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Nahuel Moreno


Revoluciones del Siglo XX




VI. LA ÉPOCA DE LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA INTERNACIONAL

 

Con la guerra interimperialista de 1914 a 1918 quedó de manifiesto que había terminado la época progresiva, de desarrollo y enriquecimiento de la sociedad bajo el sistema capitalista. A partir de entonces entramos en la época histórica presente: decadencia y empobrecimiento cada vez mayores de la sociedad humana, guerras terribles que destruyen masivamente hombres y fuerzas productivas, y al mismo tiempo, un gran desarrollo de la técnica.

Llega a su fin la época anterior, reformista. De aquí en más, el proletariado y todos los explotados necesitan hacer revoluciones y guerras civiles para terminar con el sistema capitalista en descomposición, es decir con el imperialismo.

Comienza la época de las revoluciones anticapitalistas, obreras o socialistas, que es también la época de las contrarrevoluciones burguesas. La primera revolución obrera triunfante, que inaugura esta nueva época, es la rusa de 1917. Con ella comienza la revolución socialista internacional. Esto significa que por primera vez en la historia no se trata de una suma de revoluciones sino de un solo proceso de enfrentamiento de la revolución y la contrarrevolución a escala de todo el planeta. Las revoluciones nacionales son episodios importantes de este enfrentamiento mundial.

Estudiando el desarrollo del octubre ruso, el marxismo revolucionario definió lo que se dio en llamar una revolución "clásica". Eso nos obliga a detenernos en definir a grandes rasgos sus distintas etapas y los fenómenos que en ella se dieron, para después tomarlos como puntos de referencia, comparándolos con los de otras revoluciones que se han dado más tarde y que tuvieron características distintas.

 

VII. LA REVOLUCIÓN RUSA

 

La revolución rusa presenta distintos fenómenos. Entre ellos, en los acontecimientos de febrero se combinan características de fundamental importancia.

 

a) La revolución de febrero:

Sintetizando, la revolución de febrero se caracteriza por lo siguiente:

Primero, es una movilización obrera y popular urbana, de carácter insurreccional, sin dirección política partidaria, aunque los obreros de vanguardia, en especial los educados por los bolcheviques, cumplen un rol de dirección.

Segundo, esta movilización urbana no derrota a las fuerzas armadas sino que solamente provoca una profunda crisis en su seno.

Tercero, por su objetivo inmediato, por la tarea histórica que cumple, es una revolución democrático—burguesa, ya que derroca al zar para instaurar un régimen democrático burgués.

Cuarto, esta revolución democrático-burguesa es parte de la revolución socialista internacional, más concretamente, es parte fundamental de la lucha del proletariado mundial por transformar la guerra imperialista en guerra civil.

Quinto, también es parte de la revolución socialista en la propia Rusia, ya que el poder del zar no era sólo el de los terratenientes sino en gran medida era el poder de la propia burguesía, que había pactado con la monarquía.

Sexto, asimismo es parte de la revolución socialista en Rusia porque al zar lo derrotó la clase obrera como caudilla del pueblo, principalmente de los soldados.

Séptimo, también porque los trabajadores y el pueblo sólo podían solucionar los problemas que los agobiaban si enfrentaban en forma inmediata a los terratenientes y capitalistas, que al caer el zar se habían transformado en los enemigos inmediatos y directos del proletariado.

Octavo, todo lo anterior significaba que la revolución de febrero ponía a la orden del día, como tarea estratégica, hacer una revolución socialista. nacional e internacional, en la medida en que los explotados seguirían en la misma condición si el proceso revolucionario se detenía en las fronteras nacionales, es decir si seguía existiendo un poder burgués.

Noveno, los trabajadores no son conscientes de que la revolución que han llevado a cabo es socialista en los aspectos que hemos señalado y de que por lo tanto les exige avanzar hacia la toma del poder. Después de febrero creen que no es necesario hacer otra revolución. Por eso hemos llamado revolución inconsciente a la de febrero, como lo hizo Trotsky.

Décimo, los partidos reformistas que dirigen al movimiento obrero y de masas, no conformes con defender el régimen burgués y deformar un gobierno con la burguesía, inculcan en el movimiento de masas el respeto a ese régimen y se oponen duramente a la lucha por llevar a cabo la revolución socialista, con el pretexto de que sólo cuando Rusia sea un gran país capitalista se podrá hablar de

socialismo; por lo tanto, la primera tarea era, para ellos, desarrollar el capitalismo.

 

b) El poder dual :

Como producto del triunfo de la revolución de febrero surge un régimen absolutamente distinto del zarista, de amplísimas libertades democráticas, asentado en un ejército en crisis y fundamentalmente en los partidos pequeñoburgueses que dirigen al movimiento de masas. Desaparece la monarquía zarista y pasan a tener un rol central como instituciones de gobierno los partidos obreros y populares dirigidos por la pequeña burguesía. Debido al ascenso revolucionario, este régimen es extremadamente débil. La III Internacional lo definió como un régimen kerenskista, por haber sido Kerensky quien simbolizó sus distintas etapas.

Esta profunda revolución en el régimen político no se reflejó en el carácter del estado, que seguía siendo un instrumento de la burguesía y los terratenientes. No se produjo un cambio en las clases que detentaban el poder del estado.

Pero de cualquier manera, se dio una situación extremadamente crítica con respecto al estado. Esta ya se había dado en otras oportunidades, pero en Rusia, después de febrero de 1917, adquirió un carácter dramático. Se abrió una etapa de subsistencia del estado burgués, pero en crisis completa. Esta crisis fue consecuencia de que el movimiento obrero y de masas, a través de sus propias instituciones, tenía sobre muchos sectores de la sociedad un poder tanto o más efectivo que el del estado burgués. Los órganos de lucha y de poder del movimiento de masas fueron los soviets de obreros, campesinos y soldados, los sindicatos, los comités de fábrica. Los soviets eran organismos de poder "de hecho". En algunos lugares, el pueblo hacía lo que ordenaba el soviet, no lo que ordenaba el gobierno. En otros sitios, era al revés. Por eso se lo denominó poder dual. Este era dinámico, cambiaba. Pero de conjunto, el poder más fuerte, casi el dominante, eran los soviets, no el gobierno capitalista.

El poder soviético se asentaba en la crisis del estado burgués, fundamentalmente la muy profunda de las fuerzas armadas, ya que los soldados no acataban las órdenes y desertaban masivamente del frente. Ante ese estado semidestruido el poder dominante era obrero, campesino y de los soldados

Definimos el kerenskismo y el poder dual como un régimen, porque son una combinación, aunque muy inestable, de distintas instituciones; el gobierno. la cúpula militar y los partidos burgueses y pequeñoburgueses por un lado; por el otro. los soviets y otras organizaciones obreras y populares.

El poder de la burguesía venía también de los propios soviets, pero en forma indirecta, a través de su dirección. Los socialistas revolucionarios y los mencheviques eran mayoría en los soviets y convencían a los obreros, campesinos y soldados de que tenían que apoyar al gobierno burgués.

 

c) El golpe de Kornilov

En el transcurso de la revolución rusa se da, por primera vez en la historia (con la única excepción de la represión a la Comuna de París), un golpe contrarrevolucionario de tipo burgués, capitalista. Hubo quienes opinaron que el golpe de Kornilov era prozarista, al servicio de los terratenientes feudales. Trotsky polemizó contra ellos insistiendo en que era un golpe claramente procapitalista y contrarrevolucionario, no profeudal. Este golpe, que no triunfó, anunciaba futuros golpes de la contrarrevolución burguesa que más tarde, desgraciadamente, si' triunfaron: los de Mussolini, Chiang Kai Shek, Hitler y Franco.

Con Kornilov surge, pues. un nuevo tipo de contrarrevolución: la contrarrevolución fascista, burguesa, no feudal.

El golpe de Kornilov es derrotado por la movilización de la clase obrera y de los partidos que se reclamaban de los trabajadores, que se unieron para enfrentarlo- Los bolcheviques cambiaron su táctica. Hasta entonces venían centrando todos sus ataques en Kerensky y planteando que debía ser derrocado y que los soviets debían tomar el poder. Pero cuando Kornilov ataca, definen que ese golpe es el gran peligro contrarrevolucionario y llaman a la unidad de todos los partidos obreros y populares, en primer lugar al propio Kerensky, para combatir armas en mano la contrarrevolución de Kornilov. Pasan a un segundo plano el ataque a Kerensky, dejan de plantear su derrocamiento inmediato como lo habían hecho hasta entonces. Pasan a denunciar a Kerensky por ser incapaz de librar una lucha revolucionaria consecuente, apelando a medidas anticapitalistas audaces, transicionales, para derrotar a Kornilov.

 

d) El gobierno obrero y campesino

Para esa etapa de la revolución Lenín y Trotsky levantaron una posibilidad política y una consigna: que los partidos reformistas (socialistas revolucionarios y mencheviques) tomaran el poder, ya que eran la dirección indiscutida de los soviets. Se trataba de hacer una revolución que cambiara el carácter del estado, construyendo uno nuevo sobre la base de las instituciones soviéticas. Si los partidos reformistas aceptaban la propuesta de Lenin, esa revolución sería pacífica. Al mismo tiempo, si los reformistas lo hacían, los bolcheviques se comprometían a no apelar a la lucha violenta para derrotarlos, sino a la lucha pacífica dentro de los soviets para tratar de conquistar la mayoría, y convertirse así en el partido gobernante de ese nuevo estado, el estado obrero soviético. Esta política de Lenín y Trotsky fue rechazada por los partidos reformistas, que se negaron a llevar a los soviets al poder.

Este planteo ha quedado como una hipótesis teórica llena de perspectivas para el futuro de las luchas revolucionarias, aunque creemos que ha llevado a algunas confusiones sobre el desarrollo y el carácter de dicha política y del tipo de estado que surgiría si tuviera éxito.

 

e) La revolución de octubre

Fue una insurrección dirigida y organizada por el partido obrero marxista revolucionario, los bolcheviques. Ganaron la mayoría de los soviets y los condujeron a hacer una revolución contra Kerensky, es decir contra el régimen de febrero y su gobierno e hicieron que los soviets tomaran el poder. Fue definida por Trotsky como una revolución consciente. De esta forma, cambiaron el carácter del estado. A diferencia de la de febrero, con esta revolución no cambió sólo el régimen político, sino el estado: deja de ser un estado al servicio de la burguesía y nace un estado de la clase obrera apoyada en los campesinos y los soldados. No es como febrero una revolución solamente política, sino una revolución social.

Como toda revolución social, la de octubre también es una revolución política, porque inaugura un nuevo tipo de régimen, es decir cambia radicalmente las instituciones que gobiernan. Hasta octubre gobernaban los partidos burgueses y pequeñoburgueses reformistas, apoyándose en el ejército burgués en crisis- A partir de octubre, desaparecen el ejército y la policía de la burguesía y dejan de gobernar los partidos burgueses y pequeñoburgueses reformistas y comienza a dirigir el estado una institución ultra-democrática y que organizaba al conjunto de los explotados: los soviets de obreros, campesinos y soldados. Y al frente de estos nuevos organismos o instituciones de estado se pone el partido bolchevique, que era un partido revolucionario, internacionalista y también profundamente democrático, donde todo se discutía a través de tendencias, fracciones o individualmente y prácticamente nada se votaba por unanimidad.

 

f) La revolución económica social

Un año después de la revolución de octubre aproximadamente se realiza la expropiación de la burguesía. Fue una medida defensiva del régimen soviétivo frente al sabotaje económico de los propietarios de las empresas industriales. Si bien la expropiación no es producto de ningún cambio en el carácter del estado y del régimen político, que sigue siendo el poder de la clase obrera y el pueblo (estado) dirigido por soviets acaudillados por el partido bolchevique (régimen), es la gran revolución, porque transforma abruptamente las relaciones sociales de producción. A partir de la expropiación y estatización de las industrias, desaparece la burguesía como clase social y se instaura la economía nacionalizada, planificada y obrera. Esta revolución, la más importante de todas aunque no se da en la esfera política sino en la económica, se denomina revolución económica social. Es el cambio total del carácter de la economía.

 

g) La guerra civil

Es el enfrentamiento. armado, entre el proletariado y la burguesía. Esta, en unidad con el imperialismo mundial, intenta hacer una contrarrevolución para reinstaurar a los burgueses y terratenientes en la propiedad y en el poder del estado y es derrotada. Durante meses y meses se enfrentan un conjunto de ejércitos reaccionarios, contrarrevolucionarios, ligados a los distintos imperialismos y la intervención de hecho de 21 países capitalistas, contra el Ejército Rojo. La guerra civil es la expresión de la lucha de clases como enfrenta miento entre territorios y ejércitos enemigos, que reflejan a clases distintas. Sólo después del triunfo de la guerra civil se puede decir que surge un gobierno unitario para toda la URSS.

 

Las otras revoluciones abortadas

 

Desde la revolución rusa hasta la década del 30, estallan revoluciones similares en distintos países: Alemania, Hungría, las dos primeras revoluciones chinas y la revolución española. En todas ellas, a excepción de España, surgen soviets y actúan partidos revolucionarios internacionalistas de la III Internacional y se producen elementos de guerra civil, es decir encuentros armados entre los partidos de la burguesía y del proletariado. A pesar de estos enfrentamientos armados, que indicaban la madurez de las condiciones objetivas para la toma revolucionaria del poder por el proletariado, estas revoluciones abortaron. Una razón es que en esos países los revolucionarios eran muy débiles o incapaces. Pero la razón principal recae en los partidos reformistas en Alemania y Hungría y el stalinismo en China, que conscientemente se niegan a profundizar el proceso, negándose a hacer la revolución socialista al frente de las organizaciones revolucionarias del movimiento de masas.

 

La revolución española

Algo parecido va a ocurrir con la revolución española, que se inicia después del cierre de la etapa 1917-23, pero que tiene muchos elementos parecidos a la revolución rusa, aunque también tiene grandes diferencias y es mucho más pacífica. El comienzo de la revolución española, su revolución democrática burguesa no es el producto inmediato de grandes enfrentamientos del movimiento obrero y popular con el gobierno y las fuerzas armadas del régimen. Por el contrario, el triunfo de la revolución se da como consecuencia de la crisis del régimen monárquico y de un gran triunfo electoral de la clase obrera y el pueblo, que votan por la república en contra de la monarquía. Esto obliga al monarca a renunciar sin que se llegue a graves enfrentamientos con las fuerzas armadas. Esto originará una revolución del régimen político: de monárquico, sin libertades democráticas, a un régimen democrático burgués parlamentario con amplias libertades democráticas.

A diferencia de las otras revoluciones, que eran socialistas aunque tuvieran el aspecto de democráticas en su primera fase, o eran directamente socialistas desde el principio como la alemana, la revolución española deja indemne, íntegra, sin crisis a las fuerzas armadas. Esto la distingue cualitativamente de las otras que hemos enumerado.

 

Resumen

 

Resumiendo, la revolución rusa del 17 es la síntesis de cuatro grandes revoluciones:

 

1) La revolución política de febrero. Democrática burguesa en cuanto a su forma, socialista en su contenido. Es una revolución inconsciente por parte de las masas que la llevaron a cabo.

La llamamos una revolución política en cuanto a los resultados objetivos inmediatos porque sólo se revolucionó el régimen político, de zarista a democrático burgués.

2) La revolución político-social del 17. Conscientemente el partido bolchevique dirigiendo los soviets derrota al gobierno burgués, cambiando el carácter del estado, de burgués a proletario. No se cambia la economía que sigue siendo burguesa.

3) La revolución económico-social del 18. Se expropia a la burguesía cambiando el sistema económico de burgués a transicional, obrero.

4) La revolución militar-social. Se derrota en forma total y absoluta a las fuerzas armadas de la burguesía y el imperialismo, construyéndose unas nuevas fuerzas armadas de un nuevo carácter de clase.

 

VIII. EL RÉGIMEN LENINISTA

 

Todo este curso insiste en definir los regímenes, por una razón fundamental; esquematizando, podemos decir que todo nuestro programa se sintetiza en el objetivo de imponer un régimen leninista. Esto significa que somos enemigos irreconciliables de los regímenes obreros actuales, a los que definimos por la negativa como antileninistas. Lo que caracteriza a nuestro programa con respecto a todas las organizaciones obreras, inclusive los actuales estados obreros que se reclaman del socialismo es que nosotros queremos llevar a cabo una revolución política que cambie su régimen actual por uno leninista. Por eso es importante precisar las características esenciales del régimen de Lenín y Trotsky en sus primeros años. Algunas fueron abolidas por el mismo régimen en circunstancias excepcionales, como la guerra civil o el hambre. Pero estas excepciones no anulan la regla, ya que tanto Lenín como Trotsky siempre insistieron en que su abolición era momentánea y en que el régimen debía ser como en sus primeros años.

 

Cuatro características fundamentales

 

I. Socialmente, la clase obrera domina con sus organizaciones el aparato de estado. En el régimen soviético la estructura básica del estado son los soviets de obreros y campesinos. Dado el abrumador peso numérico de los campesinos, se impone un tipo de representación que garantice la mayoría obrera y su control del aparato del estado.

 

II. El régimen político es de democracia obrera irrestricta.

a) Nadie puede coartar la más absoluta libertad para todos los obreros que forman parte del soviet. Todos los trabajadores tienen derecho a formar parte de sus organizaciones (sindicatos, comités de fábrica y soviets). Ningún obrero puede ser expulsado ni se le puede negar el uso de la palabra o de cualquiera de las libertades individuales, aunque políticamente sea

conservador.

b) Pluripartidista.

Dentro de los soviets no son legales solamente los partidos revolucionarios que están en al gobierno (bolcheviques y socialistas revolucionarios de izquierda) sino todos los partidos reformistas (los mencheviques y socialistas revolucionarios de derecha) y aún los partidos burgueses (siempre que haya obreros o campesinos que los apoyen y constituyan fracciones).

c) Mucho mayores libertades que bajo el régimen democrático-burgués.

Se abre la etapa de mayores libertades políticas, culturales, artísticas, científicas, de reunión, prensa e información que jamás haya conocido la humanidad. Todos los partidos tienen papel y facilidades para publicar sus opiniones. Los artistas y científicos gozan de la más absoluta libertad de expresión e investigación. El gobierno pone a disposición de todo el pueblo salones gratis para cuando quieran reunirse o hacer asambleas. No hay ningún tipo de censura. El régimen no tiene arte, ni ciencia oficiales ya que no se mete para nada con ellas, sólo las protege para que se expresen todas las

corrientes.

d) Independencia de los sindicatos respecto del estado.

Después que se ganó la guerra civil, la URSS de Lenín legisló que los sindicatos fueran absolutamente independientes del estado, para que pudieran expresar la voluntad de los trabajadores: si éstos querían hacer huelgas tenían todo el derecho de hacerlas, al igual que de reunirse en asambleas para votarlas.

 

III. Un régimen revolucionario para la lucha permanente. Es un régimen votado mayoritariamente, en forma democrática, por los obreros en los soviets. Esa votación tiene un significado: las organizaciones obreras votan la dirección y la política revolucionaria del Partido Bolchevique. Esa es la razón de que el régimen soviético impulsara la movilización revolucionaria permanente de la clase obrera y el campesinado para avanzar cada vez más en la revolución interna e internacional. Es un régimen para la lucha permanente de los obreros rusos y del mundo. Los soviets son órganos de lucha y gubernamentales. Bajo Lenín y Trotsky jamás perdieron su carácter de órganos de lucha para transformarse en meros órganos administrativo del estado.

 

IV. Un partido obrero, democrático, revolucionario e internacionalista. El partido que dirige el régimen soviético, el Partido Bolchevique, tiene concentradas y mucho más elevadas, conscientes, todas esas características-

a) Obrero.- El Partido Bolchevique siempre fue obrero por su ideología, su actividad (incluida la de sus dirigentes), sus militantes y sus cuadros. Ganaba las elecciones, por ejemplo, sólo en las barriadas obreras más concentradas.

b) Democrático.- En el Partido Bolchevique todo se resolvía por discusión y votación. Prácticamente no hay ninguna resolución importante que haya sido adoptada por unanimidad. Después que se tomó el poder, esta democracia y libertad absolutas para los militantes se amplió mucho más. Las más grandes discusiones ?e hacían públicamente en las páginas de los periódicos oficiales del partido. Ningún dirigente fue expulsado jamás por sus opiniones o sus discusiones con la dirección.

c) Revolucionario,- El partido alentaba permanentemente la movilización revolucionaria de las masas. Comenzó a levantar a escala nacional e internacional un programa de transición, de movilización permanente de las masas. Consideraba que la toma del poder era una razón fundamental para acelerar la movilización revolucionaria, no sólo a nivel nacional sino también internacional. El centro de toda su política pasaba por lograr desarrollar la movilización del proletariado mundial y de las masas oprimidas para hacer triunfar la revolución socialista internacional. Sin esto no había ninguna posibilidad de triunfo definitivo en la misma URSS.

d) Su logro más importante fue la III Internacional.- Su internacionalismo se concretó en la fundación de la III Internacional para dirigir la revolución socialista. El propio Partido Bolchevique resolvió supeditarse a la Internacional, ya que la revolución rusa era sólo una parte decisiva de la revolución mundial, pero parte al fin. Dejó de ser un partido ruso para transformarse en una sección de la III Internacional. Los dirigentes del partido pregonaron a los cuatro vientos que su internacionalismo llegaba hasta propugnar que, si era necesario, estaban dispuestos a hundir la revolución rusa para que triunfase la alemana, mucho más importante para la revolución mundial.

La III Internacional fue como el Partido Bolchevique, esencialmente obrera, democrática, revolucionaria. Fue el partido mundial de \a revolución socialista, de la lucha permanente hasta el triunfo del socialismo en el mundo.

 

IX. LA CONTRARREVOLUCIÓN: LOS NUEVOS REGÍMENES

 

Tras la primera oleada revolucionaria, inaugurada por la revolución rusa y que duró aproximadamente hasta 1923, la burguesía y el imperialismo lanzan su contraofensiva política. Incapaces de detener la revolución en diversos países a través de la democracia burguesa, por métodos pacíficos, la burguesía apela a los métodos de guerra civil para derrotar a la clase obrera. Donde logra capturar el gobierno, aparece un nuevo tipo de régimen político, antes inexistente: el fascismo en Italia y el nazismo en Alemania.

El fascismo o régimen contrarrevolucionario burgués imperialista se caracteriza por utilizar métodos de guerra civil contra la clase obrera, las masas y su vanguardia. Para hacerlo, forma un movimiento popular contrarrevolucionario amplio, con base en la clase medía y los desclasados, a quienes moviliza y arma contra el proletariado. Cuando llega al poder elimina las libertades políticas y las instituciones de la democracia burguesa. Su objetivo central es aniquilar la democracia obrera y sus organismos: sindicatos, partidos obreros de masas. Pero sólo lo puede lograr terminando también con el conjunto de los derechos e instituciones democrático burgueses: parlamento, partidos políticos, libertad de prensa, etc.

En un sentido, se parece a los viejos regímenes monárquicos. Es absolutamente totalitario y reprime despiadadamente toda oposición y toda libertad. Pero no es lo mismo. Esos viejos regímenes expresaban el pasado feudal. El fascismo no tiene nada de feudal. Expresa el presente capitalista-imperialista. Es una dictadura bárbara, pero no de los nobles ni del rey, sino de lo más moderno y concentrado del capitalismo: los monopolios imperialistas. No busca reinstaurar el feudalismo, sino defender el capitalismo imperialista aplastando con métodos de guerra civil la revolución obrera. Es la primera y monstruosa expresión de la inexorable marcha del capitalismo hacia la barbarie si no triunfa el socialismo.

Ese es el contenido fundamental de los regímenes fascistas que triunfan con Mussolini en Italia, Chiang Kai Shek en China, Hitler en Alemania, Salazar en Portugal y Franco en España.

Igual carácter tienen los regímenes coloniales como el de Francia en Indochina y Argelia: una represión terrible a las masas para defender el imperio capitalista francés. Y otro tanto podemos decir de las brutales dictaduras proimperialistas y sostenidas por el imperialismo yanqui en sus semicolonias, como fueron las de Batista, Trujillo, Somoza y compañía, en América Latina, o más recientemente, las de Pinochet y los militares brasileños, uruguayos y argentinos.

Esas dictaduras semifascistas no están defendiendo viejas estructuras feudales, como tanto ha insistido el stalinismo, sino las modernas relaciones semicoloniales, absolutamente capitalistas, entre las naciones atrasadas y las potencias imperialistas.

 

La lucha contra la contrarrevolución burguesa imperialista

La aparición del fascismo, primero como partido o movimiento y después, cuando triunfa, como un régimen político contrarrevolucionario, le plantea al marxismo dos graves problemas políticos que se pueden sintetizar en uno solo: ¿Cómo enfrentar al fascismo como partido cuando lucha por llegar al poder, y como régimen cuando ya llegó a él?

El trotskismo se conformó como una corriente real del proletariado mundial, entre otras razones fundamentales porque era necesario lograr un frente de los partidos obreros para impedir, por métodos físicos, el triunfo del fascismo en cualquier país. Ante el peligro del triunfo fascista había que practicar una política muy parecida -a grandes rasgos idéntica- a la que los bolcheviques aplicaron frente a Kornilov. En vez de luchar como objetivo inmediato por tomar el poder y derrotar a la burguesía, no se tenía la fuerza para hacerlo, era necesario pelear en forma inmediata para evitar que el fascismo tomara el poder, haciendo cualquier clase de acuerdo obrero y popular para ir a la lucha física, en las calles, con el fascismo, y derrotarlo en su terreno.

La guerra civil española fue la máxima expresión de esa lucha para impedir el triunfo franquista, aunque las direcciones de las masas no la encararon con un criterio marxista revolucionario, Esas direcciones (los burgueses republicanos, con el Partido Socialista y el stalinista) quisieron circunscribir la lucha sólo al enfrentamiento entre el régimen democrático-burgués y el fascista. Y eso dentro de los cánones de la burguesía, respetando la propiedad privada y apoyándose en la policía y el ejército burgueses. Los marxistas revolucionarios, en cambio, planteábamos que era indispensable derrotar al fascismo a través de la unidad de todos los que estuvieran dispuestos a pelear contra él. Pero, al mismo tiempo, por la movilización del movimiento obrero y de masas, liquidar a los terratenientes y a la burguesía, poniendo bajo control de los trabajadores al aparato productivo, cambiando el carácter de clase del estado. Esta sería la única forma de lograr una adhesión cada día mayor de los obreros y campesinos a la lucha contra el franquismo. Decíamos, en síntesis, que había que transformar la lucha en defensa del régimen burgués democrático en una lucha permanente por el socialismo.

De cualquier manera, la guerra civil española demostró hasta qué grado el régimen democrático burgués era antagónico con el fascismo, no sólo la clase obrera y sus organizaciones.

La II Guerra Mundial presenta, como mínimo, elementos similares. Sin desarrollar el tema, creemos que hay que estudiar seriamente si no fue el intento de extender la contrarrevolución fascista imperialista a todo el mundo, derrotando principalmente a la Unión Soviética, pero también a los regímenes democrático-burgueses europeos y norteamericano. Esto no quiere decir que la Segunda Guerra Mundial no haya tenido también un profundo contenido de lucha interimperialista. Lo que decimos es que hay que precisar bien, al igual que en la guerra civil española, cuál fue el factor determinante. ¿Fue la lucha del régimen fascista esencialmente contra la URSS pero también contra la democracia burguesa? ¿O fue el factor económico, la pelea entre imperialismos por el control del mercado mundial?

La guerra civil española fue nada más que la expresión más espectacular de un fenómeno que se generalizaba: la resistencia armada, la guerra civil contra los regímenes fascistas. En China, en 1928. después de la traición stalinista que permitió a Chiang Kai Shek dar su golpe contrarrevolucionario, se abrió un proceso guerrillero de lucha armada del PC chino —e inclusive en determinados momentos de otras corrientes del ejército nacionalista— contra el régimen fascista de Chiang Kai Shek, y después contra la invasión japonesa. Esta guerra civil o nacional, que se expresó como guerra de guerrillas, se desarrolló con altibajos hasta la derrota de Chiang Kai Shek a manos de la guerrilla de Mao Tse Tung.

Algo parecido ocurrió tras el triunfo militar de Alemania y Japón. Estallaron movimientos de resistencia armada y de guerrilla en Europa del Este y del Oeste, especialmente en Francia e Italia. Este movimiento antinazi en las naciones ocupadas fue apoyado por los marxistas revoluciónanos, o debió haberlo sido, ya que hubo algunos compañeros que, por su extremada juventud, no vieron la magnitud del problema. Por la misma razón consideramos como una de las grandes gestas del proletariado mundial la lucha del ghetto de Varsovia contra los nazis.

De todos los procesos, el que adquirió un carácter más obrero y campesino fue la resistencia guerrillera en los países de los Balcanes: Yugoslavia y Grecia.

La guerrilla china y luego la guerra civil española comienzan, pues, un proceso de guerra civil, de resistencia armada a los regímenes fascistas. Fue un nuevo fenómeno en el cual generalmente la guerrilla cumplió un rol fundamental.

 

La contrarrevolución stalinista y la revolución política contra ella

Los 20 años de avance de la contrarrevolución en el mundo, de 1923 a 1943, van a tener también su expresión en el propio estado obrero, la Unión Soviética. Asi como el fascismo significó un cambio contrarrevolucionario de régimen en los países burgueses, algo parecido ocurrió en la URSS. El régimen de Lenín y Trotsky, de democracia obrera y partidaria, fue liquidado por el stalinismo, que logró imponer a partir de 1928, uno muy parecido al fascismo que culminó con las grandes purgas de 1936. El stalinismo emplea primero métodos reaccionarios y finalmente métodos de guerra civil. Lleva a centenares de miles de militantes comunistas o a sectores de vanguardia de la población a los campos de concentración, los asesina casi en su totalidad y suprime cualquier atisbo de libertad, no sólo en el terreno político, sino en el artístico, el cultural y el científico. Las instituciones tradicionales del estado burgués, su ejército centralizado, su policía y sus servicios secretos pasan a ser base de sustentación del régimen stalinista, que se apoya en esas instituciones burguesas para gobernar. El régimen adquiere un carácter totalitario, sin ninguna libertad, con una persecución implacable a los opositores políticos, con un sístema unipartidarío y con control total por el gobierno de los sindicatos y todas las organizaciones populares. Como ya dijimos, un régimen político muy parecido al nazismo.

Pero así como el fascismo cambia el régimen pero no el carácter del estado, que sigue siendo burgués, el stalinismo cambia el régimen de obrero democrático a burocrático, totalitario y contrarrevolucionario, pero no cambia el carácter del estado, que sigue siendo obrero, no capitalista. Esa es la diferencia fundamental entre el nazismo y el stalinismo: el carácter del país. Alemania sigue siendo un país capitalista dominado por los monopolios y la Unión Soviética sigue siendo un país no capitalista.

De la misma manera en que el cambio de régimen, de democrático-burgués a fascista exigió, en algunos países capitalistas, una nueva política, el cambio de régimen en la URSS también planteó la necesidad de una nueva política para seguir adelante con la revolución dentro del estado obrero.

Había que luchar contra el stalinismo como expresión de la contrarrevolución en el estado obrero. El marxismo revolucionario luchó por defender el régimen de la democracia obrera. Y cuando el stalinismo triunfó, se planteó recuperarlo por la acción del movimiento de masas y el enfrentamiento a la burocracia gobernante.

Trotsky, a principios de la década del 30, llegó a la conclusión de que no se podía lograr la democracia obrera sin una revolución contra el aparato de gobierno stalinista, es decir el aparato de estado de la burocracia. Había que barrer a los oficiales del ejército y la policía, que eran el brazo armado de la burocracia. Llamó a esto una revolución política, porque se trataba de un cambio de régimen y no de un cambio en las relaciones de producción y en las sociales, es decir en el carácter del país y del estado. Para nosotros es fundamental que siga habiendo un estado bajo el cual no existe la burguesía. Por eso no se trata de hacer una revolución económico-social, sino sólo una revolucionen el régimen político: de burocrático totalitario a obrero democrático.

Lo que Trotsky no planteó, pese a que hizo el paralelo entre el stalinismo y el fascismo, fue que también en los países capitalistas era necesario hacer una revolución en el régimen político: destruir al fascismo para reconquistar las libertades de la democracia burguesa, aunque fuera en el terreno de los regímenes políticos de la burguesía, del estado burgués. Concretamente, no planteó que era necesaria una revolución democrática que liquidara al régimen totalitario fascista, como parte o primer paso del proceso hacia la revolución socialista, y dejó pendiente este grave problema teórico.

 

X. LAS REVOLUCIONES SOCIALISTAS CONGELADAS EN LA EXPROPIACIÓN DE LA BURGUESÍA

 

Desde el fin de la II Guerra vivimos la etapa más revolucionaria de los últimos siglos. Por primera vez estallaron revoluciones en todos los continentes y en cualquier momento. Es lo que llamamos revolución inminente generalizada. Contra los teóricos guerrilleristas que sostienen que las únicas revoluciones que se han dado en esta posguerra fueron solamente producto de la guerra de guerrillas, nosotros creemos que se han dado también diversos tipos de revoluciones urbanas, insurreccionales.

Podemos dividir las revoluciones de este siglo en dos tipos: las urbanas y las llevadas a cabo a través de guerrillas. Ya en las primeras décadas del siglo se dieron dos grandes revoluciones que preanunciaron estos dos tipos: la revolución rusa (urbana) y la mexicana (guerra de guerrillas).

A partir del '17, por influencia de la revolución rusa y por el rol protagonice del proletariado mundial, las revoluciones más importantes fueron urbanas, incluida la revolución china hasta 1927. que tuvo un componente campesino de primer orden, pero cuyo centro revolucionario pasaba por sus grandes ciudades y por la clase obrera.

En 1928 apareció un nuevo fenómeno político: la guerra de guerrillas del campesinado para enfrentar a un régimen capitalista fascista, el de Chiang Kai Shek. Esta guerra de guerrillas se transformó de civil en nacional cuando los japoneses invadieron China en 1935. Una vez derrotados los japoneses, se volvió a la guerra civil.

En España ocurrió algo parecido con la guerra civil, aunque no fue una guerra de guerrillas. La base social de la guerra civil, del lado republicano, fue el proletariado, y su defensa armada contra el putch fascista arrancó de una insurrección armada que destruyó de hecho el estado burgués, y en las grandes ciudades al ejército fascista.

La II Guerra Mundial fue, como ya lo hemos dicho, una guerra revolucionaria del Ejército Rojo contra el ejército contrarrevolucionario de Hitler. Hay que precisar si los ejércitos aliados, a pesar de ellos, no cumplieron también un rol progresivo, ya que la derrota de Hitler fue el más colosal triunfo revolucionario de toda la historia de la humanidad.

Durante la II Guerra se popularizó la guerra de guerrillas para enfrentar a los fascistas y a los ejércitos nazis de ocupación. En la inmediata posguerra reaparecieron, jugando un rol de preponderante importancia, las luchas urbanas y el proletariado. Así, comenzaron de nuevo las revoluciones urbanas, pero ninguna llegó a expropiar a la burguesía. Por el contrario, si lo hicieron muchas revoluciones provocadas por las guerras civiles o nacionales. Podemos clasificar las revoluciones posteriores a la II Guerra en las que expropiaron a la burguesía y las que no la expropiaron. Aclaramos que creemos que la realidad nos dará otros tipos de revoluciones y que nuestra clasificación es sumaria, esquemática, para facilitar una primera comprensión del tema.

 

Las guerras revolucionarias

 

En la II Guerra Mundial, y en la posguerra, el hecho más descollante y novedoso fue el estallido de guerras revolucionarias. Los marxistas revolucionarios habían definido la época como de guerras y revoluciones, sin ligar estrechamente ambos conceptos. (Esto no quiere decir que en esta etapa no hayamos visto otros tipos de revoluciones). Entre estas guerras revolucionarias tenemos que distinguir dos tipos claramente diferenciados:

El primero es la guerra de un ejército nacional contra otro. La más colosal de estas guerras, quizá la más importante, fue la propia II Guerra Mundial, específicamente la del Ejército Rojo contra el nazi. El triunfo del Ejército Rojo es el más importante triunfo revolucionario de la etapa, el que abre la revolución inminente y generalizada. Una guerra parecida es la que llevó a cabo el ejército guerrillero de Mao contra los ocupantes japoneses, que culminó en la guerra civil contra Chian Kai Shek.

El segundo tipo es la guerra de guerrillas. La revolución más importante de esta etapa fue la china, una guerra civil en la que se empleó la táctica guerrillera. La revolución Yugoslava fue quizás la más heroica, muy parecida a la China, aunque su centro de gravedad no fue la guerra civil que libraron contra los "ustachi" sino la resistencia a los ocupantes nazi-fascistas. Estas guerrillas triunfantes se dieron en países campesinos. Fue el tipo de guerra revolucionaria que, en muchos casos, llegó a la expropiación de la burguesía.

 

La guerra revolucionaria antes de la toma del poder

 

Los tipos de revoluciones a que nos referimos tienen en común haber sido producto de una guerra, dirigida férreamente por un ejército. Este fue guerrillero (China, Cuba), o profesional nacional (ejército rojo contra el ejército nazi de ocupación), o guerrillero nacional (guerras contra el régimen colonial, como la de Argelia). Aunque se combinan de distintas maneras, todas estas guerras presentan, antes del triunfo y la toma del poder, los siguientes rasgos comunes:

 

1. Comienzan como guerras defensivas contra estados totalitarios coloniales o fascistas, o contra ejércitos de ocupación.

En todas las guerras conocidas hubo que enfrentar una situación difícil, trágica, de triunfo del fascismo o de los ocupantes. Las guerras coloniales son un tanto distintas, ya que la guerrilla comienza contra un poder establecido y no contra un fenómeno nuevo como el fascismo y la ocupación de un país. Pero de cualquier forma se lucha para remontar una derrota histórica, la colonización del propio país, mientras en los otros casos se lucha contra un fenómeno inmediato. Esto no debe hacernos confundir sobre el carácter defensivo del comienzo de la lucha armada.

 

2. Una férrea conducción centralizada, con una poderosa falsa ideología revolucionaria.

Al revés de las revoluciones rusas de 1905 y 1917, estas guerras revolucionarias tienen una fuerte y centralizada dirección. El grupo o ejército guerrillero no puede desarrollarse si no cuenta con una férrea disciplina y unidad de mando. Lo mismo ocurre con su ideología. La guerrilla contra los ocupantes o los regímenes totalitarios o la guerra de la URSS contra los nazis es llevada a cabo conscientemente, con todo vigor. En ese sentido es una guerra conscientemente revolucionaria por parte de la dirección. Esto es lo que ha llevado a tantos marxistas a la confusión. La guerra que llevan a cabo las masas y la dirección es justa; se plantea, por lo tanto, que la dirección es revolucionaria, o empíricamente revolucionaria. Esto es relativamente correcto si le agregamos que la política de conjunto de la dirección durante la misma guerra y para el futuro de la revolución en marcha, es contrarrevolucionaria. El hecho de que Galtieri o Vargas, en determinados momentos, puedan defender a sus países de la invasión imperialista no los hace revolucionarios empíricos, aunque se vean obligados por las circunstancias a cumplir históricamente ese objetivo. La dirección guerrillera está a años luz de un Galtieri o un Vargas: son grandes luchadores, revolucionarios democráticos o anticoloniales, son luchadores permanentes de una justa causa, mientras Vargas o Galtieri lo son por un solo momento o en determinadas circunstancias y están dispuestos a traicionar también en cualquier momento. Los guerrilleros generalmente han combatido durante años hasta lograr su objetivo revolucionario de derrotar al régimen o al ejército contrarrevolucionario. De ahí" que tengan una clara ideología y un programa revolucionario, pero falso. Plantean siempre que una vez derrotado el régimen contrarrevolucionario hay que colaborar con la burguesía para dedicarse a la construcción de un estado burgués o "de sexo indefinido", de democracia popular u otra variante por el estilo, lo que significa lo mismo. Por otra parte, ven su revolución como una revolución nacional y no como parte indisoluble de la revolución mundial, que necesita una internacional. De ahí lo falso de su ideología y de su programa, etapista y no permanente a escala nacional o internacional.

 

3. Régimen político autoritario de un partido-ejército

Es normal que el partido-ejército tenga una estricta disciplina y centralización, ya que sin ellos es imposible ganar una guerra moderna. Pero todas las guerrillas —no hablemos del ejército rojo— transforman esta disciplina militar en disciplina política. Dentro de estos ejércitos no hay la menor democracia para discutir de política. Las orientaciones políticas se dan desde la dirección, y nadie tiene derecho a discutirlas. Todo lo contrario, una discusión de las mismas es considerada una transgresión a la disciplina militar.

 

4. Base social de tos ejércitos, la dirección y la base

Hasta la fecha la base social de las direcciones de estos ejércitos ha sido burocrática o pequeñoburguesa. Jamás obrera. La de la guerra de la URSS y las guerrillas dirigidas por los partidos stalinistas fue burocrática. La del FLN argelino, las guerrillas coloniales y la de Fidel Castro, pequeñoburguesas urbanas.

La base de estos ejércitos es campesina, pequeñoburguesa, de las villas 'miserias de las urbes coloniales y excepcionalmente popular obrera, como la del ejército rojo. En general, salvo excepciones, el sector predominante no es la clase obrera, y mucho menos la industrial. Pero un análisis de este tipo sería mecánico: todo ejército cambia en gran medida el carácter de clase de sus soldados, para transformarlos en eso, en soldados; aparece un nuevo fenómeno social, el de los combatientes. Esto vale tanto para un obrero como para un pequeñoburgués acomodado; al entrar en la guerrilla pasan a ser esencialmente guerrilleros, es decir, luchadores subordinados a una dirección política que no es revolucionaria consecuente. Entonces, cuando hay una guerra prolongada el soldado pierde en gran medida su carácter de clase previo a su incorporación, para pasar a ser parte del pueblo. La dirección pequeñoburguesa o burocrática que dirige estos ejércitos tiene una política consciente en ese sentido, de transformarlos en combatientes (la teoría del nuevo hombre de Guevara) y desarraigarlos como clase obrera, para facilitar el carácter autoritario del partido-ejército, de su dirección, y para justificar la teoría de una revolución nacional, popular y no socialista.

Nos hemos detenido en las características previas a la toma del poder por los ejércitos a través de una guerra para subrayar las profundas diferencias con el proceso previo a las revoluciones rusas de 1905 y de febrero. En ese país todos los antecedentes de la revolución giran alrededor de las luchas normales de la clase obrera y los campesinos, y de las luchas políticas entre los partidos que se reclamaban de la clase obrera y del pueblo (socialistas revolucionarios, mencheviques, bolcheviques) y con los partidos burgueses de Rusia y de las otras nacionalidades. Es decir, es diametralmente opuesta a la guerra-revolución: la revolución se prepara a través de instituciones obreras de masas, de los sindicatos a los soviets o los partidos, por medio de la más amplia democracia. La revolución no tiene ninguna dirección centralizada, es insurreccional y "espontánea", por lo tanto.

 

El partido-ejército toma el poder

 

Una vez triunfantes, estas guerras-revoluciones tienen en común los siguientes rasgos que las caracterizan:

 

1. Destrucción del aparato de estado burgués

Una de las ideologías del guerrillerismo es que lo que se tiende a destruir es el aparato de estado del régimen totalitario y no el del estado burgués. Pero el resultado es el opuesto al que querían llegar; al destruir el estado totalitario, principalmente la policía y el ejército, cae en ruinas, desaparece, el aparato de estado burgués. El triunfo de la guerra de guerrillas o del ejército rojo significa directamente la caída de aquél. En ese sentido, se parece a la revolución de octubre, que también destruyó el aparato de estado burgués, principalmente el ejército y la policía. Pero los resultados son diferentes.

 

2. Régimen bonapartista fuerte con la suma del poder para el partido-ejército

El gobierno cae en manos de un partido-ejército guerrillero (o rojo en el este de Europa). Como ya no existe policía o ejército de la burguesía no existe un doble poder, sino uno solo. el del partido-ejército. Al revés de la revolución rusa, el poder no va a instituciones democráticas del movimiento obrero, sino al partido-ejército y sólo a él. que domina la escena política como quiere, arbitrando entre las clases como un bonapartismo fuerte, poderoso.

 

3. Las insoportables contradicciones del gobierno y la pequeña burguesía.

El carácter popular pequeñoburgués o burocrático de los partido-ejércitos que toman el poder hace que se produzcan contradicciones insalvables, que llevan obligadamente a un gobierno fuerte, de tipo bonapartista. Esas contradicciones son dos: primero, la imposibilidad de que esos partido-ejércitos construyan un aparato de estado pequeñoburgués, como sería su intención. En eso se parecen a los jacobinos, que trataron de hacer lo mismo y fracasaron. La pequeña burguesía no puede hacer un país o un estado a su imagen y semejanza, porque en ningún país del mundo puede ser dominante la pequeña producción de pequeños propietarios. En la revolución francesa, con un proletariado inexistente, la alternativa a la que sucumbieron los Jacobinos fue que sólo podía haber un estado capitalista. Por eso fueron arrojados del poder por la propia burguesía para imponer el primer régimen bonapartista.

La segunda contradicción es muy grave y caracteriza el primer período después de la toma del poder. El partido-ejército tiene el poder en sus manos, con un estado burgués en ruinas, no en crisis. Debe restaurar entonces el estado. Su política es traidora, hasta ahora siempre tendieron a restaurar e) estado burgués: jamás han llamado a las organizaciones obreras a que democráticamente tomen el poder. Siempre es un estado que se moldea de acuerdo con el carácter del propio ejército guerrillero, sin ninguna democracia interna ni externa. Es decir, el aparato del estado está condenado a ser autoritario y no democrático obrero.

Pero la pequeña burguesía, en esta época, no tiene sólo la perspectiva de transformarse en dirigente de un estado burgués. Tanto desde el punto de vista político como económico, tiene en la actualidad dos perspectivas: la obrera y la capitalista. Todo pequeñoburgués está condenado, tarde o temprano, a una de esas dos alternativas. Lo mismo ocurre con el estado que puede surgir en esta etapa de transición de un gobierno fuerte en manos de un partido-ejército y con un estado en ruinas. Por otra parte, el país o estado en el sentido más amplio de la palabra sigue siendo burgués.

 

4. Gobierno frentepopulista con los partidos burgueses

La ideología y la política proburguesa de los partidos-ejército se manifiestan en la combinación que se autoimponen; gobernar con la burguesía, a pesar de que la suma del poder político y estatal, todas las fuerzas armadas, son suyas. En todos o casi todos los países donde triunfaron el ejército rojo o los ejércitos guerrilleros, las direcciones oportunistas pequeñoburguesas o burocráticas impusieron, en un primer momento, que se gobernara con los partidos burgueses o con personalidades del mismo signo. Tomemos ejemplos cercanos: Cuba y Nicaragua. En los dos se produjo el mismo fenómeno. Fidel Castro puso de presidente de la República a Urrutia, un importante agente político de la burguesía y el imperialismo. Lo mismo hizo el FSLN nicaragüense con Violeta Chamorro y Róbelo, en un principio con los representantes de la burguesía en el actual gobierno. Lógicamente. si el actual gobierno nicaragüense es frente populista no puede ser obrero y campesino ni haber expropiado a la burguesía.

 

5. Los gobiernos obreros y campesinos

Lenín y Trotsky planteaban que las organizaciones obreras y campesinas, los soviets, dirigidos por partidos oportunistas, tomaran el poder, rompiendo con la burguesía, sobre la base de la democracia obrera. Los gobiernos obreros y campesinos (populares para nosotros cuando el país es urbano) que hemos visto en esta posguerra no han sido de organizaciones obreras democráticas sino de partidos-ejército. De cualquier forma, son gobiernos obreros y campesinos porque han roto con la burguesía. Cuba es un buen ejemplo (cuando Fidel echa del gobierno a Urrutia, agente de la ofensiva imperialista, como toda la burguesía cubana).

Aunque Castro quería seguir manteniendo buenas relaciones con el imperialismo y la burguesía (por eso nombró como presidente a Urrutia), se vio enfrentado a una terrible ofensiva para que diera marcha atrás en una serie de medidas que afectaban al imperialismo. Todos estos gobiernos surgieron siempre por la misma razón: el imperialismo le declara la guerra al gobierno del partido-ejército que colabora con la burguesía, por las concesiones que se ve obligado a hacerle al movimiento de masas. Como medida defensiva, nunca hasta ahora por propia iniciativa, rompen con la burguesía.

 

6. La revolución económico-social

Tal cual lo había previsto Trotsky cuando definió a los gobiernos obreros y campesinos como una etapa inmediatamente anterior a la dictadura del proletariado, éstos se vieron obligados a expropiar a la burguesía, agente incondicional del imperialismo. Se dio así la revolución económico-social, es decir, la expropiación de la burguesía que en la URSS se había dado después de la toma de poder por los soviets y el partido bolchevique, y en estos casos se da después de la toma del poder por los ejércitos autoritarios. Apenas expropian a la burguesía, los gobiernos obreros y campesinos se transforman en dictaduras del proletariado, ya que la burguesía deja de existir y todo el país se transforma en un país obrero, no capitalista. Si ya no hay burguesía en el país no puede haber un estado capitalista, aunque haya aparatos capitalistas o iguales a los capitalistas como la policía o el ejército —guerrillero o stalinista—. Nos encontramos entonces con un estado obrero, o país obrero, que tiene un tipo de estado burocrático desde el comienzo, por el régimen autoritario del partido-ejército.



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