DISCURSO DE LENIN SOBRE SUS TESIS

Camaradas:

Quiero agregar algunas palabras a los dos últimos puntos. Pienso que los camaradas que deben leer el informe sobre la conferencia de Berna se referirán a estos temas más detalladamente.

Durante toda la conferencia de Berna no se dijo ni una palabra sobre la significación del poder soviético. En Rusia, hace dos años que discutimos este problema. Ya en abril de 1917, en el congreso del partido, planteamos esta cuestión desde el punto de vista teórico y político: "¿Qué es el poder soviético, cuál es su sustancia, su significación histórica?" Pronto hará dos años que estudiamos este tema y en el congreso del partido adoptamos una resolución al respecto.

El 11 de febrero, la Freiheit de Berlín publicó un llamado al proletariado alemán firmado no sólo por los jefes de los socialdemócratas independientes de Alemania sino también por todos los miembros de la fracción independiente. En agosto de 1918, el mayor teórico de los independientes, Kautsky, escribía en su folleto titulado La dictadura del proletariado que era partidario de la democracia y de los órganos soviéticos pero que los soviets sólo debían tener un carácter económico y no deberían ser reconocidos como organismos estatales. Kautsky repite esta afirmación en los números de la Freiheit correspondientes al 11 de noviembre y 12 de enero. El 9 de febrero aparece un artículo de Rudolph Hilferding, que también es considerado como uno de los principales teóricos autorizados de la II Internacional. Propone fusionar jurídicamente, es decir por la vía legislativa, los dos sistemas, el de los soviets y el de la asamblea nacional. Era el 9 de febrero. Esta segunda propuesta es adoptada por todo el partido de los independientes y publicada en forma de llamamiento.

A pesar de que la asamblea nacional ya existe en los hechos, luego de la corporización de la "democracia pura", luego de que los más grandes teóricos de los socialdemócratas independientes explicaron que las organizaciones soviéticas no podrán ser organismos de Estado, después de todo eso aún existen vacilaciones. Ello prueba que esos señores no han comprendido nada del nuevo movimiento y de sus condiciones de lucha. Pero esto además evidencia que deben existir circunstancias, motivos que determinan tales vacilaciones. Cuando luego de todos esos acontecimientos, luego de casi dos años de revolución victoriosa en Rusia se nos propone resoluciones del tipo de las adoptadas en la conferencia de Berna, en las que no se dice nada sobre los soviets y su significación, tenemos todo el derecho de afirmar de todos esos señores, en cuanto que socialistas y teóricos, no existen para nosotros.

Pero en realidad, desde el punto de vista político, ese hecho prueba, camaradas, que se ha realizado un gran progreso en las masas puesto que esos independientes, teóricamente y en principio adversarios de esas organizaciones de Estado, nos proponen súbitamente una tontera tan grande como la fusión "pacífica" de la asamblea nacional con el sistema de los soviets, es decir la fusión de la dictadura de la burguesía con la dictadura del proletariado. Es evidente que esas personas han fracasado y que una gran transformación se ha producido en las masas. Las masas atrasadas del proletariado alemán se dirigen a nosotros, mejor dicho, se han dirigido a nosotros. Por lo tanto, la significación del partido socialdemócrata independiente alemán, desde el punto de vista teórico y socialista, es nula. Sin embargo, conserva cierta importancia en el sentido de que esos elementos nos sirven de indicador del estado de ánimo del sector más atrasado del proletariado. Ese es, a mi criterio, la enorme importancia histórica de esta conferencia.

Nosotros fuimos testigos de algo análogo durante nuestra revolución: nuestros mencheviques sufrieron paso a paso, por así decirlo, la misma evolución que los teóricos de los independientes en Alemania. Cuando tuvieron la mayoría en los soviets, defendían los soviets. En ese momento sólo se escuchaban los gritos de "¡Vivan los soviets!", "Los soviets y la democracia revolucionaria". Pero cuando nosotros los bolcheviques logramos la mayoría, entonaron otras consignas: "Las soviets, declararon no deben existir simultáneamente con la asamblea constituyente". Y ciertos teóricos mencheviques hasta propusieron algo similar a la fusión del sistema de los soviets con la asamblea constituyente y su inclusión en las organizaciones de Estado. Una vez más quedó demostrado que el curso general de la revolución proletaria es idéntico en todo el mundo. Primeramente constitución espontánea, elemental de los soviets, luego su ampliación y desarrollo, luego la aparición en la práctica de la disyuntiva: soviets o asamblea nacional constituyente o bien parlamentarismo burgués, confusión total entre los jefes y finalmente revolución proletaria.

Sin embargo, creo que luego de casi dos años de revolución no debemos plantear el problema de ese modo sino adoptar resoluciones concretas dado que la propagación del sistema de los soviets es para nosotros, y particularmente para la mayoría de los países de Europa occidental, la más esencial de las tareas. El extranjero que nunca oyó hablar del bolchevismo no puede formarse fácilmente una opinión sobre nuestras discusiones. Todo lo que los bolcheviques afirman es refutado por los mencheviques e inversamente. Es cierto que en medio de la lucha no puede ocurrir de otro modo. Por eso es muy importante que la última conferencia del partido menchevique, llevada a cabo en diciembre de 1918 haya adoptado una larga resolución detallada íntegramente publicada en el Diario de los tipógrafos, órgano menchevique. En esta resolución, los propios mencheviques exponen suscintamente la historia de la lucha de clases y de la guerra civil. Allí dicen que los mencheviques condenan a los grupos del partido aliados a las clases poseedoras en los Urales y en el sur, en Crimea y en Georgia, e indican con precisión todas esas regiones. Los grupos del partido menchevique que, aliados a las clases poseedoras, combatieron contra el poder soviético, ahora son condenados en esta resolución. Pero el último punto condena igualmente a los que se pasaron con los comunistas. De ahí se deduce que los mencheviques están obligados a reconocer que no hay unidad en su partido y que se inclinan o bien para el lado de la burguesía o del proletariado. Una gran parte de los mencheviques se pasó a las filas de la burguesía y luchó contra nosotros durante la guerra civil. Naturalmente nosotros perseguimos a los mencheviques, hasta los hacemos fusilar cuando en medio de la guerra combaten a nuestro ejército rojo y fusilan a nuestros oficiales. A la burguesía que nos declaró la guerra, hemos respondido con la guerra proletaria. No puede haber otra salida. Por eso, desde el punto de vista político, todo esto sólo es hipocresía menchevique. Desde el punto de vista histórico, es incomprensible que en la conferencia de Berna personas que no son oficialmente reconocidas como locos, hayan podido, por orden de los mencheviques y de los socialistas revolucionarios, hablar de la lucha de los bolcheviques contra ellos silenciando su lucha en común con la burguesía contra el proletariado. Todos nos atacan con encarnizamiento porque los perseguimos. Eso es exacto. Pero se cuidan muy bien de decir una palabra sobre su participación en la guerra civil. Pienso que es conveniente remitirse al texto completo de la resolución y solicito a los camaradas extranjeros que le presten mucha atención pues se trata de un documento histórico en el cual está perfectamente planteado el problema y que proporciona la mejor documentación para la apreciación de la discusión entre las diversas tendencias "socialistas" en Rusia. Entre el proletariado y la burguesía existe una clase de personas que se inclinan tanto para un lado como para el otro. Eso ocurrió siempre y en todas las revoluciones, y es absolutamente imposible que en la sociedad capitalista, donde el proletariado y la burguesía constituyen dos campos enemigos opuestos, no existen sectores sociales intermedios.

Históricamente, la existencia de esos elementos flotantes es inevitable. Desgraciadamente, esos elementos que no saben de qué lado combatirán al día siguiente existirán todavía durante cierto tiempo.

Deseo hacer una proposición concreta tendiente a la adopción de una resolución en la cual deben ser señalados particularmente tres puntos:

1. Una de las tareas más importantes para los camaradas de los países de Europa Occidental consiste en explicar a las masas el significado, la importancia y la necesidad del sistema de los Soviets. Desde este punto de vista hay una comprensión insuficiente. Si es cierto que Kautsky y Hilferding fracasaron en cuanto que teóricos, los últimos artículos de la Freheit demuestran, sin embargo, que supieron expresar exactamente el estado de ánimo de los sectores atrasados del proletariado alemán. En nuestro país sucedió lo mismo: durante los ocho primeros meses de la revolución rusa fue muy discutido el problema de la organización soviética, y los obreros no veían muy claramente en qué consistía el nuevo sistema ni si se podía constituir el aparato de Estado con los Soviets. En nuestra revolución hemos progresado no en el sentido teórico sino en el camino práctico. Así, por ejemplo, antes nunca planteamos teóricamente la cuestión de la Asamblea Constituyente y nunca dijimos que no la reconocimos. Sólo más tarde, cuando las instituciones soviéticas se expandieron a través de todo el país y conquistaron el poder político, decidimos disolver la Asamblea Constituyente. En la actualidad, vemos que el problema se plantea con mayor agudeza en Hungría y en Suiza. Por una parte, es excelente que eso ocurra; en ese hecho se apoya nuestra absoluta convicción de que la revolución avanza más rápidamente en los Estados de Europa Occidental y que con ella obtendremos grandes victorias. Pero, por otra parte, existe el peligro de que la lucha sea tan encarnizada que la conciencia de las masas obreras no esté en condiciones de seguir ese ritmo. Aún ahora el significado del sistema de los Soviets no es claro para las grandes masas de obreros alemanes políticamente instruidos porque han sido educados en el espíritu del parlamentarismo y de los prejuicios burgueses.

2. Punto relativo a la difusión del sistema de los Soviets. Cuando vemos con qué rapidez se difunde en Alemania y hasta en Inglaterra la idea de los Soviets, podemos decir que esa es una prueba esencial de que la Revolución proletaria vencerá. Sólo se podría detener su curso por muy poco tiempo. Pero es muy distinto cuando los camaradas Albert y Platten nos declaran que en sus países no hay soviets en el campo, entre los trabajadores rurales y el pequeño campesinado. En la Rote Fahne he leído un artículo contra los Soviets campesinos pero (y eso es absolutamente justo) referido a los Soviets de trabajadores rurales y de campesinos pobres. La burguesía y sus lacayos, tales como Scheidemann y compañía ya dieron la consigna de Soviets campesinos. Pero nosotros sólo queremos los Soviets de trabajadores rurales y de campesinos pobres. Desgraciadamente, de los informes de los camaradas Albert, Platten y otros, se deduce que a excepción de Hungría, se hace muy poco por la expansión del sistema soviético en el campo. Quizá esto constituya un peligro práctico bastante considerable para la obtención de la victoria por parte del proletariado alemán. En efecto, la victoria no podrá ser considerada como segura mientras no sean organizados no solo los trabajadores de la ciudad sino también los proletarios rurales, y organizados no solo antes en los sindicatos y cooperativas sino en los Soviets.

Nosotros obtuvimos la victoria más fácilmente porque en octubre de 1917 marchamos junto con todo el campesinado. En ese sentido nuestra revolución era entonces burguesa.

El primer paso de nuestro gobierno proletario consistió en que las antiguas reivindicaciones de todo el campesinado, expresadas en la época de Kerenski por los Soviets y las asambleas de campesinos, fueron concretadas por la ley dictada por nuestro gobierno el 26 de octubre de 1917, al día siguiente de la revolución. En esto consistió nuestra fuerza y por eso nos fue tan fácil conquistar las simpatías de la mayoría aplastante. En el campo, nuestra revolución continuó siendo burguesa, pero más tarde, seis meses después, nos vimos obligados a comenzar, en los marcos de la organización de Estado, la lucha de clases en el campo, organizando en cada pueblo comités de pobreza, de semi-proletarios y luchando sistemáticamente contra la burguesía rural. Esto era inevitable, pues Rusia es un país atrasado. Otra cosa ocurrirá en Europa Occidental y por eso debemos destacar la necesidad absoluta de la expansión del sistema de los Soviets también en la población rural.

3. Debemos decir que la conquista de la mayoría comunista en los Soviets constituye la principal tarea en todos los países donde el poder soviético aún no triunfó. Nuestra comisión resolutiva estudió ayer esta cuestión. Quizá otros camaradas quieran expresar también su opinión pero desearía proponer que se adopte este tercer punto en forma de resolución especial. Es muy probable que en muchos Estados de Europa Occidental, estalle muy próximamente la revolución. En todo caso, nosotros, en cuanto que fracción organizada de los obreros y del Partido, tendemos y debemos tender a obtener la mayoría en los Soviets. Entonces nuestra victoria será segura y no existirá fuerza capaz de oponerse a la revolución comunista. De otro modo, la victoria será difícil de lograr y no durará mucho.