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Leon Trotsky

En defensa del marxismo

 

 

Carta a Sherman Stanley

8 de octubre de 1939

 

Querido camarada Stanley:

Recibí su carta a O'Brien en vista de su marcha. La carta me produjo una extraña impresión porque, al contrario de lo que sucede con sus excelentes artículos, estaba llena de contradicciones.

No he recibido todavía ningún material sobre el plano ni conozco el texto de la resolución mayoritaria ni de la de M. S.[1], pero puedo asegurarle que no hay oposición irreconciliable entre los dos textos. Afirma usted que el partido está al borde del desastre, ¿por qué? Aunque hubiera habido dos posiciones irreconciliables, no sería un "desastre", sino la necesidad de llevar la lucha política hasta el fin. Pero si las dos posturas no son más que matices del mismo punto de vista expresado en el programa de la IV Internacional, ¿cómo puede llamar catástrofe a una divergencia "sin fundamento" (según sus propias palabras)? Que la mayoría prefiriese su propio matiz (si es sólo un matiz) es natural. Pero lo que es absolutamente antinatural es que la minoría diga: "porque vosotros, la mayoría, preferís vuestra propia interpretación y no la nuestra, nosotros, la minoría, pronosticamos una catástrofe". ¿Por parte de quién? Usted dice: "veo las cosas objetivamente, por encima de las distintas facciones". Mi impresión no es esa, en absoluto.

Escribe, por ejemplo, que a mi artículo "por una razón o por otra, le faltaba una página". Expresa de esta manera una sospecha venenosa hacia los camaradas responsables. La página faltaba a causa de un error en la oficina de aquí, y ya he mandado un texto completo para que lo traduzcan[2].

Su argumento sobre el "imperio obrero" me parece una ocurrencia desafortunada. A los bolcheviques se les acusó de tener un "programa de expansión zarista" desde el primer día de la Revolución de Octubre. Hasta un estado obrero sano tiende a la expansión y sus líneas geográficas coincidirán necesariamente con las de la expansión zarista, porque una revolución no suele cambiar la geografía. Lo que criticamos a la banda del Kremlin no es la expansión ni la dirección de la expansión, sino los métodos burocráticos y contrarrevolucionarios de la expansión. Pero, al mismo tiempo, y ya que como marxistas debemos ver objetivamente los hechos históricos, debemos reconocer que ni el Zar, ni Hitler, ni Chamberlain, han tenido la costumbre de abolir la propiedad privada en los países ocupados y este hecho, tan progresivo, depende de otro: de que la Revolución de Octubre aún no ha sido totalmente asesinada por la burocracia, que en último término se ve obligada a tomar medidas que debemos apoyar en ciertas situaciones contra los enemigos imperialistas. Estas medidas progresistas son, naturalmente, mucho menores que la actividad contrarrevolucionaria generalizada que lleva a cabo la burocracia; por eso es por lo que consideramos necesario destruirla...

Los camaradas están indignados por el pacto Hitler-Stalin. Es natural. Quieren tomarse la revancha con Stalin. Muy bien. Pero hoy todavía no estamos preparados para destruir el Kremlin inmediatamente. Algunos camaradas se conforman con una satisfacción puramente voluntarista: le quitan a la URSS el título de Estado Obrero, como le quita Stalin a un funcionario caído en desgracia la Orden de Lenin. A mí esto me parece, querido amigo, un poco infantil. La sociología marxista y la historia son absolutamente irreconciliables.

Saludos del camarada,

Crux (Leon Trostky)

 

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[1] Max Shachtman [Nota del MIA]

[2] El documento La URSS en guerra llegó mientras celebraba sesión plenaria el Comité Nacional del Partido Socialista Obrero (SWP). Faltaba una página. La línea política del documento fue aprobada por la mayoría del pleno. La minoría armó un alboroto y protestó por la página que faltaba, diciendo, entre otras cosas, que se había suprimido deliberadamente.

 

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