Leon Trotsky

EL FRENTE ORIENTAL

Intervención en la Sesión Conjunta del Comité Ejecutivo de la provincia de Samara, Comité del Partido Comunista de Rusia y los representantes de los sindicatos, el 6 de abril de 1919

 


Escrito: 6 de abril de 1919
Fuente digital de esta edicion: en el Mia.org
Traduccion: Matteo David, julio 2019.


 

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Camaradas, nuestra situación a escala internacional e interna ha vuelto a llegar a un momento crítico. En efecto, ha habido muchos momentos críticos, dificultades, peligros y sorpresas en el desarrollo de nuestra revolución. Esta revolución no se desarrolla a lo largo de una línea recta ascendente, o en una curva uniforme, sino en zigzag, en una línea ondulada, aunque cada vez más alta. En general, esta es la única manera de que se desarrolle una revolución, ya que se trata de un choque entre fuerzas antagónicas. En la lucha entre estas fuerzas, si son fuertes, inevitablemente habrá que encauzarce a uno u otro lado, altibajos, avances y retrocesos. Pero sólo una de estas fuerzas es progresista, conduciendo a la humanidad hacia adelante, y esa es la fuerza de la clase obrera, como debe ser revelada con claridad y certeza cada vez mayor a través de todos los retrocesos y avances, movimientos ascendentes generales y progreso general. Vemos esto en el desarrollo de nuestra revolución obrera y campesina y de la revolución internacional.

Camaradas, comenzamos en octubre con una subida tempestuosa, y arrasamos con el dominio de los terratenientes y la burguesía casi sin resistencia, pero ya en ese período era claro para los representantes más experimentados de la clase obrera que la victoria de octubre no era la victoria final, que la burguesía y las clases poseedoras generalmente no abandonarían sus posiciones heredadas, privilegios y beneficios sin luchar, que pondrían todo en movimiento, el cielo y el infierno, sus conexiones internacionales, su habilidad para mentir y perseguir, la fuerza armada (en la medida en que la poseían), el poder de seducir y sobornar - en resumen, todos los medios que las clases poseedoras han evolucionado en el curso de los siglos y milenios de su gobierno. Y esa expectativa fue confirmada.

Ya en enero y febrero nuestra posición se volvió crítica. Nos encontramos entre el martillo del imperialismo alemán y el yunque del imperialismo anglo-francés y americano. En ese momento el martillo parecía la mayor amenaza, y tuvimos que entrar en un acuerdo forzado con el imperialismo austro-alemán firmando la paz de Brest-Litovsk, un tratado de una dureza sin precedentes en la historia hasta entonces: posteriormente la paz de Brest-Litovsk fue superada por las condiciones que Gran Bretaña y Francia, esas grandes democracias y libertadores de naciones, impusieron a la exhausta y debilitada Alemania. Muchos de ustedes, camaradas, probablemente recordarán la situación objetiva de nuestro país y los sentimientos que entonces prevalecieron entre la clase obrera en aquellos malditos meses después de la firma de la paz de Brest-Litovsk y antes de que nuestras victorias comenzaran en el Frente Oriental.

Desde Occidente quedamos atrapados en las garras de hierro del imperialismo alemán. Esas garras de hierro fueron apoyadas desde adentro por la burguesía rusa y todos sus sirvientes, mientras que al mismo tiempo, estos sirvientes y lacayos se aprovecharon del hecho de que los alemanes se apoderaron de nosotros para decirnos: ``Aquí está, verá, el poder soviético ha entregado a Rusia al imperialismo alemán''. Y al mismo tiempo, a la llamada e invitación de la burguesía rusa y de los partidos que la sirven, surgió una nueva amenaza en el noreste: los checoslovacos. El territorio del Volga estaba en peligro inmediato y, después de la toma del Arcángel, toda la costa norte también.

Camaradas, dudo que alguna gran gente se encontrara en una situación tan terrible como la que tuvimos en marzo, abril, mayo, junio, julio y agosto del año pasado. Parecía que nuestras últimas cuentas con la historia habían sido cerradas y firmadas por el imperialismo alemán por un lado y por el imperialismo anglo-francés y niponamericano por el otro. A nuestros enemigos triunfantes les parecía que la Rusia revolucionaria era un cadáver político que se convertiría en abono para los campos de otra cultura, otra civilización, que no habría futuro independiente para el pueblo revolucionario de Rusia. La burguesía y los partidos que la apoyaron -y nunca debemos olvidar esto, y siempre debemos recordárselo- simplemente invitaron a los varangios extranjeros a venir y gobernarnos. Se aplicaron a varias direcciones -a Alemania, Gran Bretaña, niponamericano- dependiendo de qué destinatario era el más cercano. La burguesía ucraniana y los burgueses rusos indignados que huyeron a Ucrania apelaron a los alemanes y austríacos. La burguesía y los kulaks en nuestro Norte buscaron protección de Gran Bretaña, y en el Este fraternizaron con los checoslovacos que, como sabemos, no eran más que el destacamento de combate de la bolsa francesa.

Y aunque la burguesía rusa se dividió en este momento crítico y crucial en varias secciones -es decir, vendió al pueblo ruso a diferentes estados- mantuvo su unidad interior. En ese momento demostró a las masas trabajadoras del pueblo ruso que el patriotismo y los intereses de la patria no son más que una máscara que oculta las ventajas de las ganancias y los privilegios, y que todos los Kolchak, Milyukov, Denikin y Skoropadsky están dispuestos a vender y revender Rusia tres veces (¿por qué digo tres veces? diez veces, cien veces) sólo para conservar una décima parte de sus antiguos privilegios y beneficios.

Fue una gran escuela para las masas trabajadoras de Rusia, una gran escuela. Y una segunda escuela de este tipo fue nuestra experiencia con Kolchak aquí en el Este. En la medida en que la Revolución de Octubre fue inesperada y no preparada ideológicamente entre el campesinado ruso, especialmente en la zona oriental, donde los campesinos estaban en mejor situación, menos hambrientas y, por lo tanto, menos susceptibles a la propaganda comunista, en la medida en que la Revolución de Octubre no estaba preparada ideológicamente entre el campesinado de la zona oriental, la consigna y la idea de la llamada Asamblea Constituyente tuvieron alguna respuesta durante mucho tiempo entre ellos. En la masa, el campesinado está indefenso: esa es su desgracia. Está dispersa, no vive como los trabajadores, que se concentran en fábricas y ciudades, y por lo tanto están más cerca de las universidades, las escuelas, la educación, los periódicos y el teatro. Por muy privados que estuvieran los trabajadores del orden capitalista, se les acercaba a las fuentes de la cultura, de la civilización y de la iluminación. El campesinado estaba disperso en medio millón de aldeas y aldeas, repartidas en la enorme extensión de la antigua Rusia zarista. En cada aldea había cientos, o a lo sumo miles de habitantes, que carecían de vínculos entre sí y estaban ideológicamente indefensos. A esta masa campesina le resulta difícil expresar sus luchas, sus reivindicaciones, se tambalea de un lado a otro y no encuentra un programa claro para sí misma. Esto no es culpa del campesinado, es una desgracia debido a su grave destino en tiempos pasados. Los campesinos fueron engañados por la monarquía, por los sacerdotes de todas las religiones, por los burócratas de todas las tierras: fueron engañados por la burguesía con el liberalismo y las ideas de la democracia. Y los campesinos se veían afectados de vez en cuando por los choques internos, produciendo terribles explosiones revolucionarias, en las que quemaban la propiedad del señor de la tierra, pero luego se cansaban y se sometían de nuevo con resignación al dominio de las clases poseedoras. La historia de la humanidad conoce estos temibles brotes de ira campesina y, al mismo tiempo, de impotencia campesina. Las clases poseedoras, mejor educadas, siempre lograron al final reprimir a los campesinos que se habían levantado en su contra.

Había el peligro de que eso ocurriera también en nuestra revolución. Si no fue así, fue porque, por primera vez en la historia del mundo, el campesinado que se había rebelado no estaba dirigido por las clases acomodadas de las ciudades, sino por la clase proletaria sin propiedades. La clase obrera tomó su lugar a la cabeza del campesinado para sacarlo de su pobreza y transformar su lenguaje de ira y sufrimiento en el lenguaje de las ideas revolucionarias, las consignas revolucionarias - no para engañar al campesinado sino para despertarlo por primera vez en la historia y emanciparlo del hambre y de las viejas decepciones. Pero, camaradas, este giro histórico, este giro ideológico fue demasiado catastrófico para la masa de campesinos, y no es de extrañar que, después de escapar de la barbarie zarista y de la opresión de los nobles, de la prisión de los sacerdotes, después de salir repentinamente por el camino de la revolución socialista proletaria, fueran incapaces de distinguir siempre entre amigos y enemigos. Y qué proceso tan penoso y costoso es éste en sí mismo, camaradas, especialmente cuando ocurre en un país agotado, un país que había experimentado una guerra de cuatro años y que ahora estaba sufriendo la embestida del imperialismo mundial. La revolución es el nacimiento de un nuevo orden social. Al nacer, el niño causa un gran dolor al organismo de la madre: pero aquí está naciendo un nuevo orden a partir de lo viejo, y, naturalmente, todo el organismo del país se ve sacudido por espantosos dolores de parto, que son sentidos por el campesinado y la clase obrera de todo el país. Pero la clase obrera se da cuenta de que este es un período de transición, que este período de transición será seguido por el desarrollo absolutamente normal de una nueva sociedad, que compensará todas las dificultades, cargas y sufrimientos de este período de transición. Es incomparablemente más difícil para el campesino comprender este hecho: siente con mucha más fuerza las penurias y calamidades del período de transición, cuando nuevas heridas se superponen a viejas heridas, viejas llagas, haciéndolas aún más dolorosas, de la misma manera que cuando se quitan los grilletes que se han comido las manos y los pies de un recluso, siente más dolor que cuando estaba tumbado en paz, encadenado a la pared. En ese momento las viejas heridas y llagas del campesino parecían especialmente insoportables, y justo en ese momento los eseristas y mencheviques de la derecha se acercaron a él para decirle que había una manera especial de resolver sin dolor todos los problemas a través de una Asamblea Constituyente, a través del sufragio universal pacífico. Se reunirían en un edificio, llamado parlamento, habría un presidente, llamado Chernov, habría partidos, habría votaciones, habría urnas en las que se depositarían las papeletas de voto y, según el sentido de la votación, se resolverían las cuestiones: la tierra se daría o no al campesino, o bien el obrero sería el dueño del país o bien el capitalista. Todo se haría votando, de la manera adecuada, sin derramamiento de sangre.

El obrero sabe que estas cuestiones tan radicales no se resuelven votando, levantando y bajando las manos y otra gimnasia parlamentaria, que las clases poseedoras no abandonarán sus posiciones sin luchar, que estas posiciones sólo se pueden tomar por la fuerza, pecho contra pecho, acero contra acero, sangre contra sangre. El obrero lo sabe, pero el campesino está confundido.

Pero aquí en Samara, en todo el país del Volga, la historia llevó a cabo un gigantesco experimento para clarificar la conciencia de las masas más atrasadas. Aquí estableció su sede el Gobierno de la Asamblea Constituyente, es decir, Kolchak, los dutovitas y ese grupo intermedio de intelectuales que deambulan entre los terratenientes y los campesinos, los campesinos y los trabajadores. Y es este grupo intermedio, bueno para nada, mediocre de eseristas y mencheviques el que lleva la idea de la Asamblea Constituyente. Kolchak sabe que lo que cuenta es el poder material. Denikin también lo sabe, y nosotros también. Sin embargo, imaginan que lo que cuenta es la magia de Chernov, Avksentiyev y los demás grandes hombres de la democracia parlamentaria. La historia ahora realizó su experimento. Nos dejaron, su Asamblea Constituyente partió la clase obrera y el campesinado pobre, para unirse al tren de equipajes de los ejércitos de Kolchak y Dutov, como un equipo no combatiente que servía allí como intermediarios entre los Cientos y Cientos de Guardias Blancos -el blanco y el negro son lo mismo allí-, por un lado, y las masas trabajadoras, por el otro. Con las consignas de la Asamblea Constituyente, las ideas de la democracia, ayudaron a Kolchak a levantar un ejército. Kolchak es un aventurero, un ex almirante zarista, que trató de conseguir ayuda de los alemanes, se puso al servicio de los americanos, visitó Nueva York, obtuvo sus piezas de plata y regresó aquí. Es un aventurero puro y simple sin pasado y (¡sin duda alguna!) sin futuro. Este aventurero nunca habría tenido éxito si no hubiera reunido a su alrededor la fachada de la Asamblea Constituyente. Y cuando este escaparatismo le ayudó a formar un ejército, dijo a Chernov y a Avksentiyev: `El esclavo ha hecho su trabajo, ahora váyanse'. Eso fue realmente lo que pasó.

Los esclavos de la'Asamblea Constituyente' que habían hecho su trabajo huyeron en varias direcciones. Avksentiyev fue a Francia y Gran Bretaña para solicitar la ayuda del imperialismo europeo contra nosotros. Chernov, con sus copensadores, con todo el presidium de la santísima Asamblea Constituyente, llamó a la puerta de nuestra casa soviética y pidió que lo dejaran entrar, porque no podía soportar permanecer más tiempo en la atmósfera que la Asamblea Constituyente había creado.

Y esta fue una gran lección, para las masas más atrasadas e ignorantes. No se podía desear o pedir una lección mejor y más gráfica, aunque se pagara a un precio elevado. Vayan ahora y llamen a cualquier campesino ruso que tenga algo de ingenio y pregunten: `Bueno, ¿y qué hay de la Asamblea Constituyente, van a unirse a su bandera? Sólo puede responder: `Vi esa bandera en Samara, la vi en Ekaterimburgo y en Ufa, vi cómo Kolchak usaba esa bandera como alfombra'.

Y así, los portadores más autorizados de esta bandera, los caballeros SR, buscaron refugio - ¿dónde? Pues bien, donde la revolución se mantuvo firme, porque la clase obrera no se dejó seducir por las ideas formales y superficiales de la democracia, sino que dijo que la defensa de la revolución es la clase obrera organizada y armada que tiene el poder, que monta su guardia armada en cada puerta y dice: "Prohíbido el paso a los opresores y sinvergüenzas".

Así pues, camaradas, en lo que respecta a nuestro desarrollo interno, hemos tenido altibajos, avances y retrocesos, pero, en general, la historia ha trabajado espléndidamente para nosotros, destruyendo todas las viejas supersticiones. Y vimos el resultado de este trabajo precisamente durante las recientes revueltas campesinas que fueron provocadas por agentes directos de Kolchak y apoyadas por los kulaks, pero que en algunos lugares atrajeron a su torbellino a grupos considerables del campesinado medio - porque los campesinos sienten que la vida es dura, pero no siempre pueden discernir el camino correcto para salir de sus dificultades.

Durante estas revueltas, ¿cuál fue la consigna de los que participaron en ellas? Mientras que al principio de la primera, la revolución de febrero, todavía levantaban la consigna "¡Por el zar! Se dieron cuenta de que no era posible llegar a ningún grupo grande con ese lema, y tomaron prestado de los Eseristas el lema de la Asamblea Constituyente. En ese momento Krasnov, Denikin, todos los que sólo soñaban con restaurar el poder de la autocracia de los terratenientes, estaban a favor de la Asamblea Constituyente. Cuando comparecen ante el pueblo se ponen la máscara de la Asamblea Constituyente. Kolchak ha agotado esa mascarada en particular. No queda ni un rastro de él. Y así, durante las recientes revueltas, aquí en la retaguardia del frente oriental, la consigna de los agitadores contrarrevolucionarios no fue: "¡Viva la Asamblea Constituyente! - fue "¡Viva el poder sovietico!" pero acompañado de: "¡Abajo el Partido Comunista!", "¡Abajo los extranjeros!", etc. No se atrevieron a plantear la consigna: "¡Abajo el poder soviético! y -tengo un buen número de llamamientos, impresos y manuscritos, que fueron difundidos por la Guardia Blanca en las provincias de Simbirsk y Kazán- en todas partes falsificaron nuestros eslóganes y nuestras organizaciones. Instalan su cuartel general con un comisario militar y un líder militar, todos ellos propiamente dichos, tal como se establece en los decretos del poder soviético. La idea del poder soviético debe haber penetrado profundamente en la conciencia, los nervios y la piel de las masas campesinas, si la única manera de engañar a los campesinos y levantarlos en rebelión es presentarse bajo la bandera del poder soviético.

Debemos aprender esta lección de las recientes revueltas. El otro día informé sobre este asunto al Soviet de Moscú, y allí recordé cómo, hace cincuenta años o más, cuando nuestros revolucionarios rusos eran sólo un puñado insignificante y débil, y el campesinado estaba saturado de supersticiones religiosas y monárquicas, se produjo el asunto Chigirin, con como figura principal a nuestro difunto camarada Stefanovich,, y luego a un joven sin experiencia, que dio un paso muy arriesgado. Este grupo de revolucionarios apeló a los campesinos usando una carta falsificada en el nombre del zar, llamada la "carta de oro", y que llevaba un gran sello de oro. ¿Qué significó este procedimiento? Significaba la extrema debilidad de los revolucionarios y el gran poder de las supersticiones monárquicas entre las masas campesinas. Este paso fue condenado por todos los revolucionarios porque, por débiles que sean, nunca tienen el derecho de intentar congraciarse con las masas imitando sus ideas equivocadas. ¿Dónde está la fuerza de un partido revolucionario? En el hecho de que iluminamos y educamos la conciencia de las masas trabajadoras. Un partido revolucionario nunca tiene derecho, ni en el momento del éxito ni en el de la derrota, ni cuando es fuerte ni cuando es débil, a mentir y engañar a las masas trabajadoras.

Por eso el partido revolucionario, como dije, condenó esta aventura de un grupo de revolucionarios débiles. Pero, mientras que lo que tuvimos hace 50 años fue un paso en falso dado por un partido revolucionario joven y débil, hoy vemos ante nosotros la última apuesta de la contrarrevolución sin aliento. No puede encontrar ninguna base ideológica bajo sus pies. Se ve obligado a adoptar su postura sobre nuestro terreno.

Por eso los eseristas de izquierda, que se consideran no un partido de la Asamblea Constituyente, sino un partido soviético, están sirviendo ahora como tapadera para la contrarrevolución. Así como en el período anterior los eseristas de derecha prestaron o alquilaron la bandera de la Asamblea Constituyente a Kolchak, ahora los eseristas de izquierda están prestando a los mismos agitadores kolchakitas y a todos los contrarrevolucionarios en general una bandera que es una farsa, una falsificación, una bandera falsificada del poder soviético.

En estas revueltas, entonces, reconocimos nuestra gran fuerza ideológica y organizativa. Pero al mismo tiempo, por supuesto, estas revueltas también fueron una señal de nuestra debilidad. Porque, como ya he dicho, no sólo se metieron en el remolino de los kulaks, sino también -no debemos engañarnos a nosotros mismos en este punto- a una parte del campesinado medio. Esto se explica por las causas generales que he descrito, por el atraso de los propios campesinos. Pero no debemos echar toda la culpa a este atraso, porque Marx dijo una vez que el campesino no sólo tiene prejuicios sino también buen sentido, y uno puede apelar a los prejuicios del campesino para que lo conduzca sobre la base de la experiencia al nuevo orden de las cosas, para que los campesinos sientan realmente que en la clase obrera, su Partido, su aparato soviético, tienen un líder y un defensor: para que el campesino comprenda la razón de nuestras requisas, las acepte como algo inevitable que aplicamos a los campesinos rebeldes, actuando de tal manera que una doble y triple carga recaiga sobre el kulak: que entremos en la vida interna de la aldea y llevemos a cabo investigaciones, para averiguar quién está mejor y quién peor, para hacer una diferenciación interna, una estratificación, y para tratar de formar los lazos amistosos más estrechos con los medianos campesinos. Esto tenemos que hacerlo por dos razones.

En primer lugar, en nuestra lucha contra los enemigos, externos e internos, hasta que la clase obrera haya llegado al poder en Europa Occidental, hasta que no podamos apoyar nuestro flanco izquierdo en una dictadura proletaria en Alemania, Francia y otros países, la clase obrera de Rusia necesita apoyar su flanco derecho sobre el campesino medio dentro de Rusia. Pero no sólo en este período: no, incluso después de la victoria definitiva, inevitable e históricamente decidida de la clase obrera en toda Europa, nos enfrentaremos en nuestro país a la importante e inmensa tarea de socializar nuestra agricultura, transformándola de la forma fragmentada, atrasada y muzhzk de economía a una nueva forma comunista, colectiva y cooperativa. Cómo puede este mayor Esto alude al comentario de Marx sobre el bonapartismo en El dieciocho Brunmaire de Luis Bonaparte: `Representa no la iluminación sino la superstición del campesino; no su juicio, sino su transición de prejuicios en la historia del mundo, que debe realizarse en contra de la voluntad del campesinado'. No se puede hacer. En este ámbito no necesitamos medidas de coacción, de coerción, sino medidas educativas, el ejercicio de la influencia, respaldado por buenos ejemplos, por incentivos - estos son los métodos por los que la clase obrera organizada e ilustrada hablará con los campesinos, con los campesinos medio.

Y en el Don, camaradas, cuando nuestros regimientos entraron en contacto con cosacos, con cosacos de los estratos más bajos, como liberadores del dominio de Krasnov, estos cosacos preguntaron a nuestros comisarios comunistas: `¿Pero qué va a pasar ahora? ¿Vas a ponerlo todo en acciones ordinarias? "¿Vas a tomar todo lo que tenemos y entregarlo a la comuna? Los comisarios que mejor entendían el sentido de la política comunista les respondieron: No, sólo usaremos la fuerza contra capitalistas, explotadores, terratenientes y kulaks de aldea, aquellos que explotan el trabajo de otros con fines de lucro y especulación en el grano. En lo que respecta al medio campesino, incluido el medio campesino cosaco, utilizaremos métodos de influencia ideológica, es decir, fomentaremos la formación de granjas comunistas. El Estado ayudará a estas granjas con información agronómica, ayuda científica, financiera y técnica, y las granjas individuales podrán intentar hacerlo mejor que estas granjas comunistas". Entonces los cosacos, los cosacos dudosos, saturados de los sentimientos del Pequeño propietario, se plantea: Bueno, no está tan mal. Veremos si su comuna funciona bien y, si lo hace, pasaremos a esa forma de hacer las cosas".

Este es el único método correcto que puede emplear el proletariado en el poder: ver al campesino como un aliado y mantener su política en el campo totalmente de acuerdo con esa línea. Las revueltas que ocurrieron aquí en el país del Volga nos dieron una advertencia, y una advertencia que es doblemente terrible porque el proletariado todavía no ha llegado al poder en Occidente. Los errores siempre son malos, pero cuando hemos sido fortalecidos por la victoria del proletariado en Occidente, cualquier error que cometamos será menos peligroso: hoy en día son peligrosos, y más aún porque no son sólo errores sino, a menudo, crímenes reales. El poder soviético es un poder gobernante. El poder crea oportunidades para que los individuos obtengan toda clase de privilegios, obtengan ganancias y riquezas ilegales, ejerzan la violencia, y en varios lugares algunos elementos profundamente corruptos se han unido inevitablemente al poder soviético. Hay, por supuesto, muchos funcionarios que vivieron en cierto medio bajo el viejo orden y creyeron en él, pero que vieron el nuevo orden y vinieron a nuestro lado como hombres honestos que habían entendido la verdad. Pero también hay muchos que bajo el viejo orden eran sinvergüenzas de doble teñido, que defendían el viejo punto de vista porque era para su beneficio, y que están dispuestos, bajo cualquier régimen, a volver a pintarse de cualquier color que sea necesario, a rezar a cualquier dios - así como en una de las viejas obras de teatro se decía que el viejo cortesano Osterman rezaba primero al dios ruso, luego al dios turco, luego al dios alemán, después a los tres y - los engañaba a todos.

Así pues, los camaradas, tanto en la cúspide como en el fondo del poder soviético, se han unido a elementos que son, espiritualmente hablando, profundamente ajenos a la política comunista, espiritual y moralmente ajenos a las masas trabajadoras - y, miren ustedes mismos, aquí y allá en los uyezds y volosts se están comportando con los campesinos de la misma manera que en los viejos tiempos se comportaban los gendarmes y los capitanes de la tierra. En algunos lugares, los campesinos, literalmente en un frenesí, en una protesta impotente, se apoderaron de garrotes y horcas y en su impotencia ideológica rompieron líneas ferroviarias y destruyeron puentes, siendo incitados a hacerlo por agitadores contrarrevolucionarios. Así, en la provincia de Kazán me mostraron documentos relacionados con el uyezd Sengileyevsk, donde los campesinos habían sido sometidos a un increíble trato rudo por parte de algunos funcionarios soviéticos -digo funcionarios, no ejecutivos soviéticos, que sirven a las necesidades de los campesinos y explican las cosas, utilizando la violencia abierta contra el enemigo directo, por supuesto, pero actuando como amigos de los campesinos cuyo nivel de conciencia es bajo. Lo que teníamos aquí eran los viejos métodos zaristas, la vieja opresión y la coerción. Y cuando leí estos documentos, le pregunté:'¿Qué has hecho con esos hombres? Dije: "Si yo fuera miembro de su tribunal, habría reunido a los campesinos del uyezd Sengileyevsk y convocado, por un lado, a los agentes de base de Kolchak que les habían incitado a destruir las vías férreas y, por otro, a los llamados sinvergüenzas soviéticos que, utilizando el nombre del poder soviético, habían oprimido a los campesinos, y un mismo pelotón de fusilamiento de los hombres del Ejército Rojo habría fusilado a los dos bandos a la vez".

Prestemos atención a esta advertencia. Examinemos y comprobemos nuestras filas soviéticas, purguémoslas de todos los elementos ajenos y hagamos comprender a los campesinos que sólo hay una forma de avanzar para ellos, a saber, cruzar, junto con la clase obrera, ese difícil paso al pie del cual nos encontramos ahora. Porque mientras que nuestra situación interna es difícil en los meses de hambre de la primavera, y se hará aún más difícil en el verano, y esta dificultad será explotada por todos nuestros enemigos, nuestra situación internacional es cada vez mejor, y se abre ante nosotros cada vez más brillante y con perspectivas más alegres.

Comencé describiendo la paz de Brest-Litovsk como la página más grave y oscura de la historia del poder soviético. Probablemente todos ustedes recuerden cómo todos los llamados patriotas gritaban a nuestras expensas, hablando de soborno y traición. Eran semanas y meses espantosos, cuando el poder soviético reveló su impotencia. No teníamos ejército -el viejo ejército se había dispersado, asfixiando nuestras comunicaciones y arruinando la economía, y no había ningún ejército nuevo- y teníamos que pagar el precio de la guerra en la que el ejército zarista había sufrido una terrible derrota. Tuvimos que cumplir con los viejos pagarés del zar y de Milyukov. Todo lo que se derrumbó sobre nosotros.

Y cuando dijimos en ese momento:'Espera, nuestro día llegará'. La revolución estallará en Alemania, el Káiser no durará para siempre", se burlaron de nosotros, esos sabios que decían: "están alimentando al pueblo ruso con fábulas". El caracol viene, llegará en algún momento,' y 'Antes de que salga el sol, el rocío te devorará los ojos''. En realidad dijeron eso. Peor aún, los mencheviques y eseristas alemanes, los Scheidemanns y los Ebert escribieron en sus periódicos sólo diez días antes de que comenzara la revolución alemana: `Los bolcheviques están engañando deliberadamente al pueblo ruso con su charla sobre una revolución en Alemania: no habrá revolución aquí''. Escribieron esas líneas diez días antes de la revolución en Alemania. Nuestros mencheviques rusos los citaron y comentaron, refiriéndose a su opinión cuando escribieron sobre este asunto.

Aquí también, como en el caso de la Asamblea Constituyente, la historia trabajó espléndidamente y anticipó todos los acuerdos y todos los pronósticos tanto de los charlatanes como del socialismo científico. En Brest-Litovsk estábamos destrozados: sentados frente a nosotros estaban el barón Kühlmann y el conde Czernin, que representaban a los Hohenzollerns y a los Habsburgo, y, camaradas, si tan sólo los hubieran visto tan cerca como yo los vi. Sin embargo, no quisiera que usted sufriera durante media hora lo que nosotros tuvimos que sufrir cuando nos enfrentamos a esas Excelencias certificadas, los cabezas de turco diplomáticos de Hohenzollern y Habsburgo.

Y ellos, nos miraban como una dama noble examinando una planta exótica.

Mira,' dijeron, `sólo mira lo que ha aparecido ahora... El poder soviético. Bueno, debemos darnos prisa y examinarlo, porque la previsión es que esté muerto el próximo jueves por la semana.

Tanto el barón Kühlmann como el conde Czernin eran, por supuesto, personas muy pulidas: en las conversaciones oficiales sólo insinuaban, pero en las conversaciones privadas decían directamente: Firmarás el tratado de paz, pero otros lo llevarán a cabo, es decir, aquellos que te "tomarán el relevo", es decir, personas mejores que tú, gobernantes burgueses sólidos: tal vez incluso la monarquía, esos mismos Romanov volverán de nuevo. Estaban seguros de ello, y no tenían dudas al respecto. Y cuando ese insolente Conde Mirbach (pero no hablemos mal de los muertos) vino a verme al Comisariato Militar - sin haber sido invitado, por supuesto (esto sucedió en mayo del año pasado, cuando los checoslovacos se habían rebelado en el Este y los alemanes avanzaban en el Sur, toda Ucrania estaba en sus manos, Skoropadsky aún estaba en la silla de montar y se creía firmemente sentado), en ese maldito momento el Conde Mirbach me preguntó, desde la altura de su grandeza: Bueno, ahora, ¿cuándo vas a despedirte de Rusia?’

Por mi obligación de ser cortés, traté de evitar dar una respuesta directa y respondí algo como esto: Ah bien, usted sabe, Conde, en nuestros tiempos cambiantes y ansiosos no hay gobiernos estables en ninguna parte. A lo que él respondió, con toda la insolencia de un junker prusiano: "No, estoy hablando de su gobierno", luego, olvidando cualquier obligación de ser educado, le devolví esto: "Asegúrese de esto, Conde, nuestro gobierno es más robusto que algunos gobiernos hereditarios".

Y, camaradas, deberían haber visto la cara del Conde Mirbach. Esto ocurrió el mismo día en que, en el hambriento Moscú, la contrarrevolución intentaba provocar enfrentamientos en las calles durante la Procesión de la Cruz: las procesiones religiosas pasaban por el Kremlin, y el conde Mirbach, mirando por la ventana (nuestra conversación tuvo lugar en el tercer piso), repitió: En todas partes, en todas partes, están tambaleándose.

Así que, cuando le dije que nuestro gobierno era más robusto que algunos gobiernos hereditarios, me miró como un loco que había olvidado todas las leyes, humanas y divinas.

Mucho tiempo ha pasado desde ese día -aún no ha pasado un año, sin duda, pero ¿qué es un año en la historia de las naciones? - y dónde está el Conde Mirbach, ahora? Cierto, fue asesinado; pero ¿dónde está ahora el Káiser alemán? Está sentado en Holanda, encerrado en algún lugar, sin atreverse a mostrar su rostro en su propio país. Y el barón Kühlmann y el conde Czernin, con los que nos sentamos en Brest-Litovsk? ¿Y la monarquía alemana? No queda rastro de él. ¿El ejército alemán? Ha dejado de serlo, se ha caído a pedazos. ¿Y la clase obrera alemana? Está luchando por el poder.

La monarquía austrohúngara ha sido aplastada, destrozada. ¿Dónde está el emperador austro-húngaro Carlos? Está escondido en alguna parte. ¿Conde Czernin? Está escondido en alguna parte. Pero el poder soviético existe en Moscú, en Petrogrado y en Samara, y en todas partes es cien veces más estable que hace un año.

Estábamos amenazados por las garras del imperialismo anglo-francés, y hubo un momento en que parecía que esas garras nos iban a aplastar hasta la muerte. Después de su victoria sobre Alemania, la omnipotencia de los británicos y los franceses no tenía límites. Además, la propia burguesía alemana, junto con Hindenburg, entró al servicio de Francia y Gran Bretaña para aplastar a los bolcheviques. Tengo aquí algunos periódicos alemanes recientes, en los que se dice claramente en artículos editoriales: En Occidente, es decir, en la frontera entre Alemania y Francia, se levantan muros de hormigón y hierro fundido, en forma de fortalezas: ahí están los muros del antiguo odio nacional entre Francia y Alemania. Pero todo eso no es nada comparado con el abismo que nos separa de Oriente. Con Francia debemos llegar a un acuerdo de una manera u otra, pero con los bolcheviques, con el poder soviético, nunca. Ese es un orden mundial diferente, esas personas rechazan" - esto también se dice en muchas palabras - "rechazan todos los fundamentos de la vida económica y la propiedad privada": y, añadamos por nosotros mismos, "rechazan ese orden que se basa en el beneficio sagrado". La lucha contra Gran Bretaña y Francia, las antiguas fortalezas de Belfort y Verdún, todo eso no es nada comparado con el odio que inspiramos en el capital europeo unido. Esto es reconocido por la burguesía alemana, aplastada, humillada y saqueada, que incluso ahora, retorciéndose bajo los talones de las burguesías francesa y británica, dice: ``Y sin embargo está más cerca de mí, está más cerca de mí, que de esa espantosa república comunista soviética''. Eso es lo que piensan de nosotros en Alemania, en Francia, en Gran Bretaña, en todas partes.

Es cierto que, cuando Gran Bretaña y Francia propusieron que hiciéramos un viaje a las Islas de los Príncipes, la potencia soviética aceptó y aceptó inmediatamente, al igual que en Brest-Litovsk, porque estamos dispuestos a aprovechar cualquier oportunidad para acortar nuestro frente, para ganar un armisticio, una tregua, para aligerar la carga que soportan nuestro Ejército Rojo y todos los trabajadores. Si hubiéramos ido a las Islas de los Príncipes, por supuesto, habría sido como fuimos a Brest-Litovsk, no por simpatía, respeto y confianza en relación con Clemenceau, Lloyd-George y ese viejo hipócrita transatlántico Wilson, de ningún modo, Clemenceau, Lloyd-George y Wilson, como los Hohenzollerns y los Habsburgo antes, no se engañan a sí mismos ni por un momento, saben que sentimos hacia ellos lo mismo que ellos sienten hacia nosotros. Estamos atados a ellos por el odio interior, la enemistad interior de los mortales, y cualquier acuerdo con ellos es dictado sólo por cálculos fríos y es esencialmente sólo una tregua temporal, después de la cual la lucha inevitablemente estallará con nueva fuerza.

Anteriormente, parecía que querían estrangularnos, luego nos invitaron a venir a las Islas de los Príncipes, pero luego dejaron de hablar de eso. Por qué? Porque Kolchak, Denikin, Krasnov y Mannerheim en Finlandia dijeron a la bolsa imperialista: "Danos tiempo, danos sólo los dos o tres meses de primavera, y el poder soviético será aplastado, y no tendrás que negociar con él en las Islas de los Príncipes". A lo que Lloyd George respondió:'Nos lo prometiste hace mucho tiempo'. Milyukov fue el primero en prometerlo, luego Kerensky, y Skoropadsky en Ucrania, y Krasnov: ahora Krasnov ha huido de Rostov y ha sido reemplazado por Bogayevsky. Todos hicieron esa promesa. Kolchak hizo esa promesa hace mucho tiempo a América. No podemos ayudarles más con los soldados, nuestra situación tanto en el Norte como en el Sur está empeorando constantemente. Entonces Kolchak, Denikin y los demás respondieron: "Les pedimos, les rogamos que nos den un poco de tiempo para acabar con el poder soviético. No empieces a negociar con él, no fortalezcas su posición. "Estamos preparando una gran ofensiva en primavera".

Y esta ofensiva de primavera ha llegado, ahora la estamos experimentando. Durante todo el invierno, los Aliados suministraban dinero y proyectiles. No proporcionaron mano de obra, porque tenían miedo de involucrarse demasiado en nuestros asuntos, de empantanarse en nuestra llanura soviética, porque se dieron cuenta por la experiencia de Alemania de que, mientras los soldados de los imperialistas entran en Rusia bajo la bandera tricolor del imperialismo y la tiranía, abandonan la Rusia soviética bajo la bandera del comunismo.

Acordaron dar armas, dinero, rifles, piezas de plata, pero están retirando a sus soldados.

En Francia, el periódico Temps , y en Gran Bretaña el periódico del mismo nombre, The Times, dicen francamente que las tropas francesas están siendo retiradas de Odessa porque, tras la caída de Nikolayev y Kherson, la posición de la fuerza expedicionaria en Odessa se ha vuelto demasiado peligrosa. Así es como escriben sobre ello en la prensa europea. Tengo aquí un telegrama, recibido hoy o ayer, sobre la situación de las tropas aliadas en el norte de Rusia: No sé si ha sido publicado en la prensa. América. Mensaje inalámbrico de París para Canadá. La alarma involuntaria que se ha apoderado de los círculos británicos ante el grave peligro de aniquilación que amenaza a la expedición del Arcángel no ha hecho más que confirmar la opinión de los líderes militares estadounidenses, expresada hace muchos meses. Desde entonces se han añadido nuevos hechos llamativos, en particular el motín de las tropas finlandesas en Archangel.

Los estadounidenses y los británicos se movilizaron o, mejor dicho, reclutaron regimientos finlandeses cuando los alemanes ocuparon Finlandia, y los británicos se presentaron como liberadores de Finlandia del imperialismo alemán. Ahora un mensaje inalámbrico estadounidense desde París habla abiertamente de un motín de soldados finlandeses que forman parte del ejército angloamericano en nuestra costa norte: "El motín de los soldados finlandeses amenaza con cortar la única línea de comunicación de nuestras tropas, y la concentración de los bolcheviques en los buques de guerra en el Dvina y el Vaga demuestra que están preparados para atacar. Los hombres de Canadá forman la mayor parte de las fuerzas en esta área. Fuentes oficiales afirman que no hay la menor esperanza de reforzarlos antes de que comience el ataque bolchevique".

El London Daily Mail dice en una editorial: La responsabilidad por el peligro recae en los aliados. Enviaron a este ejército aliado y se negaron a retirarlo. Lo hicieron deliberadamente, y no tuvieron en cuenta en absoluto el peligro que amenazaba al ejército, a pesar de las advertencias de los militares y de los marinos. Los ojos del mundo entero se volverán hacia ellos si caen en manos del enemigo, porque su destino será espantoso", etc. Esa es una mentira descarada, por supuesto. Si caen en nuestras manos, los trataremos como tratamos a los cientos, y ahora probablemente incluso a miles, de franceses, británicos y estadounidenses a los que hemos hecho prisioneros en Ucrania y en el Norte. Los sentaremos en un banco escolar y les daremos profesores, comunistas franceses y británicos, y progresarán de forma espléndida.

En el Parlamento británico, un diputado burgués preguntó recientemente al ministro de la Marina si era cierto que cierto inglés llamado Price estaba llevando a cabo una criminal agitación bolchevique en la costa de Murman, y si era cierto que un batallón británico se había amotinado y tenía que ser retirado. Y el Ministro de la Marina británica estaba obligado a confirmar que, sí, este Price, que antes había sido corresponsal del Manchester Guardian, un periódico democrático británico, se había convertido en comunista en nuestra escuela soviética y había sido enviado desde Moscú al norte, donde llevó a cabo con gran éxito una agitación: también que más de un batallón se había amotinado allí, y que estas tropas iban a ser llevadas a casa. En Odesa, dos camaradas franceses fueron fusilados por el general francés por mantener la agitación entre las tropas. No en vano este general francés se ha referido a la excesiva dureza del clima y se ha apresurado a llevar a sus tropas de vuelta a casa.

Podría citar al mismo periódico alemán que antes, que dice: "El Ejército Rojo es fuerte, pero no tanto en armas como en propaganda oral. Los bolcheviques", dice el periódico, "no son sólo el partido político que actualmente gobierna el Estado ruso; no, son revolucionarios mundiales que están poniendo en práctica el principio del internacionalismo de Estado y que rechazan en la práctica las reglas de la vida económica y el concepto de propiedad privada".

Y continúa: "No podemos resistir a las imponentes masas del Ejército Rojo con nuestros destacamentos de voluntarios de Hindenburg, y defender nuestra frontera, porque el Ejército Rojo tiene a su disposición un poder colosal de propaganda, ya que moviliza a todos los descontentos de todo el mundo bajo la bandera del poder soviético".

Esa es la admisión hecha por este periódico burgués, el Berliner Tageblatt. Toma nota de la terrible consternación de las clases dominantes de todo el mundo y termina dirigiendo verdaderos cumplidos al gobierno soviético: "La claridad e inteligencia de la política de Lenin y Trotsky es igualada por la insensatez y la contradicción de la política de los países de la Entente. Con su política se limitan a empujar a Alemania a los brazos de los bolcheviques", etc.

Ahí tienes la conciencia que ahora prevalece en las mentes de las clases poseedoras, la burguesía, los ministros, los gobiernos, los generales de todos los países. Ellos ven que algún tipo de fuerza elemental poderosa ha penetrado en la conciencia de las clases trabajadoras. En todas partes se dedican a erigir una especie de cordón sanitario que pretende rodear a la Rusia soviética e impedir que los bacilos del bolchevismo, los microbios del poder soviético, se desplacen hacia el oeste, mientras que al mismo tiempo envían expediciones contra nosotros, tomando así el camino más rápido hacia la infección. Los principales órganos de prensa registran la existencia de confusión, impotencia, completa postración ideológica y política. He citado a The Times y Le Temps, un periódico francés, y también uno publicado en Berlín: todos se quejan de la confusión y la estupidez de sus clases dominantes. Se dijo hace mucho tiempo que cuando Júpiter quiere destruir a alguien, primero lo vuelve loco. Esto es comprensible: cuando la posición de una clase se vuelve desesperada, a menudo pierde la cabeza.

No voy a entrar en esas consideraciones. Ese no es el punto. Dondequiera que la historia trabaje para nosotros, para la clase obrera, exhorta a la clase obrera hacia arriba. Dondequiera que la historia exponga todo el fundamento del gobierno de las viejas clases, lo lograremos inevitablemente. Han sido condenados por la historia. Lo señalé cuando dije que nuestra posición internacional está mejorando cada mes, cada semana y cada día que pasa. Nosotros nos estamos haciendo más fuertes, ellos se están debilitando. Por eso no tenemos miedo de una tregua. El tiempo está de nuestro lado. Cuando la tregua expire, seremos más fuertes, ellos serán más débiles. No sé si habrá o no una tregua, pero están retirando sus fuerzas, y en el Norte estamos avanzando con éxito. Estos aullidos no son accidentales. Después de la captura de Shenkursk concentramos nuevas fuerzas allí, y ayer mismo un telegrama reportó un nuevo salto hacia adelante de 18 versos hacia el Arcángel. No tengo ninguna duda de que esto es sólo el comienzo de una nueva ofensiva que traerá a nuestra escuela comunista varios miles de buenos comunistas británicos y estadounidenses.

Todo esto demuestra que nuestra situación internacional es favorable. La historia ha dejado a nuestros enemigos internos sus últimas semanas, sus últimos meses o dos meses. Y saben que si ahora, en abril y mayo, en junio o en julio, no consiguen hacernos perder el equilibrio y caer en el umbral mismo del socialismo en Europa, nunca lo conseguirán. Puede suceder que un hombre sano y fuerte se resbale con un trozo de piel de naranja y se rompa el cuello. Eso es lo que esperan: que el poder obrero y campesino, en estas difíciles circunstancias en las que se está desarrollando la revolución en Europa, pero que aún no ha obtenido una victoria completa, en las que estamos siendo acosados por todos los bandos, cuando quizás sea suficiente para que Kolchak y Denikin se abran paso por el frente en un momento dado, para asustar, aterrorizar, desmoralizar al Ejército Rojo, engañar a los campesinos medios, levantarlos en rebelión contra el poder soviético bajo la consigna del poder soviético, crear confusión y derramamiento de sangre - que en estas difíciles circunstancias el poder soviético perecerá en Rusia en vísperas de su completo triunfo en todo el mundo.

Este es el significado de la ofensiva de Kolchak. En todos los demás frentes, la ofensiva ha fracasado. Los batallones alemanes de Hindenburg han tenido cierto éxito en Letonia y en Occidente en general, junto con los polacos y los guardias blancos letones, estonios y lituanos-bielorrusos, pero los propios periódicos -tengo dos de ellos conmigo, uno del este de Prusia y otro de Berlín- dicen francamente: "Estos son éxitos fortuitos y parciales, no podemos explotarlos". Si poseemos alguna unidad firme, la necesitamos ahora en Berlín, contra los espartaquistas, no contra los bolcheviques rusos".

La posición en el frente occidental está siendo restaurada. Las bandas de Petlyura se arrastran y se separan. No nos asustan. La revolución soviética ha pasado de Ucrania a Galicia, y Galicia fue la retaguardia de Petlyura. Esta retaguardia es ahora una llama de conflagración a su espalda.

No había muchas unidades regulares del Ejército Rojo en Ucrania. Pero incluso antes de que estallara esta poderosa revuelta de obreros y campesinos, se había iniciado una desmoralizada retirada enemiga que incluía no sólo a la Guardia Blanca Rusa de Grishin-Almazov, sino también a las unidades regulares anglo-francesas contra las que luchamos antes de Berezovka, donde capturamos una gran cantidad de botín militar, incluyendo tres formidables tanques.

En el Don y en la cuenca del Donets no se lanzó ninguna ofensiva contra nosotros. Allí continuamos nuestro victorioso avance hacia el territorio Don, que continuará hacia el Cáucaso. Krasnov ha sido aplastado. Denikin será aplastado. En la cuenca de los Donets, donde concentran todo lo que poseen, y donde los agarraremos con mano de hierro, desde Mariupol hasta Taganrog, desde Voronezh y Velikoknyazheskaya pasando por Torgovaya hasta Bataisk y Ros toy, los agarramos cada vez con más firmeza y fuerza. El mes del deshielo primaveral pasará, y entonces nuestra ofensiva seguirá adelante, siguiendo su camino natural. Nosotros somos los más fuertes allí. No les oculto el hecho de que nuestra espléndida flotilla se encuentra a la entrada del Mar Caspio, y es incomparablemente más poderosa que la flotilla del enemigo.

Queda el Este, sólo el Este, los Urales, Siberia, donde Kolchak avanza y nosotros retrocedemos, donde nuestro enemigo tiene éxito mientras que nosotros hemos sufrido reveses recientemente. Aquí Kolchak se fijó la tarea de cortar el Volga a toda costa antes de la llegada de la primavera, para privarnos de esta arteria tan importante. No hace mucho tiempo despejamos la Guardia Blanca del Volga e hicimos un honesto río soviético de él. Ahora los Guardias Blancos quieren deshonrar y contaminar una vez más el Volga y quitárselo a los obreros y campesino , que lo necesitan para el transporte. Si hay un peligro que amenaza el poder soviético, el poder de los obreros y campesinos, proviene de las bandas de Kolchak, que se unieron gracias al apoyo dado por los eseristas y mencheviques a la idea de la Asamblea Constituyente.

Kolchak tiene una retaguardia considerable. Hay un rico campesinado kulak en Siberia, y Kolchak depende de ellos. Los peores elementos contrarrevolucionarios del antiguo cuerpo de oficiales se han apresurado a unirse a Kolchak desde todas partes del país. Con su ayuda y la de los kulaks, Kolehak está llevando a cabo una movilización bastante amplia de las masas campesinas. Ha recibido los suministros necesarios de América, tiene en la actualidad una gran parte de los Urales, nos ha quitado de nuevo la Ufa, que fue ganada con la sangre de los obreros y campesinos, y está amenazando los acercamientos a Kazán y Samara. Aquí, camaradas, nos enfrentamos a la tarea de la mayor importancia para los obreros y campesinos de todo el país en este momento: debemos concentrar a toda costa nuestras mejores fuerzas en el frente oriental. El éxito de Kolchak se debe en gran medida al hecho de que nos vimos obligados el pasado otoño y a principios del invierno, después de haber conseguido grandes éxitos en el Este, a retirar algunas unidades fuertes del frente oriental, junto con nuestros mejores trabajadores, y transferirlas al Sur, contra Krasnov, que amenazaba, a través de Voronezh, el corazón de la Rusia soviética, Moscú.

El trabajo se ha realizado en tres cuartas partes en el Sur. El último cuarto se completará con las fuerzas que ya están allí. Ahora, todas nuestras reservas, todas las fuerzas que tenemos en forma de unidades militares, y todas las fuerzas organizadoras e ideológicas, deben ser dirigidas al frente oriental. La consigna de la Rusia soviética en la actualidad es: los Urales. Debemos concentrar todas nuestras fuerzas en esa dirección, debemos crear regímenes de choque a través de un esfuerzo por parte de los obreros y campesinos, y hacerlos avanzar desde el Volga hacia el este hasta los Urales.

Los Urales deben ser nuestros, así como el país del Volga ya es nuestro y también, en gran medida, el país Don. Los Urales deben ser nuestros. Debemos recuperar a Zlatoust, Ekaterimburgo, Perm, debemos abrirnos camino a través de Cheliabinsk hacia Siberia, donde los obreros y campesinos pobres nos esperan como sus libertadores.

Aunque esta es la tarea principal de todo el territorio soviético, aquí en el Este es doble y triple su tarea principal, camaradas Samara. Aquí antes tenías un poderoso nido de Guardias Blancos, pero ahora es el centro de nuestro Ejército Rojo. Aquí se entrelazan las rutas de tres ejércitos del frente oriental. Por lo tanto, toda la atención, todo el esfuerzo debe concentrarse en cumplir las tareas y satisfacer las necesidades del frente oriental. Tú eres la retaguardia inmediata, la zona adyacente al frente. Deben contraer sus instituciones civiles soviéticas y expandir las militares. Todos los que pueden ser útiles en el frente deben ir al frente - como comisarios, a los órganos de suministro, a las células, a los regimientos, a los cuarteles generales. Debes dar lo mejor de ti al frente. El destino de la Rusia soviética se decide ahora en el frente oriental, y con él el destino de la revolución mundial en su conjunto. La revolución mundial, por supuesto, no perecerá, continuará avanzando, pero puede retroceder un año, o dos años, o diez años. Queremos entrar en esa revolución mundial, basándonos en la Rusia soviética, tal como existe hoy en día, en lo que preparamos durante décadas de trabajo y lucha revolucionarios obstinados, en lo que conquistamos en los días de octubre y hemos defendido contra todos los enemigos. Esta Rusia soviética, renovada por la sangre de los trabajadores, por sus pruebas, no queremos renunciar a nada. Con nuestros pechos formaremos un escudo alrededor de él, y ninguna fuerza romperá el escudo.

Camaradas, espero tener el derecho de decirles en el frente que en el V, IV y I Ejército y en el grupo Sur, en Samara, poseen una retaguardia firme y templada.

Camaradas de Samara, cuando ustedes estaban en problemas, cuando Dutov pronunciaba discursos aquí, quizás en esta misma sala, nosotros en Moscú y Petrogrado dimos la voz de alarma. Les dijimos a los obreros de Petrogrado y de Moscú que se había hecho un nudo en el Volga que era necesario cortar..., y los hambrientos y exhaustos obreros de Petrogrado, sin quejarse de sus pobres raciones, se abrocharon aún más los cinturones, tomaron rifles y se pusieron en camino para liberar el Volga y su Samara.

Hoy, camaradas, Samara es libre, y en Samara hay una fuerte guarnición, una poderosa organización de soviéticos, sindicatos y comités de fábrica, la flor de la clase obrera de Samara, unida por una idea común y fortalecida por duras pruebas y toda la lucha anterior. Y ahora no pides a los trabajadores de Moscú y Petrogrado que te liberen, porque no te vas a rendir y por lo tanto no necesitarás que te liberen.

En este encuentro, unidos por una sola idea y una sola voluntad, declaramos que todos los intentos de Kolchak de cortar el Volga son tantos esfuerzos de impotencia apasionada. El Soviet de Samara, la guarnición de Samara, el proletariado de Samara, junto con nuestro frente y con nuestra retaguardia profunda, prometen y juran que Samara no se rendirá, y que el Volga seguirá siendo un río soviético honesto. ●