Leon Trotsky


EL EJÉRCITO ROJO DESDE LA PERSPECTIVA DE UN GUARDIA BLANCO


Escrito: 13 de octubre de 1919
Fuente de esta edicion: MIA.org
Traduccion: Matteo David, abril 2019.



Ha caído en manos soviéticas en el frente Oriental un informe presentado al mando de la Guardia Blanca Kolchakista por el ex comandante de una brigada en la división N, Kotomin, que se pasó a los blancos. Este informe es un documento excepcionalmente instructivo en muchos aspectos.

LA SELECCIÓN DE LAS GUARDIAS BLANCAS

Kotomin es, como podemos ver en su informe, alguien que no es un estúpido, sin capacidad de observación, y no carece de carácter. Es muy hostil al poder soviético. En su informe no se explaya cuáles son las razones de principio de esta hostilidad suya - no siente la necesidad de tales razones de principio. Su odio es puramente orgánico, de clase, un odio social. No sabemos cuáles son los propios orígenes de Kotomin, pero es perfectamente claro que el modo de vida y el hábito de pensar en el ambiente noble burgués le han saturado hasta la médula. Las ideas del comunismo no le interesan. Como resultará evidente para todos, no tiene en cuenta si se logrará el comunismo, si la gente vivirá mejor y más facilmente bajo el orden comunista, etc. En cambio, siente y sabe firmemente que el gobierno del Partido Comunista ha hecho un gran daño a los privilegios con los que él y sus semejantes han vivido y prosperado, y está lleno de un gran odio hacia los comunistas, pues su odio es mayor cuanto más consciente, desinteresado y abnegado puede ser un trabajador comunista en particular.

Kotomin fue miembro de la Liga del renacimiento Nacional. Se alistó en el Ejército Rojo (no queda claro en el informe, si fue como voluntario o como consecuencia del servicio militar obligatorio) con el objetivo de llevar la desintegración a las filas de los regimientos revolucionarios. Sin embargo, quizás Kotomin está en esete asunto embelleciendo su pasado a los ojos del mando de la Guardia Blanca. Kotomin eligió oficiales con una perspectiva de Guardia Blanca para el Cuartel General de la brigada que le fue confiada;. "Deseando formar el personal de mi cuartel general con antiguos oficiales regulares que se oponían a los bolcheviques, y teniendo información de la Liga del Renacimiento Nacional, de la que soy miembro y a la que me presenté en Tula, me comprometi inmediatamente como jefe de personal el teniente Nelidov (del decimo Regimiento de Ingermanland), quien, mientras era miembro de la organización secreta en Tula, comandaba un batallon de voluntarios." Y, posteriormente, Kotomin reclutó constantemente Guardias Blancas para su personal, y junto con ellos olfateó a simpatizantes en el cuartel general por sobre ellos.

EL ANTISEMITISMO

Al seleccionar los elementos que necesitaban, Kotomin se enfrentó de inmediato con los comisarios. En su informe Kotomin señala muy cuidadosamente a los comisarios judíos y demuestra su odio de la manera más enfática.

Vale la pena decir unas palabras sobre esta cuestión. Los comisarios judíos están lejos de constituir un porcentaje tan grande del total como se mantiene en el informe, folletos y periódicos de las Guardias Blancas. Pero, sin duda, es un hecho de que el porcentaje es bastante alto. Kotomin, como muchos otros antisemitas, consideran que la razón del considerable número de comisarios judíos se debe a las habilidades y talentos especiales de los Judíos. Habla dos veces de su "gran talento". Tal evaluación de los judíos ciertamente no requiere objeción. Es un hecho que los Judíos son un pueblo predominantemente urbano, y que forman una proporción muy alta de la población de la ciudad. El régimen zarista, que estableció condiciones muy duras para los judíos, impulso no sólo a los trabajadores judíos, como los obreros rusos, sino también a elementos de la intelectualidad pequeñoburguesa de la comunidad judía a tomar el camino de la revolución. Entre el considerable número de comunistas judíos que se han unido al Partido en los últimos tiempos hay bastante cuya fuente de origen no es tanto social, no tanto una cuestión de clase, como nacional. [Koton cita el ejemplo de un comisario de brigada, un judio llamado Sh., "que sabía cómo arreglarlo" para que no fuera él, sino otro comisario fuera enviado al frente de la brigada. Según nuestra investigación está si ocurri&ocute;. Pero Kotomin no dice nada de que Sh. haya sido citado a comparecer ante un tribunal del Partido. El partido no conoce las diferencias nacionales, tanto en lo que respecta a los héroes como a los aprovechadores. (Nota de Trotsky.)] Estos, por supuesto, no son los mejores comunistas, y la organización del poder soviético no dependen de ellos sino de los obreros de Petrogrado y Moscú que forjados en la vieja clandestinidad.

El antisemitismo significa no sólo el odio de los judíos, sino también la cobardía en relación con ellos. La cobardía tiene ojos grandes, y dota a su enemigo con cualidades extraordinarias que no son en absoluto inherentes en él. Las condiciones socio-jurídicas de vida de los judíos son suficientes para dar cuenta de su papel en el movimiento revolucionario. Pero ciertamente no se ha demostrado, ni se puede probar, que los judíos tengan más talentos que los grandes rusos o ucranianos.

LAS DIFICULTADES PARA LOS TRAIDORES

"Cuando la brigada llego a Simbirsk el 18 de abril", informa Kotomin, "el cuartel general del Frente nombró como jefe de personal a un comunista judío que se había graduado en la Academia Roja del Estado Mayor, un joven muy inteligente de 24 años que había completado sus estudios en un instituto neuropatológico en Lausana o Zúrich. Este oficial del Estado Mayor Rojo era un elemento altamente indeseable desde mi punto de vista, e hice todo lo posible para deshacerme de él. Maduro, inteligente, trabajador, descaradamente desafiante como todos los Judíos en general, que finalmente se llevo mal con todo el mundo, y para mi gran alegría, pude deshacerme de él en los primeros días de junio... Después de la salida de V, el puesto de jefe del personal se llenó de nuevo por el teniente coronel Ya., quien, por fuerza de las circunstancias, no pudo venir conmigo, porque su familia había sido registrada, y de haber venido, se puede decir casi con total certeza esto habría conllevado las penas más severas para su familia, posiblemente hasta el punto de llegar al fusilamiento. Cabe señalar que, en general, la situación de los oficiales regulares que tienen lazos familiares y que se han alistado al Ejército Rojo ya sea voluntariamente, para llevar a cabo una tarea definida, a saber, la desintegración del bolchevismo, o como resultado de servicio militar obligatorio, es una pesadilla espantosa. En relación con mi repaso tuve conversaciones con el comandante de mi regimiento N, el Capitán L, con el comandante X del regimiento, K, así como con el jefe del Estado Mayor, el teniente coronel Ya., Y todos ellos sueñan sólo con el momento en que estarán en posición de unirse a uno de los ejércitos voluntarios. Sin embargo, debido a sus lazos familiares, esta revision tendrá que asumir la forma de su ser tomados prisioneros, de modo que sus familias no puedan estar sujetas a sanciones.

La "Pesadilla espantosa", como vemos en las palabras Kotomin, es la situación de un oficial que se une al Ejército Rojo con el objetivo inocente de desintegrar una unidad, o de dirigirla a traición bajo el fuego de exterminio del enemigo, o desertar en un momento de peligro y ser tomado prisionero por las Guardias Blancos. Intentar traicioneramente de matar a cientos y miles de soldados del Ejército Rojo, personas como Kotomin denuncian con indignación el poder soviético, que responsabiliza a sus familias por su traición.

LOS OFICIALES REGULARES Y EL PODER SOVIÉTICO

¿Cómo estima Kotomin la actitud de los oficiales regulares hacia el poder soviético? "Casi todos los oficiales regulares", dice, "con raras excepciones, son lo suficientemente conscientes y honorables como para apreciar plenamente todo el daño que se ha hecho a través de la usurpación del poder por parte de los comunistas bolcheviques, quieren con todo su corazón romper con el Ejército Rojo y son sus enemigos irreconciliables". Sin embargo, esta apreciación, obviamente hecha porque el mando Blanco quiere oírla, es refutada posteriormente por una serie de hechos y declaraciones proporcionadas por el propio Kotomin. Es cierto Kotomin nombra a varios comandantes que se han pasado a los Blancos o que han ejecutado una vigorosa actividad destinada a desintegrar sus regimientos, pero también, de paso, menciona otros ejemplos. Así, el comandante de división V, al conversar con Kotomin, "expresó la opinión de que, está sirviendo en el ejército, considera que es su deber servir honorablemente, y concluye con la afirmación de que no entiende la actitud de los sin partidos, ya que considera que la cuestión debe plantearse de esta manera: "con nosotros o contra nosotros". Y aquí encontramos al comandante de un regimiento, el Capitán del Estado Mayor Ryakin, un Caballero de San Jorge, de 24 años, "un hombre muy valiente y decidido que recientemente se ha hecho cargo de su regimiento, definitivamente, un hombre peligroso, pues sirve con celo, arriesgando su vida a cada paso. Así, por ejemplo, con 150 los soldados de su regimiento, cuando en la noche del 22 al 23 de julio, la aldea de Verkhtechinskoye Metlino fue capturada sin una sola victima (muerta ni herida) tomó prisioneros a 300 soldados del 45° Regimiento, capturó dos cocinas de campaña y cinco ametralladoras. El regimiento, aunque incluye muchos comunistas, se mantiene soló unido por Ryakin." El regimiento vecino está comandado por el capitán L, quien, en opinión de Kotomin, "se ve impedido de acercarse a las Guardias Blancas sólo por sus lazos familiares. Más adelante, el informe menciona a varios comandantes y de trabajadores del servicio de suministros que, o se pasaron o le hubiera gustado pasarse a Kolchak. Pero aquí nos encontramos "con el comandante de división el capitán Vinogradov y su hijo, que es el ayudante de división: son definitivamente hombres peligrosos, que dedican todas sus energías a su trabajo". Kotomin también describe dos comandantes de artillería, Mukhin y Bobrov, como hombres "definitivamente peligrosos", es decir, oficiales que están cumpliendo con honestidad y energía con su deber. Hay, finalmente, un tercer tipo de oficial descrito por Kotomin, un ejemplo de lo cual es el Ex Capitán de Estado Mayor N, que está "mal entrenado desde el punto de vista militar y carece de resolución: está totalmente en manos de sus comisarios y personal de división, hacia los que su actitud es extremadamente ingrata". Junto con esto, encontramos otro tipo de antiguo alférez, "extremadamente indeciso y cobarde, pero que sabe cómo mantener en buenos términos con el mando, por lo tanto se mantiene a favor de ellos". No tenemos ninguna razón para objetar: esas personas existen.

En la sección final de su informe, dedicada a las observaciones generales, Kotomin vuelve a tratar el tema de los oficiales regulares. "Todos ellos," describe, "con raras excepciones, son hostiles al poder soviético, pero deben ser divididos en varios grupos. El primero, que es el menos importante, consiste en aquellos que están combatiendo activamente al bolchevismo en diversas organizaciones, o que están trabajando en organizaciones o que han unido voluntariamente al Ejército Rojo y están intentando por todos los medios desintegrarlo y prepararlo para una revolución. El segundo grupo es el más numeroso; acobardados y de voluntad débil, sin recursos y en gran parte donde se encuentran a través del reclutamiento, trabajan bajo la vigilancia sin tregua por los Comisarios y los comunistas, y trabajan bastante bien, pero sin hacer nada especial, ya que en sus corazones sólo sueñan con el día en que el bolchevismo haya sido eliminado de una manera u otra. Un tercer grupo se compone de los oficiales que están tan cansados de todo y tan faltos de firmeza, que están dispuestos a estar de acuerdo con cualquier autoridad, a fin de ser dejados en paz sin que su vida privada sea perturbada." Más tarde, sin embargo, Kotomin hace una corrección extremadamente importante a su propia versión de la perspectiva política de los oficiales regulares. "El sentimiento entre el personal de mando de las unidades que han venido de la retaguardia hacia el frente," hace notar, "es, en casi todos los casos, sin excepción, exactamente el mismo: un deseo de acercarse a los Blancos con para librarse de la pesadilla del régimen bolchevique. El único factor que les inhibe es su fundada ansiedad por sus familias, a las que los bolcheviques han registrado, por lo que todos esperan con impaciencia incluso el más minimo empujón de los blancos, para que puedan pasar, aunque sólo sea en la forma más o menos camuflada, a prisión, con el fin de salvaguardar sus familias. El sentimiento entre el personal de mando, incluidos los oficiales regulares, de las tropas de primera línea es diametralmente opuesto a esto, en vista de su comunidad directa de intereses, ya que antes habían ofrecido como voluntarios para ir al frente, con la defensa del poder Bolchevique de la Rusia soviética."

Por lo tanto, Kotomin contrasta con los oficiales de primera línea con los de la retaguardia que recientemente han sido reclutados por varios empleos soviéticos y enviados a unirse a las unidades de servicio activo. La diferencia observada en el informe de Kotomin, sin duda, existe. En las unidades que llevan mucho tiempo en el frente, el personal de mando esta formado en gran medida por voluntarios que se incorporaron al Ejército Rojo en el primer período de su formación. Pero, además, los comandantes que fueron llamados a filas hace un año o más, en el reclutamiento de oficiales, han logrado en la mayoría de los casos vincularse estrechamente con el Ejército Rojo y están en mayor o en menor medida llenos de su espíritu. Los elementos activos de la Guardia Blanca ya han logrado pasar al enemigo, y, como resultado, esa sección de los comandantes elegidos entre los oficiales regulares del viejo ejército que han estado trabajando en el Ejército Rojo durante un año o más, y han pasado por derrotas y victorias junto con él, son un elemento muy valioso, ligado al ejército no sólo por consideraciones de pago y raciones, sino también por un vínculo espiritual interno, por esfuerzos compartidos y sacrificios compartidos. Los oficiales que, habiéndose establecido en varias ocupaciones pacíficas en la retaguardia, evitando persistentemente la movilización, se encuentran movilizados a pesar de todo, se encuentran a menudo de mal humor cuando llegan al frente, y constituyen un material humano bastante favorable para las Guardias Blancas. Kotomin estaba en el frente oriental con una brigada de ese tipo, formada en la retaguardia y dotado de oficiales reclutados en la retaguardia. La propia generalizaci&oacte;n Kotomin acerca de la hostilidad casi universal de los oficiales regulares del poder soviético debe, por lo tanto, tomarse como aplicable principalmente a estos hombres cuyo servicio en la retaguardia ha sido perturbado, a su inquietud.

EL ESTADO MAYOR

Kotomin destaca a los oficiales del Estado Mayor. "Hay que suponer", dice, "que un porcentaje considerable de ellos pertenecen a la Liga para el renacimiento Nacional, pero ciertamente hay otros que trabajan por el bien de la conciencia y prestan un servicio inmenso al bolchevismo. Aunque conozco muchos de los oficiales del Estado Mayor que trabajan en el Ejército Rojo, no puedo decir nada acerca de la verdadera naturaleza de su trabajo, que sin duda se aclarará en el futuro, ya que existe información muy precisa acerca al respecto en el Centro Nacional. En general se puede decir que la mayoría de los antiguos oficiales del Estado Mayor están instalados en puestos de retaguardia, con sólo los más jóvenes sirven, ya sea voluntariamente o por coacción en el frente." La Esperanza de Kotomin de que es posible efectuar un registro político preciso de los oficiales del Estado Mayor, con la ayuda del Centro Nacional ha quedado obsoleta, ya que la Cheka no sólo ha afectado un "registro" bastante completo de este Centro Nacional, sino también su liquidación.

LOS SUBOFICIALES Y LOS OFICIALES ROJOS

"La siguiente categoría de comandante del Ejército Rojo", escribe Kotomin después de concluir su relato de los oficiales regulares, "consiste en los comandantes subalternos, hasta el nivel de comandante de compañía, pero en el frente incluso los segundos en mando de unidades particulares son elegidos de entre ex-suboficiales e incluso los soldados rasos. Esta categoría puede dividirse en dos grupos: uno más pequeño dedicado incondicionalmente a los intereses del comunismo, con el que sus intereses personales están inseparablemente empalmados, y otro más grande, compuesto predominantemente por conscriptos, que son casi hostiles al bolchevismo. Ambos grupos de esta categoría están poco cualificados desde el punto de vista militar, y no representan una amenaza particular.

"Entre el personal de mando de todas las categorías hay también miembros del Partido, o simpatizantes, especialmente en el frente, cuyos intereses se fusionan hasta tal punto con los intereses del bolchevismo que ciertamente debe ser considerados como elemento más peligroso del Ejército Rojo.

"Entre los comandantes Hay también personas con un cierto pasado, a veces criminal, pero estos están siendo eliminados gradualmente del ejército como un resultado del que el poder soviético las ha reconocido como un elemento peligroso, que no debe tolerarse.

"En cuanto a los así llamados Oficiales Rojos, toda la masa de ellos son hombres sin educación. A pesar de que en su mayoría pertenecen al Partido, tienen poca estabilidad. Su formación general y militar media es inferior a la adquirida en una buena escuela de suboficiales del regimiento."

En esta apreciación, por supuesto, los hechos se refractan a través del prisma de una Guardia Blanca que ha huido al campo de Kolchak. Vemos también que Kotomin se contradice a sí mismo. Sin embargo, también hay algunas afirmaciones correctas que pueden encontrar aquí. Es indudable de que entre los suboficiales reclutados hay un cierto porcentaje de elementos kulak, cuyo lugar propio está reclutando en la retaguardia y no en posiciones de mando. Sin duda también es cierto que los suboficiales reclutados en las unidades formadas en la retaguardia no siempre se distinguen por la necesaria preparación para la batalla. Sin embargo, muchos de ellos se someten a una regeneración completa en el frente, produciendo numerosos comandantes excelentes que ahora están a la cabeza de formaciones muy grandes, hasta el nivel de división y cuerpos de caballería, inclusive.

Típico del coronel de la Guardia Blanca es su despectiva evaluación de los comandantes rojos. Sin embargo, es cierto que la preparación de los cursos de mando es inadecuada, necesita ser mejorada en muchos aspectos, y debe ser complementada en el futuro con cursos de mando de un tipo más avanzado. La reforma, la mejora y el desarrollo entrenamiento militar es una tarea más urgente e importante.

LAS FORMACIONES EN LA RETAGUARDIA Y EN EL FRENTE.

"Entre las unidades del frente", dice Kotomin, "y las unidades formadas en la retaguardia, hay una gran diferencia. En el primero hay una preponderancia sustancial de los comunistas. En el total de soldados voluntarios del Ejército Rojo en estas unidades casi no hay oficiales regulares. En la segunda categoría, sin embargo, la mayoría de los soldados son conscriptos, y los comandantes son en su mayoría oficiales regulares. La primera categoría es más firme, mientras que la segunda es fácilmente susceptibles a la desmoralización y menos firme." He aquí se aborda una cuestión muy importante de nuestra política militar, y no podemos ignorar el testimonio de Kotomin. Las unidades que se formaron, o reeducaron, en el frente, declara, son incomparablemente más resistentes de las que se formaron en la retaguardia. Y eso es comprensible. En cuanto a la masa bruta de los soldados del Ejército Rojo, sólo puede ser soldado en unidades de combate si se le da el liderazgo militar y político apropiado, día a día. En las unidades jóvenes recién formadas, la importancia inmediata del personal de mando es incomparablemente mayor que en las unidades veteranas y experimentados. También en este último caso se producen casos de traición, pero el hecho de que un traidor se acerque al enemigo no desintegra la unidad, e incluso es raro que esto le cause un daño serio. Las formaciones nuevas que han surgido desde la retaguardia son otra cosa. Un grupo bien organizado de personajes del tipo Kotomin son capaces, desde el principio, de interrumpir de una unidad casi irreparablemente. En el caso de nuevas formaciones Es aún más importante seleccionar comandantes experimentados, aunque sólo hasta cierta medida, de entre los que han pasado por el fuego del Ejército Rojo en el frente. Las formaciones posteriores, si se ponen en acción gradualmente, con las precauciones necesarias (especialmente en lo que se refiere al personal de mando), pronto adquieren la coloración del entorno militar alrededor de ellos y se convierten en unidades de primera línea listas para el combate.

LOS COMISARIOS

De gran interés es la parte del informe que se refiere directamente a la labor del Partido Comunista en el ejército y el papel desempeñado por sus representantes. "Los comisarios", escribe Kotomin,"son los mejores de los comunistas, y deben dividirse en varias categorías. El primero (el más pequeño, en mi opinión) no supera el 5 por ciento, y es quizás mucho más pequeño. Estos son los comunistas idealistas, que creen firmemente en la idea del socialismo y son enérgicos hasta los límites de la resistencia humana, trabajadores que ponen en su trabajo todo lo que saben, todo su vigor y determinación, sin explpotar las ventajas de su posición. El 95 por ciento restante, y quizás más, son hombres que piensan que el comunismo puede traerles grandes ventajas, que explotan al máximo. Esto incluye tanto a los trabajadores que tienen la esperanza de mejorar su situación personal a través del socialismo como a los campesinos (del tipo más pobre, por supuesto) que cuentan con la posibilidad de hacerlo bien por sí mismos a expensas de los más prósperos, sin tener que trabajar por ello, y también a las escoria de las otras clases, en su mayoría jóvenes y fracasados, y, por supuesto, a casi la mayoría de los Judios, cuyo sueño no es en absoluto el establecimiento del comunismo, sino la obtención de la dominación del mundo para sí mismos.

"El papel de los comisarios en el ejército es enorme. Mantienen el espíritu de antagonismo de clase entre las masas de soldados. En la batalla, tanto en persona como a través de las células comunistas que se organizan cada vez más, empujan a las unidades hacia adelante, vigilando de cerca a todo el mundo. controlan el trabajo de los comandantes y su comportamiento en la acción. Llevan a cabo una agitación incesante, haciendo uso de cada caso adecuado y explotando cada hecho, por pequeño que sea, que pueda ser utilizado para enfatizar las ventajas del estilo de vida bolchevique. Lo que más llama la atención de los comisarios, especialmente de los del frente, es lo increíblemente trabajadores que son. Esto se debe, por supuesto, a su juventud, al fanatismo de sus líderes idealistas, y a la estricta disciplina del partido: tienen una gran responsabilidad ante los altos comisarios por cualquier negligencia, y se ven movidos por el deseo de promoción como por el temor de la denuncia, ya que el espionaje mutuo prevalece entre ellos en el grado más persistente y despiadado.

Una vez más, no olvidemos por un momento que el informe fue escrito por un doble traidor teñido de Guardias Blancas. Divide a los comisarios en dos grupos. El cinco por ciento, en su opinión, son comunistas idealistas desinteresados, mientras que el 95 por ciento son personas interesadas en los resultados materiales del comunismo. Esta clasificación es en realidad el resultado de la obtusidad burguesa. Por los comunistas desinteresados Kotomin evidentemente refiere solamente a aquellos que han venido de un medio burgués, aquellos que, en su momento, han roto de forma voluntaria con su entorno familiar y los privilegios de su situación, ademas se dedicaron a la causa de la clase obrera. En cuanto a los comunistas proletarios, Kotomin los ve como personas que "esperan a través del socialismo mejorar su posición personal". Por supuesto, el objetivo del comunismo es el mejorar la estratificacion social de las masas trabajadoras, de los trabajadores de la ciudad y del campo. El comunismo es ventajoso para la clase obrera, eso es un hecho indiscutible. Pero esto no significa en absoluto que cada comunista obrero, cada miembro de la clase oprimida que da su vida en las barricadas o sirve como comisario, está luchando por su propio beneficio personal. El desinterés de su obra y el valor moral de su heroísmo no es menor, ni más ni menos, que el del hombre de origen burgués que se ha ganado el derecho a luchar en las filas del proletariado.

El mercenario 'Comunista'-es decir, pseudo-comunista son aquellos que se guían por un interés personal inmediato, que han entrado en el Partido porque es el partido gobernante, y que tratan de evitar puestos difíciles y peligrosos y llevan una vida parasitaria. Es bastante obvio que, después de todas las purgas que se han llevado a cabo, la proporción de tales elementos no es ciertamente del 95 por ciento. Apenas pueden ascender a más del cinco por ciento, especialente en el ejército sobre el terreno. El propio Kotomin es muy consciente de ello, ya que el papel del Partido Comunista sería inexplicable si los comunistas desinteresados ideológicamente no superarian más de cinco por ciento. Lo que habla aquí Kotomin es su amargado instinto de clase, su odio hacia el proletariado, que ha sabido sacar de en medio a decenas de miles de dedicados héroes anónimos, su esfuerzo de dotar a sus enemigos de rasgos de interes propio pequeñoburgues y codicia burguesa, para así justificarse y dignificarse a sí mismo y a su entorno en la Guardia Blanca. Influenciado por esta necesidad psicológica, Kotomin trata de contrastar a los comisarios del frente con los de la retaguardia, haciendo que parezca que la pequeña minoría capaz de sacrificarse ha sido enviada al frente. Esta acusación es suficientemente refutada por los acontecimientos. Cada nuevo peligro en el frente provoca una afluencia de comunistas a las unidades activas. Nunca ha habido una falta de respuesta a la llamada del Comité Central. Por el contrario: las organizaciones del partido locales han cumplido con sus obligaciones dos y tres veces, y los puestos de los miembros del partido que han caído que han sido ocupados por jóvenes proletarios que, en la atmósfera de la organización del Partido, pronto adquieren el temple revolucionario que necesitan. Petrogrado, sigue siendo un modelo a este respecto.

LAS RELACIONES MUTUAS ENTRE COMISARIOS, COMANDANTES Y SOLDADOS DEL EJÉRCITO ROJO.

"Bajo la presión del centro", dice el informe, "y también, por supuesto, a través de la conciencia de que los comunistas no pueden arreglárselas sin la ayuda de los oficiales regulares, la actitud de los comisarios, especialmente de los más consciente, y especialmente en los últimos tiempos, se ha vuelto cada vez más cortés, incluso hasta el punto de permitir a los oficiales un cierto grado de libertad en las decisiones operativas. Al mismo tiempo, junto con esto, se ha intensicado la vigilancia secreta, especialmente de los altos mandos, y se ha llegado a extremos. Por ejemplo, los comisarios viven en la misma habitación con los hombres a los que están vinculados, los acompañan por todas partes, y los rodean, y a todos los comandantes en general, de los comunistas devotos, de modo que cada paso dado por cada miembro del aparato de mando es conocido precisisamente por los comisarios y por las células. Al mismo tiempo, los comisarios mantienen el prestigio de los comandantes, castigando estrictamente incluso a los comisarios de los niveles inferiores que cometen ataques demagógicos contra los comandantes.

"Esforzarse para ganar popularidad entre los soldados, los comisarios y comunistas hacen todo lo que pueden para atraer a las masas a su lado: a través de los aumentos de sueldo, a través de dar a los soldados de toda clase de beneficios y privilegios, haciendo un tremendo esfuerzo, están están acostumbrando gradualmente a la masa de soldados a la institución de los comisarios y preprandolos para ver en ella a su defensor y protector en todos los asuntos. El prejuicio que antes existia entre los reclutas contra los comisarios y los comunistas está disminuyendo gradualmente. Esto se debe únicamente al hecho de que los soldados del frente están en muy buenas condiciones, y están siendo constantemente electrizando por los comisarios con promesas irrealizables y, lo que es más importante, el hecho de que los blancos se están retirando, lo que explican de acuerdo con lo que dicen los comunistas, por la fuerza y la justicia de la causa comunista en la guerra actual.

Incluso en la coloración de la Guardia Blanca que le dio este renegado, el trabajo realizado por los comisarios y de las células comunistas aparece ante nosotros en toda su inconmensurable significación revolucionario-educativo. Ese estrecho vínculo que se ha formado en todas partes entre los honorables comandantes y comisarios Kotomin trata de representar como cortesía artificial por parte de los comisarios. En realidad, la estrecha colaboración en tiempos de guerra a menudo se traduce en profundo apego mutuo. Cuantos casos ha habido en que, en relación con los traslados, determinados comandantes y comisarios, han pedido persistentemente que no los separe. La mejora de las relaciones entre comisarios y comandantes se debe no tanto a la "presión del centro" como al mero hecho de que se haya seleccionado a un gran número de comandantes experimentado, probado en la batalla, a su cada uno de los cuales es muy querido no sólo su comisarios sino también uno de los soldados del Ejército Rojo bajo su mando.

En varias partes de su informe Kotomin describe la antipatía que prevalece entre los reclutas (en su mayoría campesinos) por el hecho mismo del reclutamiento, y por el poder soviético. Que los campesinos políticamente atrasados no muestren ese entusiasmo por la movilización en el Ejército Rojo, que observamos entre los trabajadores avanzados es un hecho indudable, pero, habiendo cruzado al campo de Kolchak, Kotomin puede ver por sí mismo cómo los campesinos siberianos están reaccionando al reclutamiento por parte de las Guardias Blancas. Mientras que, en general, el campesino lucha a regañadienes, donde tiene que elegir entre el poder soviético y el gobierno de Denikin y Kolchak, en la abrumadora mayoría de los casos, el campesino opta conscientemente por el dominio soviético. La regeneración sufrida por los campesinos reclutados en el frente no soló es admitida, sino que es subrayada por el propio Kotomin. "El prejuicio que antes existía entre los reclutas contra comisarios y comunistas se va disminuyendo gradualmente," como ya hemos leído en este informe: "la masa de los soldados se está acostumbrando, por así decirlo, a la institución de los comisarios y está dispuesta a ver en ella a su defensor y protector en todos los asuntos." Uno no puede imaginar una admisión más sorprendente la importancia organizativa de los comisarios y de todo el trabajo revolucionario-educativo realizado por los comunistas en el Ejército Rojo de una Guardia Blanca.

Hemos citado las partes más sustanciales del informe del renegado. No hay algunos estos Kotoministas, enemigos jurados de la clase obrera. Pero el enemigo a menudo se da cuenta de cosas que nosotros mismos pasamos por alto a través de la familiaridad. Por eso, un estudio cuidadoso de las conclusiones de este informe de la Guardia Blanca puede ser muy beneficioso para los trabajadores responsables del Ejército Rojo. ●

El 13 de octubre de 1919

Moscú

Izv. V.Ts. I.K., No.231