Escrito: Por Miguelina Acosta, con el seudónimo de "Emedosa",
en defensa de Dora Mayer y en respuesta a un artículo que apareció en el diario La Prensa el 15
de agosto de 1916.
Fuente:
Facsímil
de recorte del artículo publicado por Acosta en un periódico no identificado albergada en la Biblioteca
Digital de la Biblioteca Nacional del Perú.
Transcripción: Juan Fajardo, para marxists.org,
28 de agosto de 2025. Se transcribe con la ortografía tal como apareció en
el recorte.
Con este título se ha publicado hace pocos días en un diario de esta localidad (“La Prensa" 15 de agosto) un artículo que si no nos equivocamos es el primero que hace pública una apreciación de la última actitud de Dora Mayer,
La prensa toda de esta capital ha querido guardar silencio como un testimonio de su respeto y estimación á la gran pensadora; las personas autorizadas y capaces de hacer la crítica de su conducta han observado igual proceder; la opinión pública sorprendida ha dejado en suspenso su fallo esperando explicarse más tarde cuando sus directores, después de un minucioso examen del fenómeno, de sus móviles y fines, expidan su veredicto; sólo los espíritus mediocres y los pequeños con la prontitud de la espontaneidad de los que no pueden comprender más de lo que sus ojos ven y de lo que sus instintos les dicta, han exclamado lo que la articulista cita:
“Dora Mayer agonizando de amor…...! Es un histérica, dicen unos. Es una desequilibrada dicen otros. Es una anormal dicen los más. Y ninguno acierta á mirar la realidad”.
Y la articulista qué dice? cómo la juzga? Los lectores podrán deducir de los párrafos que trascribimos:
“La actitud de trágica sentimental que Dora Mayor ha querido adoptar públicamente ha producido sensación".
…………………………
“Dora Mayer es una simple y tal vez fría observadora de la vida pasional de la humanidad”.
…………………………
“Pero pronto noté que aquella criatura física, moral é intelectualmente, se hallaba en su medio y que en ella no se hacía notar ni medianamente esa alta conciencia de feminilidad que en toda mujer es efluvio magnético poderoso, gran propulsor de las luchas de la vida íntima…....”
Sigue la articulista: “Noté también que su moral sencilla.... había labrado en ella una psiquis sana, un temperamento tranquilo.... y me dije: De la actividad de este singular tipo humano los únicos frutos viables, serán los intelectuales. Me engañé? no lo creo ”
"Dora Mayer ha llegado á hablar del amor-libre. Pero no debe suponerse que ha tendido á sentar tal disparate como doctrina. Ni el Perú, ni ninguna otra región de América, ni aun la Europa tienen necesidad de tal absurdo como ley, ni puede haber cerebro sano que considere el amor libre entre las reformas que los intereses trascendentales de la humanidad exigen perentoriamente……
Sólo ha tenido con esa trágica inmolación de su prestigio de mujer serena á convomer la inerte indiferencia del medio de fecundar el campo de las discusiones, favoreciendo así el advenimiento más ó menos próximo, de alguna adaptable, útil y sensata reforma social".
Esta conclusión sería bastante para reconciliar á Dora Mayer con la articulista, si Dora Mayer fuera capaz de ofenderse por las apreciaciones que su conducta inspira á los no iniciados y por las que se hacen de modesta personalidad y manera sencilla de vivir, pero ella no sólo no se ofendo, sino que tiene una sonrisa bondadosa para todos aquellos que incapaces de comprenderla sonríen burlonamente á su paso, y lejos de su presencia hacen de ella objeto risible de chanzas y de groseras conversaciones.
Si hemos querido hacer un breve comentario al artículo de que nos vamos ocupando, no es para hacer notar las contradicciones que en él se encuentran ni para hacer ver que la articulista á pesar de su poder observador ha sufrido algunas equivocaciones, ni menos para decirle que Dora Mayer no es ni pálida, ni frágil, pues para ello respetamos mucho los juicios ajenos; si hemos querido hacer este breve comentario es únicamente para rectificar la opinión que el público pueda hacer con la lectura de dicho artículo.
Dora Mayer no ha querido producir sensación adoptando públicamente la actitud de trágica sentimental. Esto no se explica si se tiene en cuenta su reconocida modestia, y si se quiere decir que lo ha hecho para implantar una reforma social, es no conocer su psicología. Paladina de los grandes ideales sociales, gran reformadora, munida de potente mentalidad, no puede menos que estar dotada de una gran fuerza sentimental; claro, no debe confundirse esto con la sensiblería romántica. .
En sus obras, en su tendencia de reformación y mejoramiento social se ve, su gran sentimentalidad que es siempre fuente fecunda de buenas obras; su labor en pro del indígena, si no se conoce nada más de Dora Mayer, nos demuestra su espíritu de élite; en esa obra se nos aparece buena, profundamente buena sin debilidades, justa sin condecendencias ni cálculo, serena sin austeridad, sabia sin pedantería, consciente de la fuerza armónica de las facultades del alma que en ella tienen una intensidad suprema.
Este espíritu culto, acabadamente culto saber criticar como muy pocos, sin herir; sanear con vigor, sin maltratar ni ofender; ayudar y aconsejar, sin convertirse en tutora. El espíritu selecto que anima su personalidad ha permitido que nuestro ambiente haya podido mantener la integridad de su conciencia. Y Dora Mayer tiene la virtud de la sinceridad, y la sinceridad de sus virtudes. Su sinceridad es la mejor muestra de su moralidad extrema, no la moralidad que nace del temor religioso y que espera su recompensa eterna, sino la moralidad que tiene sus raíces en el sentimiento propio, que tiene por fin el bienestar y la felicidad de todos armonizado con el bienestar y la felicidad propia, personal y que emplea como medio la verdad, la bondad y la justicia.
Porque fiel á sus principios severos de moralidad que no le permiten mentir, por que sincera ha declarado abiertamente el amor que su alma ha sentido; por que fiel á esos mismos principios, al sentir en su alma joven un grande y puro amor; ajeno á los impulsos fisiológicos de un organismo joven que hace vida vegetativa y no espiritual como lo hizo ella, quiere vencer los escrúpulos de carácter social que impiden la comunión de dos almas; y porque atropella los prejuicios sociales que son solo máscara de la inmoralidad, para hacer triunfar su doctrina de amor desinteresado y de sinceridad reaccionando contra el que domina en nuestra época y contra la hipocresía, doctrina que la predica no como los teóricos que tienen el privilegio de practicar lo contrario de lo que dicen, sino de la misma manera que lo hizo el Rabí de Galilea que predicó el amor á la humanidad y la igualdad, se le tilda dé inmoral, de loca, de histérica, de desequilibrada y, compasivamente como la articulista que nos ocupa, de farsante que sin estar dotada de fuerza sentimental finje, por alcanzar un fin meramente especulativo.
Dora Maver que es un espíritu superior, privilegiado, y quien, á la poderosa intensidad de sus facultades debe su gran renombre de pensadora en toda Sud-América, Norte América, en Inglaterra y Alemania, será considerada por todas esas mismas naciones como el genio precursor de las innovaciones de los valores intelectuales que tienen que seguir á la gran hecatombe que la humanidad contempla atónita y tímida, sin alcanzar á comprender los misteriosos designios de la naturaleza.
Dora Mayer bondadosa y risueña á los que no la comprenden; consciente de sus actos y de su responsabilidad, ha afrontado el anatema de la sociedad, el desprecio del vulgo, pero felizmente para nosotros, para nuestros contemporáneos, la cultura que lleva la civilización á su paso no permitirá el espectáculo que ofreció á la historia la Edad Media, sacrificando á su redentor, al predestinado á señalar los verdaderos derroteros que la humanidad debía seguir y que ésta misma los lm corrompido después.
Para concluir este comentario diremos dos palabras respecto al amor-libre que en mala hora mencionó Dora Mayor.
El amor-libre que como el librepensamiento tiene ya su concepto definido, restringido, no debería ser empleado por ella, puesto que lo que ella llama amor libre es el amor de dos personas que se unen libremente llevados ó impulsados á esa unión por sentimientos elevados y mantenida por sólo los principios morales, por el deber social sincera, sin estar sujeta á sanciones legales y eclesiásticas. Es esta la acepción de amor libre que predica Dora Mayer y que debe llevar, otro nombre para que no se confunda con el amor-libre que autoriza la unión de personas llevadas solo por los institntos animales que haría de cada mujer una hembra para todos los machos y de cada hombre, un macho para todas las hembras.
Los espíritus cultos y elevados que quieran analizar y penetrar la teoría de Dora Mayer, encontrarán que toda ella es el reflejo de la personalidad de la autora; en ella encontrarán la original silueta, sencilla y modesta, sin afectación: el gesto sobrio y ameno, la mirada serena, la sonrisa de bondad finamente matizada de la ironía que le provocan las burlas de los groseros ó de los tontos.
Dora Mayer está en su doctrina tanto como su doctrina está en ella, pues nadie puede estar más autorizada para hablar de moral á sus prójimos que DORA MAYER.
Lima, agosto de 1916.
Emedosa