esta edición: Marxists Internet Archive, abril 2019. 


 

 

Camaradas,

Nos hemos reunido para celebrar un día verdaderamente histórico: un día en el cual los Comunistas Sudafricanos se reunieron en Ciudad del Cabo el 30 de julio de 1921 y sembraron la primera semilla del marxismo-leninismo en nuestro continente de África. Es una seña de la manera en que ha progresado la historia el que estamos, en Maputo, capital de Mozambique Socialista, bajo la bandera roja del Internacionalismo, celebrando esta gran ocasión.

En los 60 años que han transcurrido desde aquel día de fundación, el mundo, el continente de África y nuestro propio país, han tomado grandes pasos en la lucha por un futuro de paz, un futuro de total liberación social y económica, un futuro de socialismo. Repasemos brevemente aquellos 60 años.

En 1921 el primer estado obrero tenía apenas 4 años y estaba aún en medio de una batalla por la supervivencia. Hoy, sobre los cimientos sentados por Octubre –la revolución más grande en la historia de la humanidad- se ha construido un invencible sistema mundial del socialismo. Los revolucionarios sudafricanos saludamos este mundo. Saludamos también a los Partidos Comunistas y Obreros de todas partes que están aun batallando por extender aquel mundo y, de una vez por todas, poner fin a toda forma de explotación del hombre por el hombre.

¡VIVA EL MUNDO SOCIALISTA!

¡VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!

 

En 1921 el mapa del continente negro de África era un mosaico de colores pintado por los imperios europeos. Ahora, con excepción de Sudáfrica, Namibia y el Sahara, el mapa de nuestro continente puede una vez más ser pintado de negro, al lograrse la primera etapa de la descolonización – la independencia política. Hoy, los revolucionarios sudafricanos saludamos al África independiente. Juramos hacer todo lo que podamos para apoyar la presente lucha contra el imperialismo, contra el neo-colonialismo y por un continente en el que la verdadera liberación logre su cometido final – aplastar a todos los explotadores, sean ellos blancos o negros, o tengan ellos su base en Europa o en África.

¡ABAJO EL IMPERIALISMO!

¡ABAJO EL COLONIALISMO!

¡VIVA LA CRECIENTE REVOLUCION EN AFRICA!

¡MAYIBUYE I-AFRICA!

 

En 1921, en Sudáfrica, la centenaria resistencia armada tribal apenas había sido quebrantada pero nuevas fuerzas por el cambio –especialmente el proletariado negro- aún no estaban plenamente desarrolladas. Hoy, luego de 60 años, los años de crecimiento y lucha han creado fuerzas sociales –la clase obrera, aquellos que trabajan la tierra, la juventud de la generación de Soweto—todas gritando con cada vez mayor fuerza y dignidad: “MUERTE AL RACISMO!” y “¡EL PUEBLO AL PODER!”

¡VIVA NUESTRO GRAN PROLETARIADO!

¡VIVAN NUESTROS TRABAJADORES RURALES Y CAMPESINOS!

¡VIVA NUESTRA JUVENTUD COMBATIVA!

 

Entonces, camaradas, en los 60 años de lucha de nuestro Partido, el mundo ha cambiado, África ha cambiado, y nuestro pueblo se apresta para la batalla más decisiva de nuestra historia.

Seremos quizás los últimos en ser liberados puesto que nos enfrentamos a la más poderosa y feroz ciudadela del racismo y del imperialismo. Pero cuando llegue la victoria, como inevitablemente lo hará, el aire de cambio que ha estado soplando por nuestro continente durante estas décadas se volverá un huracán, barriendo con los rezagos de la basura dejada por el colonialismo y el imperialismo. Las luchas en el África son inseparables. Nuestra victoria será la victoria de toda África, tal como la victoria del pueblo en cualquier parte de nuestro continente es victoria nuestra.

Reunidos, como estamos, aquí en Maputo, hay una victoria que tiene significado especial, no solo para nosotros en Sudáfrica, sino también para los revolucionarios en todas partes. Aquí, en Mozambique, se ha expandido el mundo socialista. Aquí, en la frontera de la peor reacción racista del mundo, se construye una isla de socialismo, dirigida por la vanguardia Comunista del pueblo trabajador mozambicano – FRELIMO.

Aquí es uno de los frentes claves no solo de África independiente en su lucha contra el racismo sino también en el frente del mundo socialista en África. Es un frente el cual, por encima de todos, los racistas y sus aliados imperialistas quieren quebrar económicamente y militarmente porque sienten en sus propios cuellos su soplo de libertad y emancipación; porque se convertido en una de las más brillantes señales de internacionalismo en nuestro continente. Valoremos y defendamos todos esa conquista con todos los recursos a nuestra disposición.

¡VIVA FRELIMO!

¡VIVA EL PRESIDENTE SAMORA MACHEL!

¡VIVA O POVO MOZAMBICANO!

 

Camaradas, esta es una celebración. Es por ello justo y correcto que expresemos nuestro júbilo, gritemos nuestros lemas, transmitamos nuestras voces por el aire, distribuyamos nuestra propaganda, y enarbolemos nuestras banderas no solo aquí en Mozambique sino, como sucedes ahora mismo, dentro de nuestro propio país en donde desde la clandestinidad se actúa en las mismas narices de la policía.

Pero también es un día de reflexión sobre nuestra historia, sobre nuestra ideología, y en el cual tomamos fuerzas para las venideras luchas afilando el arma elemental de nuestra práctica revolucionaria, el cual es nuestra comprensión revolucionaria.

La comprensión revolucionaria no surge súbitamente como una visión religiosa, ilustrando verdades eternas; es un proceso que nunca acaba porque la teoría del marxismo-leninismo en una herramienta, no una fórmula matemática. No es propiedad de un solo pueblo. Es tan indígena al África como a cualquier otro continente. Y, si ha de cumplir bien su papel, debe ser formada y moldeada a las condiciones objetivas de lucha que, a su vez, están constantemente en movimiento.

En su célebre discurso ante la Juventud Comunista de a Universidad de los Pueblos de Oriente, Lenin dijo: “No hay ningún libro comunista en el cual encontrarán todas las respuestas a sus problemas.” No quiso decir que el marxismo no tuviera un esquema universal. Estaba diciendo que su aplicación específica debe ser constantemente elaborada por revolucionarios que combinan comprensión de su esencia con la experiencia real de su propia situación y de la lucha en desarrollo.

Hoy, si el SACP puede mirar con orgullo sus contribuciones al desarrollo de la lucha de Sudáfrica es precisamente porque su historia, con todos sus altibajos, es un reflejo de ese proceso.

En la parte posterior de la invitación que recibieron departe del ANC para celebrar esta ocasión hay un mensaje de Alfred Nzo, Secretario General del ANC, que dice: “Ningún grado de subversión política e ideológica por parte de nuestros enemigos y sus apologistas debilitará jamás la alianza revolucionaria del ANC y el SACP.”

Esa asociación única no existió siempre. Para entender cómo surgió debemos examinar un poco de historia.

El Manifiesto de 1921 del PC resonó con un lenguaje de militancia y rebelión. Apeló “a todos los obreros sudafricanos, sindicalizados o no-sindicalizados, blancos y negros, a unirse en promover el derrocamiento del sistema capitalista, la ilegalización de la clase capitalista, y el establecimiento de una mancomunidad obrera en todo el mundo”.

Pero no se dice nada acerca de la opresión nacional, lucha nacional, ni movimiento nacional. Algunos comentaristas han explicado tal silencio con la observación de que cada uno de los delegados en 1921 era blanco. El Partido había sido formado básicamente de obreros inmigrantes europeos. ¿Fue su origen de clase en la privilegiada aristocracia del proletariado blanco lo que explica aquella omisión? Sin duda puede haber sido el caso en cuanto a algunos individuos. Pero es una explicación demasiado simplista.

Debemos recordar que en 1921 los comunistas sudafricanos no estaban solos en la creencia de que, luego de Octubre, la revolución socialista mundial estaba a la vuelta de la esquina. En Sudáfrica, el obrero blanco, bien organizado y formando el grueso de la “masa industrial”, no había aún conquistado su sitio en la mesa del amo y todavía expresaba cierto grado de hostilidad de clase hacia el capitalismo. El emergente proletariado negro era numéricamente reducido y falto de organización industrial efectiva. Ante lo resultó ser una perspectiva utópica de un éxito socialista en Sudáfrica (un éxito que el marxismo les decía solo podía basarse en el proletariado industrial), aquellos pioneros del comunismo sudafricano creyeron que aun quedaba suficiente potencial revolucionario en la clase obrera blanca como para asestar un “golpe definitivo” al sistema capitalista.

Entonces, ¿cómo zurcaron la discrepancia entre las dos realidades fundamentales de la estructura social sudafricana – la explotación de clase y la opresión nacional? Ellos creyeron que la solución a la cuestión nacional en Sudáfrica seguiría a la conquista del poder obrero, el cual proveería la base para proceder a la liberación del los grupos nacionales oprimidos de Sudáfrica.

Para completar la perspectiva tal como se desplegaba ante un revolucionario marxista de 1921 debemos recordar también el carácter y el nivel del movimiento nacional en aquel período. La formación del Congreso Nacional Africano –el primer movimiento nacional de africanos en nuestro continente- nueve años antes, fue un acontecimiento de significancia revolucionaria. Pero, al igual que los comunistas tempranos, el nuevo movimiento nacional fue, por un tiempo, rehén de otras limitaciones objetivas.

En los inicios de los 20’s la jefatura del ANC estaba aun dominado por un pequeño grupo de intelectuales negros y de jefes tribales tradicionales. La meta que se había trazado de crear un consciencia africana única estaba aun distante de ser cumplida. Visto a la luz de la actual militancia revolucionaria del ANC, su perspectiva inicial de lucha tenía muchas de las características de nacionalismo suplicante. Por ejemplo, estuvo a favor de la promoción de “un espíritu de lealtad a la Corona Británica y a toda autoridad legal”. Algunos de sus líderes llegaron al punto de reconocer “la superioridad de la raza blanca”. En 1928 su Casa de Jefes resolvió en contra de cooperación con el Partido Comunista, habiendo sido convencido por el argumento de que “el Tsar era un gran hombre en su país, de sangre real como nosotros, los jefes, y ¿dónde está él ahora?”

Es ante aquel trasfondo que los comunistas estuvieron dispuestos a desdeñar al ANC como un “Congreso burgués”.

Aquellos, entonces, fueron los inicios imperfectos del Partido Comunista y del ANC. He abordado el periodo temprano porque la historia de la lucha de los últimos sesenta años y, efectivamente de la lucha que viene por el poder popular, gira en torno a las mismísimas cuestiones que se presentaron desde el primer día de la vida del Partido. Son estas cuestiones las que, a lo largo de todo el periodo, continuaron brotando de alguna forma u otra; tuvieron, y aun tienen, una influencia directa en la formación ideológica del movimiento y, de aun mayor importancia, sobre su práctica revolucionaria.

Al poco tiempo de haber sido formado, el Partido empezó a virar de su posición exclusivamente de “clase contra clase”. El viraje temprano en énfasis hacia la liberación africana pronto fue reflejado en la cambiante composición de la membrecía. En 1928 ya no era un asunto netamente blanco y su membrecía africana alcanzaba el 90% del total. Influenciado por las discusiones y directivas de la Comintern, en relación a cualquier otra organización en el continente de África, el Partido tenía, en 1928, décadas de adelanto en elevar el concepto de gobierno mayoritario negro bajo la consigna de una “Republica Nativa independiente” como una etapa hacia el derrocamiento del capitalismo. Pero serían muchos años antes de que las implicancias de la relación entre lucha de clases y lucha nacional fueran más adecuadamente sintetizadas en el Programa de 1962 del Partido Comunista Sudafricano (EL CAMINO A LA LIBERTAD SUDAFRICANA) adoptado en la sexta Conferencia clandestina del Partido en Johannesburgo.

El ANC también tuvo un largo camino de debate y contradicción internas antes de que alcanzara su actual nivel de nacionalismo revolucionario. Uno de los catalizadores principales del salto ideológico fue la promoción de 1948 de militantes en la Liga Juvenil del ANC liderada por hombres como Tambo, Sisulu y Mandela, y apoyados por comunistas importantes en la jefatura del ANC, como Kotane, Marks, y Mofutsanyana.

En cuanto a programa los avances tuvieron su máxima expresión en la Conferencia de Norogoro en 1969, la cual adoptó Estrategia y Tácticas del ANC, un documento que llega allá de lo que ningún otro movimiento de masas en vincular la liberación social y nacional, y en resaltar el papel dominante del pueblo trabajador negro en la lucha por la liberación nacional.

Pese a contradicciones y confrontaciones previas, fue natural que la maduración del contenido ideológico de ambos, los movimientos nacional y obrero (un proceso que tuvo sus raíces básicas en las cambiantes condiciones socioeconómicas sobre los cuales no podemos elaborar aquí) hubiera resultado en creciente colaboración entre ellos; colaboración que, entre otras cosas, llevó a la decisión conjunta de 1961 del Partido y el ANC de crear Umkhonto we Sizwe, el brazo armado del movimiento de liberación. Hoy el ANC y el SACP se abrazan en el frente de liberación compartido y, en palabras del portavoz del ANC en la reunión conjunta de representantes de ambas jefaturas en 1969, estas organizaciones constituyen “los dos pilares principales de nuestra lucha”.

Para entonces no existían significantes diferencias entre las dos organizaciones en el contenido, estrategia y táctica inmediatos de la revolución sudafricana. En gran medida, ello fue el resultado de la devoción leal y arduo trabajo de tantos comunistas que también eran miembros de la organización nacional. Las perspectivas, el sentir y los argumentos de los líderes del ANC tuvieron influencia en la formulación de la política del Partido y el proceso también funcionó en sentido contrario. Pero el hecho mismo de que nuestro país puede jactarse de tener “dos pilares principales de nuestra lucha” que tienen tan poca distancia entre sí en cuanto a la estrategia y tácticas inmediatas de la revolución sudafricana, sigue despertando discusión en torno a sus respectivos roles en tanto organismos independientes y parte de la alianza por la liberación.

Entre las preguntas que ameritan discusión se encuentran: ¿Cómo desempeña el Partido su papel de vanguardia de la clase obrera en situación en la cual ha aceptado el papel dirigente del ANC en el frente de liberación? ¿Dado que cada revolución tiene sus propias etapas estratégicas y tácticas, cómo vemos la actual conexión entre la lucha por la liberación y la lucha por el socialismo? ¿Cuál, en otras palabras, es la relación entre la lucha nacional y la lucha de clases en las condiciones actuales? ¿Qué papel puede desempeñar el Partido en salvaguardar la ideología de nuestra revolución y protegerla ante tendencias pequeño burguesas y nacionalistas retrogradas?

En primer lugar debemos situar estas interrogantes dentro del terreno de la manera general del Partido de abordar la relación entre la fase actual de nuestro proceso revolucionario y la meta de un África socialista. Esa aproximación puede ser resumida de la siguiente manera:

La meta estratégica de nuestro Partido es la destrucción del sistema de explotación capitalista en Sudafrica y reemplazarlo con un sistema Socialista.

La meta inmediata del Partido es conquistar los objetivos de la Revolución Democrática Nacional, y más específicamente, conquistar la liberación nacional para todos los oprimidos negros y destruir el poderío económico y político de la clase gobernante existente.

Lograr las metas de la Revolución Democrática Nacional exige una amplia alianza de todas las clases y estratos -especialmente entre los racialmente oprimidos- que pueden ser movilizados en apoyo a aquellas metas.

Pese a que todas las clases entre los oprimidos negros tienen un interés en poner fin a la opresión nacional, no comparten las mismas metas de la transformación fundamental de una Sudáfrica liberada. La inevitable victoria del movimiento de liberación nacional puede ser verdaderamente significante y garantizada si se destruye el sistema capitalista de explotación, el cual es la verdadera base y propósito de la opresión racial. Por ello el Partido cree que, dentro de la amplia alianza por la liberación nacional, la clase obrera debe ser la fuerza revolucionaria dirigente. Ello significa que el Partido, junto con demás fuerzas progresistas, debe asegurar que el resultado final de la presente FASE DE NUESTRA lucha sea la conquista del Poder popular y la creación de un Estado en el cual la clase obrera de la ciudad y el campo, en alianza con los campesinos pobres, serán la fuerza dirigente.

En términos de organización, la Alianza por la Liberación se expresa a través del frente de liberación dirigido por el Congreso Nacional Africano. El ANC es el movimiento amplio de masas nacional que atrae a sus filas a todos los revolucionarios -africanos y otros- cualquiera que sea su extracción de clase, que aceptan el programa y están listos a luchar contra el régimen racista por todos los medios, incluyendo la lucha armada. El Estrategia y Tácticas del ANC también le asigna un papel especial a la clase obrera en la lucha nacional. Pero, correctamente, el ANC aún retiene su carácter de movimiento nacional amplio el cual tiene cabida para cuadros con diferentes creencias ideológicas.

A la luz de todo aquello, ¿qué sentido hay en el reclamo del Partido de ser la vanguardia de la clase obrera?

Un partido no se gana el título de vanguardia de la clase obrera con simplemente proclamarlo. Logra esa posición por el grado al cual organiza la clase a la que representa, por el calibre de su liderazgo día-a-día, y por su devoción a la causa revolucionaria. La necesidad de guiar correctamente la causa revolucionaria no implica que el Partido debe insistir en proyectarse como el “líder” público en cada paso del conflicto en curso.

No debemos confundir forma y substancia. Debemos estar atentos a no confundir el papel del partido como vanguardia de la clase obrera y su PAPEL DE REPRESENTANTE de aquella clase dentro de alianzas especificas de fuerzas de clase que sean necesarias en diversas etapas de la lucha.

El programa del Partido y el Estrategia y Tácticas del ANC ambos aceptan que, dentro de la alianza de fuerzas de clase exigida por la presente etapa de nuestra revolución, los obreros tienen un lugar especial como la fuerza más consistentemente revolucionaria. Pero ello no es lo mismo que decir que la clase obrera, a través de su vanguardia política, debe exigir un monopolio de control sobre la alianza revolucionaria.

Si la dirección correcta de la Revolución Democrática requiere el fortalecimiento del movimiento nacional como la mayor fuerza organizacional de masas, entonces ese [initelegible] la manera en la cual el partido ejerce su rol de dirigente y de vanguardia, en el sentido real (y no vulgar) de la palabra. Esta es precisamente la manera en que los Comunistas Vietnamitas ejercieron su rol de vanguardia en relación al FLN durante la lucha de liberación y también es la forma en que los Comunistas Cubanos tempranos se relacionaron con el Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro. Mientras que el partido no pierda su independencia y identidad separada como vanguardia de la clase obrera, su proyección del ANC como el organismo dirigente de la alianza de fuerzas de clase en nuestra lucha es de ninguna manera inconsistente con el rol del Partido como organismo de vanguardia de la clase obrera.

Permítasenos unas palabras respecto a otro problema. El Programa del SACP de 1962 declara que “los intereses inmediatos e imperativos de todas las secciones de la reivindicaciones del pueblo sudafricano exigen la realización de una … revolución democrática nacional que derrocará al estado colonialista de supremacía blanca y establecerá un estado independiente de democracia nacional en Sudáfrica. … El contenido principal de esta revolución es la liberación nacional del pueblo africano.” El Partido ve en la conquista de estas metas democráticas el sentar de “las bases indispensables para el avance de nuestro país … a un futuro socialista y comunista.”

Hay dos formas de leer aquellas formulaciones y la distinción entre ellas tiene una importancia crucial en el papel del partido de clase obrera y su relación con el movimiento nacional.

Un interpretación diría que la revolución sudafricana puede ser dividida en dos etapas distintas y compartimentalizadas; las metas de la primera etapa son la creación de algún tipo de democracia burguesas no-racista, y es solo cuando esto sea logrado que el movimiento pensará en la lucha por el orden socialista, es decir, la segunda etapa de la revolución. Esta es la manera dualista la que ha sido atribuida al Partido por un número de críticos quienes alegan que él ha, por ende, abandonado su papel de vanguardia de la clase obrera y se ha alejado de la política de lucha de clases hacia una forma de llamado nacionalismo burgués. Si aquella interpretación es correcta, en efecto, pondría en duda la necesidad misma de un partido obrero aparte en esta etapa; en el mejor de los casos, semejante partido tendría que mantenerse en una suerte de capullo, listo para emerger cuando la lucha por el socialismo esté en la agenda.

Puede haber habido instantes en la vida del Partido que sugieren una falta de precisión en la comprensión de la relación entre las luchas por la emancipación nacional y social. Pero, haciendo lectura del Programa en su integridad y al examinar la manera en que ha sido aplicada en las prácticas revolucionarias del Partido, no cabe duda que aquella imagen de las perspectivas del Partido es una distorsión de su verdadera posición.

Por supuesto que nuestras formulaciones hacen mención de “etapas de la lucha”, “etapas de la revolución”, etc. ¿Qué significan esas fases? Significan lo que experimenta todo practicante de la revolución, lo cual es que toda lucha política tiene fases y etapas específicas que determinan la aplicación de estrategia y tácticas en un momento dado. Pero n ninguna Muralla China entre aquellas etapas; fluyen de una a la otra y los ingredientes dominantes de una etapa posterior deben ya haber empezado a madurar en el vientre de la etapa anterior. Eso es lo que nos enseña la dialéctica marxista.

Nuestra revolución es un proceso continuo. Su énfasis inmediato y el principal factor de movilización es la liberación negra. Pero ese objetivo inmediato tiene relevancia estratégica en cuanto a la lucha por la emancipación tanto social como nacional. El Estrategia y Tácticas del ANC correctamente dice que el carácter de la lucha inmediata debe dominar su actuar. Pero también dice:

“Está ocurriendo en una Sudáfrica de nuevo tipo; en la cual hay una numerosa y bien desarrollada clase obrera cuya consciencia de clase y expresiones independientes del pueblo trabajador –sus organismos políticos y sindicatos- forman parte del frente de liberación. Entonces, nuestro nacionalismo no debe ser confundido con chovinismo o el nacionalismo estrecho de una época anterior. No debe ser confundida con el clásico impulso de un grupo elitista entre el pueblo oprimido de lograr ascendencia para así poder reemplazar al opresor en la explotación de las masas…”

Queda claro que, en ninguna parte más que en Sudáfrica, la lucha la democracia política está entrelazada con la lucha por la eventual emancipación social, por el socialismo. Si todo estatuto racista fuera derogado mañana, dejando el status quo económico en pie, quedaría la dominación blanca en su aspecto más esencial. La liberación nacional, en su sentido verdadero, debe por ello implicar la expropiación de los medios de producción (monopolizados por una burguesía salida del grupo blanco) y la completa destrucción del estado que les sirve. No puede haber un estadio intermedio a menos que la lucha nacional se detenga y se satisfaga con la cooptación de una reducida elite negra a áreas de poder económico y político actualmente prohibidas.

Por supuesto, esta aseveración de lo que la verdadera liberación significa en nuestro país no implica que la revolución inevitablemente avanzará en la dirección indicada. Meramente sugiere que hay una base objetiva para tal desenlace. Si ocurre o no en la práctica depende de muchas otras consideraciones, la más importante de las cuales es el papel desempeñado por la clase obrera en la alianza de fuerzas de clase durante la primera etapa de la revolución en curso.

El alto grado de desarrollo capitalista en Sudáfrica ha dado a luz una peculiar forma de estratificación de clase no solo en el campo enemigo sino también entre los oprimidos negros. Los bases económicas para la aparición de un nacionalismo pequeño-burgués ya son sólidas y más aún a medida que el enemigo procede con política de estimular la formación de mayores estratos medios negros con un interés en la periferia del sistema. Los representantes políticos de tales tendencias han, en el pasado, incluido grupos tales como el PAC, el “Grupo de 8”, sectores del “Movimiento de Consciencia Negra”, algunos líderes de los Bantustanes, etc. Y, a medida que el movimiento de liberación nacional llegue a su climax, debemos prever un mayor impulso entre las fuerzas negras no-trabajadoras a detener la revolución y a optar por una solución tipo Kenia.

El históricamente evolucionado nacionalismo revolucionario del ANC es, desde luego, un gran obstáculo a la ascendencia de semejantes tendencias. Especialmente en años recientes, el ANC ha demostrado su capacidad de combatirlas dentro de sus filas. El Partido, como fuerza independiente, y comunistas individuales quienes también devinieron líderes del ANC han, sin duda, contribuido a dicho proceso. Hoy el Estrategia y Tácticas del ANC habla de “emancipación económica” como elemento clave en su comprensión de lo que significa la verdadera liberación; de una “rápida progresión de la liberación formal a la emancipación genuina y duradera”.

Es esta cada vez más estrecha separación ideológica entre el ANC y el SCAP en relación a las perspectivas inmediatas de nuestra revolución la que suscita discusión sobre el papel respectivo de ambas organizaciones en el ámbito de movilización popular. Pero el hecho de que el ANC haya reconocido el rol primario de la clase obrera en los venideros conflictos sociales no significa que sea, o deba devenir, un partido de vanguardia de la clase obrera. El ANC permanece un movimiento nacional de masas. No es, ni debe convertirse en, una organización que se guíe por, y propague, la ideología integrada del marxismo-leninismo. Correctamente da la bienvenida en sus filas a todo luchador por la liberación, cualquiera que sea su afiliación de clase, que apoye su nacionalismo revolucionario. Aunque su política para el futuro, tal como se presenta en la Carta de la Libertad, no es inconsistente con el avance hacia el socialismo en periodo pos-liberación, el ANC no exige, ni debe exigir, un compromiso por una Sudáfrica socialista como precondición de afiliación. Debe mantener claramente su carácter de instrumento orgánico de masas de todas las fuerzas sociales que pueden ganadas para librar la “primera batalla”.

Inversamente, el Partido no es un movimiento de masas; reclama representar las aspiraciones de una sola clase –el proletariado. Esta clase no solo participa en la lucha como parte de la alianza representada por el movimiento nacional, pero también lucha como un contingente de clase independiente con metas que no están en conflicto con la revolución democrática pero van más allá de ella.

A la misma vez, el Partido debe cuidar su carácter de vanguardia independiente del proletariado y conducirlo en sus batallas clasistas. Pero, cuando hablemos de lucha de clases entendamos claramente que significa ese término. En nuestras condiciones es falaz contraponer la lucha nacional y la de clases como si fuesen dos formas distintas de lucha. En una situación en la que los principales intereses inmediatos del proletariado son servidos con un asalto a la autocracia racista, su participación en la lucha por la liberación nacional es precisamente una de las formas claves en que se involucra en la lucha de clases.

Hay, pues, al mismo tiempo, un rol complementario y claro dentro de nuestra revolución para los dos pilares de la lucha contemporánea – el ANC y el SACP. Ese rol, tal como hemos tratado de mostrar, se basa no solo en nuestra historia especifica, también refleja el estado relativamente avanzado de la estratificación de clases de ambos, blancos y negros. En tal respecto nuestra situación contrasta nítidamente con aquella de Mozambique antes de 1976. En ese país, el hecho de que la lucha de liberación nacional emergiera ante el trasfondo de un relativamente menos desarrollado nivel de formación de clases, le permitió a los marxistas-leninistas individuales obrando dentro de FRELIMO conducirlo hacia el nacionalismo revolucionario y, cuando la revolución democrática obtuvo la victoria, a transformarla en una vanguardia marxista-leninista del pueblo trabajador.

He tocado apenas una cuantas de las cuestiones teóricas ilustrativas de la manera en que los comunistas sudafricanos han aplicado la herramienta del marxismo-leninismo a nuestras condiciones especificas. La enseñanza imperialista generalmente ubica al África fuera de la historia hasta que fue “descubierta” por foráneos. Nosotros, camaradas, no fuimos descubiertos. Tuvimos que descubrirnos nosotros mismos, que encontrar nuestro camino sudafricano; un camino que no siempre es recto o fácil. Y es así aun.

Pero el impacto de los comunistas sudafricanos no ha sido solo como un banco de pensamientos para la teoría de la revolución sudafricana. Nuestro Partido y comunistas individuales han conquistado su lugar en la política por su dedicación y sacrificio por la causa revolucionaria en la arena de lucha. No hay fase en nuestra lucha que no tenga sus héroes y mártires comunistas; revolucionarios que regaron el árbol de la libertad con su propia sangre. Este es un día en el cual debemos recordar a unos como símbolo de los demás.

Johannes Nkosi, trabajador agrícola y sirviente domestico. Asesinado por la policía racista a la cabeza de una manifestación contra los pases en Durban en 1930.

J. B. Marks, Presidente de nuestro Partido y máximo líder del ANC.

Moses Kotane, hijo de un campesino, obrero migrante; Secretario General de nuestro Partido de 1939 hasta su deceso en 1978. Tesorero General del ANC.

Bram Fischer, abogado afrikaaner, jefe de organismo clandestino del Partido. Sentenciado a a cadena perpetua y murió en prisión.

Vuyisile Mini, activista obrero, ahorcado por los racistas por su actividad política.

Ahmed Kathrada, líder de la Juventud y del Congreso Indio, está cumpliendo cadena perpetua en la Isla Robben.

Flag Boshiela, comisario político de Umkhonte we Sizwe, miembro de nuestro Comité Central, muerto en combate en 1970.

Govan Mbeki, maestro y periodista, miembro de nuestro Comité Central, está cumpliendo cadena perpetua en la Isla Robben.

William Khanyile, líder en SACTU, muerto por los racistas en Matola en 1980.

Obadi, un brillante joven comunista de la generación de Soweto, muerto en Matola en 1980.

Nkululeko Conqueror, abogado de Natal, tradujo nuestro programa al zulú, muerto en Matola en 1980.

Hay decenas más. Hoy, en nuestro 60mo Aniversario inclinamos nuestra bandera roja en honor a estos comunistas y demás revolucionarios que lo dieron todo por la causa de la libertad, por la causa del socialismo.

Hoy, en el 60mo Aniversario de uno de los grandes pilares de nuestra lucha, las masas sudafricanas están en movimiento como nunca antes en nuestra historia. Prometemos y juramos cumplir la tarea.

¡AMANDLA!

¡AMANDLA!

¡PODER!

¡VIVA EL SACP!

¡VIVA EL ANC!

¡VIVA LA UNIDAD DEL FRENTE DE LIBERACION!

¡VIVA FRELIMO!

¡VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!

¡MAYIBUYE!