TESIS SOBRE LA SITUACIÓN INTERNACIONAL Y LA POLÍTICA DE LA ENTENTE

Las experiencias de la guerra mundial desenmascararon la política imperialista de las "democracias" burguesas como la política de lucha de las grandes potencias tendiente al reparto del mundo y a la consolidación de la dictadura económica y política del capital financiero sobre las masas explotadas y oprimidas. La masacre de millones de vidas humanas, la pauperización del proletariado sometido a esclavitud, el enriquecimiento inusitado de los sectores superiores de la burguesía gracias a las provisiones de guerra, a los empréstitos, etc., el triunfo de la reacción militar en todos los países, todo esto no tardará en destruir las ilusiones respecto a la defensa de la patria, la tregua y la "democracia". La "política de paz" desenmascara las verdaderas aspiraciones de los imperialistas de todos los países hasta sus últimas consecuencias.

LA PAZ DE BREST-LITOVSK Y EL COMPROMISO DEL IMPERIO ALEMÁN

La paz de Brest-Litvosk y luego la de Bucarest revelaron el carácter rapaz y reaccionario del imperialismo de las potencias centrales. Los vencedores arrancaron a la Rusia indefensa, contribuciones y anexiones. Utilizaron el derecho de libre disposición de los pueblos como pretexto para una política de anexiones, creando Estados vasallos cuyos gobiernos reaccionarios favorecieron la política de rapiña y reprimieron al movimiento revolucionario de las masas trabajadoras. El imperialismo alemán, que en el combate internacional no había conseguido la victoria total, no podía en ese momento demostrar francamente sus verdaderas intenciones, y debió resignarse a vivir en una apariencia de paz con la Rusia de los Soviets y a enmascarar su política rapaz y reaccionaria con frases hipócritas. Sin embargo, las potencias de la Entente, tan pronto lograron la victoria mundial, dejaron caer sus máscaras y revelaron a los ojos de todo el mundo el verdadero rostro del imperialismo mundial.

LA VICTORIA DE LA ENTENTE Y EL REAGRUPAMIENTO DE LOS ESTADOS

La victoria de la Entente repartió en diferentes grupos a los países llamados civilizados del mundo. El primero de los grupos está constituido por las potencias del mundo capitalista, las grandes potencias imperialistas victoriosas (Inglaterra, EE. UU., Francia, Japón, Italia). Frente a ellas se yerguen los países del imperialismo vencido, arruinados por la guerra y conmovidos en su estructura por el comienzo de la revolución proletaria (Alemania, Austria-Hungría con sus vasallos de siempre). El tercer grupo está formado por los Estados vasallos de las potencias de la Entente. Se compone de pequeños Estados capitalistas que participaron en la guerra al lado de la Entente (Bélgica, Serbia, Portugal, etc.) y de las repúblicas "nacionales" y Estados tapones creados recientemente (república checoslovaca, Polonia, repúblicas Rusas contra-revolucionarias, etc.). Los Estados neutros se aproximan, según su situación, a los Estados vasallos pero sufren una fuerte presión política y económica que algunas veces torna su situación semejante a la de los Estados vencidos. La República socialista rusa es un Estado obrero y campesino que se ubica al margen del mundo capitalista y representa para el imperialismo victorioso un gran peligro social, el peligro de que todos los resultados de la victoria se derrumben ante el asalto de la revolución mundial.

LA "POLÍTICA DE PAZ" DE LA ENTENTE O EL IMPERIALISMO SE DESENMASCARA A SÍ MISMO

La "política de paz" de las cinco potencias mundiales, cuando las consideramos en su conjunto, era y sigue siendo una política que se desenmascara constantemente a sí misma. Pese a todas las frases sobre su "política exterior democrática", constituye el triunfo total de la diplomacia secreta que, de espaldas y a expensas de los millones de obreros de todos los países, decide la suerte del mundo por la vía de arreglos entre los apoderados de los trusts financieros. Todos los problemas esenciales son tratados sin excepción a puertas cerradas por el comité parisino de las cinco grandes potencias, en ausencia de los representantes de los países vencidos, neutros y de los propios Estados vasallos.

Los discursos de Lloyd George, de Clemenceau, de Sonnino, etc., proclaman y tratan de motivar abiertamente la necesidad de las anexiones y de las contribuciones.

Pese a las frases falsas sobre "la guerra por el desarme general", se proclama la necesidad de armarse todavía y ante todo de mantener el poderío marítimo británico en vistas de la llamada "protección de la libertad de los mares".

El derecho de libre disposición de los pueblos por sí mismos, proclamado por la Entente, es manifiestamente pisoteado y remplazado por el reparto de los dominios cuestionados entre los Estados poderosos y sus vasallos.

Sin consultar a la población, Alsacia-Lorena fue incorporada a Francia; Irlanda, Egipto e India, no tienen el derecho de disponer de sí mismas; el Estado eslavo meridional y la República Checoslovaca fueron creadas por la fuerza de las armas; se negocia desvergonzadamente el reparto de la Turquía europea y asiática, el reparto de las colonias alemanas ya comenzó, etc....

La política de las contribuciones ha sido llevada a un grado de pillaje total de los vencidos. No solamente se presenta a los vencidos cuentas que ascienden a miles de millones, no sólo se los priva de todos los medios de guerra, sino que los países de la Entente les quitan también las locomotoras, los ferrocarriles, los barcos, los instrumentos agrícolas, las provisiones de oro, etc., etc. Además, los prisioneros de guerra deben convertirse en los esclavos de los vencedores. Se discuten proposiciones sobre el trabajo forzado de los obreros alemanes. Las potencias aliadas tienen la intención de hacer de ellos esclavos miserables y hambrientos del capital de la Entente.

La política de incitación nacional llevada al extremo tiene su expresión en la constante incitación contra las naciones vencidas en la prensa de la Entente y las administraciones de la ocupación, así como en el bloqueo por hambre, condenando a los pueblos de Alemania y Austria al exterminio. Esta política tiende a crear pogroms contra los alemanes organizados por los sostenedores de la Entente, los elementos chauvinistas checos y polacos, y pogroms contra los judíos que superan los peores actos del zarismo ruso.

Los Estados "democráticos" de la Entente prosiguen una política de reacción extrema.

La reacción triunfa tanto en el seno de los países de la Entente -entre las cuales Francia ha retrocedido a las peores épocas de Napoleón III- como en todo el mundo capitalista, que se halla bajo la influencia de la Entente. Los aliados ahogan la revolución en los países ocupados de Alemania, Hungría, Bulgaria, etc., excitan a los gobiernos oportunistas-burgueses de los países vencidos contra los obreros revolucionarios amenazándolos con suprimirles los víveres. Los aliados han declarado que hundirán todos los navíos alemanes que se atrevan a izar la bandera roja de la revolución, se han negado a reconocer a los consejos alemanes y en las regiones alemanas ocupadas han abolido la jornada de ocho horas. Además de apoyar la política reaccionaria en los países neutrales y promover en los Estados vasallos (el régimen de Paderevsky en Polonia), los aliados han excitado a los elementos reaccionarios de esos países (en Finlandia, Polonia, Suecia, etc.) contra la Rusia revolucionaria, y exigen la intervención de las fuerzas armadas alemanas.

CONTRADICCIONES ENTRE LOS ESTADOS DE LA ENTENTE

Pese a la identidad de las líneas fundamentales de su política imperialista, una serie de profundas contradicciones se manifiestan en el seno de las grandes potencias que dominan el mundo.

Esas contradicciones se concentran sobre todo alrededor del programa de paz del capital financiero norteamericano (el llamado programa Wilson). Los puntos más importantes de ese programa son los siguientes: "Libertad de los mares", "Sociedad de las Naciones" e "Internacionalismo de las colonias". La consigna de "libertad de los mares" -una vez privada de su máscara hipócrita- significa en realidad la abolición del predominio militar naval de ciertas grandes potencias (en primer lugar de Inglaterra) y la apertura de todas las vías marítimas al comercio norteamericano. La "Sociedad de las Naciones" significa que el derecho a la anexión inmediata de los Estados y de los pueblos débiles será negado a las grandes potencias europeas (en primer lugar a Francia). La "internacionalización de las colonias" fija la misma regla con relación a los dominios coloniales.

Ese programa está condicionado por los siguientes hechos: el capital norteamericano no posee la mayor flota del mundo; ya no tiene la posibilidad de proceder a anexiones directas en Europa y por ello apunta a la explotación de los Estados y de los pueblos débiles por medio de las relaciones comerciales y de las inversiones de capitales. Por eso quiere obligar a las otras potencias a formar un sindicato de los trusts de Estados, a repartir "lealmente" entre sí la explotación mundial y a trasformar la lucha entre los trusts de Estados en una lucha puramente económica. En el dominio de la explotación económica, el capital financiero norteamericano altamente desarrollado obtendrá una hegemonía efectiva que le asegurará el predominio económico y político en el mundo.

La 'libertad de los mares" se enfrenta agudamente con los intereses de Inglaterra, Japón y en parte también de Italia (en el Adriático). La "Sociedad de las Naciones" y la "internacionalización de las colonias" está en franca contradicción con los intereses de Francia y del Japón, y en menos medida con los intereses de todas las otras potencias imperialistas. La política de los imperialistas de Francia, donde el capital financiero posee una forma particularmente usurera, donde la industria está débilmente desarrollada y donde la guerra arruinó totalmente las fuerzas productivas, trata por medios desesperados de mantener el régimen capitalista. Estos medios son el pillaje bárbaro de Alemania, la sumisión directa y la explotación rapaz de los Estados vasallos (proyectos de una Unión Danubiana, de Estados eslavos meridionales) y la extorsión por medio de la violencia de las deudas contraídas por el zarismo ruso ante el Shylock francés. Francia, Italia y en forma alternada también el Japón, en cuanto que países continentales, también son capaces de llevar a cabo una política de anexiones directas.

Además de estar en contradicción con los intereses de EE. UU., las grandes potencias tienen intereses que se oponen recíprocamente entre sí. Inglaterra teme el fortalecimiento de Francia en el continente, pues tiene en Asia Menor y en África intereses que se oponen a los de Francia. Los intereses de Italia en los Balcanes y en el Tirol son contrarios a los intereses de Francia. Japón disputa a la Australia inglesa las islas situadas en el Océano Pacífico.

GRUPOS Y TENDENCIAS EN EL SENO DE LA ENTENTE

Esas contradicciones entre las grandes potencias dan origen a diversos grupos en el seno de la Entente. Hasta ahora se han esbozado dos combinaciones principales: la combinación franco-anglo-japonesa, que está dirigida contra Norteamérica e Italia y la anglo- norteamericana que se opone a las otras grandes potencias.

La primera de esas combinaciones predominaba hasta comienzos de enero de 1919, en tanto que el presidente Wilson aún no había renunciado a exigir la abolición de la dominación marítima inglesa. El desarrollo del movimiento revolucionario de los obreros y de los soldados en Inglaterra, que condujo a una entente entre los imperialistas de diferentes países para terminar con la aventura rusa y para acelerar la conclusión de la paz, ha fortalecido la propensión de Inglaterra hacia esta combinación, que alcanza el predominio a partir de enero de 1919. El bloque anglo-norteamericano se opone a la prioridad de Francia en el pillaje de Alemania y a la intensidad exagerada de ese pillaje. Plantea ciertos límites a las exigencias anexionistas exageradas de Francia, Italia y Japón. Impide que los Estados vasallos creados recientemente les estén sometidos directamente. En lo que concierne al problema ruso, la combinación anglo-norteamericana tiene intenciones pacíficas: quiere conservar las manos libres a fin de poder realizar el reparto del mundo, de ahogar la revolución europea y luego también la revolución rusa.

A esas dos combinaciones de las potencias corresponden dos tendencias en el seno de las grandes potencias: una ultra-anexionista y otra moderada, la segunda de las cuales apoya la combinación Wilson-Lloyd George.

LA "SOCIEDAD DE LAS NACIONES"

Vistas las contradicciones irreconciliables que surgieron en el seno mismo de la Entente, la Sociedad de las Naciones -aun cuando se realizaba sobre el papel- sólo desempeñaría, sin embargo, el rol de una santa alianza de los capitalistas para reprimir la revolución obrera. La propagación de la "Sociedad de las Naciones" es el mejor medio para perturbar la conciencia revolucionaria de la clase obrera. En lugar de la consigna de una Internacional de las repúblicas obreras revolucionarias, se lanza la de una asociación internacional de pretendidas democracias que debe ser formada por una coalición del proletariado y de las clases burguesas.

La "Sociedad de las Naciones" es una consigna tramposa mediante la cual los social- traidores a las órdenes del capital internacional dividen a las fuerzas proletarias y favorecen la contrarevolución imperialista.

Los proletarios revolucionarios de todos los países del mundo deben llevar a cabo una lucha implacable contra las ideas de la Sociedad de las Naciones de Wilson y protestar contra la participación en esta sociedad del robo, la explotación y la contrarrevolución imperialista.

LA POLÍTICA EXTERIOR E INTERIOR DE LOS PAÍSES VENCIDOS

La derrota militar y el deterioro interno del imperialismo austríaco y alemán condujeron, en los Estados centrales y durante el primer período de la revolución, a la dominación del régimen burgués social-oportunista. Con el pretexto de la democracia y del socialismo, los social-traidores alemanes protegen y reconstruyen el predominio económico y la dictadura política de la burguesía. En su política exterior, apuntan al restablecimiento del imperialismo alemán exigiendo la restitución de las colonias y la admisión de Alemania en la Sociedad de la rapiña. A medida que se fortalecen en Alemania las bandas de guardias blancos y que avanza el proceso de descomposición en el campo de la Entente, las veleidades de la burguesía y de los social-traidores de convertirse en una gran potencia también alimentan. Al mismo tiempo, el gobierno burgués social-oportunista debilita también la solidaridad internacional del proletariado y separa a los obreros alemanes de sus hermanos de clase, cumpliendo así las órdenes contrarrevolucionarias de los aliados y sobre todo excitando a los obreros alemanes contra la revolución rusa proletaria para complacer a la Entente. La política de la burguesía y de los social-oportunistas en Austria y en Hungría es la repetición de la política del bloque burgués oportunista de Alemania bajo una forma atenuada.

LOS ESTADOS VASALLOS DE LA ENTENTE

En los Estados vasallos y en las Repúblicas que la Entente acaba de crear (Checoslovaquia, países eslavos meridionales, a los que hay que agregar Polonia, Finlandia, etc.), la política de la Entente, apoyada en las clases dominantes y los social-nacionalistas, apunta a erigir centros de un movimiento nacional contrarrevolucionario. Ese movimiento debe estar dirigido contra los pueblos vencidos, debe mantener en equilibrio a las fuerzas de los Estados nuevos y someterlos a la Entente, debe frenar los movimientos revolucionarios que surgen en las nuevas repúblicas "nacionales" y finalmente proporcionar guardias- blancos para la lucha contra la revolución internacional y sobre todo contra la revolución rusa.

En lo que se refiere a Bélgica, Portugal, Grecia y otros pequeños países aliados a la Entente, su política está totalmente determinada por la de los grandes bandoleros, a los que están sometidos y cuya ayuda solicitan para obtener pequeñas anexiones e indemnizaciones de guerra.

LOS ESTADOS NEUTROS

Los Estados neutros están en la situación de vasallos no favorecidos del imperialismo de la Entente, con los cuales ésta emplea, en forma atenuada, los mismos métodos que con respecto a los países vencidos: Los Estados neutros favorecidos formulan diversas reivindicaciones a los enemigos de la Entente (las pretensiones de Dinamarca con respecto a Flensburgo, la proposición suiza de la internacionalización del Rhin, etc....). Al mismo tiempo, ejecutan las órdenes contrarrevolucionarias de la Entente (expulsión del embajador ruso, enrolamiento de los guardias-blancos en los países escandinavos, etc.). Otros estados están expuestos al peligro de un desmembramiento territorial (proyecto de incorporación de la provincia de Linburgo a Bélgica y de la internacionalización de la desembocadura del Escaut).

LA ENTENTE Y LA RUSIA SOVIÉTICA

El carácter rapaz antihumanitario y reaccionario del imperialismo de la Entente se manifiesta más netamente en la posición que sustenta frente a la Rusia soviética. Desde el comienzo de la Revolución de octubre, las potencias de la Entente apoyaron a los partidos y los gobiernos contrarrevolucionarios de Rusia. Con la ayuda de los contrarrevolucionarios burgueses anexaron Siberia, los Urales, las costas de la Rusia europea, el Cáucaso y una parte del Turquestán. De esas comarcas anexadas sustraen materias primas (madera, nafta, manganeso, etc.). Con la ayuda de las pandillas checoslovacas a sueldo, robaron la provisión de oro de Rusia. Bajo la dirección del diplomático inglés Lockhart, espías ingleses y franceses hicieron saltar puentes y destruyeron vías férreas intentando obstaculizar el aprovisionamiento de víveres. La Entente sostuvo con fondos, armas y ayuda militar a generales reaccionarios tales como Dénikin, Koltchak y Krasnov, que fusilaron y colgaron a millares de obreros y campesinos en Rostov, Jusovka, Novorosik, Omsk, etc.... Con los discursos de Clemenceau y de Pichón, la Entente proclama abiertamente el principio del "cerco económico", es decir que se quiere condenar al hambre y a la destrucción a la República de los obreros y dé los campesinos revolucionarios. Se promete "ayuda técnica" a las bandas de Dénikin, Koltchak y Krasnov. Por otra parte, la Entente rechazó en diversas oportunidades las proposiciones de paz de la potencia soviética.

El 23 de enero de 1919 las potencias de la Entente, en las que predominaban momentáneamente las tendencias moderadas, dirigió a todos los gobiernos rusos la proposición de enviar delegados a la Isla de los Príncipes. Esta proposición contenía una intención provocadora con respecto al gobierno soviético. Aunque el 4 le febrero la Entente recibió una respuesta afirmativa del gobierno soviético, en la cual éste también se declaraba dispuesto a considerar anexiones, contribuciones y concesiones a fin de liberar a los obreros y campesinos rusos de la guerra que le era impuesta por la Entente, ésta no respondió.

Este hecho confirma que las tendencias anexionistas-reaccionarias de los imperialistas de la Entente se basan en terreno sólido. Amenazan a la república socialista con nuevas anexiones y nuevos asaltos contrarrevolucionarios. Izquierda Revolucionaria. La "política de paz" de la Entente devela aquí definitivamente a los ojos del proletariado internacional la naturaleza del imperialismo de la Entente y del imperialismo en general. Prueba al mismo tiempo que los gobiernos imperialistas son incapaces de acordar una paz "justa y duradera" y que el capital financiero no puede restablecer la economía destruida. El mantenimiento del dominio del capital financiero conduciría a la destrucción total de la sociedad civilizada o al aumento de la explotación, de la esclavitud, de la reacción política, del armamentismo y finalmente a nuevas guerras destructoras.