VI - .¿SE PODÍA DESAGREGAR EL EJÉRCITO FRANQUISTA?

Si mis camaradas de batallón estaban animados de una ideología revolucionaria, aunque confusa, nuestros portavoces, en Matamala, por ejemplo, hacían una propaganda llanamente reaccionaria que a veces se parecía a la de Franco como dos gotas de agua, y que no podía desmoralizar al ejército adversario y en todo caso no podía provocar revueltas en su seno. Se gritaba: "¡Somos de la raza española!" Se quería probar que se era más "español" que Franco.
Una política revolucionaria podía hacer penetrar la "peste bolchevique" incluso entre los elementos más atrasados y reaccionarios. ¿No se ha visto en el curso de la revolución rusa pasar al ejército rojo incluso a los destacamentos cosacos?
¿Por qué en España no se ha podido asistir al mismo fenómeno? ¿El fanático requeté con su Cristo Rey era impenetrable a la propaganda revolucionaria? Ni mucho menos. Ciertamente, amaba a la Santa Virgen, pero amaba también a otras vírgenes y en general cosas más materiales. Era católico ferviente, sí, pero era también campesino, siempre avasallado, siempre explotado. ¿Qué le ha dado la república democrática, incluso bajo la presidencia de Azaña y cuando Largo Caballero era ministro (y lo fue ya en 1931)? Miseria y balas. Ahora bien, ¿qué le prometía contra Franco el Frente Popular? El mantenimiento de la misma república. Esta república, es verdad, se le prometía mejor y más justa. Pero, ¿no había oído ya la misma monserga y las mismas promesas?
Y al marroquí, ¿qué le prometía el Frente Popular bajo Negrín e incluso bajo Largo Caballero, Hernández el terrible "anarquista" García Oliver? ¿Por casualidad la independencia nacional? ¡sólo un criminal trotskista podía pensar tal cosa!. Los juiciosos y realistas dirigentes y ministros del Frente Popular sólo hacían declaraciones sobre el respeto a los tratados y la intangibilidad del protectorado, es decir, sobre la intangibilidad de la esclavitud del Marruecos español.
Esto no tranquilizaba completamente a Chamberlain, que estaba más seguro con Franco, pero no podía entusiasmar al marroquí. Ser esclavo bajo Franco o bajo Negrín, era bastante parecido para él. Quizá se equivocaba, dirá un malicioso. ¡Quizá! Ya que también para nosotros el régimen de Negrín es menos malo que el de Franco. Pero la sociología no era el fuerte de Ben Mohamed. A pesar de su astucia, concretamente en este caso pensaba casi como Stalin, es decir, con los pies: la socialdemocracia y el fascismo no eran para él antípodas, sino gemelos[1].
¿Y los "voluntarios" italianos y alemanes? ¿Eran todos fascistas por azar? No lo creo. Ciertamente, había entre ellos vendidos y también entusiastas de otro Cristo Rey: Hitler y Mussolini, pero el grueso de ellos era más o menos como el grueso del género humano, es decir gente equivocada. ¿Y se les decía que ya no había franceses, alemanes e italianos, sino simplemente proletarios, y que se luchaba por una República Universal? ¿Se les decía, como Jaurés, que la palabra "extranjero" no tiene ningún sentido para el proletariado? ¡No!
-Por desgracia, desde hace algunos años en Francia también el Frente Popular trabaja día y noche para hacer más patriotas y más chauvinistas a los obreros franceses.
-¡Bueno! Ahí abajo era parecido. Se decía que se luchaba contra los extranjeros y por una España libre, fuerte y feliz. El italiano y el alemán llevados por la fuerza a España por los bandidos fascistas reaccionaban como era de esperar, se fortalecían en base a sus prejuicios nacionalistas. Si los otros luchan para que España sea fuerte ¿no debo luchar yo también para que Italia sea fuerte? Después de todo, ¿no soy italiano?
Y los obreros, ya que los había en el ejército franquista, cuando se enteraban de que se luchaba por la vuelta a la misma república donde la propiedad capitalista sería sagrada, tal como la habían conocido; cuando se enteraban no sólo por el canal de la propaganda fascista, sino también por medio de los prisioneros de guerra, de que en Barcelona la CNT era perseguida, todo esto no podía predisponerlos a arriesgar su vida y a rebelarse contra la disciplina del ejército franquista.
Es verdad que algunos soldados, y a veces incluso pequeños destacamentos, se pasaban a nuestras filas, pero era debido sobre todo a pasajeros reveses militares de Franco.
Sin embargo, no ha habido verdaderas revueltas en el curso de los dos últimos años. Es sorprendente, pero esto sólo puede extrañar a aquellos que no comprenden que para que se produzca una revuelta en un ejército, hace falta que sea trabajado desde el interior y también desde el exterior con propaganda revolucionaria y no con letanías sobre el "legítimo gobierno".
Algunos quieren explicar el hecho de que no haya habido revueltas en el bando de Franco por el terror.
¡Como si los obreros fueran por naturaleza una raza de esclavos!
Los jefes del Frente Popular ignoran que la propaganda revolucionaria es más fuerte que todo el terror y todos los aparatos. ¡Algún día lo aprenderán!
¿No reinaba también el terror en el Ejército blanco en Rusia? ¿Los japoneses, durante su ocupación de Siberia, eran ángeles, no cometían atrocidades cuyo recuerdo hace estremecer? ¿No ahorcaban, no torturaban en Odesa los ejércitos de la Francia democrática? ¿No cometían atrocidades los cuerpos expedicionarios de otro demócrata muy frente populista, Mr. David Lloyd George?
Abrid las últimas páginas de Jimmie Higgins, de Upton Sinclair, y veréis al propagandista bolchevique torturado por los democráticos representantes del cuerpo de expedicionarios de Su Majestad el rey de Inglaterra. ¡Y esto no es sólo una imagen literaria!
Pero, a pesar de las torturas, la "peste bolchevique" penetraba por todas partes, y dislocaba no sólo los ejércitos blancos, sino también los cuerpos de expedicionarios extranjeros: franceses, ingleses, checoslovacos, etc.
¿De dónde venía esta fuerza mágica que existía en Rusia y faltaba en España?
Venía de la fuerza de atracción de la revolución proletaria.
Todo esto demuestra que el lenguaje blando y la política podrida de la democracia burguesa y del Frente Popular eran incapaces de dislocar y de desmoralizar el ejército fascista, compuesto de elementos precisamente fáciles de ganar: campesinos explotados, esclavos coloniales e incluso alemanes e italianos luchando por una causa que no era la suya.
Mirad -insiste Casanova-, para estos charlatanes del Frente Popular todo es difícil, e intentan incluso persuadir al proletariado de que es imposible derrocar el régimen capitalista, porque los capitalistas tienen a su servicio a los fascistas, los carros de combate, una cantidad indefinida de aviones, etc. Olvidan solamente mirarse al espejo y añadir que el capitalismo se mantiene sobre todo porque tiene sirvientes que se llaman Blum, Stalin, Thorez, Negrín y Comorera.

[1] "La socialdemocracia y el fascismo no son antípodas, sino gemelos", es la genial y logradísima frase de Stalin que constituye la base "teórica" de la maravillosa política del "socialfascismo", que ha permitido la subida de Hitler al poder en Alemania. (N.d.A.)
 

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