PRIMER LIBRO DE LECTURA

¿VALE LA PENA LEERLO?

La sección educativa del departamento militar del Comité Central Ejecutivo acaba de publicar un Primer libro de lectura destinado a los soldados. No sé quién ha redactado el libro; todo lo que sé es que se trata de alguien que en primer término no conoce a aquellos a quienes se destina el libro y que en segundo término no comprende mayor cosa de los asuntos de que habla. Hay un tercer término: conoce muy mal el ruso. Estas condiciones son claramente insuficientes para componer el Primer libro de lectura de nuestros soldados.
Es un folleto de treinta y dos páginas que se abre con un "Memento del soldado y del revolucionario". En vez de haber pesado cada palabra, el tal memento ha sido redactado en una lengua sencillamente espantosa. "Un puñado de generales y ministros pisoteaban las osamentas (!) de los millones de soldados que iban a la carnicería". ¿Cómo se puede pisotear las osamentas de individuos en marcha hacia algo? "En las aldeas no había el menor mendrugo ni el menor vaso de leche, pues los terratenientes y sus perros (!!!) arramblaban con todo". "El maligno y rapaz fabricante bebía millones en el extranjero, y cuando el obrero pedía unos pocos céntimos más (!!!) era implacablemente fusilado". En nombre del soldado, la conclusión declara: "Sabré que, además de la fuerza, necesito otra fuerza: los conocimientos y la instrucción". A juzgar por las apariencias, el autor quería decir: "Además de la fuerza de las armas necesito otra fuerza: la de los conocimientos y la instrucción". Pero el autor olvidó que la "fuerza de la instrucción" también es necesaria para el redactor de un manual.
Entre "Nuestros proverbios", que vienen en seguida, hay perlas como estas: "Soñoliento, dormitante: no bastante vigilante"; o bien: "Un soldado sin fusil es peor que una mujercita". Y así por el estilo.
Luego encontramos el monólogo del obrero de la redundante y mentirosa pieza de Andreiev titulada El zar hambre. Ningún soldado que deba aprender los rudimentos de su lengua materna comprenderá estrictamente nada de las elucubraciones de Andreiev.
Sigue, inopinadamente, El destino del pobre infeliz, de Surikov. La página que sigue está destinada a El escribiente ruso, de Gogol. Viene en seguida la fábula Mirón, de Krylov. Compendio de sabiduría filistea y cómplice, las fábulas de Krylov se ven gratificadas con "una gran importancia educativa para el pueblo ruso", sin olvidar su "profundidad de pensamiento".
En la página 15 damos con una fábula de Jermnitser, El rico y el pobre, en la que el autor se subleva contra la injusticia social: "...mientras que el pobre, así fuere, de origen principesco, podría tener una inteligencia de ángel...", etc. La fábula es íntegramente favorable al hidalgüelo pobre de gran corazón. Por qué el soldado ruso tiene necesidad de Jermnitser en su primer libro de lectura, nadie puede comprenderlo.
Los articulillos anónimos son, no obstante, los mejores: "El globo terrestre", "La riqueza", "Las diferencias sociales a tierra nutricia", etc. En uno de ellos leemos: "El mundo pertenece a todos y debe ser distribuido de manera equitativa entre todos". De qué modo distribuir equitativamente el mundo y en cuántas partes, el autor no lo indica. Más adelante: "El trabajo de cada cual no le pertenece a uno como cosa propia; le pertenece al ' Estado, que lo viste y lo alimenta". No cabe la menor duda de que el autor cree seriamente estar exponiendo la doctrina socialista: "El trabajo (!) de todos y de cada uno es propiedad (!!) de] Estado (!!!)". Más adelante se dice que la riqueza "es el arma del bribón, gracias a la cual una pequeña banda de truhanes se ha apropiado de todos los frutos del trabajo de todos". De allí la conclusión de que la riqueza debe ser "arrancada de las manos que durante demasiado tiempo la han detentado". Arrancar de las manos...(!!!)
En cuanto a las "diferencias sociales", el autor las recusa, aun cuando no sepamos qué entiende por ello. Al final le recomienda a la humanidad íntegra que siga "el liso camino de la uniformidad (!) y de la igualdad".
¿Qué decir? ¿Decadencia o incultura? No olvidéis, sobre todo, que esto se les recomienda como lectura a los soldados que están aprendiendo a leer. A propósito de la "tierra nutricia", se dice que "pertenece a la humanidad y que debe ser distribuida entre todos cuantos quieran trabajarla". Es poco probable que tan obtusa redistribución tenga algo en común con la enseñanza comunista.
En la página 20 encontramos un Himno al Ejército Rojo, debido a la pluma de Nicolas Hermashev, en el que leemos: "Toda la tierra está aún en tinieblas. No se ve por doquier ningún fulgor...". (A propósito, ¿quién y cuándo ha dado a la composición de Hermashev el glorioso título de himno?).
En primer lugar, eso no es ruso. No se dice "no se ve por doquier ningún fulgor", sino "no se ve fulgor alguno". Y además tampoco es cierto. Un poeta revolucionario jamás se permitiría definir de ese modo nuestra época. En rigor, tales palabras podrían hallarse en su lugar si se tratara de la década del 80, pero están absolutamente fuera de lugar cuando se trata de nuestra tumultuosa época.
Acerca del untuoso poeta populista Iakubovich se nos enseña que su libro El mundo de los réprobos pinta "con claridad y exactitud los sufrimientos de los desterrados políticos". Es absurdo, pues todos saben que el autor habla de los condenados de derecho común, con exclusión de los deportados políticos.
Y para coronar el todo, un extracto de Guy de Maupassant se convierte en pretexto para recomendar a este autor como cantor "de los eternos sufrimientos de la parte más pobre de la humanidad, sobre todo del proletariado francés". ¿Maupassant cantor de los sufrimientos del proletariado francés? ¿Es posible? ¿Es irrisión? ¿Burla? ¿Y de quién se burla?
La troika, de Gogol, y El anunciador de la tempestad, de Gorki -importante hace quince años, pero desprovista de todo interés hoy-, aportan muy poco al volumen. Falta recordar que en éste dios y el creador se hallan presentes en todas partes.
Componer un libro de lectura y, más aún, un primer libro de lectura para los soldados es una tarea difícil y llena de responsabilidades. Es importante escoger los extractos y las obras con la mayor atención, dando prueba de sentido literario y de sentido psicológico; es importante, sobre todo, hacerlo con buen sentido. Hay que escoger a los clásicos, o tomar, en todo caso, obras conocidas. En mi opinión, ni el camarada Hermashev ni el desconocido autor que recomienda distribuir la tierra en partes iguales, como si fuese, una pera, son clásicos. También ellos deben ilustrarse antes de enseñar a los demás. Tal la razón por la que este Primer libro de lectura no vale un céntimo.
9 de enero de 1919

 
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